The girl
Algún día
Cuatro meses después de Cool song no 5 | Mess is mine
12 de abril de 2018
—¿Me vas a abrir? —fue lo primero que escuchó al entrar a la habitación, causando que se sobresaltara y tapara su boca ahogando el grito al notar de quién se trataba.
En la ventana, Oliver aguardaba sentado en la pequeña cornisa asomando su cabeza y abrazando la funda de una de sus guitarras. Ni siquiera sabía que estaba en la ciudad, es más, Silver ni siquiera sabía que él regresaría en esos días. Instantáneamente, sus mejillas dolieron, obligándola a sonreír sin vergüenza porque al parecer eso nunca iba a cambiar.
—¿Por qué por la ventana? —se acercó a él, ajustando el nudo de su bata de dormir e inclinándose para poder verle de frente.
Oliver sonrió en grande, tanto que le recordó al gato de Cheshire como si planeara muchas cosas que no quería decir. Pegó su cara al cristal empañándolo con su respiración en un intento de ser gracioso.
—¿Puedo entrar? —preguntó, en voz baja.
Silver resopló, tratando de analizar las acciones y lo que podría esperase de ellas, acto seguido, quitó el seguro de la ventana y la abrió hacia arriba. Oliver dejó caer su guitarra dentro y después, con cuidado, entró él.
—Aguarda—sacó su cabeza e hizo un par de señas a alguien afuera.
—¿Quién es? —Silver intentó ver.
—El taxista, le dije que se puede ir—se encogió de hombros.
—¿Recién llegaste?
—El avión aterrizó hace una hora—sonrió feliz por ello.
—¿Y tus cosas?
—Abajo—señaló. Silver rápidamente sacó la mitad de su cuerpo y efectivamente, había un par de pequeñas maletas al lado del contenedor de basura como si fuese propio tenerlas ahí.
—Qué... —le miró—. No, diré nada—se dio por vencida—. ¿Por qué no avisaste que vendrías? Creí que estabas en Alemania.
—Tomamos un descanso de dos semanas—bostezó, yendo hacia su guitarra y sacándola de la funda—, y no quería arruinar la sorpresa.
—¿No crees que deberías ir a descansar y ver a tu familia?
Oliver hizo una mueca—: Creo que tenemos perspectivas diferentes sobre lo que significa una familia—respondió, sin problemas al mismo tiempo que intentaba afinar el instrumento.
—Te ves realmente cansado...
—Ya se me pasará—le aseguró, buscó con la mirada algún reloj en la pared y recordó ese que ella tenía como despertador—. ¿Por qué estás despierta tan tarde? ¿Eh? —quiso sonar como si fuese un regaño pero no lo logró por culpa de su risa.
—Tarea.
—Te perdono.
—Mmh...—pensó, tratando de recordar algo y buscó en su bolsillo trasero—. ¡Ah! —sonrió, sacó una barra de chocolate y se la extendió—. Chocolate alemán, es delicioso pero no me dejan comerlo mucho.
Silver tomó la barra, que estaba ya partida a la mitad por haberse sentado sobre ella. Rio y después le miró; estaba tan desesperado por encontrar su plumilla mientras maldecía al tiempo. Oliver no cambiaba, menos para ella. No lo había visto en meses y amaba que su visita le tomara por sorpresa porque así no tendría que soportar ese sentimiento de espera que le mataba de nervios con cada minuto. Ya no quiso pensar en lo que él tenía en mente al presentarse en ese momento como si ella fuese la única persona que lo espera en esa ciudad; intentaba controlar sus ganas de abrazarlo y charlar todo eso que no pudieron antes.
Silver frunció el ceño, mentalizando la razón por la cual no hablaba con él.
—Estoy enojada contigo—se retractó de sentirse feliz por verle y dio un paso hacia atrás, casi a punto de gritarle que se marchara.
—¿Por qué? —arqueó sus cejas, sorprendido o quizá fingiendo demencia.
—Volviste con Tilda.
—No, no es cierto.
—¿No es cierto?
—No me dejaste explicarte por teléfono.
—Me pediste que esperáramos. Pero no me dijiste que esperarías así.
Oliver relamió sus labios, colocando sus manos entrelazadas detrás de su cabeza. No tenía nada para replicar y eso era porque sabía que era su culpa. Cerró sus ojos respirando hondo controlando un poco todo lo que pasaba por su mente. Silver esperó, llenándose de todo lo que Oliver le transmitía aprovechando cada segundo de él. No estaba tan delgado como cuando se fue, y aunque sus ojeras eran más grandes, los huesos de su rostro ya no eran tan notorios y eso lo hacía ver mayor si lo combinaba con los vellos que parecían estar en su rostro desde hace días.
—Soy malo para los regalos de cumpleaños, ¿verdad? —señaló con su cabeza el reloj de su mesa de noche; eran las doce con un minuto—. Bien, si quieres después de esto me voy—acomodó su guitarra para comenzar—. Feliz cumpleaños, Sil.
—Vas a despertar a los demás.
—No me importa.
—A mí sí.
Oliver resopló.
—No tenemos vacaciones, yo pedí venir. Mi vuelo de regreso es en ocho horas. ¿Me dejarías?
—¿Tú la escribiste? —cuestionó, aceptando lo que él decía.
—Decidí ya no escribir sobre nosotros—sonrió—. Decidí que no es bueno cantarnos todas las noches.—enarcó una ceja y comenzó con los primeros acordes de una canción que ella ya conocía —Tu verdadero regalo está en la maleta de abajo.
The Girl - City & Colour
Explicación del porqué Silver dice odiar la canción en el auto de Fred en el capítulo de Dulce Nada :)
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