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Come a little closer

Algún día

Tres meses después de Cool song no. 5 | Mess is mine

21 de Marzo de 2018


—¿Te estás escuchando? —Fred ahogó una risa después del silencio que se creó ante las palabras de Claire quien esperaba por una respuesta. El rubio negó con su cabeza y siguió dándole los últimos toques a su réplica sobre el caballete que tenía frente a él.

—Uh, ¿sí? —dijo obvia, acercándose más a él—. ¿Por qué no quieres?

—Es raro—frunció el ceño sin verle.

—Seguro que le gustarás.

—No me preocupa no gustarle—rio ante la poca probabilidad de eso y Claire rodó los ojos. Fred dejó su pincel a un lado y limpió sus manos con una servilleta de tela que ya estaba repleta de colores—. Es la hija del hombre con el que quieres salir...—dijo no muy seguro—. ¿Por qué?

—No quiero salir con él—fingió ofenderse—. Solo... me gusta—dijo no muy segura—.Sé que las cosas entre él y yo no pasarán jamás aunque nos coqueteemos todo el tiempo—suspiró—. ¿Te lo imaginas? —sonrió.

—No, no quiero—arrugó su nariz.

—Como sea—suspiró abandonando aquello y le miró fijamente—. La conocí en la sala de espera del consultorio privado de su padre.

—¿Y por qué estabas en el consultorio privado de ese hombre?

—Porque es pediatra, y dijo que podía ir a aprender, y así prepararme para mi examen de la especialidad—dijo obvia y algo harta de que Fred le recordara lo mayor que era; no consideraba hacer algo malo pues solo sentía cierta atracción, típica de una admiración por su colega—. Tiene veintidós y pronto será chef; cuando Alphonse me la presentó, créeme, te imaginé junto a ella y creo que serían hermosos juntos. Es inteligente, amable y graciosa, confío en que no está loca.

—¿Cómo se llama?

—Paula—tomó la taza que Fred tenía junto al material que estaba utilizando—. No hay café aquí—frunció el ceño y le mostró que se trataban de gomitas.

—Shh—Fred le arrebató la taza y señaló a Eleanor quien estaba a varios metros de ellos, utilizando una camisa vieja del rubio mientras intentaba hacer algo con acrílicos y papel sobre el suelo—. Está castigada de gomitas, y yo no, pero si me ve comiéndolos querrá y hará esos ojos de perrito a los cuales no me podré negar—suspiró y miró a Claire—, no soy fuerte.

—Se nota.

—Sé que hay dulces en esa taza—Eleanor los miró, con el rostro manchado de morado y sonrió, pero después quitó esa sonrisa por lo molesta de que quisieran mentirle—. Papi mastica cuando bebe de su café—lo señaló—, pero está bien—se encogió de hombros—. No debí jugar con su cepillo de dientes.

—No, no debiste—Fred tomó una gomita de la taza y la metió a su boca sin cuidado de que lo viera.

Claire carcajeó recordando como la pequeña utilizó el cepillo de dientes de Fred para limpiar la mancha que hizo de cátsup en el suelo de la cocina, como rebeldía, pues al parecer Eleanor había heredado de su padre esa molestia que le hervía la sangre cada que alguien le daba una orden alzando la voz.

—Tú—el rubio le habló a Claire—, ¿no ibas a ir con Silver?

—Me dijo que la esperara aquí—se asomó para ver lo que hacía en el lienzo y no se había tomado la libertad de juzgar—. Bonito, ¿por qué grita?

Fred se colocó a un lado de su imitación de El Grito de Edvard Munch e imitó el gesto del ser en la pintura.

—No lo sé—añadió después de eso que hizo reír a Eleanor desde lejos—. Transmite mucha angustia si lo ves desde cierto modo.

—¿Y a dónde irá a parar?

—A algún lugar de Montana, no sé exactamente—se encogió de hombros—. Hace mucho que no hago una réplica.

—¿No está en contra de ti?

—No cobro tanto por ellas, y hago réplicas de obras de las cuales ya dominé la técnica. Creo que es una forma de acercar a las personas a las obras de arte que no puede acceder; una réplica bien hecha por un monto de dinero considerable sumando mi esfuerzo y que no cualquier persona puede hacer algo decente para que muestres en la sala de tu casa, bueno—se encogió de hombros—, seamos artesanos y lucremos un poco.

—Ay, eres tan mono—Claire le tomó de la mejilla y lo pellizcó fuertemente—. ¿Quieres que compremos un obsequio por ti?

—¿Obsequio? —se alejó de su agarre y sobó su mejilla.

—Para la bienvenida de los nenes—sonrió.

—Ah—Fred frunció el ceño sin creer aquello.

—Hice mi obsequio—la pequeña rubia se acercó al par más grande y mostró el dibujo que había hecho; se supone que se trataba de ella junto a dos niños que le tomaban de la mano como si se tratara de una hermana mayor—. Le pediré a tío Wesley que lo ponga en la habitación de los bebés—levantó su mano hacia Claire, pidiéndole que se acercara y ella lo hizo encorvándose—. Cuando estén grandes, serán mis esclavos—le susurró.

—¿No crees que eres muy pequeña para pensar así? —inquirió Claire en susurro también.

—No, ellos me harán que mi tío Wes deje de quererme—hizo un puchero.

—Pero él te quiere—la mayor rio—. Que tenga hijos no significa que vaya a dejar de quererte, nadie lo hará, ¿sabes por qué? Porque fuiste la primera en todos nosotros, nos enloqueciste por completo.

—¿Ah sí? —miró su dibujo—. Haré uno mejor—se retiró, convencida y regresó donde estaba tomando una nueva hoja en la cual dibujar.

—Creo que mucha atención le afectó—Fred dijo, metiendo más dulces en su boca.

—No debimos—Claire rio.

—¿Les comprarán obsequios juntas o tu les darás tú propio obsequio?

—¿Qué tan raro sería eso? —frunció el ceño—. En verdad le deseo cosas buenas, creo que todo es pasado, no podemos estar dividiendo el grupo solo por lo que haya sucedido.

Fred le miró extrañado pero prosiguió—: ¿Me juras que eso piensas?

—Fred, lo nuestro pasó hace casi cuatro años—rio—. Ya es tarde para sentir de nuevo, creo que lo enterré hace mucho.

—¿Y qué fue eso que pasó el día de la boda? —le recordó.

—Dejémoslo así—se dio por vencida—. Aquello fue un desliz, una parte de mí lanzó un berrinche y no me siento orgullosa de eso... ¿Por qué todo esto sigue siendo un tema de conversación?

—Solo me preocupo por ti—insistió.

—Y yo quiero que todos sean felices—replicó—. Dejemos ir el pasado, no sé por qué todos esperan que debo sentirme mal por todo lo que Wesley hace, no me importa. Y estoy feliz por él ahora, no le deseo ningún mal.

—Yo solo te pregunté si comprarían obsequios juntas o separadas, no sé por qué explotas.

Claire frunció el ceño, retractándose de todo lo que dijo y mejor se dio media vuelta alejándose del tema, yendo hacia Eleanor y fingir que ésta la necesitaba; se sentó en el suelo y tomó uno de los pinceles de la niña y comenzó a colorear de naranja un trozo de la hoja.

—¿Estás enojada con tío Wesley? —la pequeña rubia preguntó, como si de repente le fuese raro escucharlo en una conversación entre ellos dos. Levantó la mirada hacia Claire sin dejar su dibujo e intentó quitar torpemente el cabello de su rostro, manchándolo de rojo.

—No—Claire sonrió—, no estoy enojada con él—dijo con tranquilidad.

—¿Y lo quieres?

—Claro, es mi amigo—concluyó, y por la sonrisa que se asomó en los labios de la pequeña, aquello le fue más que suficiente.

Fred rio ante aquello y comenzó a limpiar el desorden que había hecho tras terminar la pintura.

La campana de la puerta del pequeño establecimiento sonó y eso causó que él asomara su cabeza, vio a Silver entrar sin problemas y sonreírle mientras intentaba sacar algo de su mochila.

—¿Claire está aquí? —preguntó, acercándose al mostrador.

—¡Sí! —la rubia se puso de pie al escuchar su nombre y levantó su mano.

—Ah—Sil sonrió, sacando aquello de su mochila y colocándolo sobre el cristal.

—¿Desde cuándo comprar revistas de chismes? —Fred enarcó una ceja y fue hasta Eleanor—. ¿Ya casi terminar? —le preguntó—, debes lavarte antes de que mamá llegue por ti.

—Desde que Oliver aparece en portada—la paró para mostrárselas.

Claire rio, acercándose a ella y quitándosela de las manos. No era la nota principal pero en una de las esquinas inferiores se encontraba su nombre junto con el de Tilda Ryd y el de una ciudad española.

—¿Cómo pudiste leer su nombre tan fácil? —la rubia rio, hojeando la revista para encontrar la nota.

—Estaba buscando algo en el puesto y lo leí.

—¿Qué hace con Tilda en una revista de chismes? —Fred llegó, con Eleanor en sus brazos para después dejarla sentarse sobre el mostrador.

—Hola, nena—saludó Silver a la pequeña y ésta se le acercó para darle un beso en la mejilla.

—Hice regalos para los bebés de tío Wesley—le informó, muy orgullosa de ello.

—Bueno, Tilda está dentro del mundo pop—Claire respondió, llegando a la página—. Tillda Ryd y Oliver Schlumberger juntos de nuevo—leyó y miró a Silver esperando una respuesta.

Pero la chica apenas si emitía algún sentimiento, solo parecía asombrada y un poco alivianada por saber que Oliver no aparecía ahí por algo peor, aunque no era normal que él saliera en ese tipo de medios. Normalmente sabían de él debido a sus fotos en sus redes, videollamadas e información de sus fans que lo perseguían constantemente, aunque eso último trataban de ignorar.

—¿Por qué nunca vimos esas fotos en internet antes? —Fred giró la revista hacia él.

Había más de cinco fotos adornando la noticia, en las que Oliver y Tilda estaban en la playa, algunas otras eran de baja calidad donde apenas podían distinguirse en un balcón de un hotel de Ibiza. Pero ninguna de las fotos los mostraban en alguna pose comprometedora que fuese más allá de un abrazo.

—Esta revista salió hoy—Silver dijo—. ¿Creen que la haya invitado ahí?

—Las personas en internet creyeron que era su groupie porque salí de su edificio y dijeron cosas de ti también. ¿Por qué debería ser cierto?

—Yo creo que solo se encontraron, son amigos, ¿no? —inquirió Fred, con algo de duda esperando a que alguna dijera que sí—. ¿No? —demandó una respuesta con algo de miedo; notó como Claire solo miraba a Silver y como ésta última parecía atónita por ello.

—Sí—soltó ella después, sintiendo la tensión—. Me lo diría y... tampoco es como si estuviese haciendo algo malo—le miró, sonriendo y tomando de nuevo la revista para cerrarla—: Quedamos como amigos, y eso está bien. Puede hacer lo que le dé la gana.

—¿Entonces por qué esto es importante? —Fred enarcó una ceja.

Silver guardó de nuevo la revista rehusándose a responder.

—Hablemos de otra cosa.

—Mmh... Claire quiere ser mi suegra—el rubio comenzó a reír, causando que la chica a su lado se ruborizara de la nada.

—No es cierto—frunció el ceño, empujándolo del brazo mientras él intentaba limpiar el rostro de Eleanor con una toallita húmeda.

—¿Ah no?

—No entiendo—Silver intervino.

—Solo le comenté sobre la hija de Alphonse.

—Pero a ti te gusta él, ¿no? —la chica dudó.

Fred rio más fuerte y Claire rodó los ojos sin querer seguir la charla.

—Solo era un comentario, solo tenías que decir que no quieres—dijo entre dientes.

—No, está bien, dime cómo la puedo conocer—se encogió de hombros, tallando con algo de rudeza la mancha color amarillo haciendo que la pequeña se quejara—. Lo siento—se detuvo.

—¿Qué? —el rostro de Claire se iluminó—. ¿Fred Gainsbourg regresa de su retiro?

—Sí, soy virgen de nuevo—se burló.

—¿Qué es eso? —preguntó Eleanor.

—Pero claro—dejó caer sus brazos—, tenías que prestar atención a esta parte.

—Dime que día estarás disponible y se lo comentaré a ella—Claire interrumpió para que Eleanor lo olvidara.

—Espera, ¿ella ya lo sabe? —Fred se alejó un poco y le miró confundido. Claire hizo una mueca sin querer responder y fingió silbar mientras intentaba limpiar el polvo del mostrador—. ¿Por qué haces esas cosas?

—Oh, por favor—pataleó el suelo un par de veces y respiró hondo—. Vas al café por la mañana, vienes aquí por las tardes y vas a la universidad el fin de semana; te la pasas con Eleanor en tu tiempo libre... creo que es bueno que hagas algo, ¿diferente?

—¿Por qué siempre crees saber qué es bueno para todos? —le cuestionó, arqueando una ceja.

—Quiero que todos sean felices—se excusó.

—¿Salir con una chica me haría feliz?

—Sabes a lo que me refiero—suspiró—, desde que terminó todo con Beth dejaste de salir y poco a poco comienzas a ser ermitaño, y... te dejas crecer la barba—arrugó su nariz—. Sales al parque, conoces a madres, Frida no fue lo que esperabas... y amo meterme en la vida de los demás así que... ¿irás?

—No, ahora no.

—No creo que sea malo—Silver se metió—. Tú mismo lo dices, ya casi eres virgen de nuevo—rio.

—¿Qué es eso? —repitió Eleanor.

—No preguntes eso nena—Claire le acarició la mejilla.

—Pero...—Fred se detuvo al sentir una vibración en su bolsillo; metió la mano para sacarlo y leyó el nombre de Wesley en él—: ¿Hola? —dijo rápidamente llevándolo a su oreja.

—Fred, estoy a punto de convertirme en padre, por favor dime qué tengo qué hacer en este momento—oyó del otro lado de la línea, como su mejor amigo hablaba tan rápido pero al mismo tiempo con suma tranquilidad, como si la desesperación no lo dejara en paz.

—Creo que, primero, debes calmarte.

—Estoy en un hospital, Fred, no creo que eso pase.

Fred suspiró—: Voy para allá, solo quédate sentado—bajó a Eleanor del mostrador y le hizo señas a las chicas que tenía que irse.

—No puedo hacer eso, la madre de Camille altera mis nervios, creo que quiero decirle que se vaya de mi casa.

—No lo hagas—cortó la llamada y resopló; las notó preocupadas por la llamada, él buscó rápidamente la mochila de Eleanor donde tenía todas sus cosas y se alejó—. Bueno, chicas... Hay gemelos que quieren salir—les informó.


Come a little closer - Cage the Elephant

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