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Capítulo 15

APENAS COMIENZA
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Se había limitado a recargar la cabeza sobre las piernas de Eavan, acurrucándose en su regazo viéndolo leer desde abajo un libro, metido en las palabras de aquel texto.

Killian se aburrió por lo que decidió molestarlo un poco, y para entretenerse tocó varias veces su vientre con un dedo, cada vez más rápido para que al menos lo notara, y lo único que consiguió fue que Eavan acariciace su muslo sobre la alfombra azul de forma suave. El tacto lo estremeció, recogiendo su pierna, entonces se levantó y lamió su mejilla.

-¿A los canes les gusta hacer eso? -paró de leer para mirarlo de reojo.

-Lo hacemos cuando amamos a alguien -junto sus manos y depositó un pequeño beso en su rostro-.

Eavan cerró el libro con tranquilidad, dejándolo en la mesa de noche, a fin de hacer lo mismo con Killian. Juntaron sus narices sintiendo la respiración del otro, y Eavan procedió a besar su cabeza tapada por la capucha grisácea que lo cubría hasta la frente.

-Tu ropa huele muy bien -dijo con una sonrisa nasal-, ¿o eres tú?

Killian no respondió, pero se notaba su vergüenza con la cabeza agachada. En un instante se animó a abrazarlo de lado sin parar de mover la cola golpeándola contra el piso una y otra vez. Mientras Eavan se dejó llevar por el peso deslizándose por la pared, y así acabar tumbado sobre el cuerpo de Killian, quien se quejó un poco por el aire que le quitó.

-Eavan... tu amor me pesa tanto que no me deja respirar -soltó una bocanada de aire y desprendió sus brazos de él.

El otro levantó medio cuerpo, alzando las cejas, atrayendo la atención del zorro -Amm... ¿Entonces que haré con lo que sobra?- Luego rió un poco, elevando algunos cabellos que cubrían parte de sus ojos por la gravedad.

Eavan cambió de mueca a una más pensativa como si se hubiera acordado de algo. Se apartó de él y lo ayudó a levantarse, tomando asiento en la cama.

-Había algo que quería contarte, pero no recuerdo qué era, solo sé que tenía que ver con alguien de la casa -dio pequeños golpes a su lado mientras se arrimaba un poco.

-¿Mi papá está en problemas? -se sentó de igual manera.

-¿Qué? No para nada.

-¿Con Yuno? -ladeó la cabeza.

-¡Sí, si si si! -abrió más los ojos- Ha estado aquí un mes y medio, pero me ha dado una mala noticia.

-¿Qué dijo?, ¿está enferma?

-Me informó que hoy se irá para mudarse con sus hijos lejos de la ciudad -ladeó los labios-. No mencionó para nada al padre.

-En realidad no sabemos mucho de ella, pero lo que me preocupa ahora es mi papá.

-En realidad, Leonard si puede ocuparse de la mansión, pues tendrá menos trabajo a partir de unos días.

-En unos días, es unos días... -luego exclamó alertando a Eavan- ¡Cierto, hoy es momento de la verdad!

-Nah, estoy seguro que si ingresas -lo abrazó por la espalda- te daré un regalo si es así -dio un toque en su nariz.

-Ya estoy desesperado y nervioso -rió agitando las piernas-.

-Es más, debemos despedirnos de Yuno -se puso en pie.

-Tengo que cambiarme antes, no voy a bajar con la pijama puesta -se miró de arriba a abajo- Por cierto, Eavan...

-Dime -se detuvo cuando abrió la puerta.

-¿Dónde está Carrie?, no la he visto desde ayer en la noche.

Eavan suspiró seriamente y miró fuera de la puerta.
Luego volvió a verlo.

-Está resolviendo asuntos importantes, ya volverá.

Prácticamente era una verdad a medias, pero aceptable.

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Una guacamayo azul caminaba con tranquilidad comiendo el alpiste de su mano por medio de su pico. Se aproximaba a la salida para tomar unas cosas antes de irse, agitó la cabeza repentinamente cuando un olor horripilante empezó a percibir claramente en sus fosas nasales, entonces apresuró el paso y encontró lo que lo desprendía. El ave soltó su comida y gritó del susto, saliendo a correr dejando el cadáver de una tigresa con la cara congelada de su última expresión dentro del cuarto. Solo queda esperar a que pase el tiempo hasta que alguien se dedique a tirar la basura a su lugar o ser comida de los carroñeros.

Carrie Vanderdud podía considerarse afortunada. Tuvo que matar solo en pocas ocasiones y entonces, solamente cuando su propia vida o la de su amigo estaba en juego.
Pero nunca se siente bien quitando vidas. Le dejaba un sabor agrio en la boca.
Fue informada a pasar a la oficina de su jefe. Era demasiado probable que supiese la razón por la que seguía bajo sus órdenes. Apostaría contra él al póquer y así ganar y poder obtener lo que quisiese.

Eso si era poco probable que aceptara, solo le quedaba esperar a que dijera algo estando de brazos cruzados a que terminara de beber su taza con manzanilla con las piernas sobre la mesa.

-El deudor fue eliminado, señor -recalcó con voz un poco temerosa, en medio del silencio.

-Lo sé -dejó la taza golpeando la porcelana en la mesa.

-Y ya le entregué todo lo que la hiena debía.

-Lo sé -el perro adoptó la postura correcta en la silla.

-Entonces, ¿por qué me llamó?

Pero el can no resolvió su duda, empezando a juguetear con un lapicero entre sus dedos. Su respiración era fuerte, a pesar de que estuviera tranquilo. Entonces Carrie dedujo que tenía problemas del pulmón. El macho apoyó las manos en la mesa para ponerse en pie. Sus zapatos empezaron golpetear el suelo, cada vez haciéndose más grande su figura animal conforme se acercaba, rodeó a la chica y sus dedos encajaron firmemente en sus hombros, provocándole un escalofrío y lograr que se tensara.

-Pase lo que pase, -el aliento a tabaco fue directo a ella- ¿me prometes tu lealtad?

Carrie miró a los lados, apretando los dientes, se zafó de su agarre, y pasó a mirarlo de frente, teniendo que soportar su mirada vacía.

-¿Recuerdas el trato que tenía con el otro jefe...? -su superior caminó hacia ella de forma intimidante, por lo que retrocedía instintivamente mientras temblaba- Osea, el otro... antes de morir -sin duda él le daba más miedo.

-Carrie Vanderdud, ¿cierto? -dijo en un suspiro y se detuvo.

-S-si -su espalda baja golpeó el marco de la mesa.

-Vaya, ¡qué apellido tan extraño y elegante! -metió las manos en los bolsillos- Cualquiera que lo oyera diría que tienes una buena vida -chasqueó la lengua-. Verás, todo carnívoro la tiene, no debe vivir con el temor de ser devorado en menos de un segundo como los otros -se encorvó ligeramente- y eso los hace débiles -pasó un dedo rozando de manera suave la mejilla albina.

-¿Qué planea hacer?

-Si lo preguntas, te lo haré saber. Tu truco de obtener información a través de la negociación, no iba a durarte mucho tiempo. Pero no temas, aún puedo usarlo contigo -extendió su cabello hacia atrás, solo para que al final regresara a la normalidad.

-¿A qué te refieres? -evitó sus ojos.

-Puedo entregarte a esa persona ahora mismo -se puso recto- a la que tanto esperaste para tener devuelta.

Los ojos de Carrie se iluminaron de esperanza, pasó a posarse enmonocromático, recibiendo una sonrisa escalofriante de parte de él. Claro, tan fácil no podía ganar.

-Quiero algo a cambio -continuó-, algo de mucho valor.

-Dilo -reclamó enojada.

La sonrisa del sujeto se expandió hasta más no poder, dejando ver incluso las encías y los colmillos, con la cabeza en alto, sin dejar de prestar atención a sus planes en mente.

-Entrégame la mansión Vanderdud.

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Decidida a que su uniforme monocromático, planchado y doblado correctamente, sea devuelto al almacén. Yuno terminó cerrando la puerta. Sonrío cálidamente. Pues era el momento de dejar otra etapa atrás de su vida, dando el paso a una que solo el futuro se encargará si será mejor como ella lo esperaba. Pero nada estaría mejor que su ilusión de dejar de ver el sombrío rostro de Leonard a su lado ocultando las manos, sin mencionar nada, hasta ahora.

-Eso es todo, ¿cierto? -dijo exhalando.

-Es todo, ahora solo debo despedirme de ustedes -dejó caer su rojizo cabello sobre sus hombros- los voy a extrañar.

-Puedo... -muy incómodo se ajustó el cuello de la camisa- puedo...

El nudo insufrible de su garganta no lo dejaba hablar con claridad.

-Lo terminas de decir cuando estemos todos -recalcó Yuno cuando oyó pisadas acercarse.

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Miedo, desesperación y dudas dominaron a la víctima delante del triunfante. El rostro de Carrie se tornó más pálido y tiró las cosas que estaban en la mesa provocando ruido por su tembladera. Nunca había dado esa información a nadie de ese lugar, todos en casa podrían verse perjudicados de la peor manera por su culpa. Leonard, Yuno, Eavan... Killian.

-¡¿Qué más sabes?! -exclamó- ¡¡Habla!!

-Sabía que ibas a preguntar -le mostró su palma para que se callara-. He pensado en expandir esta organización, al igual que mis tráficos, así que tienes valor para mí -agitó las orejas.

Carrie solo esperaba a que acabara de una vez.

-Ese día -comenzó a merodear por el lugar- veinte especies fueron a tu puerta, reclamando un puesto. Los entrevistaste a cada uno -dijo mientras golpeaba sucesivamente la pared con cada paso, sin quitarle la mirada de encima-. Sin suponer que diez de ellos estaban bajo mi amenaza.

Hasta que contrataron a ella.

-Hace unos minutos te mencioné sobre los herbívoros, harían cualquier cosa con tal de no salir dañado. Y yo te pregunto algo -mencionó susurrando-. ¿Hay alguna en casa ahora mismo?

Un horrible retortijón surgió en sus entrañas.

Sujetó su cabello con fuerza, aun deseperada, su respiración no tenía control, recopilando toda la información, miró decididamente la expresión del mayor endureciendo los dientes.

Empuñó sigilosamente su último recurso. En un abrir y cerrar de ojos, la hoja de su navaja salió disparada hacia su oponente.
Carrie esperaba a que funcionara, y que toda su pesadilla la dejaran libre.

Pero el arma jamás llegó a su objetivo. Fue detenida a tiempo centímetros cerca de su cuello, gracias a sus reflejos.

-¡¡Recuerda que ambos salimos beneficiados, maldita sea!! -tiró la daga lejos de él.

Carrie se estaba por derrumbar, la cabeza le daba vueltas sin parar. Sin embargo un forcejeo la hizo reaccionar cuando su garganta estaba siendo apretada. La leopardo se endureció, elevando la mirada para ver al hombre que la lastimaba con cara de perro rabioso. Le dio asco.

-¡¿Acaso quieres acabar igual que tu compañera?! -gritó triunfante, a punto de enterrar sus uñas .

Ni pensarlo.
Lo apartó de su camino tan fuerte, decidida a salir del lugar. Corrió como alma que lleva el diablo por las calles de la ciudad, no le importó golpear a los demás en su camino cualquier cosa con tal de llegar. Mucho antes que Yuno...

Ella mencionaba unas palabras ante sus tres oyentes. Cerca a los grandes divisores entre su estancia y huída.

A todo pulmón, dejando ir lágrimas por el aire, obligó a que sus piernas continuaran sin importar el terreno.

Yuno pasó a despedirse de Leonard musitando de forma clara en sus oídos: Alcanza tu propio camino, por favor, Leonard.

Carrie se estaba agotando.

Los ojos de Leonard la miraban por última vez, a través de la ventana dejando algo entre las puertas. Se dio cuenta que no había otra alma más en la sala, y sus ganas de salir corriendo se cumplieron, aguantándose sus emociones abrazó a la pelirroja, quien lentamente correspondió. No quería soltarla, el cuerpo de Yuno se aplastó más contra el pecho de Leonard, hasta que ella interpuso sus manos y le dio un beso en la mejilla. Para luego continuar sola su camino.

Dobló la penúltima esquina, rogó más fuerza para seguir corriendo, estaba más debilitada que antes, pasó un brazo por su frente, quiso sujetarse el cabello pero no halló el lazo en ninguna parte. La mujer que había destruido su confianza... tenía sentido. Las llamadas misteriosas. La navaja que no llegó a encontrar bajo su cama. Ahora, ¿qué sabía el jefe sobre los Vanderdud? De lo que podría estar segura es que no actuará solo. No como ella.

La mansión se alzó ante Carrie. No irás a ningún lado. Abrió el enrejado, y sus pasos llegaron a ser normales. El latido de su corazón resonaba en sus oídos más que cualquier otro. Una nota esperaba a ser leída en la entrada, entonces la arrancó de la puerta.

"Cuídese mucho, señorita Carrie. Le daré un consejo: No pierda de vista a sus seres queridos.
Si desea hablar conmigo no habrá nadie en mi casa, agradezco su amabilidad. Buen día"

Los puños de Carrie se formaron con tanta fuerza, que llegó a lastimarse la piel con las uñas.

-Pero, ¿podrás solo con toda la casa? -oyó una voz dentro-. Puedo ayudarte papá. Deseo lo mejor para Yuno en su viaje.

Sintió su cuerpo helarce, por unos segundos estuvo vulnerable ante todo, y su mente se deshizo del sonido. Carrie cayó de bruces, sus manos y sus rodillas golpearon el cemento con brusquedad.
Acababa de enterarse, y Yuno desapareció del mapa. Ella lo sabía. Sabía que vendría luego a buscarla.

-¡Bueno, hasta más tarde papá, te veo luego Eavan! -se despidió, mientras abría una puerta-. Regreso en un par de horas.

Giró y la vio agachada.

-¿Carrie?

-¿Ah? -alzó la mirada.

-¿Sucede algo?, ¿por qué estás aquí? -se acuclilló hasta su altura, con la cara angustiada.

-Es solo que... me apena no poder despedirme de Yuno.

-Si, pero ya no hay nada por hacer.

Killian le dio unas palmaditas en su cabeza, afectando la gravedad en sus orejas, para luego levantarse a ayudarla con ambas manos a ponerse de pie, quedando frente a frente al pie de los escalones de las puertas.

-Cambia esa cara -inclinó la cabeza.

Ella soltó una floja risa ante su petición. Tan fácil no podía ser.

-Creo que tienes razón, Killian -se percató de sus palmas- ya... puedes soltarme.

-Oh, disculpa lo olvidé -dejó el agarre-, recordé que debo irme. Bye -dijo volviendo a andar alejándose a la distancia.

Por unos minutos había olvidado su realidad, que volvió a recordar a causa de sus interminables ganas de llorar que reflejaba en su rostro. No merecían ser parte de su desgracia. Ni ella.

Gracias por leer. Sé que está algo corto este capítulo, pero quise centrarme solo en una cosa u/v/u. Y con respecto al dibujo, estoy aprendiendo a dibujar furry o)-(o Nos vemos luego. Bye bye. ✋✋

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