Capítulo único
𝐃í𝐚 𝟎: 𝐄𝐥 𝐩𝐞𝐝𝐢𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐒𝐫𝐚. 𝐅𝐨𝐮
El dulce olor a galletas, pasteles y chocolate caliente reinaba en Alice's Bakery, eran las seis de la tarde y clientes de los cuatro reinos ya estaban presentes en la pastelería favorita de todos.
Alice's Bakery se encontraba justo en medio de los cuatro reinos, asi que habian cuatro grandes puertas, una color carmín para el reino Coeur, una linda puerta color esmeralda para el reino Kleeblatt, una puerta refinada color dorado para el reino Pica y una puerta con cristales de color lila para el reino Diamant. Hace bastante tiempo que se había olvidado la guerra y los cuatro reinos vivían en armonía, y el claro ejemplo era aquella pastelería que reside en el territorio de los cuatro reinos y con clientes de diferentes tamaños, razas y especies.
La pastelería era enorme y con forma de una casa victoriana de tres pisos, sus tejas de ladrillo eran azul marino y estaba pintada de color perla; por dentro tenía asientos de cuerina color celeste y mesas blancas, una barra de madera azul y taburetes color crema, las baldosas eran de cristal y dejaban ver el lago sobre el cual estaba construido el edificio; además sus cuadros eran de artistas de todos los reinos, al igual que la música que se reproducía en el tocadiscos y los libros de la estantería. Incluso tenía terrazas y balcones con enredaderas y flores de colores.
Alice's Bakery era el centro de reunión de gente de los cuatro reinos y lo primordial para la enorme casa de tonos azules era el respeto.
Alice fue quien fundó aquella pastelería tras interesarse en aquel pastelillo que le hizo aumentar de tamaño, y una vez que encontró al pastelero se fue interesando más y más en hornear. La pastelería ya no hacía pedidos con encantos tan extremos como para volverse gigante, a menos que la persona interesada trajera consigo autorización firmada por el rey o reina de su reino y, además, contará con la argumentación necesaria para realizar el pedido.
Pero los aprendices y futuros pasteleros de la pastelería celeste tenían que saber las recetas para ocasiones excepcionales, y en eso estaba Jungkook.
—Dejame ver si entendi —habló el híbrido de gato y el futuro pastelero le vio de reojo—, ¿me estás diciendo que tuve que buscar por todo el reino Pica la hoja lila de un sauce feliz para hacer unas galletas, Jungkook?
El chico de hebras negras como el carbón, piel de porcelana y ojos color cielo, asintió mientras verifica el tiempo que quedaba para sacar sus galletas.
—Sipi, Yoon —respondió a la vez que se ponía los guantes para sacar sus galletas—. Y es una receta importante para tu información.
El mayor negó en su asiento y transformó su mano en garras para peinar su esponjosa cola color menta.
—¿Y qué receta tan importante es? —cuestiono con ironía.
Jungkook sacó con cuidado la bandeja con las galletas del horno y las dejó en la mesa redonda.
—Son "Galletas enamoradas" —Yoongi dejó de peinar su cola por un segundo—, aunque se conocen más como "Galletas para el amor" o "Galletas de amor instantáneo".
Las orejas del pelimenta se elevaron enseguida y una sonrisa de oreja a oreja, junto a una pequeña idea, nació en él.
—Cuéntame más —transformó sus garras en manos y las entrelazo, mientras fijaba su atención en el menor que buscaba con qué decorar—. ¿si como una me enamoro de quien vea primero? ¿o cómo?
El pelinegro tomó asiento y mientras esperaba que las galletas se enfriaran contestó:
—No funcionan tan así, Yoon —suspiró con una sonrisa—. Al menos las que hice yo, mis galletas tienen mis secretos así que quien las coma se enamorará solo de mí, no es necesario que quien las coma tenga que verme para eso.
—¿A qué te refieres con "tus secretos"?
—Me refiero a que cuando las estaba haciendo y le añadia los restos de la hoja de sauce feliz, le susurré a la mezcla como me haría feliz ese amor, mientras le añadía la leche de lágrimas le susurré cuanto le amaría y cuando añadí chocolate de girasol le susurré mi gran anhelo de enamorarle. —explicó el azabache con leve sonrojo.
Yoongi no pudo evitar sonreír, se acomodó en su asiento y vio como su menor comenzaba a decorar las galletas en forma de corazón.
—Pensaste en él, ¿no es así? —Jungkook detuvo sus movimientos mientras comenzaba a sonrojarse hasta las orejas—, pensaste en el increíblemente desquiciado de Taehyung Fou.
—¡No le digas así! —grito medio bajo, en forma de reproche, a la vez que rodaba los ojos—, que sea sobrino del Sombrerero loco no lo vuelve desquiciado, Yoon. —dijo volviendo a decorar las galletas con glaseado rojo.
—Está bien, tienes razón, parece bastante sensato —se acomodó en el asiento de cuerina—. Pero ¿pensaste en él?
El ojiazul suspiró y siguió decorando las galletas.
—¿Qué si lo hice? —murmuró con un leve puchero—, él me gusta y quería que las galletas quedarán bien.
—Creo que toda criatura que haya trabajado o trabaje en Alice's Bakery sabe que te gusta Taehyung. —Jungkook quitó su mirada de las galletas avergonzado.
—¿Tanto se me nota? —preguntó mientras se sentaba en un banco.
—Digamos que te pones excesivamente nervioso cuando llega el aviso de algún pedido de la señora Fou —comenzó a enumerar—, te vuelves más perfeccionista, siempre le añades algunas galletas y una nota de agradecimiento hecha a mano por ti —el azabache rio nervioso—. Y no podemos olvidar que me obligas a entregarle los pedidos de su madre, porque, según tú, podrías caerte con el pedido en las manos o "desmayarte ante tanta belleza".
—¡Yaaaaaa! —chillo completamente avergonzado mientras se tapaba las mejillas sonrosadas— ¡detente, Yoon!
—El chico hasta creía que trabajo aquí —transformó sus manos en garras y volvió a cepillar con cuidado su esponjosa cola—. Le tuve que decir que el chico de sus pedidos siempre estaba ocupado y que yo, su increíble mejor amigo, le entregaba a los clientes sus pedidos.
—Gracias, Mentita —el híbrido hizo un gesto con su mano convertida en pata indicando que le restara importancia—. Y ten cuidado con cepillarte la cola en la cocina, podrías dejar pelos.
El mayor gruño, mostró sus dientes blancos y sus orejas indicaban que estaba molesto.
—Para tu información, mocoso del diablo, yo cuido mi hermoso pelaje —volvió a peinarse, pero ésta vez las ondas color menta de su cabellera—. No se me caen los pelos, ¿me crees un gato cualquiera?
Jungkook sonrió mientras decoraba con esmero las galletas y, aunque de fondo se escuchaba a Yoongi regañandolo y recalcando que no era un gato cualquiera, comenzó a pensar sobre Taehyung Fou, el chico de hebras rojas como una manzana fresca, de sonrisa de cajita, dientes tan blancos como perlas, manos con dedos largos y adornado de anillos, sus ojos café cobrizo y su tez acaramelada. Aunque Taehyung era mucho más que solo su físico, era una increible persona, ayuda siempre a su madre con las bolsas de compras, suele llevar a su hermana pequeña a pasear al reino Kleeblatt los fines de semana, a pesar de ser de Coeur, y siempre es amable, cordial, generoso y un caballero; suele ser muy timido, solo sale de su casa para ir a la pastelería por los pedidos de su madre, paseos con su hermana o a presentar sus obras.
Y eso era algo que lo vuelve loco, porque Jungkook WonderLand tuvo su primer, y único, cruce de palabras con el pelirrojo, cuando ganó una entrada para ir a ver una de sus presentaciones en la galería más importante del reino Diamant. Decir que el ojiazul se maravilló queda corto, cada pintura o escultura venía con un poema que explicaba a través de rimas y metáforas lo que Taehyung quería plasmar.
Recuerda como salió de la galería para tomar algo de aire y chocó con él, estaba fumando un cigarro, el humo saliendo de su boca, sus labios carmín desapareciendo por instantes tras la salida de aquella neblina y le sonrió de lado, Taehyung Fou le sonrió. "Demasiada gente solo para ver pinturas, ¿no?" fue lo que dijo y aún recuerda como defendió al artista, sin saber que hablaba con él, cuando una risa ronca que hizo eco y las pequeñas arrugas en los ojos del pelirrojo le indicaron que realmente le hacía gracia, detuvo sus argumentos para apreciarla, y Jungkook jamas olvidaria el "gracias por defenderme, ojitos de cielo", y luego un chico rubio llegó notificando que debía dar su discurso de agradecimiento, así que, el artista que le hipnotizó dos veces con su arte, se fue y Kook se quedó con una sonrisa boba en los labios y el corazón encantado.
Una pata color menta se cruzó en su vista y giró para ver al híbrido.
—¿Me escuchas, Kook? —el mencionado asintió confundido—. Entonces, ¿por qué no dejas de ponerle chispas de colores a esa pobre galleta?
—¿Qué?
Giró para ver la pobre galleta que tenía una montaña de cinco centímetros de estrellas y chispas de colores.
—¡Mierda!, tengo que arreglar esto.
Yoongi iba a hablar, pero el sonido de la campanilla llamó su atención y se giró para ver quien había entrado a la cocina.
—Jungkook, la sra. Alice te llama —el azabache dejó de ver la galleta y le tomó atención a Lila—. Dice que no puede poner el reality show en su televisor.
—Apresúrata, niño, mi viejita quiere ver el reality. —dijo chasqueando los dedos el pelimenta.
—Mi abuela no es tu viejita, Yoongi. —contestó a la vez que se quitaba el delantal de cocina.
—¿Cómo que no? tu abuela es mi sugar.
Lila se rió de forma delicada mientras se tapaba la boca con su mano derecha y Jungkook suspiró, hasta que la puerta volvió a abrirse y apareció Lily, la hermana gemela de Lila.
—¡Jungkook, ya llegó la belleza pelirroja por su pedido! —solo se podía ver su cabellera azul con dos trenzas que colgaban y parte de sus pequeños hombros por la abertura de la enorme puerta blanca—, ¡Y se ve ardiente con los pantalones anchos y la camiseta pegada al cuerpo! ¡Tiene unos brazos para ahor-!
—Lily —habló la otra fémina con una calma y serenidad imperturbable, mientras se giraba y su cabello azul se movía con ella—. ¿Qué hablamos sobre los comentarios efusivos sobre Taehyung Fou?
—Uhm, que no los grite, porque él me puede oír y Jungkookie podría avergonzarse demasiado si eso pasa —Lila asintió lentamente—. Ups, ¡perdón Kookie!
Jungkook estaba más que rojo mientras se rascaba la nuca nervioso y Yoongi se tapaba la boca con el puño para no estallar en carcajadas.
—No te preocupes, Lily, ya pasó. —rio apenado.
—¡Okie pookie!
Y luego se fue a atender a los clientes con Lila, dejando al par de amigos solos y Yoongi no aguanto más, se carcajeó con todas las ganas del mundo.
—¿Terminaste de reír como un loco por mi más reciente desgracia? —pregunto de mala gana.
—Ay, hasta lloré un poco. —contestó limpiándose un par de lágrimas.
—Desgraciado, gato pulgoso y callejero, ¡Ojala te de sarna!
—Eso, insultame para que no le entregue el pedido a la belleza pelirroja —sonrió con maldad cuando Jungkook cambió su expresión facial—, ¿Qué más me deseas? ¿Garrapatas?
—Deseo que ojalá te encuentres un pastizal de hierba para gatos y toda la leche del mundo, Mentita. —dijo haciendo ojos de cachorro abandonado.
—Ay, yo lo deseo desde que era un cachorro con colmillos de leche. —habló mientras fingía sollozar y se tapaba la boca dramatizando.
—Yo sé que pasará, mi Yoongi mentita. —le abrazó por la cintura y el mayor le acarició los cabellos.
Y se quedaron un rato así, abrazados y con el mayor acariciando las hebras color carbón de su menor.
—Un pastel de panqueque de naranja, un pastel de nuez y las galletas de chips de chocolate blanco, ¿cierto? —preguntó para cerciorarse si ese era el pedido de la señora Fou.
—Ujum, eso mismo —y, aunque el azabache no era el híbrido de gato, estaba seguro que si Yoongi le seguía dando mimos en el cabello, él ronronearía—. Gracias, Mentita, y te quiero mucho, ¿sabías?
—Claro que lo sé, soy tu único y mejor amigo —se separó del menor—. Ve a arreglarle la televisión a mi sugar y yo hago la entrega.
—Está bien. —contestó a la vez que rodaba los ojos.
Y quizá a Jungkook se le olvidó como era su mejor amigo de impulsivo, las galletas de amor que dejó en la cocina y el efecto de estas.
𝐃í𝐚 𝟏: 𝐏𝐚𝐭𝐚𝐬 𝐚𝐫𝐫𝐢𝐛𝐚
Era una linda mañana de viernes, se escuchaba como los pajaritos, desde las copas de los árboles cercanos al lago, cantaban sus melodías y Jungkook estaba feliz, además de que había un lindo sol mas no hacía calor y había una brisa fresca.
Era un lindo día y él estaba de muy buenos ánimos.
Bajo la escalera externa con forma de caracol que separaba a Alice's Bakery del tercer piso de la infraestructura, pues el tercer piso era donde vivía con su abuela; abrió la tienda y dejó las puertas abiertas de par en par y puso algo en el tocadiscos mientras comenzaba a barrer y sus compañeros llegaban al local saludando.
El reloj marcó las 09:00 am, la hora en que la pastelería era abierta al público y todo tipo de criaturas comenzaron a llegar, era un día común, pero Jungkook estaba extrañamente más feliz que nunca.
El azabache tarareaba una melodía que pasaba en el tocadiscos y limpiaba la barra cuando alguien se sentó de golpe frente a él y le tapó la boca, por lo que intento hablar.
—¡Shhhh! —trato de silenciarle el extraño, no tan extraño.
—¿Príncipe SeokJin? —susurró y el chico encapuchado asintió—, ¿y tus guardias? —cuestiono mientras seguía limpiando.
—Me escapé del castillo, mi madre está en una junta con mis hermanas y como soy hombre no me incumben las leyes y esas cosas —suspiró abatido—. Solo debo verme bien, ser tonto, tocar algun instrumento y rezar para que me casen con alguien decente.
—Vaya, no sabia que asi era la realeza —se sincero y el contrario volvió a suspirar—, ¿lo de siempre Jin?
—Por favor, Kook. —medio sonrió.
El azabache asintió y se fue, para luego volver con una taza de litro de chocolate con malvaviscos, panqueques con crema, caramelo, chocolate y frutas picadas, y dos donas rellenas de chocolate.
—Uhmm —dijo al primer mordisco de los panqueques—, ¡Esto es la gloria, Kook! —grito en susurro con una enorme sonrisa—. En el castillo me tienen a dieta, ¿lo puedes creer?
—Vaya tortura, yo no podria, eh —sonrio contento de que su amigo pudiera comer algo de su agrado—. Jin, eres mucho más que una cara bonita, no dudes de ello.
—Es que, en mi amado reino Coeur —dijo con ironía—, en donde reina mi madre, la reina de corazones, tienes que ser mujer para figurar a un cargo diplomático, por eso mis hermanas son a las que educaron para que una de las dos asuma como reina, yo no figuro ahí, ni como último recurso —bebió de su chocolate caliente y, cuando alejo la taza, el azabache le entregó servilletas para limpiarse—. Además soy el menor de los tres, ¿entiendes eso? soy el menor y soy hombre... Nadie cree que sea capaz de algo y por eso me elegiran con quien casarme, lo más probable es que sea para una alianza.
—Eres capaz de muchas cosas, eres muy astuto e inteligente —le sonrió con complicidad logrando que el pelicarmin encapuchado sonriera tímido—. Escapaste de un castillo y cruzaste un reino sin que te descubrieran —el príncipe abrió la boca para objetar, pero Jungkook se adelantó a ello—. Y si, puede que tarde o temprano te descubran, pero luego haces otro plan con diferente estrategia y estas de nuevo aquí.
—Tampoco es para taaaanto, Jungkook, son solo cositas. —trato de restarle importancia a lo que el menor negó.
—Pues esas cositas son increíbles —suspiró—. Por otro lado, ¿Estas de acuerdo con tener un matrimonio arreglado?
—Uhm, mientras esa persona y yo nos llevemos bien, sí.
—¿Y el amor?, ¿No te importa?
La campana volvió a sonar y un Yoongi agitado con el cabello revuelto hizo aparición, y al parecer buscaba a alguien.
—¿Por qué el gato mentolado parece un lunático? —preguntó el mayor.
—Ni idea —contestó Jungkook y el híbrido caminó hacia ellos—. Pero creo que viene por mí y no sé qué hice.
—¡Jungkook WonderLand! —grito y le señaló, su dedo índice estaba por rozar la nariz contraria—, ¿t-te ha venido... a ver alguien? —cuestionó mientras se sentaba y le robaba una dona a Jin.
—¿Me acabas de hurtar, gato hambreado? —preguntó indignado el príncipe.
—¿Quién debería venir a verme, Yoon? —preguntó confundido el futuro pastelero.
—N-no lo sé. —respondió con la boca llena por la dona hurtada.
—¿A quién le respondió? —preguntó cansado el azabache.
—Ni puta idea. —respondió el mayor de los tres y Jungkook y Yoongi se le quedaron viendo, pues era un príncipe y no debía decir groserías.
Y quizá debieron tomar un poco más de atención a su alrededor, porque la campana de la puerta sonó dos veces; la primera fue calmada y entró un guardia real, y la segunda vez casi se cae la campana y entró un chico pelirrojo.
—No me miren así, también soy una per-
SeokJin no termino de hablar y un chico pelirrojo con camisa blanca, pantalones ajustados, botas negras y anillos en sus dedos, le empujó, botandolo de su asiento en la barra, logrando que cayera de espaldas y su capucha tambien, por lo que su cabellera carmín fue revelada, y cierto guardia se percató de ello.
—¿Qué te pasa, imbécil? —soltó estupefacto el pobre príncipe.
Yoongi y Jungkook no asimilaban nada, pues Taehyung Fou fue quien empujo a SeokJin y robó su asiento y ahora se dedicaba a mirar al ojiazul.
El "Príncipe" con preocupación y el "Bonito" con suspiro de enamorado, sonaron al mismo tiempo; y luego SeokJin y Jungkook preguntaron al unísono un "¿Qué?". Y, por otro lado, Yoongi que apenas se mantenía despierto, pues no pudo dormir por la culpa, veía la escena con la boca abierta y la segunda dona de Jin en su mano izquierda, estática.
SeokJin fue levantado por las axilas y puesto de pie con una facilidad digna de admirar.
—Namjoon...
—Su Alteza Imperial —reverencio con una dulce sonrisa—. Lo encontré, por decimosexta vez.
—Solo dime Principe y ya. —suspiró y viro los ojos.
—¿Debería llevar al joven al calabozo para que sea juzgado por agresión, príncipe? —preguntó desviando la mirada hacia el chico pelirrojo.
Silencio. Después de que Namjoon soltara lo último, solo hubo silencio.
—Chico bonito, ¿puedo pedir unas galletas con chispas de chocolate blanco y un jugo de naranja? por favor. —y mientras todos tenían la vista en el chico que podría ser llevado a un calabozo, este solo miraba al bello chico de ojos cielo.
Y es que Taehyung Fou se sentía extrañamente atraído por el chico frente a él y no podía evitar mirarle, estar cerca o querer la atención de él fija en su persona.
—Ehm...
Jungkook no sabía qué decir, pues estaban a casi de llevarse al chico del que estaba perdidamente enamorado a un calabozo, así que miro a Jin en busca de ayuda y su mayor suspiro abatido.
—Déjalo así, Nam, no hay tiempo para estas cosas —se quitó la enorme capa color café y arregló sus cabellos color carmín—. Mi madre debe estar como loca porque me volví a escapar —el caballero real asintió con calma—. Entonces no hay que hacerla esperar, Namu.
Y Jungkook volvió a respirar cuando el príncipe, montado en la espalda del guardia, se despedía alegre con una mano y con la otra, que estaba rodeando el cuello ajeno, llevaba una bolsa de papel con los restos de sus pasteles.
—Entonces, ¿si puedo pedir las galletas y el jugo? —preguntó Taehyung sin despegar la vista de los ojos de Jungkook.
—Ehm, sí, enseguida te lo traigo. —y dicho eso, huyó a la cocina.
El pelirrojo comenzó a admirar la infraestructura a detalle, junto a los posters y demás, el lugar era amplio y luminoso, y el que pudiera ver a los peces Koi a través del cristal que era el piso, le fascinaba.
—¿Qué es lo último que recuerdas, Fou? —preguntó el híbrido, que parecía cualquier cosa menos cuerdo, con el cabello despeinado, ojeras horribles y la boca, junto a la camiseta, manchada con chocolate.
—¿A qué se refiere, sr. Gato? —dijo con aires de inocencia mientras seguía detallando el lugar.
—¿Qué es lo último que recuerdas de ayer?, necesito saberlo . — Yoongi estaba quedándose dormido ahí mismo, pero necesitaba respuestas para calmar su sentimiento de culpa.
—Lo último que recuerdo es que le llevaba su pedido de pasteles a mi madre —frunció el ceño tratando de recordar más—. Tomé el tren al centro de Coeur y comí las galletas que el pastelero siempre me obsequió —se rasco la nuca confundido, pues el viaje se le hacía confuso y el híbrido lo veía atento, aunque cabeceaba—. Uhm, se me hace un poco borroso el resto, solo recuerdo que no podía parar de comer de esas galletas, eran adictivas, y luego camine a casa, deje los pasteles y fui a mi cuarto a dormir.
—¿No recuerdas nada más? —trato de indagar y el pelirrojo negó con la cabeza—, ¿recuerdas al chico que te entrego el pedido?
—Sí, era el mismo chico que me ha estado entregando los pasteles desde un inicio —miro al contrario unos segundos—. Se parece un poco a ti, pero él luce como una persona normal.
—¿Perdona? —dijo indignado y confundido el híbrido.
—No se ofenda sr. Gato, pero esa pinta que trae... —Yoongi se dio una ojeada a través del reflejo de una copa de cristal que se encontraba en la barra.
Efectivamente parecía la combinación de un loco, un vagabundo y un señor borracho, Fou tenía razón. Además, el pelirrojo no le recordaba muy bien, eso era un punto a favor, pero aun así él era el culpable de la aparición tan repentina del pintor; pero quizá podría servir, si Taehyung comenzaba a acercarse a Jungkook, podría ser el inicio de algo o quizás a Kook le deje de gustar Taehyung y cuando el encanto de las galletas acabase, pues todo volvería a la normalidad, aunque podría salir al revés y Jungkook se enamore más de Fou.
El híbrido sacudió sus cabellos con desespero, había metido las patas, la cola y hasta las orejas por un impulso.
Si Jungkook se enamoraba aún más de Taehyung sería más perjudicial, porque lo más probable era que el pelirrojo olvidaría todo cuando el encantamiento se acabase y su lindo Jungkookie quedaría destrozado. Estaba en serios problemas, Jungkook la pasaría mal, le odiaría y no querría ser más su amigo, y lo tendría merecido, pues básicamente encanto a alguien y le daría ilusiones vacías a él, además de que de seguro era ilegal lo que le hizo a Fou.
Pero, ¿cuánto duraría el encantamiento?, y ,si Fou no recuerda mucho luego de comer la docena y media de galletas, ¿recordara su extraña atracción a Jungkook, el ir a Alice's bakery, empujar al príncipe SeokJin y el que casi lo llevan a un calabozo? ¿Existía esa posibilidad?
Eran demasiadas dudas y él no era experto en el tema, ni siquiera tenía una pequeña idea de qué tanto la había cagado.
Unos pasos le trajeron al mundo real, Jungkook había llegado con el pedido de Fou y se veía tan ilusionado, sus ojitos celestes brillaban, sonreía nervioso y sus mejillas estaban sonrosadas.
Yoongi Minze se sintió la peor persona al ver a su mejor amigo tan ilusionado... por un encantamiento.
—Aquí están sus galletas con chispas de chocolate blanco y su jugo de naranja. —habló el ojiazul dejando el pedido en la barra.
—Muchas gracias, bonito —contestó con una sonrisa de labios y le dio un mordisco a una de las galletas—. Uhmm... Están deliciosas.
—¿E-en serio? —Jungkook sonrió mientras se tapaba el rostro con la bandeja.
—Amo estas galletas, ¿podrías decirle a quien las hornee que lo hace de maravilla? —tomó un sorbo de su jugo y continuó—. Por favor, bonito.
—Bueno, lo acaba de hacer —desvió su vista a otro lado al ver la expresión de sorpresa de Taehyung—. Yo soy quien hace las galletas... son mis favoritas, así que yo me encargo de ellas.
—Woah, ¡están más que deliciosas!, comería tus galletas por el resto de mi vida y no me cansaría, eh —rio juguetón y el pelinegro sintió que flotaba, se sentía tan mágico todo—. Por cierto, ¿cómo te llamas, lindo?
Jungkook quería gritar de la emoción, ¡Taehyung quería saber su nombre!, ¡y también le dijo lindo y bonito!, desvío su vista a Yoongi y este le medio sonrió; le resto un poco de importancia al hecho de que no le diera tantos ánimos, de seguro era porque no descanso muy bien.
—Ehm, me llamo Jungkook WonderLand. —contestó a la vez que bajaba la bandeja.
—Un gusto, lindo —el pelirrojo extendió su mano derecha—. Soy Taehyung Fou.
Y, mientras Jungkook tomaba con timidez la mano ajena e iniciaba una amena conversación con el chico de quien estaba enamorado, Yoongi no pudo evitar quedarse dormido.
𝐃í𝐚 𝟐: 𝐕𝐨𝐳 𝐝𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐚𝐦𝐞𝐥𝐨
Decir que Jungkook WonderLand no estaba feliz era la mentira más estúpida del siglo, porque el ojiazul sonreía como nunca, ¿y cómo evitarlo? ¡Su crush le había hablado ayer!, también dijo que sus galletas eran deliciosas y hablaron por horas, ¡Fue tan mágico, increíble y hermoso que aun no lo creía!
Se sentía tan enamorado y por fin creía que podría tener alguna posibilidad, estaba más que feliz, estaba maravillado.
Se vio al espejo otra vez, llevaba su uniforme de la pasteleria, una camisa blanca con detalles celestes en el cuello y mangas, un lazo azul en donde podria estar una corbata, unos shorts anchos hasta la rodilla de tela color azul, sus calcetas blancas y los zapatos negros de charol con hebilla plateada.
Consideraba que se veía bien, pero quería verse más que bien por si Taehyung volvía a la pastelería. Así que entró al baño de su cuarto y buscó entre sus cosas, logrando encontrar su estuche de maquillaje.
—Te encontré —sonrió contento y se aplico brillo labial, se encrespó las pestañas y colocó pequeños brillos celestes y azules en sus párpados—. Jungkook se ve bonito —dijo mientras ponía un poco de rubor en sus mejillas y batió sus pestañas—. Pero falta algo, uhm —abrio su cajita con pasadores y se coloco dos de color celeste—. Ahora sí, Jungkookie... Bueno, ¡a trabajar!
Salió del baño, se despidió de su abuelita que estaba tomando desayuno y salio del tercer piso, pues este no formaba parte Alice's bakery, ya que aquel piso era la casa que compartía con su abuela; bajó las escaleras en forma de caracol que le llevaban directo a la terraza con mesas y sillas del segundo piso, entró por la puerta de vidrio y encendió todas las luces desde el tablero.
El segundo piso era más que nada la cocina, tenía enormes hornos industriales, cantidades exorbitantes de maquinarias para mezclar, batir y demás, refrigeradores y despensas gigantescas con los ingredientes, y un cuarto con llave para las recetas mágicas; en el segundo piso se cocinaba y los meseros iban a entregar al primer piso, a las terrazas y balcones. Aunque también había baños, una biblioteca y sofás para leer.
Y así comenzó a arreglar las mesas, después bajó por una de las dos escaleras alfombradas que llevaban al primer piso y abrió las cortinas, las ventanas y las enormes puertas blancas, para que los trabajadores iniciarán su jornada de trabajo.
Todo trabajador que entraba saludaba al pelinegro con una sonrisa y Jungkook se las devolvía, solo que veinte veces más brillante.
—¿Qué te trae tan contento, Kook? —preguntó Hoseok.
Y Jungkook le regaló una sonrisa de labios, mientras que el peliblanco ordenaba los discos de la estantería y aprovechaba de limpiar.
—Son las ocho de la mañana y no creo que salga el sol, porque tu sonrisa brilla más que él hoy. —comentó el híbrido de conejo mientras se acomodaba sus lentes.
—¿Tú crees? —mordió levemente su labio y acomodó el micrófono del escenario.
El primer piso estaba lleno de mesas para servirse, una barra en forma de media luna en medio de todo y un escenario rectangular al fondo, en donde podían presentarse alguna banda o cantante, algún comediante o para algún evento para beneficiar algo o un karaoke.
—Estás deslumbrante —el contrario rio tímido—. Ya dime el porqué.
—Ayer vino el chico que me gusta a la pastelería-
—¿Taehyung vino? —le interrumpió el mayor.
—¿Cómo sabes que es el, Hobi? —cuestionó a la vez que fruncía el ceño.
—Todos los que trabajamos aquí sabemos que te gusta la belleza pelirroja, Kook —el mencionado se sonrojo por lo último—. Lily le puso un buen apodo, eh.
—Ush, ni siquiera eso se podía quedar en el olvido —el mayor rio y él también terminó riendo—. Pero bueno, él vino y estuvimos hablando por horas, no descuide mi trabajo, pero él me esperaba en la barra y no se olvidaba de lo que le decía, incluso si pasaba más de media hora en volver con él —suspiro enamorado con una sonrisa tímida—. Fue tan lindo, tan mágico... Dijo que amaba mis galletas, que podría vivir a base de ellas y que yo era lindo y bonito.
El mayor le sonrió en grande y acarició los cabellos carbón de su menor, pero con cuidado y delicadeza para no despeinarlo.
—Me alegra que por fin pudieras animarte a hablarle, Kook —se alejó y volvió a ordenar los cientos de discos que habían en el estante—. Espero todo pueda marchar bien, que se conozcan y que, si funciona, puedan intentar ser pareja.
—También espero lo mismo, realmente me gusta y espero con ansias que venga hoy —Hoseok le vio de reojo—. Dijo que vendría a verme, pero no pude preguntarle cuando, así que espero venga.
—Tranquilo, niño —le dio un pequeño empujón amistoso—. Si no viene hoy, vendrá otro día, no te bajonees, ¿si?
—Está bien —suspiró—. Lo intentare, Hobi.
Y así pasó la mañana y la sonrisa de Jungkook perdió algo de brillo, pero aún mantenía sus esperanzas. Se pasó la mañana y comienzo de la tarde recibiendo órdenes y subiendo y bajando las escaleras en busca de los pedidos de los clientes, almorzó dos sándwiches de jamón y queso junto a un jugo de frambuesa, siguió trabajando; cuando el reloj marcó las tres de la tarde su sonrisa se volvió una mueca y su ánimo decayó un poco, quizá Taehyung no vendria ese dia.
—¡Jungkook! —escucho un grito llamándolo,era Lila—. Hoseok dijo que te llamará para que le ayudaras con la instalación del micrófono.
El pelinegro asintió en silencio y dejó su lugar en la barra para ir a ayudar al híbrido de conejo.
—¿Qué pasa con el micrófono? —pregunto una vez estuvo al lado de su mayor.
—No enciende, Kook —contesto frustrado—. Lo conecte y nada, no suena en los parlantes del primer ni segundo piso.
Jungkook revisó los cables y el enchufe, pero todo se veía bien, por lo que se dirigió al panel del primer piso y allí pudo ver el problema, no estaba activada la conexión de los parlantes de Alice's Bakery y el micrófono nuevo. Una vez hecha la conexión, le pidió al peliblanco si podía probar el micrófono y cuando se pudo oír el "1, 2, 3, probando", el mayor le regaló una enorme sonrisa y dos pulgares arriba, además de un agradecimiento.
Resuelto aquello, el ojiazul volvió a la barra y empezó a ojear un libro que sacó de la librería del segundo piso, el libro trataba del amor de un ex soldado de Coeur y un noble de Diamant, la historia era bastante buena y le mantuvo entretenido entre los pedidos, las entregas y el movimiento de algunos de sus compañeros de trabajo que arreglaban el escenario para un evento del reino Pica que buscaba poder recaudar fondos y así llegar a replantar más árboles nativos de dicho reino.
El reloj marcó las 7 de la tarde cuando el evento comenzó y se obligó a dejar su lectura para tomarles atención a la banda que se presentaría, tocaban música bastante movida y aunque a él le gustaban las canciones más relajadas y románticas, le agradó aquella tonada pegajosa e incluso ya comenzaba a tararearla.
Los chicos de la banda principal agradecieron al público y los aplausos se hicieron presentes, luego llegó un pianista y eso logró dar algo de calma al ambiente. Al tiempo después los organizadores empezaron repartir boletos del bingo e inicio el juego, todo estaba tranquilo y Jungkook volvió a su lectura, trataba de distraerse del hecho de que su crush no hubiera asistido ese día a la pastelería.
Pero, oh, sorpresa, una voz muy conocida sonó por los parlantes y Jungkook quedó estático.
—Buenas noches para todos —habló el joven pelirrojo desde el escenario—. Quizá no me conozcan, pero soy un pintor medio famoso —sonrió en forma de cajita, dejando ver sus blancos dientes—. Pero hoy me he colado aquí,de forma gratuita, para tocar y cantar una canción —levantó las cejas un par de veces y varios en el público le animaron—. Aquí Taehyung Fou para ustedes y para el chico bonito de ojos cielo.
Los aplausos y silbidos no se hicieron esperar, Jungkook guardó su libro debajo de la barra y se acercó a oir con un leve sonrojo, así que pudo ver mejor como el contrario tomaba asiento frente al piano y acomodaba el trípode junto al micrófono para poder cantar.
—I dare you to love me —la voz con tonos graves, pero dulces logró hipnotizar a él y al público—. The pretty and the ugly, if you're alone, i'll make it better, We could be alone together —sonrió de lado y miles de mariposas volaron dentro del estómago del azabache—. Oh, I could really like it, Maybe we could carve it in the woods, Oh, flowers in the spring time, Love me in the meantime, wish you would —Jungkook no conocia la cancion, pero esta parecía que se la estuviera tatuando en la mente y en el corazón.
El piano entregaba una calma y dulzura que generaba cosquillas en el corazón del ojiazul, cosquillas que lo hacían sonreír como nunca, y la voz de Taehyung tan hipnotizante, cálida, con predominancia en ser grave, pero con una dulzura única que le derretía como si fuese caramelo.
Le fascinaba, Taehyung era lo más fascinante para él.
—And if we're all alone in a crowded room, Maybe we could be alone, just me and you, Baby, if you jump, then I'll jump too —el pelirrojo parecía buscar algo o a alguien con la mirada, y, cuando se topó con el lindo azabache de ojos azules, no le quito la mirada—. I dare you to love me, The pretty and the ugly, If you're alone, I'll make it better, We could be alone together. —el piano comenzó a sonar más fuerte y la voz de Taehyung también—. I dare you to love me, The pretty and the ugly, If you're alone, I'll make it better —de a poco bajó el tono de su voz y del piano, cerró sus ojos y en susurros siguió cantando—. We could be alone... We could be alone... We could be alone together. —y al cantar lo último sonrió y abrió los ojos para mirar directo a los ojos azules del lindo azabache.
Y los ojos azules de Jungkook brillaban tan bonito que el híbrido de gato que los veía desde la lejanía y estaba a punto de contarle la verdad a su mejor amigo, no pudo decirle la verdad, a pesar de que estaba decidido a decirle y acabar con todo ese enredo que el creo.
Yoongi Minze decidió averiguar sobre aquel encantamiento por su parte, quería encontrar una solución en donde su mejor amigo no saliera herido, pero ¿era eso posible?
𝐃í𝐚 𝟑: 𝐋𝐚 𝐦𝐮𝐬𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫
Era domingo, por lo que Jungkook tenía turno de tarde en la pastelería y, además, le tocaba hornear galletas de todo tipo, por lo que tendría que estar en la cocina, así que Taehyung le dijo que sí podrían verse en la pastelería esa tarde, ya que él no era de salir mucho y el azabache se abstuvo de decirle que ya lo sabia.
Luego de aquella presentación improvisada del pelirrojo, fueron a la barra para charlar y se quedaron hablando hasta después de cerrar para los clientes, pues Alice's bakery cierra a las 10:30 pm y casi siempre los últimos trabajadores salían a las 12 pm, y él y Taehyung se quedaron charlando hasta esa hora, pero tuvieron que dejarlo ya que era muy tarde y el mayor tendría que tomar el último tren a su reino.
Ahora el ojiazul se encontraba recostado en el sofá haciéndole compañía a su abuela, la Sra. Alice estaba tejiendo un suéter sobre las piernas de su adorado nieto.
—Abu, ¿cómo conociste a mi abuelo? —preguntó mientras cambiaba de canal en la televisión.
—¿Cómo conocí a tu abuelo? —el menor asintió y la fémina continuó—. Pues chocamos a la salida del tren e hizo que se cayera mi canasta con galletas, que, por cierto, eran para mi mejor amiga —rio con gracia y el menor sonrió—. Demian iba bastante apresurado, pero, al ver que mis galletas cayeron a la tierra, detuvo su andar, incluso perdió el tren —miro de reojo a su nieto y acarició los pies de este—. Al tiempo después me contó que iba tarde a un partido de hockey, pero que no tuvo el valor de dejarme ahí con los ojos llorosos y cientos de galletas pérdidas.
—Se oye como un caballero, ¿lo era, abu?
—Demian era más que un caballero, era demasiado bueno, empático y sensible para este mundo —sonrió con nostalgia—. Él era todo lo que necesitaba y yo no lo sabía, Kook.
El azabache se quedo viendo un tiempo a su abuela, tenía cientos de arrugas en su blanca piel, un par de manchas en su rostro que no le restaba belleza, ojos azules, pero más claros que los suyos, traía sus anteojos circulares y el cabello suelto hasta los hombros, cabello que en algún momento fue dorado y hoy era blanco.
—Abu, ¿cómo era él físicamente? —preguntó a la vez que quitaba con cuidado sus pies de la falda ajena y se sentaba al lado de ella, recargando su cabeza en su hombro.
—Demian tenia el cabello negro carbon como el tuyo, tenia varias pecas en su rostro, su piel era un poco más morena que la mia —contesto a la vez que seguia tejiendo—. Era alto, casi un metro noventa, también era grueso y ancho —rio ante un recuerdo—. Una vez quiso bajar de peso, pero no pudo resistirse a mis postres, él dijo que jamás bajaría de peso si yo le seguía horneando pasteles y nunca bajo... Mi dulce Demian comía hasta mis pasteles quemados, Kook.
Jungkook sonrió en grande, su abuelo sí que había hecho feliz a su abuela y le hubiera encantado conocerlo.
—¿lo amabas?, ¿cuanto?
—¿amarlo? era más que eso, Kook —dejó el suéter a medio tejer y miró a su nieto—. Yo a ese hombre lo amé, pero luego fue más que eso, corazón, era una amor tan puro, tan ingenuo, tan querido... —suspiro a la vez que tocaba su corazón—. El era la razón de que amara el amor, él era mi todo y cuando falleció... una parte de mi falleció junto a él.
—Debió de ser horrible perder al abuelo...
—Más que terrible, fue un sentimiento desgarrador de soledad y angustia...porque había perdido a mi complemento, a mi mitad, a mi mejor amigo, a mi novio y esposo, había perdido al amor de mi vida y, por unos momentos, senti que perdi mi vida cuando lo perdí a él.
Jungkook se quedó sin palabras, pues escuchar qué tanto amaba su abuela a su abuelo era fascinante y doloroso.
—¿Eso no da miedo, abu? —preguntó con nerviosismo—. Amar a alguien tanto que, cuando se vaya, no quede nada.
—Claro que da miedo, pero, cuando amas, tú confías que esa persona no se va a marchar, mi niño —acarició la mejilla del menor con cariño—. Y cuando el amor es mutuo, ambos se querrán quedar y harán todo por permanecer juntos, mi amor.
Y Jungkook sonrió, porque con esa respuesta se dijo asimismo que si el amor que sentía por Taehyung se volvía mutuo, haría todo por quedarse junto a él.
El día transcurrió con normalidad y al llegar la tarde el azabache se puso su uniforme, peino sus cabellos con cuidado, se puso su perfume favorito, se aplico un poco de brillo labial con tonos corales y encrespó sus pestañas, quería verse bien en su encuentro con Taehyung.
Bajo por las escaleras de caracol que le llevaban al segundo piso y se dirigió a la zona de biblioteca, decidiendo tomar asiento en un sofá individual.
A los pocos minutos despues aparecio el pelirrojo, vistiendo una camiseta manga larga de color negro con lineas grises, una camiseta blanca ancha por encima de la anterior y entallado dentro de unos pantalones de jeans negros anchos, calsetas blancas, zapatos negros y una boina del mismo color. Jungkook se quedó sin habla al ver el outfit del pelirrojo, pues se veía increíble.
—Hola, Koo —le sonrió dejando ver sus dientes—. ¿cómo estás? —preguntó tomando asiento en el sofá frente a él.
—H-hola, Tae —carraspeo un poco tratando de que pasara desapercibido su tartamudeo—. Bien, ¿y tú?
—De maravilla, porque estoy contigo otra vez —rio tímido y el azabache se sonrojo—. Gracias por tomar algo de tu tiempo para que podamos conocernos mejor.
Jungkook quería saltar, gritar, sacudir algo e incluso bailar, ¡estaba tan feliz!
—No agradezcas, tonto —desvio la vista hacia los estantes con libros—. Yo también quiero conocerte.
Luego de aquella charla, ambos fueron a buscar algunos libros para recomendarle al otro y explicaron el porqué de su recomendación.
—Es que puede ser muy cliché, ¡pero es lindo, Fou! —ambos rieron y el pelirrojo negó con la cabeza—. A mi me gustan los libros con finales bonitos. —empujó en forma amistosa al mayor.
—Lo sé, pero yo prefiero los libros con más drama y con mucha poesía o metáforas, lindo —y Jungkook no pudo evitar morderse el labio y sonrojarse ante aquel apodo—. Por ejemplo este —alzó un libro de portada burdeo y letras doradas—. "El alma de la musa" es uno de mis favoritos, dale una oportunidad, aunque el final es trágico.
—¿de qué trata? —pregunto una vez lo recibió.
—De un amor a través del arte —ambos conectaron miradas—. Cuando un artista encuentra a su musa, ella o él se vuelve su todo, porque le inspira para escribir, dibujar, pintar, cantar... para hacer arte y el arte es nuestra libertad —el pelirrojo cerró sus ojos por unos segundos y al abrirlos retomo el habla—. El protagonista no podía pintar, hasta que encontró a su musa y volvió a ser libre a través del arte que aquel chico le inspiraba.
—¿Pero? —cuestionó el ojiazul—. Dijiste que el final era trágico, ¿por qué?
El mayor le sonrió cómplice y susurro cerca de su oído:
—Porque mientras el artista era libre a través del arte, su musa era esclava de su mente y... cayó.
Y, cuando Fou tomó distancia, Jungkook procesó sus palabras.
—Murió —susurró y negó con la cabeza—. La musa se suicidó.
Busco al mayor por respuestas y él tocó el libro dos veces con dedo índice, era la señal de que tenía que leerlo para cerciorarse y sonrió cómplice, pero ahora tenía una duda.
—Tae, ¿tú... has tenido una musa? —pregunto con miedo y el contrario asintió mientras apilaba los libros que el azabache le había recomendado—. ¿Quién es o quién era?
—Todo este tiempo mi musa ha sido la soledad, Koo —y Jungkook sintió un vacío al escuchar aquello—. Por eso últimamente no he podido escribir o pintar algo.
—No entiendo, ¿estás teniendo un bloqueo? —cuestiono con algo de preocupación.
—No, no es eso —negó con una sonrisa—. Es que últimamente no hay soledad, solo estás tú.
El ojiazul no sabia que responder, pero por suerte Taehyung retomo el habla.
—Ya son las cinco de la tarde, te toca entrar a la cocina, pero antes de que te vayas quería preguntarte algo —el contrario solo pudo asentir nervioso—. ¿te gustaría ir a una cita conmigo mañana? —Jungkook dejó de respirar por unos segundos—. Si no recuerdo mal, dijiste que mañana lunes tenías el día libre...
—¡Sí quiero! —gritó emocionado—. Digo, sí quiero. —repitió, pero con más calma.
—Entonces paso por ti a las 12 —Kook asintió feliz—. Quiero llevarte a un picnic al reino Kleeblatt, ¿qué dices, lindo?
—Me encanta la idea —sonrió de oreja a oreja—. ¿debo llevar algo para comer?, ¿algún pastel? —preguntó.
—Tranquilo, yo me encargo de todo, lindo.
Y así se despidieron, Taehyung se fue a su casa y él fue directo a la cocina cantando la canción que el pelirrojo había cantado la noche anterior.
𝐃í𝐚 𝟒: 𝐔𝐧𝐚 𝐜𝐢𝐭𝐚 𝐞𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚
Había llegado el día de la cita y Jungkook estaba más nervioso de lo que se podía imaginar, tenía los nervios de punta, ¡y de la nada todas sus cosas desaparecían!
—Ush, me voy a volver loco. —susurro abatido mientras sacudía sus cabellos con desespero.
—¿Qué buscas, cariño? —preguntó Alice desde el sofá mientras tejía el suéter que ya casi terminaba—. ¿Qué perdiste, Kook?
—No encuentro mi otra zapatilla, abu. —contestó a la vez que revisaba cerca del otro sofá individual.
—¿Revisaste debajo de tu cama, cariño?
El azabache detuvo su búsqueda y corrió a su habitación, lanzándose al piso alfombrado para ver debajo de su cama y para su sorpresa, mas no la de su abuela, ahí estaba su zapatilla.
—Bingo. —sonrió victorioso y se sentó en su cama para ponerse la dichosa zapatilla.
Alice entró a paso lento a la habitación, detallando el atuendo de su nieto. Jungkook vestía una camiseta blanca debajo de un suéter grueso de lana color verde, jeans celestes anchos, calcetas blancas con líneas verdes y las zapatillas del mismo color con caña alta.
Por otro lado, habia peinado sus bellos cabellos carbon, pero, luego de que los sacudiera, algunos se habian ido para todos lados, tenia los labios pintados de color coral, las mejillas con rubor rosa y sus largas pestañas encrespadas.
Su nieto se veía más bello de lo normal, pero ¿para dónde iba tan arreglado?
—Kook, ¿a donde vas, cariño?
Jungkook se quedó estático mientras terminaba de hacer el nudo de su zapatilla.
—Ehm, a casa de Yoongi, abu. —mintió, es que tenía miedo de que a su abuela no le gustara la idea de él saliendo en citas, aunque ya tenía dieciocho años.
—¿Tan arreglado para ver al gatito? —soltó con gracia—. Si vas a ir a una cita está bien —el azabache se sonrojo mientras relamía sus labios—. Eres un adulto y dueño de tus propias decisiones, Jungkookie, pero no me mientas, corazón.
—Lo siento, abu —rasco su nuca con nerviosismo—. Es solo que me daba algo de vergüenza decírtelo.
—Por favor, Kookie —rio enternecida—. Te he visto querer dar conciertos en la mesa de la cocina desnudo, eso sí es vergonzoso.
—¡En mi defensa tenía cinco años! —exclamó con el entrecejo fruncido.
Alice se acercó a su pequeño bebé y le peinó sus hebras carbón con los dedos, arreglando un poco el desastre que tenía en el cabello Jungkook, y este le abrazaba por la cintura, dejando descansar su cabeza en el estómago de la fémina.
—Cualquier cosa mala que pase en esa cita, tú me lo dices y yo me encargo de que no vea la luz del día —el menor rio con diversión—. ¿entendido, mi niño?
—Sí, abu, entendido.
Se separaron y Alice beso con cariño la frente del menor, después Jungkook tomó su mochila en la que llevaba un poco de dinero, su pase del tren y uno que otro libro por si se le ocurría leer en el viaje a Kleeblatt.
Se despidió de su abuela, bajó las escaleras de caracol y se sentó en el mismo sofá que el día anterior a esperar a Taehyung, quien apareció en menos de cinco minutos con una enorme canasta.
—Te ves menos sofisticado que de costumbre, Tae.
—¿Tú crees? —preguntó con una sonrisa y él asintió—. Trate de verme más casual y creo que lo logre.
El mayor vestia una camisa cuadrilles dos o tres tallas más grande color rojo, unos jeans anchos de color cafe, un cinturon de tela color cafe oscuro y unas zapatillas rojas.
Taehyung Fou siempre lograba verse aún más radiante, incluso si no era su intención.
Ambos emprendieron camino a la salida de la pastelería y cruzaron el puente de cristal que les llevaba a tierra firme, charlaron mientras caminaban a la estacion de tren mas cercana, la cual era del reino Pica y luego tomaron el tren, les tomaría una hora y media llegar al parque en el que sería la cita.
—¿Qué tal si jugamos un juego? —preguntó el mayor.
Estaban sentados uno frente al otro con el ventanal a su lado, y Taehyung había dejado la canasta en la mesa que los distanciaba.
—Depende, ¿qué juego? —respondió con diversión el ojiazul.
—Es un juego que casi siempre juego con mi hermana o Jimin cuando viajamos —explicó—. Se llama "veo veo", yo diré "veo veo algo morado" y tú tienes que adivinar qué es lo veo, puede ser del vagón o algo por la ventana.
—De acuerdo, pero... ¿quién es Jimin? —cuestiono con algo de miedo.
—Jimin es mi mejor amigo, mi otra mitad en forma de amistad —sonrió al recordarlo—. Es quien siempre ha estado para mi, cuando ya no quería nada de la vida o cuando descuido mi salud por escribir, pintar o esculpir... Jimin Doré es quien me conoce a la perfección y es todo lo que está bien en este mundo.
—Woah, se escucha como alguien maravilloso. —admitió el azabache.
—Es que lo es... yo podría intentar darle todo en esta y en cien vidas más, pero jamás sería suficiente para que sea totalmente recíproco.
—Realmente lo amas... —susurro con algo de inseguridad.
Taehyung tomó la mano del menor y acarició el dorso de esta, tratando de darle paz y lo hizo cuando dijo:
—Veo veo a un chico que quiero conocer desde la punta de sus pies hasta el último de sus cabellos, veo veo a un chico que con sus ojos me lleva al cielo y al mar en un parpadeo, veo veo a un chico que deseo conocer hasta la más brillante de sus esperanzas y hasta el más oscuro de sus miedos —y le sonrió mientras le veía a los ojos—. ¿sabes a quien veo? te veo a ti, a quien quiero conocer por completo para amarle con justa razón, con cada motivo y argumento, para que cada parte de mi cuerpo y alma grite tu nombre sin miedo —el azabache tenía los ojos llorosos, lo que Taehyung le estaba diciendo era tan hermoso, tan mágico, parecía irreal—. Te veo a ti, Jungkook.
Pasó la hora y media entre juegos, risas y coqueteos de parte de los dos, todo fluyó y ambos se sentían cómodos junto al otro.
Cuando bajaron del tren se dirigieron al parque "Tulipe" en donde estaba lleno de tulipanes de todos los colores posibles, había árboles que parecían tocar el cielo y el pasto era verde en todos lados. Además, estaban en primavera, por lo que varias personas iban a pasear con su familia, amigos, pareja o solos, tomando fotos, jugando algo entre ellos o recostados viendo el cielo; el clima era fresco, el sol no quemaba y la brisa no era demasiado fría.
El lugar era ideal para un picnic.
Taehyung le guió a un sitio en el que no había mucha gente y Jungkook no entendía el porqué, pues habían árboles de hojas color carmesí que daban algo de sombra, estaba frente a un pequeño lago en el que habían cisnes blancos y patos, y se encontraba rodeado de tulipanes color rojo.
Aquel lugar se veía sacado de alguna película.
—Woah, Tae —dijo con asombro el pelinegro—. Este lugar es increíble, es realmente hermoso.
El mayor sonrió con ternura al verlo admirar el paisaje, ver sus labios entreabiertos por estar asombrado y sus ojitos azules de bambi maravillados y con cientos de brillitos, le hizo sentir el pecho cálido... Taehyung nunca se había enamorado, pero estaba seguro de que eso era lo que sentía cuando veía a ese lindo azabache, él sentía amor.
—Realmente hermoso. —acotó, pero aquello iba dirigido a Jungkook, no al paisaje.
Después de un rato, extendieron el mantel sobre césped y tomaron asiento, para luego sacar la comida de la canasta entre risas por alguna que otra anécdota de la niñez del otro. Taehyung se lució trayendo bastante comida y para todos los gustos, habían galletas de avena y caramelo, cocadas, fresas, varias frambuesas, sandwiches de jamón y queso y de lechuga, pollo y mayonesa, aceitunas, cubitos de queso, maní y jugo de naranja y otro de frambuesa.
Jungkook quería comer todo, pues todo se veía delicioso.
—Como no se cocinar muy bien tuve que pedirle ayuda a mi madre —rio mientras servia jugo de naranja para los dos—. Ella me ayudó con las cocadas y las galletas, quizá no sean tan ricas como las tuyas —Kook frunció el ceño mientras comía, pues las galletas estaban deliciosas—. Pero, en otra ocasión, podrías enseñarme a hornear algunas... porque queme bastantes. —y el menor rio mientras se tapaba la boca, pues aún seguía comiendo.
—Tranquilo, ya tendremos tiempo para enseñarte a cocinar galletas igual de deliciosas que las mías. —dijo con una sonrisa luego de tragar.
La tarde se la pasaron entre historias sobre ellos, experiencias tanto divertidas como tristes, charlaron sobre qué querían en un futuro, Jungkook habló sobre querer crear recetas innovadoras y recibirse con el título de pastelero en Alice's Bakery, y Taehyung habló sobre querer llegar a más personas con su arte, llegar a que cientos de personas puedan identificarse con él y poder tener un estudio para enseñar a pintar y esculpir.
Y cuando el reloj marcó las 4:45 de la tarde, ambos estaban hablando sobre las formas de las nubes, Jungkook estaba recostado de forma horizontal con la cabeza en las piernas del mayor y Taehyung estaba sentado de forma vertical mientras acariciaba los cabellos ajenos con cariño.
—Esa nube tiene forma de un perro sobre una escoba —dijo el ojiazul a la vez que señalaba con el dedo una nube—. No puede tener otra forma, Tae.
—Yo veo a un dinosaurio sobre una pared de ladrillos, bonito —el menor quitó su vista del cielo y giró un poco su cabeza para verle con el ceño fruncido, provocandole una risa al mayor—. ¿Qué?, yo veo eso, Koo.
—Pero es un perro sobre una escoba —resopló mientras viraba los ojos—. Deberías usar lentes, eh.
Y Fou no pudo evitar carcajearse con ganas, logrando contagiarle la risa al azabache.
—Está bien, ojitos de cielo —acarició con cariño y delicadeza la mejilla de Kook—. Si tu dices que es un perro en una escoba, para mi también lo es.
Ambos se sonrieron con cariño y se vieron como si fueran el todo del otro, cuando el cielo se volvió naranja decidieron que era hora de regresar, por lo que fueron a la estación del tren e ingresaron al primer vagón que alcanzaron a entrar, tomaron asiento junto al otro tomados de la mano. Pasó el tiempo y lo último que recuerda Kook antes de caer dormido en el hombro del mayor, era ver sus manos entrelazadas y escuchar la bella voz del contrario susurrarle una melodía de cuna.
Cuando Jungkook despertó, vio la bella sonrisa de labios de Taehyung, quien le acariciaba con adoración el rostro con su mano derecha, la cual estaba libre.
—Eso, bonito, despierta —el ojiazul parpadeo un par de veces para acostumbrarse a la luz—. Estamos a una estación para bajarnos.
Dicho y hecho, faltaba solo una estación, pues a los treinta minutos se bajaron del tren, ahora caminaban de la mano y veían las primeras estrellas de aquella noche mientras se inventaban pequeños relatos inspirados en estas.
—Y así el príncipe del reino Stella volvió a su castillo, sintiéndose feliz, contento y amado... Fin. —terminó su relato el ojimiel mientras cruzaban el puente de cristal.
—¡Me encantó! —exclamó con una sonrisa de dientes y brillos en los ojos—. Pero hubiera sido lindo que terminaran juntos, pero no se podía —suspiro con los ojos cerrados y balanceo la unión de sus manos—. Ella fue el amor de su vida, pero él era fugaz y no podía quedarse por siempre junto a ella, y ella quería un felices para siempre, algo que él no podía entregarle.
—Exacto, bonito —asintió sin despegar su vista del chico que era iluminado por la luz de la luna—. A veces no es necesario vivir un para siempre para sentirse amado, a veces hay amor desbordante en lo efímero. —comento con una pequeña sonrisa.
—Pero, ¿no sería mejor un para siempre? —pregunto con el corazón inquieto.
—El príncipe no podía darle aquello a la joven, pero aun así la amo con todo lo que tenía y le entregó su corazón por completo —se detuvieron frente a la enorme pastelería, logrando ver a través de los ventanales a uno que otro cliente—. Él se sintió amado y ella igual, pero era un amor bello con cronómetro, además, si intentaban darse algo que no podían, sería una amor forzado sin cronómetro, pero no habría felicidad en algo así.
—Porque ambos estaban hechos para quererse en aquel momento, su momento, mas no para el resto de la eternidad. —habló en un tono más bajo de lo normal y el mayor le asintió—. ¿Crees que este es solo nuestro momento o qué podría durar algo cercano a la eternidad? —pregunto en un susurro.
—Creo que estamos iniciando nuestros propios momentos, no te agobies si no somos un para siempre, lindo —separó sus manos y acunó su rostro con ambas manos—. Ya descubriremos si seremos un bello momento para el otro o si seremos nuestra eternidad en amor.
Los ojos de Jungkook brillaban como las estrellas que se reflejaban en las aguas cristalinas del lago sobre el que estaba la pastelería y el azabache solo pedía que fueran eternidad, que por favor la bella felicidad, comodidad y amor que comenzaba a sentir con mayor intensidad por Taehyung Fou fuera eterna y que, por favor, el bello chico frente a él también sintiera todo lo mágico que ya estaba sintiendo.
"Por favor que Tae sea mi eternidad y no el momento más maravilloso de mi vida, por favor", rogó en su mente, sin dejar de ver aquellos ojos café claro, café caramelo.
El pelirrojo besó la frente ajena y Jungkook cerró por unos momentos sus ojos.
"Por favor, a quien sea que, quiero que seamos la eternidad del otro, por favor", volvió a pedir en su mente y regresó a la realidad cuando el mayor tomó distancia.
—Buenas noches, Koo —le sonrió a la vez que peinaba los cabellos ajenos—. Descansa, lindo, debo regresar a casa.
—Buenas noches, Tae, descansa —se acercó de forma veloz y le besó la mejilla—. ¿Nos vemos mañana?
—C-claro... —aceptó confundido y sonrojado el pelirrojo.
—¡Hasta mañana, lindo! —se atrevió a decir y corrió hacia la pastelería.
Una vez dentro, subió a paso veloz hacia el segundo piso, sin notar a su mejor amigo que estaba rodeado de libros en la biblioteca de este, y salió a un balcón para ver a Fou, quien se dirige al puente mientras bailaba alegre.
Esa noche, llegó corriendo a su habitación y le gritó a la almohada emocionado, también le contó todo lujo y detalles a sus peluches, todo sin notar que Alice le veía por la ranura de la puerta con una enorme sonrisa.
𝐃í𝐚 𝟓: 𝐀𝐝𝐢𝐜𝐭𝐨 𝐚 𝐥𝐚 𝐟𝐚𝐧𝐭𝐚𝐬í𝐚
Jungkook despertó radiante, puso el tocadiscos de la casa con canciones románticas, cursis y pegajosas, barrio por todos lados e hizo el desayuno mientras cantaba.
Todo indicaba que estaba feliz, sentía que incluso flotaba de felicidad.
Mientras tomaba desayuno junto a su abuela le contó como había sido su cita y ella lo escuchó con atención, el azabache no tenía prisa aquel día, después de todo, otra vez tenía turno de tarde, solo que no le tocaba en la cocina.
Después de desayunar, el azabache decidió quedarse en su habitación leyendo uno de los libros que Taehyung le había recomendado, hasta que dos toques en su puerta lo trajeron de vuelta a la realidad.
—¡Adelante! —grito a la vez que colocaba su separador en el libro y tomaba asiento.
La puerta se abrió y entró Yoongi con una enorme mochila, el mayor se veía bastante mal, tenía ojeras y estaba más pálido de lo habitual, incluso su pelaje se veía deteriorado.
—¿Yoongi?, ¿qué pasa? —el mayor dejó caer la mochila y se arrodilló frente a él, comenzando a sollozar—. Hey, ¿qué pasa, Mentita?
Se levantó tan rápido que pareció un resorte y se acercó al híbrido, quien le veía mientras negaba una y otra vez con la cabeza.
—No merezco tu preocupación, Jungkookie —el contrario frunció el ceño, no entendía nada—. La cague, Kook, la cague en grande y no merezco perdón.
—De seguro no es tan grave Yo-
—¡Lo es, Kook! —gritó exasperado mientras revolvía sus cabellos color menta—. Fueron las galletas.
—No entiendo, Yoongi, sé claro, por favor. —el azabache se sentía frustrado, quería ayudar a su mejor amigo, pero este no decía qué le pasaba.
—Las galletas enamoradas... —Jungkook se quedó quieto, estático frente al mayor—. Se las dí a Fou, reemplace las galletas con chispas de chocolate blanco con docena y media de esas galletas enamoradas.
Silencio, todo fue silencio hasta que una risa nerviosa rompió aquella tensión, Yoongi lo miró tratando de descifrar lo que pasaba por la cabeza del ojiazul.
—Sí, buena broma, Yoon —le restó importancia con un movimiento de mano—. Ahora dime qué traes en la mochila.
—Hablo en se-
—Se ve pesada —interrumpió al otro mientras se acercaba a la mochila—. ¿Traes ladrillos?
—No es una broma Kook —el azabache se detuvo y dirigió su vista a los ojos del híbrido—. Taehyung está bajo el encanto de la galleta.
Retrocedió lento, hasta toparse con su cama y negó con la cabeza a la vez que sus ojos se llenaban de lágrimas y estas rodaban por su piel de porcelana, pero a la vez reía nervioso.
No, no, no, no.
NO.
¡NO!
No podía ser verdad, no podía, Taehyung no podía estar encantado, eso era mentira, una broma de mal gusto de Yoongi. Cayó sentado sobre su cama y siguió negando con la cabeza, a la vez que limpiaba con torpeza sus lágrimas.
—Y-yoongi, no es chistoso —hipó y el contrario solo le repetía que lo perdonara—. ¡Ya d-dime que es mentira!, p-porque no me causa gracia...
Mentira, debía ser una mentira, porque todo lo lindo que había estado viviendo con Taehyung no podía ser por una galleta encantada, no podía... Por favor, no podía ser eso.
Se limpió con fuerza las lágrimas de sus ojos, pero de nada sirvió, porque se había estado enamorando de una fantasía, de una ilusión, del efecto de una galleta encantada, nada había sido real, ni una sola palabra, gesto o accción.
El Taehyung que estaba conociendo era una versión encantada que se había enamorado de él al dar el primer mordisco a una estúpida galleta.
—Perdón, Kook... Y-yo no lo pensé, creí que se acabaría el efecto en un día o algo y te ayudaría a poder acercarte a él —dirigió su vista a los ojos azules del contrario y se maldijo por dentro, porque ahora eran azul tristeza, no azul cielo—. Fue un impulso, lo-
—¿U-un impulso? —preguntó viendo a la nada—. Hiciste q-que me ilusionara... ¿por un impulso? —le vio directo a los ojos y ya no había brillo de estrellas, ahora los ojos del peligro eran opacos, sin vida—. ¡Responde maldita sea! —gritó de una forma tan desgarradora, que Yoongi quería golpearse una y mil veces—. ¡Tú sabes cuánto me gusta! ¡cuan enamorado estoy de él, Yoongi! —comenzó a hiperventilarse—. Y le diste media docena de galletas, sin su consentimiento, y lograste que me ilusionara.
—Estuve buscando información para quitar el encantamiento y pueda recordarte —abrió la mochila y buscó un libro en específico—. Estuve haciendo una investigación para que pueda recordarte a ti y todo lo que ha pasado estos días —Jungkook sacudió sus cabellos desesperado—. En verdad lo siento, Kook, pero ya la cague y por eso trato de remediarlo y te pido perdón.
El menor se dirigió a su baño sin decir una sola palabra, aprovechó de lavarse la cara y tomar un respiro, se quedó allí el tiempo que consideró suficiente y salió, encontrándose con el híbrido sentado en el piso alfombrado y rodeado de libros abiertos y cuadernos con anotaciones.
—Lo que hiciste es una mierda —habló Kook sentándose en su cama—. Porque tú sabes cuan enamorado estoy de él y eso fue en aumento en estos días, en serio te estoy odiando en estos momentos —suspiró abatido por tantas emociones en tan poco tiempo—. Realmente estaba ilusionado, creía que al fin tenía una oportunidad... pero, bueno, ¿cómo podría haber tenido una oportunidad si me escondía de él y solo le miraba desde lejos? —sonrió con tristeza y sacudió su cabeza—. Espero podamos encontrar una forma de que no olvide nuestros primeros momentos de interacción real —le miró con un semblante serio y se acercó al mayor, tomando asiento a su lado—. Será mejor que encontremos una forma, Yoongi.
El pelimenta asintió en silencio y ambos dedicaron el resto de la mañana a ello, pero solo daban vueltas en círculo y no llegaban a nada, lo cual era exasperante para ambos y ya estaban perdiendo las esperanzas de encontrar alguna solución con final feliz.
—Podríamos preguntarle a tu abuela, ¿no? —preguntó el mayor y Jungkook detuvo su lectura—. Ella sabe más del tema, ella fundó la pastelería, Kook.
—Tienes razón, podríamos hacer eso. —suspiró mientras se pasaba las manos por el rostro, estaba agotado.
Ambos salieron de la habitación del menor y se dirigieron a la cocina, donde estaba Alice sirviendo el almuerzo para los tres.
—Vengan a almorzar, niños —le aviso y ellos se acercaron a la mesa—. Ya está servido.
Cada uno se sentó en el asiento que acostumbraban a usar, Jungkook sirvió el jugo de manzana en los tres vasos y, cuando la mayor se sentó, empezaron a comer.
Todos estaban en silencio comiendo el puré de papás y el filete, lo cual se le hizo extraño a Alice, porque no era común que Jungkook y Yoongi no hablaran o pelearan a la hora de la comida, así que algo debió pasar.
—¿Qué pasó? —preguntó la fémina después de beber un poco de jugo—. Algo debió suceder para que no hablen en la mesa.
Por unos segundos todo fue silencio, Yoongi abrió la boca para confesar todo, pero el ojiazul se adelantó.
—El jueves realicé mis primeras galletas enamoradas, pero tuve que dejarlas en la cocina, pues me llamaste para arreglarte la televisión —inspiró algo de aire y dejó los cubiertos en el plato, pero mantuvo su vista en la comida—. Yoongi siempre le entrega los pedidos al chico que me gusta, porque a mi me da vergüenza, pero esta vez no le dio las galletas que yo le solía obsequiar... le dio docena y media de mis galletas enamoradas —la mujer desvió su mirada de su nieto a el chico de cabellos menta, pero este bajo la mirada al percatarse—. Taehyung, el chico con quien tuve mi cita ayer, él fue quien se comió las galletas —suspiro angustiado y se refregó la cara—. Ahora buscamos una forma de que se deshaga el encanto, pero no olvide el tiempo que hemos pasado juntos... eso pasó.
Silencio, por unos minutos lo único que se oyó fueron los cubiertos de Alice caer al plato, hasta que ella habló.
—No hay una fórmula exacta para ello, Kook —ambos chicos la vieron, uno incrédulo y otro triste—. No hay una fórmula o algo que te asegure que el encantado pueda recordar todo lo que pasó cuando estaba bajo aquel efecto —Jungkook apoyó los codos en la mesa y sostuvo su cabeza con sus manos—. Puede que lo recuerde, pero es casi imposible, mi amor.
—Per-
—Yoongi —le interrumpió la fémina—. No hay algo que pueda garantizar aquello, no hay, no existe —el sonido de la silla hizo que desviaran su atención a Jungkook.
—Con permiso, me siento mal —se levantó y guardó su plato en el refrigerador—. Después comeré, abu.
Cuando quedaron solo Yoongi y Alice en la mesa, ella retomó el habla.
—Sabes que lo que hiciste es ilegal, ¿no es así? —el híbrido asintió con pesar—. Lo que hiciste no solo afecta a Jungkook, tu mejor amigo, y a ese pobre chico inocente que solo vino a buscar un pedido —Yoongi susurro un "lo siento", pero la mujer prosiguió—. También afecta a Alice's Bakery, la pastelería con cientos de trabajadores y que, con mucho esfuerzo, pude fundar, Yoongi.
—Yo solo quería ayudar a Kook —susurro mientras su mentón temblaba—. Quería que pudiera acercarse a él... fue estupido y no medí las consecuencias, lo siento.
—Espero reflexiones sobre lo que hiciste y Jungkook no trabajara hoy, se tomará el día y estaremos los dos solos —Yoongi asintió, comprendía la situación—. Termina de comer y ve a casa, toma una ducha y duerme —indico mientras comenzaba a cortar el filete—. Te ves fatal, Mentita. —el híbrido sonrió y terminó de comer.
Al tiempo después, cuando solo quedaban Alice y Jungkook en la casa, la mujer notificó a Lila que el ojiazul se encontraba enfermo, por lo cual no trabajaría aquel día. Después se dirigió a la habitación de su nieto, tocó dos veces y entró, encontrándolo hecho bolita mientras abrazaba un peluche de hurón gigante.
—¿Me das un lado, mi niño? —Kook rodó hacia la derecha dejándole un hueco en la cama, en donde ella se recostó—. ¿Quieres hablarlo, cariño? —preguntó mientras acariciaba los cabellos del menor.
Jungkook se giró para poder estar frente a ella, el chico tenía los ojos rojos y con rastros de lágrimas, sus labios en forma de un pequeño puchero inconsciente y los cabellos para todos lados.
—Abu, ¿tú me quieres? —cuestionó a la vez que ella acariciaba su mejilla—. Aunque sea un poco, ¿me quieres?
La mujer sabía el porqué de aquella pregunta, su nieto no se sentía digno de ser amado y era algo que ya llevaba tiempo, desde que su hija lo dejó con ella y se fue a trabajar al reino Diamant. El pequeño Jungkook siempre preguntaba por su madre que, en ese tiempo, los visitaba una vez a la semana, pero con el tiempo dejó de visitarlos y las llamadas solo eran para ocasiones especiales como los cumpleaños.
Su hija se había embarazado bastante joven y está de sobra decir que Jungkook no fue planeado, por eso su pequeño sentía que no era digno de amor, porque si su progenitora no lo deseó y luego lo abandonó, ¿quién podría amarle?
—Cariño, yo te quiero, te adoro y te amo más que todo en esta vida —besó su cabeza y el menor le abrazó con fuerza—. Mi pequeño Jungkook es mi todo, no podría estar sin él, ¿me oyes? —preguntó acariciando sus hebras azabaches con delicadeza—. Yo no podría estar sin mi Jungkookie, corazón, no podría estar sin ti.
Y Jungkook estuvo toda esa tarde en los brazos de su abuela, llorando de desilusión, gritando por la frustración de la situación, suspirando al hablar del pelirrojo y sonriendo por lo feliz que la había estado pasando con él.
Alice le aconsejó que rompiera el hechizo de la forma más fácil, la cual era un beso en los labios y que le explicara a Taehyung la situación, que de seguro le entendería y que se preparara por si él no lograba recordar.
El reloj marcó las nueve de la noche y sonó el timbre de la casa, Jungkook se levantó de la cama y fue a ver quien era, ya que su abuela estaba en el baño. Al abrir la puerta se encontró con Lila, quien le regaló una sonrisa de labios y le extendió unos sobres de cartas.
—Hoy llegó Taehyung a la pastelería y preguntó por ti, Kook —el azabache recibió los cuatro sobres de cartas con la boca abierta—. Le tuve que decir que estabas enfermo, así que escribió estas cartas para subirte un poco los ánimos —Jungkook sonrió con tristeza y le agradeció por traerle las cartas.
Después de despedirse de Lila se dirigió al sofá, se sentó y observó los cuatro sobres, dejó tres en la mesa de centro y abrió uno.
La carta era con fines médicos, le decía que podría tomar para dolores de garganta, fiebre y gripe, además de no comer si estaba mal del estomago y finalizaba con un "ánimo, Koo" junto a un pequeño corazón.
Sonrío y dejo la carta dentro del sobre para abrir el resto.
La segunda carta era por si se sentía mal psicológicamente, por si pasaba un mal momento o algo por el estilo, decía que todo estaría bien, que para que existan días buenos debían existir los días malos, finalizaba con un "tú puedes" y una estrella.
En la tercera le contaba de su día, de como ya lo extrañaba, que se había acostumbrado a ver esos ojitos de cielo y sonrisa de conejito, terminaba con corazones y muchos "te quiero".
La cuarta y última era una lista de cosas que podía hacer en casa y que, en lo personal, a él le servía para no aburrirse, estaban actividades como dibujar, pintar, leer, ver ciertos programas de televisión e incluso cocinar, al final había un pulgar arriba.
Suspiró con una sonrisa y se preguntó: ¿realmente debía acabarse aquella fantasía? ¿no podía quedarse junto a él un poquito más?
Sacudió sus cabellos y se dirigió a su habitación, pero antes le gritó a su abuela que ya iría a dormir, recibiendo otro grito desde el baño, confirmando que fue escuchado.
Se lavó los dientes en su baño y, luego de ponerse el pijama, se lanzó a la cama, abrazando su enorme peluche y dejando sus pensamientos libres.
¿Y si hacía que la fantasía durara un poco más?, solo un poco más, dos o tres días más, y después rompería el hechizo de la forma más fácil, con un beso en los labios.
Tres días más, era lo único que pedía y quizá estaba siendo demasiado egoísta con Taehyung, pero le gustaba tenerlo cerca, hablar con él, interactuar, abrazarlo, tomarle la mano. Y es que, ¿podrían culparlo? era todo lo que había estado soñando, todo lo que se había imaginado junto a Taehyung era mucho mejor de lo que pudo crear en su mente.
Taehyung era tan adictivo, su sensibilidad, sus detalles, sus gestos, sus actos, sus abrazos, sus mimos, sus pensamientos, sus metáforas, todo él era adictivo.
Y Jungkook quería más, aunque sea un poco más.
𝐃í𝐚 𝟔: 𝐋á𝐠𝐫𝐢𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝
Esa mañana Jungkook se despertó con un mejor ánimo, se duchó y cantó a todo pulmón, para luego vestirse con el uniforme de Alice's bakery para trabajar; y también se aplicó algo de brillo labial y rubor rosa en sus pómulos.
Era super temprano, pues le tocaba abrir la pastelería, así que hizo su rutina de siempre, las mesas, las sillas, las luces y abrir para que entrasen los trabajadores.
La mañana estaba tranquila, aunque estaba nublado y la brisa estaba algo fría, pero no era para congelarse, y Jungkook esperaba que el día siguiera así de tranquilo.
Jungkook se encontraba en la barra limpiando unos vasos cuando Yoongi hizo aparición
—¿Cómo estás, Kook? —preguntó a la vez que se sentaba en un banco—. ¿mejor?
—Bien —respondió sin verlo ni sonreírle y dejó el paño con el que limpiaba los vasos en barra—. Estoy mejor, solo que...
—¿Solo qué? —cuestiono confundido.
—Tres días —respondió sin verle, el mayor frunció el ceño, pues no entendía—. En tres días le quitaré el encantamiento.
Y el híbrido no entendía nada, ¿por qué esperar tres días? ¿para qué servirá aquello? ¿o acaso había encontrado la fórmula de que el pelirrojo no le olvide?
—¿Encontraste una forma de que n-
—No —le interrumpió casi de inmediato—. No, yo, solo quiero unos tres días como una despedida —se rasco la nuca nervioso, pues el mayor lo veía fijamente—. Porque cuando le bese y vuelva a estar consciente, cuando olvide todo... Pues todo volverá a como era antes, Yoon, solo que me odiara.
El pelimenta se sintió culpable por todo, ¡pero no tenía porqué terminar así!, Jungkook le podría decir la verdad y de seguro Taehyung le entendería, porque Kook no tenía la culpa, la tenía él, Yoongi Minze tenía la culpa, no su lindo Jungkookie.
—Kook, no tiene porque terminar así, ¿lo sabes, no? —el menor relamió sus labios y desvió la mirada de la barra al paño, realmente no quería escuchar a Yoongi, aún estaba enojado—. Solo tienes que decirle, estoy seguro de que compr-
—¡JUNGKOOKIE! —se oyó desde la entrada de la tienda y SeokJin corrió a sentarse al banco que se encontraba al lado del híbrido—. Mi madre me autorizó una salida —contó con una enorme sonrisa y detrás de él se podía ver a Namjoon llegar—. ¡Y me dejó comer lo que quisiera, Kook!
—Woah, me alegro, Jin —sonrió al verle tan feliz y de que le salvara de una conversación más extensa con el híbrido—. Y hola, Nam —saludó al guardia que le hizo un gesto con la mano como saludo—. ¿lo de siempre? —se dirigió al príncipe.
—Uhm, no —posó su mano sobre su mentón pensando—. Quiero un vaso de litro de jugo de naranja, un trozo de pie de manzana con canela y un sandwich de pollo, lechuga, tomate y mayonesa, para mí —desvió su mirada del azabache que anotaba todo en una libreta y la fijó en el guardia que estaba parado a su lado—. Para Namu será un vaso de litro con jugo de manzana y caramelo, un muffin de almendras y galletas con chispas de chocolate y otras con nuez, por favor, Kookie.
El menor levantó su pulgar y se giró para entregar la orden, mientras SeokJin le decía a su guardia que tomara asiento y se dejara querer, y Yoongi sonreía al ver a Namjoon rendirse y tomar asiento.
Volvió a su puesto en la barra y siguió limpiando vasos, ya era de tarde y del ojiazul se preguntaba porqué Taehyung aún no hacía aparición, pero para evitar de pensar en eso fue a ayudar a Hoseok con el pedido del príncipe, pues lo de él más sumado lo que le pidió al guardia era bastante.
Y mientras acomodaba toda la comida en la barra, logró ver la cabellera roja de quien tanto quería ver, pero no venía solo, pues un chico rubio venía a su lado y no se veía muy contento.
—¡Koo! —gritó desde la entrada al verle y se acercó a la barra— ¿cómo estás?, ¿te encuentras mejor?
El guardia se levantó de inmediato y se posicionó al lado del pelicarmin y SeokJin se giró de mala gana al reconocer aquella voz.
—¿Otra vez tú, imbécil? —mas Taehyung tenía su atención fija en el menor, pero el rubio frunció el ceño a la vez que se posiciona al lado del pelirrojo—. ¿Y tú qué, ricitos de oro?, ¿también me vas a empujar?
El ambiente era tenso, Yoongi veía expectante y le hacía señas con los ojos a Jungkook para que hiciera algo, pues parecía que iba a iniciar una pelea y eso no terminaría bien.
—Pues si tu perrito faldero ataca a mi mejor amigo, empujarte sería lo mínimo que haría —respondió con un semblante sombrío el rubio, que ahora Jungkook creía era Jimin.
—¿Cómo le dijiste a Namu? —exclamó con el ceño fruncido, estaba molesto.
—¿Cómo llamaste a Tae? —respondió con media sonrisa y Jungkook supo que debía actuar.
—¡Está bien! —alzó ambas manos en son de paz, para que ambos se calmaran—. Calmemonos, entiendo que tu primer encuentro con Taehyung no fue el más... grato, SeokJin —habló viéndolo—. Pero no es necesario usar sobrenombres y eso también va para Jimin —el rubio giró la cabeza para verle—. Eres Jimin, ¿cierto? —el contrario asintió y Jungkook le medio sonrió—. Taehyung y Jimin se sentaran a mi derecha, y Yoongi se mantendrá en medio, ¿de acuerdo?
El príncipe asintió y le ordenó al guardia que tomara asiento, por otro lado Taehyung se sentó al lado del híbrido y Jimin en el banco de al lado.
Jungkook solo suspiró medio abatido, pero se le quitó un poco el peso sobre sus hombros cuando el pelirrojo comenzó a hablarle, a preguntarle como se encontraba, que si fue muy grave lo que le pasó ayer y así.
Pero Jimin no podía quitarle la vista al azabache, porque todo se le hacía demasiado raro, a Taehyung no le gustaba mucho salir de casa, el ir por los pedidos de la Sra. Fou era casi lo que más le sacaba de su hogar, porque pasaba sus días en cientos de libros, plasmando sus ideas en pinturas y demás.
Porque Taehyung le había dicho que era libre en su pequeña soledad, que no necesitaba salir todos los días o tener cientos de amigos para sentirse vivo.
Era demasiado extraño que un día su mejor amigo despertara con ganas incontrolables de ir a la pastelería y mucho más extraño que desde ese día lo único que pudiera decir era "Jungkook", pero eso no lo alarmó demasiado, lo que le alarmó, es que Taehyung no ha podido ni siquiera leer un libro o hacer un simple poema.
Taehyung ya no estaba haciendo lo que más ama en su vida, hacer arte.
Así que llegó a una conclusión, ese no era su Taehyung, porque él conocía a su mejor amigo y su Tae no se comportaría así si estuviese enamorado, y es por eso que convenció al pelirrojo de llevarlo a conocer al chico de ojos cielo.
—¿Puedes guiarme al baño? —preguntó el rubio mirando al azabache que se encontraba charlando con Fou—. Suelo perderme demasiado en lugares nuevos, ¿me puedes guiar?
Jungkook vio la mirada seria del rubio y quizá ya sabía lo que vendría, pero asintió y comenzó a caminar al segundo piso.
—¿Qué le hiciste? —cuestiono cuando estuvieron lejos de la barra—. Ese no es mi mejor amigo, sé que le hiciste algo, pero no sé qué.
—¿D-de qué hablas? —rio nervioso mientras subía las escaleras y el otro le seguía por detrás—. No le he hecho nada a Tae, Ji-
—No te hagas el inocente, WonderLand —le interrumpió cuando pisaron el segundo piso—. Porque yo lo conozco y él no sería así si se enamorara realmente.
Los ojos del ojiazul comenzaron a aguarse y desvió su mirada lejos de Jimin.
—Taehyung no ha tocado ni un solo libro, ni un lápiz o un pincel, mucho menos la arcilla —el menor mordió su labio con nerviosismo, quería llorar—. Si Taehyung estuviera realmente enamorado de ti, estarías en todas sus obras, incluso, me arriesgo a decir que serías su nueva musa —se acercó al menor y este tembló—. Ese no es mi mejor amigo, Jungkook, así que dime qué le hiciste.
—Y–yo-
—¡Fui yo! —grito el pelimenta que había corrido las escaleras al presentir lo que pasaría—. Fue mi culpa, deja a Jungkook fuera de esto.
—Hablen —demandó mas el híbrido solo veía al menor con preocupación, pues estaba llorando en silencio—. ¡Hablen, maldita sea!... ¿qué le hicieron a mi Taehyung?
Y quizá Jimin se podría ver fuerte por fuera, pero Yoongi vio a través de eso y logró ver al chico que se preocupaba por su mejor amigo, que tenía miedo de lo que le hayan hecho, porque veía a un chico que se enfrentaría incluso a un príncipe y guardia real por su mejor amigo.
Así que no pudo enojarse con Jimin, porque él haría lo mismo por Jungkook.
—Jungkook hizo galletas enamoradas —los ojos del rubio se agrandaron—. Y como tenía un gran crush con Fou y no se atrevía a hablarle, yo puse docena y media de esas galletas —Jimin pasó sus manos por su cabello dorado por la frustración—. F-fue un impulso, solo quería que funcionara como incentivo para que se conocieran... Jungkook se enteró ayer, Jimin.
—Encantaste, sin consentimiento previo, a mi mejor amigo para que pudiera acercarse a él —lo señaló con el dedo—. Además de que lo hiciste a escondidas suyas... —el híbrido asintió—. Estas demente, ¡y esa mierda es ilegal!, podría demandarte a ti y a Alice's Bakery por tu impulso de idiotez.
El azabache levantó enseguida la cabeza y comenzó a negar.
—Por favor, no hagas eso, te lo suplico —limpio sus lágrimas con el antebrazo y siguió—. Solo debo besarlo para que el encantamiento se deshaga, lo haré enseguida, ¿sí? —trago saliva al tener nuevamente la atención de rubio—. Después Taehyung me odiara, no nos veremos nunca más y cada uno seguirá co-
—Alto, WonderLand —interrumpió al ojiazul—. Mi mejor amigo no es un monstruo, no te va a odiar, quizás se moleste, pero no es tu culpa —aclaro con el ceño medianamente fruncido—. Sé que te gusta, se nota, así que deberías intentarlo, pero esta vez con el Taehyung de verdad, por favor.
—Lo más probable es que no recuerde nada de lo que hemos hecho juntos. —susurró desanimado.
—Pues si no recuerda, crea nuevos momentos con él —miró directo a los ojos azules del contrario—. Tae no es un monstruo, es realmente amable y gentil, solo que algo tímido, pero no tendrá problema alguno en conocerte.
—Iré a buscarlo. —habló el híbrido.
—¿Por qué tardaban tanto? —preguntó el pelirrojo que recién había llegado al segundo piso y al recibir tres pares de ojos expectantes se preocupó—. ¿Pasó algo, Koo?
Jungkook se dedicó a verlo con una sonrisa por unos segundos y negó con la cabeza.
—Solo quería decirte algo, uhm, ¿vamos a la biblioteca? —señaló con el mentón la biblioteca y ambos caminaron hacia el lugar.
Por otro lado Yoongi y Jimin se quedaron a esperar en silencio, después de todo, Jungkook saldría posiblemente llorando y Taehyung confundido y sin saber como llegó allí.
Cuando llegaron al lado del enorme ventanal, el menor tomó el habla.
—Estos cortos seis días han sido maravillosos, Tae —comenzó a hablar—. Pero este no eres tú, esto es solo una fantasía de la que me enamoré, como me enamoré de ti —el ojimiel le veía con atención, a pesar de que no comprendía a que se refiere su Koo—. Sé que esta no fue la mejor forma de interactuar por segunda vez —rio triste y lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y el pelirrojo se acercó a acunar el rostro ajeno, para así poder limpiarlas—. Quiero decirte... que mi corazón ha sido tuyo desde que me llamaste "ojitos de cielo" cuando nos encontramos afuera de tu exposición en Diamond —se relamió los labios y miró directo a los ojos ajenos—. Lo más probable es que no recuerdes nada de esto, pero si lo haces... Por favor, vuelve.
El azabache posó sus manos alrededor del rostro ajeno, así como lo estaba haciendo el contrario con él, y lo besó.
Fue un beso tierno, pero desesperado por no tener deseos de acabar, el pelirrojo comenzó a mover los labios y Jungkook se dejó llevar, hasta que sintió como Taehyung se quedaba quieto, así que decidió alejarse.
El rostro del mayor estaba en blanco y le observaba con detenimiento, parecía perdido, de a poco quitó las manos del rostro del ojiazul y tomó mayor distancia.
—¡¿D-dónde estoy?! —preguntó mientras giraba a ver a todos lados y trataba de ubicarse—. ¿Quién eres?, ¡¿y qué hago aquí?!
El pelirrojo se alejó aún más del otro y chocó su espalda con el librero, a la vez que se comenzaba a hiperventilar. Jungkook no pudo evitar sentirse culpable, porque Taehyung le veía con miedo y angustia, se veía tan perdido.
—B-bueno... —suspiró abatido—. Estás en la biblioteca de Alice ́s Bakery, me llamo Jungkook WonderLand y trabajo aquí —el pelirrojo le vio con suma atención, aunque también con miedo—. Y sobre qué haces aquí, es algo complic-
—¿Estabas besándome? —lo interrumpió mientras señalaba sus labios—. Es-es que estábamos demasiado cerca...
—Eh, sí —respondió nervioso.
—¿Por qué lo hiciste? —frunció el ceño molesto—. ¿Te di mi consentimiento? porque yo no recuerdo nada, y-yo... no entiendo qué hago aquí. —susurró lo último con miedo.
Luego de un pequeño silencio Jungkook decidió hablar.
—Te dieron galletas encantadas en el pedido que recibiste el jue-
—¿Me diste galletas encantadas? —preguntó atónito
—F-fue un error, yo-
—¡¿Qué me hiciste?! —le interrumpió otra vez y Jungkook quería llorar porque le veía aterrado—. ¡Responde!
—Eran galletas enamoradas... —desvió su mirada a sus zapatos.
—¿Qué significa eso? —el pelirrojo no entendía nada, solo quería ir a casa.
—Estuviste enamorado de mí, pe-
—¡¿Me diste galletas para que me enamorara de ti?!
Jungkook levantó la cabeza para explicarle todo, explicarle que no fue él, que todo fue un malentendido, pero no pudo hacerlo, porque Taehyung retrocedió lentamente y luego se echó a correr por el pasillo, dejándolo con la palabra en la boca y el corazón destrozado.
Pero los únicos que no entendían nada eran SeokJin y Namjoon, porque al quedarse en la barra pudieron ver al chico pelirrojo irse mirando todo como si estuviese perdido y nunca hubiera entrado a la pastelería, el rubio guiaba al otro a la salida mientras lo veía preocupado y después apareció Yoongi con cara de gato regañado y Jungkook con los ojos rojos.
SeokJin llegó a dos conclusiones: o estaban todos locos o se estaba perdiendo un buen chisme.
Pero le restó importancia y siguió comiendo, incluso le robó unas galletitas a su guardia.
𝐃í𝐚 𝟐𝟎: 𝐀𝐥𝐠𝐨 𝐫𝐞𝐚𝐥
Esa mañana Jungkook no estaba con los mejores ánimos, despues de que terminara su turno aquel miércoles, llegó a su casa solo a lanzarse a la cama y llorar, pero ahora su rutina no era tan distinta a ese dia. Ya habían pasado dos semanas desde que deshizo el encanto de Fou, pero él es un chico sensible y aún llora porque él que quizá era el amor de su vida, ahora lo odiaba y ya no hacía pedidos a la pastelería, así que aún le dolía horrible la cabeza, además de que se veía fatal.
Hoy también era miércoles y no quería ir a su turno de la tarde, solo quería dormir.
Solo se levantó a comer algo que no fuera muy sano, así que desayuno un pote de helado de fresa y un café helado, después regresó a su cama y decidió leer un poco, así que gastó su mañana en eso.
Cuando el reloj marcó las 1:35 pm se sentó a almorzar, junto a su abuela, papas fritas y pollo frito, aunque después comió un poco de helado de limón, porque él quería helado como en las películas.
Estaba de duelo por la ilusionada del año.
Después de almorzar se recostó en el sillón a ver la televisión, pero todo era muy aburrido, así que se puso a pensar.
Fou no había reaccionado tan mal, no le había golpeado o insultado, solo que no le dejó explicar todo lo sucedido, así que quedo como un malentendido, el pelirrojo debía de odiarlo, hasta podría pensar que quería experimentar con él o que era un rarito que quería hacerle cosas raras.
Lo único bueno es que ya había pasado lo peor, pues ahora Taehyung estaba desencantado por lo que ya no tenía aquel peso de culpa.
Y ahora que lo pensaba, había dado su primer beso, tremendo.
Pero ahora solo había que seguir con la vida, trabajar para sacar el título de pastelero y comer mucho helado, porque es un joven dolido que perdió al posible amor de su vida.
Pasó el tiempo y ya estaba bajando las escaleras de caracol para trabajar, esta vez le tocaba cerrar a él y no a Lila, por lo que tenía bastante trabajo.
Ya había logrado perdonar un poco a Yoongi, solo que seguía algo resentido y no era para menos; esa tarde el híbrido fue a visitarlo como de costumbre a la pastelería, aunque no pudieron interactuar mucho, ya que la pastelería estaba llena, él y Hoseok, además de los otros meseros, subían y bajaban con bandejas llenas, incluso le tocó organizar a la gente, varias veces tuvo que llamar al segundo piso para saber si había mesas libres en algún lado.
Luego de tanto caos Jungkook necesitaba un descanso, así que se dirigió al baño y parecía que no era el único con aquella idea, porque se encontró otra vez con el híbrido de conejo, quien le sonrió cansado y ambos tomaron asiento en la encimera a la vez que suspiraban.
—Hoy es un día de locos, ¿no lo crees, Kook? —sonrió con complicidad.
—Y que lo digas —acomodó sus cabellos hacia atrás—. Le dije a mi abuela que eso de poner las bebidas a mitad de precio y la comida a dos por uno, al mismo tiempo, sería una locura.
Ambos rieron viendo hacia los cubículos vacíos.
—La Sra. Alice es una visionaria, solo que tú no la comprendes —el azabache negó con la cabeza—. ¿Y qué pasó con tu enamorado?
—Pues le quité el encantamiento —suspiró y el mayor le miró con el entrecejo fruncido—. Pasa que Fou estaba enamorado de mi porque Yoongi le entrego mis galletas enamoradas.
—¿Eso no es ilegal? —preguntó mientras acariciaba sus orejas blancas.
—Yo creo que sí, pero hace dos semanas lo besé y se rompió el encanto —bajó de la encimera y se arregló la ropa que estaba arrugada—. Al menos no se lo tomó tan mal.
—¿Qué es "tan mal" para ti, Kook? —preguntó mientras acomodaba sus cabellos blancos.
—Que no me golpeó, insultó o me lanzó un libro por la cabeza —el mayo arrugó la nariz al imaginarlo—. Solo que no me dejo explicarle todo, así que quizá me odia.
—Mientras no nos demande...
Ambos rieron y se dirigieron a sus puestos de trabajo, por suerte pudieron con el ritmo tan caótico de aquella tarde y noche.
Cerraron al público a la hora de siempre, a las 10:30, pero Jungkook y otros trabajadores aún se encontraban limpiando mesas, cubiertos y demás, había una melodía de piano por los parlantes de ambos pisos y el ambiente era calmo.
Y es que todo estaba tan tranquilo que Jungkook pudo oír como sonaba la campana de las puertas, indicando que alguien había entrado.
—Lo siento, estamos cerrados. —dijo sin levantar la vista de las copas que guardaba debajo de la barra.
—Lo sé —el azabache se quedó estático al reconocer aquella voz—. M-me memorice el horario —carraspeo el pelirrojo que se acercó a la barra a paso lento—. Tengo una buena memoria... Koo.
Y quizá Jungkook captó la indirecta mas no lo creía posible.
—¿Q-qué haces aquí? —carraspeo y guardó la copa que tenía en su mano—. Creí que me odiabas, después de todo, te fuiste sin dejar que te explicara.
—Bueno, quizá sí debí haberte escuchado. —se sentó frente a él mientras jugaba con sus manos y veía hacia todos lados, evitando la mirada del azabache.
—No entiendo. —contestó nervioso, pero sin despegar la vista del mayor.
—T-te explico, pero no me mires así —se tapó el rostro con la palma de su mano izquierda—. Es que me da vergüenza hablarte sabiendo todo lo que te dije. —habló tan rápido que Jungkook tuvo que tomarse un tiempo para comprender.
—Está bien, no te miraré... Así. —respondió con ternura y tomó asiento, pero dirigiendo su vista a un ventanal.
El pelirrojo inhalo y exhalo para tranquilizarse, él no era tan confiado realmente, era bastante vergonzoso, claro que había excepciones, como la vez que se topó con el bello chico afuera de la galería y le llamó "ojitos de cielo" en forma de coqueteo, pero es que él no creí que lo volvería a ver, mas, cuando fue por primera vez a buscar un pedido de su madre, no esperaba ver a lo lejos al chico que lo flechó en su primer encuentro, pero fue una sorpresa bastante grata, solo que aquel chico parecía esconderse de él, porque cada que entraba él desaparecía, ¡lo veía desde afuera y luego ya no estaba!, era frustrante, pero estaba decidido a poder verle un poco más y descubrir su nombre... solo que no fue como esperaba.
Al deshacerse del encanto, no lograba entender nada, ahí estaba el chico que lo flechó, pero se enteró que le había encantado... Y Taehyung se sintió usado, como si fuese un experimento y creyó que su ojitos de cielo solo quería probar los efectos de la galleta y él fue la primera persona que vio o logró que comiera aquel dulce.
—Jimin me explicó todo lo que debí haber escuchado si me quedaba un poco más —Jungkook abrió los ojos en demasía y sus mejillas se volvieron rojas—. Al parecer... Ehm, te gusto y el chico gato reemplazó las galletas que me obequiabas para que nos acercaremos.
El menor vio de reojo al ojimiel y realmente parecía un tomate, estaba rojo hasta las orejas y se estaba abanicando con una mano.
—Así que ya lo sabes —lo miró y el otro asintió mientras se relamía los labios.
—Y t-tú dijiste que si recordaba todo volviera —los ojos azules del menor brillaron y entreabrió sus labios asombrado—. Y aquí estoy, Koo. —se giró para ver al menor, a pesar de morirse de vergüenza.
Y Jungkook lo veia confundido, pero sus ojitos brillaban, se veían hermosos.
—¿Recuerdas... todo? —el mayor asintió mientras mordía su labio inferior, nervioso—. N-no, eso es imposible.
Taehyung estiró, algo dudoso, su mano para limpiar la pequeña lágrima traviesa que se le escapó al azabache y luego juntó ambas manos, tratando de armarse de valor.
—Recuerdo como empuje a ese chico que ahora me odia —comenzó a enumerar y Jungkook sonrió en grande—. Recuerdo como me colé en un evento beneficiario para cantarte, como nos recomendamos libros, la nube del perro en una escoba de nuestra cita y de las cuatro cartas que te hice cuando estabas enfermo, Koo.
—Realmente lo recuerdas... —dijo sin dejar de mirar los ojos color miel del contrario.
—Sí, uhm, r-realmente te recuerdo, Koo —posó su mano sobre la barra y golpeteo con sus dedos—. ¿Qué tal... si me invitas un jugo y hablamos sobre el inicio de todo este enredo?
—Está bien —sonrió con un sonrojo y una sonrisa imborrable—. ¿De qué sabor quieres el jugo?
—Cualquiera, menos sabor a encanto... Quiero algo real. —sonrió tímido y sus mejillas se tiñeron aún más de rojo.
El azabache entendió aquella indirecta, Taehyung Fou quería conocerlo, así que fue por un jugo de naranja y dejaron la noche correr.
Y quizá, si serían eternos.
Ficha del concurso "Gothic Disney Fest"
1. Categoría: Tiana's Curse.
2. Género: romance, fantasía, juvenil, comedia, drama.
3. Pareja: Kim Taehyung y Jeon Jungkook (TaeKook).
4. Extensión total: 16269 (me pasé un poquito).
5. Etiqueta: kooromi_
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