11. NEGOCIACIONES
Jacob mira a Raquel con insistencia y ella procura sostenerle la mirada evitando perderse en los ojos azules del abogado.
—Lo que hice — comenzó a decir — fue puramente por negocios. Él me lo pidió, incluso insistió. Y para serte sincero, solo pude representarlo para que no fuera a la cárcel.
No quiere admitir que de pronto está interesada en saber los detalles. Pero para su mala fortuna, él no añade más.
—¿En qué lo representaste? — pregunta sin dar a entender demasiada curiosidad.
—Pues... resulta que la chica con quien —, busca las palabras y recurre a la muleta más usada —. Hizo lo que hizo, lo denunció. Estaba a punto de desmoronarse cuando me llamó.
—¿Y qué hiciste para evitarle la cárcel?
—Pagó — contesta Jacob de inmediato, esperando una agradable reacción.
—Le pagó a la chica — conforma ella tranquilamente.
—Sí. Y nos debe, sino deshaces la sociedad, una buena cantidad. Y sabes que si no paga...
—Podemos hacerle un embargo.
—Exacto.
—Pagará a plazos y nosotros no somos usureros Jacob —replica la abogada.
—Por mí no hay problema. Si hay disolución...
Él mismo se interrumpió por un momento.
—Mira Raquel. No quiero disolver la sociedad — cambia el tema de pronto.
—No fuiste sincero conmigo. Debiste decirme — replica ella.
—Lo sé, y lo lamento — se apura a responder —. Lo... lamento no solo por perder la sociedad que nos ha dado renombre. Sino...
Otra vez se calla, pero está dispuesto a hablar.
—Dilo amigo, como lo ensayamos — comenta Sabinael apoyada de la mesa.
—Sino por perder la oportunidad de que te des cuenta de una vez de lo que siento por ti.
Raquel retrocedió levemente.
—¿A qué te refieres? — pregunta.
—Me refiero a que desde hace mucho he querido decirte que estoy enamorado de ti. Me refiero a que he sufrido tu dolor. Y en los últimos cinco años he esperado a que bajes esa cortina de hielo que levantaste luego de Andrew.
Raquel no se le ocurre qué decir, que es cosa rara en una abogada. Solo pudo tragar hondo.
—Me refiero a que — continúa Jacob motivado —, te amo Raquel, pero no así, amargada y resentida.
—Engreído — replica ella —. ¿Así quieres que te perdone?
—¿Te parece engreído el querer disfrutar del amor que desperdiciaste en Andrew?
Para ese momento, Raquel no se ha dado cuenta de que su mandíbula inferior se ha relajado y con la boca abierta mira al cambiado Jacob. Solo era el compañero de clases con el que decidió iniciar el bufete por lo agresivo que era en corte. Pero era la primera vez en que le veía usar esa agresividad en su vida privada.
—Estoy listo para que pase lo que pase, ser tu apoyo y volver a verte sonreír.
Es Sabinael la que sonríe satisfecha.
—La desarmaste, amigo — dice —. Ahora remátala.
Los dedos de la abogada se agitan nerviosos y su barrera de hielo se derrite como cuando lee sus novelas románticas, comenzando por su entrepierna. Suspira hondo, odiándose porque de pronto ha olvidado la expresión que la protegía.
—Es así de simple Raquel — comenta Jacob envalentonado con la expresión en el rostro de la mujer — Tómalo o déjalo.
Sabinael que se encuentra parada entre ellos, se apoya de la mesa riendo. "Así se hace, eres una bestia"; piensa mirando fijamente a Raquel.
El mesero llega con la orden y se para detrás de Sabinael quedando justo entre su trasero.
La traviesa demonio se incorpora y le atraviesa la cara a modo de bofetada, que por supuesto el hombre no siente.
—Atrevido — dice la demonio —. Al menos me hubieras invitado a cenar primero.
Comieron en silencio por una hora; tiempo en el que Jacob, se debate entre exigirle una respuesta o permanecer callado en espera. Tres bocados después, Raquel empuja su plato y toma del vino.
—¿Podemos ir a hablar al respecto en mi apartamento? — soltó tragando en un tímido gesto.
Jacob retira su plato y levanta su mano para pedir la cuenta. Sabinael se queda con la boca abierta por un momento. "Esas novelas si dan resultado"; piensa.
—Vaya chicos — exclama Sabinael —. Al fin un triunfo. Se han portado mejor que la mesera y el mensajero.
Se lleva los índices a las sienes al recordar esa tarde difícil con Hope y Michael.
Hope está preocupada al ver que el autobús al centro no llega; quiere volver lo más pronto que pueda.
—Tarda mucho ¿cierto? — le comenta un joven alto de cabello rizado.
La chica le mira y se limita a asentir.
—Tal vez llegue repleto de pasajeros — insiste el chico.
Su mirada no le gusta, le provoca tomar los documentos que lleva y cubrirse el pecho.
—No te preocupes — vuelve a hablar el chico del pelo rizado —. Si consigo asiento, te lo dejo.
—Ah, gracias. Que amable — responde ella algo seca para callarlo.
—¿Sabes? Yo...
—¡Michael! — grita Hope de pronto al ver al joven acercarse en su moto.
Michael no duda en acercarse a la acera a saludarla. Enfila su moto y la chica se acerca rápidamente dejando al alto con la palabra en la boca.
—Hola Hope — dice él tímido —. ¿Cómo estás?
—Preocupada. El autobús al centro no llega.
Michael titubea.
—¿Qué vas a hacer allá? — pregunta por curiosidad.
—No encuentro el certificado de nacimiento de mi hija y lo necesitaré pronto.
—No me miren — comenta traviesa Sabinael.
—Que pena. Creo haber visto el autobús averiado unas calles atrás.
—¡Rayos! — Exclama Hope decepcionada.
Michael se limita a verle con pena.
—¿En serio chico? — urge la demonio levantando una mano manchada —. ¿Para qué crees que corté todas las mangas de esa cosa?
—Siendo así — interrumpe el rizado —, mejor llamo un Uber. ¿Lo compartimos?
El espíritu maligno en la demonio se despierta con furia.
—Si no lo dices, dejaré que se la lleve.
Michael cayó en cuenta y hace el ofrecimiento que Sabinael espera.
—Si quieres te puedo llevar, voy para el centro — dice Michael al fin y Sabinael le lanza un palmetazo a su cabeza que solo lo atraviesa.
—¡Te odio... pedazo de ca...! — Exclama el espíritu realmente enfadada.
—Pues... — comienza a decir ella con titubeo.
—Ah, no. No te atrevas chica.
—Está bien — dice ella. Y Sabinael se calma.
—Adelante princesa, su caballero le espera en su... —Sabinael se fija bien en la Yamaha del chico —. Moto barata.
Del pequeño compartimento en la parte de atrás, Michael saca un casco y se lo ofrece a Hope que no tarda en acomodárselo y asegurarlo, seguido se sube a la moto y se aferra a la cintura de Michael, que sonríe para sí al arrancar; ante la mirada desconsolada del rizado con el celular en la mano.
La moto se desliza suave sobre la acera y se detiene justo frente al registro demográfico. Contenta de haber llegado, Hope se baja y devuelve el casco.
—Gracias Michael, me has ayudado en serio.
—Tengo que entregar algo, pero puedo volver por ti.
—Ay... no quisiera molestarte.
—¡No es molestia! — se apura a responder el chico —. Volveré rápido y estarás rápido en casa.
Al decir esto, Michael le sonríe. Hope ve en sus ojos un destello de esperanzadora súplica que le enterneció, por lo que no se sintió capaz de negarse.
—Está bien, te esperaré. Pero que sea pronto, debo volver con mi hija.
—De seguro yo seré quien espere por ti — contesta él sonriente.
El joven da una vuelta rodeando a la chica y con el pulgar levantado arranca hacia la calle camino a TechNorth; siendo observado por Hope que no se movió hasta haberlo perdido de vista.
Sabinael, con los brazos cruzados, sonríe satisfecha.
—¡Uuuu, Te está gustando chica! — exclama triunfante — Por fin nos estamos entendiendo.
El portal de fuego se abre justo sobre la demonio y desciende sobre ella.
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