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Capítulo 9

✳SIMPLEMENTE DIFERENTES✳
⚫⚫

Fiesta, podría definirse como diversión, a menos que se adelanten a la celebración y les resulte abrumador.
Kenny y Carrie, estaban sobre la cama, boca arriba pendiendo sus cabezas en el borde, en el cuarto del tigre, quien hacía rebotar hasta la pared una pequeña pelota, varias veces, esperando a que ocurra algo interesante para aburrimiento.

-Carrie...Vinimos muy temprano, siento que me volveré loco, si no hago otra cosa -se quejó, sin atrapar la pelotita.

-Que yo recuerde, no me dijiste ningún horario -abrió un ojo.

-Si, pero te pasaste.

Quince minutos iban de espera. Lo que distrajo a ambos, ahora sucedía afuera, la imagen al revés de la puerta de metal, tenía una ventanilla, por el que varios pasaban. Detrás, en el pasadizo se oían pasos apurados, otros corriendo, todos ellos a la misma dirección, como si quisieran llegar a algo; o alguien. Salieron del cuarto y seguían pasando los demás entusiasmados, ya casi iban a ser los últimos, así que se unieron al gentío.

-¿Dónde viste que en una fiesta todos tienen prisa?

-No es eso ¿Sabías de esto?

-Por supuesto que no, ni mis otros compañeros de aquí lo sabían, creo.

El primero de la aglomeración, abrió la puerta casi asfixiado entre los otros, para poder entrar de una vez.

-¡Señor ¿Se une a nosotros o qué?! -algunos también cruzaron la entrada.

Se dirigieron a la pantera, que por tanto tiempo los había liderado en las hazañas de la mafia, que por costumbre lo encontraban sentado con koalas de diez años limpiando su espacio de trabajo y quedarse para deshacerse de los cadáveres, sin importar el olor putrefacto. Sin embargo ese no era el caso, algo estaba mal para los integrantes. El pelaje era diferente, la cola despeinada y un pequeño humo del hocico, que flanqueaba, pues eso fue lo principal en hacerse notar. Era un can monocromático.
Lo primero que hicieron al verlo, fue sacar sus armas, y apuntarlas amenazantemente hacia él.

-¡¿Quién carajo eres?! -entraron todos a la habitación espaciosa, incluyendo a la leopardo ártico y al tigre- ¡¡Responde!! -preparó el gatillo-.

El can levantó la mirada observando de reojo a cada uno, como si de leer sus pensamientos se trataba, como si fuera un veterano de las mentes criminales, un experto. Los pequeños koalas se arrinconaron en una esquina.

-Los asustaste... -lanzó dagas con la mirada, dijo con su acento de origen alemán y tenía voz ronca- ¿Acaso no te han enseñado a respetar a tu jefe?

-¿Eh? -elevaron las orejas.

Se levantó tóscamente de la silla, se acercó amenazante al el que lo había gritado. Se quitó el cigarro, aún con una chispa y lo pegó en su frente que le hizo soltar un chillido de animal, provocando retroceder al igual los demás. Luego soltó y pisó el tabaco.

-En primer lugar, si. Soy yo quien dará las órdenes -irguió la espalda- En segundo lugar, a su queridísimo gatito negro, lo asesinaron en un bar -todos miraron sorprendidos, y en silencio. ¿Qué había pasado con el otro mayor? ¿Y qué del acuerdo que tenía con Carrie para traer devuelta a...? La angustia fue sobre ella.

-Y tercero -continuó, mientras pasaba por mirarlos a los ojos- sé perfectamente todo lo que hay que saber de ustedes y de lo que hacen aquí, al final lanzó una penetrante mirada en ella- Pero tranquilos, solo sé lo necesario.

"Supongo que lo sabe". Pasó por su mente, era prácticamente lo mismo, la diferencia era la especie, nada mal.

-¿Y a ti qué te pasa? -miró a Kenny frotando su espalda.

-Lo lamento, tuve un golpe.

La pregunta y respuesta rompió el hielo.

Al menos había caído sobre el arbusto que dividía las viviendas, después de que Eavan lo lanzara y que Killian lo vio desde su ventana.

-Tengo objetivos  y estoy seguro que les encantará para adquirir el poder de las organizaciones criminales, eliminando a nuestros rivales... Sobre todo a los que desobedecen. Por eso, quiero jóvenes, aún ágiles, y capaces de todo.

Esa frase, les hizo sentir satisfacción. Música para sus oídos y a gusto con ellos mismos, con el orgullo en frente.

-Y lo de el encuentro "familiar", hagan lo que quieran -sonrío con arrogancia-.

Los asesinos, ladrones, traficantes, guardias y un psicópata, celebraron fuera de la habitación, con un grito al cielo.

-No fue nada malo esperar un poco -dijo Kenny, entre el gentío.

Grandes metas planeaba, ser unos tiranos sin límites. Si lo lograba, sería el caos sin que  ciudadanos lo supieran, y uno a uno, discretamente al igual que lento irían sucumbiendo.
Las luces se encendieron, por todo el lugar, Kenny dedució que toda la organización era por el nuevo jefe.

-Está noche quiero desestresarme.

Todo estaba preparado, a nadie le interesó quien lo había propuesto, ya que la noticia fue llegando de boca en boca como ráfaga de viento.

-¡Carrie, ven, vamos a jugar poker!

Dijo un gato egipcio, sentado en una silla, detrás de la mesa, al lado de otros compañeros, en la azotea.

-¿Están listos para destruirlos?

Kenny tronó sus dedos.

Ese tipo de juegos duraba más de una hora, pero era entretenido, para un par de ladrón de bancos, y dos negociadores. Otros a su alrededor charlaban o tenían algún encuentro carnal en los pisos de abajo, y eso que aún no comienza la verdadera réplica de Sodoma y Gomorra. Una cabra albina con la capucha puesta, se pasó de listo, y soltó una risa.

-Debiste estar más atenta, pequeña Carrie -se llevó veinte fichas.

-Bueno... -intervino Kenny- es tu turno de beber un trago, obedece las reglas.

-Mira quién lo dice -bromeó-. No no bebo, ni siquiera me gusta.

-Siempre hay una primera vez ¿No? -le entregó el vaso.

-Tal vez sea para la próxima -dijo apenada.

- ¡Ahhh... no pues... Carrie! -exclamaron los tres.

-Ya no eres una niña, solo mírate -dijo el gato de ojos grandes.

-Mejor sigamos jugando.

En el transcurso del juego de mesa, cada jugador perdía fichas y viceversa, ya estaban por terminar. Mientras estaban los cuatro meticulosamente pensando en las posibilidades para ganar, y dar fin al juego. Empezó a oírse una música, una loba bailaba al compás fluyendo el sonido en sus oídos, una joven ladronzuela que no estaba preparada para un mundo de terror, las cosas que necesitaban ella lo trae enseguida. Los demás se acercaban a verla, mover el cuerpo.

-Esta vez yo gano, la otra la ganaste tú, nada mal -se levantó Carrie, seguida por los otros.

-Neh, no me gusta sentarme en una silla, por tanto tiempo.

- ¿Y yo? -preguntó Kenny.

-A ti se te dan bien las armas, ya irás aprendiendo -con el puño tocó su hombro, y habló en voz baja- solo hago una excepción contigo, al no pagarme.

Aquella loba, la tomó del antebrazo, y la llevó a bailar con ella. Carrie tomó a Kenny del brazo, llevándolo también.  Y los tres se colocaron en el centro.
Carrie miró a los demás, para empezar desplazó los brazos, y guiaba sus pies a diferentes lados, en ese momento fue cuando le entró la confianza. Los presentes observaban sus movimientos de baile, y algunos les hacían barras, o solo miraban. Pero Kenny no se quedaba atrás, bailaba con ella.

-¿Recuerdas la coreografía que inventamos la otra vez?

-¡Eso Kenny, hay que hacerlo! -gritó, con un brazo en alto.

Una al lado del otro, ejecutaron los pasos sincronizados, si era momento de menear caderas, lo hacían. Las sonrisas en sus rostros resaltaban, que de vez en cuanto se miraban al cambiar de posición.

La música acabó, que los bailarines quedaron exhaustos.

-¿Dónde está el agua?

-Hey, me encantó. Pero no hay agua -Kenny le mostró un vaso lleno- sino cerveza -sonrío. Se sonrieron.

-Ya fue mi moral -le quitó el vaso.

La bebida pasaba y pasaba por su garganta.

-Listo ¿Ya ves? No es tan malo.

Tomó asiento en la silla de piernas cruzadas, y continuó bebiendo un poco más, se recogió el cabello, dejando unos pequeños flecos sobre su rostro en forma de corazón. No quería pensar en nada, hoy era su día, y no iba a perderlo. Por otro lado, Kenny charlaba con otros compañeros, al verlo irse a la otra esquina ya lo extrañaba un poco, esperaba que estuviera con ella, ahora que él esta... Mejor olvidarlo.

El tiempo pasó y ya estaba anocheciendo, las calles empezaban a iluminarse, se dejó llevar por cuatro vasos de licor, se estaba haciendo tarde.

-¿Te dejan llegar a la hora que quieras? -se le acercó Kenny.

-Mi hermano no me lo permite.

-Ven -le extendió su mano- te llevo a casa.

Esa amabilidad del tigre, ella lo apreciaba, y mucho. Y Kenny, bueno, él no quería dejar su mano. Mas no fue así.
Al bajar los escalones, había un trío de locos, sentados en fila sobre un colchón viejo, se deslizaron por las escaleras, riéndose y gritando, cuando llegaron al suelo, se estrellaron con el muro, seguidos de Kenny y Carrie. Ellos continuaron su camino por el pasillo.

-¿Te divertiste? -le preguntó a Kenny.

-Puso los brazos en su nuca- Lo necesitaba, mucho estrés no me sienta bien.

Iban caminando, uno al lado del otro; alguien venía en dirección opuesta, el tigre se puso desconcertado. Deseó que la tierra lo tragase ahora, bajó los brazos, trató de desviarar su mirada con odio, sin que se diera cuenta, la que estaba por aproximarse y a reclamarle.

-¿Así que ya me olvidaste tan rápido? -Exclamó una tigresa, enojada, como si ya le hubiera ido mal. Y ahora esto.

-Tú...¿Qué haces aquí? Deberías estar en prisión. No nos molestes, ahora -replicó amenazando.

-¡Abra cadabra, salí del estúpido sombrero, y no me arrepiento de nada! Veo que te has conseguido una poca cosa ¡Ustedes son novios! -su cola se empezó a mover.

-No te importa saberlo, no la vuelvas a llamar así -la señaló.

-Somos amigos -intervino Carrie- ¿Tienes algún problema? ¡Y mejor mírate tú primero como vistes, antes de llamarme "poca cosa"!

-Tú cállate y aléjate de él, maldita.

Carrie empezó a respirar agitadamente.

- ¡¿Acaso no entra esa simple información en tu diminuto cerebro?! -hacia la seña- ¡Ambos somos muy amigos! ¡Y menos haré caso a una imbécil! ¡¡Como tú!!

- Carrie cálmate -le pedía Kenny, nervioso, conociendo lo que se venía-.

- ¡Y si vuelves a fastidiar, ya veo el porqué!

Gritó en pose amenazante, con un pie adelante. La tigresa enfureció.

-¡Ahora sí la mato!

Estaba por atacar, Kenny la empujó hasta hacerla caer al piso. Carrie bufó, de por seguro iba a lastimarla, pero el tigre la cargó y la puso sobre su hombro, boca abajo.

- ¡Oye bájame!

La tigresa se levantó, y fue a evitar que Kenny, entrará a su habitación, aunque solo llegó a golpear la puerta, exclamando el nombre del que estaba horrorosamente obsesionada, maldiciendo a los cuatro vientos.

- ¡Se arrepentirán! ¡No me verán la cara de estúpida!

Aunque ya la tenía, en algún momento se iba a rendir.
Carrie cayó en la cama crujiendo los dientes, intentó levantarse, aunque Kenny la sostuvo de los brazos para volverla a acostar a la fuerza.

- ¡Carrie, tranquila ya pasó!

- ¡¿Quién era esa?!

- Una compañera, nada más.

-¿Entonces por qué me pareció que ustedes andaban?

- ¡Es una desquiciada, solo porque la ayudé a levantarse, ha malinterpretado todo desde ese momento. Pensé que me había librado de ella, cuando la arrestaron!

- Me sorprende que no me hayas contado -abrió los ojos como platos-.

- Conociéndote, ibas a hacer algo. ¿Por qué actuaste de esa forma? -forzó el agarré en sus muñecas-.

- Jamás permito que me hablen así. ¿Quién se ha creído?

- Lo sé, pero no vas a conseguir nada metiéndote en problemas.

La ira no la dejaba pensar con claridad. Pues no tenía sentido seguir discutiendo por una tontería más, y menos iba a permitir un descontrol. Poco a poco su pecho dejó de hincharse, y su voz inquieta murió, al sentir esa mirada.

Ahora estaba calmada.

Kenny la miraba directamente a los ojos, con esos ojos de felino, no perdió de vista su pelaje, entre otras cosas; la pobre luz contrastaba con la oscuridad en su rostro. Carrie correspondió a su mirada. Un pensamiento le vino a Kenny en ese momento, en el que ninguno decía nada.

- ¿Qué hubiera pasado... si tu empleada no abría la puerta? -liberó su agarre-.

- Oye, eso nun...ca pasó ¿Capicci? -dijo con un tono extraño-.

- Estamos iguales, me pasé con la bebida -entrecerró los ojos- me siento diferente creo.

En la misma posición, se acercó y besó el cuello de la felina, mientras cola se meneó lentamente hacia arriba, ella dio un respingo.

- Continuaremos lo que empezamos ¿si? -le dijo más de cerca-.

La sostuvo de la cintura, Carrie hizo lo mismo, el varón la levantó, haciendo que se sentara sobre sus piernas. Carrie mordió gentilmente una oreja de Kenny, que provocó que soltara un gemido, juntó aún más el cuerpo de Carrie contra el suyo.
La espalda ancha y formidable del tigre, un par de palmas lo recorrían muy despacio. El ambiente era acalorado para los dos, en el que escuchaban sus respiraciones. Kenny se quitó la camiseta verde, y desató el cabello de ella.

- Que atrevido eres, pequeñín- observaba su pecho y el patrón de sus franjas. Mientras lo hacía, hubo movimiento debajo de Carrie- ¿Ah?

- El otro se inclinó hacia adelante- Es una buena señal.

Carrie, lo abrazó en ese momento.

- No tengas miedo, cariño -terminó por acostarla una vez más, luego también la abrazó-.

- Hey, tenías razón, eres muy cálido -recogió sus piernas-.

- Lo sé -bostezó- lo sé.

Ambos iban cerrando los párpados, y quedaron dormidos profundamente.

Oshi oshi. Te agradezco por leer este capítulo, me gustaría mucho tu voto, y más un comentario. Hasta luego. Bye bye.✋✋

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