
58 - Parte 3
Mis nervios en un vilo. Mi corazón que latía asustado. El sudor corriendo por mis sienes. Mi respiración que salía por mi boca. Mi mano sobre la jeringa en mi cinturón, apretándola con la esperanza de poder utilizarla.
«Ax, vive por favor. Ax, gana por favor».
—¡¿Qué les está pasando a Vyd y a la chica?! —Nolan llegó hasta mí. Yo estaba más exhausta que él. Él se veía que podía seguir dándolo todo—. ¡¿Y en dónde está Ax?!
—¡No lo sé! —Mi voz salió asustada y algo jadeante—. ¡Y tampoco lo sé! ¡Estaba peleando e intenté quedarme ahí, pero todo el techo se estaba derrumbando! ¡Lo último que vi fue que la criatura usó fuego!
Unos soldados de tierra llegaron a nosotros. Nolan los destrozó de tajos con esa espada de tierra que se había robado.
—¡Estos condenados soldaditos se mueren, pero luego se levantan de nuevo, es estresante! —gruñó, defendiendo. Solo que de repente señaló hacia el patio, horrorizado—. ¡Oh, no, mira! ¡Los soldados de Ax, la electricidad de Vyd y la niebla oscura están desapareciendo! ¡¿Qué pasa?!
Otro generador de pánico. Era cierto, los soldados de sombra que Ax había creado se estaban desvaneciendo tal cual un viento se lleva algo que ya no tiene fuerza para existir. Sus espadas perdían la electricidad, y eran fácilmente derrumbadas por las de piedra.
—Igual la copia de la chica... —murmuré, sintiendo que mis esperanzas también se iban de mi ser, porque arriba, lo que había sido una imagen sólida, a detalle del patio y de la mansión, ahora parpadeaba con inestabilidad.
Dan y Gesher llegaron corriendo hasta nuestra posición. Armas en mano, disparando a todo lo que se acercaba.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó Gesher—. ¿Cuándo va a terminar esto? Cada vez hay más y más. Parece un apocalipsis zombi.
—No sabemos qué está pasando, pero esto podría significar que Ax está siendo herido o perdiendo, así que entraré a la casa por una ventana. —Nolan se iba decidido a ayudar.
—No, recuerda lo que dijo —intervino Gesher, deteniéndolo—: "Y si estoy peleando y ven que voy a perder, déjenme pelear hasta el final". Es lo que él quiere, ¿no?
—¡No, él no quiere morir, quiere ganar y no lo hará si no lo ayudamos! —exclamó Nolan, ya alterado.
—No quiere ganar —se lo confesé. Estaba en la más pura angustia que no sabía ni cómo hablaba. Mis palabras eran solo alientos—. Quiere pelear por sus hermanos así eso lo lleve a la muerte. Eso significaba drenar. Allá adentro Ax quiso quitarle a la criatura la energía de las moléculas que tiene en su interior. Quiso dejarlo sin poder él mismo, creo que absorbiendo para que esa energía pasara a él, no lo sé, esa impresión me dio...
En ese momento se reventó una de las paredes y entre escombros, Ax y la criatura cayeron al patio.
Fue cuando la cosa se puso peor.
Al mismo tiempo que ellos cayeron, la horda de soldados salvajes cambió su dirección para ir hacia la criatura y hacia Ax, obvio que para ayudar a matarlo.
—¡Hay que evitar que lleguen a él! —nos gritó Gesher con urgencia.
Se dispersaron. Dan disparando. Nolan cortando torsos y cabezas. Yo dando con lo que podía mientras que con todos los nervios encima no perdía a Ax de vista.
El monstruo había quedado sobre él, tan colérico que le lanzaba ataques con sus uñas (que al menos ya no estaban ardiendo en llamas), pero que sí lo habían herido dentro de la mansión cuando dejé de verlos, todo porque él había roto su propia armadura para defenderse.
Ahora en el pecho desnudo tenía una sangrante y alarmante herida. En comparación con las otras de las piernas, esta le abarcaba desde un extremo del pecho al otro. Hacía que su estado se viera todavía peor: pantalón rasgado y sucio; piel manchada de su propia oscuridad en antebrazos, manos, rostro y cuello; lleno de golpes rojizos que ya estaban pasando a violeta.
Culpé a la luz del fuego que salía de las inmensas llamas que ahora estaban consumiendo la casa. Su luz había evitado que se defendiera mejor.
Aunque algo proveniente de su poder seguía completamente intacto: uno de los hilos de oscuridad que salía de su ojo y que le había introducido a la criatura en la cuenca, ese que le había hecho explotar el globo ocular mientras lo estaba drenando.
Los demás hilos invasivos de Ax se habían roto y habían desaparecido, pero ese único aún lo conectaba con el monstruo.
¿Seguía drenando? Parecía latir, pero bueno, sospeché entonces que lo sucedido no fue que Ax había sido arrojado, sino que a la vez que lo había jalado, la criatura se había ido en su contra y esto había producido ese choque de ambos atravesando la pared.
A esto se había referido la chica con la máxima inestabilidad de sus moléculas, porque ahora todo eran golpes iracundos, violentos.
La criatura aun con ese hilo incrustado en donde estuvo su ojo, lleno de heridas, sangre escurriendo de ellas, no tenía más control, era dominada por su hambre de la muerte final. Deseaba destrozar, y hasta creí que era capaz de arrancarle la piel y los órganos a Ax si este no devolvía los bloqueos.
Aunque se le escapó uno y la criatura volvió a rajarle el pecho con sus garras. Como ya no había casi oscuridad cerca porque se había desvanecido, Ax solo pudo atraer un látigo de las pocas sombras e intentar que lo jalara hacia atrás por el cuello para quitárselo de encima.
Pero necesitaba ayuda, y ni Vyd ni la chica número dos podían dársela; ya casi que caían al suelo, porque era como si el mismo dolor que sentía Ax, la misma energía que iba perdiendo y la misma debilidad que la criatura le iba causando, los afectara a ellos también.
Me fijé en algo. ¡Me fijé en algo!
—¡La armadura en el cuello! —exclamé—. ¡Ax logró romper un lado! ¡Hay piel expuesta y puedo inyectarlo!
—¡¿Pero cómo vas a llegar?! ¡Esto es una horda que no te permitirá pasar, y si dejamos de pelear los soldados llegarán a él y junto a la criatura lo despedazarían! —me gritó Nolan.
Era cierto, ¿cómo iba a atravesar al ejército de soldados? Todas venían hacia nosotros y no me lo permitían. Así que ese se convirtió en otro de los momentos más angustiantes de mi vida:
Mis brazos trazando arcos sin control para dar tajos con la espada. Los sonidos de los disparos. Mi aliento acelerado. Yo tratando avanzar y a la vez de enfrentar al mismo tiempo a los que venían detrás, los que venían por los lados. No paraban. Se levantaban.
Ax estaba tirado en el suelo con la cara horriblemente magullada e incluso con una raja en la mejilla. Se notaba cansado, al borde de un colapso físico, pero enfadado, determinado, queriendo seguir.
De hecho, iba a hacerlo, se le notó la intención de atraer otra fuente de oscuridad que le sirviera para algo, pero la criatura, que se encontraba encima, ahora en una posición de patas de araña gracias a todos sus brazos extra, lo empujó con una obvia telequinesis, haciendo que quedara retenido en el suelo.
Hinchado de furia, la abominable creación de Jael, diseñada para acabar con él, lo miró desde arriba. La sangre de sus heridas en el rostro y sus fluidos espesos y asquerosos provenientes de su enorme boca cayeron sobre el cuello y el pecho de Ax.
Si hubiera podido pronunciar palabras le habría dicho: «este es el fin», porque su intención era clara: cortarle el cuello, o probablemente con mayor crueldad, degollarlo.
El terror que me invadió me hizo sentir que mi cerebro, mi corazón y mis brazos estaban divididos, porque mis brazos lanzaban espadazos, pero mis ojos estaban en Ax y mi corazón al borde de la angustia.
La criatura alzó más la larga y enorme mano, listo, ansioso de la sangre que emanaría y crearía un charco debajo.
La criatura lanzó el tajo. Uno capaz de cortar en una larga línea perfecta.
Solo que unos segundos antes de que eso sucediera, la extensión de oscuridad que Ax tenía conectada a la cuenca de la criatura se desprendió.
El hilo volvió a él, y en lo que entró de nuevo a su ojo, todas las manchas negruzcas de Ax que estaban por su cuerpo, su rostro y sus brazos, esas como tinturas que le vi aparecer dentro de la mansión cuando estaba drenando, se desplazaron por su piel rápidamente, llegaron a sus manos y desde allí estallaron.
Surgieron un montón de sombras iguales a espectros, y esa poderosa salida desde la oscuridad de la piel de Ax empujó a la criatura de espalda hacia atrás.
—¿Qué está sucediendo? —pregunté a Nolan, confundida y asustada, porque ya cada cosa solo era peor que la otra y no sabía qué esperar—. ¿Qué son esos espectros?
—No lo sé... —Nolan también estaba nervioso, a la expectativa.
Y así nos sentimos porque eso parecieron primero: espectros oscuros y aterradores que volaron en círculos sobre el centro del patio.
Pero luego vimos a cada uno aterrizar consecutivamente detrás de Ax, poniendo pie en tierra con la firmeza y la majestuosidad que tendrían los mayores defensores de un líder:
Nueve a exactitud. Cada uno siendo algo entre una silueta oscura combinada con un núcleo de energía. No se les distinguían bien las facciones o los detalles del resto del cuerpo, pero sus contornos, sus bordeados, dejaban ver que eran todos diferentes. Unos más altos, otros más bajos, distintos géneros.
Y ahí entendimos que no, que no se trataba de algo maligno o peligroso para Ax o para nosotros. Se trataba de algo poderoso, incapaz de ser derrotado.
Solo lo supe. Tuve esa certeza extraña:
Aquellos por los que Ax estuvo luchando, vinieron a luchar por él.
—Espera, ¿acaso esos son...? —Yo estaba estupefacta. Mis ojos contando a cada uno.
—¡Sus hermanos! —completó Nolan con una súbita emoción. Acababa de recuperar la esperanza, la vida, la luz—. ¡Son los demás STRANGE! ¡Son ellos! ¡No sé cómo, pero son ellos! ¡De algún modo se acaban de manifestar!
Tampoco entendí cómo estaba pasando, pero a mí también me sacudió una emoción que me puso la piel de gallina, que me hizo desear saltar.
—¡Si son ellos, ¿ahora van a pelear por él?! —pregunté.
Nolan negó con la cabeza. Su sonrisa se extendió con una malicia triunfante:
—No, ahora van a pelear junto a él.
La energía de telequinesis que había mantenido a Ax contra el suelo, ya no tuvo la fuerza necesaria para inmovilizarlo, porque se rompió. O mejor dicho, la chica número dos la rompió, ya que tanto ella como Vyd ahora empezaron a levantarse, recuperando sus fuerzas.
Y por supuesto, también Ax. Se levantó poco a poco. Su pecho subía y bajaba notablemente, la rabia apretaba sus dientes y su mandíbula, y los dedos de sus manos, manchados de su poder negruzco, se veían lánguidos.
Pero luego los apretó. En lo que formó un puño las moléculas en su interior por fin se activaron por completo y cada par de ojos de los once STRANGE que ahora estaban presentes en el patio se convirtieron en brillantes círculos de oscuridad.
Como marionetas cuyos movimientos, reacciones y cerebros ahora serían controlados por Ax, avanzaron detrás de él en cuanto lo hizo.
Apenas los vi siguiéndolo con él a la cabeza, entendí las palabras de Teodorus:
«Ax es considerado el número uno porque cuando tiene a los demás alrededor, se convierte en poseedor de todos los poderes».
A medida que Ax hacía los movimientos de las manos, dando la orden, todos ellos reaccionaban y cumplían:
Ax alzó una mano. La chica obedeció y, mientras caminaban hacia adelante, arrojó una potente condensación de energía a la criatura que ya se había levantado. Luego otra. Luego otra más, todas para irlo llevando a hacia atrás sin que tuviera tiempo de contrarrestar. La fuerza finalmente lo hizo caer boca arriba, extendiendo sus extremidades para que quedaran fijas al suelo.
Ax hizo un gesto de sacar algo del suelo, la tierra surgió y cubrió el torso de la criatura, atrapándolo debajo de ella y dando la misma impresión de un cuerpo que iba enterrándose en arenas movedizas.
Después Ax hizo un gesto con ambas manos de separar algo. Algo que, por la manera en la que se tensaron sus dedos en modo de garras, cualquiera habría pensado que era difícil de dividir.
Y que sí era, porque la orden a la que estaba obedeciendo una de las siluetas detrás de él era la de manipular el metal, por lo tanto, la armadura entera de la criatura empezó a romperse.
Se oyeron los sonidos del acero quebrándose en dos, cediendo a la fuerza invisible pero poderosa. Fueron cayendo al suelo y dejando expuesta una piel que solo hacía pensar en sufrimiento y dolor porque estaba rasgada, hinchada, abultada, callosa, roja, sangrante, en otras partes necrosa y en otras desgarradas y con agujeros. Todo porque la armadura en realidad había sido ensamblada e incrustada a su propio cuerpo.
De último cayó el casco de acero con mucha piel adherida a él. Su cabeza fue exhibida a nosotros:
Donde la piel se había desprendido se veía un cráneo reforzado con metal y cables, bajo el que se veía un cerebro hinchado el doble del tamaño normal.
Sin intenciones de terminar aún, la silueta que podía controlar el aire obedeció a una orden de Ax sin gesto, y fue la primera vez en mi vida que vi cómo un par de largas líneas de tierra, levantadas tan sutil como un viento de primavera, se deslizaron desde el suelo hasta los agujeros de la nariz de la criatura al igual que lo harían un camino de hormigas.
Se le metieron por ahí, y por la forma en la que este de repente empezó a hacer gestos de asfixia, sospeché que le estaban llegando hasta los mismísimos pulmones.
Luego, Ax hizo un gesto de estar apretando un cuello, y a quien sentí que fue número cinco, capaz de controlar el agua y que dio valientemente su vida por él, hizo lo mismo y creó una gruesa capa de hielo alrededor del cuello de la criatura, desatándole la misma angustia que un estrangulamiento.
El siguiente movimiento de Ax hizo que el Vyd con los ojos negros de oscuridad arrojara un chorro de corriente que rodeó cada uno de los largos dedos con afiladas uñas de la criatura, tanto de los originales como los que le habían brotado en mutaciones dentro de la mansión.
Ax entonces retorció con rabia sus propias manos (palmas frente a frente) y la electricidad crujió contra la piel de la criatura, quemándola, atravesándola hasta las capas más profundas.
El monstruo chilló ante tal dolor, porque además se escucharon sus huesos crujir, ya que, al estar calcinando sus dedos, al mismo tiempo Ax los estaba doblando y fracturando al igual que uno puede partir la rama de un árbol.
Cuando terminó de partirlos todos y estos quedaron torcidos en ángulos imposibles de reparar, Ax recurrió a otro poder para el que su gesto fue el de tratar de juntas sus palmas.
Yo primero pensé que era de la chica porque vi que la espantosa cabeza de la criatura quiso empezar a comprimirse, y algo así solo lo asociaba a la manipulación de la materia.
Pero ella no estaba moviendo sus manos también. En realidad, lo estaba haciendo otra de las siluetas. Una más alta que estaba cerca de Ax. Parecía femenina, majestuosa.
Ambos trataban de juntar las palmas para prensar a la criatura como si fuera un cubo de basura, pero estas, a su vez, parecían repelerse como imanes.
Ax entonces comenzó a poner mucho más esfuerzo y más presión. Sus dientes se iban a reventar de lo apretados que los tenía. Sus piernas separadas para no perder la estabilidad debido al empuje. Su cuerpo estaba todo manchado de oscuridad; casi que dejaba de ser visible su apariencia humana. Hasta se veía más imponente y grandioso.
¿Cuando todos sus hermanos estaban junto a él, dotándolo de cada uno de sus poderes y sus energías, se convertía en un líder terrorífico pero monumental, fundido en sombras?
Más esfuerzo de Ax para comprimir sus manos y que esto al mismo tiempo comprimiera el cráneo de la criatura, pero no sucedía.
Durante todo esto, Nolan, Dan, Gesher y yo seguíamos defendiéndonos.
—¿Por qué Ax no logra reventarlo? —pregunté a Nolan, preocupada, ya que él estaba cerca sin parar de dar tajos.
—¿No lo ves? —respondió, jadeante y sudado por todo el esfuerzo que también estaba requiriendo no dejarnos romper la cabeza—. Los soldados aun tienen la capacidad de levantarse luego de ser destruidos. Eso es porque esa cosa todavía tiene poder y ellos siguen respondiendo a su orden. Se está resistiendo con fuerza a lo que Ax intenta hacerle.
—Es que está decidido a no morirse así lo estén apaleando hasta el culo —gruñó Dan, recargando su arma, pero también atento a la escena—, es jodidamente fuerte.
—¿Tal vez podemos ayudar disparándole? —propuso Gesher. Pero solo salió de mi boca:
—No. No servirá. —Pensé en lo que seguía en mi cinturón—. Creí que ya no sería necesario, pero para que Ax lo logre hay que dejarlo sin sus habilidades mentales.
Decidida, fui a ello. No dejé que ninguno me detuviera o dijera algo más y corrí.
Con la espada de piedra le lancé ataques a todos los soldados que venían. Espadazos al aire en todas direcciones, con toda mi fuerza para ir avanzando y abrirme camino entre ellos.
No fue nada asombroso, me vi más bien desesperada. Cualquiera hasta habría pensado: ella no tiene la habilidad para llegar hasta él.
Que sí, tal vez no la tenía. Por eso no pude evitar a un soldado que, mientras yo me defendía de otro, vino con mayor agilidad por delante, listo para enterrarme su espada en la frente. De hecho, arrojó el ataque.
Pero no me dio, porque un campo de energía se formó ante mi cuerpo y se interpuso. Su espada rebotó contra él y el soldado estalló, destrozado.
Yo pensé que era que la chica número dos había enviado una pequeña ayuda, pero en lo que vi frente a mí, algo se había manifestado: una niña.
Solo que no cualquiera, sino la misma versión pequeña de la chica número dos a la que vi bloqueando mis recuerdos.
Claro que ya no estaba en mi cabeza, ahora estaba de pie con su cabello salvaje, sus pies descalzos, los puños apretados y las piernas separadas. Una guerrera, una defensora.
No entendí cómo acababa de pasar. En verdad quedé confundida y mi mente se enredó. Hasta supe que Nolan debía estar boquiabierto, pero seguí corriendo de todos modos. Y la niña corrió delante de mí también, atacando con concentraciones de energía a todos los soldados que venían en mi contra.
De forma impresionante los empujó con telequinesis, los rompió con gestos de sus manos, no permitió que ninguno me alcanzara. Fue como si ella estuviera abriendo el mar para que ninguna ola me ahogara en el camino que quería seguir hacia Ax.
Sintiéndome protegida, solté la espada de piedra y saqué la jeringa de mi cinturón.
Entonces por fin llegué a donde estaban ellos. Ninguno me detuvo, como si supieran bien que llegaba con lo preciso para ayudar. Ax mantuvo sus manos tratando de comprimir. Yo, al otro extremo, frente a frente con todos los STRANGE, corrí, caí de rodillas tras la cabeza de la criatura, me incliné encima de él, me encontré cara a cara con el monstruo que una vez no fue eso sino mi novio, alcé la mano y finalmente le clavé la inyección en el cuello.
Inmediatamente todo se puso entre negro y transparente.
Así de brusco, tras la inyección, mi alrededor entero cambió.
Yo, de rodillas sobre el suelo, y sobre todo muy confundida, no supe por qué. Es decir, a pesar de la oscuridad podía ver al monstruo frente a mis piernas y también a Ax, aunque ahora él estaba por completo cubierto de oscuridad, convertido en una sombra misma, aun tratando de juntar sus palmas para comprimir.
Pero sucedía lento. Todo iba lento. Incluso la forma en la que Nolan, Dan y Gesher luchaban contra los soldados.
¿Qué estaba pasando? ¿Había muerto o qué?
De repente una mano se extendió frente a mí. Al inclinar la cabeza hacia atrás vi, sorprendida, que era Ax, mirándome desde arriba.
Pero no el Ax oscuro que también podía ver, sino el normal, ese con la piel limpia pero llena de cicatrices, los ojos heterocromáticos, el cabello salvaje por la punta de las orejas. Mi Ax.
—¿Qué está pasando? —le pregunté—. ¿Cómo estás aquí y allá?
—Es mi sombra, puedo separarla de mí —respondió—, y puede hacer lo mismo que yo.
—Ah... —En verdad estaba perpleja. Esa noche todo eran sorpresas y más sorpresas. Nada paraba de asombrarnos—. Entonces, ¿nos separaste de los demás? ¿por qué?
—Porque no dejaré que veas cómo la historia se repite —me dijo. De nuevo sus palabras eran fluidas, aunque al mismo tiempo simples y de oraciones cortas. Una mezcla entre que podía hablar gracias a su energía recargada, pero al mismo tiempo seguía ese hombre que en cualquier momento no encontraría cómo formular algo. Se giró un poco hacia la criatura, solo para que yo la mirara también—. Aunque él sea un monstruo ahora, no lo fue antes. Cuando era Jaden fue importante para ti. Fue parte de tu vida. No solo tu novio, también tu amigo. Tienes buenos recuerdos de eso, porque nunca te hirió. Fue... especial. Por eso aun te duele lo que le hicieron, y te dolerá más ver la forma en la que lo mataré.
Mi respiración se cortó en una exhalación de perplejidad.
Esas palabras... ¡Esas eran las mismas palabras que yo le había dicho a él cuando la voz máxima, esa que lo había atrapado dentro de su propia mente, intentó dominarlo! Como él no reaccionaba yo había confesado mis sentimientos, pero...
—¿Tú... me escuchaste? —pregunté en un aliento. Un nudo se formó en mi garganta.
Él asintió.
—No sientes ese dolor por Jaden porque lo ames como me amas a mí, sino porque dentro de ti existen la compasión y la empatía. Por eso te sentiste tan mal por lo que le pasó, y por eso creíste que tú lo causaste. Pero esa muerte no fue tu culpa —señaló a la criatura—, y esta tampoco lo será. No quiero que sigas pensando eso.
Desvié la mirada y la cara. De nuevo la tristeza golpeó mi corazón. Estaba siendo valiente, estaba luchando, pero en el fondo la pelea sí me estaba lastimando.
—Sigo sintiendo que yo pude haber evitado todo esto...
—Pero no podías. —Negó con la cabeza—. Nolan lo descubrió. Todo pasaba igual porque él tenía que llegar al mismo punto. Así que... el accidente de Jaden siempre iba a pasar.
Tenía razón. Ahora que sabíamos la verdad, mi sensación de culpa quedaba pequeña. No, incluso fastidiosa.
Yo sacudí la cabeza. Me sentí enfadada por mis debilidades.
—Odio esto de la culpa; es una molestia —me regañé—. Es lo que menos necesitas justo ahora. Te hizo sentir mal antes y creíste que yo no te amaba y no era cierto e ibas a explotar y yo lo causé...
—Mack —Ax me interrumpió pronunciando mi nombre y tomándome suavemente de la barbilla para que ya por fin lo mirara—. Yo siempre pensé que ser humano significaba crueldad. Vi al hombre como algo malvado, repugnante. Solo personas a las que quería matar por lo que me hacían. No pensé que nadie fuera diferente. Hasta que te conocí. Ambos pequeños. Vi cómo actuabas conmigo. Tú eras cariñosa. Tú eras comprensiva. Tú eras divertida. No importaba mi aspecto extraño. No mis cicatrices. No mis golpes. Nunca preguntaste de dónde venía. Me aceptaste. No me viste como un monstruo o un salvaje. Fue diferente. Contigo aprendí la diferencia entre una persona y otra. Crecí sabiendo que tú eras distinta. Gracias a eso fui entendiendo que muchas personas tuvieron la oportunidad de sentir compasión y empatía por mí y por mis hermanos cuando nos tenían encerrados, pero que no fue así porque eso no existía en ellos. Entendí que es difícil y raro que algo como la bondad exista en alguien. Pero estaba en ti. Tú no eras como ellos. Y como no lo eras, mientras yo estaba encerrado, lo único que quería era estar contigo. Tú eras calma. Tú eras refugio. Tú eras felicidad. —Su mirada hacia mí no fue enfadada como la del hombre que peleaba o el que estallaba o el que drenaba. Fue anhelante, intensa, y por primera vez, de amor—. No podía entender esto porque no sabía el significado de los sentimientos. Yo no los conocía. Pero ahora que me los enseñaste, estoy seguro: tú me diste un nombre, y he estado enamorado de ti desde ese día.
Quedé sin aliento. Mis pensamientos desaparecieron. Quedé toda en blanco. Jamás había esperado escuchar algo así de su boca. Una confesión tan clara que acababa de acelerar mi corazón de enamoramiento y llenarme de esos nervios adolescentes que siempre deseé sentir.
Hasta me dio la impresión de que me querían arder las mejillas por sus ojos fijos en los míos y ese peculiar y salvaje atractivo ante mí.
—Ya no siento celos de Jaden —añadió, sonando muy seguro—. Tú me enseñaste que pueden hacer mucho daño. Entonces... —Su fluidez se vio interrumpida un momento por su hablar más habitual—: mientras tu herida se cura, yo estaré contigo, y con la misma paciencia con la que cada día me enseñaste algo nuevo.
Tragué saliva.
—¿De verdad? —susurré.
—Sí, porque hay dos partes dentro de mí: el humano y el monstruo, y ambas te aman. —Ax tomó una respiración profunda, y con su voz ligeramente grave me lo dijo—: Yo te amo.
Era la primera vez que me lo decía, y de nuevo hubo otra manifestación que me hizo pensar: «oh Dios, son reales», porque las sentí:
Las tan clichés pero increíbles mariposas en el estómago. Hasta me puse la mano allí, experimentando eso tan nuevo.
—¿Puedo...? —Me trabé un momento, por lo que tuve que carraspear la garganta. Él alzó las cejas, esperando qué iba a completar. Lo dije con nerviosismo—. ¿Puedo decir que amo que puedas hablar?
Ax soltó un suspiro que pudo haber sido una risa y negó con la cabeza como si no tuviera remedio.
—No podré hablar así cuando ya no tenga el apoyo y la energía de los otros —me dijo. Bajó un poco la voz y casi como si deseáramos mucho pegarnos el uno al otro me susurró—: ¿Seré suficiente de todos modos?
Quise con todas mis ganas acercar más mi cuerpo al suyo. Lo deseé más que nunca. Hasta me ardió la piel.
—Creo que es cierto que hacemos cosas así en los peores momentos. —Le sonreí con dulzura y complicidad. Luego, desde la profundidad de mi ser, correspondí a sus sentimientos—: De cualquier forma, en cualquiera de tus estados, sepas o no sepas algo, digas o no digas una palabra, siempre serás suficiente para mí porque también te amo, Ax.
Él extendió los brazos hacia mí, invitándome a abrazarlo y a hundir la cara en su pecho para no presenciar la muerte.
Pero yo negué.
—Quiero verla de todos modos —dije. Finalmente con valentía—. Debo ver que muere el monstruo, y comprobar que Jaden podrá descansar en paz. Solo así podré dejar de culparme.
Ax asintió entonces.
Todo volvió a verse normal y recuperó su velocidad adecuada. Los espíritus de los STRANGE seguían detrás de Ax, y él ya fundido con su sombra, en su posición, tratando de juntar sus palmas.
Esa vez sí lo logró. Ya ninguna fuerza lo contrarrestaba, así que a medida que las palmas se fueron acercando, la cabeza de la criatura se fue partiendo. Escuché claramente el sonido del cráneo reventarse. Vi que el otro ojo que le quedaba se le salió, aplastado. La boca se le partió. Un montón de sangre y piel fueron chorreando como chorrearía el jugo de una fruta.
Tragué saliva, tan impresionada (de la mala manera) por lo sangriento y abominable de la muerte que estaba sufriendo. Sí era shockeante, sí causaba pena, sí me estaba humedeciendo los ojos, pero yo había pedido verla.
Al final la cabeza se rompió por completo. El cerebro quedó destruido, hecho una masa inservible.
En ese momento Ax hizo su último gesto: el de arrojar algo, y el poder del fuego de aquel que una vez fue su mellizo, lanzó una ráfaga de llamas contra las largas patas de la criatura para incendiarlas. Rápidamente, el fuego comenzó a consumir el cuerpo para calcinarlo.
Los soldados cayeron desplomados en la tierra.
Entre el silencio y el crepitar cerré un momento los ojos. Se me salió una lágrima al pensarlo:
«Sé que tú no habrías elegido lastimar a nadie. Te convirtieron algo horrible, cambiaron tu aspecto, pero en mi mente siempre estarás en mi ventana invitándome a escaparnos. Y ese "sí" que dije ya no me dolerá, porque pude acompañarte a tener una última noche hermosa viendo las estrellas. Fue bonito. Fue especial. Por favor, Jaden, descansa en paz».
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