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Capítulo 20

✳MÁS ALTO, QUE DEJE ATRÁS MIS ANGUSTIAS✳
••

La murciélago estaba sentada en la banca del patio, compartiendo plática con Carrie.

-¿Sabes con quién iras al baile de bienvenida, esta semana? -preguntó la felina.

-¡Por supuesto! Quiero ir con el mismo chico del año pasado... -echó un suspiro- También es murciélago, y es tan guapo. Espero que acepte ir conmigo -correspondió en la mirada de Carrie-. ¿Y tú? Ah espera, me dijiste que tu mamá ya había planificado el suyo para toda la familia.

-Si... No sé por qué le gusta hacer antigüedades, pero nadie le quita sus ideas de la cabeza.

-No importa, Carrie. Te contaré todo lo que pasó, ¿okey? Dicen por ahí que Rubén invitó a Micaela. ¡Lo hará pedacitos!

Procedió a reírse, junto a ella. La murciélago seguía abrazándose la panza, hasta que se calmó con una pregunta de Carrie.

-¿Y cómo sigue tu ala?

-Creo que ya está mejor -le mostró su extremidad vendada.

-No vuelvas a participar en esas carreras.

-¡¿Qué dices?! ¡Las competencias de vuelo son de lo mejor!

-Oye, Carrie. Ya deja de estar con la bestia mutante, y vamos a casa -llegó Eavan en son de burla pasando de largo.

-¿A quién llamas bestia mutante? -la chica se paró sobre la banca- ¿Quiso decirme rata de dos alas? -murmuró rápidamente hacia Carrie.

-Es mejor si...

-¡¿Quisiste decirme rata con alas?! -le vociferó al leopardo, quien la ignoró-. ¡Si, sigue caminando que si mi ala estuviera sana, volaría sobre tu cabeza y te levanto de los pelos!

-¡Estás lo... ca! -fue lo último que Eavan dijo, antes de desaparecer entre los demás.

La murciélago volvió a sentarse.

-Sabes que le gusta molestarte -Carrie se llevó el asa de su mochila.

Al día siguiente, Carrie había quedado en hablar con Kenny. Lo miraba, mientras se tronaba los dedos, quería que acabase de colocarse la camiseta perteneciendo del resto del día.

-¿Por qué quisiste hablar tan temprano? Ni siquiera he comido aún.

-Toma, espero que con esto sea suficiente -le acercó la bolsa mediante la pequeña mesa que los separaba.

-¿Sabes? Comer el desayuno en la esquina de mi propia estancia es extraño. Déjame adivinar lo que te sucede.

Entonces Carrie, se sintió preparada para hablar.

-¿Quieres un masaje de patas? -el tigre habló primero-. ¡¿Se te salió una muela?!

-No...

-¡¡Se te rompió la fuente!!

-Kenny ni siquiera estoy... ¿Vas a escucharme?

-¡Entonces, dime lo que te ocurre...! -exclamó en un canto alegre.

-Kenny... he venido a pedirte una ayuda.

-No sé que esperas para seguir hablando -llevaba a la mitad del sándwich.

-Es que no sé si te pueda afectar, porque prácticamente te dedicas a solo... -al referirse de lo que siempre hacía, extendió los brazos- ...A esto.

-Por eso prefiero que me lo digas -ahora bebía la malteada del frasco.

-Quiero que me ayudes a planificar un crimen, es por buena causa.

-Hmm... no hay una que sea por buena razón. Y espero que no sea a alguien de aquí.

Carrie se quedó callada por unos segundos, Kenny tenía un punto. Ella pertenece a la misma organización criminal, y prácticamente ya no puedes hacer nada contra alguien de los integrantes una vez adentro, no más que solo obedecer órdenes y obteniendo recompensa de las cacerías a cambio.

-Bien, mejor practico la puntería de disparo -se levantó-. Me hablas cuando estés lista.

-No te vayas, aún -se interpuso entre la puerta y él-. No vine temprano, para ver cómo te vas a presumir.

-Elegiste un mal momento para venir, pero adelante. Dime ya, lo que tienes en mente.

Entonces supo que ya no debía interponerse en su camino. Carrie se apartó y agradeció que Kenny siguiera allí, aunque sea esperando a que ella diga algo.

-No vivo con tanta tranquilidad en los últimos años, quiero que esto acabe, quiero vivir en paz -caminó dejando atrás a su amigo-. Y espero que tú también lo desees. Debemos, acabar con todo esto y en algún momento enfrentarnos al líder. Para ser libres al fin -miró hacia arriba, y una sonrisa esperanzadora, mostró-. Para que puedas tener una vida sin depender de nadie, donde tomas tus propias decisiones, como las personas, allá afuera. Por mi parte, quiero rescatar a alguien que amo mucho.

-Bien, ayudaré -habló el tigre al instante.

-Muchas gracias, Kenny -dio la vuelta para verlo-. En verdad, por eso te quie...

Su mirada se apagó, al verlo con el móvil.

-No te hablaba a ti, Carrie -colgó la llamada.

-Pero... Oíste lo que dije, ¿verdad? -trató de mejorar su ánimo.

-No puedo ayudarte en eso.

Carrie se inmutó.

-Si quieres sé libre tú, Carrie. Yo decidí que esta fuera mi vida -balanceó la cola-. Las calles fueron crueles conmigo hace mucho tiempo, estuve solo sin poder alimentarme. Hasta que este sitio me dio un hogar. Lo lamento, pero no les puedo fallar.

-Claro que no. Nuestro líder solo nos está usando para que nos ensuciemos las manos, es verdad que tenemos un poco de su protección...-habló con más firmeza, en el puño- Aún así solo nos está manipulando. No podemos opinar, él decide lo que debemos decir y pensar. En el fondo, no le importamos.

-¡Ya lo sé! Pero prefiero vivir mi mentira -arrugó el entrecejo-. Al menos tengo compañía de los demás.

-No puedes vivir tranquilo, Kenny -se acercó a él, y el tigre se quedó quieto-. Siempre habrá alguien que quiera matarte en las contiendas. Incluso a mí.

-Yo puedo ir a salvarte todos los días, Carrie. Nos cuidamos el uno al otro como compañeros de crimen, lo prometilos cuando nos conocimos, con el meñique -sonrió levemente ante su recuerdo.

Kenny tenía muy presente aquel momento, ella llegó a su vida un día de lluvia, recordaba lo asustada y furiosa que estaba, nunca le dijo de por qué la trajeron a la mafia, pero no quiso que se fuera de su lado. Y fue cuando Carrie aprendió a manejar el machete, que le propuso la oferta de que nunca los atraparían vivos y existir como la consentida realeza. ¡Tan perfecto! Sin embargo, después de tres años, Carrie le estaba diciendo la nueva oferta. Ese día es hoy, y de verdad le dolía peor que cualquier bala, más cuando la idea venía de ella.

-Y puede seguir así -Carrie respondió. Allá afuera puedo enseñarte cosas de las que no tuviste tiempo, si te falta hogar te puedo cuidar.

-Tu hogar no es este, así que tal vez pueda ayudar a que solo tú te liberes de los crímenes para siempre -caminó en circulos entorno a ella.

-¿Y cómo?¿Conversando con elegancia? -escupió una falsa sonrisa, pues esta no había llegado a sus ojos- Solo hay un modo, y es matando al lider -empezó a seguirlo.

Vio al tigre que meditaba lo que Carrie había dicho sin censura.

-Aún así -ella continuó- no me sentiré bien si te dejo, porque será nuestro adiós. Quiero que ambos nos libremos de aquí.

-Te quiero, Carrie. Pero lo que me pides es demasiado -dijo en voz autónoma.

Lo estaba intentando, Carrie olvidó lo terco que suele ponerse. Insistía en convencerlo porque era claro que era por su bien. Y de ella.

-Ese día...-dejó de caminar- Me dijiste que querías viajar por el mundo, y que algún día me llevarías a Francia a ver la torre Eiffel. ¿Y esos deseos, Kenny? Jamás podrás lograrlo si no rompes cadena con la mafia. Tú controlas tu destino, eligiendo ser fuerte, y seguir adelante -abrió la puerta para salir-. Piensa en eso.

Su última frase, fue la que resonó en su cabeza.

Esa misma tarde, Carrie estaba frustrada, de angustia estaba rodeada, lo mejor era estar sola. Aunque ya no lo estaba, como lo había planeado. Buscaba un objeto que su amiga había perdido en el laboratorio. Para Carrie estaba bien ayudar, pero no lo hacía con ánimos, pensó en que Kenny haría lo mismo con ella, con el propósito a conseguir también su independencia. Su mente estaba nublada que hasta había olvidado lo que buscaba.

-Oye, Carrie. ¿Ya encontraste mi lapicero? -la murciélago caminaba entre las mesas.

-¿Y si consigues uno nuevo?

-¡No! -giró viendo a la leopardo de las nieves-. Yo guardo cosas pequeñas, dentro -vio un estante en lo alto- ¡Ahí puede estar!

-La venda, Gin. ¡Tu ala! -gritó demasiado tarde.

Ella ya se había alzado en vuelo y ahora tenía las garras de sus alas, impregnadas en los laterales del estante.

-¡Aquí está! -agarró el objeto con el hocico, luego descendió con fuerza.

-Mira, tu venda cayó -dijo Carrie animada-. Tu ala sanó.

Gin dejó su lapicero y dio saltitos, viendo su extremidad, que ya no sentía dolor al agitarla.

-Entonces, ¿significa que ya puedes volar?

Preguntó, Carrie mientras vio que Gin habría una gran ventana, dejando que el viento entrara; y de pronto, le agarró la mano fuertemente, y se vieron a los ojos.

-Vayamos a probarlo.

En menos de un segundo, se habían lanzado por la ventana. La mano de Carrie se había soltado, y por simple reacción de no caer, agarró la pata inferior del murciélago, y por el peso ambas caían a gran altura.

-¡¿Qué esperas? -le gritó asustada a Gin.

-¡¡No puedo con mucho peso!!

-¡¡No debiste llevarme contigo!!

-¡¡No debiste soltar mi mano, tenía un plan!! ¡Suéltate!

-¡No, no voy a soltarme! -cerró los ojos, sin ver la distancia acortarse hacia el suelo.

-¡Carrie, agárrate de esa bisagra de la otra ventana! -Gin se esforzaba por matenerse quieta.

Ella tragó saliva, con la adrenalina en todo su cuerpo, y lo pensó dos veces.
Decidió y se sostuvo de la bisagra al lado suyo, ahogó un grito para formular el nombre de su amiga, que demostraba que su ala no seguía herida.

-¡Gin!

Entonces la murciélago reaccionó, usando las garras de un extremo de sus alas, y con sus patas, se posicionó al lado de Carrie.

-Anda, sube -ladeó la cabeza, señalando su espalda- No caerás.

No había de otra. Aquella ventana estaba asegurada, y los bomberos dálmata tardarían en llegar para su infortunio. Carrie resopló, y sin mirar abajo, logró subir al lomo de Gin.

De pronto, se desprendió, empezando a batir las alas con normalidad.

La felina abrió los ojos, se incorporó, atisbando que ya no tenía las casas en frente, sino al mismo cielo infinito, dejándola sin palabras.

"Con que así se siente volar"

-¿Te comió la lengua el gato? -bromeó Gin.

-Ah, yo...

-Solo observa, Carrie... solo mira a tu alrededor.

Y un rayo solar, provocó que levemente se cubriera el rostro con un brazo, antes de mirar al astro más grande de lo que estaba acostumbrada. Las casas y demás personas, se hallaban bajo sus pies, y sobre ella volaba una bandada de gaviotas, cerca a las nubes.

-Gin, vuela más rápido -sonrió junto a su ceño-. Alcanza a esas gaviotas.

-¡Yeii...! -chilló de emoción- No digas más.

Nunca antes, se había subido a una especie voladora, pero tampoco dudaba en que es una increíble experiencia. Solo debía apoyar su confianza en su amiga, cuando se trasladaba un poco más rápido al meterse en la ordenada bandada, mientras sostiene la cuellera de su camiseta.

-¡¡Abran paso, llevo a un leopardo albino y no dudaré en usarla!!

Exclamó, entre las plumas que dejaron las aves al huir, invitando a Carrie a reírse juntas, con los brazos extendidos gritando de euforia, sintiendo el viento soplar tras su espalda, en lo alto. Y la joven, abrió los ojos luego de calmarse.

-Te llevaré a tu casa.

-Pero, dejamos nuestras cosas.

-No importa, no les pasará nada, solo le diremos al conserje que nos lo devuelva -dijo la murciélago.

-Okey -sonrió-. Hazlo.

Ahora tendría una nueva experiencia, una de la que pocos podrían hablar. Para Carrie fue un gran despeje de sus problemas, y el estrés no era cosa de tema de conversación. Pudo distinguir su hogar a la distancia, luego de pasar por la playa. Segundo a segundo, pudo distinguir la calle donde vivía, con las palmeras a lo largo de ambas veredas, y las luces de las casas que empezaban a encenderse; entre ellas halló la suya, siendo la más familiar.

-Gracias, Gin por el viaje -dijo descendiendo.

-No hay problema -se dieron un abrazo de despedida-. Bye -le dio la espalda y se volvió a elevar.

Lo primero que hizo, fue lanzarse en su cama, estirando sus brazos, para finalmente dar un suspiro de satisfacción. Su cabello quedó alborotado, pateó las sábanas con el fin de quedar sentada en su lecho. Y aprovechó para cambiarse de ropa.

Después, Killian entró con el permiso de Carrie, trayendo un surtido.

-Mi papá sabía que lo necesitabas -lo dejó en su mesa de noche- casi tropiezo con tu papá.

-Está bien...

-¡Tengo algo que contarte!

-¿Qué es?

-¡Le dije a mi papá, por fin. Sé que me diste el consejo hace tiempo, pero lo hice!

-¿Y qué respondió? -preguntó con alegría.

-¡Debiste verlo, Carrie! Fue muy emotivo. Al fin me siento en paz, ahora ya sabes la razón por la que me quedé tocando la guitarra eléctrica toda la tarde, ese día.

-Y yo que pensaba ir a callarte -le dio un ligero golpe en el hombro.

-¿Y tú por qué te tardaste tanto en llegar? -Killian se sentó al borde de su cama-. Quise venir contigo, cuando Eavan me dijo que nos alcanzaría después ¿Qué hacías niña traviesa? -dijo en una sonrisa.

-¿Me dirías loca si te digo que vine volando? -recogió una pierna, sirviéndole de apoyo para su mejilla.

-Haces muchas cosas locas, Carrie. Aún no olvido ese día que te asusté por broma y quedaste impregnada en el cuadro... Y dime, ¿te fue bien?

-Fue de maravilla -volteó a ver su ventana.

A veces se pueden presentar las mejores oportunidades, donde la tensión se puede despejar, al igual que la mente. Carrie estaba segura de algo: Fácilmente, su sonrisa no se irá de su rostro. Y nadie le va a quitar su momento.

Killian se acostó.

-Oye. Estás aplastando mi sostén.

-¡¡Aahh!!

Nadie lo hará.

▪︎----♤----•

Cerró las ventanas de su habitación -Eavan, ahora es tu turno de confesarle a tus padres de lo nuestro.

Luego, Killian se sentó en su cama, apoyando la espalda en la pared, dentro de la sombra que provocaba la repisa. Y enseguida, miró arriba donde el felino estaba echado sobre el objeto, capaz de sostener su peso.

-¿Qué le dijiste a tu papá?

-Ya sabes... -metió las manos entre las piernas- ...Todo salió bien.

-Sabía que no tendrías problemas con Leonard -Eavan apoyó su mentón en sus brazos.

-Me dijo que ya lo sabía -dijo sonriente, esperando a ver la reacción de su pareja.

Las pupilas del felino se achicaron.

-¿C-cómo así?

-Todo fue por un chico en el pasado, más bien, hace dos años -el zorro empezó a narrar, acomodándose en la cobija y abrazó su almohada-. Tenía un mejor amigo en la escuela, y mi papá lo sabía. A la salida, nos íbamos juntos porque vivíamos cerca entre nosotros.

-¿Qué era él?

-Ah, éramos de la misma especie -aclaró, el zorro-. Entonces... -la cara se le enrojeció, mirando el pequeño movimiento en su cola-. Un día me encontró en el parque cerca de mi casa, hasta que se acercó a mí y sin poder preguntarle, mi amigo me había besado -las yemas de sus dedos acariciaron su rostro, hasta tocar su hocico, con el recuerdo en mente del tacto de los labios de ese zorro-. Y en ese tiempo me gustaba una chica. La verdad me sorpren... dio.

Finalmente se quedó callado, cuando la cola albina pasó sobre su cara, para después regresar a su lugar, envolviendo el cuerpo de Eavan.

-Relájate -le habló con el ceño alzado.

-Y bueno, luego mi padre me dijo ayer que se enteró sin que yo supiera -formó un puchero-. Al menos, ya aclaré todo con él, y supo entenderme.

-Leonard siempre ha sido así -habló Eavan en voz baja-. Siempre lo he admirado, ¿sabes? Para mi hermana y yo, era más que nuestro servidor. Recuerdo que más de una vez, Carrie se confundía llamándolo, papá -dejó colgar su brazo, para jugar con una oreja de Killian, desde arriba-. De verdad, tienes mucha suerte, zorrito.

-Y estoy seguro que también los quiere mucho.

-Igual no se compara con el amor que te tiene. Mis padres, no tienen mucho tiempo para mí, ni Carrie, aunque yo sé que lo intentan -sus dedos empezaron a frotar uno de sus piercings de la oreja- ¡Pero no te preocupes por eso! Ellos saben que tengo otro tipo de gustos. El problema es que no saben con quién -le lanzó una mirada de celo. Espero el momento indicado. Y si sucede algo malo... usaré mis súper poderes para meterme en sus mentes -dijo en tono de villano.

Eavan preparó sus cuatro patas en la repisa, agitando la cola. La adrenalina felina se apoderó de él que del modo depredador, se lanzó sobre Killian, para finalmente acabar tendidos sobre la cama.

-Ay no, no, no mala idea, la luz del foco me pega en toda la cara.

•----♤----•

-No hay fantasma. No me asustará.

Dijo Eavan bajando por las escaleras a mitad de la noche, escondiéndose dentro de su manta de dormir, quedando solo su cara expuesta. Al momento de ver toda la sala en oscuridad, su vista fue a la derecha, donde la caja de cereal y el yogurt lo esperaban.

-No hay fantasma, no me asustará. No hay fantasma, no me asustará. No hay fantasma, no me asustará...

Llegó como el rayo a la cocina, escondió la caja, y lo iluminó la luz blanca de la nevera, y agarró el frasco, ubicado detrás de la puerta.
Salió de la escena del crimen, sin dejar de repetir su frase.

-No hay fantasma, no me asustará. No hay fantasma, no me asustará...

-¡Eavan!

El gran susto que se golpeó contra él, quedando ambos en el piso.

-Ahh... Killian, no espantes así -se ponía de pie.

-Perdón, es que no te encontraba a mi lado y entonces pensé que tenías tus urgencias de hombre -y él batallaba para librarse de su manta blanca y la de Eavan.

-¡Espera, quédate ahí!

-¿Por?

Eavan le puso unas gafas de sol, encima de la sábana.

-No pensé que te verías tan guapo, Killian... -dijo sonriente.

-Okey -mostró su cola oscilando-. Vamos a dormir.

-Espera -le agarró del brazo, y lo alcanzó-. Esta noche aún no acaba.

Carrie oyó voces en el primer piso, gracias a su irreemplazable audición. Se acomodó en su cobija, abrazando su peluche de panda, dejando a Eavan y Killian en su privacidad.

Gracias por leer. Feliz día del amor y la amistad a ustedes ♥ Y si, imagen del multimedia hecho 100% por :3 Iba a redactar un frutifantástico, pero lo tendré en cuenta XD. Hasta la otra. Bye Bye ✋✋

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