03- Esos Ojos
➸ Personajes utilizados: Leonardo x Oc.
➸ Palabras: 2069
➸ Temática: Búsqueda en un AU.
➸ Universo: 2014 - 2016
➸ Canción citada: Schuyler Sisters, del musical Hamilton.
➸ AU utilizado: versión reencarnada y humana de las tmnt.
➸ Aclaraciones:
Si bien el AU no es novedoso, yo tengo toda una historia detrás de él.
Las Tortugas fallaron en su misión de detener a Destructor y al Krang, dando su último aliento por esa lucha que al final se perdió. El universo fue destruido, pero la vida vuelve a comenzar y, como un ciclo que no puede terminar de cerrarse hasta estar completo, las Tortugas regresan en sus reencarnaciones para terminar lo que dejaron inconcluso.
Con ellas vuelve una oportunidad y todos los que formaron parte de sus anteriores vidas.
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“Todas las veces que mi alma ha regresado a este mundo me he encontrado con ella. Estamos ligados y tarde o temprano siempre sigo ese hilo conductor. Ella es parte esencial de mí... Yo siempre la voy a reconocer por esos ojos.”
«—Tranquila, todo estará bien —susurro intentando controlar el llanto. No quiero preocuparla más, pero la herida es demasiado profunda, ha perdido demasiada sangre. Lo único que quiero es que se centre en mí.
—Leo, fallamos... Le hemos fallado a todos. Están muertos —solloza aparentando los dientes.
Meneo la cabeza, consciente de esa verdad. Mis hermanos, mis amigos... Todos han dado su vida en nuestra última batalla. Hemos fracasado. Miro hacia el cielo y contemplo el tecnodromo que destroza la ciudad. Al igual que nosotros millones de personas están muriendo... Nosotros, su única esperanza no pudimos salvarlos.
Vuelvo la vista a ella, mi daliah curativa que siempre ha sanado mi alma. Sus miembros se estremecen entre mis brazos con descontrol y sus enormes ojos se abren con terror ante la muerte. Aprieta los dedos, como si no quisiera dejarme. Yo tampoco quiero hacerlo, no quiero despedirme todavía. Es egoísta, pero la necesito conmigo. Ella es la motivación por la que aún tengo que levantarme a seguir peleando.
Su cuerpo grácil se convulsiona entre mis brazos. Lo es, es todo, ya no puede más, pierde la batalla por continuar en este mundo. La aferro con mucha fuerza. No estoy listo para dejarla.
—Te amo... No quiero que te vayas —exclamo entre lágrimas que se vuelven más abundantes.
Estoy impotente, no puedo hacer más que ver cómo la chica que amo se desvanece entre mis dedos sin ser capaz de evitarlo. Aferro su mano entre la mía y aprieto tan fuerte la mandíbula que me causo daño, pero ningún dolor es comparable al calvario emocional que estoy pasando. Mi alma se desgarra a jirones.
—Te juro que no te dejaré... Te he encontrado y... Siempre lo haré. Volveremos a estar juntos —le aseguro y entonces sus ojos, esas orbes tan hermosas de único color rubí quedan vacías. Su cuerpo se ha convertido en un cascarón vacío.»
Leo despertó sobresaltado. Ese sueño otra vez. Cada tanto volvía a atormentarlo, naciendo como el ave fénix de su subconsciente. Se irguió en la cama y acarició con la yema de sus dedos sus mejillas húmedas por las lágrimas. Las emociones que experimentaba eran tan reales que despertaba sintiéndose destrozado.
Cubrió su rostro con ambas manos, tratando de evocar lo vivido en sueños. Durante sus proyecciones las facciones de ella eran claras, era al despertarse cuando su cara quedaba borrada de su memoria. Solo una imagen se había logrado grabar en fuego y era lo único que recordaba... Sus ojos. Esos intensos ojos que semejaban a piedras preciosas y que portaban un color tan único que podían competir contra el rubí más hermoso del mundo.
Leo apretó los dientes. Rememorarla era doloroso. Era como meter los dedos en una llaga. En su pecho se abría una brecha donde yacía el sentimiento de profunda pérdida. Había amado de una forma intensa y al final lo había extraviado... Y lo peor era no saber a quién. ¿Quién era ella? ¿Por qué parecía tan importante para él?
—Leo..., ¿te encuentras bien? —preguntó la voz de alguien cerca de él.
—Eh... ¿Qué? —balbuceó el azabache como vaga respuesta, saliendo de su ensimismamiento.
El chico levantó la mirada hacia su hermano Donnie y observó su entorno. Ni siquiera se había percatado del momento en que el que había abandonado la cama.
—¿Es por lo del robo en el muelle que te sientes tan preocupado? —intentó indagar su hermano de lentes mientras tomaba asiento delante de él con una taza de café—. El maestro Splinter nos matará si se entera que lo desobedecimos cuando todavía no estábamos listos... Y que nos enfrentamos a los del Clan del Pie...
Leo meneó la cabeza, tratando de despejarse un poco. Habían acordado de mantenerlo en secreto y así lo seguirían haciendo, aún si tenían que llevárselo a la tumba. De forma superficial recreó esa fallida pelea; sus hermanos y él tenían la ventaja cuando ellas aparecieron. Había sido como un déjà vu, una escena ya vivida... Y desde esa noche habían vuelto los sueños. Ellas estaban relacionadas a él. Una parte de su corazón lo sabía.
Su padre siempre había sido abierto en cuanto a sus vidas pasadas y cómo estaba en ese mundo para redimir el error cometido, para detener la desgracia a tiempo, una segunda oportunidad brindada con facilidades. Le había asegurado que el destino iba a permitirle que se reuniera de nuevo con muchas personas, entre ellos sus hermanos. Pero nunca le había contado sobre ella...
—No... No. No es eso... Estoy pensando en... Las chicas del muelle esa noche —murmuró al cabo de unos segundos con un poco de vergüenza—. ¿No sentiste que...?
Leo volvió a mirar a Donnie. Cuando su padre lo adoptó y le devolvió algunas de sus memorias pasadas para que entendiera su lugar entre ellos, él fue el más escéptico de todos. Era alguien de ciencia, le costaba entender las reencarnaciones y el ciclo en el que estaban envueltos. No era el indicado para tratar el tema.
—Leo, si sentiste atracción física por alguna no tienes que apenarte. Estamos en la adolescencia y todos concuerdan en que es una época de cambios hormonales...
Leo asintió levemente. No sabía qué más hacer. La comprensión y las explicaciones que necesitaba no vendrían de Donnie y quien podía dárselas estaba en un viaje de negocios en Japón. Algo tenía más que claro, debía encontrar a la dueña de esas orbes que tanto lo acompañaban en sueños.
Se levantó de golpe, sobresaltando a su hermano. Miró el reloj faltaba menos de una hora para que las clases empezaran. Sin embargo, no podía seguir ahí sentado, algo dentro de él pedía ir afuera a buscar respuestas, hallar algo que por ínfimo que fuera sosegara su inquieta alma.
—Despierta a Rapha y Mikey... Tengo que ir a... despejarme —balbuceó el chico con torpeza buscando la perilla de la puerta.
Donnie tragó saliva con dificultad. Iba a ser doloroso sacar a Raphael de su sueño profundo.
Leo caminó a paso tranquilo por las calles de Nueva York, entre en medio de los edificios los primeros rayos de sol empezaban a emerger. En su vida anterior aquello habría sido imposible de realizar. Tragó con dificultad al recordar que nuevamente todo dependía de ellos. Sin importar las veces que volvieran el cargo de héroes siempre residía en sus hombros y él, como ser egoísta, estaba preocupado por encontrar un par de ojos que siempre habían formado parte de su vida.
Algo en él reconocía la existencia de las almas gemelas: dos personas que, sin importar la distancia que las separara, eran capaces de volverse a encontrar siguiendo el hilo rojo del destino. Pero esto lo sentía diferente. Un asunto inconcluso, algo que hasta no resolver no lo dejaría en paz... debía encontrar esos ojos. Aunque parecía más bien una misión imposible.
—“We hold these truths
to be self-evident
thar all men are created equal.
History is happening in Manhattan
and we just happen to be
in the grearest City in the World...”
Cantaban cuatro chicas a coro metidas en un Volkswagen Beetle rojo mientras conducían a la escuela. Hacía unas cuantas semanas que habían llegado y querían salir a explotar lo antes posible su entorno.
—Deberíamos ir de compras —comentó una rubia platinada cuando el auto pasó por delante de un escaparate—. Japón es una de las mayores sedes de la moda en el mundo, pero Nueva York no se queda atrás.
—Angie, venimos aquí a cumplir misiones del Clan del pie, no de compras —le recordó su hermana mayor al volante sin apartar la mirada de la avenida por la que transitaban. Todavía estaba acostumbrándose a manejar del lado contrario de la calle.
—Podemos hacer ambas cosas... Creo que estar aquí demuestra un cambio, nuestro sensei por fin nos permite extender nuestros horizontes —expresó nuevamente Angie con una sonrisa decorando su pecoso rostro.
Habían sido reclutadas y recluidas por el Clan del Pie por más de diez años, siendo obligadas a soportar una extenuante preparación física. Esa era de las primeras veces que podían pasear de forma libre. Sin embargo, la líder del grupo tenía una carga más sobre sus hombros: por primera vez poseía la oportunidad de demostrarle a su maestro Destructor lo que era capaz de hacer.
—Juno, muéstrame de nuevo el mapa, que ya no sé dónde estamos —pidió la albina al volante meneando la cabeza al sentirse perdida entre tantas calles iguales.
La azabache de rasgos asiáticos detrás de ella extendió la mano, permitiendo que la chica percibiera la línea que trazaba el gps. Las orbes de la joven se desviaron para estudiarlo aunque fuera de manera breve.
—¡Cuidado! —gritó la voz de la castaña que estaba de copiloto.
La albina volvió la vista y tan rápido como le dieron sus reflejos viró el automóvil, tratando de evadir al repartidor de flores que le había aparecido por delante. Sin embargo, la canasta que traía llena de dahlias blancas no corrió con tanta suerte y esta quedó atascada en el parabrisas del auto.
Leo levantó la mirada al escuchar el sonido de las llantas chirriantes sobre el asfalto. Sus reflejos le habrían permitido apartarse a último momento, pero esa mañana se sentía tan perdido que no alcanzó a apartarse cuando el auto aventó su cuerpo algunos metros por el suelo, junto con las dahlias las cuales salieron desplomadas en el aire.
—¡Oh, por Dios! ¡Matamos a alguien! Estaremos en problemas —chillaba una de las voces que había salido del auto a ver lo que ocurría.
—Tranquila, no está muerto... Debemos comprobar sus signos vitales.
Leo apretó los párpados al escuchar esas voces femeninas que se hacían cada vez más cercanas y meneó la cabeza intentando recuperarse del golpe. Aquello le iba a doler como nunca unas horas más tarde.
—¿Ves, Harmony? No sabes conducir.
¿Harmony? ¿Harmony? Ese nombre... Leo lo recordaba. Le sonaba de algo y su mente pedía traer a la luz esa memoria. De pronto sintió cómo una delicada mano recorría su rostro. Su cuerpo entero reaccionó al tacto provocándole un espasmo involuntario. Algo ocurría y era consciente de ello...
—¿Estás bien? —preguntó la armoniosa voz que intentaba reanimarlo—. Por favor, dime que no estás muerto.
El chico abrió los ojos ante esa voz. Le costó enfocar al principio, pero poco a poco fue percibiendo su ambiente. Montones de dahlias blancas y sus delicados pétalos caían a su alrededor, enmarcando la figura que se agachaba sobre él. Leo miró, por unos instantes le pareció percibir a la chica que acechaba en sus sueños. Ante sus ojos se transformaba a la figura que portaba en esa vida, pero sus orbes según siendo las mismas. Ella le sonrió al verlo responder, haciendo iluminar sus facciones, dándole el brillo que había visto abandonar sus ojos en su sueño.
La conexión que sintió Leo fue instantánea. Los velos del tiempo se descorrieron ante su presencia. Era el despertar que tanto había ansiado de ese sueño que lo perseguía. Eran esos ojos de rubí los que los visitaban todas las noches..., ella era su amada, la que por tanto tiempo había buscado. Volvían a estar juntos.
—Harmony..., eres tú... Te prometí que volvería a encontrarte. Aquí estoy... —murmuró Leo iriguiéndose para envolverla entre sus brazos. Se sentía completo otra vez y las lágrimas ya hacían aparición para deslizarse por sus mejillas—. Te he echado de menos.
"Y después de tanto tiempo las almas gemelas volvieron a encontrarse para volverse una sola".
Representación gráfica de lo que sucedió después:
Leo: Te he echado de menos.
Harmony: -confundida- Eh... ¿Disculpa? ¿Te conozco?
Juno: Retiro lo dicho, tal vez sí hubo daño cerebral.
Angie: -Confundida al 100-
Kya: Harmony, ¿qué tan fuerte le diste?
Así es como se arruina un momento romántico.
Explicaciones:
Muy bien, aquí yo diría que lo mejor no es el OS que escribí, sino el contexto que tiene. Si se dan cuenta hay una línea secuencial en todos los OS hasta el momento, y me vuelvo a agarrar del concepto de las vidas pasadas que se usa en los cómics y que en lo personal creo que es muy interesante.
Si no se dieron cuenta, Harmony es la persona que le dio la advertencia a Leo en el anterior OS y, dato extra, ella lo salvó cuando él creía estar muerto (solo que eso no lo narré, digamos que pasa fuera de cámara en una historia aparte).
Ahora en esta reencarnación (que sería la tercera en la línea del tiempo que estoy planteando) ella y sus compañeras fueron adoptadas por Destructor. Ya que al igual que Splinter, quien tiene conocimiento y conexión con sus vidas pasadas, él también y es consciente de que esas cuatro jugaron un papel muy importante en la anterior vida de las Tortugas (lo que voy a contar en TMRN, por cierto). Así que para ponerles un “cebo” las adopta y las entrena sabiendo que ellas atraerán a los únicos que serán capaces de frustrar su plan.
Pero por supuesto ellas no tienen el recuerdo, ya que tienen que pasar por un proceso y por eso Harmony actúa de esa manera con Leo.
Bueno, yo sé que no es el mejor os que he hecho, pero no he pasado por una buena racha en mi vida personal. Espero que lo hayan disfrutado. Nos leemos pronto ❤️
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