Social Cues
Después de Algún Día
Antes de Dulce Nada
Agosto 2018
Por alguna razón, en lo más profundo de su mente, donde su cordura quería salir a flote y su conciencia le obligaba a recapacitar toda su vida, intentaba recordar todas esas cosas malas que pasaron como método de distracción para tener un pretexto de vivir de esa manera. Pero nada era realmente suficiente para destruir algo que le llevó veintiséis años crear.
Ni siquiera los mal entendidos de su crianza, ni todos sus intentos fallidos, ni la poca empatía familiar; mucho menos el trato que recibía de todos antes de ser alguien que nadie esperaba.
Oliver sabía que su vida no era mala antes y buscar un culpable en su pasado solo lo convertía en un egoísta sin remedio por no aceptar que él mismo había sido quien se buscó todo eso. No quería ser así, no quería caer de esa manera ni desvanecerse sintiéndose solo aunque horas antes muchos gritaran su nombre.
Estaba solo pero, ¿no siempre estamos así?
Tenía lo que siempre había querido, por lo que siempre había soñado y visto en historias de personas inmortalizadas por crear y hacer que otros sintiesen a través de la música que tanto ama. ¿Por qué no estaba bien del todo?
Recordó sus citas con el médico cuando era niño, cómo se alarmaban porque la concentración nunca estuvo de su parte, cómo la desesperación se adueñaba de él y la calma no podía entrar en su cuerpo. Porque los impulsos le ganaban y no entendía por qué, y sus castigos eran medicamentos que soportó toda su niñez.
Pero vivir rápido era algo que nunca le molestó, eso decía siempre.
Estaba silencioso, o eso quería creer él. Quizá era por estar acostumbrado a la música fuerte o bajó el volumen del audífono de su oído sin darse cuenta cuando decidió dejar la reunión de afuera y encerrarse en su habitación de hotel.
Tenía que estar bien, siempre salía de eso. Encontraba reconfortante las palabras que su manager le dijo horas atrás cuando daba vueltas por todo el backstage buscando algo que pudiese tranquilizar una enorme ansiedad que le hundía las entrañas y le quitaba la respiración.
Eres grande, eres mejor que esto, dijo. Y Oliver lo entendió como un precio que tenía que pagar.
Salió, hizo lo que tenía que hacer frente a personas que no podía ver ni sentir por culpa de los reflectores. Era un papel vacío que jugaba y temblaba con cada paso que daba, así como los chistes y movimientos tan practicados que si no los hacía sentía que todos los demás se decepcionarían.
El espejo de la habitación era lo único que tenía a la vista, pero por más que quería moverse no lograba poder ver su reflejo ahí, sino solo el de la cortina bailando por el viento del ventilador de techo que estaba encendido desde que llegaron ahí esa mañana. En la oscuridad pensó, y quiso gritar por las marcas en sus venas pero era seguro que nadie afuera escucharía pues estaban más entretenidos festejando algo que ni ellos sabían, como lo hacían después de cualquier presentación.
Pero poco a poco la calma avanzó, y eso lo hizo sonreír pues ya no importaba qué pasaba después. Como cuando era niño y la necesitaba, la calma llegó más rápido gracias a algo nuevo que su cuerpo siempre imploraba.
Su corazón desaceleró tanto que por un momento ya no se sintió ahí. La luz de afuera se intensificó mostrando la silueta de alguien que entró repentinamente y corrió hasta él, probablemente gritó, no estaba seguro.
Tal vez todo ya había acabado y estaba bien así. Porque vivir rápido era algo que nunca le molestó, no hasta ese momento, momento en el que su nuevo medicamento le arrebataba lo único que en verdad importó.
Social Cues - Cage the Elephant
Hice esto ayer a las 3 de la mañana viendo mi espejo desde la cama, perdón.
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