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Capítulo 12

✳FUE UN ACCIDENTE
⚫⚫

Venciendo riesgos más grandes de los que ella podía imaginarse y viviendo al filo del peligro durante los últimos años de su vida.
Carrie frunció el ceño ¿Cuándo había comenzado a pesarle todo eso?
Siempre había estado del otro lado de la ley, acababa de degollar a quien se le había enfrentado en un juego donde los dados jugaron a su favor. Su cabeza dentro de una bolsa negra llena de un líquido sangriento en el fondo, golpeó fuertemente contra la mesa del can que lideraba el crimen organizado. Era cierto que colectó varias recompensas a cambio, pero tenía que ser cuidadosa. Lo mismo aplicaba con Kenny, luego de su hazaña hace un par de horas le confirmó que no recordaba nada lo de la otra noche en la fiesta, al menos eso le dio un alivio por su desliz. Y se le quitaron los nervios, cuando no vio a la tigresa.

Como medida de descanso, pasó por un café para llevar en un día de neblina y unos palillos pocky de chocolate, bebía del frasco sentada en una banca de un parque, sintiendo la refrescante brisa pasando por su pelaje, por ser una de las especies más adaptadas al frío. La suma calma al no haber nadie más que ella la confortaba. Unos minutos fueron suficientes para que Carrie fuera a tirar su frasco al tacho, que estaba a unos metros, el problema era que no podía ver con claridad debido a la blanquecina neblina, que ahora es más espesa que antes. Empezó a caminar sobre el pasto húmedo, lenta pero segura, con el cuidado de chocar con algo o golpearse, cuando por fin creyó que ya llegó, empujó el frasco en el supuesto tacho, cosa que no lo era.

-Hey ¿Qué te pasa?

-Ah, lo lamento, me equivoqué -miró a otro lado, notando a su lado ahora sí el bote de basura para tirar el frasco.

-Carrie, si eres tú no hay problema -oyó su voz con un mejor tono.

-¿Cómo sabes mi...? -a impulso propio, sin siquiera terminar su pregunta manoseó la cara del sujeto en la neblina, palpando rasgos para identificar, reaccionó cuando tocó sus labios. Luego se dirigió a sus orejas, percatándose de que eran largas.

-Carrie soy yo... ¡Auh, no jales ahí!

-Si eres Killian, ¿cierto?

-¿Acaso no reconoces mi voz? -agitó la cabeza peinándose el cabello.

-Es costumbre.

Sintió felicidad al encontrarlo por ahí. El zorro se le acercó más, recibiendo un buen golpe en la cabeza, al igual que ella. Ambos se quejaron, y rieron por el pequeño accidente a causa del fenómeno climático.

-¿Qué haces por acá?

-Acabo de ver este parque, así que vine, pero luego apareció esta neblina.

-Ya veo, ten -le entregó uno de los pocky.

Killian mordió el dulce por completo.

-Si, me gustan mucho los pocky.

-Ok, supongo que deberíamos ir a casa ¿no?

-Tienes razón, ya no hay nada que hacer por aquí -sacó su celular- a ver, esta cosa nos guiará -caminó pasando por su costado.

-Si, pero yo no traje el mío.

-Tranquila, no hay problema -le ofreció su pata- ven, abandonemos esta bruma.

-Killian -murmuró con voz dudosa.

El chico estrechó gentilmente la mano de Carrie, uniéndolas muy fuerte por medio de los dedos que la rodearon. Empezó a llevarla reanudado su caminar. Ella bajó las orejas, pues no veía ni un alma más. Solo los dos caminando de la mano.

- No hay problema, no dejaré a mi amiga sola.

Con en último palillo que le quedaba, lo estiró y fingió clavárselo en el corazón, estirando su cuello hacia atrás.

-¡Oh, agh..!

Killian volteó confundido y Carrie se comió el pocky rápidamente.

-¿Qué dijiste?

-Nada, nada -agitó su mano libre.

La chica, quería decir algo, en todo el camino que sea propio de ella, pero las dudas no la dejaban en paz. No olvida aquel deslumbramiento, aquella gloria del primer momento de ver sus ojos por primera vez. En su mano aún estrechada con Killian, sintió cómo su palma ajena empezó a sudar.

Así como las manos de Leonard que cerca del mediodía, caminaba con las bolsas del mercado, sin haber ido con el auto, porque no había estacionamiento.

De acuerdo con la muchacha, el hombre que venía a reparar la nevera era hoy, sin embargo la ausencia de un horario, le daba un poco de recelo.

Al aproximarse a la residencia donde trabajaba, divisó a un león hablando con Yuno en la puerta. De melena tan rubia como el sol, y alto. Cuando Leonard estuvo solamente a unos pasos de ambos, vio también su melosa sonrisa. ¿Cómo ella podía aguantar su comportamiento de zalamero? Él no la había considerado ingenua, no era estúpida o fácil de embaucar.

-Ah, señora Yuno -dijo el león- si algo más está averiado, no dudes en volver a llamarme.

-De acuerdo, señor...

-Para la próxima, llámeme por mi nombre.

¿A qué se refería con "para la próxima"?, el mayordomo hizo una mueca.

-Está bien -le dijo ella con un tono suave que no había escuchado antes- de todas formas ya tengo a un compañero de trabajo.

-¿Hablas de un mayordomo?

Yuno asintió.

- Apuesto a que ya es muy viejo, y mucho mayor que usted.

Una arruga se formó en la frente de la pelirroja.

-Leonard no me parece nada anticuado -se cruzó de brazos- no sé qué hubiese hecho en esta casa sin él.

Reaccionando a su seriedad, el león se cuadró de hombros, y Leonard sonrío. Esta era más su querida Yuno.

¿Su querida Yuno? ¡Que nadie lo permita! A él le gustaban las mujeres agradables, tal y como...

-Bien -dijo tratando de recuperar su amabilidad- estoy, ansioso por ayudarla cuando se trate de mantener otra cosa.

-Qué amable de su parte, si surge algo, se lo haré saber.

-¿Puedo llamarla Yuni? qué agradable encontrar una dama tan bonita como usted.

El zorro levantó las cejas, le preocupó que Yuno saliera del aspecto profesional, y entonces se aproximó hacia ambos.

-¡Buenos días! -dijo en voz alta- no sabía que teníamos visitas.

-Hola Leonard, él es...

-¿Qué tal está la nevera?

-Está reparada, no hay problema -tomó sus cosas- Bueno, hasta luego Yuni, cuídate.

Salió de la escena, dejando a los empleados.
Observando en silencio miró a la muchacha con los ojos entrecerrados.

-Si, hace falta alguna reparación, vendrá de nuevo.

-No tengo ningún problema, pero que se comporte contigo.

-¿Esas son las compras?

-Sí -volvió a andar para entrar de una vez.

⚪----♠----⚪

-Rayos, por aquí no es -miró a distintos lados, para buscar la salida, pero era en vano- este es el malecón.

Hizo referencia a la playa

-No te preocupes, solo voltea a la esquina, cruzando la carretera y ve directo como a cinco cuadras, además dudo que hasta tan lejos siga la neblina.

-Mmh... ya me cansé, sentémonos en esta banca -luego de hacerlo, Killian notó su mano y la de ella aún juntas- Carrie ¿Por qué tu mano...? -alzó el brazo.

-Ah si, perdón -apartó su mano avergonzada- suele pasarme.

-Normal, a todos nos a pasado.

-Bueno -tambaleó sus pies colgados uno después del otro- ¿Todo bien con Eavan?

-Si -dijo alegre- todo marcha bien por ahora, cada vez lo conozco más y más.

-¿Pero sabías que hay algo que no es probable que te cuente -arqueó las cejas- y lo que pasó en la casa Vanderdud, se queda ahí?

-¿Me cuentas? -alzó la cola.

-Si prometes que no se lo dirás -él asintió con la cabeza- De acuerdo. Mis padres habían organizado una celebración de alcurnia, no recuerdo el porqué, pero fue cuando Eavan tenía la misma edad que yo. El asunto es que él se emocionó en beber el vino blanco por primera vez, bebió tanto que una vez que hizo efecto, se pasó de la raya al decir cosas sin sentido, lo quise llevar a su cuarto tal y como papá me lo dijo -Killian quiso reír- No pude controlarlo, se sirvió otra copa y se subió a la mesa de los postres llamando la atención de todos, y completamente ebrio gritó: ¡¡Soy virgen...!!

El zorro soltó una gran carcajada.

-¿De verdad?

-Así como lo oyes. Ese día mamá perdió amistades.

-Claro, claro, ahora me reiré de su cara cuando lo vea. Lamento lo de tu madre.

-Descuida -inclinó la cabeza- ¿Y piensas decírselo a tu papá, sobre tu situación actual?

-Aún no -dejó caer las orejas - no sé como lo vaya a tomar por el tipo de relación que elegí, tampoco sé que pasaría si tus padres lo supieran. A veces me da miedo, ¿sabes?

-Sinceramente los padres pueden ser un pequeño obstáculo, ¿qué te hace pensar que les diré?

-¿No lo harás?

-Confía, Killian -le esbozó una sonrisa cálida- mantendré el secreto, si necesitas apoyo puedes decirme.

-Gracias, Carrie. No te lo había dicho, pero... tengo que estar un poco más seguro de mis recuerdos -metió las manos entre sus piernas.

-¿Seguro de qué?

-Amm... pues verás, Carrie -ella se estremeció- mejor no.

-Anda, dilo...

-Después de una semana de haber llegado, y de haberlos conocido -tenía la vista en el horizonte del mar- fue agradable para mí...

Killian cerró los ojos con fuerza, apretando su pantalón con los puños.

-Porque cuando te conocí... Al principio tú... tú m-me gustabas y yo lo quería decir... -evitó mirarla de nuevo, tímidamente.

Aunque a su derecha pudo notar como ella también miró en una diferente dirección, recogiendo una pierna y apoyando la mandíbula, a fin de mirar el suelo perdidamente. De verdad la quería mucho, pensaba como chico ilusionado con el pecho hinchado cuando se comportaba con humildad sin importar el tipo de estatus que era, o simplemente callaba y observaba con esos ojitos esmeralda. Sin embargo, la idea escándalo que crearía el resto de la familia Vanderdud por el simple hecho de que un chico diferente a ellos se haya enamorado de su hija, le hicieron mantener el silencio de sus sentimientos.
A ella le ardían las mejillas ¿Cómo no pudo notarlo en ese entonces? Y de haber sabido... Tembló por unos segundos para darse cuenta que su tristeza se iba a pasar de la raya. ¡Ahora no! Por lo menos había neblina que se interpusiera. No había razón para seguir pensando, es y será cosa del pasado.
Volvió a ver a Killian.

-Carrie, ¿estás bien? -miró con atención.

-Si, solo que se me hizo raro porque no parecía ser así...

Killian sonrío levemente.

-Ah eso sí, puedo esconder mis emociones fácilmente -él quiso cambiar el aura, por más difícil que pudiese ser.

-Quiero que estemos de la misma la forma de ahora.

-Si tú lo dices... Esto no cambia nada, ¿verdad?

-No lo creo, seguimos siendo amigos, y aún quiero pasar las vacaciones con mi... amigo -ella correspondió al abrazo.

Miró en dirección del otro, el escenario que tenía detrás de él. La neblina iba desapareciendo. Alguien venía trotando del cansancio, desde lejos pudo ver de quién se trataba. Carrie lentamente se apartó.

-¿Y ahora qué?

-¡Killian ¿Qué haces por aquí?! -dijo un leopardo ártico, se detuvo y bebió agua de su botella.

-Hola Eavan -recordó el anécdota, y se cubrió el hocico.

-¿Pasa algo?

-No, nada nada, solo pensé en un chiste que Carrie me dijo.

-Hola Eavan -pronunció la chica- nos encontramos en el parque, con la neblina, nos perdimos y por eso estamos aquí - dijo rápido y contrajo sus dedos.

-Hey, no es necesario decirlo todo -dijo Killian tranquilo.

-Okey, no pasa nada -Eavan agitó las orejas- Vamos a casa, estoy exhausto.

Continuaron hasta llegar a casa, donde cada uno tomó su camino, Eavan se metió a la ducha y los otros dos a su propio cuarto. Pasó como una hora para la hora del almuerzo, en que volvieron a conversar. Posteriormente, estaba por verse.

Más tarde, cuando las cosas por hacer eran más escasas, quedaba por hacer una pequeña limpieza de piso. En la habitación de juegos donde había una mesa de billar, cartas, colgaba de la pared un retrato pequeño de Carrie y Eavan de etapa de la secundaria, lo malo es que estaba un poco alto, cosa que Yuno no alcanzaba, e intentó saltando.

-Para, yo lo haré, ve limpiando la pequeña nevera de licor y las sillas -dijo sonriendo a penas, dejando unos papeles, que debía firmar y entregar por correo.

Asintió con la cabeza.

-No creo que esta también se malogre, Leonard.

-¿Perdón? -se detuvo.

-Digo, que no pase, o llamaré por segunda vez al mismo león.

-No creo, esa tiene menos uso. Le pertence al señor Vanderdud. Además ese hombre, me da mala espina.

-Con tal que haga su trabajo.

-Exacto, el problema es que no se comporta como se debe.

-Creo que usted exagera, no soy una chiquilla. No es la primera vez que hablo con hombres así, y estoy contenta de que usted sea un caballero -salió del lugar.

Leonard se mordió el labio inferior.

-No pienso eso de usted -la siguió hasta el inicio de las escaleras- me refiero a que no respeta el espacio de los demás.

-Y lo aprecio, -se puso de espaldas a la escalera- aprecio que quiera cuidar a más personas, igual que a su hijo.

-Gracias Yuno -sonrío- por cierto, cuidado en donde estás parada.

Agarró el pasamanos, ya por dar la vuelta a beber algo, pero no pasó lo que tenía planeado, bajó las orejas.

Resulta que el tacón de su zapato derecho salió más allá del borde del escalón, obligando a llevar todo su cuerpo hacia atrás, hacia el precipicio de las escalera, cerró los ojos del miedo, pensando en blanco.

Pero no cayó. No lo permitió por nada del mundo, su cintura fue tomada fuertemente, que de inmediato, se había inclinado tan rápido que la cola de su saco se elevó, y la otra mano la apoyó en la baranda de la escalera bruscamente que su cabello se vino adelante. Yuno abrió los ojos, y vio como inconscientemente sus manos se aferraron a él quien la apegó más a su pecho y la abrazó protegiéndola. Levantó levemente la mirada. Allí estaba Leonard contemplándola con angustia. Recordaría cariñosamente que una vez la había salvado de la frontera con la muerte.
En ese entonces sintió el abrazo, más cálido y profundo de su vida, que ni siquiera el padre de sus hijos lo había hecho antes de que los dejara. Ahora sus pies pisaban la zona segura. No esperó más para romper en llanto.

-¡Leonard! -las lágrimas se desprendieron de sus ojos, aún entre su pelaje.

El zorro respiró muy profundo.

-Tranquila, no te sucedió nada. Estás a salvo -dijo consolándola, acariciando su cabeza.

Aquel incidente, le hizo rememorar que no era la primera vez que salvaba alguien en esa mansión. Más que solo limpiar, cocinar y hacer las compras. También era un consejero, y sobretodo un amigo.

Después de haberla soltado, Yuno entendió lo que le quiso decir Leonard sin usar las palabras al tomar su mano entre las suyas y ayudarla a superar cada escalón.

Los que no habían oído nada, estaban encerrados en su habitación. Carrie tenía los dedos en el celular, conversando con sus amigos de la universidad, queriendo reunirse entre ellos. Se le podía notar los labios arqueados hacia arriba por lo memes que veía, que desapareció cuando llegó un mensaje que tapó parte del párrafo principal, vino de alguien que desconoce, desde la parte superior del móvil.
Al presionarlo, el perfil era anime. Carrie rodó los ojos, un clásico. Los mensajes eran hace unos minutos, le dio curiosidad leer el texto. Cosa que se arrepintió, pues el ambiente se volvió turbio y se entró en nervios .

- "Hey tú"
"Hoy no te he visto ¿será que hiciste caso mi advertencia?"

¿Advertencia? ¿Desde cuándo había recibido una en años? Debe ser la persona equivocada.

-¿Quién eres?

Dejó el teléfono, para levantarse de la cama. Caminó descalza como de costumbre por un jugo de arándanos, aunque la idea se fue de su mente cuando el móvil volvió a vibrar repetidas veces.
Era evidente, que quien escribía los mensajes pretende tener una conversación con ella, y no muy buena.

Agarró el celular y lo desbloqueó.

- Tú sabrás.
- Yo que tú, andaría con cuidado... si es lo que te conviene estar lejos de Kenny. No creas que por tener dinero puedes llevártelo.

Otra vez esa ridícula. ¿Acaso no se da cuenta que tiene las influencias de su madre y el poder social para mandarla presa por décadas a esa tigresa, por esta evidencia de amenaza?

- ¿Perdón?

Segundos después de mandar su mensaje, aparecieron tres puntos en movimiento, se venía un enorme cuadro lleno de palabras. Su nerviosismo era más notorio. No podría seguir ella sola, si empezaba a escribir groserías, que la incomodaba. Salió, y tocó la puerta de al lado sin quitar la vista del móvil.

- ¿Quién es?

- Soy yo -abrió la puerta con la mano aún en la perilla- ¿Puedo pasar?

- Pero ya estás adentro -dijo tendido en la cama leyendo una revista con las luces apagadas- ¿Tengo algo que preocuparme por Killian y tú?

- ¿Qué dices? yo no tengo nada que ver en que haya sido casualidad en encontrarnos.

- ¡Ok! Me quitaste un peso de encima.

-Imagina que no vine -se dio media vuelta.

Volvió a vibrar varios mensajes.

-¿Quién te escribe así? -Eavan se sentó sobre el colchón.

-Amm... es una chica de la organización, cree que soy la novia de Kenny. Me está amenzando.

Su hermano soltó una carcajada.

- ¿Cómo logró encontrarte? -dijo calmándose-.

- No tengo idea. Vine si... podrías ayudarme, sabes cómo meterte en la cabeza de los demás -su hermano mayor arqueó las cejas- en el buen sentido.

- ¿Y si la denuncias de una vez?

- Pensé en eso, pero ya sabes como es mamá, vendrá de inmediato, y el jefe tiene las pruebas suficientes para saber que yo también me dedico a cosas ilícitas.

- Préstame tu celular.

Al entregarlo, se puso a leer desde el inicio todas las bobadas de la tigresa, pasando una mano por su cuello.

- Ya veo. Y ¿no has tomado como posibilidad, de tener a Kenny como pareja?

- ¡Si claro, mi doble me dijo que lo hará! -cruzó los brazos- es mi mejor amigo. No vayas a escribir insultos si vas a ayudarme.

- ¿Qué me crees Carrie?, ¿un delincuente? -su rostro se iluminó por la luz del aparato-.

Eavan puso los primeros dedos en el teclado, su mirada se transformó en seriedad. Seguro de él mismo, sus pulgares no dejaron de moverse con rapidez, tanto así que el móvil se podría sobre calentar. Una vez en la secundaria, Eavan sacó vigorosamente al frente al chico que se había copiado en un examen de matemáticas, incluso con las pruebas y palabras de convencimiento hacia la maestra ganándose se elogio y los suspiros de algunas chicas, que también envidiaban a Carrie por vivir con él.
Se detuvo por unos segundos para que sus pupilas corran de izquierda a derecha, y serenamente volvió a deslizar los dedos, parecía que esbozaba una sonrisa. Carrie solo lo observaba.

-¡Listo! -le entregó el móvil-.

-Gracias -lo recibió dando media vuelta.

Confió en la precisión de las palabras de su hermano, al redactarlas de manera firme, cosa que ella carecía de eso. Ambos poseían diferentes habilidades, de utilidad. Carrie estaba por irse, hasta que oyó una frase peculiar de Eavan resonando por toda la habitación:

- Vanderdud, siempre un paso adelante.

Dejar el asunto por ahora, era una mejor opción, pero de una forma repugnante de todos modos se volverán a ver cara a cara; y depende de la tigresa si no quiere acabar con la yugular cortada.

Te agradezco por leer. Hasta luego. Bye bye ✋✋

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