Capítulo 29
✳FELIZ CUMPLEAÑOS, KILLIAN✳
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Ni en el jardín, ni en casa, menos en la universidad podía sentirse tan libre... Solo dejaba que los copos lo empaparan, en ese bosque, en el corazón de aquel entre los árboles albinos como un páramo de las especies, parecía mágico. Lo relacionaba con la belleza, algo tan subjetiva, pero Killian la consideraba como tal. Y cuando tenía diecisiete años sabía que maravilla es vivir.
-...Por mi corazón... No sé donde terminaré. Pero sé....-levantaba nieve con cada giro sobre su eje, dejando sus brazos llevar por el viento-. Donde comienzo hoy.... Dicen que soy muy joven pa...ra entender... Abro mis ojos para ver lo que la vida da... Estoy bien aquí... -Killian llevó sus ojos hacia arriba, anonadado de los copos caer.
Se centró en la caída de un cristal de hielo, girando con lentitud en el ambiente. Entonces este se dispersa en la nariz del joven, causando que entrecerrara los ojos por tener su sonrojo ante el copo.
Seguía con los ojos bajos.
Contrajo los dedos abrigados por los guantes, y de la nada estornudó agudamente haciendo volar los copos de su ropa. Prontamente asentía con la cabeza lentamente en lo que seguía cantando con una expresión en cuanto afirmaba lo que su corazón sentía.
-...Ojalá joven por siempre yo sea... La vida es el juego de to..dos.... El premio es el amor... -alzó la voz a su canto de júbilo y cerró los ojos- ¡Ahora soy más fuerte y este tiempo tratando de encontrarme yoo...! ... Estaba perdido...
Atrapó copos en sus manos, listo para liberarlos al girar.
-¡Ahora soy más fuerte y este tiempo tratando de encontrarme yoo...! Estaba yo perdido Ohhh... ¡¡Perdido... whao... ohhh ohhhh!!
Solo en su mente está su voz, donde se sentía uno con la naturaleza con miles de copos girando a su alrededor y se dejó caer en la nieve junto con ellos.
-Dieciocho años y aún me conservo... -decía tratando de calmar su pecho.
Y atento que no pudo ignorar un ruido debajo de la nieve, el zorro se arrodilló de la curiosidad y empezó a escarbar con ambas manos una después de otra.
-Un momento, hey hola... ¡wow..!
Entonces saltó una ranita hasta su altura y Killian amortiguó su caída entre sus guantes. Se veía malhumorada que podría morderlo si no fuera por el abrigo, y gruñía con el cuerpo contraído como defensa.
-¿Qué sucede? Ya te liberé de la nieve.
Y solo los azules ojos atrapantes del cumpleañero, y su tacto suave hacía que se relaje para tener tranquilidad a ambos.
-¡Killian! -llamó padre a lo lejos sirviendo el almuerzo a Carrie y Eavan.
-¡Ya voy! -exclamó y regresó la mirada al animalito, con susurros- Nos están mirando... ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? -la ranita se revolcó en sus manos. Le devolvió la mirada con un croar- ¿Humm? No puedo quedarme aquí a cuidarte, es que tengo hambre -Killian empezó a descender los brazos hacia una roca, para que repose allí-. Solo no vuelvas a meterte en la nieve, ya me voy.
Killian corrió a sentarse a comer en un tupper entre los demás, liberando el vaho y dio un bocado. Le había encantado recibir su cumpleaños en el lugar donde reconoció haberse enamorado de Eavan. Agradeció a papá por traerlos y encargarse de las cosas. Solo faltaba lo que Carrie tenía para él. Y sus contados amigos de la universidad lo saludaron mediante mensajes de texto conformándose cuando Killian les decía que no estará en casa.
-¿Quieren venir a caminar? -propuso Eavan al levantarse.
Solo Leonard se quedó para cuidar las cosas. En lo que los tres caminaban sobre la nieve.
-Eavan... -Killian rodeó su brazo-. Quiero decirte algo, y no quiero preocupar a mi padre -sonrió cuando su novio le prestó atención-. El frío aumenta, y me pregunto...
-Te daré mi abrigo, la verdad no lo necesito. Mi pelaje ya es denso y me protege -se quitó la prenda y la acomodó en la espalda de Killian.
-Gracias, y por despertarme muy temprano.
-La verdad, esa fue una idea que me animé a decir -respondió Carrie sobre su hombro, delante de ellos.
-Carrie. ¡Sabía que por dentro estabas tan feliz como yo! -corrió a alcanzarla y le tocó el cabello- Tu trenza está muy bonita, Carrie.
-Gracias. Esperen, en este bosque podemos perdernos.
Killian corrió otro poco, atravesó entre los arbustos y por conspiración del universo, una tabla cayó del tejado de una casa mal hecha a lo lejos.
-Ya saben como es. Donde hay casas, ¡hay mapas!
Descendieron por el muntículo de nieve, y solo los hermanos, bajaron más rápido por su agilidad innata.
-Entremos. Carrie, quédate aquí afuera a cuidar -habló el mayor.
Luego de empujar la puerta, Killian agitó la palma junto con Eavan. Dieron pocos pasos y trataban de divisar en la oscuridad en aquel del lugar.
-Disculpa... Si alguien vive aquí, solo queremos pedir ayuda... -Killian entrelazó sus dedos.
-Solo perdemos el tiempo, ¿hace cuánto que alguien no vive acá? Solo puede servir de madriguera para raras especies.
-No nos cuesta nada buscar.
Pero Eavan lo calló, y pronto Killian cambió a una mirada amenazada por la presión de su novio, quien señaló que en el suelo empezaba a oscilarse un fino aguijón, y aún no se sabía nada de su portador, aunque la cola iniciaba la retirada, seguían fijo con el caparazón rasgado de este.
Eavan le hizo una seña de silencio, y siguieron buscando entre cajones de una habitación.
-¿No estamos robando? -Killian susurró.
-¿Acaso quieres que esa cosa que está dormida nos mate si le avisamos?
Finalmente tomaron un mapa viejo del bosque, pero a Eavan le llamó la atención un almacén a penas dado por la luz de la ventana, que de acercarse, hubiera vomitado del olor podrido que guardaba.
-Eavan, lo tenemos. ¿Qué te pasa?
El albino emitió el sonido de las ganas de vomitar, luego puso la espalda recta y viendo entre la oscuridad. Dio con su sudor al sentir la posesión de su mirada con la de un escorpión en la entrada y el corte que hizo para separar unos intestinos que ahora cuelgan de su aguijón. Por lo menos Killian no había visto nada, Eavan no quería que se acercara a la luz.
-Pero me sirven para el invierno -dijo cruelmente con la sombra cubriendo parte de su rostro.
Por su parte, Carrie recostada con el celular, el cual se le cayó por el azotar de la puerta donde salieron Killian y Eavan huyendo, más un chico corriendo tras ellos con los brazos doblados a su pecho a pasos firmes y fuertes.
-¿Por qué siempre alguien nos quiere matar? -se quejó Carrie, entrando a la casa para saber qué usar.
Ya preparando el aguijón, balanceándola en su cabeza, más la agilidad de correr en la nieve, estando descalzo, el escorpión con esos dedos como pinzas ya los estiraba para alcanzar al más cercano. Nada más lejos de su realidad de devorar, pues sintió que su cuello retrocedía, por cada eslabón grueso que le rodearon la garganta, hasta que de un tirón cayó su cuerpo y todo este empezaba a retroceder. Atacar sin avisar. Con la guardia baja. Pues Carrie con cada movimiento hecho ley, tuvo al escorpión para ella.
-¡¿Y tú quién eres?! -gritó tratando de quitarse la cadena puesta en su cuello.
-Como si te importara saber mi nombre.
Y el puño de Carrie se acercó a él velozmente.
-¡¿Por qué dejamos a Carrie?! -exclamó el zorro soltando a Eavan.
-Mi hermana sabe lo que es defenderse.
-¿Y nosotros solo escapamos? De su aguijón. Cuando uno de nosotros puede arrancarlo.
-Carrie ya lo hizo.
-¡No estés esperando a que el resto haga todo, Eavan! -se detuvo cambiando la mirada.
-¿Ahora yo soy el flojo, cielo? Solo intentaba protegernos.
-Debimos venir con un guía.
-¡Fue tu idea entrar a esa casa! Ya no es importante, quiero decir que eres vulnerable aún.
-Lo sé, estás enfadado. Pero no dejes a Carrie atrás -el tono de voz de Killian cambió.
-Que ella sabe encargarse de las cosas...
-Si no vas a escucharme, entonces iré solo. Hasta yo puedo ser mejor hermano que tú.
E incluso Carrie era espectadora de la discusión a la distancia tras un árbol, aún sintiendo que no es el momento para acercarse. Mientras lanzaba el aguijón lejos.
-¡Solo terminarás herido, Killian!
-Estás haciendo que los petirrojos se vayan, cálmate.
-¿Oh, tú crees? Siento que le voy a gritar al mundo.
-Odio cuando te pones distante. Pareces alguien más.
-O serás tú el que no me conoce bien -Eavan retó, y provocó algo nuevo en el corazón de Killian.
-¡¿Por qué Carrie no me habló de esto sobre ti?!
Ya era todo, y en el momento que hubo silencio, ella se apareció caminando de forma rápida a un lado de ambos, enfadada, sin mirarlos por seguir caminando con los brazos tensados. Había dos pensamientos en la albina: Que la mencionaran en su discusión, y la desilusión sobre un cumpleaños perfecto.
-Que te dije... Ya se deshizo del escorpión por su cuenta -dijo Eavan.
-Carrie, no te sientas así -Killian la llamó y Eavan al fin, reaccionó por su hermana. Pero Carrie ya se había adelantado a hablar.
-¡Estaba tan feliz de venir aquí con Leonard y ustedes! -les gritó y sus orejas apuntaron hacia atrás- ¡En la casa es horrible, aquí también!
-Sé que no debemos discutir y menos frente a ti, Carrie; pero yo no comencé.
-Pero, la hicimos sentir como si también fuera su culpa -el zorro miró a otra dirección.
-No, no, no. Yo no quería buscar una solución, solo quería estar enojado, Killian -Eavan se aproximó para verle el rostro-. Tienes razón, Killian. Yo soy el tonto.
-¡No pienso que seas un tonto! -hizo que Eavan retrocediera.
Killian le mostró esos ojos tristes, aplastados por sus cejas.
-Yo solo trataba de hacer lo correcto -Killian continuó hablando.
-Lo siento... -y con una mano le quitó un mechón para acariciar la zona blanca del pelaje del zorro. Y luego lo miró a os ojos-. ¿Sabes qué es lo mejor de tenerte así?
-¿Qué?
-Que sigues siendo lindo...
A Killian solo se le escapó la risa, y se apoyó en el pecho del mayor -Sé serio, Eavan.
-Ahí está, mi Kili risueño -lo abrazó mientras ambos echaban risa y le dio un fuerte beso en la mejilla.
-No me avergüences delante de Carrie....
La albina solo se quedó ahí, si estaba avergonzada, pero volvió a sonreír por su reconciliación, poniendo los ojos en blanco y girar el dedo en círculos para que continuara.
-¡Carrie, ya no te quedes ahí, ven! -Eavan la atrajo para tener a sus chicos favoritos en brazos. Killian le acarició de la cabeza a Carrie indicando que todo está arreglado.
No sabían si podría haber más desconocidos diambulando como el escorpión. Y estaban en el retorno, al punto de inicio gracias al mapa. Luego pensaron haber llegado.
-¿Dónde han estado, muchachos? -los tres se reconfortaron al oír la voz de Leonard.
-¡Papá! -el zorro lo abrazó y repitió lo mismo en voz baja-. Estamos devuelta.
-Y tú ya no eres mi niño, y estoy feliz de ver cuanto has crecido.
-Y seguirá creciendo... -dijo Eavan con nerviosismo al dirigirse a Leonard.
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Ya la noche había dominado el bosque, con una corta manta cubriendo solo su espalda del frío, Killian se puso una manta de la carpa y llevó la mirada adonde no llegaba la luz de la fogata en aquel punto que lo llevó a levantarse, sostener dos esquinas de la manta para que no se le cayera mientras caminaba al lugar donde le trajeron los recuerdos. Y los más bellos.
Aunque, los hermanos Vanderdud empezaron a dudar si acompañarlo o no, su padre, por el remordimiento si lo siguió, yendo ambos por el sendero, adentrándose en la densidad.
-No te lo conté. Por aquí estuve con Eavan esa tarde -habló Killian notando la presencia de padre sin voltear.
-¿Cómo supiste? -iba alineándose con Killian-. El amor que Eavan te tenía antes de decirlo.
Bajo las flores rosáceas recién nacidas del árbol nevado, el zorrito giró hacia él.
-Presté atención -dijo en la pausa del bosque- Leí las señales cada vez que se me acercaba.
-Amor. Has experimentado ese sentimiento. ¿Sabes lo que es?
Entonces Leonard decidió descansar sobre el césped. Se asustó cuando unas lucecitas salieron disparadas de este, y empezaron a volar más lento.
-Papá, son luciérnagas no te harán daño... -sonrió con sus órbices claros al tenerlos cerca-. No soy un experto en lo que en esa palabra, pero sé lo que te hace sentir el amor. Amaba mucho a mamá.... También ti te amo -se cruzó de brazos y se encogió de hombros tomando aire-. A Carrie, la amo mucho, la admiro y a Eavan porque me hace feliz.
Rozó las yemas de sus dedos delicadamente por las hojas del césped y pocas luciérnagas surgieron -El amor es complicado, pero uno no deja de amar solo porque no es bueno contigo - empezó a caminar formando un enorme círculo, liberando más luz tras él con cada paso -A penas tengo dieciocho, pero si llego a ser padre quisiera ser como tú- Killian era consciente de lo que decía. Se detuvo y agitó la cola -¡Es parte de madurar!
Extendió los brazos y siguió cerrando el círculo con su padre dentro. -Hoy dejo de ser el niño que alguna vez criaste y lo hiciste tan bien. Pero no me iré de tu lado.
Más que nada, su forma de expresarse, decir todo lo que su corazón y mente decía causaron la sonrisa de Leonard. Se puso de pie y detuvo su andar hasta abrazar a su distraído muchacho que acababa de darse cuenta.
-Todo es luz, cuando estás tú. Literalmente -un resplandor lo envolvió.
Y ahora ellos dentro de las luciérnagas, rodeados de ellos que el pelaje les brilló. Killian bajó las orejas de oír pisadas a velocidad.
-¡Papá me robarán por un momento!
Fue abrazado por Eavan llevándose todo su peso, saliendo del círculo de luciérnagas y con Killian retrocediendo para mantener el equilibrio, hasta que el escalofrío lo invadió por sentir helado bajo sus patas. Y la reacción, Eavan separó sus pies y brazos moviéndose alocádamente por el hielo resbaloso, aulló unos chillidos casi por caer de cara torpemente.
-No vayas a arruinar el lago congelado -Killian lo sostuvo del mentón entre sus cálidas manos, y le dio tiempo de acomodarle un mechón de su cabello. Sin más, a Eavan solo le tocó elevar la mirada.
-Killian, si regresamos el hielo se romperá.
-Solo podemos avanzar, acompáñame -entrelazó sus dedos con los de él, juntando sus antebrazos y empezó a deslizarse con los pies de espaldas.
Con la mirada fija entre ellos, con Killian llevándolo al otro extremo del lago. Estando solos, Leonard solo estaba por precaución y de Carrie ni alma.
-No me sueltes, Killian.
-Es fácil, solo impúlsate con las patas.
Eavan imploró que no se alejará más cuando Killian extendió los brazos para ir más rápido. Aunque el zorro no se preocupaba por nada en el lago. Eavan lo contemplaba frente a él, pues era increíble verlo moverse sobre el hielo, agitando su cabello contra el viento y cabeza en alto viendo las estrellas correr; le ardieron las mejillas. Ambos yendo en un lento zig zag guiado por el zorro. Se veía como un atleta artístico de los que se mueven con elegancia y agilidad.
-Enigma en ti.. -sus labios articularon sin abrir los ojos.
-Y aquí estás... junto a mí -dijo en tono bajo-. Terrible, terrible. Pero es entendible.
-Se agrieta el hieloo... -entonó Killian casi susurrando- María Antonieta perdió la cabeza. Oh, ella la perdió... no hagas lo mismo si no quieres perder la pieza. Tú, adorando la apariencia... ¿como puede ser?
Eavan tan hipnotizado que sus ojos eran un mundo. Y Killian tenía un punto: Adoraba a ese zorro como su novio, que perdería la cabeza. En lo que mientras seguían patinando tomados de la mano... ¿El hielo se agrieta? Al llegar al final y volver con la nieve, el albino volteó y todo el camino que recorrieron estaba hecho agua. ¿Tanto había segado los sentidos por Killian?
-Si se pudo, cielo -el zorro caminó primero, meneando la cola.
Luego, volvieron a las carpas, se iban acercando entre las plantas, Leonard, Killian y Eavan. Fue cuando sus percepciones despertaron porque el camino empezaba a ser decorado de esferitas iluminadas y que solo Carrie les había tapado los ojos, para que no vieran su decoración del lugar. Ella terminó los últimos arreglos y les quitó la venda de los ojos.
Y esta vez, ella fue el centro de atención. Haciendo volar la capita en sus hombros con cada giro con los pies en juntos. Y es que su cuerpo les pareció tan flexible, capaz de llevar una coordinación en los brazos, cuando las piernas la llevaban de un lado a otro.
-¡Gracias, Carrie. Se ve todo listo! -el zorro pasó por su lado.
-¡Killian! -se alejó danzando- Quiero entregarte algo.
Killian se acercó a Carrie, y la había llevado al centro, a la mirada de los otros. La música había cambiado un jazz movedizo.
-¡Tu regalo está en la casa, pertenece a la franquicia que tanto te gusta. Pero también te traje algo extra! -exclamó por la música que fue subida de volumen.
Tan solo de ver que de pronto le enganchaba un brazalete dorado en cada oreja, Killian las trajo para adelante y apreciar la coronita que los rodeaban.
-¡Son tan lindaaas! -la tomó de los hombros y plantó un beso en su frente como agradecimiento.
Carrie podía hacer nada porque Killian no la dejaba quieta, y pues él lo había hecho apropósito para que se mantuviesen juntos porque sabía que Carrie podría separarse.
Pero estaba bien. Que no la hiciera a un lado por ocuparse de su novio y que la quisiera tanto como para incluirla como parte de su alegría. La sonrisa de Killian estaba allí, como si fuera algo diferente a este mundo como un sueño. Killian se veía tan feliz, mientras la cazadora solo tiene rumores.
-Killian, no es nada -se rió y empezaba a desenlazar sus dedos con los de Killian-. Ya puedo hacerlo sola.
Dijo hasta que se separaron y pudo continuar su baile. Y el zorro se iba de espaldas aún mirándola...
-¿Crees que bailo bien?
Esa frase no le hizo pensar más. Killian parpadeó, y luego se relajó.
-Si, Carrie. ¡Siempre tan encantadora!
-¡Tengan cada uno sus copas, que mi Killian ya está en edad! -se acercó Eavan con cara que querer dar un hipo por beber un poco antes.
-¿Nos trajiste cerveza, Eavan? -olfateaba su copa.
-¿Cómo crees que tomaremos la bebida de los pobres, cariño...? -alzó la botella- Esto es de mami empresaria -agitó la cabeza de lo poco ebrio que estaba- ¿Carrie, por qué crees... que los hombres pasan sus penas con alcohol?
-¿Porque viven en un mundo oprimido?
-Deja de hablar con esa voz cansada o ya no juegas al taquero que logró escapar del calabozo donde mami lo tenía... -parpadeó vagamente un ojo después de otro.
Prontamente, Eavan sintiéndose más tranquilo por la bebida, abrazó a Killian de la espalda. Apoyándose en él. Su padre se acercó y lo animó a hacerlo, mientras Carrie hacía gestos alegres.
El cumpleañero, se adelantó unos pasos y sostuvo el teleobjetivo en sus brazos y solo le quedó tirar de la cuerda. Se trataba de un proyecto por el que Eavan estaba trabajando en el laboratorio para probarlo. Entonces jaló de la cuerda, y este regresaba a su lugar entonando una melodía de miedo.
Y fue cuando del objeto, una esfera de luz fue al cielo, y todos lo observaban que se abría como capullo y salía otra de rosa. Estalló también. Luego celeste, morada, cada color iluminando las nubes y finalmente estalló en amarillo expandiendo su color por todo el cielo, resplandeciendo a su público, donde la luna ya no brillaba tanto como las palabras pendidas en la noche. Y esto para nada es un cuento de hadas.
"Que la vida te sonría. Celebra tu día como se deba"
-Déjame sentir tus vibras... ¿Puedes ver las luces parpadeantes, baby? Pon tu copa arriba en el aire, conmigo. ¡Déjalos escucharnos más alto, pues a mostrarlo orgullosamente!
"Pide un deseo, cariño" decía con letras pequeñas al final. País de las Maravillas, está después de cruzar el lago, con efectivo o sin él, entra.
-Un día dejaré este mundo... Así que quiero vivir una vida que pueda recordar por siempre, como esta noche que no morirá -masculló con una expresión tranquila, llena de ternura, antes las cambiantes luces del árbol y los reflejos de cristal sobre su figura.
Gracias por leer. Un corto extra antes, y de antemano, cuídate porfa que no quiero que te enfermes. 🤚🤚
Tan silenciosa, hasta para ponerse otra ropa, en tanto los demás seguían en su siesta. Killian lleno de serpentina, y brillantina. Eavan, con el pelaje despeinado. Y leonard, dormido en el árbol con tantas mantas. A Carrie le dolió la cabeza intentando recordar cómo llegó allí si los zorros no trepan. Hace poco se durmieron, pues a penas eran las tres.
Recargó su pequeña mochila en la espalda y caminó por el sendero para salir.
-¡¿Huh?! -exclamó gruñendo al sentir presión en una pata.
-¿A dónde vas? -dice Killian con poca energía.
-Déjame, necesito salir.
-Tienes más delineado esta vez, Carrie.
Ella no tenía tiempo para explicarse, miró al frente e hizo una mueca al querer sacar su tobillo de las manos de Killian. Ya pasó su cumpleaños, así que ya podía ir a ese lugar en mente.
-Killian, no me necesitas -mencionó ya safándose de él, pero sintió que igual no podía avanzar.
-Yo si, hermanita -Eavan también tendido en la nieve, la tomó del otro tobillo.
-Regreso en la tarde, te lo prometo. No te angusties, Eavan.
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