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Capítulo Único.

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T/Obidei Girls Love
"S a b o r A C a f é"
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Hay personas que cuando las conocen, saben a café ¿Te a sucedido alguna vez? Sientes un choque de adrenalina por adentro, son esas personas que al oírlas o leerlas te hacen sentir un terremoto en tus pies, es como un disparo de energía, de conocimiento, de química... Directo a la sien, sabes que después de ese primer contacto, nada será igual, son como una bofetada, una tormenta de verano, como el primer beso que jamás se olvida, como un tren viejo y olvidado dando sus últimos paseos.

Las personas con sabor a café son mágicas.

¿No me crees? Entonces dejame contarte como esta hermosa peculiaridad logro unir dos corazones completamente distintos, logrando una conexión inexplicable y mágicamente única. Esta es la historia de dos mujeres, tan diferentes e incompatibles como el agua y el aceite, quienes jamas imaginaron que algo tan "común" pudiese unirlas de esta forma.

Ambas tan diferentes y al mismo tiempo... Tan similares.

Una mujer un tanto alta caminaba perdida en sus pensamientos, sin estar realmente al tanto de lo que sucedía a su alrededor. Su cabello azabache contrastaba con su piel perlada y sus oscuros ojos lograban que su mirada sería predominase, dándole un aire de una clara superioridad. Sus pensamiento vagaban, se encontraba perdida en estos mientras uno que otro suspiro escapaba de sus labios. Ella siempre fue considerada por sus familiares como una mujer seria, educada y callada, solían llamarla; La perfección azabache.

Pero ¿Que se escondía detrás de aquella perfección?

La azabache desde muy pequeña lucho por conseguir la imagen que la caracterizaba, debido a la fuerte crianza a la que fue sometida, ya que al ser parte de la familia más conocida mundialmente y con una gran fortuna no podría esperarse menos de ella, la familia Uchiha. Pertenecer a los Uchiha podría ser un sueño para cualquier persona que conociese sus riquezas y logros, pero, detrás de aquel honroso apellido se escondía una vida llena de soledad y dolor, donde controlaban hasta el mas pequeño detalle de tu existencia. Desde que tenia uso de razón su vida fue guiada a base de protocolos, los cuales debía seguir al pie de la letra y sin ningún tipo de error, desde su postura hasta incluso su propio vocabulario. Jamás asistió a alguna pijamada ni tuvo el gozo de una infancia relativamente "normal", por el simple hecho de tener que "mejorarse" día tras día, tampoco había asistido a ninguna escuela, puesto que sus padres jamas han tenido buenos ojos en estas.

Se sentía atada con las cadenas más fuertes que jamas haya conocido, atrapada en una jaula de oro irrompible, donde por más que ansiase salir al exterior y ser la dueña de sus propias decisiones... Le era completamente imposible.

¿Por qué? Se preguntaran, la respuesta es simple.

Ser la única mujer con la sangre de los Uchihas corriendo por sus venas le colocaba un gran peso en sus hombros, el cual con el pasar de los años comprendía su situación con cada vez mas claridad. Cuando supo que su cuñada Mikoto esperaba un bebe no pudo evitar crearse una pequeña ilusión de sentirse libre, a pesar de saber que aquella era falsa y aunque mágicamente tuvieran una bebe ello no aseguraba que sus ataduras desaparecerían mágicamente. Sus ilusiones fueron destrozadas con la llegada del pequeño Itachi, pero... No pudo evitar amarlo con todo su ser al ser su primer sobrino, puesto que entendía con claridad que la culpa no era de esa pequeña criatura, ni mucho menos suya propia por nacer en aquella familia.

Y en ese momento entendió que jamás seria libre.

Con resignación en sus mayores deseos dejo que los años se fuesen volando, lleno de soledad y siendo presionada a ser la mujer "perfecta" que debía en algún momento tomar las riendas del negocio familiar, para poder expandirlo aun más y así abrir el suyo propio. Nada cambio cuando a la familia había llegado el segundo hijo de su hermano, Uchiha Sasuke, la azabache se sentía cada vez mas sin esperanzas y condenada a aceptar las condiciones con las que había nacido.

De un momento a otro la joven detiene su andar por los largos pasillos de la empresa al sentir como tomaban su mano, un tanto confundida gira su rostro hacia su costado, encontrándose con la inocente mirada de su sobrino mayor, quien le miraba un tanto apenado por interrumpirla. La azabache se agacha hasta colocarse a la altura del menor y con su mano acaricio el cabello de éste mientras que con la otra sostenía unos cuantos papeles.

-¿Qué sucede, Ita?

Le pregunta en un tono suave, aun sin dejar sus caricias sobre su cabello. El menor aparta la mirada unos pocos segundos, para después mirar a la fémina una vez más como seriedad en sus ojos, la azabache no pudo evitar sentir un nudo en su garganta al notarlo. Lograba recordar que ese era la primera regla el cual seguir y aquello no podía destrozarle el alma aun más, notando como de a poco su pequeño sobrino se convertía en todo un Uchiha. ¿Cual era esa regla?

"Los Uchiha jamas deben dejar de ser inexpresivos."

Recordaba con pesar las firmes palabras de su hermano, quien se las mencionaba a una azabache más pequeña. Sentía como un incomodo dolor se instalaba en su pecho y no podía evitar que su odio hacia su apellido aumentase.

-Padre quiere verte.- Suelta un tanto tembloroso.

La mujer asiente, se inclina mientras besa con cariño el cabello del menor para después levantarse e irse. Su espalda recta y su mirada en alto la hacían destacar entre los empleados que transitaban los pasillos, la seriedad en sus orbes intimidaba a quienes volteasen a mirarla logrando así que estos bajasen la mirada. Dentro de si, la azabache no podía evitar sentirse cada vez menos conforme con sigo misma. Sabia con exactitud como algunos de sus empleados la catalogaban como una arpía, como alguien que se sentía superior ante todos, que nadie podía mirarla sin su autorización y mucho menos dirigirle la palabra.

Y en sus adentros... Aceptaba que si se sentía de esa forma.

Pero lo odiaba, odiaba tener que ser alguien completamente distinta a ella, cuando miraba su reflejo no podía evitar preguntarse «"¿Quien eres?"» puesto que por mas que lo intentase... No se reconocía, no sabía quien era, no se entendía en lo absoluto y eso la frustraba en exceso. No existía algo mas doloroso como el no conocerse a si mismo, no poder experimentar como lo desearías y tampoco ser dueña de tus propias decisiones.

Al ya estar enfrente de la gran puerta de la oficina de su hermano eleva su mano y toca sin titubear, -Como se le había sido enseñado.- pasaron unos cuantos segundos antes de que se le fuera permitida la entrada, al ingresar en aquella oficina el hombre dentro de esta la miraba con seriedad, estando sentado en una gran silla detrás de un inmenso escritorio llena de papeles en perfecto orden.

-Necesito que vayas a un lugar.- Inicia, el tono grave de su voz logra erizarla de pies a cabeza.

Sin mostrarse afectada se acerca hasta el escritorio, toma asiento en una de las sillas disponibles enfrente de este y asiente esperando las palabras de su hermano.

...

La puerta de la limusina fue abierta por el chofer, de esta salio la azabache con una elegante blusa de mangas largas y una falda sobre sus rodillas, ambas prendas portaban un color ónix brillante, logrando hacer juego con las lujosas joyas que adornan su cuello, orejas y manos. La sería mujer se alejo del chofer y del vehículo para adentrarse en hermoso restauran, donde la recibieron unos cuantos meseros siguiendo sus propios papeles mientras la guiaban hasta su mesa.

Mientras caminaba no pudo evitar observar a su alrededor con discreción, detallando el hermoso interior del lugar. Las paredes eran blancas con decoraciones sobresalientes con los colores rojo y dorado, las sillas y mesas se mostraban elegantes con una hermosa decoración la cual hacia juego con las paredes. El techo era alto con unos cuantos candelabros de cristal adornándolo y el suelo mostraba una cerámica oscura mientras en las esquinas este tenia azulejos llamativos.

La joven toma asiento en su mesa correspondiente, un semblante sereno adornaba su aura por completo. Sus ojos se mantenían analizando el actuar nervioso de los camareros, quienes intentaban en vano mantener la calma.

¿Qué sucedía exactamente?

Al dueño de aquel restaurante le fue informado que algunos de sus empleados no contaban con la educación adecuada, por ende Uchiha Fugaku -Actual dueño del lugar.- decidió enviar a su pequeña hermana al lugar, con la intensión de que ésta evaluara el actuar de cada uno. Los empleados claramente estaban informados de quien era ella y cuanto impacto tendría su visita, por ello le enviaron al mejor mesero junto a los mejores platillos y bebidas. Los minutos pasaban con tranquilidad mientras la hermosa socialite degustaba sus alimentos, la tensión era palpable en el lugar y la azabache no podía sentirse menos incomoda al tener las miradas de todos sobre ella, por ello en un movimiento inesperado para los empleados esta se levanto y se dirigió al baño sin dejar de lado su postura.

Al ingresar al lugar se acerca al gran y lujoso espejo de este, se mira con detenimiento mientras miraba su vestir y facciones, una vez mas no reconocía a quien tenia enfrente.

-Es duro tener esa mirada.

Una inesperada voz la sobresalta, un pequeño sentimiento de nerviosismo empezó a invadirla al mismo tiempo que su corazón se aceleraba -No podían culparla por su actuar, puesto que en aquel instante su guardaespaldas no se encontraba con ella y jamas había salido sin el.- y sin poder evitarlo gira su rostro hacia atrás, ahí se encontraba una mujer rubia, sus ojos eran azul cielo y su piel era blanca pero no tanto como la suya propia.

Cuando noto el vestir de esta su corazón empezó a normalizarse y el susto de a poco se alejaba de su ser, ésta vestía el uniforme del restaurante dando a entender que trabajaba en el lugar. Curiosamente su chaleco negro y su manga larga blanca estaba mas abierto que el de las otras meseras, mostrando así parte de su pecho, la Uchiha noto como las mangas de la manga larga se encontraban dobladas hasta su codo y el como su falda era mucho mas cortas que las demás.

Y ahí lo entendió.

Seguramente ella era la mesera que se encontraba haciendo que el negocio fuese mal visto por los clientes, era fácil de notar por su vestimenta y también por sus rubios cabellos sujetados en un moño desordenado. Estuvo apunto de regañarla por usar el uniforme de forma inadecuada cuando cayo en cuenta de las palabras de ésta; Es duró tener esa mirada. Sin poder contenerse decide saciar su curiosidad.

-¿A qué te refieres?- Inquiere.

Su voz fina y baja llamo la atención de la rubia, quien no pudo evitar ladear una sonrisa. La voz de la trabajadora era unos pocos tonos mas alta que la de la azabache, pero aquella no era la única diferencia, puesto que la altura entre ambas eran realmente distintas, a pesar de que llevasen los tacones casi de la misma altura.

El cuerpo de la rubia se mostraba relajado, lo podía notar por sus hombros caídos. La ojiazul se recarga sobre la pared y sin borrar su sonrisa mira de pies a cabeza a la azabache mientras cruzaba los brazos sobre su pecho, quien trago en seco con discreción.

-Es difícil no conocerse a si misma, ¿Verdad?- El cuerpo de la socialite se tensa ante sus palabras. La rubia contiene una risa y se acerca hasta la mayor.- Conozco esa mirada mejor que nadie.

-¿Piensas que te creeré?

La azabache se siente incomoda, jamás en su vida se había mostrado tan habladora y la cercanía de la rubia la ponía nerviosa en exceso, la mas baja de estatura se encontraba a tan solo unos pocos centímetros de ella.

-No busco que así sea.- Admite.- Tampoco es como si necesitará que me creyeras, solo mencione que entiendo tu sentir.- La azabache curvea un poco su mirar, dándole a entender a la rubia que tenia curiosidad.- La jaula de oro, irrompible. Las cadenas de diamantes que sostienen tus extremidades, sin llave alguna para poder abrirlas u liberarte.- La Uchiha abre sus ojos hasta más no poder.- Creo que es obvio que si entiendo lo que sientes.

La mayor en aquel instante no sabia que decir, tampoco el como actuar, por primera vez en su vida se sintió completamente en blanco ¿En serio no había un protocolo para aquella situación? Porque empezaba a sentir que lo necesitaba con urgencia. La rubia noto la tensión repentina en el cuerpo de la azabache, por ello decide tomar distancia, cosa que logro calmar un poco a la mayor.

-¿Quien... Eres?- Pregunta en un tono bajo, casi inaudible.

La rubia aun sostenía la potente y afilada mirada de la azabache, la Uchiha a pesar de su notable incomodidad -Y un poco de nerviosismo.- en su ser aun mantenía la fuerte guerra entre ambos par de orbes. El silencio reino durante unos largos e interminables segundos.

-Dei.- Suelta de forma seca.-Ese es mi nombre.- Se identifica aun sin apartar su mirar de la Uchiha.-¿Cuál es el tuyo?- inquiere, al mismo tiempo que gira su rostro hacia el gran espejo.

La Uchiha dudo, pero por alguna extraña razón un sentimiento de confianza crecía en su interior, por lo que sin dudar decide presentarse de igual forma.

-Obi.- Exclama, decidiendo no decir su apellido por el momento.

La rubia se estira un poco ante el atento observar de la azabache, de un momento a otro reduce la distancia entre ambas, sus rostros se encontraban a tan solo centímetros, sus respiraciones chocaban. Un extraño palpitar acelerado se apodero del pecho de la mayor y sin entender el porqué sus manos habían empezado a temblar, la señorita de nombre "Dei" sonríe en un vago intento de generarle tranquilidad a su confianza.

-Bueno, supongo que la conversación terminara aquí, Obi.- Sisea su nombre sin ningún tipi de vergüenza, el cuerpo de la nombrada se pone rígido.- Espero verte de nuevo.- Palmea su hombro con delicadeza.

Una pequeña corriente eléctrica recorrió su espalda por completo, el palpitar de su corazón se volvía cada vez más errático. Cuando la confundida Uchiha pensó que su cuerpo por fin dejaría de actuar extraño, de forma inesperada la rubia antes de alejarse guiña su ojos izquierdo, despidiéndose en silencio de la mayor y sin más desaparece tras la blanquecina puerta del lugar.

Un suspiro pesado escapa de los labios de la azabache.

No había notado en lo absoluto cuando había empezado a contener su respiración, el golpeteo de su corazón contra su pecho era fuerte, su pulso se mostraba acelerado y sus manos un tanto temblorosas. En sus adentros solo podía recordar el pequeño guiño de la rubia y en su sonrisa cálida... Pero sobretodo en sus palabras. Había logrado describirla en tan solo segundos, noto su mayor inseguridad y doloroso sentir que jamas podría alejar de si misma.

Y sin más sale del lugar para poder regresar a su mesa.

...

Su mente divagaba, preguntándose una y otra vez el porqué yacía de nuevo en aquel restaurante, el porqué le había mentido tan descaradamente a su hermano, con la vaga excusa de no haber encontrado la causa de las criticas del lugar y así tener la excusa perfecta para poder volver día tras día.

Para poder... Verla de nuevo.

Y vaya que le había funcionado, puesto que aquel día se cumplían dos semanas desde que asistía al lugar, dos largas semanas en las que mintió, dos semanas en donde visitaba con frecuencia el restaurante... Dos semanas de poder observarla a lo lejos. Su largo cabello que mantenía atado en una cola alta, dejando caer un revoltoso mechón sobre su mejilla, sus miradas se cruzaban de vez en cuando y podía evitar perderse en aquellas hermosas piedras azuladas cual cielo.

Y su sonrisa... ¡Oh, cuanto la hipnotizaba con ella!

Cuando la rubia notaba su presencia sonreía con la misma calidez que el día en que se conocieron, guiñaba el mismo orbe con la misma picardía e inclusive solía hacerle señas para encontrarse en el baño una vez más, justo como había sucedido ese día. Ambas se hallaban en el solitario baño y a pesar del gran silencio que mantenían... Sus ojos no se apartaban de sus contrarios, logrando que ónix y azul chocasen en una pequeña explosión de sentimientos reprimidos, los cuales sus mentes le impedían la salida de sus labios.

La azabache recapitulaba los pequeños detalles que habían surgido entre ambas con el pasar de los días... Horas llenas de sonrisas discretas, segundos de miradas eternas, orbes que cuentan historias silenciosas, guiños que robaban suspiros, pequeños encuentros donde el silencio estaba lleno de secretos, donde sus corazones hablaban sin siquiera una palabra... Y aquella extraña complicidad que las dejaban sin aliento alguno.

La rubia nuevamente invade su espacio personal, como en ocasiones pasadas hacia, mientras que la azabache sigue sus movimientos con su mirar en silencio. Una vez más, sus rostros eran separados por tan solo unos pocos centímetros de distancia y... Su sonrisa aparecía en aquel risueño rostro que tanto había llamado su atención.

-Mi turno acabara en unos minutos...- Le susurra, su cálido aliento chocaba contra el de la Uchiha, quien trago en seco ante su cercanía.-¿Desearías acompañarme algunas horas a un lugar?- Su sonrisa se amplia ante el repentino asentamiento de su contraria.

La azabache lo había hecho sin siquiera pensarlo dos veces y justamente cuando la menor la había dejado sola una vez más se dio cuenta de su error, se hallaba entre la espada y la pared. Realmente quería ir con ella, pero, tampoco podía llegar tarde a la empresa. Traga en seco, muy en sus adentros sabia que se arrepentiría de su decisión.

Y sin más, con el pasar de los minutos ya se encontraba en un pequeño claro junto a la risueña rubia.

El sol se ocultaba ante ellas, pintando el cielo con una hermosa mezcla de colores, donde el que mas lograba resaltar entre los demás era el naranja. El cómodo silencio aun se hallaba presente entre ambas, quienes miraban sin voltear sus miradas del hermoso atardecer que ante ellas estaba.

-El atardecer... Es muy hermoso.- Admite rompiendo el silencio.

La rubia la mira de reojo, se acerca un poco mas hacia la azabache hasta sentarse a su lado, para después voltear hacia el frente y dejar caer su cabeza sobre el hombro de la mayor. Un pequeño sonrojo se extiende por sus mejillas, el calor en su pecho se hace presente y sin poder evitarlo... Sus labios se curvean hacia arriba, en una pequeña pero hermosa sonrisa.

-Es lindo, si.- Comparte su opinión con la mayor.-Pero...- Su tono de voz baja un poco.-Prefiero el amanecer.- Sonríe a la nada mientras sus ojos se cierran, en un intento de disfrutar del calor de la mayor.

-¿El Akatsuki?- La confusión en su voz era notable.-¿Por qué?- Inquiere en un pequeño susurro.

La joven rubia tan solo se encogió de hombros y dejo que el silencio inundara el ambiente, disfrutando del tenue calor que emanaba del cuerpo de la azabache y así apegándose cada vez más a su cuerpo, inconscientemente la mayor pasa su brazo por la cintura de la rubia mientras la atraía hacia su cuerpo. Sus corazones latían a mil por hora, sentían sus pieles levemente erizadas por el tenue frío del anochecer y un pequeño tono carmín adornaban sus mejillas.

-...No lo se...- Susurra, mirando hacía el cielo.-Solo me genera un pequeño sentimiento de calidez al observarlo, amo el amanecer.- La azabache la observa de reojo.

Un pequeño pensamiento recorre la mente de la azabache, haciéndola sonreír con calidez mientras apretaba un poco más a la rubia.

-Serendipia...- Murmura, su sonrisa era pequeña pero, quien la viese podría sentirse relajado casi al instante.

Quien diría que alguien tan fría podría sonreír de aquella manera y la rubia, quien la miraba de reojo no podía estar mas agradecida de observarla. Repentinamente aquella palabra abarca el pensar de la menor, haciéndola sentir confusión y logrando que esta se aleje un poco y la mire.

-¿Sere qué?

Obi ríe en un tono bajo, acelerando el corazón de su contraria.

-.Serendipia.- Le corrige.- Es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado, que se produce cuando se estaba buscando otra cosa distinta.- La rubia aun se mostraba confundida, demostrándolo en su mirar.- Por ejemplo; yo buscaba encontrarme a mi misma, buscar la libertad, Pero...-Un pequeño silencio.- Llegaste tú y volviste mi mundo de cabeza, me ayudaste a entender que mi posición ni define quien soy o debo ser y sin esperarlo...- La rubia se sonroja aun más.- Me enseñaste que la libertad esta en nunca olvidarme a mi misma, que todo el mundo puede darme la espalda, pero mientras yo no me la de a mi misma... Todo estará bien.

La azabache toma ambas manos de la rubia frente a ella, apretándolas contra su pecho y el sonrojo de esta llegaba hasta las orejas, mientras la mayor mantenía el suyo propio/controlado.

-¿Es eso una declaración?- Ríe la menor.

La Uchiha se encoge de hombros, compartiendo su risa.

-Puede ser.- Suelta sin mas, empezando a levantarse del suelo.- De todas formas, ya es algo tarde, debo irme.

La rubia toma la mano que le era extendida, levantándose también del verdoso césped. Los últimos rayos del sol iluminaban la hermosa figura de la mayor, quien estaba a espaldas de este y la rubia no podía evitar sentirse anonadada, un solo pensar paso por su mente en aquel instante al mirar aquella hermosa figura, «Arte» esa bella fémina... Era arte.

-Si es así.- Susurra.-¿Has oído de las personas con sabor a café?- Inquiere, caminando a su lado.

-Me gustaría saber su significado.- Ambas entrelazan sus manos.

¿Alguna vez has conocido a alguien con sabor a café? Ella podía decir firmemente un sí, aceptaba que aquello había sido lo mejor que jamás le hubiese sucedido, su vida había dado un giro de drástico y aunque quisiese negarlo, amaba con todo su ser a esa hermosa mujer de cabellos dorados y ojos tan azulados como el mismísimo cielo. Si, Obi empezaba a amar... El sabor a café y Dei, no podía evitar admirar a aquella mujer frente a ella. A alguien que toda su vida dudo de si misma, que se perdió en un abismo que ella misma creía sin fondo e incluso se resigno a condenarse a si misma y aun así... Jamas se mostró débil ante nadie, aquello era de admirar.

Si, el sabor a café de una persona, podía deslumbrarte en un segundo.

Fin.
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¡Hola!

Dedicado a: iFUJOSHI-OBITO espero esto te anime un poco cariño uwu♥

¿Que les pareció?

¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.

¿Cual fue tu parte favorita?

Escrito:07/09/21
Publicado: 08/09/21

3868 Palabras

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