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Capítulo 10

QUE SEA LA ÚLTIMA
⚫⚫

-Saben bien -dijo luego de morder un dulce y empalagoso bombón de chocolate de una caja.

-Sabía que te iba a gustar Killian, estaban guardados.

-¿Y no lo habías encontrado antes? - sacó un dulce y lo acercó a Eavan, que de manera icónica lo mordió.

-Nop.

Entre los dos la caja estaba, con la intención de que Eavan le hiciera lo mismo, Killian leyó el nombre del chocolate, en la envoltura, que tenía en su mano.

-¡Yo también, yo también! ¡Otro"Kiss of lips"! -alzó el dedo índice.

Al terminar de masticar, el leopardo sonrío de la curiosidad de aquel nombre.

-Si claro.

Y alzó la mirada.
A penas estiró los brazos para tener las mejillas de Killian entre sus manos, hasta algunos pelos naranja pasaron entre sus dedos.

-¿Huh? -lo miró atónito, por el acto repentino.

Eavan unió sus labios con los de Killian, empezó a moverlos, con dicha pasión, volviendo a recordar su primera vez en aquel bosque, y apreciar su miedo a no ser correspondido fue desvanecido como cenizas.

El otro tardó mucho en seguir, y tocando las manos de su felino. El éxtasis se le había subido por la cabeza, hasta llegar a que le introdujera la lengua en su cavidad, chocando con la de su pareja un poco admirado de esas ganas. Killian creyó que ya era suficiente.

-¿Necesita algo más. Mi amo? -usó voz juguetona.

-Eso es todo, muchas gracias a usted -lo encantó decir eso- lo califico como aprobado.

-Te quiero... -desplazó la mano, por el cabello del peli naranja- ...Killian -llamó su nombre, con una ligera declaración.

De lo que estaba sentado, llevó una rodilla entre las piernas de Killian y sus rubores se presentaron en el rostro. La mano de Eavan se apegó a recorrer su espalda, bajando de una forma tranquila que iba sobre el suéter de Killian. Mas, este se sobresaltó, apartando sus cuerpos, del modo que dio a entender que no estaba en su momento.

-Eavan... no... quiero decir...-agarró la caja vacía- iré a tirar esto, sonrió entrecerrando un ojo -ya regreso.

La espalda del leopardo se acostó en la cama.

- ¿Por qué? ¿Por qué soy el único que está impaciente? -dijo solo-.

Comenzó a bajar las escaleras, mientras el panorama de la sala se iba agrandando. Según una de las mejores maneras de que su familia le había enseñado, era no disfrutar de su sexualidad antes de un compromiso. Sin embargo esa lección la usaba solo para cubrir su timidez y vergüenza, engañándose. Y hablando de familia, había ausencia de presencia, en la planta baja.

-¿Papá? -ladeó la cabeza a ambos lados.

No dice ni pío. Echó al tacho la caja, se dio cuenta que por la ventana se hallaban dos sujetos aproximándose al enrejado, en estado de despistados o sin noción.
Killian salió, y cruzó sobre la caminata que atravesaba el bello jardín preparado por Jane.

-Esta se parece mucho a mi casita, no sé.

-¡Carrie! -corrió aproximándose.

-Ah, no si es él, Kenny. Conozco muy bien como luce Killian.

-Si, eres tú enano -sonrío el tigre con los ojos medio abiertos.

Las palabras de ambos pareciera que se arrastraban dentro de la zona bucal.

-No me llames así, tengo nombre -abrió la reja.

Entró Carrie, y de nuevo sus dificultades para mantenerse en pie aparecieron, y Killian la sostuvo del antebrazo, para evitar que se caiga.

-¿Qué pasa Carrie? Mejor siéntate sobre el césped -se alejó-.

Dio la vuelta de las paredes de la mansión, y llamó a Eavan, quien se asomó por la ventana, para decirle que bajara.

Una vez efectuada la acción, Eavan vio a Kenny, que de por cierto seguía allí ayudando a Carrie a ponerse en pie correctamente, sus ojos estaban caídos.

Se veía mal, pésimo. Sintió angustia por su hermana menor, al pensarla en un hospital, sobre una camilla, que no veía necesario, ya que por suerte otra persona sabía cómo tratar jaquecas y malestares así. Una vergüenza para la familia Vanderdud si sus padres se enteraban.

-¿Qué rayos, hermana?

-Lo lamento -elevó su visión fallada.

-Killian, llévala y entren por la puerta de atrás. Si Leonard la ve, yo abandono esta casa.

-¿Puedo llevarla yo? -sugirió Kenny.

- No...no es necesario...puedo sola -gracias por traerme.

Eavan le lanzó una sonrisa burlona a Kenny.

- ¡Oye!

Cuando Carrie desapareció, sabiendo que ya no estaba disponible por ahora, el tigre volvió a hablar.

-¿Puedo quedarme?

- ¡No! -respondió Eavan.

-Está bien -dio media vuelta, e iba caminando por la vereda- ¡Ya soy historia!

Eavan cerró la cerca, y se quedó mirando por las rejillas, asegurando que de verdad se fuera.

Carrie abrió los ojos, viendo otra vez con claridad, el techo blanco fue lo primero en ver por la posición en la estaba, parpadeó unas cuantas veces más para reconocer el sitio, le dolía el estómago, y un poco la cabeza, alzó la sábana con un brazo, y al ver por dentro fue cuando se percató, que traía puesta su pijama. Qué extraño.

-Tenga, beba esto.

En cuanto giró la cabeza, Yuno se acercaba con un vaso lleno con agua, mientras le tocaba la frente, calculando la temperatura.

La chica se levantó, y dedujo que ella fue la que causó su cambio de vestimenta, botó un suspiro de calma, y evitó preguntar avergonzada a los demás. Bebió del vaso rápidamente.

-Más despacio jovencita, no se vaya a atragantar.

Le entregó el vaso vacío, se destapó de las sábanas desesperadamente y dispuesta a consultar por lo sucedido, luego de hacerlo, el dolor en su cabeza aumentó por tal brusquedad.

-Debe descansar, yo le traeré el almuerzo -la agarró de los hombros, y la regresó hasta que su cabeza tocara la suave almohada.

-Creo que tienes razón. Gracias Yuno. Espera ¿Qué hora es?

-Ya casi es medio día -revisó minuciosamente en su reloj de mano.

Carrie volvió a mirar el techo. Unos recuerdos vagos aparecieron en su mente, hasta hacer eso la agotaba.
La tigresa, el nuevo jefe, el baile... viendo a Kenny sobre ella sujetando sus brazos, que desapareció en un destello que iba alejándose, sabía que beber licor la había llevado hasta sus más altas pasiones. Lo último que supo fue que se quedó a dormir en ese lugar, y al despertar temprano, tenía al tigre acurrucado abrazándola con mucho cariño antes de venir. Eso es todo.

-¿Kenny está aquí? -musitó.

-Se fue cuando la trajo, según lo que el joven Eavan me dijo, muy amable de su parte.

-¿De verdad lo crees?

-Creo que si -se levantó del mueble con los ojos cerrados- con permiso.

Abrió la puerta, encontrándose a Eavan que quería entrar.

-Ella necesita descansar, por favor no la interrumpa.

-¿Ni por un momento? -dijo sin entrar.

-No -cerró la puerta por fuera y se retiró.

Sin que lo haya visto, Leonard pasó detrás, que no sabía de lo que estaba pasando.

- Espero que no cause problemas, de nuevo Eavan.

- ¿Problemas? -lo vio pasar por delante-.

- Así como lo oyó, sería mejor que haga bien las cosas, sin salir arañado.

Eavan no dio respuesta.

⚪----♠----⚪

- No oigo nada -susurró Killian pegando la oreja en la puerta-.

Entró sigilosamente, sin hacer tanto ruido con la perilla, al acercarse notó que ella estaba dormida plácidamente, dejó el plato de comida en la mesa de noche, junto a la lámpara de lava azul. Luego se puso de cuclillas en la cama, y tocó los hombros de Carrie, queriendo despertarla. Pero no lo hizo, se levantó un poco, apoyando sus manos en la cobija volviendo a susurrar su nombre. Y nada.
Después distinguió que la sábana no la cubría del todo.

- No hay nada de malo -agarró la manta- si hago esto -lo subió-.

Bueno, al menos le había traído el almuerzo.
De un acto, Carrie aún dormida abrazó Killian por el cuello, y lo atrajo hacia ella, este último se dejó llevar en el trayecto quedando sobre su torso de costado, en la cama, hasta se sostuvo de los lados para no golpearse. La tenía tan de cerca, se veía tranquilita y sus brazos albinos moteados de negro rodeando su cuello. El otro mostró un fuerte rubor, que quiso detener cuando agarró su brazo para poder quitárcelas de encima, aunque no pudo, incluso lo acercó más a ella, y pareciera que esbozaba una sonrisa. Aunque debía admitir que era reconfortante, Killian empezó a retroceder para salir. Al lograrlo, se sacudió un poco.

- Vaya, que fuerza. ¿Quién habrá pensado que soy? ¿Su peluche?
Pues me falta para llegar a ese nivel.

-No se dio cuenta de que la despertó, abriendo los ojos de par en par- ¿Qué?

- Decía que...te traje el almuerzo - movió la cuchara de la sopa, inquieto-.

- Creí que vendría Yuno -se levantaba-.

- Estaba ocupada, así que yo lo traje. ¿Qué te pasó?

- Bebí de más, creo.

- No sabía que lo hacías.

- Hay una primera vez para todo ¿no? Prometo que no volveré a hacerlo, o al menos lo intentaré.

- Me pareció que tu amigo, te dijo que lo hagas -hizo puchero-.

- No, Killian, también mi culpa, espero que cuando lo vuelva a ver se disculpe. Sé que a veces puede ser un bobo.

- Si, bueno te dejo con tu almuerzo, yo me iré abajo. ¡Que lo disfrutes!

Al ver que Killian se fue, Carrie bebió un poco de su sopa, mirando a su alrededor una vez más. Otra vez en casa, burlando a la muerte de nuevo, Carrie alzó las cejas por la dicha. Mientras tomaba la sopa había algo extraño en su cama, dejó la cuchara, lo agarró y lo puso más de cerca a su visión. Un pelo naranja, creyó que era de Kenny, por lo de la otra vez, pero algo corto como para ser de aquel tigre.

⚪----♠----⚪

Con el nerviosismo, se metió en el armario de su habitación, se arrinconó cerrando su puerta, y metió la cabeza entre sus pequeñas piernas. Ya no quería ver a nadie, producto de la enorme vergüenza, que había recibido en la cena con sus primos. Y no iba a salir de su escondite, a menos que sus invitados se vayan.

- ¡Carrie! ¿Estás aquí? -se asomó al umbral y entró a la habitación-.

Buscó en todas partes de la casa, olfateando a escasas, cosa que sus padres le habían prohibido hacer delante de la gente por ser considerado como falta de modales, sin embargo lo omitiría, solo para no encontrar a su hermana y hacer que vuelva. Revisó debajo de la cama y no había nada más que algunos juguetes que pronto el mayordomo lo limpiaría, al levantarse oyó algo dentro del armario.

- Carrie, perdón por lo que les dije a nuestros primos, no pretendía avergonzarte. Pero debemos seguir con la cena -abrió la puerta de un modo lento notando sus ojos verdes entre la oscuridad- ven.

- No, déjame aquí.

- Pero papá nos está llamando -jaló su brazo, queriendo sacarla, mientras con la otra mano se ayudaba de la puerta del armario-.

- Eavan suéltame, no quiero ir -dijo molesta-.

La sacó de allí chistando, estaban por salir de la habitación con Eavan adelante.
Por desgracia un ardor salió del antebrazo del mayor haciendo que se lo cubra, y que rápidamente soltó a Carrie, quien volvió al armario. Cuando quitó la mano, miró a su hermana con decepción y sorpresa. Había recibido un arañazo en la piel, que ni siquiera su pelaje podía cubrir un hilo de sangre que se deslizaba sobre su camisa nueva.

Aquel recuerdo de su vida como hermano salió de la mente del leopardo ártico, que fue la primera y no última vez que lo hizo. Del horno, salía humo, que emanaba un olor dulce a pequeñas galletas de diferentes formas con interior de mermelada, empolvado de azúcar glass, que trajo a pasos a Killian, en una tarde de cielo rosa. Eavan, lo apagó y con un par de guantes puso bandeja caliente sobre la mesa de cocina.

- Wao. ¿Y eso?

- Shh -posó el dedo índice en su labio- son especialmente para alguien.

- Y supongo que no se trata de mí -cruzó los brazos, mientras sonreía-.

- Te compensé con los chocolates, Kili.

- Lo mejor será que de resultado -susurró-.

- Hola, hola ¡Qué bien huele! ¿Se puede? -dijo apoyada en el marco de la entrada a la cocina-.

- Si, pasa ¿Mucho mejor? -dijo Killian-.

- Como nueva, podría decir.

Eavan llenaba un tazón de las galletas, que aún faltaban enfriar, por lo que la dada temperatura, también afectaba al objeto.

- Permíteme, te ayudo -Carrie lo agarró entre sus manos -.

- ¡No, espera, aún está caliente! -exclamó Eavan muy tarde-.

Por el sobrecalentamiento de sus palmas, Carrie aventó el tazón hacia arriba, haciendo que algunas vuelen.
Por unos segundos Eavan pensó que se había arruinado todo, sin embargo Killian alcanzó a atraparlo en el aire, que por desgracia pocos cayeron al suelo. Eavan abrió los ojos como platos.

- Perdón, Eavan disculpa -su hermano de iba acercando- todavía te quedan muchas -ella retrocedía, mirando a la salida y riendo nerviosa-.

La hermana menor salió disparada de la cocina.

- ¡¡Carrie!!

La empezó a peseguir, arruinar parte de lo que cocinaba no le agradaba.

- ¡No no no! ¡Hey acabo de recuperarme! -volteó a aclararle con una risa entre dientes-.

- ¡Ven acá Carrie, lo que hiciste es imperdonable!

Corrieron por toda la sala, con la adrenalina de escapar y atrapar.
Ella rodeó la mesa, Eavan se movía del otro lado del mueble, dudando si iría a la derecha o izquierda.

- ¿Qué pasa si me atrapas, eh?

- Te obligaré a disculparte conmigo.

- No lo creo -salió del comedor riéndose, para subir las escaleras-.

- ¡Ah no, no lo harás! -empezó a subir los escalones de dos en dos, estirando la mano, a punto de atrapar la cola de Carrie-.

- ¡Ay, mi hermosa colita no! -la cargó y la llevó consigo-.

Mientras ocurría una persecución fraternal por toda la casa, por otro lado, Killian apagó las luces de la sala, quedando a oscuras, llevaba victorioso las galletas al sofá, encendió el televisor, comía y a la vez presionaba botones en frente de él, muy cómodo viendo una serie con popularidad de su momento.

Carrie volvió a bajar las escaleras, a paso veloz en pijama con una sombrilla abierta en las manos, como forma de espantar a Eavan, que al menos si lo tenía a unos metros correteando de aquí para allá. Pasó por detrás del sofá, al notar la luz blanquecina se detuvo, al igual que su hermano sin quitar la vista del televisor.

- No sean tímidos. Vengan ya, siéntense -el zorro notó sus presencias-.

- Ok.

Los leopardo de las nieves, lo hicieron. Estando Killian entre ambos.

- Oye, tú te quedaste con el tazón -exclamó Carrie-.

- ¿Qué esperabas? Soy un zorro -agitó las orejas y la cola para recalcar- Oigan miren, él es el protagonista y futuro villano.

Las escenas de drama y batalla pasaban dentro del televisor, de verdad era emocionante ver series y películas con otras personas, todos cómodos en el sofá con las luces fuera, mas no cuando el estómago ruge, por lo que estiraron el brazo para tomar uno de los postres, aunque en el trayecto y segundos antes de que agarrara uno, Carrie se cruzó con la mano de Eavan, que estaba primero. Lo más probable era que no le permitiera comer ninguno, por el incidente.
Este solo sonrío gentilmente, sacó uno y se lo entregó directamente a Carrie, quien tímidamente lo recibió, eso era nuevo de parte de él. Killian le dio el tazón, sabía que especialmente era para ella, aunque no sabía el porqué, supo que estaba bien lo que hizo, por un toque en su mano de parte de Eavan.

Funciona como una tregua, era lo más que podía hacer como su  corazón lo mandaba después de las últimas discuciones sin solución que tuvieron últimamente, y que iba a evitarlas a toda costa. Si algo quería Eavan, era ya no deseaba seguir con esto.

- ¿Quieren ver continuar con el capítulo o alguna otra cosa?

- Este está bien.

Pasó la hora, y el sueño era lo último en consumar, sus cabezas iban cayendo, pero la volvían a levantar para no quedar dormidos, algo parecido sucedía con sus párpados que trataban de cerrarse por un aproximado de ocho horas. Hasta que al final, por lo que no dieron más pelea hasta que cada uno deslizó por el espaldar del sofá y acabó apoyando la cabeza sobre el hombro de Killian.

Si algo se sabe de las peleas de hermanos, es que llega el momento que se detienen o intentan remediarlo. Eavan y Carrie podrán distanciarse por kilómetros, incluso por mundos; pero lo que nunca podrán alejar, es el lazo que los une como familia. Y como hermanos.

Gracias por leer el capítulo de hoy, si te gusta cómo va, deja una estrellita y comenta. Nos vemos luego. Bye bye ✋✋

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