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Extra Vyd y Nolan

*ADVERTENCIA: alto contenido +18 erótico. 


Meses después del final de la historia...

Vyd entró corriendo a la cabaña.

—¡La tengo, por fin la tengo, y es perfecta! —exclamaba con emoción. Sus pasos descalzos hacían crujir la madera mientras que él agitaba en el aire la fotografía polaroid que acababa de tomar—. ¡Ven a verla, Nolan, ven!

Rápidamente llegó a la mesa que se encontraba en medio de la cocina. Sobre ella tenía un desorden de más de cien fotos, una cámara digital nueva, una cámara desechable de las antiguas, rollos, paquetes de películas para recargar, un álbum portable, porque desde que había empezado a viajar con Nolan, había estado tomando fotografías sin parar.

Él primero no sabía nada sobre cámaras fotográficas, por supuesto, pero justo antes de tomar el primer avión hacia las primeras vacaciones de su vida, Nolan le había regalado una cámara y le había explicado cómo usarla. A partir de allí, Vyd había quedado absolutamente enamorado del hecho de poder capturar momentos de esa manera y se había convertido en su pasatiempo favorito.

Tenía fotos de todos los lugares que habían visitado. Ya habían conocido dos países. Este era el tercero, y llevaban cuatro días en esa playa privada (regalo de la ahora millonaria señora Mack), alojados en esa cabañita.

El lugar tenía una sola habitación, una pequeña sala, un baño y una cocina. También calefacción por si al clima se le antojaba ponerse frío, y ventanas grandes que dejaban ver el mar y las olas. El olor a agua salada y arena que inundaba todo hacía sentir el ambiente fresco, y el espacio acogedor, íntimo, perfecto.

—¿Por fin tienes la del atardecer? —Nolan apareció desde la habitación. Venía mirando su celular porque había recibido nada más ni nada menos que una fotografía de Ax, así que de inmediato giró el teléfono para que Vyd viera la pantalla—. Espera, mira a Ax al fin friendo un huevo correctamente.

Vyd contempló encantado la fotografía. Mack se la había tomado de espaldas, por lo que se veía a Ax, sin camisa por supuesto, frente a la estufa, sosteniendo con una mano la sartén y con otra la espátula. El huevo frito en cuestión lucía cocinado, milagrosamente.

—Solo le tomó veinte huevos quemados, eh. —Vyd se echó a reír. Luego volvió a admirar la foto que había puesto en el centro de la mesa. Cabía destacar que no llevaba ningún pañuelo cubriendo su rostro. Iba tan libre como lo era su ser—. ¡Ah, no puede ser, me quedó increíble! ¡Finalmente!

Nolan apagó la pantalla y dejó el móvil. Mientras rodeaba la mesa puso toda su atención en la polaroid de Vyd. En ella estaba capturado un atardecer hermoso, veteado de naranjas, con el sol poniéndose tras el mar azul.

—Más que increíble, es perfecta —opinó Nolan, admirándola. Se detuvo entonces detrás de Vyd, deslizó su mano por su cintura hasta su abdomen y lo apegó a él. Ambos no llevaban camisa por el clima de playa, sino unos shorts de tela suave, por lo que Nolan pudo sentir contra su piel el material transparente de la espalda modificada de Vyd—. Querías el punto exacto en el que el sol estuviera en la mitad sobre el mar, y lo lograste.

—Y solo me tomó treinta fotos fallidas. —Vyd soltó otra risa, aunque de inmediato emitió un suspiro de alivio—, pero esta es la definitiva. Tengo el atardecer perfecto. Así que ya puedo avanzar a mi siguiente objetivo: tú frente al atardecer.

Nolan alzó las cejas con sorpresa. El suave y natural aroma del cuello de Vyd que ahora tenía bajo su barbilla, entró por sus fosas nasales y lo hizo esbozar una sonrisa algo embriagada.

—Oh Dios, ¿cuántas otras pobres fotos serán sacrificadas para lograr esa? —dijo, dramáticamente divertido.

—Esta vez no será mucho. Ahora que sé cuál es el ángulo y la posición perfecta, se me hará más fácil —aseguró Vyd, tan determinado que pareció un agente dispuesto a cumplir una misión importante.

Nolan negó con la cabeza como si no tuviera remedio.

—Sabes que tienes como doscientas fotos de mí, ¿no?

—Sí, pero quiero más —replicó Vyd con simpleza, encogiéndose de hombros mientras admiraba todas sus obras maestras desperdigadas sobre la mesa. Era cierto que en muchas de las polaroids salía Nolan en muchas posiciones, muchos lugares, con muchas expresiones—. Quiero capturarte en todos los momentos posibles. Es que sales muy guapo siempre. ¿No te has dado cuenta? Tienes un perfil increíble, es hipnotizante porque...

La sonrisa de Nolan se amplió mientras lo escuchaba, y pasó de mirar la mesa a mirar el perfil del rostro de Vyd que, por estar abrazándolo por detrás, tenía junto al suyo. Que no parara de tomarle fotos en todos los lugares que habían visitado, le parecía de lo más dulce, pero lo que le gustaba más era la alegría y la felicidad que le daba a Vyd ese pasatiempo. Así que no tenía ningún problema con ser su modelo.

De pronto, su mirada bajó a las líneas del cuello de Vyd. La piel cremosa y suave, expuesta ante él, seguía siendo una tentación a la que tenía que resistirse porque la cosa estaba así:

Ya llevaban cuatro meses de viaje. Aún no le había pedido oficialmente que fuera su novio, pero solo porque iban lento como habían acordado. Y a Nolan le parecía bien. En serio, muy bien. Habían pasado todo ese tiempo compartiendo cama y durmiendo juntos (sin hacer nada). En ocasiones hubo contacto de manos, abrazos, y muchos besos. Y nada más. Él estaba respetando el tiempo para que, cuando Vyd se sintiera cómodo, las cosas se dieran solas.

Pero joder, cuánto tenía contenido... Solo el cielo y sus bóxers sucios sabían cuánto estaba aguantando, porque cada día que pasaban juntos solo se sentía más seducido por Vyd. Era impresionante. Cada beso que se daban solo lo dejaba con más hambre de contacto. La adicción a la chispa solo se hacía peor, porque ahora que estaba acostumbrado a los besos solo se había dado cuenta de que eran la antesala al verdadero placer.

Inconscientemente, por todos estos pensamientos, la palma de la mano de Nolan puesta sobre el cálido abdomen de Vyd, hizo una caricia. Las nubes de deseo empezaron a cubrir su mente. Ya le había pasado antes, era como que de repente solo se ponía cachondo y pasaba a modo juguetón. Lograba medirse, claro, pero disfrutaba un rato.

—...pero sí, quiero fotos de ti en todas partes —decía Vyd aún con la atención en las polaroids sobre la mesa. Incluso ahora tenía una foto en la mano. Pero la sonrisa de Nolan se ensanchó con picardía al oír eso. No pudo contener lo que le pasó por la mente.

—¿Estás seguro de que en todos los aspectos? —preguntó, y Vyd reconoció el cambio en su voz. Ya Vyd también sabía cuándo Nolan se ponía calentón, porque los ojos le brillaban con un hambre traviesa y sus palabras sonreían, juguetonas.

—Nolan... —le advirtió, conociéndolo.

—¿Qué? —Nolan se hizo el inocente con una risa. Sus ojos de ese color exótico se entornaron, mirando el perfil del rostro de Vyd—. Tú estás diciendo «todos los aspectos». Eso puede incluirme dormido o despierto, feliz o enojado, en la playa o en el desierto... —Le acercó sus labios al oído, y lo dijo más bajo—: con ropa o sin ropa...

En lo que Vyd sintió el aliento de Nolan contra la piel de su oreja diciendo esas palabras, se le erizó la piel. Abrió muchísimo los ojos amarillos, sintiendo súbitamente un corrientazo de nervios. De forma inconsciente, tragó saliva.

Él tampoco era ajeno a lo que se producía cuando se tocaban. Él también era consciente de que a veces estaban hablando o tomándose de la mano o besándose y se formaba una tensión sexual increíble, densa, que le hacía sentir la piel caliente y ansiosa de Nolan. Él también se había encontrado sintiéndose excitado, con la sangre acumulada en la entrepierna, latiéndole por ser tocada.

Pero todas esas veces no había dado un paso. No había ni siquiera demostrado estar abierto a ello. Y no sabía si por nervios o miedo o inseguridad, pero solo solía quedarse paralizado y luego pasar a otro tema.

Bueno ahora acababa de quedar así, paralizado, porque claro que se imaginó a Nolan sin ropa. Ya lo había visto sin camisa muchas veces, pero no el resto, y el solo tratar de visualizarlo, le hizo arder la cara. Incluso... la idea de tomarle una foto así...

El cosquilleante efecto de la excitación despertó su inevitable timidez. Dejó la foto que tenía en la mano.

—Yo... yo me refiero a... —intentó decir, y la voz le salió algo baja. De pronto, fue más consciente de que la gran mano de Nolan estaba contra su abdomen y de que su espalda estaba contra su pecho. Estaban piel contra piel. Calientes. Desnudas.

—Ya lo sé, ya lo sé. —Nolan emitió una risa suave—. Estoy jugando. —En un gesto dulce le dio un beso en la mejilla, y luego estiró la mano para señalar una de las fotos de la mesa—. Pero mira, aunque te parezca que la del atardecer es la perfecta, a mí me parece que...

—Nolan... —Vyd lo interrumpió.

—¿Mm? —Nolan giró la cabeza para mirarlo, aún abrazándolo por detrás. Vio que Vyd se mordió el labio inferior, y frunció el ceño porque eso solo lo hacía cuando su lado tímido se activaba, y... solo se activaba cuando las cosas se tornaban intimas.

—¿A ti te gustan... ese tipo de cosas? —Hizo la pregunta casi en un susurro.

—¿Qué? —Nolan no lo pilló por un momento.

Vyd volvió a juguetear con su labio, como sopesando las palabras. Tenía la mirada fija en la mesa, aunque ya no le estaba prestando atención a las fotos.

—Que te tomen fotos desnudo y eso... —aclaró Vyd.

Nolan solo lo contempló un momento con incredulidad, porque no se esperó la pregunta. Pero luego, al entender lo que estaba pasando, sus comisuras quisieron alzarse un poco en esa pícara sonrisa, pero la contuvo.

—¿Quieres saber si me gustan ese tipo de cosas sucias? —preguntó de vuelta.

Vyd siguió sin mirarlo a la cara, y solo asintió, modestamente.

Nolan quiso reírse, pero no de burla, claro que no. Quiso reírse porque estaba encantado de que a Vyd le hubiera surgido una duda así, de que él mismo hubiera traído ese tema.

Aunque no tenía mucho sentido porque, pues... él era Nolan. ¿Acaso Vyd tenía ni idea de cuál podía ser la respuesta a eso?

—Sí, sexualmente me gustan un montón de cosas sucias —se lo confirmó con una inevitable sonrisita en los labios—, pero solo hablaremos de eso cuando estés listo, no te preocupes.

—¿Y cómo sabré cuándo estoy listo? —Vyd hundió un poco las cejas, murmurándolo.

Nolan pensó la respuesta. Era una buena pregunta, aunque no estaba seguro.

—Pues no lo sé, creo que lo sentirás, tú mismo lo sabrás y me lo dirás...

—¿Y si ya lo estoy...?

Nolan solo pudo quedársele mirando. Desapareció su sonrisa porque eso fue inesperado.

—¿Lo estás? —Alzó las cejas.

—Es que no lo sé... —Vyd fluctuó. Ahora estaba pensando mucho, con cierta frustración, tanto que se reflejaba en su cara—. ¿Cómo sabes que estás listo para algo para lo que nunca estuviste listo? —Hizo una mueca y lo murmuró, desanimado—: Algo sobre lo que... no sabes nada.

Nolan pestañeó, contemplando el perfil de su cara. Reconoció el agobio en sus ojos, que miraban hacia abajo. Con lo de ir lento no había esperado que Vyd estuviera listo de repente. Había aceptado que tomaría tiempo y que él lo dejaría fluir.

Pero ahora se preguntó... ¿y si no se trataba del todo de dejarlo fluir, sino también de ayudar a Vyd? Era cierto que él no sabía nada, por lo que determinar un momento para estar listo para cosas que nunca había hecho en su vida, también podía ser dificil. En especial porque Vyd tenía una experiencia distinta con los asuntos del tiempo.

—A ver, Vyd, averiguemoslo... —Nolan suspiró hondo, deslizó la mano que tenía en su vientre hacia su cadera, y tomándolo por ella lo hizo voltearse para estar cara a cara—. Empecemos por aquí, ¿te sientes bien cuando estamos así de cerca? —le preguntó.

Vyd fue consciente de la cercanía de ambos, de las puntas de sus pies casi tocándose, de que podía sentir la suave respiración de Nolan contra su rostro, de que tenía los detalles de su atractiva cara preciosamente expuestos para él, y lo pensó.

No, la verdad es que no tenía que pensarlo nada. Cada vez que Nolan estaba cerca se sentía como magia, pero más que nada se le despertaba un tipo de hambre que no tenía nada que ver con la del estómago.

Justo se le empezó a despertar.

—Sí, me gusta mucho —asintió Vyd, mirando sus ojos.

—Bien, ahora... —Nolan inclinó su rostro hacia él y entonces lo besó en la boca de su forma favorita, que era cuando lo besaba lentamente, separando sus labios, luego lamía su lengua con la suya y terminaba en un mordisco a su labio inferior, también lento, muy delicioso—. ¿Y cuando te beso? —le preguntó apenas terminó el beso.

Vyd no pudo evitar morderse el labio inferior, deleitándose con los restos del sabor de la boca de Nolan. La verdad era que Nolan besaba muy bien. Bueno, a ver, Vyd no tenía con quién compararlo, ¿okey? Pero es que Nolan hacía succiones, lamidas, pequeños mordiscos muy habilidosos.

Dejaba a Vyd sintiendose como flotando sobre las nubes, pensando en el roce de su lengua y en su aliento fresco y la mente se le iba del carril hacia...

—Sí, sí me encanta... —Vyd tragó saliva. Los pensamientos eran fuertes.

—¿Y...?—Nolan fue más allá, puso sus dos manos en sus caderas y atrajo su pelvis hacia él para que quedaran pegados abdomen con abdomen, vientre con vientre—. ¿Y cuando te toco?

Nolan vio cómo Vyd abrió un poco los ojos y cómo su cara se ruborizó, tiñéndose con ese semblante tímido, porque al apenas acercar su pelvis de esa manera pudo sentir el bulto de su entrepierna, reaccionando a todo esto, contra la suya.

Varias veces lo había sentido. Nada más acercarse o besarse, Vyd se excitaba y se le ponía dura, aunque nunca pasaba nada más porque terminaban por separarse y dejarlo, pero esas rápidas erecciones de las que Nolan había sido consciente sirvieron para alimentar sus fantasías. Nunca había visto a Vyd completamente desnudo. Nunca había visto su pene erecto, sus nalgas, y Dios sí que quería.

Nolan entonces volvió a ser consciente de todo el deseo hacia Vyd que estaba conteniendo, de toda la curiosidad que sentía por él, por su cuerpo, por cómo sería ir más allá de los besos, y eso volvió a embriagarlo. De nuevo se empezó a sentir caliente, su mente a nublarse, ¿será que en serio podían ir más allá...? Joder, lo deseaba más que nada.

—S-sí, me fascina —dijo Vyd, algo cohibido.

—Puedo notarlo. —Nolan no pudo evitar sonreír un poquito, travieso.

—¿Tal vez sí estoy listo...? —murmuró Vyd, tragando saliva.

¿Será que sí lo estaba en serio? Demasiado tarde, ya el modo calentón de Nolan se había activado, por lo que con sus sentidos viéndose obstruídos bajó un poco los párpados, juguetón, e inclinó su rostro hacia la oreja de Vyd.

—Bueno, todavía lo estamos averiguando... —le susurró contra el oído, pidiéndole paciencia de una forma seductora. Acto seguido, le dio un beso bajo el lóbulo de la oreja. Un beso simple, pero muy cariñoso, de labios contra piel. Vyd cerró los ojos inconscientemente al sentir la calidez de su boca—. Ahora, ¿qué tal te sientes cuando te beso así?

—Me siento bien ... —afirmó Vyd, aunque le salió como un susurro debilitado.

—¿Y si bajo? —preguntó Nolan, y empezó a hacer un camino de besos por su cuello, en ocasiones lamiendole la suave piel, en otros momentos haciendo pequeñas succiones, no muy fuertes para que no le quedaran marcas, aunque la idea de que una marca de él quedara sobre su piel lo tentaba demasiado.

Vyd inclinó la cabeza hacia un lado, con los ojos cerrados, experimentando por primera vez el ser besado y lamido en esa zona erógena. La sensación era efervescente, le causaba unas deliciosas cosquillas y una vulnerabilidad exquisita. Y era nuevo, porque hasta ahí no habían llegado antes. Los besos habían sido solo en la boca. Se había estado perdiendo tal delicia, y ahora lo descubría.

—También me gusta... —emitió en un jadeo inconsciente.

La boca húmeda y cariñosa de Nolan llegó hasta la base de cuello. Lo besó allí y luego cerca del inicio del hombro desnudo, por la clavícula... Nolan estaba encantado haciéndolo. El sabor de Vyd era deleitable, tan natural, tan puro, tan diferente, estaba haciendo que la sangre le fluyera toda hacia la entrepierna, lo estaba poniendo duro.

Joder, las ideas ya estaban revueltas en su cabeza. Estaba dejando de pensar con claridad.

—¿Y si te toco de manera diferente? —preguntó, y su voz sonó un poquito ronca.

Nolan entonces posó su mano sobre su bicep desnudo. A palma abierta bajó por la piel del pecho de Vyd, de su abdomen y las puntas de los dedos hicieron un recorrido en dirección a su vientre. La fricción de sus dedos fueron como caricias para él, hasta que Nolan los detuvo en el borde de su short. Y luego metió la mano allí.

Como Vyd no tenía ni idea de cuan diferente iba a ser abrió los ojos de golpe, completamente sonrojado y sorprendido apenas Nolan tomó su pene con su mano.

—Ah-h... Nolan... —Su voz fue como un jadeo/gemido estremecido.

Nolan alzó la cara de su cuello para mirarlo. Sus rostros quedaron uno a centímetros del otro. Nolan tenía los labios hinchados por los besos y la mirada tan distinta a como Vyd la hubiera visto jamás: como encendida, ardiente, llena de un deseo voraz.

Excitado, Nolan era todavía más atractivo. Con ese cabello color miel desordenado, parecía un Dios caliente, solo llevado por la necesidad de satisfacer sus deseos eróticos.

—Tienes que decirme si te gusta o no, si te sientes bien o no... —le recordó Nolan sobre los labios, alternando la mirada entre estos y los ojos amarillos de Vyd—, sino me detendré.

Vyd tragó saliva. Su cuerpo temblaba, Nolan podía sentirlo, una mezcla entre excitación y miedo, y tenía la piel alrededor de la nariz sonrojada. Maldita sea, era precioso.

Pero Vyd quiso desviar la mirada como con vergüenza, de nuevo la timidez quiso abordarlo, por lo que entonces Nolan sacó su mano del interior de su short y usó su otra mano para tomarlo de la barbilla con suavidad y hacer que lo mirara, que no observara nada más que sus ojos, porque no existía nada más, solo ellos.

—No tengas vergüenza —le pidió a Vyd con la voz medio ronca, pero comprensiva—. No es posible que hagas nada mal o que no me guste. Me tienes loco. Además, yo te enseñaré todo lo que sé.

—Realmente no se trata de eso... —murmuró Vyd, algo mortificado.

—¿Entonces de qué? —Nolan buscó sus ojos.

—Me preocupa que no te vaya a gustar... —intentó decir Vyd, y bajó la mirada hacia donde Nolan había metido la mano antes, hacia el punto de su short en el que ahora se marcaba un bulto semi duro.

—¿Es diferente o algo así? —preguntó Nolan, aunque todo lo contrario a él, nada preocupado.

Vyd negó con la cabeza, decaído. Dudó en transmitir sus inquietudes, pero ahora Nolan lo hacía sentir tan bien, tan seguro. Desde que habían hablado aquella noche en la azotea de La Organización todo había cambiado. Lo trataba con una dulzura, un cuidado, una comprensión demasiado comfortable. No había ninguna cosa que no pudiera decirle.

—No, es igual a la antomía de cualquier hombre —suspiró la confesión—, pero, ¿y si no te gusto por completo desnudo? Es decir, las modificaciones, toda la composición, la mezcla entre máquina y hombre...

Nolan también suspiró, ahora siendo él quien negaba con la cabeza. ¿Cómo se le ocurría pensar eso?

Bueno, tenía sentido. Vyd tenía muchas inseguridades. Era su deber hacerselas olvidar. De hecho, le encantaba tener ese trabajo.

—Vyd, si me muero por tenerte desnudo —le dijo, aplastando esa inseguridad con su ferviente deseo, y entonces lo tomó de nuevo de la cadera, lo apegó a él y volvió a besarlo.

Esta vez fue apasionado. Abrió sus labios con los suyos y lo asaltó con su lengua, haciendo que Vyd inclinara la cabeza hacia atrás por la intensidad de la pasión. El hecho de que sus pelvis estaban la una contra la otra hizo que Nolan fuera todavía más consciente de la erección de Vyd debajo del short.

Nolan le apretó la cadera, ansioso de sentirlo más contra sí. Pudo separar sus bocas por un momento, pero para besarlo en la comisura. Respirando pesado, con los ojos cerrados contra su rostro, se lo confesó en un susurro:

—Y también me encanta que te pongas duro tan rápido.

—¿No es malo? —murmuró Vyd, sintiendo sus besos ir hacia su mejilla, también ofuscado.

—No, para mí no —le aseguró Nolan, llevando los besos hasta por debajo del lobulo de su oreja. A la vez, volvió a buscar con sus dedos el borde del short de Vyd y su mano escurridiza se introdujo hasta volver a tomar su pene duro. Vyd emitió un suave jadeo—. ¿Te sientes bien con esto? —Nolan comprobó su estado.

—Sí...

Nolan esbozó una diablilla sonrisita.

—Bien, entonces ahora te voy a enseñar algo... —le susurró al oído—. Prométeme que harás todo lo que te pida, pero que me dirás que me detenga si en algún punto no te sientes bien.

—Lo prometo —aceptó Vyd.

Nolan volvió a su boca para besarlo, pero a la vez, con cuidado y agilidad, usó su otra mano para desanudar el cordón que mantenía atado el short de Vyd. Ya medio suelto, sacó su pene del interior del short y dejó la erecta longitud de Vyd expuesta para él.

Paró de besarlo un momento para admirarlo.

Lo que Vyd vio en sus ojos fue un brillo de apetito sexual impresionante. Si tenía dudas sobre sí a Nolan no le iba a gustar su cuerpo, se le esfumaron, porque Nolan ya ni siquiera era él. El deseo lo dominaba de tal manera que lo primero que hizo fue sostener con su mano completa la longitud del pene y darle un ligero apretón, sentir que era suyo.

Vyd no pudo evitar entreabrir la boca en un jadeo inexperto. Todo el placer se concentraba en el glande, en la punta, que le latía con ansias de ser introducida, lamida, tocada, lo que fuera, pero ese apretón al resto de su erección se sintió tan tortuosamente bien que lo sorprendió...

Nolan, hambriento de esa experiencia, de repente alzó su otra mano y llevó su dedo indice y medio a los labios de Vyd.

—Abre la boca —le dio la primera instrucción. Vyd, mirándolo con la cara ardiendo, obedeció, y entonces Nolan le introdujo los dos dedos en la boca—. Succionalos, lámelos, empápalos —fue la siguiente instrucción.

Vyd le hizo caso, le succionó los dedos lentamente, los rodeó con su lengua, empapándolos de su saliva. Nolan disfrutó verlo de hacer eso, imaginando que lo mismo hacía con su propio pene, que a él casi le explotaba contra su short. Si Vyd estaba duro él lo estaba todavía más, tan rígido que sentía cada latido de la sangre condensado allí.

Pero aguardó. Cuando consideró que sus dedos estaban lo suficientemente húmedos, los sacó de la boca de Vyd y los bajó al pene de éste. Le humedeció todo el glande con ellos, rodéandolo, acariciándolo.

Por supuesto, apenas sucedió ese contacto, esa fricción de los dedos de Nolan empapados con su piel expuesta, Vyd hundió las cejas, emitió un gemido incontrolable y se agarró hacia atrás del borde de la mesa.

Repitieron el proceso. Vyd volvió a humedecer los dedos con su saliva y Nolan volvió a lubricarlo con ella. A la segunda vez que le tocó el glande, Vyd no pudo evitar cerrar los ojos y exhalar un jadeo. Nolan lo veía embriagado, encantado, tan seducido que procedió a lo siguiente:

Mientras acariciaba la cabeza de su pene con sus dedos húmedos, desanudó su propio short, se metió la mano en el interior y también sacó su miembro erecto. Lo sostuvo su mano libre.

—Ahora vas a aprender a masturbarte conmigo —le dijo a Vyd con la voz tan ronca, tan fundida en excitación, que le sonó más grave.

Vyd abrió los ojos y lo vio. Vio el pene de Nolan, grande, hinchado, durísimo, del color de la piel. Estaba húmedo porque el líquido preseminal de su excitación se había estado desbordando. Le pareció demasiado sexy, aumentó la recepción de su placer.

Pero lo que lo llevó a la epítome del verdadero placer fue cuando Nolan juntó su pene con el suyo. Hizo que ambas erecciones se juntaran, que ambos glandes se tocaran. La fricción de la piel del pene de Nolan contra el suyo, ambos calientes, humedecidos, el morbo de que eso estuviera sucediendo, todo hizo que Vyd girara los ojos y echara la cabeza hacia atrás, emitiendo un profundo jadeo de satisfacción. Sus nudillos se pusieron blancos, aferrados al borde de la mesa.

Así, Nolan comenzó a masturbarlos a ambos. Su palma bajó y subió, juntando ambos penes, dándole placer a cada uno. Quería que los ojos de Vyd lo vieran solo a él, sumido en el placer, pero lo dejó disfrutar de su primera masturbación a su antojo.

La visión igual fue maravillosa. Vyd cerraba los ojos, de a momentos los entrabría para ver cómo lo masturbaba, emitía unos deliciosos jadeos incontenibles, estaba agarrado al borde de la mesa porque sus piernas se habían debilitado...

—¿Te sientes bien...? —Nolan lo comprobó con la voz jadeante.

—S-sí... Nolan... sí... —fue la respuesta de Vyd, dominado por completo por las sensaciones de su pene siendo frotado junto a otro.

Nolan entonces cambió el ritmo. Empezó a hacer movimientos con la pelvis de adelante hacia atrás, simulando embestidas suaves. Eso hizo que ambos penes hicieran fricción de arriba abajo de una manera diferente, y fue casi el cielo para Vyd. No entendía cómo era posible tal sensación, pero lo hacía incapaz de contener los sonidos que salían de su boca.

Nolan apoyó una mano en su pecho y lo acarició a palma abierta desde allí hasta el abdomen, sintiéndolo, palpando su cuerpo con posesión. Vyd no pudo evitar enderezar la cabeza y abrir los ojos para mirar a Nolan, y cuando lo hizo se encontró con que éste lo contemplaba con un hambre carnal insaciable. Era una masturbación para ambos, ambos disfrutaban, pero Nolan estaba disfrutando más de que él sintiera el placer por primera vez. Era lo que alimentaba su deseo.

Quizás fue el ver esa hambre sexual en la cara de Nolan o quizás que volvió a bajar la mirada y tuvo ante sí ese erótico panorama completo de que no solo la gran y experta mano de Nolan lo estaba masturbando sino que su pene estaba frotandose con el suyo, duros, sin censura, sensibles, pero los dedos de Vyd se hincaron con mayor fuerza en el borde de la mesa porque la intensidad del placer subió a tal nivel que pensó que iba a estallar. Todo el placer se le acumuló de una manera que sintió que iba a derramarse entero, a descargarse en una oleada más fuerte.

Y una inexplicable sensación de preocupación le hizo arder el rostro a Vyd, porque, ¿cuánto había pasado? ¿cuánto llevaban en eso? Solo un poco más de un minuto o menos, no estaba seguro, pero, ¿así debía ser? ¿por qué pensaba que no?

—Ah, Nolan... creo que voy a... —gimió entrecortadamente, con la voz jadeante, alternando la mirada entre su pene y él. Pero Nolan lo tranquilizó, entendiendo el motivo de su inquietud:

—Puedes correrte tan rápido como quieras.

—¿Estás seguro? —Lo preocupaba decepcionarlo, no hacer bien lo que debía de hacer, por más simple que pareciera.

Pero Nolan asintió con la cabeza, seguro. Tenía las mejillas algo rosáceas por el agite y los ojos brillando embriagados de éxtasis.

—No hay reglas para esto; vamos a corrernos juntos —le dio una mejor idea.

Entonces Nolan se pegó más a él hasta que pudo apoyar su mano de la mesa, tras la espalda de Vyd. Con su mano libre envolvió con mayor firmeza ambos penes y los masturbó con mayor rapidez, mayor presión, apretando los glandes con el pulgar. Vyd soltó una mano del borde de la mesa y la puso sobre su hombro. Su rostro con los labios entreabiertos, jadeando y gimiendo, quedó a milímetros del de Nolan, inundándolo con su cálido aliento.

Nolan vio su rostro en todo momento. Vyd, tan dominado por ese nuevo placer, apoyado en él, no pudo evitar cerrar los ojos. Tampoco pudo evitar tener un org*asm*o incontrolable, brusco, inexperto. Su pene solo llegó al máximo, como si se hubiera llenado demasiado, y descargó su semen sin que él lo esperara, haciéndolo emitir un jadeo profundo y vulnerable.

Al mismo tiempo Nolan también se corrió, y ese fue el org*asm*o más distinto y más delicioso de su vida. Todo lo que estuvo suponiendo sobre estar intimamente con Vyd fue verdad. No era una experiencia común, no era igual a tener sexo con un humano, porque experimentó un chispazo descomunalmente satisfactorio en cuanto el org*asm*o de Vyd se derramó sobre su pene.

Apenas el cálido esperma lo mojó, fue como la chispa producida por el beso, pero el triple de intenso, más electrizante y le envió una corriente de placer al glande que derritió su cuerpo por completo, debilitó sus piernas y a Nolan le fue imposible contenerse. De haber deseado aguantar más, no habría podido. La chispa fue tal que solo estalló en un suave gruñido.

Y entonces terminó, y ambos quedaron deliciosamente exhaustos. Descargado y sin fuerzas, Vyd apoyó la cabeza contra la frente de Nolan. Nolan lo sostuvo, abrazándolo por la espalda. Ambos respiraban agitadamente, con los pechos subiendo y bajando. Sus cuerpos emanaban un calor íntimo y reconfortante, el calor de lo que acababan de compartir.

—¿Estás bien? —le preguntó Nolan con suavidad. Soltó sus penes. Tenía la mano húmeda de sus org*asm*os así que le acarició la espalda con la otra.

—Sí... —murmuró Vyd, recobrando el aire, con los labios a centímetros de los suyos—. Eso fue... fue...

—¿Fue qué? —Nolan emitió una suave risa.

—Fue increíble... —admitió Vyd, riendo un poquito también.

Nolan sonrió ampliamente y entonces le dio un beso pequeño en los labios, y luego otro y otro, todos cariñosos, pero todavía cargados de deseo. Luego lo miró a los ojos amarillos, que ya nunca le daban miedo. No sabía por qué y tampoco quería saberlo, pero podía mirarlo siempre que quería y nada pasaba.

¿Quizás porque estaba enamorado de Vyd?

Definitivamente, y esa noche tenía planeado algo muy especial: frente a la playa le pediría que fuera su novio.

—Gracias por confiar en mí —le dijo Nolan a Vyd con sinceridad—. Gracias por darme otra oportunidad.

******

¡Hola! Espero hayan disfrutado este extra de Nolan y Vyd. Creo que voy a subir otro en algún momento, porque este estuvo diseñado para mostrar las primeras interacciones sex*uales de ambos, pero no estoy segura de cuándo. De todos modos, el siguiente será un extra de Ax y Mack, como se los debo. :)

¡En febrero anunciaré la fecha de salida del libro en físico! Ojalá puedan obtenerlo, lo edité con mucho amor para ustedes. 

Besos de Vyd y Nolan, 

Alex

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