S3x & c#m (1)
Desde que Nayeon llegó a la preparatoria JYPE, ha destacado por sus altas notas e increíble inteligencia, sin mencionar que el pequeño y estereotipado cuerpo de muñeca que posee (incluyendo su esculpido rostro), la hicieron subir rápidamente a la punta más alta de la pirámide social dentro de los alumnos. Esto no solo la hizo ser muy conocida, y siempre andar junto a los más populares y respetados de su escuela, sino que en varias situaciones también le provocó conflictos y con el pasar de los años se fue ganando uno que otro enemigo. Porque por supuesto, ser popular tenía sus ventajas y desventajas, como cada cosa en la vida.
Aquí es donde entra Chou Tzuyu, la famosa deportista de JYPE. Igual de conocida que Nayeon, con la gran diferencia de que la castaña era un imán para chicas por su estilo lanzado hacia lo masculino y Nayeon, por lo general, era carnada para los chicos.
Siempre estuvieron con sus peleas innecesarias, de aquí para allá. Competían por notas, trabajos, deportes, etc. Era como una rutina entre ellas comenzar a discutir por lo que sea, solo para molestarse.
Pero aquel día era uno de los últimos antes de salir de vacaciones y próximamente entrar a su primer año de universidad, por lo que, al menos Nayeon, deseaba finalizar con su rivalidad y acabar en paz con la chica con quien compartió tantos años de experiencia, aunque no haya sido la mejor. Nayeon quería largarse de JYPE sin nada que le hiciera peso en los hombros para poder partir una vida de adulto tranquila, sin más estupideces y cosas infantiles. Quería un cierre de ciclo y estaba segura que la única que podría dárselo era Tzuyu.
Con esa idea en mente, la pelinegra fue a buscarla a los camerinos, donde generalmente se encontraba.
La había visto jugar su partido de fútbol americano, el último que jugaría en la escuela, y debía de admitir que aunque fuese algo idiota, la muchacha era una muy atractiva jugadora. Hombros anchos, pero sin llegar a ser robustos, manos grandes, uno setenta y pico de altura, cara bonita… Definitivamente si no hubiesen sido enemigas, Nayeon la hubiese querido en su cama.
—¿Chou? —preguntó, entrando al camarín de mujeres.
Los espejos estaban algo empañados y no presenció ningún alma allí dentro.
—¿Qué pasa? —apareció sorpresivamente, secando su cabello castaño con la toalla. Llevaba la playera de su equipo, solo que sin las hombreras, y había cambiado sus shorts del uniforme por un pantalón gris de buzo. Su mirada engreída recorrió todo el cuerpo de la más pequeña sin descuido alguno—. ¿Vienes por un autógrafo, Im? —dijo burlesca, acercándose a ella.
Nayeon rodó los ojos.
—No, linda, venía por otra cosa.
—¿Y eso sería…? —sus ojos de intriga divirtieron a la mayor.
—Un tratado de paz.
—¿Tratado de paz? ¿A qué mierda te refieres, enanita?
—A que en esta última semana de clases que nos queda dejemos de molestarnos y tratarnos mal, ya estamos grandes para eso. Además, no nos veremos nunca luego del viernes, ¿cuál es la necesidad de terminar así?
La taiwanesa rió.
—¿Así que quieres que te trate bien?
—No, idiota, solo que dejemos atrás nuestros problemas.
—Mmhh —movió su boca pensativa mientras su cuerpo se acercaba más al de Nayeon, tanto que terminó agachándose unos centímetros para hablarle sobre la oreja—. No, no hay trato.
Un escalofrío le recorrió la espalda y casi se deja ganar por un tiritón.
—Ugh, eres insoportable —le golpeó el pecho, intentando disimular la debilidad que sintió por unos segundos—. Ándate a la mierda, yo solo venía a ser madura, pero veo que no es lo tuyo —se separó unos pasos, caminando hasta el espejo para sacar su lápiz labial y delinear sus belfos—. Idiota.
Tzuyu soltó otra carcajada, muy a gusto con fastidiarla.
—¿Sabes lo que quiero yo, Nayeon? —se posicionó tras ella, quedando con su mentón casi rozando la cabeza de la coreana, quien suspiró inevitablemente.
Nayeon tenía su teoría. Cada persona que tenga algún rival, siempre, por más mínimo que sea, se va a producir una especie de tensión sexual. Era obvio, una ley de vida. Porque el odio fácilmente podía ir agarrado de la mano del deseo sexual, según Im.
Y Tzuyu también lo sintió, quizás pocas veces, quizás realmente se odiaban, pero ahí estaba, esas miradas que se dirigían, esos insultos molestos, pero que a la vez parecían muy coquetos… significaban algo. Y no tenían problemas en admitirlo porque estaban seguras que, en algún punto, la otra sintió lo mismo, aunque ninguna lo expresara con palabras.
—No, no lo sé, Tzuyu —sus manos se sujetaron a la cerámica cuando Chou se pegó contra su culo, descaradamente.
Ella sabía lo que iba a pasar, Dios, lo sabía hace tiempo. Solo faltaba el momento adecuado y este parecía serlo.
—Follarte antes de nunca más verte la carita, princesa.
La respiración de la pelinegra se entrecortó cuando Tzuyu comenzó a frotar su miembro contra su trasero, corriéndole el cabello hacia un lado para atacar su cuello.
Nayeon se dejó ser, disfrutando de su encuentro y gimiendo en el momento que Tzuyu comenzó a puntearla vulgarmente por detrás.
—Tzuyu~ —gimió desesperada, volteando hacia la más alta, quien la besó aún frotándose contra ella. Sus grandes manos fueron a caer al culo de Nayeon, apretujándolo y aumentando la velocidad en sus movimientos. Im era absurdamente sexy.
—¡Mhj! —volvió a gritar, esta vez sobre sus labios. La castaña le había mordido el cuello y la embistió duramente sobre la tela de su prenda. Estaba tan caliente y sensible que el roce de la ropa la enfermaba—. Déjame… déjame chupártela.
La menor se separó de ella con una sonrisa ladina, entretenida por la desesperación de la chica.
Nayeon rodó los ojos, pero de todas formas se agachó sobre sus rodillas y bajó con un solo movimiento el pantalón de buzo, dejando a la vista el bóxer de Tzuyu que retenía su erección dentro. Soltó un gemido, fascinada por el tamaño y frotó su mano contra el falo. Sin hacerse de rogar, bajó la ropa interior de la otra hasta tener el pene frente a sus ojos. Lamió sus labios antes de introducírselo a la boca.
—Mierda —soltó Tzuyu, cerrando los ojos y disfrutando de cómo se la comían.
Nayeon era muy buena haciendo orales, era un rumor que alguna vez escuchó y ahora podía confirmar.
La mayor siguió saboreando el falo en su boca, ahuecando sus mejillas mientras apretaba los labios y succionaba suave. Su cabeza iba de arriba hacia abajo y Tzuyu abrió los párpados para apreciar la erótica escena.
Nayeon de rodillas ante ella, mirándole a los ojos con su polla hasta la garganta y soltando pequeños sonidos.
—Joder, Nayeon, eres tan sexy… —llevó su mano por detrás de la cabeza de la muchacha y la empujó hasta dentro, para luego sacarla un poco y repetir el proceso.
Nayeon soltó una arcada por lo grande que era.
Algo totalmente morboso se removió en Tzuyu al oírla y comenzó a penetrarle la boca con rapidez, ansiando por llenarla de sus fluidos.
La mayor se ayudó sosteniéndose de las caderas de Tzuyu y cuando iba a cerrar sus ojos para dejarse llevar, un fuerte golpe las distrajo.
—¿Qué fue eso…? —cuestionó la pelinegra, saliendo dentro de ella.
La menor maldijo internamente por la interrupción.
—No lo sé, pero creo que…
En menos de dos segundos ya había otra chica dentro de los camarines, quien no se fijó en ellas por la media pared que las separaba, pero sí estuvo lo suficientemente cerca.
—Mierda, mierda, vístete, Tzuyu —murmuró, tomando agua del lavabo para quitarse el sabor de la castaña—. No pueden vernos así —un temor la inundó, imaginándose qué tal mal quedaría si las descubren.
—Está bien, pero… —no podía dejar que eso se acabara allí, no podía porque no se lo perdonaría jamás—, vamos a otro lado…
—¿A dónde? Te recuerdo que seguimos en clases, Chou.
—Mi auto está afuera y conozco un lugar por donde podemos escaparnos. No hay cámaras ahí —le susurró, acercándose otra vez a Nayeon.
¿Escaparse con su rival? ¿En serio Im iba a hacer eso? Por supuesto.
—Está bien, pero tú me guías —la extranjera sonrió con triunfo, robándole un beso a la par se subía los pantalones—. Ya, ya, que en cualquier momento nos encuentran.
Chou bufó antes de dejarla pasar primero para salir de los camarines, no sin antes darle una cachetada en el trasero.
La llevó hasta su auto, saliendo por una ventana de un salón que casi ya no se ocupaba, pero que estaba en el primer piso, por lo que fácilmente podían escapar por ahí. Corrieron entre risas hasta el estacionamiento y se subieron al auto de la menor.
Tzuyu encendió el motor y salió rápidamente, deseando llegar lo antes posible a su apartamento. La entrepierna le dolía y todos sabemos por qué.
—Mierda, Nayeon… —reclamó, echándose hacia atrás, sosteniendo el volante con una sola mano mientras tiraba su cabello hacia atrás. Algo demasiado atractivo para la otra joven—. Me dejaste… mal — dijo y ella entendió a lo que se refería.
Una impulsiva idea llegó a su cabeza, y aunque supo que era una idiotez, que podía acabar en un accidente, su caliente cuerpo no le dejó opción.
Una vez estuvieron en un semáforo en rojo, Nayeon se sacó el cinturón de seguridad y se lanzó a sus labios. Tzuyu le correspondió al inicio, pero entonces la luz volvió a verde y tuvo que separarla.
—No me beses, princesita. ¿No ves que me dejas más dura? — habló, acelerando con el pedal.
Nayeon negó con la cabeza.
—No te preocupes por eso —susurró antes de bajar su mano hasta el pene de Tzuyu y pasar por debajo de su ropa, comenzando a masturbarla.
—Nay…
—Shh, tú solo encárgate de no chocar —la interrumpió, tomándose el cabello en una cola alta y bajando ahora su cabeza hasta llegar al latente pene. Antes de eso había logrado bajarle un poco la ropa, así que tenía el espacio necesario para chupársela sin problemas.
Tzuyu gruñó, sintiendo los labios de Nayeon apretándose contra la cabeza de su polla. Se ayudó con su mano para volver a masturbarla esta vez con el doble de intensidad. Subía y bajaba, bajaba y subía, todo con las mejillas huecas. El grotesco sonido y las deliciosas sensaciones que recorrieron a Tzuyu la obligaron a soltar gemidos cada vez más graves y difíciles de controlar.
—¡Nayeon, mierda!
Nayeon le lanzó un escupo al pene para tenerlo más lubricado, y aunque no fuera fan de hacer eso porque creía que era una indecencia, sentir a Tzuyu así de débil por ella la hizo querer hacer hasta la cosa más inapropiada que existiera.
De repente se separó bruscamente, volviendo a su asiento y limpiando sus belfos.
—¿Pero qué…?
—Dios, Tzuyu, estabas por venirte y ahí sí que chocábamos. Contrólate un poco, quieres.
—¡¿Pero cómo mierda quieres que me controle si tú estás así… aquí… abajo?!
Nayeon comenzó a reír y Tzuyu bufó, acomodándose el pantalón y acelerando la velocidad porque estaba segura que no aguantaría más.
...
—¡Tzu-yu~! —el grito que salió de la garganta de Nayeon fue simplemente impresionante. Cualquiera que hubiese estado cerca hubiera pensado que la estaban torturando, aunque era todo lo contrario.
Tzuyu estaba apoyada contra el borde de la cama con las piernas de Nayeon sobre sus hombros mientras se la follaba como máquina. Ahora la mayor entendía por qué era tan buena en deportes.
Entraba y salía, el sonido de sus pieles era caliente y los gemidos de Nayeon la llevaban a la gloria.
—Mmh~
Tzuyu bajó su pecho hasta llegar a los labios hinchados de Nayeon y los besó con pudor, sosteniéndola de la cintura para que la coreana bajara las piernas y la rodeara con ellas.
—Súbete —ordenó en un tono áspero.
Nayeon hizo caso y la rodeó también con los brazos, los cuales los posicionó tras su cuello. No podía creer la fuerza que Chou tenía.
Estaba literalmente cargándola mientras seguía penetrándola con la misma intensidad.
—¡Uuuhhg! —la garganta de la mayor ardía gracias a la cantidad de veces que había gritado y maullado como gato en celo.
Estar así con Chou Tzuyu fue algo que sí, quizás alguna vez se lo pensó, pero ¿saber que era tan buena? Dios mío, la chica lo hacía mejor que con todos los hombres con quienes se había acostado antes y eso que no era un número reducido.
—Mierda, me voy a v-venir —dijo, aún penetrando a la joven en sus brazos. Unos segundos más y se acercó a la cama para dejarla allí.
—Espera, espera —la detuvo, indicando que no saliera dentro suyo, Tzuyu hizo caso con una mueca, confundida.
—Nay… pero me voy a venir… —soltó agitada, siguiendo con el movimiento de caderas.
—L-Lo sé, pero hazlo dentro…
Los ojos de la castaña se agrandaron como nunca.
—Estamos sin condón…
—Por favor~ —gimió, Tzuyu no había parado de follársela—, necesito q-que m-me llenes…
Eso fue demasiado para ella, de tan solo oírla rogar la volvía loca. Sus pupilas se dilataron y su piel se erizó. Ella iba a venirse dentro y le importaba una mierda si acababan criando un hijo.
Tzuyu se subió por completo a la cama y la sostuvo bajo suyo, mientras la penetraba con cada vez más fuerza, sintiendo las paredes vaginales de Nayeon apretarse a su miembro, robándole gemidos y suspiros.
—Voy a hacerte mierda, Nayeon.
Gruñó, llevando una de sus manos al cuello de la muchacha y la ahorcó, penetrándola por última vez antes de llenarla de su semen.
De alguna manera muy retorcida, Im no encontró algo más excitante que Tzuyu robándole el aire por unos segundos.
—¡Mierda!
Acabaron juntas, la vagina de Nayeon llena del semen de su rival y esta con el pene mojado gracias a la mezcla de sus fluidos y sudor.
—Umh, Chou, eres tan buena en esto —alagó, sintiéndose mejor que nunca.
—L-lo sé —habló como pudo, intentando regular su respiración—. Pero tú… —se separó unos centímetros para mirarle a los ojos—, tú eres grandiosa, Nayeon.
Aún estaba dentro de ella y no pensaba separarse. Nayeon era como la última pieza de un pusle que le hacía sentir completa.
—Quiero follarte toda la tarde… —susurró en su oído, frotándole los pezones con su mano izquierda.
Nayeon asintió como perrito desesperado por algo de comida. Ella deseaba tanto como Tzuyu tener el sexo más salvaje de sus malditas vidas.
...
Luego de una pequeña siesta, ambas desnudas, Tzuyu la despertó de la mejor forma posible.
La chica estaba entre sus piernas, besándole los muslos y susurrando que despertara.
—Mmh…
—Vamos por el segundo round, mi amor —dijo con un toque de burla, antes de hundirse al centro de la más baja y aferrar su lengua como sanguijuela a la vagina de Nayeon.
Esta gimió, fascinada por la exquisita sensación.
Tzuyu pasó con rapidez su húmeda lengua entre los labios de la pelinegra antes de llegar nuevamente a su clítoris y juguetear con la suficiente agilidad como para que los ojos de Nayeon se fueran hacia atrás, totalmente excitada.
Con su pulgar se ayudó para estimular el punto débil y sonrió cuando las pequeñas manos de Nayeon se dirigieron a su cabeza, acercándola lo máximo a ella.
Los gemidos de la muchacha eran agudos, desesperados, tan femeninos que hicieron la polla de Tzuyu volver a estar dura.
No pasó tanto hasta que la mayor se vino, chorreando todas las sábanas y gran parte de su boca.
El cuerpo de la más baja temblaba, muchos espasmos recorriéndola. Una sonrisa macabra se dibujó en el rostro de la extranjera, tan orgullosa de por fin haber podido follarse a su sexy enemiga.
Tzuyu se acercó a sus labios, besándola con más calma esta vez. Le acarició el cabello, le delineó la mandíbula y la besó con un sentimiento distinto a todos los anteriores.
—No te vayas a enamorar, Chou —bromeó, riendo con burla.
Quizás no fue lo mejor porque la cara de la menor se puso roja, pero antes de dejarse en más vergüenza, la muchacha cambió totalmente su actitud.
—Jódete, Im —soltó, levantándose. Nayeon iba a hablar, pero ella le ganó—. Ponte en cuatro, ahora —demandó, su tono dominante y frío.
Nayeon mordió su labio.
No se interpuso y se dio vuelta, apoyando las rodillas y palmas de sus manos en las sábanas, tal cual en la posición que le pidieron.
Alzó el culo, esperando complacer a Tzuyu, quien golpeó su nalga.
—¡Joder, Chou!
La mencionada volvió a pegarle, esta vez asegurándose de tatuar su palma en una linda marca rojiza.
—¡Ahh! —lloriqueó Nayeon, fascinada por esa agresividad erótica.
Tzuyu se masturbó un poco antes de agarrase el pene y frotarlo contra la vagina de Nayeon, quien arqueó la espalda ansiosa.
—Tzuyu… —pudo susurrar.
La nombrada soltó un quejido, hundiéndose por fin en ella.
Partió el movimiento, uno feroz. Nayeon tiró la cabeza hacia atrás con la boca abierta y soltando un sinfín de palabrotas.
Tzuyu la comenzó a nalguear nuevamente, gruñendo pesado. Le sostuvo las caderas y entró y salió de ella con tanta facilidad que Nayeon tuvo que ahogar un grito mordiéndose los labios.
Era rápida, verdaderamente rápida y complaciente. Ambas con las respiraciones agitadas hechas un desastre.
—Oh… Nayeon, Dios, eres deliciosa.
Nayeon agachó un poco la cabeza, mordiéndose la mano intentando dejar gemir como una enferma. Tampoco quería ahuyentar a los vecinos de la castaña y que terminaran llamando a la policía aterrados.
—¡Tzuyu…! ¡Ahhhhh~! —se corrió con los ojos cerrados.
La mencionada le siguió, agachándose para abrazarse a la espalda de la mayor y apoyar su cabeza en esta. La volvió a llenar de sus líquidos, dejándola pegajosa y se sintió orgullosa, como si estuviera reclamando a Nayeon.
La pelinegra se acostó boca abajo, intentando regular su respiración. Chou hizo lo mismo, volteando ambos cuerpos para abrazarla por la espalda y rodearla con sus brazos, aún dentro suyo.
—¿Por qué no habíamos hecho esto antes? —preguntó en un susurro y Tzuyu se rió contra su piel.
—No lo sé, pero juro follarte tantas veces hoy que no habrá sido tiempo perdido.
—Me gusta esa idea —se volteó, procurando sacar el pene dentro suyo con cuidado.
Antes de que la menor pudiera reclamar, ella se acercó a sus labios y comenzaron a besarse intensamente, pegando sus cuerpos lo máximo que podían.
Nayeon terminó sobre ella, removiéndose sobre su polla.
Tzuyu se sentó en la cama, su espalda apoyada contra el respaldo.
—Acomódate —pidió, sosteniendo a la coreana desde la cintura, quien rápidamente posicionó ambas de sus rodillas a los costados del cuerpo contrario.
Comenzaron a besarse, aún con el frote de sus intimidades.
Nayeon gimió en su boca en cuanto Tzuyu sostuvo su pene y lo pasó en sus paredes vaginales.
—Espera… —la detuvo en cuanto la sintió casi adentro—. Quiero hacerlo yo —se separó de la más alta unos centímetros, alzándose un poco para luego tomar el falo entre sus pequeñas manos y masturbarlo.
Tzuyu apretó los dientes en cuanto Im se sentó sobre ella, enterrándose hasta tocar fondo.
La pelinegra comenzó a moverse, primero en círculos, luego, al ver la cara de satisfacción de la menor, empezó a saltar, haciendo sus pechos rebotar de forma maravillosa. Tzuyu gruñó por la mezcla de sensaciones.
Pronto estiró ambos de sus brazos hasta llegar a sus pechos y los apretujó en sus grandes manos, fascinada por la suave piel que poseía su rival. Nayeon le gimió en el oído, desesperada y mientras la rodeaba con sus brazos para seguir montándola.
Tzuyu acercó su boca a los rosados pezones de la chica, metiéndose uno a la boca, mordiéndolo con los ojos cerrados.
Era alucinante, perfecto.
Pronto Tzuyu se vino, no pudiendo aguantarse.
—¡Tzuyu!
La sensación de estar llena del semen de la castaña era su nueva cosa favorita. Comenzó a gemir, desesperada, aguzada y rogando por ella.
Chou la abrazó por el torso, murmurando palabras que no se entendían.
—Oh, mierda, mierda, mierda~ —gimió Tzuyu, buscando los labios contrarios para iniciar un beso morboso.
Nayeon siguió saltando sobre ella, ruda y con firmeza.
Estaba a punto de correrse, pero Tzuyu la detuvo, acostándose como pudo sobre el colchón.
—Siéntate en mi cara.
Oh, eso fue mucho para Nayeon.
Se salió dentro de Tzuyu y se acomodó con las rodillas a los lados de la cabeza de la menor, muy cerca de su boca.
La taiwanesa tomó su culo, empujándola para que al fin su coño quedara en sus labios, iniciando con el sexo oral más satisfactorio que alguna vez Nayeon tuvo.
Se movió hacia delante y hacia atrás, frotando su clítoris contra la nariz de la menor, mientras esta se encargaba de recorrer con su lengua toda aquella zona húmeda y palpitante. Era exquisita, un sabor ácido que hacía cosquillas en su boca.
Nayeon chilló fuerte, sosteniendo su cabello para montarla mejor.
Luego de unos cortos minutos se vino, empapando todo el rostro de Tzuyu. Se separó un poco, su respiración agitada e irregular.
Vio a Tzuyu lamer sus labios, aún con sus fluidos cayendo por los costados.
—Sabes… —suspiró—, de maravilla…
Im rió, acercándose a ella para pasar su mano por su boca, limpiándola.
La besó, esta vez más tierna, reían sobre sus labios y Tzuyu pronto la atrajo a su pecho, acostándola allí. Se taparon con las sábanas y se miraron a los ojos.
—Follas tan bien que me siento un poquito atraída de ti, Chou — admitió con gracia.
Pensó que Tzuyu se burlaría, algún comentario irónico o algo así, pero la menor solo sonrió, robándole un pico y pronto buscó sus manos, entrelazándolas.
Fue un momento cálido entre ellas, inesperado, pero que puso sus corazones a bombear sangre como desquiciados.
—Quiero hacerte tantas cosas, Nayeon —fue lo último que dijo antes de cerrar sus ojos y tomar su segunda siesta de aquel día.
Nayeon la acompañó, durmiendo como una pareja melosa y cursi y no dos enemigas que no se soportaban más de cinco minutos.
Cuando se despertaron, horas después, Nayeon creyó que ya no seguirían teniendo relaciones pues sinceramente, nunca se había corrido tantas veces en un día (los chicos con los que estaba siempre parecían quedar listos cuando ellos mismos se venían, tan aburridoooooos).
Pero Tzuyu tenía otra idea en mente, por supuesto.
—¿Qué hora es?
—Las cuatro y media —avisó Tzuyu, aún con la chica sobre ella.
—Wow, ¿cuánto dormimos?
—Lo suficiente para poder seguir —dijo, volteándolas y comenzando un nuevo beso.
Nayeon se impresionó, pero no se negó y aceptó los besos en su cuello. Estaba llena de marcas, al igual que la espada de la taiwanesa.
—Te ves tan bien con mis marcas, Nayeon —suspiró, alejándose unos centímetros.
Nayeon rió, fascinada con sus palabras, y en cuanto Tzuyu iba a volver a besarla, el estómago de esta misma gruñó en un sonido cómico.
—Creo que tienes hambre, corazón —se burló la mayor y Chou rodó los ojos.
—Sí, la verdad es que sí —se levantó de la cama, tomando su ropa con su calzoncillo y la playera que traía antes—. ¿Comamos algo?
—Me parece bien, yo también tengo hambre —admitió, estirando su cuerpo para alcanzar sus bragas.
Tzuyu, al verla con el culo alzado, no perdió la oportunidad y lo apretó entre sus largos dedos.
Im se volteó incrédula, con la boca abierta.
—¿Qué? Me gusta tu trasero.
—Sí, cómo sea. Ahora, pásame mi playera por favor, está por allá.
Tzuyu asintió, pero una idea la hizo sonreír.
—Toma, ocupa esta —dijo antes de sacarse su propia remera del uniforme de fútbol americano. Ella buscaría otra por ahí.
Nayeon no se negó, colocándosela con cuidado.
La vista que tenía Chou era sin duda, inolvidable. Nayeon parada frente a ella con su playera que le quedaba algo grande y con las piernas descubiertas por la sola braga que llevaba puesta. Sonrió en grande, tomándola en brazos sorpresivamente.
Nayeon rió, rodeándola con sus brazos y piernas, besándola lento.
—Te ves hermosa así, Im.
—Me gusta usar tu ropa, Chou.
Y salieron de la habitación hasta la cocina. Tzuyu la acomodó sobre el mesón para sacar un sartén.
—Yo debo comer huevo por la proteína, ¿tú qué quieres?
—Huevos están bien.
Y así, la pareja comenzó a hablar de cosas triviales, como si jamás se hubiesen odiado. Tzuyu le contaba chistes revolviendo la comida, y Nayeon se reía, feliz de estar así.
También se besaban de vez en cuando, mirándose a los ojos de manera especial, una nueva forma de observarse.
Una vez listo, Tzuyu tostó unas rebanadas de pan y las sirvió con el huevo, llevando el primer bocado a la boca de la más baja.
—Prueba —pidió y Nayeon abrió la boca, mordiendo un pedazo—. Debo comer esto todos los días por el gimnasio, así que se volvió mi especialidad —dijo y ambas rieron.
—Sabe exquisito.
—Gracias —y le robó un pico.
Comieron cómodamente y terminaron preparándose limonada para hidratarse. Esta vez la hizo Nayeon. Solo se metió Chou cuando debía partir los limones, recibiendo unos ojos en blanco y un “Eres una exagerada” de la mayor.
—Aún así te encanto.
—¿Tú a mí? No… Yo diría que yo te encanto a ti, Chou —la miró con gracia.
—¿Sí? ¿Entonces no te encanta cuando hago esto? —se acercó, corriendo las bragas negras hacia un lado para comenzar a masturbarla.
Nayeon, con las manos apoyadas en el mesón, mordió sus labios maldiciendo.
—Jódete —insultó, echando la cabeza hacia adelante para apoyarla en el hombro de la menor mientras esta seguía con su trabajo.
Y antes de poder correrse, Tzuyu se alejó.
—¿Quieres más limonada, Im? —preguntó inocente, chupando la punta de sus dedos.
—Chou… —cerró los ojos, estresada.
—¿Qué? —sonrió.
Nayeon pensó en la posibilidad de cachetearla por atreverse a dejarla así, también pensó en mostrarse furiosa ante su jueguito, pero fue más inteligente; no la dejaría ganar, se vengaría.
Habían tenido sexo, sí, pero aún eran rivales.
Dio un estirón a sus músculos intentando deshacerse de la calentura y fue hasta ella.
—Sí, quiero limonada —respondió, sorprendido a Chou. Esperaba un golpe o algo, pero no una respuesta tan pacífica—. Me la llevas al sofá, por favor —pidió, caminando hasta la sala para acomodarse en el sofá.
—¿Qué…?
Tzuyu, desconcertada, tomó los dos vasos llenos y la siguió.
La observó fijo parada frente a ella, pero al notar que Nayeon no la miraría, se sentó a su lado.
—¿Tienes Netflix? —preguntó de repente, con el control en sus manos.
Tzuyu no respondió, pero tampoco fue necesario, pues Nayeon hizo todo por sí misma, buscando en las aplicaciones de la TV.
Sin pedir permiso -ni mirarla aún- se metió a su cuenta y puso una película al azar, aunque claro, eso Tzuyu no lo sabía.
—Yo… —Tzuyu seguía confundida, ella esperaba que luego de su mini colación fueran a su pieza para volver a follar, pero no. Ahí estaban, mirando no saben qué con una Nayeon supuestamente concentrada en la pantalla—. Nayeon, podrías decirme…
—¿Puedes guardar silencio, por favor? Quiero ver la película —habló en tono amable, enredándola aun más.
La primera teoría de Tzuyu es que Nayeon decidió ignorarla por andar molestándola, pero le hablaba normal, casi como si fueran simples amigas disfrutando de una tarde de películas.
Suspiró, rindiéndose y estirando su cuello hasta que su cabeza quedó apoyada en el sofá. Cerró los ojos, por lo menos aprovecharía ese rato para descansar un poco.
Im, viéndola en su propio mundo, aprovechó la oportunidad y se bajó del sofá, agachándose en silencio en el piso, de rodillas gateando hasta quedar en su entrepierna.
Era ágil, por lo que Tzuyu no notó sus movimientos. Y en un momento repentino, pasó su mano por el falo que se veía a través del bóxer.
—¡Nayeon! Ah- —sus palabras quedaron a medias, sorprendida por verla allí abajo—. Joder… —apretó sus labios cuando Nayeon sacó su pene, dejándolo en sus manos y comenzando a masajearlo.
La idea era la siguiente: masturbar a Tzuyu hasta que diera indicios de venirse y separarse abruptamente para reírse en su cara.
Se acomodó mejor, mirándola a los ojos antes de hundir su cabeza entre las largas piernas de Tzuyu y tragarse el pene de la chica, quien tuvo que apretar la tela del sofá para no gruñir como animal.
Bajó y subió la cabeza, deteniéndose en la punta para succionarla y terminar con un escupo.
—Mierda, Im.
—¿Te gusta? —puso esos ojitos inocentes que de tantos castigos la salvó.
Tzuyu no tuvo palabras, demasiada excitación en su cuerpo como para responder, así que simplemente asintió, moviendo sus caderas hacia arriba, desesperada por tener esa caliente boquita dentro de ella otra vez.
Nayeon se burló, sin negarse cuando Tzuyu le empujó para que siguiera con el trabajo.
Y allí, en la sala con una película a bajo volumen, Tzuyu recibió uno de los mejores orales que alguna vez tuvo.
Sus manos se envolvieron pronto en el cabello de la más baja, empujándola bruscamente y con mucha velocidad, ansiando ver estrellas. Escuchó las arcadas contrarias y sintió como dos pequeñas manos se posicionaron en sus piernas, pero sabía que Nayeon lo disfrutaba tanto como ella.
—¡Nayeon…!
Iba a correrse, lo sabía por la forma en que le temblaban las piernas. Debía separase para joderla igual como lo hizo Chou, pero le fue imposible. Quería que Tzuyu se viniera en su boca y el deseo fue tan grande que le importó la nada misma no lograr su venganza.
Y tal cual lo supuso, Tzuyu la llenó de semen, haciéndola sentir en la cima.
Tzuyu la jaló hacia arriba del mentón toscamente para fijarse en su boca que goteaba el líquido espeso y blanco. Sonrió orgullosa, sintiéndose increíble ante lo sumisa que se comportaba Nayeon para ella.
—Trágatelo —exigió.
Nayeon, con su cabello desordenado y sus mejillas rojas, pasó saliva, llevándose así el semen también. Lamió sus labios de forma sensual cuando terminó y Tzuyu se sintió dura de nuevo.
—Eres mía, Nayeon, solo mía —gruñó.
Se agachó hasta tenerla en sus brazos y posicionarla sobre su regazo, pegándose a ella como una lapa. No la dejaría ir nunca más.
—¿Lo soy? —cuestionó inocente, jugando con su castaño cabello —. ¿Dejarás de verte con otras por mí, Chou? —se restregó contra su pene, sintiendo sus bragas húmedas.
Ella sabía que Tzuyu tenía un gran ganado, muchas jóvenes desesperadas por tener a la deportista en sus camas.
Y eso ahora, no le gustaba mucho.
Tzuyu le mordió el lóbulo de la oreja, asintiendo repetidas veces.
—A ninguna —repitió antes de quitarle la playera y estimularle los pezones con los labios—. Y no dejaré que nadie se te acerque — terminó, corriéndole un poco la ropa interior para hundirse en ella.
No necesitó masturbarla antes porque la mayor ya estaba lubricada.
Im gimió, cerrando los ojos.
Sus palabras, sus gestos y su forma tan dominante de ser la calentaban de manera perversa.
Comenzó a saltar sobre su polla, sus pechos rebotando en la cara de la otra.
—¿N-ni a Kyungsoo? —cuestionó inocente.
Kyungsoo era su ex novio, un tipo alto e igual de popular que ellas. Era sabido que el muchacho seguía tras la bajita, pues siempre que tenía la oportunidad, le coqueteaba como podía. Nayeon fue quien le terminó, pero no por eso le disgustaba la atención que le daba, así que de vez en cuando le seguía el jueguito, atrayendo muchos rumores y susurros de sus entrometidos compañeros.
Tzuyu, al saber quién era aquel tipo, sintió una ola de celos invadirla. Su enojo fue obvio cuando cambió las posiciones, acostando a Nayeon a lo largo del sofá y colocándose sobre ella, sin dejar de penetrarla.
Llevó una de sus manos al cuello contrario y la ahorcó presionando solos sus dedos, sin hacer mucha presión sobre su tráquea. Im puso los ojos en blanco, perdida en su excitación.
¿Masoquista? Tal vez.
—Mataré a Kyungsoo si lo veo cerca de ti —reclamó, enterrándose en ella hasta alcanzar su punto G.
Nayeon gimió más alto que nunca. Su cuello siendo apretado de esa exquisita manera, el cuerpo grande de Tzuyu sobre ella moviéndose sin control y el tono de voz tan grave, tan posesivo…
No aguantó más, se vino con los ojos llorosos, soltando gritos e insultos. Jamás en su vida había durado tan poco en relaciones sexuales. Se avergonzó de sí misma, pero la sonrisa de Tzuyu al abrir los párpados la hizo sentir mejor.
Unos segundos más y la menor también llegó a su límite, llenándola como tanto le gustaba hacer. Se derrumbó sobre ella, su respiración agitada y sus caderas débiles.
Abrazó a la más pequeña, hundiéndose en sus tetas.
—Eres increíble, Nayeon —susurró sobre su sudorosa piel, que aún así olía a su perfume dulzón.
—Lo sé —rió, acariciándole el cabello.
Hizo el intento de moverse, pero Tzuyu lo impidió en un gruñido, enterrando su pene lo más que pudo en su vagina, robándole un pequeño grito.
—No —negó, alzando la cabeza para besarla—. No saldré de ti nunca.
Nayeon carcajeó, asintiendo contenta con la idea.
Chou volvió a bajar la cabeza, esta vez comenzando a chuparle los senos.
—Tzuyu… Acabo de tener un orgasmo, d-déjame descansar.
Gimió viendo cómo Tzuyu le dejaba un chupón. Varios chupones.
—Es que amo tus tetas —soltó sin descaro, lamiéndole los pezones fascinada de su textura tan suave.
La mayor negó, dejándose ser, teniendo a una muchachas sobre ella comiéndole las tetas como si fuera una bebé.
—Im… —succionó, fascinada.
—D-Dime.
—Eres la rival más caliente que he tenido y no quiero alejarme.
—Yo tampoco… Tzu, yo tampoco
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Esta historia es una adaptación, muchas gracias a yunamipolola por permitirme adaptarla 💕.
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