⠀⠀vol i. 𝑓𝑜𝑟𝑒𝑠ℎ𝑎𝑑𝑜𝑤, 𝑓𝑎𝑡𝑒, ℎ𝑜𝑟𝑖𝑧𝑜𝑛
CHAPTER ZERO | 犠牲
EL OLVIDO, LA SOMBRA Y LA ILUSIÓN!
vol. i fate | 影
vol. i i foreshadow | 忘却
vol. i i i horizon | イリュージョン
El olvido de un pasado.
La sombra de un presente.
La ilusión de un futuro.
THIS IS THE SACRIFICE
VOL. I. EL OLVIDO DE UN PASADO.
Las memorias, que se difuminan entretejiendose en el olvido.
Con la vaga idea de lo que fue en el pasado. Con la incertidumbre
que dejaron atrás ante la incógnita.
Analizar personas. Nunca se le dio bien. Era tedioso, cansado, irritante. No le interesaba.
Él llegó. Él se acercó, cuidadosamente, temeroso tal vez, pero no por miedo de acercarse, por temor a que huyera, sus ojos, eran de un color opaco, no parecían como los de otros. Ambiciosos, sin ese brillo al que tanto le llamaban felicidad, alegría.
Un presagió surgió al verlo, tocarlo. Un roce de manos lo inició todo. Observó al hombre —si podía decirle así. Una apariencia joven, pero tampoco adolescente—, la cautela se erguía, alerta de él, de sus intenciones u acciones.
—No te haré daño- no podía creerle. No podía, no confiaba en él, mucho menos en sus palabras.— Lo entiendo, soy desconocido, pero te sacaré de aquí— una promesa vacía o unas palabras sin valor. Eran lo mismo. Así como su final sin importar el camino.— Ven conmigo, te puedo ayudar con esa habilidad tuya.
Habilidad. Curioso dado que fue tomado como maldición por sus padres, por su madre. Abandonado en un orfanato de mala muerte, maltratado, esclavo del trabajo, la excusa: debía pagar su comida, está bien. Viviría, se marcharía, pagaría él mismo su comida, decidiría.
—Si la controlas, con la gente correcta no será una maldición del diablo— murmuró para él, solo para él.— Ojos que aún eran desconfiados, pero sus palabras acapararon su atención. No era demasiado chico para ser tan estúpido, ni tan grande para ser lo suficientemente perspicaz.
Maldición o no. Él no quería seguir en ese orfanato, predicando aquella palabra de un dios que únicamente le dejaba preguntas, pero que por alguna razón, seguía creyendo en él.
—¿Qué tanto me usarás? ¿Para qué?— una pregunta que era necesaria, estaba de acuerdo en eso, de todos modos, en ese lugar, alejado de la sociedad no había posibilidades de tener una vida como aquel amigo suyo, Anael.— Dime eso, por favor. Así podré ver el camino hacía mi final.
Unos caminos más apedreados que otros, considerando eso, podía elegir uno que no fuese tan corto, ni tan difícil.— No puedo contestar eso, solo que serás parte de mi investigación. Nada es seguro—. No dudo en responder, fue sincero. Había visto al muchacho hacer uso de esa energía maldita, electricidad. Los truenos en esa tormenta fueron maravillosos, caústicos y resplandeciente en aquel panorama.
Si pudiese probar con él, quizá él solo podría cambiar el mundo.— Quiero cambiar este mundo, aunque no sea uno para redimir a los pecadores, uno donde el débil no caiga en penumbra.
—Tu discurso suena como a los padres—. Predicando sus creencias, las palabras que en la santa biblia venían escritas.— ¿Cuándo partimos?
Una suave sonrisa satisfecha nació de aquel rostro pálido.— Hoy en la madrugada. Iré a hablar con las hermanas, empaca tus cosas y prepárate para marcharnos— dejó su habitación, un cuarto pequeño, con un closet, un pequeño mueble con una lámpara sin funcionar encima de este, cruces en las paredes, una en cada pared, y una más colgada e la puerta. Una habitación aburrida, ordenada, carente de cuidado.
Decidió que tiraría todo su pasado a la basura, ataduras que las acciones y palabras acabaron por romper, el olvido borraba su pasado.
El recuerdo en su memoria, uno carente de sabor, de emoción o sentimiento. El hombre acabo por experimentar con él, con varios más. Diez niños contándose a sí mismo en ese lugar, las condiciones mucho mejores, no se le golpeaba, sin embargo, su cuerpo seguía pereciendo. Su sangre parecía ser su cosa favorita, sus ojos brillaban al verla y los resultados que obtenía. Quería saber y preguntó. La contestación fue clara: "Eres compatible. Mi precioso homúnculo"
Su preciosa sangre, como un invaluable tesoro. No sabía cómo acabaría, el final ante sus ojos seguía inestable, borroso.
La muerte. Aquel final del que huyo, acabo siendo el camino que escogió. Entendía ahora porque le llamó de esa manera, homúnculo. Lo mató, hizo uso de cuerpo, sangre, vitalidad para al final matarlo y traerlo nuevamente a la vida. Uno más que jugó a ser dios. No hubo cambios, y al regresar, le comenzó a compartir de energía maldita que él mismo había reservado, no hizo uso de ella e incluso hizo que más personas con energía maldita donasen la propia.
—Mi querido homúnculo— una suave voz, acariciaban sus palabras, lo acariciaban a él. Su creación, su precioso tesoro estaba ahí, vivo, poderoso, tan bello.— Tu técnica maldita será inigualable, serás visto como un arcángel, como un arcángel, puede ser Jofiel o Sariel.
Murió y al nacer, cada día transcurrido después aquel benefactor suyo, se deterioraba. Después de su nacimiento años después fue bautizado nuevamente. Una segunda vida. Y quizá, por ello mismo, decidió vivir está vida de manera diferente a la anterior, murió temiendo a está misma, ahora, viviría con el temor de no haber vivido bien.
—Estás muriendo— ahora sonreía, cansado y demacrado.— Y sin embargo, te ves feliz a diferencia de antes— continúo. Sus pasos se volvían cada vez más lentos, se acercó a una mesa cubierta de herramientas.
—He cumplido con un sueño de años, he consumido la vida de tantos que ahora, siento que puedo irme en paz— no sabía si lo odiaba, porque jamás lo resintió en ningún momento a pesar de ver sus acciones.— Es irónico, ¿verdad? He tomado la vida de muchos inocentes, arrancado la energía maldita de los sacrificios para un bien egoísta, a pesar de ello, estoy feliz.
—Al final, si te redimes, saldrás con destino al paraíso— no lo consideraba como justo o injusto. A él le encantaba la religión, pero siempre persistían preguntas, una de ellas en su momento fue ¿por qué? Ahora dejaba de importar conseguir respuesta. El hombre siguió cuidando de él, el joven de pálida piel y ojos grisáceos. Él sería su sucesor.— Eso dicen.
—Mmh. Espero que no odies a este viejo, una petición, no, un deseo tan ingrato, pero que me hará feliz— y una vez más pudo verlo sonreír, las arrugas en su rostro no se ocultaron, al contrario. Años desde que comenzó todo, y apenas podía verlo en pie.
—No te odio, padre— un gran peso en sus palabras, una razón detrás. Le hizo renacer, probablemente no habría visto la otra cara de la moneda de seguir vivo, temiendo la muerte, huyendo de ella sin saber que con más fuerza lo perseguía al ser desesperado.— Aunque eres un pecador, un acto egoísta que me dio una segunda oportunidad de vida.
—Palabras que este viejo no espero escuchar de tu boca, te has vuelto más audaz con el paso de las décadas- una risa corta. Sus actos injustificables se habían vuelto más ligeros, robando la vida de personas para darle vida —traer de vuelta a la vida— a su hijo, a su creación.
—Mi hermano será alguien malhumorado, codicioso, mucho más que este padre tuyo. Es bueno a su manera, serás alguien a quién no dejará ir ta fácil, es un intento de seguir con el regímen familiar. Mantén esos ideales—. Un consejo o advertencia, ambos tal vez.— Ser confiado veces se toma como arrogante, se ambos.
—Lo tendré en cuenta.
Su última noche, el último respiro, la última plática. Hablar con alguien jamás hizo tan amena la situación, contradictorio tomando en cuenta su situación, él era quién lo puso en esa situación.
—Que en paz descanses.
No hubo tal cosa como odio o amor, agradecimiento y algo de rencor, un amargo sentimiento contradictorio que quizá solo él entendía. Una nueva vida a cambio de matarlo, una nueva oportunidad con una pizca de mentiras.
[Jofiel: Arcangel. Encargado de los inocentes]
2023 — jujutsu kaisen @honnyless
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro