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꒰ ⌗ Black and white 🖤🤍 ! ꒱

El silencio blanco de la habitación fue interrumpido por las notas de piano de la canción Clocks, del grupo Coldplay.

Para muchos sería raro, incluso imposible relacionar un color con un sonido. Claro, de manera consciente se podría. Jeon Jungkook lo relacionaba de manera automático.

Para él existían dos tipos de silencio, el blanco y el negro. Sin más tonos, ni escalas de grises. Un negro tenso, pesado e incómodo. Y estaba el pacífico y relajante blanco, justo el tipo de silencio que emanaba la sala de música en la que trabajaba desde hace unos cuantos años. Su cumpleaños número 28 acababa de ocurrir, desde los 25 llevaba trabajando en una academia de música como profesor, dando lecciones de piano y composición.

Jungkook descubrió su amor por la música cuando se dio cuenta de la magia que esta le producía. Comenzó cuando al tocar su primera canción de piano, asombrado le dijo a sus papás "¡Esta canción es azul!".

Los primeros días creyeron que se trataban de simples inventos de un Jungkook pequeño, hasta que se dieron cuenta de lo que realmente ocurría.

Sinestesia. Eso era lo que tenía Jeon Jungkook.

Una condición que le da la capacidad de oír colores, ver sonidos, saborear texturas.

Jungkook veía la música en colores.

Escuchaba colores en los sonidos.

Por consecuencia, su vida estaba llena de matices de todo tipo. Amaba los colores cálidos que ofrecía su sala de música.

Dieron las cinco en punto, tocaba la clase para niños.

El pelinegro amaba enseñar la capacidad que tiene la música para expresarse. Consideraba que un niño tenía que ser capaz de liberar sus sentimientos en el arte, no solamente en su área. Estaba la danza, pintura, escritura, miles de manifestaciones.

Poco a poco, la sala se fue llenando hasta que se completaron los 20 niños a los cuales les enseñaba. Levantándose de su asiento, se dirigió al centro de la sala dispuesto a empezar la lección de ese día.

Pero antes de que pudiera siquiera abrir la boca, la puerta sonó suavemente.

-Adelante.—dijo y esperó paciente.

Un niño de aproximadamente 7 años se asomó tímidamente, sus ojos recorriendo levemente el salón.

-¿Usted es el profesor Jeon?—Jungkook apenas y escuchó la pregunta, ya que el niño hablaba demasiado bajo. Entonces recordó que ese día se unía a la clase un nuevo estudiante.

-Sí, soy yo.—contestó con una sonrisa, inspirando confianza.—Pasa, tú eres mi nuevo estudiante, ¿verdad?

El pequeño solamente asintió, con su mirada fija en el suelo. Parecía demasiado tímido. Ingresó rápido, tomando asiento en una banca de atrás. Jungkook estaba haciendo un esfuerzo por recordar el nombre de su nuevo estudiante, pero sólo venía su mente el apellido. Kim.

-Bien, niños. Hoy seguiremos con la lección de la semana pasada, seguiremos aprendiendo como escribir tiempos en las partituras.

Jungkook amaba enseñar. Se notaba cuando explicaba con paciencia, repitiendo el tema de ser necesario para una mejor comprensión, felicitando a sus alumnos cuando lograban cumplir con la actividad, alentándolos a no rendirse cuando se equivocaban.

-¿Necesitas ayuda?—Jungkook se acercó con voz amable al pequeño niño. Sus manos estaban estáticas, sin resolver el ejercicio. Lo entendía, siendo nuevo tenía que ponerse al corriente.—Te explicaré de nuevo, haremos un ejercicio juntos y de ahí tratarás de resolverlo tú, ¿te parece?

El niño, con sus ojos fijos en la mesa, asintió lentamente. Jungkook tomó el lápiz y comenzó de nuevo su explicación.

-Recuerda que al inicio de cada pentagrama debes colocar la Llave de Sol y los tiempos a marcar. Te dejaré usar por esta semana la guía que muestra el lugar de las notas, pero estúdialos muy bien, ¿vale? Llegará el momento donde tendrás que hacerlo sin guía.

A pesar de la timidez del niño, había cierto brillo en su mirada que indicaba lo mucho que le gustaba el tema. Se notaba en la dedicación al dibujar cada nota, concentrado en alcanzar el nivel de sus demás compañeros.

Jungkook sonrió satisfecho al notar que el niño ya se podía manejar solo. Consideraba eso como uno de sus mayores regalos, el ver que su enseñanza daba frutos.

-Si necesitas más ayuda, no dude en decirme, eh...

-Kim Mingyu.

Jungkook asintió con una sonrisa, que el niño le devolvió. La hora restante a su clase pasó con rapidez, dando las 7 en punto. A esa hora, el cielo comenzaba a oscurecer y el joven profesor amaba observar las tonalidades que el cielo ofrecía. Los tonos amarillos y anaranjados del cielo cantaban para él. Simplemente precioso.

Los padres iban llegando a recoger a sus hijos, y la sala se vaciaba poco a poco.

Quedando solo tres niños, Jungkook comenzó a recoger sus cosas, dispuesto a irse en cuanto no quedara nadie más que él. Observó rápido su salón, encontrándose solo con Mingyu.

-Mingyu, ¿Quién viene por ti?—preguntó ligeramente preocupado, eran ya 7:15 y él estaba acostumbrado a que sus alumnos fueran recogidos puntualmente.

-Uh, probablemente mi tío. Siempre tarda un poco, más ahora porque no conoce bien la ciudad y le cuesta más orientarse.

El pelinegro asintió ante la explicación, esperando paciente a que llegaran por su nuevo alumno. Estaba por contestar unos mensajes de su amigo Yugyeom cuando escuchó un suave golpeteo a la puerta y observó como Mingyu salía disparado hacia la persona parada ahí.

Jungkook sintió que se le cortaba la respiración.

El chico era rubio, de su estatura. Su expresión era seria, pero serena. Cuerpo delicado pero varonil, pose recta y un rostro precioso.

Pero eso no fue lo único que llamó su atención.

El hermoso chico frente a él parecía tener la mirada perdida. Comprendió en cuanto notó el bastón en su mano derecha.

El chico era ciego.

-¡TAEHYUNG! Creí que tardarías más.

El chico rubio, Taehyung, sonrió, estirando su mano para que el niño la tomara.

-Lo siento pequeño, tuve un pequeño problemilla para llegar. Pero ya estoy aquí, vamos a casa.

-Espera.—El niño jaló suavemente de la mano del rubio, indicándole en una orden muda que caminara.—Él es mi profesor, el señor Jeon. ¡Pude escribir varias notas yo sólo y él me enseñó!

Jungkook se sintió sonrojar ligeramente ante la exclamación emocionada de Mingyu, y de nuevo se perdió cuando el rubio sonrió, provocando una explosión en su interior. Taehyung extendió su mano hacia el frente, que fue rápidamente tomada por el profesor.

Jungkook nunca sintió un tacto tan dulce. Tan dulce como la mermelada de fresa, su favorita.

-Mucho gusto, soy Kim Taehyung. Tío de Mingyu.

-Jeon Jungkook, el gusto es mío.

Y vaya que lo era. Seguía absorto en el angelical rostro del chico.

-También deberías tomar clases TaeTae, el profesor Jeon explica muy bien.—dijo el niño, tomando de nuevo la mano de su tío. Una sonrisa de labios apretados surcó su rostro.

-No creo que sea posible, pequeño.—giró su rostro a donde suponía que estaba Jungkook, quien rápido palpó la tristeza colada en aquella frase.—Nosotros nos retiramos, buena noche.

-Igualmente, adiós Mingyu.

Los Kim se retiraron del salón, con el pequeño al frente, dictándole el camino a Taehyung. Jungkook observó silenciosamente como salían.

Suspirando, no podía sacar de su mente al precioso chico de hace unos momentos. Ni su expresión de tristeza cuando escuchó las palabras del niño.

Claro que podía enseñarle música, a tocar un instrumento. Sólo sería cuestión de modificar un poco su método de enseñanza, pero para alguien como Jeon Jungkook nada era imposible.

Con sus pensamientos en él, salió y cerró su salón, entregándose a las frías calles de Seúl. Su departamento no quedaba muy lejos, fácilmente podría llegar caminando. En sus auriculares sonaba una canción bastante morada, pero era un morado agradable.

Sabía que tendría que esperar hasta el miércoles para ver al chico de nuevo. Y eso, si era él quien fuera por su sobrino.

Suspiró de nuevo, cansado. Rogaba para que el miércoles llegara con rapidez.

El día llegó más rápido de lo esperado, pero las dos horas que duraba su clase estaban pasando tortuosamente lentas. Con felicidad observó cuando dieron las 7 menos diez.

Los padres comenzaron a llegar por sus hijos, acercándose al profesor para verificar el avance musical en ellos. Jungkook contestaba, orgulloso que sus alumnos avanzaran a buen paso. Estaba tan concentrado en explicar el buen desarrollo de su hijo a la pareja Kim, que no notó que a unos metros de distancia estaba cierta persona escuchándolo.

Taehyung sonrió cuando notó el amor con el que Jungkook hablaba de la música. Demasiado tierno para él. Aun si no podía verlo, no dudaba que el chico tuviera una hermosa personalidad.

Jungkook finalmente se despidió de Kim Namjoon y Kim Seokjin cuando la puerta se abrió nuevamente, de ella ingresaron dos personas al salón.

-¡MAMÁ!—el pequeño Mingyu corrió hacia la señora que estaba en frente, pero Jungkook dejó de prestarles atención en cuanto sus ojos se perdieron en Taehyung. Sonrió de manera inconsciente, acercándose hacia él. El rubio a pesar de no verlo, sintió una presencia cerca y supuso de quien era.

-Señor Jeon, buenas tardes.—sonrió para el pelinegro, con su bastón en su mano derecha como apoyo.

-Buenas tardes.—Jungkook observó que el niño y su madre se acercaban.—Señora Kim, su hijo aprende muy bien y rápido. Es un honor tener alumnos como él en mi clase.

Mingyu se irguió, orgulloso de sí. Taehyung seguía sonriendo, escuchando atentamente la calmada voz del chico a su lado. No podía describirlo, pero no dudaba que fuera una persona hermosa.

El profesor y la señora Kim platicaban sobre el conocimiento previo del niño antes de llegar a esa academia y el nuevo plan de estudios para él, en tanto el pequeño y su tío estaban sentados cerca del piano negro que lucía en la sala.

-¿Por qué no tratas de tocar un poco, tío TaeTae?—preguntó inocente el niño, quien miraba las teclas bicolores. Taehyung sonrió, solo que esta no mostraba felicidad alguna.

-No creo poder, pequeño. No puedo hacer muchas cosas, lo sabes.

-Pero con un poco más de práctica puedes, tío.—el pequeño trató de animarle.—Sólo necesitas esforzarte un poquito más, ¡Y listo! ¡Serás el mejor!

La exclamación del niño atrajo la atención de los dos adultos en el otro lado del enorme salón. La señora torció los labios al ver a su pequeño hijo tratando de convencer al rubio de intentar tocar una melodía. Jungkook no pasó de alto ese gesto.

-Taehyung lleva toda su vida pensando que su ceguera lo hace inútil, ¿Sabes? Tantas cosas que le gustaría intentar y no lo hace por miedo...

Jungkook no podría imaginarse el sentir del chico, puesto que no era ciego. Pero lo intentaba. Por alguna razón, le disgustó el saber que Taehyung se consideraba inútil. La señora Kim retomó la plática.

-Toda su vida ha querido aprender a tocar el piano. Y nunca se anima.

-Podría ayudarlo, yo puedo hacerlo.

La determinación de sus palabras sorprendió al mismo Jungkook.

-Es difícil convencerlo.

Jungkook negó.

-Difícil, más no imposible.

Con una pequeña sonrisa, la señora Kim le hizo señas discretas a su hijo para que se acercara, y en absoluto silencio, salieron del salón. Jungkook tomó eso como un permiso.

Temeroso, se acercó al rubio quien estaba concentrado en acariciar superficialmente las teclas en el piano, sin llegar a tocarlas. En completo silencio.

A pesar de la expresión de serenidad, Jungkook identificó el silencio negro.

-Puedo enseñarte a tocarlo.

Taehyung se sobresaltó al escuchar la voz grave pero amable. Tan perdido estaba que no escuchó sus pasos acercarse.

-No, no puedes.—Su voz era tranquila y dolorosamente triste. Resignado. Un sonido gris oscuro.

-Soy profesor, claro que puedo. No es difícil, sólo—rodeó el cuerpo del chico, colocándose en su espalda y colocando sus manos sobre las pequeñas de Taehyung. —Déjame guiarte.

La calidez del cuerpo detrás suyo lo hizo sentir protegido. El toque en sus manos, encantador. Un aura de tranquilidad los rodeaba.

La melodía de River Flowers In You llenó la sala. Jungkook de inmediato captó colores en tonalidades amarillas y naranjas. Sus manos guiaron las de Taehyung, tocando lentamente, saboreando las notas. El profesor pegó su pecho con la espalda del rubio, tomándose el atrevimiento de recargar su barbilla en la coronilla de la cabeza del contrario.

Taehyung cerró sus ojos, sólo dejándose llevar. Cumpliendo uno de sus tantos sueños.

La canción iba más lenta de lo normal, Jungkook se aseguraba de tomarse su tiempo y disfrutar cada roce de sus manos unidas. Taehyung se sentía extasiado.

Jungkook no lo sabía, pero ese pequeño gesto caló en lo más profundo del menor.

Toda su vida se sintió inservible, un estorbo al no poder ver. Privándose a sí mismo de muchas cosas, dejándose consumir en blanco y negro. Creyéndose nada.

Ahora estaba tocando el piano. Creando una melodía. Él lo estaba haciendo, aun si sus manos eran guiadas. Aun, si no podía ver.

Cuando la canción terminó, Taehyung estaba llorando. Jungkook se alarmó de inmediato, sentándose al lado del chico. Cuando quiso hablar, un apretón en sus manos lo interrumpió.

-Gracias.—su voz era débil, pero se escuchaba tranquila. Rosada.—Por ayudarme a tocarlo, ahora puedo agregar esto a mi lista de sueños cumplidos.

Captó la gratitud en sus palabras, provocando que una lágrima solitaria escurriera por sus ojos.

-No es nada, Taehyung. Puedo ayudarte cuando quieras.

El rubio sonrió, y con algo de timidez extendió una de sus manos. Jungkook de inmediato captó el mensaje, así que se acercó.

-¿Puedo?

-Claro que sí.

Taehyung deslizó sus dedos por la cara de Jungkook, éste cerró sus ojos. Recorrió cada centímetro de la suave piel, tomándose su tiempo. Delineó sus labios con extremo cuidado, provocando un enorme sonrojo en Jungkook. Su tacto quemaba, pero en el buen sentido. Rojo.

Cuando su recorrido acabó, bajó su mano.

-Eres precioso. Hoy hiciste algo precioso para mí, eso te convierte en alguien realmente hermoso. Gracias.

-No es nada, en serio. Cuando quieras podemos hacerlo de nuevo.

-¿El viernes?

-El viernes.

Resulta que ya habían transcurrido dos semanas desde ese miércoles, tiempo suficiente para que tomaran confianza ambos. Sus encuentros a partir de la segunda semana se convirtieron en diarios. Todos los días Taehyung llegaría a las siete en punto, listo para seguir tocando el piano y pasar un poco más de una hora al lado de Jungkook.

Ese viernes pasaba con normalidad, sus clases iniciaron a las 5 en punto, finalizando dos horas después.

Los jueves daba clases a un nivel más avanzado, y se demoró un poco más en salir ya que practicó un poco más la canción que tocaría Taehyung.

Cuando reconoció la rubia cabellera por la puerta sonrió de inmediato, pero su sonrisa no duró al ver el estado abatido de Taehyung. Su hermana lo acompañaba, y ella le dio una mirada triste a Jungkook.

Dejándolo solo con el profesor, Kim Taeyeon y su hijo salieron del salón.

-Buenas tardes, Taehyung.—Jungkook se acercó y colocó su mano en el hombro del menor.—¿Listo?

Taehyung  negó.

-¿Hoy podemos...—su voz era baja, desganada. Gris, casi negra.—Ir a tomar aire?

Jungkook se sorprendió por su pregunta.

-Claro que sí, Taehyunginie. Déjame recoger mis cosas.

De forma rápida, el mayor fue por su mochila y cerró el salón. Tomó la mano libre del rubio, indicándole que estaba listo.

-¿A dónde quieres ir?

-A donde me quieras llevar, sólo... Sólo llévame a un lugar bonito.

Jungkook asintió con un sonido, juntos caminaron a una cafetería cercana. Paseaban tomados de la mano y en silencio, disfrutando sus manos unidas.

Llegaron y tomaron asiento en una mesa cercana a la ventana.

-¿Está todo bien, Taehyunginie?

Jungkook no podía evitar preocuparse. El rostro triste del chico no lo podía pasar por alto.

-No, realmente no.

-¿Quieres hablarlo?

Jungkook preguntó cuidadosamente, tanteando terreno. Taehyung suspiró, pero comenzó a contar.

-Yo soy ciego de nacimiento. No conozco nada por la vista, absolutamente nada. Claro que toda mi vida he deseado ver algunas cosas o personas. Estoy así porque nunca podré hacerlo, ¿Entiendes?—la voz del chico se quebró, dejando su llanto libre.—Siento impotencia de que no puedo ver crecer a mi sobrino, que no puedo admirar las luces de esta ciudad. No puedo ver a mi hermana, a ti, ni siquiera a mí mismo. Y no puedo...

Taehyung se quedó en completo silencio.

-¿Taehyunginie?

-No puedo ver los colores, Jungkook. Suena infantil, lo sé. Sé diferenciar texturas por mis manos, olores por mi nariz, sonidos, sabores. Eso no hay problema. Pero dime tú, ¿Cómo describes un color? Es lo que más deseo ver, y sé que eso no se cumplirá.

Taehyung para ese punto estaba llorando fuertemente, Jungkook lo abrazaba. Se sentía mal por su pequeño rubio, queriendo hallar la forma de hacerlo sentir mejor.

Hasta que recordó su condición. Y entonces, tuvo una idea.

꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎...

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