꒰ ⌗ You're my gold 💛 ! ꒱
Dejó que el pequeño rubio descargara sus sentimientos sobre su hombro. La mano pálida derecha de Jungkook se encargaba de repartir pequeñas caricias de un suave y cálido amarillo que recorrían toda su espalda. Dudó un poco, pero propinó un ligero beso en la coronilla del menor, esperando pacientemente a que se sintiera mejor. No le gustaba para nada saber que Taehyung estaba triste.
Por eso mismo, su mente estaba maquinando una idea para lograr volver realidad el sueño de Taehyung. Sí, podría parecer infantil, pero sabía que aquello significaba todo para el rubio. Jungkook estaba más que dispuesto a cumplirlo. Su mejor recompensa sería la felicidad total de Taehyung, lo único que le interesaba en ese momento.
-Lo siento, hyung.—la voz quebrada lo trajo a la realidad—N-no debí tocar este tema, lo siento mucho...
Jungkook se preocupó al notar las lágrimas llenar de nuevo los ojos ajenos. Inmediatamente se acercó lo suficiente para que sus rostros estuvieran a pulgadas de distancia, y así pudiera secar todo rastro de humedad en el rostro de Taehyung.
A pesar de no poder verlo, Taehyung sintió sus respiraciones chocar. Podía sentir la dulzura en el suave tacto que Jungkook le propiciaba, la paciencia cuando no entendía algo o tenía que explicarle, el orgullo en su voz cuando lo felicitaba por tocar por sí mismo el piano.
Sentir. Taehyung sentía muchas cosas cuando estaba con él. Le traía una paz increíble. Si bien no dependía emocionalmente del mayor, definitivamente era un apoyo que valoraba bastante. Sin siquiera pedir permiso, alzó ambas manos para acariciar de nueva cuenta el rostro ajeno. No lo había hecho desde la primera vez.
Sus dedos viajaron, acariciando cada facción, grabándola en cada tacto. Sintió la belleza en cada parte que conformaba a Jungkook. En cada centímetro de su piel estaba grabada cada emoción que notaba emerger del mayor, un tacto único lleno de sentimientos que iba más allá de la necesidad de tocarlo.
-En serio eres precioso, Jungkook...--susurró Taehyung, provocando que el mencionado abriera sus ojos. Descubrió que Las caricias del menor lo relajaban, eran como un bálsamo ante cualquier sentimiento negativo.—¿Y sabes que es lo mejor? Que no necesito verte para saberlo, eso te hace especial. No necesito saber tu tono de piel, o el color de tu cabello para saber que eres la persona más hermosa que he conocido. Siento la belleza en cada una de tus acciones, y eso vale más. Contigo descubrí que la belleza no es necesaria verla.
El pequeño discursó se incrustó en lo más profundo de Jungkook, quien en este punto estaba llorando. Saber que provocaba eso en el menor le hacía sentir un remolino enérgico y abrumador de emociones. Mágico.
Sin decir nada, sólo pudo volver a abrazar a Taehyung, sin importarle que estuvieran en un lugar público, ellos estaban encerrados en su propia burbuja, de un color que Jungkook no pudo describir.
Esa ida al café acabó con Jungkook llevando a Taehyung a su casa, caminando. Algo que ambos compartían era el gusto de sentir el viento chocar contra su cara.
-Me gusta ir a la playa porque la brisa marina me relaja muchísimo. Así sea en invierno o verano, me gusta sentir el olor a mar.—Taehyung le contaba con más detalles cosas que le gustaban o no, dejando que la plática se tornara en el rubio. Quería conocer perfectamente los gustos del menor.
-Deberíamos ir a la playa un día de estos, entonces.
-Me parece muy bien, hyung.
-Ya está. Creo que ya llegamos.—Ambos se detuvieron en frente de la casa de los Kim.
-Gracias por traerme, hyung.—Taehyung giró levemente, buscando con su mano la contraria, amando la obvia diferencia de tamaños.
-No es nada, Taehyunginie.
La mano del rubio recorrió el brazo de Jungkook, acariciando lentamente, hasta posarse en su mejilla. Acercó sus labios a ésta, dejando un beso. Los cálidos labios impactaron con la fría piel, creando un contraste único. Jungkook pudo sentir el calor subiendo por su cuello, pero poco le importó al ver a Taehyung sonreír, sabiendo que éste era consciente del sonrojo que le había provocado ya con ese bonito acto. Ambos sin saberlo, estaban acercándose a un destino que ninguno desconocía, teniendo una muy vaga idea del sentimiento que apenas comenzaba a sembrarse en ellos.
-Nos vemos mañana, hyung.—fueron las últimas palabras del rubio antes de ingresar a su casa.
-No, no, definitivamente no... Esta sí.
Jungkook se encontraba en la cama de su habitación, con su celular al lado y una pequeña libreta en sus manos. Estaba creando una lista de canciones para llevar a cabo su plan, y rogaba a todas las divinidades que funcionara.
Después de aquella plática que tuvo con Taehyung y sus propios pensamientos, estaba decidido a hacer realidad el deseo del menor sí o sí. Esas dos semanas fueron suficientes para que Jungkook se diera cuenta de la preciosa persona que era el rubio.
Cálido, risueño, cariñoso. Un chico realmente hermoso. No sólo físicamente, también en su forma de ser.
Detuvo su mano a media canción, pensando en Taehyung. Y es que, últimamente pensaba demasiado en él. Su mente viajó al beso en la mejilla que le había dado, calentando éstas al instante, y llevando por inercia su mano al lugar donde los delgados labios de Taehyung y su piel hicieron contacto. Aún podía sentir la respiración ajena contra su mejilla.
¿Acaso me gusta?
Su mente se concentró ahora en esa pregunta.
Le gustaba la manera en que sus ojos se cerraban al sonreír. Sus pequeñas manos tomando las suyas, o bien recorriendo su rostro. El leve sonrojo que solía adornar sus bonitas mejillas.
Le gustaba su risa, sus palabras de aliento cuando le decía que estaba componiendo más canciones. Amaba sus ojos, y la suavidad de su piel.
Y también la manera que fruncía su ceño cuando algo no le gustaba, y la emoción de su voz cuando podía identificar las notas en el piano, y también cuando...
Mierda.
-Creo que me gustas, Kim Taehyung—acompañado de un suspiro, admitió Jungkook. Sus labios formaron una boba sonrisa, la idea no le disgustaba. Le gustaba que Kim Taehyung le gustara. Un sentimiento demasiado hermoso, dorado. Pudo ver el color ahora con más intensidad que en la tarde de ese día.
Sin borrar su sonrisa, apagó su celular, anotando una última canción. Mañana vería de nuevo al pequeño rubio y quería comenzar su plan lo más pronto posible.
Los nervios y la inseguridad lo atacaron de nuevo, pero no se dejaría vencer por estos.
Estaría dispuesto a hacer todo lo posible para que Taehyung fuera feliz.
Con ese último pensamiento, se durmió tranquilamente.
El jueves, tres semanas después, avanzó con tranquilidad, ese día le tocaba dar a clases a un grupo más avanzado, conformado por adolescentes. Esos días le ayudaron a ordenar las canciones que usaría para lo que planeaba hacer, y también para poner sus sentimientos en orden. O al menos intentarlo.
Estaban en clase práctica, Jungkook recorría el salón para cerciorarse que todo estaba en orden.
Se acercó al lugar de uno de sus más destacados alumnos, Min Yoongi. La melodía que tocaba se le hacía conocida. City of Stars era interpretada por el joven castaño. Notó algo diferente en esa canción.
-¿Para quién la tocas, Yoongi?
Jungkook se sentó en la silla al lado del piano, atento a la canción.
-Es... es para el chico que me gusta. Él adora La La Land, pensé que le podría gustar cantar esta canción conmigo.
Era una canción que apenas y pasaba los dos minutos y medio, pero era bastante bonita. Sonrió cuando su mente lo llevó a Taehyung, en que el chico adoraba cantar. Sería buena idea aprenderse la canción con tal de escucharlo.
-Por su mirada puedo deducir que también le gusta alguien, profesor Jeon.—la voz de Yoongi lo trajo de vuelta a la realidad. Ser pillado lo hizo sonrojarse.—Le dejaré las partituras para que pueda practicar con la persona que lo trae así.
-Sigue practicando, mocoso. Pero, gracias.—Levantándose del lugar, se dirigió a su escritorio con tal de que nadie lo viera así. Deseaba que la clase acabara pronto.
Como si el destino lo hubiera escuchado, las siete llegaron rápido y en menos de diez minutos el salón estaba ya vacío, Jungkook esperando a Taehyung. Unos tres minutos pasaron, y el rubio llegó con su típica sonrisa que hacía suspirar al pianista. Estas dos semanas le bastaron para confirmar que aquel chico comenzaba a gustarle, sospechando que sus sentimientos iban creciendo después de pasar más del mes.
-Buenas tardes, Jungkook hyung.
-Buenas tardes, Taehyungie.
El rubio se acercó guiándose por la voz ronca y suave del mayor, siempre cauteloso de no chocar contra algo o alguien. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, Jungkook se atrevió a unir sus meñiques, invadidos en un cómodo silencio. Blanco.
-¿Qué tocaremos hoy?
La pregunta del menor puso nervioso a Jungkook de inmediato. Sus piernas temblaron ligeramente y un miedo lo invadió, pero no se haría para atrás. No con Taehyung.
-Hoy... Hoy haremos algo diferente, Taehyungie.
El mencionado frunció su ceño sin entender, Jungkook acarició su arrugado entrecejo con su mano libre hasta que lo hizo desaparecer.
-¿Cómo diferente?
-Ven, te lo explicaré acá.
Sin soltarse, caminaron al gran piano, Jungkook sentó a Taehyung como todos los días, colocándose atrás de él. Las grandes y pálidas manos tomaron las del rubio, acariciándolas en un intento de calmarse a sí mismo.
-Tocaremos una canción, pero te guiaré de nuevo.
-¿No practicaremos la de ayer?
-No, esto es importante. Ya verás.
Jungkook suspiró una última vez antes de comenzar a tocar. La canción instrumental de I.L.Y de The Rose llenaron el ambiente.
-Cierra tus ojos, Taehyungie.—susurró el mayor en el oído del rubio, este la hizo caso.
La canción fue interpretada de manera lenta, armoniosa. Jungkook guiaba las manos del rubio a través del piano.
Taehyung no podía describir las sensaciones que la melodía le transmitía. No sabía si era la canción, el momento tan íntimo o el mismo Jungkook, pero era mágico. No, era más que eso. Algo que no podía describir en ese momento. Su mente le exigía relacionarlo con algo... Pero no encontraba en qué.
Tres minutos y medio después, la canción terminó. Jungkook estaba más tranquilo, incluso si la parte más difícil aun no pasaba. Se sumieron en un tranquilo silencio unos momentos, hasta que Taehyung lo rompió.
-¿Qué fue eso, Jungkook?
El pianista entendió a que se refería. No a la canción ni al cambio drástico de rutina, si no a lo que sintió. Era ahora o nunca.
-Ese es el rojo, Taehyung
-¿Cómo?—Taehyung sentía que la voz se le quebraría en cualquier momento.
-¿Te acuerdas que te conté que tengo sinestesia?
-Sí, pero no entiendo...
Jungkook se acercó más al confundido rubio, recargando la cabeza de este en su pecho, buscando las palabras correctas para explicarse.
-Esa canción la veo en rojo. Hace unas semanas—comenzó a explicar, apretando contra sí el cuerpo del rubio en un intento de calmarse—Me dijiste que tu sueño siempre fue ver los colores. No puedo describírtelos, JiMin, pero sí enseñártelos. Tengo una lista de canciones para cada color, lo hice especialmente basándome en tus gustos y lo que me inspiraba cada canción... Pensé que no siempre es necesario ver las cosas, es mejor sentirlas.
Jungkook comenzaba a ponerse nervioso e incómodo ante el silencio. Taehyung no decía nada, así que siguió hablando más alterado que antes.
-E-espero no te sientas incómodo o algo así, yo sólo quiero ayudarte y pensé en esto, si te parece tonto dime y paramos y.—El mayor detuvo su hablar cuando sintió su camisa húmeda y los sollozos de Taehyung. De los nervios pasó a la preocupación, alzando el rostro del rubio para observarlo con atención.
-¿Qué pasa, Taehyungie? ¿Qué tienes? ¿Te molesto algo de lo dije o...?
-Para.—la voz quebrada de Taehyung lo silenció, atento a lo que decía.—Estás diciéndome que armaste esto, una lista de canciones, tomando unas horas de tu día, ¿Solamente para enseñarme los colores?
Jungkook no entendía nada. Taehyung seguía llorando, pero una sonrisa adornaba su rostro.
-Jungkook, esto es lo más hermoso que han hecho por mí alguna vez. Llevo toda mi vida buscando un significado a las cosas que no puedo ver, tratando de idealizar como serían, sin lograrlo. Vienes tú, y me enseñas lo que tanto he deseado. Vienes y cumples uno de mis mayores sueños, uno que parecía imposible, pero tú lo acabas de hacer posible. ¿Tienes idea de cómo me siento?
Taehyung no pudo aguantar y sin pensarlo, se lanzó a los brazos de un atolondrado Jungkook, envolviéndolo en un fuerte abrazo.
-¿Eso quiere decir que no estás enojado?
-Claro que no, tonto. Esto es precioso.—Taehyung por instinto tomó el rostro del mayor entre sus manos, acercándose—Tú eres precioso.
Jungkook no pensaba demasiado cuando unió sus labios con los de Taehyung, con él correspondiendo su beso. Dorado.
Jungkook pudo ver el color a través del beso que compartía con el rubio, siendo consciente que nunca antes observó ese color en una emoción, o en una canción. Dorado era Taehyung , y todo lo que le hacía sentir.
Sus labios se separaron lentamente, quedando sus rostros lo suficientemente cerca para sentir las respiraciones ajenas.
-¿Quieres seguir descubriendo colores conmigo, Taehyung?
-Me encantaría, Jungkook.
Los días fueron pasando, ahora las salidas de ambos eran a distintos lugares. Ya no estaban sólo en el salón de Jungkook, sus citas se concentraron en descubrir colores juntos, ya no sólo a través del piano. Probaron con diferentes instrumentos, diferentes estilos y géneros musicales. Siempre juntos, fortaleciendo el sentimiento que crecía en ellos.
Después de ese beso en el salón, no lo volvieron a hacer ni hablaron del tema. Pero no fue necesario, ambos sabían que debían llevar las cosas con calma, sin presiones.
La ceguera de Taehyung nunca fue impedimento para que ambos disfrutaran de salidas a destinos como el cine, teatro, museos o demás. Jungkook al principio estaba inseguro, pensando que el rubio no estaría cómodo.
-Mientras tenga tu mano sosteniendo la mía, no importa.
Esas fueron las palabras de Taehyung ante la duda del mayor, mandando su inseguridad a la basura.
-Esta fotografía tiene un rosa parecido al que te enseñé con Love Me, predomina mucho este color.
Esa era la manera de Jungkook para describirle los colores. Ese día habían visitado una galería de arte que exponía fotografías de un nuevo y joven artista.
-Entonces es una fotografía muy hermosa.
-Lo es, Taehyungie. ¿Seguimos sintiéndolas?
-Vamos.
Tomados de la mano, recorrieron la exposición, con el mayor susurrando sus descripciones, Taehyung escuchando atentamente.
-¿Te acuerdas de aquel plateado que te enseñé cuando cantamos City of Stars?
-Sí, recuerdo que te temblaba la voz porque decías que cantabas espantoso. Pero tu voz es preciosa, Kookie.—contestó Taehyung, soltando una risa cuando tocó la mejilla caliente del mayor, sabiendo que estaba sonrojado.
-Tsk, cállate, eso no es lo importante. Como te decía, ese color predomina aquí...
-¿Profesor Jeon?
Jungkook se volteó para toparse con Yoongi, quien iba acompañado de un joven pequeño.
-Yoongi, no esperaba encontrarte por aquí.
-Vine con él—señaló al chico a su lado—Él es Park Jimin, el artista de esta exposición. Y él es Jeon Jungkook, mi profesor de piano.
-Un gusto, él es Kim Taehyung.
El mencionado extendió su mano, como estaba acostumbrado. Una gran mano contraria recibió la suya.
-¿Les están gustando las fotografías?—Taehyung supuso que ese era Jimin, por lo que se apresuró a responder.
-Son preciosas.
Tres pares de ojos se fijaron en él, dos sorprendidos y uno orgulloso. Jimin sonrió, entendiendo bastante bien el trasfondo de esas palabras.
-Me alegro muchísimo que te gustaran.
Los cuatro conversaron un rato, hasta que llegó la hora de cierre de la galería. Taehyung y Jungkook salieron a las frías calles de la ciudad, tomados de la mano como era su costumbre.
-Jungkook, tengo una duda.
-Dime, Taehyungie.
-Hay un color que nunca me has mencionado en estos tres meses que llevamos juntos—Jungkook sintió su estómago contraerse al escuchar esas dos últimas palabras—¿Cómo relacionas el dorado?
Jungkook se quedo estático, recordando que ese color únicamente lo podía relacionar con Taehyung. Su voz, su sonrisa, su piel, su forma de ser, todo en él brillaba en dorado y el mayor estaba lo suficientemente nervioso como para confesarse de esa manera.
-Yo... Yo lo relaciono con algo o alguien importante. El dorado sería para mí el suceso o persona más importante y que más valor tiene para mí.
Taehyung asintió, satisfecho con la respuesta, y Jungkook rogaba para que el rubio entendiera su indirecta. Caminaron rumbo a la casa de Taehyung, hablando de otros temas, ellos siempre tenían un tema de conversación.
Cuando Jungkook se detuvo, el rubio sabía que estaban ya en frente de su casa, y unos ligeros nervios lo invadieron. Dudaba si hacer o no lo que tenía en mente desde hace tiempo, pero se arriesgó.
Lo próximo que Jungkook sintió fueron los labios cálidos del menor impactar contra los suyos, dejándolo sorprendido. Fueron unos pocos segundos donde Taehyung lo besaba lo que bastó para que reaccionara y correspondiera al beso, los dos entregándose completamente al sentimiento que nació y creció en ellos a lo largo de los meses. Ahora ambos estaban seguros de lo que pasaba, dando el comienzo a su propia gama de colores.
-Jungkook.—el susurro del rubio contra sus labios lo trajo a la realidad de nuevo.
-¿Sí?
-Tú eres mi dorado.
꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱
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