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Capítulo 2

❇POR SU HIJO
••

Cuando Leonard fue a buscarlo en la mañana, se lo encontró durmiendo en el suelo cómodamente boca abajo, envuelto en una manta.

-¡Killian! -lo llamó. El menor murmuró algo y enterró la cara en la almohada- Te dije que te comportaras.

-Tenía calor -volteó.

Y como mejor opción, optó por la frialdad del piso.

-No es forma, pero acomoda tu cama, hijo... -mencionó de lo más calmado.

Killian se puso de pie, sacudió la sábana dejando que el polvo saliera y la tendió sobre la cama, al voltear su padre ya no estaba. A un rincón había una mini escoba al igual que el recogedor, con ello recogió la suciedad y la echó a un tacho.
La ventana estaba a su costado, se asomó a ella a contemplar el cielo con nubes. Los vecinos se encontraban fuera sus casas para sacar la basura o salir temprano, era una oportunidad para conocerse, y formar nuevas amistades.

Se percató que en la mesa habían unas revistas de perfumería y lociones. De diversas marcas. El zorro, tomó la primera y le dio una hojeada.

-¡Un leopardo ártico! -se cubrió el hocico luego soltar un chillido- ¡Sabía que ya te había visto antes, chica!

Nada más radiante que una mujer posando sus mejores facciones, y lograr ventas a un perfume dipendioso.

-¡¡Carrie!! ¡¿Dónde estás?!

Salió corriendo, colocándose los calcetines, que la emoción le hizo ignorar, al golpearse el hombro.

En el pasillo, miraba la página, hasta que un par de patas albinas moteadas de negro se detuvieron ante él. Killian alzó la vista y su mirada se cruzó con los ojos verdes de Carrie, que lo observaba con las cejas ligeramente alzadas.

-Hola Killian, no creí vert...

-¡Ahora que te veo tan de cerca, eres la misma!

Carrie lo miró son saber que decir.

-¡Esta eres tú! La de la revista. Por eso te me hacías conocida, Carrie. No puedo creer que ahora esté viviendo contigo -ella recibió la hoja donde aparecía-. ¡Ahora tienes un admirador más! -Killian se jaló de las orejas, inclinándose hacia ella, emocionado-. ¡Es un honor!

-No soy la única, mi hermano también está allí, pero en la otra revista.

Killian entró corriendo y trajo el objeto entre sus patas, hojeando hoja por hoja.

-¡¡Es verdad!! Estoy tan emocionado. ¡Y qué grande que hayan podido aparecer aquí!

-No hubo mucho esfuerzo, mi madre nos presentó ante un fotógrafo un aceptó -vio detrás de Killian-. Hablando de mi hermano...

-¡Eavan!

-Buenos días, Killian -saludó el leopardo albino, mientras se acercaba-. ¿Cómo empezarás el día, aquí?

-Iré a conocer gente nueva, en especial a los vecinos. Para familiarizarme y cosas así.

-Entiendo. Si gustas puedo ir contigo y presentártelos.

-¡De acuerdo, Eavan!

-Espera -dijo Carrie- Irás... ¿con él? -señaló a su hermano con la mirada.

-Amm... si. Puedes venir con nosotros -Killian rodeó a Carrie para dirigirse a las escaleras.

-¿Ya ves? No te hagas la fuerte y ven -habló su hermano mayor- A ver tus ojos...

Carrie suspiró porque la molestaba.

-Wao... -examinó más sus ojos- ¿Acaso nunca parpadeas?.

Se terminó hartando que agitó las manos para quitarlo.

-¡Ay, ya apártate!

-No discutan frente a mi hijo, así -intervino Leonard pasando por su lado-. Tienen suerte que sus padres no sepan que discuten a tal punto de pelearse.

A decir verdad Leonard no era de esos sirvientes que contaban los chismes a sus amos toda cosa que pasara en la casa. La situación era ligera, y ya era lo suficientemente adulto como para él mismo corregir sus faltas.

-Pero él empezó a fastidiarme.

-Por supuesto que no -la miraba de reojo.

-No importa quien haya comenzado. Eavan, deja de provocarla, ya la conoce. Y Carrie, aprende a ignorar a tu hermano! -espetó Leonard- Y otra cosa... ¿Por qué peleaban?

Meses antes que Killian llegara, Eavan y Carrie ya conocían al chico, a través de retratos desde el móvil que Leonard les mostraba en su conversación, y fue un asombro, sin embargo pasaron los días y ahora que lo tienen muy de cerca, les emociona tanto.
Esa pregunta era difícil de responder, pensar en eso les vino la duda en como llegara a reaccionar del padre de Killian.

-Bueno, si no responden no los voy a obligar. Pero no me gustaría que mi hijo sepa ese defecto de ustedes dos. Con permiso, seguiré con mis labores domésticos.

-¡Eavan! Ven ya -llamó Killian sabiendo que el leopardo se demoraba.

-¡Voy!

Y Carrie fue a darse una ducha, antes que nada.

El zorro y el leopardo ártico saludaron a algunos vecinos que salían a trabajar, regar su patio o para lo que fuera. Uno que otro curioso se acercó a Killian para verlo de cerca, hasta el más amargado de la calle se tomaba su tiempo por el nuevo vecino. Eavan dejaba que su nuevo amigo interactuase con ellos, mientras veía a la distancia que nada salga mal.

-Yap. Ella fue la última y me regaló unos dulces. Toma -le entregó un caramelo.

-Nunca pensé que te animarías a saludarlos a todos -abría el enrejado de la mansión Vanderdud, siendo Killian quien entró primero tambaleando los brazos.

-¿Por qué todos cambiaron sus ánimos al verte, Killian? -musitó Eavan cerrando la reja, en su soledad.

Ahora que los dos estaban en el extenso jardín, el zorro se sentó en una camilla de sol suspirando de la comodidad.

-Ay, esta sensación no la había sentido antes... -se acomodó-. Bueno, perdón, ya salgo de aquí.

-Quédate ahí el tiempo que quieras, Killian -sonrió-. Es más, yo debo entrar. Tengo unas cosas que hacer.

Entonces el zorro se quedó en el césped, tendido y atisbando el cielo, giró a su derecha y vio el árbol del vecino, separados por un largo arbusto.

El vapor después de una ducha, usando los jabones aromáticos del estante, dejaron el pelaje suave y esponjado de Carrie, fino al tacto de sus almohadillas.
Ya relajada, en la ventana, vio a Killian sentado de una forma extraña que no sabía por cuánto tiempo lo estaba mirando.

Así que la albina bajó las escaleras y salió apresurosa, al abrir las puertas.

-¡No te muevas! -exclamó el menor, deteniéndola con una manos- Ven cuando yo te avise.

-¿Por qué me detienes así?

-Casi lo asustas, pero ven lentamente.

Dijo en voz baja, volteándose a seguir atendiendo lo que traía entre sus manos.

Al no saber de lo que Killian hablaba, Carrie se acercó cuidadosamente a arrodillarse al lado.

-Eso es un...

-Así es... Estaba en el nido que aquel árbol -respondió apenado.

Luego de mirarla siguió acariciando la cabecita de un polluelo de petirrojo. Un animalito diminuto que podría haber escapado del ser mucho más grande que él. Pero parecía que no tenía los instintos de escapar.

-No te preocupes, te llevaré devuelta a tu nido, ¿sí? -usó un agudo tono voz tranquilizante.

El rostro de Carrie cambió. Por supuesto, jamás había visto una interacción con las especies. Miró al avecilla tener más confianza que el miedo con solo tener la presencia de Killian. Con solo verlo a los ojos...

La mirada de Carrie al verlos se transformó en ternura.

-¿Puedes entender lo que dice, Killian?

-Ajá -asintió con la cabeza- Acaso, ¿tú no?

El par miró de cómo el polluelo empezaba a piar, con un ligero temblor en su cuerpecito.

-Ya, ya entendí no tendrás más frío, pequeño -trajo su cola hacia adelante para acomodarlo en su cálido pelaje, manteniendo la delicadeza de no lastimarlo.

-La verdad no puedo entender lo que el pichón dice... -respondió la chica.

Killian elevó las orejas a su respuesta.

-Si quieres... Lo podemos cuidar, Carrie... Tú y yo -le sonrió achinando los ojos.

No pudo evitarlo, no evitó sonrojarse al mismo tiempo que tomaba aire, ventilándose ella misma. Le regresó la misma mirada al zorro.

-Si quiero...

Se acercó a acariciar al polluelo, aunque este sintió temor, dando saltitos para atrás, sobre la cola naranja.

-Tranquilo. Por ahora, mamá Carrie te va a cuidar tanto como yo -juntó su mejilla con el plumífero, frotando ligeramente.

Y las miradas de Killian y Carrie fueron una sola.

-¿Quieres entrar? El ambiente será más cálido.

-P-pensaba lo mismo -Carrie llegó a decir entrecortadamente.

Ahora son tres, los que ingresaron, a buscar cosas suaves para el polluelo, tenerlo bajo un cálido foco a una temperatura apropiada.

-Toma -le entregó un chocolate que sacó de su bolsillo- creo que me sobran muchos.

Carrie lo recibió y ambos comieron dulces, mirando al pequeñín, acomodarse.

-Gracias, Killian.

Los ruidos encima del techo se volvieron a escuchar, le dio un poco de miedo porque nadie le dijo nada sobre eso, ahora unas pisadas bajaban las escaleras.

-Carrie ¿Quién esta ahí arriba?

-Ya lo verás.

-Ya dime, por favor -dejó caer las orejas.

Ese individuo estaba detrás del chico, se agachó y los abrazó a ambos, posicionando su cabeza entre las de ellos, con una gran sonrisa en su rostro.

-¡Buen día Killian! ¿No me saludas?

Este mismo se le encrespó el pelo, vio a una gata con el pelaje ámbar y que usaba unos lentes redondos.

-Killian, ella es nuestra jardinera Jane, quería darte la sorpresa.

Se separó de ellos para quitarse los guantes y guardarlos en su delantal azul.

-Un agrado, conocerla -se saludaron de mano.

-Y dime ¿Ya recorriste toda la casa? Ojalá no te hayas mareado, la primera vez que yo vine me perdí.

-Aún no, pero ya me voy familiarizando.

-Ya veo. Espero no haberte asustado mucho.

-Un poquito.... -comenzó a elevar las orejas de forma lenta.

-Ay lo lamento -sonrío para luego sacudir el cabello del zorro- bien, los veo luego.

Jane se marchó del lugar, dejándolos solos otra vez.

-¿Quieres que llame a Eavan? Estoy seguro que también le gustaría ver a nuestro pequeño.

Por un demonio, lo que faltaba.

-Tal vez mi hermano quiera que no esté aquí. Cuidar a un polluelo es una dificultad.

-Lo voy a convencer, a que se quede... Toda vida es valiosa... -le acarició las alas- Una pregunta. ¿Qué edad tienes?

-Dieciocho

-Eres muy joven. ¿Y no haces nada?

-En unas semanas vuelvo a estudiar en la universidad -elevó las orejas- Pero tú tienes diecisiete.

-¿Cómo lo sabes?

-Pues, tu papá me lo dijo. ¿Siempre eres así de hablador?

-Es que... -Killian bajó la cabeza y frunció los labios- Quiero agradarte.... -la miró, aún por lo bajo.

Los colores subieron a la mitad de su rostro, Carrie giró la cabeza mirando a otro lado para que no pudiese ver su boba sonrisa.

-Al igual que a tu hermano -continuó Killian.

Hijo de...

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