⠀⠀⠀oiv. devasted feeling
CHAPTER FOUR
DEVASTED FEELING!
Ambos jadeantes, uno que mantuvo la serenidad y los pensamientos claros oponiéndose al cansancio, contrario al otro, que solo parecía descontento con la situación. Quejumbroso ante la situación en la que se encontraba., y, por si fuese poco, atado a la forma de trabajar de su acompañante.
—Nunca creí que me vería atrapado en el intestino de está maldición— sin estar contento con la situación, bromeó un poco.
—Si no hubieras sido imprudente, estaríamos sin ser parte de su merienda— dijo, caminando sobre los restos de lo que fuesen aquellas cosas flotantes sobre jugo gástrico.— Trata de no sumergirte en el jugo gástrico.
—Qué tan malo puede ser.
—Tan malo que en cuestión de segundos, dejas de tener piel.
Satoru no rezongo, contrario a ello, durante el camino se quedó en silencio.— No es más sencillo solo matarla desde dentro y ya.
—No, escucha y entenderás— su dedo anular fue a parar a su oído propio, dando a entender que debía prestar atención. El orbes azules con aburrimiento, acató aquello, entendiendo que, el alboroto desde fuera le preocupaba.— Humanos.
—Aún si no poseen la capacidad de ver a las maldiciones, no significa que no puedan ser afectados por esto— señalando aquel líquido tan maloliente, explicó.— Un toque y tendrán quemaduras de tercer grado. No son pocos para pasarlo desapercibido.
—¿Estaremos aquí hasta que tenga el honor de alejarse?— resopló, insatisfecho con la situación y su método.— Esto es aburrido.
—Tampoco he dicho eso— negó, llegando al final de aquel camino que improvisó hasta la otra pared de su estomago.— Por naturaleza necesitará desechar lo que ha comido, haremos que suceda.
—No pienso salir por la salida trasera.
Akihiko no evitó el acariciar el puente de su nariz, a punto de perder la paciencia e inhalar el aroma que desprendía su saco que llegaba hasta su muñeca. El olor dentro era pestilente, casi inaguantable. Sus guantes fueron colocados en sus manos, el cuero resistiría al menos un poco, suficiente tiempo para poder llevar a cabo su plan.
El portador de los seis ojos observó la corriente eléctrica que los envolvió. Había notado que solo iban caminando de un lugar a otro y él tocaba las paredes gastrointestinales, dejando tarjetas en estás.— Es hacerlo vomitar o que vaya al baño, no matarnos aquí— bromeó, colocando una mano en su cadera y solo observando.
—Los voltios que contiene está red es suave, solo le hará cosquillas.
—Mínimo saldré por dónde entré.
El sonido que provocó el choque de sus manos, llevando las ondas eléctricas por cada lugar de el estomago de aquella maldición. Ondas moradas, recorrían de arriba abajo cada pared, pronto comenzó a moverse de manera abrupta.— Cuídate del jugo gástrico— recordó, sin perder el equilibrio, manteniendo sus ojos en su trabajo.
—No tenía en mente perder mi preciosa piel.
—Eso es alentador.
—En serio, hablas como un anciano, como un limón insípido, casi sin jugo— confesó, sin tapujos.— No me caes mal, pero soy sincero, tampoco es como si fueses tan irritante como los altos mandos.
—Agradezco tu sinceridad. Pero no es el momento adecuado, Satoru.
—Para mí lo es. La vida no consta de momentos concretos.
Inevitablemente rió. Criticaba tanto su habla que ahora él parecía haber sido contagiado. Su expresión le dio a entender eso.— Ríes, dato curioso— mantuvo el equilibrio ante el movimiento brusco que comenzó a ocasionar las ondas, que cada vez, se erguian más rápido.
—Date prisa o de verdad haré notar el porque soy uno de los más fuertes— sin poder detener su pensar, el simple hecho de la costumbre lo atacó, Suguru seguramente hubiese apoyado aquella idea descabellada, sin tomar tanto en cuenta a las demás personas a su alrededor, no cuando importaba más liquidarlas a dejarlas en el mundo terrenal. Cientos a miles de vidas a salvar, el mayor número ganaba, por supuesto.
Akihiko se encargó de crear un campo de protección para ambos, aunque detestaba el desperdicio, aquella cápsula era especialmente para resistir al menos su boleto de salida.— ¿Son siempre moradas tus cargas eléctricas?
—Mhm, lo son— asintió, mirando como aquel chico con gafas observaba.— Puedes tocar— sus labios actuaron, por inercia, mirando aún al de ojos azules.
—Lo sé, no te hacen nada. Lo haces tú—. Como si de saber todo, le tomo desprevenido.— Soy alguien observador— y con un tono y sonrisa orgullosa giró su cabeza levemente, capaz de observarlo y no girar todo su cuerpo.
𖤛ᩴ◦ — sacrifice !
—Shoko, ¿has visto a Satoru?— Suguru se adentró en un salón de las instalaciones, su postura tan bien conocida y sus manos en aquellos bolsillos siempre serían un detalle suyo.— No lo he visto desde la mañana.
—Está en el campo de entrenamiento con Akihiko—. Su respuesta tardó unos instantes en hacer acto de presencia, su cigarrillo acaparó la atención de la mujer, como un imán hacía él, resignada despegó de sus labios aquel cigarrillo.— Están ahí desde hace un rato.
—Creí que era un santurrón e insípido— dijo, sonriendo y recordando los mensajes enviados por él justo antes de realizar su misión.
—Después de esa misión juntos hace unas semanas se ha pegado como chicle a él— dijo, encogiéndose de hombros sin importarle tanto ese hecho. «Después de todo, hablamos de Satoru» palabras que únicamente se guardo para ella misma y no expresó su pensar.
—Eso es algo...— Shoko no continuo. Mantuvo sus labios sellados, evitando que de ellos se abrieran emitiendo el sonido de palabras cizañosas.— Muy suyo supongo.
—Al menos he ganado— sonrió con altivez, recordando, vagando en cientos y cientos de memorias, guardadas dentro de él.
—Típico de ustedes.
Ninguno de los dos intervino en sea lo que fuese aquel mínimo acercamiento. Llegaron a una conclusión o fue por las extrañas palabras que expresó antes de asistir a esa misión o porque realmente, aquel suceso era inevitable. Y ambos sabían eso, era Gojo Satoru de quién hablaban después de todo. Tan ilegible como predecible.
𖤛ᩴ◦ — sacrifice !
Impío fue aquello que sintió, el presagió tan profano que lo golpeó. El presagió de un evento, un suceso, ni siquiera pudo deducir si estaba bien aquello, solo tenía presente que ocurriría. Tarde o temprano. Supuso, de manera vaga, el protagonista de aquel presentimiento sería la persona enfrente suyo. Sonriendo tan alegremente, tan vivaz, satisfecho de conseguir acertar un golpe.
—Me siento ignorado, no es esa tu intención, ¿verdad, clérigo?— una voz burlona, juguetona acarició su sentido auditivo, como suaves y escurridizas melodías danzando a su alrededor.— No es divertido si tu atención está perdida de nuestro combate.
—Estoy presente—. Habló, esquivando únicamente sus ataques sin regresarlos. Su fuerte jamás sería el combate físico, sin embargo, no era para no adular de sus habilidades. Jadeó, la sorpresa de aquel ataque de parte del contrario no lo tuvo previsto, aquello sin duda alegró a Satoru.
—Bueno, puedo decir que, estarás muy presente ahora— sonrió.
—Es un entrenamiento, no a un duelo a muerte—. Dijo, regresando cada golpe que podía a su oponente.
—La vida es a muerte, tú lo has dicho, ¿o no?— de una burla inocente devolvió palabras que no recordó haber dicho sino hasta ese momento. La última misión juntos, dos días atrás él mismo se encargó de hacerle recordar.
Akihiko frunció su entrecejo, levemente y suspiró.— Tergiversar y usar mis palabras dichas en situaciones distintas a está es un mal hábito.
—¿Molesto?
Resignado a que acabaría perdiendo aquella batalla, desistió.— Último duelo, el desempate.
—Mi victoria.
Su seguridad encendió aquella sensación de obtener la victoria. Dejando que sus mismos deseos —imprudente quizá— se adueñen de él, sonrió, y comenzó a usar sus cartas. Comúnmente, no solía usar más allá de las primeras, conforme el orden. La sota, que en ocasiones solía sacar, vio la luz.
Debió usar otra carta si deseo ganar, no obstante, acabo perdiendo y con ello, entendió, por fin comprendió algo después de saborear la sensación que por su cuerpo atravesó, cual avalancha, que por su boca degustó.
La confianza no nacía de un día para el otro. Y los eventos que sucedieron antes de el diluvio para él, fueron devastadoramente reconfortantes como para arrepentirse. Y su tío claramente se enteró de tal acercamiento. Aunque su confianza no iba en un nivel que él fuese capaz de vociferar firmemente, podría decirse que, mejoró fructuosamente.
—Tengen ha querido informarse sobre tus conexiones, ha insistido para que el portador de los seis ojos y tú estén, ya sabes. A la mano—. Dijo, era lamentable el siquiera pensar en algo así. Aún si se trataba de algo que a él mismo le convenía.— Cosa que diga o haga, mantén tu mente tranquila, habla sereno y no actúes sin límite.
—Lo sé. Ha llevado al portador de los seis ojos y a mí en varias misiones a la par.
—¿Como ha sido eso?— preguntó, su plato hace mucho que no fue tocado, los cubiertos fríos ante la carencia de su toque, la comida perdió su sabor.
Akihiko no pronunció palabra alguna, no emitió ni un sonido y solo parpadeaba. Pensando.— Es alguien muy quisquilloso con varias cosas, de su boca suelta palabras sin cesar, muy infantil en ocasiones...— con sus ojos fijos en la copa con agua enfrente suyo, acercó sus dedos lentamente hacía ella, como si ese simple objeto fuese suficiente para acaparar su atención, del amanecer al anochecer.— No piensa antes de actuar, no suele seguir todas las reglas, no tiene los pies en la tierra por completo y también es capaz.
Su respuesta lo llevó a un estado letárgico.
—Bien—. Su contestación fue tan buena como espero, exceptuando eso último por supuesto. Entendió entonces.
—Solo te recomendaré algo, Akihiko— su tío habló firme, seriamente su expresión cambió, tornándose más severa.— Acercarte al portador de los seis ojos más de lo necesario solo te traerá desgracia— advirtió, sus palabras fueron abrumadoras, sus labios resintieron el ambiente que los envolvía.— No es limitarte, pruébalo y verás que no miento, aunque, no digas que no lo advertí antes— a sabiendas que aquel chico jamás le obedecería puesto que, al final, el experimento y los años que tuviese —relativamente— seguía inexperto en arias áreas de la vida, tropezaría varias veces antes de aprender de estos baches en su camino.
—Tío— sus labios actuaron inmediatamente. Tragó con esfuerzo, por alguna razón, el pesado ambiente hizo que padeciera los estragos.— Que haya tenido un acercamiento, como lo has nombrado, no significa que este sentimentalmente involucrado.
Su tío no estuvo convencido. podría perderlo y no le agradaba la idea. No obstante, estaba en un porcentaje convenientemente alto de que aquella amistad o la especia de relación que mantuvieran, sería vaga, débil, fugaz. Lo sabía muy bien pues él estaba seguro de algo, conocía suficiente del portador de los seis ojos como para predecir el final de aquello.
Y, en el fondo, muy en el fondo de su descolorido corazón, quiso evitarle el infortunio. Conocía medianamente al chico, y entendía que, en algún momento, tendría que vivir cada desastre por su cuenta. Inhaló profundamente, dejándolo inmediatamente libre cuando suspiró.— Has lo que gustes, solo mantén el último deseo de mi hermano y mío.
—Por supuesto.
Akihiko supo en ese instante, esa noche que aquel presagió, fue de aquel. Del cuál su tío habló, del cuál lo advirtió. Fue muy tonto para hacer caso de su vocablo.
Su mente se vio perturbada, asechada por pensamientos y cuestionamientos. El que quizá, sentimentalmente estaba involucrado, con sentimientos propios. El estar con alguien bajo una carga similar, un destino semejante y un propósito fijo.
Hallar a alguien que llevaba una misión estipulada análoga a la de él resultaba algo más reconfortante y melancólico. Ni siquiera podría vociferar que era algo que hiciera a su alma estar en paz, ni a su ser descansar, pues el mejor que nadie conocía la desdicha que conllevaba aquello.
Egoístamente, aquel sentimiento prevaleció. Opacado por un sentimiento contrario. Ocultó entre lo que su misma fé y creencia, la enseñanza otorgada le hizo sentir. Porque todo lo que aquel responsabilidad arrastraba consigo, no era más que sofocante. No pensaba estar a su disposición como solían estarlo todos, pero al menos, estar presente y aminorar la carga que a él también le pesaba en ocasiones, en noches de vela, en días incandescentes.
2023 — sacrifice @awekeen
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