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58 - Parte 2


Los soldados oscuros de Ax no tardaron en actuar. 

Las sombras se fueron contra la tierra en lo que habría parecido una batalla entre dos reinos. Espadas de oscuridad contra espadas de piedras. Ambas fuertes, ambas poderosas, produciendo un sonido de choque de hojas.

La lucha entonces cambió a esa: Vyd dirigió la corriente que había concentrado por el suelo para que destrozara la estabilidad de los soldados. Cerca de mí, Nolan había derrotado a uno, le había quitado la espada de piedra y ahora estaba destrozando a otros con ella.

De fondo, aunque no visibles, escuché disparos, de seguro provenientes de Gesher y Dan, defendiéndose también.

Yo no iba a quedarme atrás tampoco. Vi en el suelo una espada de uno al que habían derribado y la tomé. Traté de defenderme de los que se vinieron contra mí. Di estocadas, barridos, tajos, que no eran nada perfectos, nada expertos, pero sí muy cargados de las ansias de sobrevivir, por lo que tenían cierta fuerza a pesar de que mis manos solo los lanzaban con impulsividad.

Al mismo tiempo busqué a Ax entre todo ese revuelo. Vi que quisieron acorralarlo muchos de los soldados de la criatura, y vi el movimiento que hizo para deshacerse de una gran cantidad de ellos:

Levantó una mano como si estuviera sosteniendo un pequeño cuenco hondo desde abajo. Desde la niebla negruzca salieron serpientes de oscuridad que envolvieron a casi todos los soldados.

En ese momento Ax cerró la mano, rompiendo lo que yo consideré el invisible cuenco hondo, y las serpientes de oscuridad apretaron a los soldados hasta reventarlos.

De haber sido humanos, eso habría creado un salpicadero de sangre y piel; una matanza grotesca.

Pero en su lugar, los pedazos volvieron a caer al suelo, a donde pertenecían.

Eso despejó mucho el patio.

Solo que...

Los trozos de tierra, piedra y grama volvieron a flotar, a compactarse y a unirse, y los soldados de la criatura estuvieron reconstruidos en unos segundos, incluso en una doble cantidad.

Mierda.

En ese pequeño intervalo de tiempo, la criatura aprovechó que parte de los poderes de Ax se habían concentrado en otra cosa y logró liberarse de las pocas cuerdas que aún lo habían tenido retenido, levantando su difícil de derrotar —e inconveniente—presencia.

Pensé que se iría contra Ax, pero por alguna razón que a mí me pareció muy rara, quizás también aprovechando que sus súbditos vivos servían de obstáculo, corrió en dirección a la mansión.

También me fijé en otra cosa: una de sus patas le fallaba en su huida.

Aunque no fui la única que notó su escape. Ax también. Miró entre los soldados mientras los mataba con el simple gesto de apretar su mano. Incluso algunos eran absorbidos por su niebla negra, desapareciendo debajo de ella.

Pero sí, se dio cuenta tanto como yo y, dispuesto a no dejarlo escapar vivo, a no terminar esa batalla hasta que uno de los dos muriera, corrió para perseguirlo.

Dejó a Vyd, a la chica y a sus soldados de sombra en su lugar para que ellos defendieran y no permitieran que ninguno de los contrarios se presentara como inconveniente.

Yo de inmediato supe qué hacer. Tenía que hacerlo.

—¡Nolan, defiende esta vía y no permitas que nadie pase! —Le pedí a la vez que yo evadí a uno que quiso golpearme—. ¡Debo entrar a la mansión y continuar siguiendo a Ax por si debo aplicar la inyección!

—¡De acuerdo! —Nolan también estaba luchando contra tres al mismo tiempo. Me habría dado miedo antes, pero ya confiaba en que su fuerza, agilidad e inteligencia eran mayores. Él sabría defenderse muy bien. Solo no sé si sintió la misma despreocupación en cuanto a mí, porque antes de irme me llamó—. ¡Mack!

—¿Sí? —Esquivé a un soldado que casi me rompió una pierna pero que él destrozó al golpearlo por la espalda.

—Ten cuidado —me pidió con una sonrisa a pesar de su respiración agitada.

Yo asentí, y luego corrí en dirección a la mansión.

Obviamente no usé la entrada trasera por la que habían ido Ax y la criatura. En su lugar busqué una de las grandes ventanas laterales y me metí por allí.

Caí directo en la gran sala de estar. Con cautela y silencio me escondí detrás de la pared y traté de ver qué estaba sucediendo.

Vi a Ax y a su poderosa armadura de oscuridad intacta, caminando lento por el vestíbulo; sus pies descalzos que soportaban cualquier suelo. Miraba hacia arriba con sus ojos cerrados, buscando, pero con su oído, que era el método que MANTIS mejor le había hecho perfeccionar al mantenerlo encerrado en oscuridad con los ojos cubiertos.

No se oía nada, pero él sabía muy bien que el enemigo estaba por allí.

Yo también traté de encontrarlo en el techo, solo que era imposible hallar algo. Aun con la claridad visual que la chica nos había otorgado, la oscuridad era tan densa que daba la impresión de que si la tocabas podrías palparla.

Ax, por supuesto, lo detectó al instante.

Una de sus esferas de oscuridad salió arrojada de su mano hacia el techo. Se escucharon unas espeluznantes patas, muy rápidas, afiladas y metálicas correr rápidamente en otra dirección.

Pero solo se derrumbaron escombros.

Ax siguió oyendo, caminando en torno a la gran escalera del vestíbulo, cauteloso.

Otra vez lo detectó. Otra vez arrojó una esfera. Otra vez las patas, con su destreza, se apresuraron a esquivar.

A ser sincera, este momento se sintió más aterrador para mí que cuando vi a la chica subir las escaleras dentro de la mansión o que cuando la imagen de la criatura se reveló, porque esta vez algo espeluznante corría camuflado y escondido por el techo al igual que lo haría un ente sobrenatural, un fantasma de películas de terror con las extremidades mal articuladas en una rara posición.

Pero de nuevo, la esfera de oscuridad no le dio. Era demasiado rápido para esquivar incluso cuando la habilidad auditiva de Ax era perfecta.

Y también muy inteligente en cuanto a encontrar formas para acabar con los STRANGE, ya que, bueno, era lo único que habían programado en su cerebro para lograr, ¿no? por lo que recurrió a una jugada muy astuta.

¿Lo contrario a oscuridad?

Luz.

La criatura hizo que todas las luces del vestíbulo se encendiesen. La luz de cada lámpara se prendió con un brillo más intenso de lo normal, tan blanco que resultó encandilador no solo para mí que tuve que cubrirme los ojos con mi antebrazo para poder ver a Ax a la vez, sino también para él.

Lo encandiló bastante por un momento, así que fue allí en donde la criatura hizo de las suyas:

Yo no supe si fue con su fuerza misma o si fue con su parcial poder mental o el poder del metal, pero arrancó una de las largas y gruesas vigas que estaban derribadas en medio de la entrada de la mansión, y esa viga se fue contra Ax.

El claro sonido de un choque metálico contra un cuerpo se escuchó apenas la viga lo empujó contra la pared, y ya ahí, la viga, doblándose sola en forma de ganchos, inmovilizó sus piernas y sus brazos.

Ax quedó como una figura crucificada, forzando a sus brazos a romper el hierro para liberarse, aunque pareció que contradecían su fuerza y se enterraban más en la pared a medida que él desea romperlas.

Atrapado, la criatura apareció. Cayó en medio del vestíbulo emitiendo un sonido gutural que salía por esa boca que no podía cerrar. Su rostro tensado hacia atrás era incluso más aterrador de cerca, también su piel gris con acero incrustado y bordeados carnosos y sangrantes, por lo que por un momento tragué saliva, perturbada.

Pero en lo que vi que empezó a avanzar con sus asquerosas garras metálicas creando rajas sobre el mármol, desperté del miedo y entendí que Ax no podía zafarse con su poder porque la niebla se había quedado afuera, y porque las luces eran tan intensas que impedían que hubiera algún rincón oscuro del que tomar algo.

Recurrió a medida desesperada: la única oscuridad que poseía en esos momentos: la de su armadura.

Tras su orden, trozos de sombras se deslizaron hacia sus muñecas, desnudando parte de su abdomen, parte su pecho y dejándolo vulnerable en esas áreas. Algo malo porque tuve la impresión de que justo ahí lo atacaría el monstruo, tal vez atravesando su pecho y destrozando su corazón.

Pensé rápido: ¿qué podía hacer para ayudarlo?

La criatura tenía el casco de acero más rasgado por los golpes, pero aún no lo suficiente.

También tenía un desgarrón en la armadura de las piernas mutadas, pero tampoco me servía para lanzarme con la inyección.

No podía solo meterme o me clavaría una garra en la frente. Tampoco podía arrojar nada para desviarlo porque sería estúpido y me descubriría.

Si no era un momento para hacer cualquier tontería, tal vez sí para arriesgarse con precaución.

Se me ocurrió de golpe: podía desactivar el panel eléctrico de la mansión para que todo quedara oscuro de nuevo, porque si la criatura tenía cierta parte de los poderes de Vyd, y yo recordaba bien lo dicho por él, si no había electricidad cerca no podría manejarla.

Entonces debía de estar encendiendo esas luces con ese alto voltaje porque algo aún funcionaba.

De acuerdo, Ax iba a defenderse con lo que quedaba de su armadura, y había una pequeña ventaja también: ese cojeo de una de las patas de la criatura, que la hacía más lenta.

Tendría algo de tiempo, pero no mucho, así que con cuidado di pasos hacia atrás y volví a salir por la ventana. Afuera se oían disparos. Los soldados de tierra eran derribados, pero se levantaban de nuevo. Era un desastre. Todo pasaba con una velocidad vertiginosa.

Pero con rapidez llegué hasta la entrada trasera de la cocina. Allí había una escalera que bajaba hacia el almacén de reserva de alimentos, y a través de ese almacén había una puerta que daba a los cableados y tablas eléctricas de la mansión.

Iba acelerada. Asustada. Desesperada.

Abrí la puerta y bajé las escaleras muy rápido. Hasta las luces en el almacén de comida estaban encendidas y se veían las acumulaciones de harinas, latas, bolsas que mi madre mantenía para que yo nunca fuera al supermercado.

El tiempo corría. La criatura avanzaba. ¡Rápido Mack!

Pasé corriendo hasta la sala de electricidad. Había varios generadores de luz para suplir a la mansión en caso de fallas, y había un panel enorme. Lo abrí. Escuchando el sonido de mis propios latidos y con la respiración agitada, lo primero que vi fueron un montón de switches.

Sentí que sudé, y aunque esto habría sido una escena tensa en la que no sabría qué hacer, por suerte mi madre supo que tenía una hija que nunca tendría ni idea de electricidad, así que, por si sucedía alguna emergencia, todos los switches tenían nombres y uno decía: fuente de alimentación.

No lo dudé ni un momento y lo bajé.

La luz encima de mí se apagó. Miré hacia el almacén y también se había apagado.

Pero no me quedé a celebrar. Otra vez corrí, y mientras fui corriendo escaleras arriba con el alma en un vilo a la espera de que hubiera funcionado...

Escuché cómo un gancho de hierro fue arrancado con fuerza de una pared del vestíbulo.

Luego otro.

Luego otro.

Y finalmente uno más.

El chillido de la criatura esta vez fue más fuerte y el doble de escalofriante, dando a entender que su furia iba acercándose cada vez más a punto de ebullición, tal y como había dicho la chica que sucedería.

Pero faltaba más, ¿no? Llegué para mirar.

Su monstruoso y mutado cuerpo giraba sobre sus uñas con rapidez, buscando a Ax por todas partes.

Yo tampoco lo vi hasta que, desde el fondo de la oscuridad, claramente habiendo estado fundido en ella, salió y le atestó un golpe de frente a la criatura que la lanzó contra uno de los muros.

Así, la pelea volvió a empezar, pero con ventaja, porque Ax se había liberado y ahora de nuevo estaba blindado en brazos y puños de su poderosa oscuridad.

Se me erizó la piel de emoción. Incluso apreté los puños en un gesto triunfante.

Aunque, ¿por qué esta batalla me tenía entre la emoción y el miedo? Ya parecía que cuando creía que llevábamos la delantera, algo más pasaba.

Esa vez fue que, inesperadamente, la criatura se irguió en dos patas. Sí, amenazante y furiosa, pasó de su estado doblado y medio arácnido a la postura en la que un humano se mantendría en pie, y al alzar sus dos brazos, más brazos salieron de ellos.

No lo entendí. ¿Era por lo que había dicho la chica? Si sus moléculas estaban extremadamente inestables, ¿estaban haciéndolo mutar más? Porque como ramas le brotaron más manos, antebrazos, uñas incisivas y asquerosas.

Quedó poblado de ellas en sus brazos, y para empeorar, a lo largo de cada una se encendieron llamas de fuego que iluminaron todo el vestíbulo de un color amarillento y naranja.

Oh, por un demo...

Se fue contra Ax, tratando de rasgarlo con todas las manos. A medida que hacía eso, chispas de fuego fueron lanzadas hacia todas partes: las paredes, techo, suelo, y poco a poco eso empezó a extenderse.

Ax buscó bloquear con escudos formados de tentáculos de oscuridad, pero en un momento la criatura no le lanzó hacia arriba sino hacia su pierna y le creó una raja.

Aunque ya tenía otras. Su pantalón estaba roto en tres largas aberturas por encima de la rodilla y le salían líneas de sangre, pero era como si no las tuviera o como si el vestíbulo no estuviera ardiendo alrededor, porque Ax también se fue contra él.

Solo que ya no para golpearlo. La rabia en su rostro se transformó en un odio y un deseo de muerte inconmensurable, solo comparado al mismo que podía verse en la criatura. Creo que hasta olvidó que yo debía inyectarlo, y que su mente solo se centró en un objetivo:

Acabar con él así eso acabara con ambos.

Al verlo venir, la criatura lanzó al aire un ataque en curva. Ese sí, de haberle dado a Ax, le habría cortado la cabeza. Pero no le dio, porque Ax detuvo su estirado brazo con el lateral de su antebrazo protegido, pasó a agarrarle la muñeca para inmovilizarle ese brazo, y con la otra mano lo agarró directo al largo cuello.

Desde la espalda de la armadura de Ax emergieron unos brazos sombríos, raquíticos, que se elevaron fantasmalmente y retuvieron el resto de sus manos recientemente mutadas. Luego, desde debajo del borde del pantalón de Ax, a la altura de los pies, salieron más de esas manos e inmovilizaron las piernas del monstruo contra la pared.

La criatura se sacudió como un bicho salvaje, tratando de defenderse de un depredador más fuerte que estaba a punto de desollarlo, pero Ax lo empujó con aborrecimiento y con más fuerza contra la pared sin soltarlo para que no pudiera escapar.

Su rostro quedó cerca de la repugnante boca abierta que escurría una baba espesa, a la que él miró con muchísimo rencor y asco.

Pensé que esa fuerza sería suficiente para matarlo. En verdad finalmente se vio que Ax podía derrotarlo en ese momento.

Pero no hizo eso instantáneamente.

Esta vez, unos hilos sombríos salieron de Ax, pero desde sus mismísimos ojos. O más bien, desde los bordes de las cuencas. Vivos como serpientes, y bajo la clara orden de lo que Ax deseaba, serpentearon hasta la cara de la criatura.

Se le deslizaron por encima del casco de acero, pero también debajo de la incrustación de éste, penetrando la piel como si quisiera separarla de él.

También se propagaron hacia su tensado rostro y allí empezaron a introducírsele en la boca abierta, deslizándose sobre su lengua, camino a su garganta.

Siguieron hasta metérsele en en los huecos de lo que tenía como nariz, después por debajo de los párpados y alrededor de las cuencas de esos enormes y aterradores ojos estirados desmesuradamente.

La criatura, siendo invadida de esa forma, luchaba con sus extremidades para empujarlo, pero no podía. Solo no podía, porque el poder de Ax en ese momento estaba dirigido y alimentado por oscuridad pura. Si había persona que rigiera esos actos, no era una que pensara en clemencia o humanidad o en lo que estaba destruyendo.

Solo en lo que quería vengar.

—Mis hermanos... —escuché a Ax decirle con los dientes apretados de ira y desprecio. Su voz incluso sonó más grave, como si estuviera poseído por las tinieblas—... voy a quitarte todo lo que les robaste, todo lo que no es tuyo sino nuestro... —Empujó más sus largos brazos contra la pared para que no pudiera zafarse, porque la criatura se empezó a convulsionar más y a sacudir más por la horrible intromisión de los hilos de oscuridad dentro de su cuerpo—... y el dolor que tu padre te causó... será nada comparado con este.

Entendí de inmediato que eso era drenar.

Bueno, ya fue obvio por el hecho de que los hilos estaban conectados desde él a la criatura, posiblemente absorbiendo algo. Pero lo que unos segundos antes no me había quedado claro y que ahora sí tras sus palabras, era el motivo. Y aquí estaba:

Por los otros STRANGE. Ax no iba a acabar de una vez con quien había matado a sus hermanos. Le quitaría él mismo lo que no era de la criatura sino de ellos: la energía de sus moléculas.

Algo imposible de explicar si no se veía:

Los hilos de sombra se expandieron sobre el resto de aquel cuerpo, es decir, encima de las otras partes de la armadura, tal cual virus que se propaga y se teje irregularmente. Eran latentes, y a pesar de estar hechos de oscuridad, muy poderos, por lo que tras lo que seguramente fue una orden de Ax, estos se comprimieron y afincaron fuertemente sobre el acero, así como si una mano apretara un cristal.

La resistente armadura de la criatura se resquebrajó más.

La criatura chilló, casi ahogado por los hilos. Sangre fresca le chorreó desde los agujeros de la nariz e incluso desde los párpados de los globos oculares que daban la impresión de poder salírseles de las cuencas en cualquier momento.

Desde los ojos de Ax también chorreaba algo que podía ser sangre, pero que tenía un color negruzco petróleo. Y otra cosa también estaba sucediendo:

A medida que su oscuridad absorbía, consecutivamente su rostro, sus manos y sus antebrazos se iban tiñendo de negro, pero esta vez no con serpientes, sino como las manchas que quedarían al hundirse en un bote de pintura.

Como fuera, lo que estaba consumiendo desde el interior de la criatura estaba tomando todo su ser, y solo faltaba que los hilos se comprimieran de nuevo para hacer que la armadura se rompiera en pedazos.

Supuse entonces que ya no sería necesaria la inyección...

Un ojo se le reventó, lo que ya supuse que pasaría debido a la presión de los hilos que estaban metidos en el interior de sus párpados.

Obviamente el horroroso y repugnante estallido del globo ocular manchó de sangre el rostro de Ax (cosa que tampoco le importó), y nada más quedó colgando el nervio óptico. Al fondo se vio la oscura y carnosa cuenca de la que escurrían hilos de más sangre que manchaban la fea cara.

Bueno... No quería seguir viendo. Era bastante grotesco, pero era Ax, ¿de acuerdo? Tanto su versión humana como su versión oscura eran parte de él. Tenía que conocerlo en ambos lados, saber de qué era capaz. Y a este nivel, e incluso más, él podía llegar, porque con esa naturaleza había nacido, y para eso lo habían entrenado.

Pero sí daba un montón de miedo. Parecía un demonio capaz de absorber un alma.

Aunque al menos, ¿ya por fin podía terminar todo esto?

Mm...

No.

Un trozo de techo cayó sobre ellos. Me había concentrado tanto en la escena que había olvidado que las llamas ya estaban por casi todo el vestíbulo, crepitando. Incluso yo las sentía, pero había bloqueado el calor de la impresión.

Tal vez fue eso lo que la criatura usó. Jaló un chorro de fuego sobre ambos y este los separó. Ax cayó a hacia atrás. La criatura también, aun conectados por los hilos, pero la criatura se levantó y atacó con descontrol y más fuego, y el acero caliente de sus garras apuñaló a Ax en un brazo.

Lo tumbó en una rodilla. Él no demostró dolor porque veía a la criatura con la determinación fiera y rabiosa de ganar esa pelea a toda costa, pero esa herida le sangró, de seguro con un ardor inaguantable para un ser humano normal.

El monstruo le tomó ventaja gracias a eso.

Aunque extrañamente no podía quitar los hilos del rostro que lo conectaba a Ax. No estuve segura de por qué, pero recuperó su postura a pesar de tener la cara empapada en sangre y un ojo explotado.

Usó más fuego entonces, todo arrojándolo contra Ax.

Y a pesar de que él trató de bloquearlo formando guantes de oscuridad con sus brazos, recibió un ataque al aire tan fuerte que sus brazos cedieron. Esa vez cayó a gatas, pero decidido a levantarse.

La criatura chilló. La sangre caía por su armadura y sus brazos. Le salía de todas partes y cualquiera habría creído que por eso estaba a punto de caer.

Pero estaba tan iracundo que empezó a quemarlo todo.

O mejor dicho: empezó a acabar con toda la oscuridad que Ax pudiera usar para defenderse.

Tomó fuego y lo duplicó y lo lanzó al techo, a la escalera, a las puertas, a cada esquina y también a cada salida por la que Ax pudiera escapar.

Incluso hacia la parte en la que yo estaba, solo que fui rápida como para cubrirme detrás del muro y que no me diera en la cara. Aun así, las llamas empezaron a expandirse mucho más rápido ahora por el techo de la sala.

Eso me hizo perder casi toda la vista de la pelea. Solo entre las llamas logré captar a Ax ya apoyado en una pierna con el pecho el subiendo y bajando. Su armadura intacta excepto en donde lo habían rasgado y las heridas como largas rajas sangrantes.

Temblaba, también le escurría sangre por la boca; su espíritu ardiendo por el furor de la batalla. Pero iba a pelear hasta el final. No me quedaron dudas. No le importaban las llamas. Era como si no existieran para él. Solo ese monstruo. Solo la venganza que deseaba cumplir; la muerte que deseaba causar.

Así que apenas la criatura se fue contra él con la intención de rebanarlo finalmente, Ax usó todas las sombras posibles que quedaban alrededor, esas que se producían por el contraste del fuego.

Las hizo cobrar vida al atraerla con sus manos desde debajo de las decoraciones del vestíbulo, desde las pequeñas esquinas. Las arrancó con todo y pedazos de pared, de cuadros, de techo, y las fue lanzando con agresividad contra él para vencerlo o hacerlo retroceder.

Solo que nada de eso le hizo mucho daño porque todavía daban en su armadura o este esquivaba el doble de rápido, moviéndose por las paredes o el suelo. Así que se oyeron las patas destruir; los impactos destrozar.

Ya cuando esa oscuridad se le acabó, cuando el fuego tenía casi todo dominado y no hubo más que llamas crepitantes que se propagaban, Ax se negaba a rendirse tanto que otra vez empezó a arrancar trozos de su propia armadura.

Sacó partes de la oscuridad condensada en ella y esas también se las lanzó en intentos de que alguna volviera a darle en la cabeza para él aprovechar ese descuido.

Poco a poco su cuerpo fue quedando expuesto, tal cual rompecabezas al que se le quitan las piezas, y yo temí porque hasta ahora esa armadura lo había protegido de las largas uñas como cuchillas de la criatura.

Sin ella podría recibir más heridas como las que ya tenía. Sin ella podía morir.

De repente se desmoronó otra parte más grande del techo. El fuego, junto a las partes arrancadas, estaban haciendo que la estructura se debilitara. Al menos el vestíbulo ya podía derrumbarse fácilmente.

Pero por más preocupada y asustada que estuviera por Ax, yo no podía entrar en escena. No podía atravesar las llamas que como un muro estaban alzadas sobre el paso de la sala al vestíbulo...

Ax podía soportar el calor más tiempo.

Pero yo no.

Ya sentía la onda caliente llegar a mi piel con +mayor intensidad, esa incómoda que hace que una mano se aleje de una vela tras un rato porque arde.

Escuché un fuer golpe. ¿La criatura lo había arrojado contra la pared de nuevo? No pude verlo porque un pedazo de techo cayó cerca de mí.

Ya no hubo más opción, tuve que correr hacia la cocina, en donde, también, un trozo de pared cedió debido a los golpes y a las llamas que ya estaban tomando más partes.

Por más que quise quedarme, los derrumbes me obligaron a salir de allí por la entrada trasera y volví al patio.

Creo que en ese momento todo se vio muy lento ante mis ojos debido al terror y a la adrenalina en mi interior; a la búsqueda desesperada de que no hubiera sucedido alguna muerte durante mi ausencia.

Con mi rostro sudoroso e iluminado por las ardientes llamas de la mansión, vi el cielo que no existía porque era una copia y que allí la casa estaba intacta. Los soldados tanto oscuros como de piedra destruyéndose unos a otros. Vyd con los brazos extendidos, la chica jalando más árboles desde arriba. Dan y Gesher vaciando cartuchos contra lo que se les acercara.

Nolan, con su ropa rota, su cara sucia, pero sus botas firmes al igual que las manos sosteniendo esa espada. Enfrentándose a la horda que venía a su alrededor.

Todos luchaban para que el futuro que Nolan había visto, no se repitiera.

Pero, ¿acaso sí lo evitaríamos?

De repente, mientras estaban peleando perfectamente, la chica y Vyd se inclinaron como si sintieran un fuerte dolor en el estómago. Lo vi, un golpe que pareció invisible los hizo caer de rodillas y a ambos con unas expresiones de sufrimiento atroz.

¡¿Qué había pasado?!

Volví la cara hacia la mansión justo cuando el techo cayó encima del marco de la entrada de la cocina por la que Ax había entrado y por la que yo había salido, obstaculizándola. Ya nadie podía usarla en estos momentos.

Volví a comprobar las ventanas, asustada. Desde ellas salían las llamas como arañas, hambrientas de más.

Y no salía Ax...

No salía él...

No salía nadie. 

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