3 | Fiesta
Llegamos a la fiesta. Yo no llevaba disfraz, porque solo alcancé a descolgar de la pared, un antifaz azul de encaje veneciano que mi madre trajo de uno de sus viajes a Italia. Combinaba a con el riguroso negro con el que me visto siempre.
No hice tiempo ni tuve ganas de preparar un traje, pero de verdad que si hubiera sabido que a mi "novia/cosa" le aterraban los disfraces, hubiera dormido con uno toda mi infancia.
Pero no, mi madre me había vestido siempre con dulces pijamas de conejitos...
Ay de mí.
En la fiesta me separé para observar a la gente de manera distante, es que de verdad a mí no me gustaba socializar, mis amigos, en cambio, estaban exultantes, felices y divirtiéndose a lo grande.
Nam gritó y señaló a alguien y al girar vi a un tiranosaurio rex color verde estridente acercándose a nosotros. El rostro dentro de esa capucha era lo más lindo que mis ojos hubieran visto.
—¡Jimin! —gritaron todos.
—¿De tiranosaurio, Jimin? ¿En serio? —comentó Yoongi con su voz áspera.
Todos rieron. Menos yo, yo no, yo solo observaba cómo cada gesto del niño rubio adentro del inocente disfraz, me eclipsaba sin permiso alguno.
—Él es Jimin —Me aclaró Nam.
—Él es Jungkook —Le dijo al dinosaurio.
—Hola, qué lindos ojos escondes detrás de esa máscara —Me comentó, Jimin, con una sonrisa.
Sentí como la cara se me ponía roja. Yo era tan tímido y él era tan directo. Siempre supe que me gustaban los chicos pero Jimin no solo me gustaba, él tenía algo que me atraía poderosamente y que no podía distinguir qué era.
¿Piel? Se suele decir que es una cuestión de piel cuando uno siente que necesita besar a quién recién conoce. ¿Verdad?
Nunca me había pasado esto con nadie.
¿Ya quería besarlo?
Ni siquiera sabía si le iban los chicos.
Pero, sentía que lo conocía de todas las vida y que mis ojos no aguantarían tanta belleza... y va vestido de dinosaurio ¡Qué lindo!
De pronto el pensamiento feliz se interrumpió y la mente traicionera me arrastró a la casa, con la cosa.
Imaginé si Jimin hubiera ido a buscarme junto con los tres chicos, él con su tierno disfraz verde.
¡Oh, entré en pánico retrospectivo, ella se lo hubiera devorado!
Qué horror, el corazón se me estrujó pero el roce con la mano del chico me sacó de la exasperante imagen mental y regresé con él. Me ofreció un sorbo de su bebida y no nos separamos en toda la noche. Reíamos como niños, bailamos, bebimos y en medio de las charlas, cuando él dirigía sus ojos a mis labios yo sentía que el estómago no resistiría el aleteo brutal de mis mariposas.
Tenía que hacerlo, tenía que dejar de ser el cobarde que he sido toda mi puta vida. Me quité el estúpido antifaz, bajé la capucha de su tierno dino, tomé su rostro suave entre mis manos y arrimé mi boca a la suya. Él respondió a mis labios con deseo.
—Sabes delicioso —susurró sobre mi boca. Y el beso se hizo más profundo y húmedo.
Miré al cielo, agradecí en secreto que algo tan bello y puro llegara a mi tortuosa vida.
La cosa apareció en mi cabeza nuevamente, debo haber temblado por lo que Jimin separó su cuerpo para observarme.
—¿Qué pasó?
—Na-nada, nada —mentí— esta noche es mágica, Mimi, no quiero que acabe —Y era la única verdad, había dicho esto con absoluta convicción.
—¿Mimi? Me gusta que me llames así. Qué lindo eres, Koo.
—¿Koo?
Él volvió a besarme, su dulce boca estaba sobre la mía nuevamente, no separó sus labios de los míos para decirme:
—Te he esperado toda mi vida, creo que podría enamorarme de ti ahora mismo.
Y allí estaba aquello que había sentido desde el inicio, él también sentía lo mismo que yo, como si fuéramos almas que se reencontraban en otra vida.
Sobre su hombro y sin que él me viera, lloré.
En silencio lloré por todo el amor que nunca nadie me dió en la vida y me sentí dichoso y especial, Jimin logró que sintiera, en muy pocas horas, que yo era digno de que alguien me quisiera.
Sí, una noche de brujas y ante mi primer beso, sentí que mi vida podía cambiar.
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