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Empecé a morder y succionar aquella parte sensible del cuello. Mis manos subían y bajaban por su torso desnudo, fui bajando hasta su pecho y me detuve para volver acercar mi rostro al suyo, tenía unas inmensas ganas de besarlo, pero no, eso detendría mi juego.
Observé la fresa y aún seguía intacta pero no se podía decir lo mismo de él, ya que se estaban resistiendo mucho en no gemir o no morder dicha fruta. Miré detrás de mí y tomé el pote de la jalea.
-Curiosidad que deberías saber de mí, me encanta jugar mientras tengo sexo- mordí de manera provocativa mi labio y mordí parte de la fresa que le tenía en la boca- No, yo sí puedo, pero tú no puedes morderla, no hasta que te diga- lo detuve antes de que mordiera también la fresa, pude fijarme en que le está costando trabajo. Reí con algo de malicia.
Abrí el tarro de la fresa bajo su atenta mirada. Embarré dos de mis dedos de aquel frio y solido viscoso, llevándolo de su mandíbula hasta su cuello oyendo sus suspiros por el contacto con su piel.
Mis dedos bajaron hasta su pecho ya sin ellos teniendo una pisca de aquella viscosidad. Reemplace mis dedos por mi lengua. El frasco quedo aun lado de nosotros encima del sofá suerte que anteriormente lo había tapado, cogí sus brazos llevando sus manos a mi cintura. Mi lengua siguió todo el rastro de la jadea dejando en el camino mordidas y una que otra marca. Otras de las cosas que me encanta hacer; dejar recuerdos.
Mis manos fueron al broche de sus pantalones quitándolos por completo, subía por su mandíbula hasta detenme en sus labios, no aguante más y lo besé, teniendo de por medio aquella fresa, luchando contra él en quitársela. Al final salí ganando, husmeando con mi lengua cada lugar de su boca, sintiendo ese sabor típico de las fresas.
Me apoyé en mis rodillas las cuales estaban a cada lado de su cuerpo, sin despegarnos del beso quitó sus pantalones colocándome nuevamente encima de él, pero esta vez sintiendo más a fondo su dureza debido a sus boxes. Palpé buscando el frasco de jalea y volví a embarrar mis dedos pero esta vez lo eche en su pelvis. Los jadeos que soltó nos hicieron interrumpir el beso.
Llevé mis manos por debajo de sus boxes, utilizaría la jalea como lubricante. Lo poco que había echado en su pelvis la arrastre hasta tocar su miembro ya erecto.
Me bajé de él, quedando sentada en el suelo y levanté la mirada, pensé que me encontraría con la de él pero no fue así, su cabeza estaba recostada hacia atrás mientras su boca estaba abierta y sus ojos cerrados. Estaba disfrutando de esto tanto como yo.
Mi lengua paso por la punta de su pene sintiendo el sabor en este de la jalea.
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Su boca era divina, su boca haciendo el peculiar pob luego de dejar mi miembro por unos cortos segundos. Mis manos no se pudieron resistir y fueron a parar su trenzado cabello, enredando mis dedos entre ellos mientras follaba su boca. Como al sacar mi miembro de su boca lo lamia y me daba esa sonrisa de picardía.
Utilizaba la jalea como lubricante y era una de las cosas que me ponía a mil, más verla semidesnuda y dándole la mejor follada a su boca. Soltaba arcadas cada vez que la punta de mi pene tocaba la campañilla del principio de su garganta, pero en ningún momento se detuvo.
No hasta que sentí mi corrida aproximándose, corriéndome en su boca y está sin ninguna intención de separarse y sin una pisca de asco trago el semen, deslizándose desde sus labios hasta su cuello terminando en su senos, una hermosa y excitante imagen para recordar.
Se echó hacia atrás sentándose por completo recostándose a la mesita de centro mientras abría la otra cerveza que había encima de esta, pero nunca de su rostro desapareció aquella sonrisa. Tomó de la cerveza como si de agua se tratase y noté que mi erección nunca bajo. Deseaba tomarla por completo, follarla por todo los lugares posibles.
Sus ojos se toparon con los míos y paso muy provocativamente su lengua por sus labios. Bajo su vista y mordió su labio con descaro. Volvió a tomar la cerveza dejando caer un pequeño choro desde sus labios hasta sus seños. Miré en donde estaban las fresas y tomé una mientras la levantaba y nuevamente la sentaba en mi regazo.
-Esta vez si tú la muerdes, serás la que no tendrás sexo- me miró divertida y acercó sus apetecibles labios a la fresa pero no la tomó, en cambio unió nuestros labios en un beso sin un toque de ternura. Mordí su labio inferior una vez que nos separamos.
Tomó la fresa entre sus labio sin llegar a morderla. Hice que nos volteáramos, ella quedando entre mis piernas y en la misma posición en la que ella me tenía. Tampoco podía tocarme, hasta que así yo lo decidiese. Su sostén fue un estorbo menos en mi camino. Deleitándome con sus senos duros y sus pezones erectos por la excitación. Tomé la cerveza que ella tenía en sus manos y la volteé haciendo que cayera de sus senos hasta su abdomen perdiéndose en la tela de aquellos pantalones deportivos, su cuerpo se estremeció al sentir el frio de aquel amargo líquido.
Lamí desde su abdomen hasta el medio de sus senos sintiendo como se estremecía y ahogaba sus gemidos en su garganta mientras su cabeza estaba recostada en el sofá. Succione, lamí, mordí cada uno de sus senos hasta cansarme.
Bajé de su regazo quitando con ella toda aquella ropa que cubría su parte baja. Dejando solamente sus bragas y notando lo húmeda que estaban. Pase mis dedos con delicadeza por encima de estas, solamente rozándola, hice que abriera más sus piernas corrí a un lado sus bragas e introduje dos de mis dedo en ella con aquella jalea de fresa, empecé a embestirla con mis dedos mientras impedía que sus piernas se cerrasen.
De igual manera empecé a dejar marcas en sus muslos, marcas que tardaran bastante en dejar su piel. Remplace mis dedos por mi lengua, follaba su coño una y otra vez con mi lengua, notando aquel sabor de la jalea.
-¡Oh dios!- sus manos fueron a mi cabello y había soltado la fresa, pero no tenía ni la más mínima intención de dejar de follarla con mi lengua, no hasta que la hiciera correrse. En cambio no sentí ninguna molestia cuando tomó mi cabello, más bien me éxito más, estimule su clítoris con mis dedos, sus gemidos deben de oírse hasta en la casa del frente pasando la calle.
Su orgasmo llegó haciendo tensar su cuerpo por unos segundos dejando libre sus jugos.
Subí de nuevo a su rostro reclamado de forma salvaje sus labios, y sin pedirle permiso alguno de entrar en ella.
-Mierda Kely- gruñí al sentir lo apretada que estaba, esta rio con diversión mordiendo mi labio inferior mientras sus piernas abrazaban mi cintura, facilitándome más las entradas y salidas de ella. Sus manos no abandonaron mi cabello y las mías se adueñaron de su cintura, volví a unir sus labios con los míos sin dejar de embestirla. Embestidas que cada vez que pasaba los segundos aumentaban.
-Es mi turno ahora- se separó un poco de mi haciendo que volviéramos a la posición de antes, ella encima de mí, empezando a autopenetrarse. Mis manos la ayudaban cogiéndola de sus caderas.
-Esto es el puto paraíso- eché mi cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos.
Nunca dejé que alguna mujer me montara, nunca dejé que jugaran de esa manera tan erótica como lo hago con ella, que con solo verla en esa ropa ajuntada ya tengo mi orgasmo. Sentí algo tocar mis labios y era otra fresa, la cual estaba siendo tomada por ella. Subí mi mano a su nuca y uní una vez más nuestros labios.
Estaba al límite, cada vez sentía mi orgasmo cerca y como sus paredes apretaban mí miembro.
-No puedo correrme dentro de ti- mis manos subían y bajaban por su espalda notando una leve capa de sudor por esta debido a todo el esfuerzo.
-No importa, desde que tengo memoria vengo tomando pastilla- reí de lado y mi mano fue a su boca, metí dos dedos en ella haciendo que jugara con su saliva y ellos. Sus saltos fueron disminuyendo dejando aquel grito dándome indicio de que se había corrido, yo estaba a los poco segundos de hacerlo y ayudaba mucho la manera que apretaba mi miembro mientras seguía dando lentos saltos.
Algo excitante de ver, nunca dejare de repetirlo una y otra vez. Y los más emocionante sin un conpormiso de por medio.
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El insoportable tono de llamada de mi teléfono me hizo despertar. Pasé mis manos por mi rostro para espabilarme un poco. Me percaté de que estaba en la sala, estaba acostado en el sofá y no sentí ese peso encima de mi cuerpo, se supone que así fue terminamos, ella estaba encima de mí y nos quedamos dormidos.
Me senté en el sofá y tenía una sábana cubriendo solamente mi parte baja, el teléfono dejó de sonar y seguí sin tomarle importancia alguna. Me levanté recogiendo mis boxes, mi vista fue a aquellas dos latas de cervezas vacías y a la de la jalea sola con un poco y en la mesita de centro el resto de las fresas que no comimos. La chica se había ido, ya que no había rastro de ella ni de sus cosas.
-Por lo menos esta vez sí llegué a correrme desde que la conozco- reí de lado y fui hacia las escaleras. Y como nunca fueron esas corridas.
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Aquí ya tienen lo que querían, golosas:)
Saben como soy con este tipo de cosas, un completo desastre. Pido perdón por este intento de erotismo.
Y perdón si no gusto.
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