La Familia de Tae había sido muy reservada acerca de la persona que habían elegido para su hijo. Sólo los papás sabían de su identidad.

Hasta esa mañana que Namjoon había escuchado el final de una conversación de su padre, no estaba espiándolo, sólo estaba yendo a la biblioteca por el libro otra vez, no planeaba que su padre estuviera ahí; logrando escuchar un “Gracias, mi hijo irá a recogerlo señor Kim”

No podía creerlo, habían conseguido a un Kim, aunque no estaba seguro de si hablaba de eso.

Su padre terminó la llamada volteando y encontrándose con Namjoon quien tenía la vista perdida.

-Hijo, qué bueno que estás aquí- hablaba acercándose al menor – Necesito que pases al aeropuerto por el Señor Kim –

-Kim? ¿Quién… - fue callado por su padre.

-Es la persona que nos ayudará con tu hermano por favor ve al aeropuerto, debo ir a la cafetería, ya sabes cuál será su habitación así que ayúdalo a instalarse – terminaba entregándole las llaves del auto.

-Si padre – respondía saliendo inmediatamente.

No quiso volver a preguntar el por qué tenían que albergarlo en su casa. Si tranquilamente podía quedarse en un hotel. Sabía que eso molestaría en sobremanera a su hermanito y más ahora que se encontraba tan sensible.

Luego de conducir por alrededor de una hora finalmente llegaba al Aeropuerto de Incheon, esperando por la susodicha persona con un pequeño cartel que decía “Señor Kim” el cuál le pareció un poco estúpido.

Después de varios minutos esperando, se había perdido en sus pensamientos tratando de entender varias cosas que decían en el libro, una de las cuales era lo que más le intrigaba y daba miedo al mismo tiempo “los vampiros energéticos” No había logrado terminar ese capítulo, así que la duda lo estaba carcomiendo. En ese momento una voz bastante familiar lo hizo salir de su trance.

-Namjoonie! – la alegre voz se escuchaba tan familiar, dándose vuelta al instante, no pudiendo ocultar su sorpresa – También estoy feliz de verte gracias – seguía hablando con un tono levemente ofendido debido a la nula respuesta de su parte.

-Seokjin Hyung – lograba pronunciar las palabras sintiendo su corazón salir de su pecho.

-Ha pasado tiempo eh? No vas a llevarme a casa? – preguntaba con tono juguetón haciendo descolocar a Namjoon.

-¿Co…Cómo? –

-¿Estás sordo? ¿O para qué viniste entonces? -

-Para recoger al Señor Kim – respondía casi en automático sonando como un niño pequeño que recitaba lo que le habían enseñado

- Cuántas veces le dije que no me gusta que me llamen así? Me hace parecer viejo – protestaba cruzando los brazos haciendo puchero por la pequeña molestia.

-Entonces eres tú? – preguntaba aún sin poder digerir toda la información.

-Claro que soy yo, que acaso no me ves?- daba un giro señalándose a sí mismo con una gran sonrisa, a los ojos de Namjoon habían flores a su alrededor viéndolo más radiante que el Seokjin de sus recuerdos.

- Claro, disculpa fue una pregunta estúpida – rascaba su cabeza avergonzado – sígueme.

-Sí lo fue – respondía siguiendo al menor, siempre le había parecido una persona bastante interesante. No podía entender como era tan inteligente y a la vez parecer un niño que no sabía nada de la vida. Tampoco podía negar que la sonrisa de hoyuelos era su preferida. Sintió que por lo menos con él su estadía no sería tan horrible.

En todo el viaje de regreso a casa, no habían hablado mucho. Namjoon seguía en estado de shock no podía creer que el destino fuera tan cruel con él. ¿Cómo era posible que “el elegido” fuera nada más y nada menos que una de las personas que más había amado en la vida? Y lo peor estaba ahí no por él, sino por su hermanito. Pero estaba ahí sólo por esa noche no? Entonces quizás, olvidando ese detalle, él podría intentar lo que no pudo la vez que lo conoció en ese congreso en París.

Luego del silencioso viaje al fin estaban ya en casa del menor, éste llevó a Jin a donde sería su nueva habitación, dejándolo solo para que se instalara cómodamente.

-Gracias Namjoonie – decía con una cálida sonrisa

-No es nada – respondía desde la puerta – En cuanto estés listo puedes bajar a almorzar – decía lo último ganando una leve reverencia en respuesta. Saliendo al fin dirigiéndose a su despacho.

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Holas acá está el segundo capítulo del día.

Espero lo disfruten 🥰