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Capítulo 17

✳TELARAÑA✳
⚫⚫

A Killian se le hacía pesado partir un guisante a la mitad con su tenedor, luego vio que su padre dejaba vasos del color de la sidra de manzana con canela, a todos. Estaba muy nervioso.

Por suerte había aprendido los modales en la mesa, usándolos a diario que ya se le hacía ahora, de lo más común, sin embargo ser observado y analizado lo ponía de pelos en punta, pues no solo compartía la mesa con los hermanos Vanderdud, sino que también con sus mismísimos padres, los que oficialmente autorizaron la estancia de Killian en su vivienda. Cada uno se sentaba de los lados opuestos más angostos de la mesa, permitiéndolos darse cuenta de cualquier acto inaceptable, como guardias armados de miradas de reproche.

Killian tenía a uno de ellos frente a él.
Los había saludado educadamente a ambos cuando cruzaron las puertas, sin saber que decir después. Eavan y Carrie se emocionaron casi saltando al verlos, fue muy emotivo que Killian llegó a sentirse que sobraba.

A su otro lado se sentaba Eavan, por suerte era consciente de todo, para tranquilizarlo.

-¿Y qué sucedió últimamente? -preguntó el señor Vanderdud-. ¿Alguna novedad?

-Bueno...-respondió su hija menor-. Eavan se hizo más ágil en el basket.

-¡Exacto! -exclamó Eavan- .Estaré preparado para ganar puntos en deporte.

-Es un buen avance, y te felicito -dijo su madre-. ¿Qué hay de ti, Carrie?

-¿Yo? -miró a los lados- yo hice...

-Carrie hizo un nuevo amigo, de hecho es un tigre.

Ante el comentario de Killian, los cuatro felinos reaccionaron de maneras distintas: Los adultos parpadearon al preguntarse qué tipo de chico era aquel. Eavan miró en forma de advertencia. Finalmente Carrie apretó el tenedor dentro de su mano.

-¿Quién? -habló la madre de la joven.

Carrie se limitó a abrir sus ojos más de lo normal delante del zorro como llamada de atención, por adelantarse a hablar. No era algo agradable que le hicieran eso. Y menos si se trataba de alguien personal.

-Es un chico que conocí, y nos llevamos bien. Creo que es una oportunidad de tener más amigos -le sonrió.

-¿Segura? -continuó la señora Vanderdud, oscilando su croissant en mano.

-Es que... hablar de él me incomoda.

-Solo cuídate, no vaya a ser que es una mala persona o te quiera utilizar para su beneficio...

-Lo sé, me lo dices siempre.

-¿Y te parece mal que te lo diga?

-Mamá, no soy una niña insensata.

-Te seguiré cuidando mientras yo esté -espetó y abrió las nueces con brusquedad.

Killian se arrepintió de haber hablado,  porque por su culpa madre e hija discutieron. Pensamiento que le hizo dejar caer las orejas mientras se encogía levemente, terminando su postre, callado. Entonces supo qué hacer después.

Al paso de unos minutos, todos desocuparon la mesa. Killian recogió todos los platos que pudo hacia el lavadero.
Se mordió el labio inferior en el segundo piso deseando suerte, y finalmente preguntó por ella.

-¿Carrie?

Nadie le respondió. Volvió a llamarla un par de veces más, formó un puchero fijándose en la manija de la puerta.

-Carrie, voy a entrar si me lo permites -dijo cubriendo sus ojos, y abrió la puerta del dormitorio, solo lo justo para asomarse.

Luego movió sus dedos lentamente, logrando ver a la chica de espaldas con un par de audífonos inalámbricos. Estaba danzando descalza, apostaría a que ella no está viendo nada.
A continuación estaba por dar la vuelta, y Killian la imitó, yendo de vuelta hacia la salida. Pero Carrie paró de bailar.

-Killian... -exclamó quitándose los audífonos.

-¿Estás devuelta? -preguntó el otro con una sonrisa.

La misma expresión fue contagiada en Carrie, antes de preguntar.

-¿Qué pasa?

Killian chasqueó los dedos -Ah si, ¿para qué vine?. Ya recordé. Quería saber que si estás molesta conmigo -su tono golpeó el aura-. Por hablar de tu amigo...

-¡Si si ya entendí! -gritó atónita.

Killian formó un puchero antes de volver a hablar.

-Ahora, sé que es alguien muy íntimo para ti y que fue indebido.

-Si, no debiste mencionarlo.

-Sucede que estuve muy nervioso ahí -bajó las orejas- con tus padres. Perdón, Carrie.

-Ah... es por eso -habló para calmarlo-. Te perdono. Escucha, con mi madre sé un poco más cuidadoso al expresarte. En cambio papá es más buena onda -le guiñó-. Y no significa que te confíes tan pronto.

-Ahora que lo dices, no suena tan mal -se frotó la nuca-. Okey, gracias por la información.

De pronto volvió a hablar antes de irse, con el mentón sobre su hombro, tomó el lateral de la puerta.

-No sabía que no te gustaba que hablaran de Kenny.

-No, no es eso -suspiró- el problema es que... -buscó una palabra adecuada- no quiero que todo el mundo sepa sobre detalles mínimos, ¿sabes?

Killian mordió el interior de su mejilla.

-Si no querías eso, me lo hubieras dicho -giró dejando el lateral de la entrada.

-¿Ah?

-Me refiero a que no me dices nada. Digo, a veces te cuento mis pequeños contratiempos -agarró el peluche de Carrie- y me da gusto que sepas que decir.

-Tampoco son tan graves. Además, puedes decirle a Eavan o a Leonard.

-Es quiero saber desde la perspectiva de una chica. El punto es que no sé casi nada de ti -abrazó el peluche.

-Como si mi vida fuese importante, Killian -se cruzó de brazos y miró a otra dirección.

Solo para no decir que sí le interesaba, respondió de otra forma.

-Es un comentario a lo que pienso de ti.

-¿Qué piensas de mí?

-Mis pensamientos pueden cambiar con el paso del tiempo, así que no defino nada -abrió la puerta-. Dejemos aquí esta discusión -dejó a Carrie sola en  su habitación, quien ablandó sus delicadas facciones.

-Discusión...

Dejó caer su cuerpo sobre su cojín de suelo, y agarró su teléfono. Tardó unos segundos usándolo para llevarlo a su oído, esperando otro rato hasta que oyó la otra voz.

-Ahora, ¿cuál es la nueva noticia? Soy todo oídos -dijo alegremente.

-Ja, esta vez no la hay, Kenny. Hoy no llenas tu diario.

Carrie escuchó una ligera sonrisa nasal audible de parte del tigre, provocando la suya.

-¿Y qué haces por allá? -puso una pierna sobre la otra.

-Estoy algo aburrido, sucede que a una rata sufre uno de los castigos del tragamonedas. Dicen que es por vileza o algo así -el tigre dio unos pasos atrás tapando su oreja, para alejarse de los chillidos y aullidos de los demás.
La cola de Carrie se encrespó de forma inconsciente.

-Kenny, no sigas ahí, es demasiado -su tono era más tenso.

-¿Y cómo sabes lo que me conviene? -retó.

-No quiero que se te peguen cosas a la cabeza -se encogió de hombros, simulando que no merecía la pena.

-¿Quieres que te diga lo que hizo? El jefecito también está aquí, pero se ve desinteresado -lo saludó desde lejos alzando el brazo, aunque el can en respuesta fingió sonreír queriendo levantar la mano, pero rápidamente sus dedos se cerraron excepto el del medio- ¿Oíste Carrie?... ¿Estás ahí? -titubeó, cumpliendo de una vez lo que la leopardo de las nieves le había pedido.

-¡Si, si aquí estoy! Este... Kenny...

-Dímelo.

-¿Qué ha-harías si lo que más quieres está en peligro?

-¿Qué haría? -pasó el dedo por uno de sus bigotes- Amm... supongo que depende. ¿Por qué lo preguntas?

-Solo es por curiosidad, nada en particular -sus orejas decayeron.

-¿Estás segura? Puedes decírmelo, Carrie -entonó dulzura bajo el faro iluminado de la calle.

Ella lo sabía muy bien, a pesar de cualquier adversidad. Lo confirmó la vez en que fueron a pasar el rato en las orillas de la playa, y al final del día estaban rodeando la fogata por obligación, ya que a Carrie le había pegado un resfriado. No quería regresar así a casa. Se quedó dormida, sentada en una roca por un rato, y cuando despertó, no vio a Kenny en ninguna parte, se dio cuenta que estaba solo ella y el fuego en su delante. Resignada, se frotó las patas antes de querer levantarse, pero al instante percibió al tigre regresando rápidamente sobre la arena con una pequeña bolsa de farmacia. Ella expresó... ¿enojo y felicidad? También por poco creyó que la había dejado, estaba por agradecerle, si no fuera porque el felino habló primero: "El delfín solo quiso ser amigable" La avergonzó que terminó por guardarse sus palabras desviando la mirada.

-No eres el único que tiene problemas de audio -Carrie se enfocó en la música alta de la habitación de al lado.

-¿No será esa pareja que tienes viviendo en esa casa? -lo dijo con picardía.

-¿Ya vas a empezar? -Carrie sonrío-. Debo colgar.

-Okey, no olvides tomar agüita. Bye.

Carrie entró a la habitación de al lado, haciéndole una seña a Eavan para que le bajara el volumen a la música. Ni siquiera se lo veía prestarle atención al sonido, más bien su hermano se centraba en ubicar las fichas de ajedrez en ambos lados.

-¡¿Qué necesidad para ese bullicio?! -exclamó mientras se acercaba.

-Ah, ¿quieres jugar una partida? -la miró bajando el volumen.

-¿Yo?, ¿y Killian?

-No lo sé, puede que esté en la terraza. Solo dije que aquel que ingresara por mi puerta -continuó Eavan- atraído magnéticamente por el ruido, jugará conmigo -se encogió de hombros y cerró los ojos-. Esperaba a que cualquiera de mis padres entrara, pero veo que tú caíste en mi trampa.

-Muy perspicaz, Eavan -dijo entre dientes, cerrando la puerta detrás de ella.

-De hecho no es tan complicado, solo hay que conocer bien a la gente para saber lo que más les atrae o molesta y así venir a reclamar.

-Suena como una artimaña.

-Ya olvídalo -giró el tablero- tú serás el bando blanco.

-¿Sabes, Eavan? A veces siento que siempre caigo en la telaraña, ¿será mi mala suerte? -sonrió de lado.

-No lo sabía, no me dijiste nada.

-Llevamos en secreto por algunos años, sobre recuperar a alguien que todos aquí en esta casa conocen, excluyendo a Killian -se sentó del lado opuesto de su hermano-. Con la condición de cazar gente. Aunque estoy considerando dejar el secreto.

-Explícate.

-Ya no sé, simplemente no quiero ocultarles nada.

El mayor se talló un ojo y empezó a golpear el talón de su pata en el suelo sin parar.

-¿Qué ha pasado?

-¡Yo no hice nada! Me obligaron... a ha-hacerlo -quiso desviar la conversación moviendo el peón del tablero-. Es t-tu turno.

Fue inútil, sabía que si hablaba de esa forma es porque algo le sucedía, y tan fácil no iba a hacer que Eavan lo olvidara.

-¿Es sobre...?, ya sabes -la miró atentamente.

-Es parte de nosotros, Eavan. Me dijo que la volvería a ver, si a cambio -estrujó su cola, a pesar que sus huesos reclamaban piedad- este lugar... nuestra casa pasa a ser de su propiedad -cerró los ojos, esperando el griterío de su hermano.

-En ese caso... ¿tan difícil fue decir "si"? -de pronto Carrie se tornó desconcertada, arrugando la frente-. Daríamos una excusa a nuestros padres para mudarnos de aquí todos, y listo. Que hagan lo que quieran con esta mansión -jugó su ficha negra.

Ella llevaba dieciocho años, y pese a que él era mayor, no podía gritarle por su desconocimiento de aquellos temas cuando ella había visto cosas mil veces más desagradable.

-¿Y piensas que ahí acaba? -los labios le temblaron, ambos pares de ojos se conectaron y ella tiró de sus orejas, aguantando gritarle de que su idea era errónea-. ¡¿No te das cuenta, Eavan?! No solo quieren que nos vayamos, quieren asegurarse de que no haremos nada al respecto. Nos van a asesinar... y es por mi culpa, jamás debí ir a buscarla cuando se la llevaron.

Con rapidez, Carrie se secaba los ojos con el dorso de su mano.

-Tengo miedo, Eavan... tengo el temor de que alguien entre de noche y nos mate en conjunto, y que nadie sepa quien tuvo la culpa -se levantó de su asiento-. Les diré a todos la verdad, y de lo que hago, antes de que sea tarde -se dirigió a la puerta.

Pero antes de poner un pie fuera del cuarto, Eavan de un tirón la devolvió a su asiento dejándola sin aliento.

-No será necesario, al menos por ahora -mencionó con seriedad.

-¡Ahora, ¿qué quieres?! -reclamó, ella.

-¿Tienes un plazo para tomar tu decisión? -preguntó con voz áspera.

-Si lo tengo, pero no durará por mucho. De todas formas no me servirá de nada.

-Mata al líder -tomó la mano de Carrie, haciendo que esta agarrara cualquier ficha blanca de su lado del tablero-. Todos sabrán qué hacer gracias a él -arrastró su mano cerca al rey de negro-. Pero una vez que sea derrocado... -pateó al rey con la ficha de rango inferior- ...todo caerá, como en el ajedrez. En otras palabras, abandonas la red de la araña.

Por unos segundos Carrie se compadeció de él, si seguía atajando verdaderamente iba a estallar, pero no lo hizo. Ella estaba mejorando. Y al parecer, Eavan habló con sentido, la estrategia era no ser descubierto mientras iba acechando cual depredador. Como un juego más.

-¿Crees que funcione? -preguntó más calmada.

-Completamente, Carrie -soltó la mano- aquí no morirá nadie.

Terminando sus palabras, procedió a abrazarla, siendo ella quien lo hizo con fuerza, con la nueva idea que nada saldrá mal, la frustración que no la dejaba pensar con claridad, y al fin la dejó.

-Incluso... podré traerla de regreso.

-Gracias a ti, créeme que sigue con vida, no perdamos la esperanza -habló con ánimo- ¿tienes a alguien que te pueda ayudar con esto?

-¡Si! Conozco al chico perfecto que puede hacerlo -finalmente sonrió.

Eavan se apartó ligeramente antes de ladear la cabeza -¿Quieres ir a pasar tiempo con papá y mamá?.

-Me encantaría.

Al ingresar a la habitación de sus padres, estos se hicieron ver en pijama, lo cual desconcertó a los hermanos. Y empezaron con los regales que los mayores les trajeron.

-¡Gracias! -exclamó Carrie y fue a recibir el suyo de parte de su madre.

-¿Qué hay dentro? -y Eavan preguntó palpando la tapa de la cajita de su regalo.

-¡Mamá, debo decirte que este vestido es muy lindo!

-Acabo de hacerte un favor, ya era hora de cambiarlo por el que tenías -llevó una mano a la cintura-. Lo usarás en las ceremonias de baile que daremos.

-Eavan, nos hemos enterado que Leonard tiene que despertarte casi todas las mañanas, así que hemos encontrado un amiguito que hará ese trabajo -Eavan sacó la tapa-. Responde al nombre que tú decidas, funciona como alarma e indicador de horario con una ligera  voz que puedes modificar a tu gusto, en la aplicación que dice debajo del aparato -dicho esto el leopardo sacó su celular.

Se trataba de una media esfera blanca, y en el lado plano se ubicaba el rostro sonriente, al encenderlo el aparato parpadeó sus ojos robóticos y debajo de su carita mostraba la hora. Eavan sonrió acariciando su nuevo reloj y este último emitió un sonido de ternura. 

-¡Wow! -dijo Carrie- Y... ¿No es un poco infantil, para ti? -preguntó Carrie.

-Calla, es perfecto, me encanta. Ahora si ya no molestarás poniendo agua sobre mi cara -alzó la mirada-. Muchas gracias. -De repente el rostro del chico se palideció, haciéndose más blanco de lo que ya era.

-¡Carrie! ¡¿Por qué cambiaste mi perfil con esta otra? En esta salgo horrible! -arrugó el ceño- ¿Cómo rayos hiciste para entrar a mi cuenta?

-Espera, quiero verlo una vez más -su hermana menor agarró el celular, y al ver la foto empezó a carcajear.

-Mejor dámelo -se metió en el espacio personal de Carrie.

-¡Papá, toma, agárralo! -exclamó aún entre risas, viendo al mencionado recibir el objeto.

Y Eavan se separó esperando la reacción de reproche por tal broma que no le hacía gracia.

-Mira, Carrie -habló su padre para que viniera-. Acá hubieras centrado más la foto para que se note -empezó a reírse en la presencia de su hijo mayor.

-¡¡Pa'...!! -dijo, aguantando no contigiarse de la risa.

-Ya okey, se acabó -le devolvió el móvil a Eavan.

-Y no crean que a nuestro inquilino no le trajimos nada, no sabemos lo que le gusta pero no se quedará con las manos vacías -habló la adulta, cambiando de tema- Llámenlo, por favor.

-No importa, Killian acepta cualquier tipo de regalo.

Eavan salio rápidamente del cuarto, cuando regresó traía a Killian de la mano.

-Buenas noches señor y señora Vanderdud -se acercó tímidamente.

-Ten, esperamos que te pueda gustar.

-Ah, gracias -recibió el presente de forma lenta-. Y también por otra cosa -su rostro tímido se fue de cabeza- De verdad, les agradezco por aceptarme en su hogar.

Killian abrazó a la leopardo de las nieves, quien abrió los ojos más de lo normal y en respuesta dio unas palmaditas en su espalda, algo nerviosa. Luego el zorro hizo lo mismo con la pareja de ella, y este correspondió, llegando a sonreír un poco.

-¡Bien! Ahora hijos míos -anunció la progenitora de los hermanos-, vayan a dormir, mañana es un gran día.

-¡No puede ser! -exclamó Killian parado en el umbral de la puerta, aún sin irse-. ¡Dentro de este oso, hay dos más pequeños! -sacó la tapa del tercero y se detuvo-. No me digas que dentro de este hay otro más... ¡Y si lo hay! ¿Cuantos ositos hay dentro?

-Te dije ma', solo mira su cara de emoción -Carrie volteó.

Posteriormente, cuando ya ni una luz resplandecía en la vivienda, Killian reposaba dentro, entre su manta enrollada con él metido cómodamente, a ver si así no amanece tirado en el piso. Para indemnizar su falta de sueño, husmeaba en los rincones de las redes sociales. Posteriormente, forzó su visión un poco más, hasta finalmente dejó el móvil junto a su nuevo adorno de cuarto, tallando sus ojos. Aplastó la manta hacia su pecho, para darle una última mirada a su preciada guitarra eléctrica al lado de la puerta, tan lustrada. Mañana empezaba otro capítulo para su vida de todo un adolescente. Levantarse, universidad, estudiar, dormir. Amanecer, universidad, estudiar y a dormir... y una que otra aventura por vivir. El chico de diecisiete años, al fin había logrado conciliar el sueño.

⚪————♠————⚪

En alguna otra parte de la ciudad.

¿Por cuánto tiempo más seguirá tejiendo su telaraña? Una presa por caer, un rehén privado de libertad. Una estrategia de maniobra a la palma de su mano. Desearía parar de tejerlo, pero sus demonios se esconden detrás de la redención.

-No sé el porqué Vanderdud te tiene tanto interés -dejó en el maloliente piso, un plato de comida, y esta tenía su propio aroma a alimento precocido- No puedo creer que sea tan tonta, tarde o temprano seré merecedor de mi parte del pacto -el can monocromático realizó una mueca de burla, que llegó a voltear bruscamente al techo- ¿Qué hago hablando con alguien que ni siquiera sabe contar los números?

No era necesario encender un foco para ver con claridad, no solo porque la rehén no necesitaba de luz, gracias a su visión, sino porque ni siquiera había electricidad cerca, solo una abertura del cemento era fuente de luminosidad de la otra habitación.

Se puso recto y analizó su libreta que estaba debajo de su brazo.

-Si ella no te hubiera reclamado el día de tu rapto, créeme que hubieras sido comida a los pocos minutos. Lo único que hizo fue extender tu tiempo.

¡Pero qué mala educación, que alguien venga a patear la torre de cartas que uno construye con minuciosidad! Solo pensar en el maldito estorbo que ella provocaba, le chocaba. ¿Y qué mejor plan para usar ese estorbo para tu beneficio, como cazador de vidas? Gracias Carrie.

-Por eso, en unas cuantas semanas te llevaran con un demente de experimentos -con la punta de su bota le acercó el alimento, emitiendo sonido de arrastre para que se diera cuenta-. Al menos necesito que sobrevivas hasta ese día -gruñó.

Si él fuera bueno y decente le pediría que se aleje del frío e intentaría al menos darle de comer. Pero no era bueno y decente y como parecía que al fin la criatura había reaccionado, no hizo nada al respecto.

-Ya veremos cuánto te ama Carrie -giró a la salida en paso lento -veremos si es capaz de enfrentarse a los suyos -salió de la habitación, cerrando la puerta de metal a sus espaldas en un ensombrecedor eco.

Te agradezco por leer el capítulo. Aseguro que pronto se sabrá todo ese asunto de la misteriosa.👀  Para los que vienen por yaoi, aparecerán nuevos personajes que intervengan para bien y mal en la relación amorosa ¡Voten fantasmas! Nos vemos luego. Bye bye ✋✋

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