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56 - Parte 1


El bucle, el pasado y la gran y crucial petición

Parte 1

NOLAN

A pesar de que la orden que dio Nolan fue la de retroceder los acontecimientos, el individuo número tres empezó a contrarrestarlo y a resistirse a que sus poderes fueran controlados.

Porque aunque su cuerpo era infantil, su mente era adulta, y su fuerza inmensa. Nolan estuvo tan seguro de eso como lo estaría cualquiera sobre una parte de su propio ser:

Ese individuo había dormido por años y por eso no había crecido físicamente, pero su energía se había desarrollado cada día, y era poderosísimo.

Pero dominado por su dolor y su ira, Nolan no quiso ahondar en la existencia del número tres y solo trató de imponer su control para hacer retroceder los dolorosos sucesos que habían destruido su alma y su juicio.

Eso, por supuesto, produjo un choque de energías. El tratar de mantener el presente y el tratar de restaurar el pasado resquebrajaron el equilibrio del tiempo, estallando en un caos:

Primero, la niebla que estaba paralizada en el suelo empezó a fluir con rapidez.

El cielo oscuro comenzó a poblarse de nubes grises como plomo, cargadas de lluvia.

Se oyeron truenos, pero el aire se tornó caliente y denso.

Los árboles se inclinaron contra un repentino viento intenso que empezó a soplar a una velocidad muy acelerada.

Luego los cadáveres se levantaron. La criatura se movió, y entonces cada una de las cosas que habían sucedido esa noche empezaron a ir hacia adelante y hacia atrás como un error:

La muerte de Gesher, la muerte de Vyd, la decapitación de Ax, la muerte de Dan, los disparos de Mack.

Todos volvieron a morir. Luego revivieron. Volvieron a morir. Revivieron. Murieron. Revivieron. Todo en un bucle acelerado y caótico.

Pero ese efecto no se limitó solo a lo que alguna vez ocurrió en esa área del jardín. El efecto del tiempo descontrolado se expandió e hizo explotar otros miles de momentos pertenecientes a otras cosas que habían pasado en aquel pueblo.

Los escenarios se reprodujeron en torno a Nolan y al número tres, siendo ellos los ejes centrales de ese torbellino. Y fue un caos porque a la vez se superpusieron sobre las muertes que ya se habían estado repitiendo, sobre las cosas que habían pasado en la mansión, sobre los momentos vividos en el jardín.

Fue como poner una capa de película sobre otra y sobre otra y sobre otra sin fin. Se mostraron todas las personas que habían pasado por allí. Cada una de las conversaciones que se habían tenido. Interminables flashes de historia. Un sinfín de voces superpuestas.

Aquello pudo haber aturdido a cualquiera hasta la muerte porque era un remolino de vivencias y sonidos, pero por estar conectado al infinito y omnipresente poder del tiempo, Nolan los entendió.

Simplemente tuvo la inexplicable capacidad de oír y ver todo a la vez. Cada voz. Cada escena. Cada recuerdo. Él pudo captar cada uno en su momento preciso, sin perderse nada. Sin marearse. Sin desorientarse. Fue como ser el cerebro, los ojos y los oídos del mundo entero.

Así que vio desde los primeros pasos de la pequeña Mack en ese jardín...

...pasando por las proyecciones de la verdad de la chica número dos...

...hasta la crucial conversación que Godric tuvo con Jael en el pasado acerca de la caja y de la verdad sobre los STRANGE.

El impacto de la revelación debilitó bruscamente la imponencia de su control. No se lo esperó, por eso quiso mantenerse aferrado a la cabeza de en medio.

Solo que de pronto, de forma más inesperada, se sintió empujado hacia atrás por una fuerza mucho más opositora.

Dicha fuerza lo confundió, porque no pareció provenir del individuo. Es decir, a pesar de que las tres cabezas sí lo contrarrestaban en un intento de romper el control, no sintió que esa otra oposición perteneciera a ese STRANGE, porque era más poderosa.

Esa no solo se sentía capaz y dispuesta a desprenderlo de la conexión el individuo, sino también de absorberlo y llevárselo hacia algún lugar.

¡Pero no, no podía perder el control! ¡Tenía que lograr detener todo en el momento indicado!

¡Tenía que parar en el instante en el que las cosas podían arreglarse!

Solo que, mientras más fuerte fue el deseo de Nolan de alcanzar el preciso instante en el que sus amigos seguían vivos, con mayor persistencia tiró de él esa inexplicable fuerza antagónica.

Tanto que sí comenzó a desprenderlo del poder de las tres cabezas.

Debido a esa disminución de la conexión, Nolan fue perdiendo las capacidades que le otorgaba el poder del número tres, sobre todo esa de verlo y oírlo todo al mismo tiempo.

Así que empezaron a aturdirlo las imágenes del pasado que transcurrían muy rápido a su alrededor, en especial porque no paraban de aparecer más y más encima de las anteriores.

—¡¿Crees que soy la encarnación del tiempo porque puedo controlarlo?! —hablaron las tres cabezas al unísono, ya enfadadas. Frente a él, Nolan vio que ahora todas tenían un solo ojo teñido de negro, indicando que su control oscuro estaba desconectándose de ellas—. ¡Pero solo soy uno de sus instrumentos, una parte de sus fuerzas! ¡Así que si te crees tan capaz de desafiarlo, entonces te entregaré a él!

Tras eso, Nolan fue empujado. O esa fue la sensación que tuvo, por lo que quiso agarrarse al individuo, pero solo vio sus manos atrapando el aire mientras él caía hacia atrás.

¿Cómo se había soltado? No lo entendió, pero a partir de ahí vivió la más horrible, dolorosa y confusa experiencia de su vida:

Sintió que el piso desapareció y que él cayó por un abismo lleno de ese aturdidor y confuso torbellino de momentos pasados. Nolan se resistió, agitó los brazos en busca de agarrarse de algo que detuviera su descenso, pero desde su espalda sintió que le tiraron de la piel, como si unas garras invisibles necesitaran absorberlo hacia el fondo y estuvieran dispuestas a despellejarlo para lograrlo.

Que tal vez lo lograrían, porque como ya no tenía control sobre el tiempo, el veloz paso de cada segundo, minuto, hora y años de la historia de aquel pueblo que aparecía capa por capa logró desorientarlo y hacerle doler los oídos hasta gritar.

Así, Nolan gritó mientras lo jalaban hacia un fondo inexistente. Y le dolió la cabeza. Y sintió que le estaban comprimiendo el cráneo. Y una presión le pitó en los oídos. Y sintió sus huesos sacudirse. Y tuvo ganas de vomitar sus propias vísceras. Y también sintió que lo estaban halando tan fuerte que le arrancarían la piel desde atrás hasta separarla involuntariamente de su cuerpo.

¿Iba a morir? ¿Le iban a desprender las extremidades? ¿Qué era esa fuerza invisible que tiraba de él por todas partes? ¿Acaso era el tiempo mismo? ¿En verdad el individuo número tres lo había entregado?

Tenía que resistirse. Tenía que liberarse.

Su caída libre se detuvo de golpe.

De alguna manera, Nolan apareció de pie en alguna parte, muy aturdido y con las piernas tan temblorosas que parecía que no iban a sostenerlo por mucho tiempo. Desde su perspectiva todo iba más rápido de lo normal. Le palpitaba la cabeza. Su visión era algo borrosa y destellante de colores.

También lo ahogaba una sensación claustrofóbica. Se sintió desencajado, mal ubicado, porque de algún modo estuvo seguro de que no debía estar en donde había caído, que su aparición allí era un error.

Y estaba en lo correcto. Había enojado al tiempo, por eso sentía como pellizcos la piel, que eran los vestigios de los tirones que éste le había dado. Aunque, ¿aún quería jalarlo? ¿Todavía quería tirar más de él hacia atrás?

Sí, aún tenía la desagradable sensación de que algo quería tomarlo por la espalda y hacerlo retroceder.

Pero automáticamente impulsó sus piernas hacia adelante, todavía con el deseo de escapar de lo que fuera que lo perseguía. Tambaleante, llegó a un cruce de pasillos y solo pudo apoyarse de una pared.

¿Pero qué era ese sitio? ¿En dónde estaba? Apretó los ojos. Volvió a abrirlos. Podía escuchar su respiración acelerada y ansiosa salir de su boca.

¿Era el pasillo de un hospital?

Sí, y dos personas estaban hablando en el pasillo contiguo. ¿Quiénes eran?

Entre lo difuso de su percepción y los colores agitados y ondeantes, Nolan los reconoció a los dos:

Godric Cavalier tal vez de unos treinta años.

Y su amigo el doctor Campbell, aquel hombre que había sido el médico de Mack desde niña y que los había ayudado cuando estuvieron escapando de MANTIS, antes de entrar a La Organización.

Él parecía que acababa de salir del quirófano. Le sudaba la frente. Algo lo hacía ver nervioso, preocupado.

—El bebé está muerto, Godric —escuchó que Campbell le dijo a Godric, entre asustado y reclamante—. Es el tercero. Debes parar. No puedes seguir editando embriones de esta forma.

Nolan no comprendió bien qué pasaba. ¿Había sido escupido en el pasado? Al parecer sí. Pero, ¿por qué tan atrás?

—No puedo detenerme a pesar de los errores, porque prometí lograr esto; prometí que ayudaría de alguna forma, y esta es la mejor. —Godric sonó decidido. Pero como parecían haber llegado al punto de quiebre debido a las muertes, añadió—: ¿Vas a seguir apoyándome o no?

—¿Pero es que a quién demonios se lo prometiste? —Campbell susurró con alteración. Se veía que podía colapsar de nervios en cualquier momento—. Godric, ¿has pensado en lo que pasaría si descubren que has intervenido en estos nacimientos porque has tratado de implantar esas extrañas células en ellos? Irías a la cárcel porque la edición genética está prohibida.

—¿Me apoyarás o no, Campbell? —fue lo que respondió Godric. En sus ojos había cierto miedo, pero también una decisión fiera.

Campbell se puso la mano en la frente para quitar algo de su sudor. Negó con la cabeza como si estuviera viviendo una fuerte batalla mental entre su ética y su amistad.

—No lo sé... quiero saber la razón exacta —dijo Campbell, dudando—. Un día solo apareciste diciendo que debías implantar células en un embrión. Nunca me dijiste nada más que era porque le prometiste una ayuda a alguien, y yo me conformé con esa pobre explicación porque te debo varios favores, pero no, no seguiré ayudándote a traer al mundo bebés muertos solo para probar cuál es un éxito.

—¡Es que no entiendo el error; no sé bien qué es lo que causa la muerte al momento del parto! —defendió Godric. Lució estresado e incomprendido—. ¡No es que lo hago a propósito, es que no sé qué sale mal!

—¡Nacen muertos por las alteraciones que les haces con esa maldita muestra! —afincó Campbell como si fuera algo que ya le había dicho cientos de veces antes.

—¡¿Y tú crees que no quiero parar?! ¡¿Crees que disfruto de estos fallos, de las vidas que se han perdido?! —bufó Godric, horrorizado y alterado—. ¡No, pero hay algo mayor detrás de todo esto! —Miró hacia los lados para comprobar que no hubiera nadie cerca, y lo dijo más bajo—: No puedo explicar bien por qué, pero debo hacer que nazca un bebé con estas células. Y hasta que eso no suceda, no puedo detenerme.

Campbell lo miró un momento. Pareció que casi creyó en él de nuevo. Pero luego solo suspiró y negó con la cabeza.

—Pero sí debes rendirte, Godric —se lo dijo con más calma, como un consejo serio—. Ya no puedes seguir usando vientres para lograr lo que sea que creas que debes lograr. Te descubrirán en cualquier momento.

Antes de que pasara cualquier otra cosa u oyera algo más, el tiempo logró absorber a Nolan de nuevo hacia ese tortuoso vacío de imágenes pasadas y ruidos. Esa vez, claro, lo jaló con mayor agresividad, tirándole de la piel en pellizcos enfadados.

Nolan se quejó de dolor. Sintió que por la mezcla de los millones de voces, sonidos y ruidos le iban a sangrar los oídos. Apretó los ojos. Extendió los brazos de nuevo tratando de agarrar algo. Quería salir de allí.

Un flash. Pasó por su mente o a su alrededor o ante él. Ni siquiera estuvo claro de cómo, pero vio un intenso centelleo en donde una bala le atravesaba la cabeza.

No le sucedía realmente a él, sino a su imagen en el flash, pero sintió el dolor como si lo estuviera viviendo. En el preciso momento en el que sucedía el impacto, a él le dolió tanto la frente que gritó en agonía.

De repente eso se detuvo otra vez, y cayó a tropezones en otro momento del pasado.

Miró alrededor. En primera instancia le fue difícil entender el entorno, porque estaba demasiado confundido, con la brújula de la percepción más desorientada. La cabeza palpitando. Una huella de dolor en su frente. Veía que ahora los bordes de ese sitio estaban algo difusos. También, los colores centelleaban mucho y la mayoría de los objetos se veían dobles.

Pero logró procesar que estaba en un laboratorio.

El único que conocía era el de Godric, por lo que rápidamente identificó que este era diferente, muchísimo más grande, como si perteneciera a una de esas corporaciones médicas que hacían investigaciones científicas y desarrollaban medicamentos.

Había muchos cubículos de análisis separados por cristales y pequeñas oficinas, pero todo estaba vacío. Ni un alma cerca.

¿Era de noche? ¿Ya todos se habían ido? Nolan tuvo esa certeza.

De nuevo avanzó mirando todo, intentando encontrar una salida, una forma de huida, hasta que descubrió que de hecho había dos personas hablando en una de las oficinas del fondo. Los reconoció de inmediato:

De nuevo Godric Cavalier, solo un poco más joven que el anterior. Su cabello marrón estaba corto pero desordenado arriba. Lucía esbelto y tenía esa aura inteligente que a veces poseen las personas solo por su personalidad.

Y el otro era el propio padre de Nolan, Teodorus Cox, joven también, de hecho muy parecido a él, con el cabello miel largo hasta las orejas, los ojos de ese color exótico, gafas y una contextura delgada.

Pero solo Godric vestía una bata blanca. Teodorus vestía ropa normal, y se veía muy afectado emocionalmente por algo. Sus cejas estaban arqueadas y su mirada era una mezcla entre triste y desesperada.

Respirando por la boca, y obviamente muy desconcertado por estar viendo a su propio padre tan jovial, Nolan apoyó la espalda de un muro cercano.

Allí, escondido, logró escuchar parte de la conversación:

—... de verdad lamento no poder ayudarte con eso —le dijo Godric al joven padre de Nolan—, es que no creo ser capaz de lograrlo. Mi área no es la fertilización in vitro. Es decir, sé sobre el tema, pero soy ingeniero genético. Hay una gran diferencia. Recuerdas eso, ¿no?

—Lo recuerdo, y es que ese es el punto, que tú no eres un ingeniero genético cualquiera —replicó Teodorus, nada de acuerdo con lo que había dicho antes—. Tus habilidades van más allá de lo normal. Cuando dices «sé sobre el tema» significa que eres capaz de dominarlo en muy poco tiempo. No seas modesto. Te graduaste muchísimo antes y ahora estás aquí, en un sitio en el que solo científicos con muchísimos años de experiencia trabajarían. Si alguien es capaz de ayudarme a tener un hijo de mi propia sangre eres tú.

Los ojos desorbitados de Nolan se abrieron con impacto.

Oh Dios, ¿ayudarlo tener un hijo de su propia sangre? ¿Estaban hablando... de él? ¿Era así como había sido planeado su nacimiento? ¿Su padre se lo había pedido a Godric?

—No entiendo cómo no fue suficiente para acceder a la herencia de tus suegros el que adoptaran al bebé Dan —comentó Godric, algo desconcertado.

—No lo consideran realmente nuestro hijo porque no tiene la sangre de mi esposa, lo cual es sumamente importante para esa familia conservadora de mierda —resopló Teodorus con molestia y frustración—. Yo sí lo considero mi hijo y para mí es suficiente, es solo que... —Por un momento dudó, pero luego exhaló como si no valiera la pena seguir guardándolo—: Era ella la que quería la herencia. Ahora, este deseo de tener otro bebé va más allá de la necesidad de acceder al dinero. Al menos para mí.

Hubo un silencio. Nolan no podía ver las caras porque tenía la espalda pegada a la pared, pero deseó hacerlo con mucha fuerza para añadirle más contexto al momento.

Solo que no podía moverse. Estaba muy mareado, muy desorientado y otra vez empezaba a sentir esos dolorosos y horribles pellizcos en la cara, en su piel, en su espalda.

El tiempo de nuevo quería absorberlo. Otra vez quería arrancarlo de ahí.

—¿Sucede algo malo? —le preguntó Godric a Teodorus. Su voz sonó preocupada.

—Hace solo unos meses tuvimos la conversación sobre que soy gay, y desde entonces ella no es la misma —reveló Teodorus con un tono triste—. Es decir, tiene sentido que no lo sea conmigo porque la lastimé, y en serio me siento muy culpable de no ser lo que debería ser: un esposo totalmente correcto. Pero cambió con Dan. Primero estaba muy emocionada de que lo adoptáramos, y ahora ni siquiera lo mira o atiende. Cuando llego de trabajar el bebé no tiene los pañales cambiados o ha comido poco porque ella no se le acerca, así que... temo que esto pueda tener graves consecuencias en su crecimiento...

—Tal vez si van a algunas sesiones de terapia...

—Se lo propuse, pero dijo que había empezado a visitar una iglesia y prefiere pasar más tiempo con ese grupo... —Allí el padre de Nolan sonó frustrado de nuevo, incluso algo irritado—. Es tan extraño, pero no quiero pelear con ella por eso. No quiero irrespetar sus decisiones cuando mis... —Lo siguiente lo dijo un poco bajo, con toda la culpa que podía cargar una persona—: mis gustos son el causante de todo el dolor en su vida. Yo soy el causante.

De nuevo, Nolan quiso echar aunque fuera un pequeño vistazo a la cara de su padre, porque su voz se oía desgarradora.

Pero los pellizcos se intensificaron al punto en el que se sintieron igual a tirones, como si muchos dedos quisieran jalarlo hacia atrás y devolverlo al caos.

¿Lograrían arrancarlo de la escena muy rápido? Pero él quería escuchar toda la conversación.

—No eres un villano solo porque no terminaste siendo lo que supuestamente debías ser —le dijo Godric a Teodorus entre el silencio.

—Como sea, pienso que tener este hijo propio de nosotros tal vez podría ablandarla —confesó Teodorus—. Si ella lo lleva en su vientre, tal vez sus emociones maternales se despierten y pueda cambiar para Dan y para el otro bebé. —Un suspiro de preocupación—. Esa es la verdad. No te pido esto por la herencia, solo quiero que ella sea una buena madre. Solo quiero que mis hijos crezcan felices. Quiero... una familia normal.

—Es que un hijo de sangre no te asegura que todo eso va a suceder...

—Pero es un intento. —Y como Godric no dijo nada, Teodorus lo dejó en claro—: Pagaré lo que sea, no te preocupes por eso.

—No, lo siento, Teodorus —se negó Godric de forma definitiva con una nota de tristeza—. No se trata de dinero, sino de lo que pueda salir mal, de la decepción que pueda causar o de lo que esto pueda empeorar la salud mental de tu esposa. Así que de verdad lamento que estés pasando por todo esto, pero no puedo, y por favor no me lo pidas de nuevo.

Lo siguiente que pasó fue que Teodorus se despidió de Godric y salió de su oficina.

A su vez, el tiempo tiró de Nolan por la espalda, jalando su piel y de nuevo haciendo sus huesos sacudir. Lo absorbió otra vez al caos de la nada y a la vez del todo.

Pero él tuvo la certeza de que faltaba más en aquel momento luego de que su padre salía de la oficina de Godric. Sintió que ese pasado estaba incompleto, y que quería ver el resto, porque si la verdad era que Godric se había negado a ayudar a Teodorus a tenerlo, ¿cómo es que él había nacido? ¿Godric había cambiado de parecer?

Pero, ¿por qué? Si había sonado muy seguro de no querer hacerlo.

Necesitó verlo todo con tantas ansias que mientras era jalado extendió sus brazos, como si pudiera aferrarse a alguna de las imágenes que se reproducían sin control a su alrededor, y así alcanzar lo que faltaba.

Pero sucedió otro flash. Otro de esos intensos en donde un arma se disparaba y la bala le atravesaba la frente. Solo que esta vez, por unos segundos, Nolan vio que una mano sostenía el arma frente a sus ojos.

Pero él de nuevo gritó, sufriendo un dolor indescriptible, como si se reventara su cráneo.

Se detuvo. De nuevo él aterrizó en otro escenario. Solo que este fue muy breve.

Nolan estaba más desorientado todavía, confundido, adolorido. Se sentía apaleado, hirviendo, a punto de vomitar y de perder la consciencia, pero reconoció a Godric con un aspecto más maduro, muy parecido al recuerdo que tenía del padre de Mack, reunido en un laboratorio con nada más ni nada menos que una joven Tamara.

Le sorprendió mucho, porque ella había sido la encargada de aquella farmacia que Mack y él solían frecuentar antes de encontrar a Ax. Habían creado una especie de amistad con ella. Luego se habían enterado de que ella había ayudado y escondido a Vyd en su edificio de apartamentos. También le había vendido el veneno a la madre de Mack para matar a Godric.

Y también había tenido un espeluznante cuarto de bebé (sin bebé) en su apartamento.

—Deseo ser madre a toda costa —escuchó que Tamara le dijo a Godric con mucha esperanza—, así que acepto tu ayuda y tus condiciones sobre que el embrión será editado.

El tiempo se llevó a Nolan de allí con mayor fuerza antes de que pudiera procesar algo más. De hecho, ya con tanta fuerza que esa vez la sensación de que le estaban arrancando la piel le quemó. Él gritó y se sacudió intentando quitarse del rostro y de todas partes lo que fuera que lo estaba desollando.

Pero eran las invisibles garras del tiempo, rasguñándolo para defender sus leyes y castigándolo sin piedad por su inconsciente intromisión.

Y no tendría piedad, porque como habían dicho las tres cabezas, él se había sentido muy capaz de desafiarlo, queriendo volver al pasado a toda costa. Entonces, ¿qué tan agresivo sería?

Mucho más. Nolan lo descubrió cuando de pronto sintió que le arrancaban un trozo de piel del brazo izquierdo. Sintió que éste se semi desprendía de él causándole un dolor agudo y abrasante.

Pero aterrizó en otro momento.

El dolor, los pellizcos y los tirones lo acompañaban, pero entre la intensidad y lo difuso de los colores reconoció al doctor Campbell hablando por teléfono en el pasillo de un hospital.

El hombre tenía la frente sudada y caminaba de un lado a otro con el móvil pegado a la oreja. Al fondo, dentro de un quirófano, un bebé emitía el primer llanto del nacimiento.

—La bebé de Tamara nació viva —dijo Campbell a la persona al otro lado del teléfono, que era por supuesto Godric Cavalier—. Tal vez esta vez sí lo lograste. Tal vez con ella sí funcionó. Eso significa que todo terminó.

De nuevo Nolan fue jalado de ese pasado, ahora por los brazos, por las piernas, por el cabello. La omnipresente y colérica fuerza del tiempo quería desprenderlo de sí mismo, torturarlo, hacerlo sufrir por estar saltando de momento en momento cuando no debía.

Pero él ni siquiera sabía cómo lo estaba haciendo. ¿Acaso su ciego deseo de retroceder los acontecimientos sí se había cumplido, solo que no de la forma en la que lo había esperado? ¿Sí había logrado volver al pasado, pero de una manera descontrolada?

Aquello era doloroso, un castigo inaguantable, y quería que terminara. Quería regresar. Quería que lo soltaran, que dejaran de arrancarle la piel y de arañarlo.

Pero el desear de esa forma tan desesperada poder volver a su lugar correcto del tiempo, solo causó más desestabilización y lo hizo aterrizar en otro suceso del pasado:

Estaba el Godric más maduro de nuevo en un laboratorio, pero caminaba de un lado a otro con desesperación, frustración y molestia.

—¡¿Qué demonios estoy haciendo mal?! —soltó Godric al borde del estrés—. La bebé de Tamara sobrevivió unos meses nada más y luego murió... ¡¿Por qué pasó esto?! ¡¿Qué falló ahora?!

—El cuerpo no está diseñado para soportar esas células, Godric; es mi única teoría —dijo alguien más que también estaba presente en la escena. Nolan apenas reconoció su presencia. Era de nuevo el doctor Campbell—. No sabemos de dónde vienen o a qué pertenecen. Solo sabes que son poderosas, pero por eso mismo creo fielmente que no pertenecen a algo humano. Entonces no se adaptarían nunca. O al menos no a cualquiera, porque ya lo hicieron una vez pero... Ah, de verdad no lo entiendo.

—Siento que yo debo estar cometiendo algún error, ¿pero cuál? ¿por qué no se adaptan a ningún ser humano? —murmuró Godric, ensimismado en sus propios pensamientos y su propia molestia consigo mismo.

El doctor Campbell lo miraba con preocupación.

—Pero si lograste hace un par de años que Nolan naciera, ¿por qué con él no es suficiente? El niño no murió y tiene las células. ¿No es ese el éxito que buscabas? Por eso yo pensé que te detendrías ahí. ¿Por qué tuviste que intentarlo de nuevo con Tamara?

—Lo hice porque las células no están activas. —confesó Godric. Sus ojos miraban al vacío pero en realidad contemplaban las ideas y preocupaciones de su mente—. Sí, el nacimiento de Nolan y el hecho de que no murió fueron algo sorpresivo. Es el único que ha podido soportar la edición que le hice con la muestra de piel. Todos los bebés que edité antes y después con la misma muestra han muerto, excepto él. Aun así, no puedo considerar a Nolan un completo éxito porque a pesar de que las células se encuentran en su interior, no funcionan. Estas nunca se han activado. Y si no sucede ninguna activación, él no podrá proteger a Mack. —Lo siguiente lo añadió más bajo, como si fuera un miedo para sí mismo—: No podrá salvarla...

—Bueno, de acuerdo, entonces tal vez puedes seguir haciendo lo mismo —propuso Campbell, y tras un silencio dudoso añadió—: Usa la muestra de nuevo. Quizás puedes lograr que el material genético insertado esté activo todo el tiempo...

La cara de Godric demostró mucha frustración.

—Es que está dejando de ser utilizable —reveló con un suspiro casi derrotado—. Me temo que tras tantas inserciones ya no queda casi nada, se ha ido deteriorando a pesar de la preservación, y al portador de esa muestra no lo he vuelto a ver jamás desde aquel día...

—El día que hablaste con Teodorus y te negaste a ayudarlo a que Nolan naciera, ¿no?

—Sí. El portador apareció luego de esa conversación, y lo cambió todo.

Godric iba a añadir algo más a la conversación, pero pasó algo muy inesperado: el hombre vio por encima del hombro de Campbell, y se dio cuenta de la presencia de Nolan.

Los ojos de Godric se abrieron con mucho asombro, pero no de ese cuando se ve algo desconocido e inentendible, sino de ese cuando se ve algo que se conoce, pero que no se ha esperado presenciar en ese preciso momento.

El tiempo volvió a tirar de Nolan para llevárselo. Aunque unos segundos antes de desaparecer del todo, Nolan tuvo la impresión de que Godric le pedía que no se fuera...

Pero volvió ser empujado al vacío de momentos pasados. Mientras iba en caía libre por ese abismo sin gravedad, la fuerza y energía invisible del tiempo le rasguñó la piel a mayor profundidad, le hizo jirones la ropa, intentó arrancarle las extremidades, le tiró del pelo, lo pellizcó, lo sacudió y lo hizo dar vueltas por un infinito de velocidad, como si estuviera siendo absorbido por un vórtice de millones de voces y millones de imágenes pasando como flashes.

Una mano desconocida apuntando un arma contra él.

Flash.

Un disparo.

Flash.

Un dolor indescriptible.

Flash.

Una muerte.

Flash.

El cuerpo de Nolan se retorció, sufriendo aquella agonía interminable en la que cerró los ojos fuerza y lo único que deseó fueron dos cosas:

O morir rápido.

O volver a como todo estaba antes.

Y tal vez fue ese deseo el que lo ayudó una vez más, porque de improviso le permitió caer en un último pasado.

Aterrizó de pie, aunque al instante perdió el equilibrio y tuvo que apoyarse en una rodilla. No tenía ya ningún tipo de estabilidad y muy poca consciencia de su realidad. Solo sentía sus pulmones colapsar en intentos de obtener aire, su cabeza oscilar al igual que un carrusel. Estaba adolorido, tembloroso, rasguñado, con el corazón retumbando como si fuera a sufrir un infarto. Le palpitaban las sienes. Cualquier palabra solo iba a salir atropellada de su boca.

Al igual que su sangre.

Nolan se contempló (algo borroso) en el reflejo de una de las paredes de cristal de aquel lugar. Logró ver que su boca que estaba pellizcada y sangrante al igual que sus piernas, que estaban llenas de rasguños frescos. Su ropa muy rota en muchas partes, y entre esas roturas tenía heridas desgarradas que solo podían haber sido causadas por arañazos.

Sin embargo, la herida más grande estaba en su brazo izquierdo, en donde un gran trozo de su piel se había semi desprendido, le expulsaba hilos de sangre, y estaba a punto de caerse.

Nolan, ya casi derrotado, se levantó como pudo y se puso una mano contra esa herida en un tembloroso intento por evitar que se desangrara.

Luego miró alrededor, muy confundido, agitado. Era demasiado difícil entender el entorno porque tenía la visión hecha túnel. Los bordes eran más difusos, los colores centelleaban mucho, estaba todo lleno de moscas volantes y ya cada objeto se veía triple.

Aunque había una cosa segura sobre aquel sitio: era un laboratorio.

Un segundo después le llegó otro pensamiento: lo conocía, porque había caído allí un par de escenarios atrás.

Entonces... ¡Ya! Era el mismo piso de laboratorios en el que su padre y Godric habían tenido la conversación sobre su nacimiento.

Pero, ¿por qué había aterrizado ahí otra vez? ¿Vería la misma escena? ¿O vería otra? De nuevo no había nadie por ninguna parte. De nuevo era de noche.

Aunque ya en ese punto no le importó. Nolan no quería ver nada más. Quería escapar, porque si el tiempo lo alcanzaba de nuevo, esa vez iba a arrancarle cada centímetro de la piel.

O tal vez lo mantendría en un bucle infinito de caídas, saltando de pasado en pasado.

O quizás... se lo comería.

De eso estuvo seguro apenas lo vio. Primero escuchó un ruido, como si una enorme boca estuviera absorbiendo algo. Luego, al voltear, vio lo que se avecinaba: el tiempo estaba deformando y absorbiendo todo aquel objeto y pared que se encontraba al fondo de ese piso. Progresivamente se acercaba a él, dejando claro que era su objetivo a consumir, y que lo alcanzaría a toda costa sin importar en qué pasado cayera.

Se disparó una persecución contrarreloj. Aterrorizado, Nolan luchó contra el mareo y la debilidad de su cuerpo, y empezó a avanzar rápido por el laboratorio.

Debía hallar alguna forma de huir o de volver al momento al que pertenecía, o al momento en el que podía revivir a Mack. A cualquiera, pero que lo sacara de aquella tortura, que lo liberara de aquel dolor.

Aunque, ¡¿por qué aún tenía esperanzas si era obvio que iba a morir?!

Y al parecer muy rápido, porque las piernas no le dieron más. Justo cuando pasó junto a una pequeña oficina, se le desfallecieron e hicieron que cayera sobre otra de sus rodillas. Su consciencia se tambaleó al borde del abismo. Apoyó una mano de uno de los cristales, intentando levantarse, intentando resistir. Pero le trepidó todo el cuerpo. No tenía fuerzas.

Miró otra vez hacia atrás. La violenta y desmedida fuerza del tiempo todavía venía a por él, consumiendo y doblando la estructura, absorbiendo mesas, sillas, estantes, suelo, techo.

Aun con la mano contra la gran herida de su brazo, Nolan tomó otro impulso y se enderezó a la vez que se tambaleaba. Ya pensaba solo echar a correr sin dirección o consciencia...

Pero apenas dio unos pasos chocó con alguien.

La colisión no fue tan fuerte, pero como él estaba a punto de desmayarse, sirvió para desequilibrarlo y confundirlo más. No pudo mantenerse y cayó de culo en el suelo.

Debido a eso la herida de su brazo soltó más hilos de sangre, y el trozo de piel que estuvo colgando finalmente se desprendió.

—¡¿Pero qué te ha pasado?! —le preguntó el joven Godric Cavalier, muy asombrado, espantado y preocupado de encontrar a una persona así de sangrante y herida.

Cabeceando, Nolan se fijó en que no lo estaba mirando como ese momento en el que había notado su presencia. Ya no vio en sus ojos ese asombro por algo inesperado, sino confusión por algo desconocido.

Justo como algo que se veía por primera vez.

—¡¿Quién te hirió de esa forma?! —Godric soltó más preguntas al no obtener nada de Nolan—. ¡Levántate, déjame ayudarte!

Godric de inmediato se agachó y lo tomó por el brazo para levantarlo. Le pesó porque Nolan sentía su cuerpo como lleno de plomo, bailando entre el desvanecimiento y la vigilia.

—Trata de no perder la consciencia, por favor. ¿Puedes sentarte? —Logró conducirlo rápido hacia una silla, en donde lo sentó. Godric no sabía en donde mirar porque por todas partes su estado era de emergencia. Solo que el brazo llamó más tu atención y su preocupación—. Esa herida está sangrando mucho. Hay que hacer presión o te desangrarás. Espera, creo que hace un rato vi un pañuelo aquí cerca...

Godric buscó algo en un cajón de los cubículos, pero Nolan solo miró hacia atrás de nuevo. Tuvo que apretar los ojos para tratar de aclarar su cognición. Aun borroso comprobó que el tiempo venía más cerca con hambre.

Luego volvió la cabeza hacia Godric, quien ahora le estaba vendando improvisadamente la herida del brazo con un pañuelo.

—¿Debo a llamar a la policía? —insistió Godric, preocupado—. ¿Cómo te ha pasado esto?

—Me va a llevar —fue lo que salió de la boca de Nolan. Palabras atropelladas, casi que llegando al balbuceo.

—¿Quién? —Godric no lo comprendió, pero no dejó de lucir en extremo preocupado por su estado—. ¿Estás siendo perseguido? ¿Cometiste algún delito y te estás ocultando?

—Viene... Ahí... Él... —Nolan alzó el brazo adolorido y señaló con debilidad hacia el fondo. Godric giró la cabeza y miró en esa dirección.

—Pero si no hay nadie —dijo Godric, desconcertado.

No, él no veía lo mismo que Nolan. No podía ver al tiempo tragándose cada objeto en dirección a él.

—Escucha, ¿cuál es tu nombre? —añadió Godric, ya con la atención de nuevo en él—. ¿Hay alguien a quien pueda llamar? ¿Padres, familia?

Nolan quería pensar bien. Quería responder claramente. Quería decirle algo a Godric sobre eso. Algo importante que lo explicara todo.

Pero su mente era un revuelo difícil de ordenar, y se estaba nublando. Los pensamientos se estaban desvaneciendo. Su debilidad estaba consumiendo su cuerpo. No era capaz de pronunciar la oración que quería. La pensaba, pero su propia boca no era capaz de emitirla, como si su cerebro no pudiera dar la oden.

Otra vez miró hacia atrás. Cada objeto se volvía líquido y deformado. El tiempo devoraba todo, y ya casi llegaba hasta él.

No lo había logrado. No había podido salvar a Mack. Lo había intentado y como siempre solo había empeorado todo y había fallado.

Nolan empezó a llorar. Otra vez no como un cobarde, no por miedo, sino por no ser capaz de recuperar lo que había perdido. Por haber muerto en el intento.

—¡Por favor di algo o solo llamaré a una ambulancia! —insistió Godric.

No habría tiempo ni siquiera para eso. Ya no había tiempo para nada. Le quedaban segundos.

En un último impulso, Nolan tomó a Godric por el cuello de la camisa, más para aferrarse a la urgencia que a él.

—¡Necesito que me ayudes a salvar el futuro! —le dijo con desesperación y urgencia, por fin sacando al menos una frase de su errática mente y de su balbuceante boca—. ¡Necesito que me ayudes a salvar a tu hija!

—¿Qué? —Godric no entendió lo que estaba escuchando. Pasó a mirarlo como si estuviera loco.

Pero Nolan ni siquiera pudo procesar que quizás estaba siendo considerado un demente. Su última oportunidad era esa. Su último intento era ese.

—Dos mil dieciocho —fue lo otro que rápidamente pudo pronunciar, jadeante, con su voz débil y llorosa. Se esforzaba por ser claro, pero ya todo se estaba poniendo negro, ya él se estaba yendo—. Residencias Hespéride. Tu casa. Una criatura... Un monstruo va a matar a tu única hija. Tienes que crear algo que pueda protegerla y vencerlo antes de que eso pase. Como tú estás en este pasado y ese futuro aún no sucede, quizás puedas cambiarlo todo. Yo... yo no pude lograrlo y de verdad lo intenté. —El llanto de Nolan brotó desde su alma rota—. Yo fracasé. No pude ayudarla. Lo siento mucho. Por favor cámbialo. Haz a alguien mejor para ella. Alguien que no sea un cobarde.

—¿E-esto es una broma? —Godric no podía ni parpadear del shock.

—¡Prométeme que lo harás! —le exigió Nolan. Necesitaba eso. Necesitaba que él le asegurara que ayudaría, porque en ese momento el hombre que lo había iniciado todo ahora era su única esperanza para terminarlo.

—P-pero...

—¡PROMÉTEMELO, GODRIC! —Nolan lo demandó en un grito mucho más desesperado que ya sonó más a una súplica. Que era precisamente eso: un ruego. Rogó con sus ojos inyectados en sangre y llenos de lágrimas; rogó con sus dedos temblorosos aferrados a su camisa; rogó con la desesperación de su expresión y el horror del trauma que había quedado estampado en ella—. ¡Prométeme que harás algo que cambie ese futuro! ¡Prométeme que crearás algo que sí la ayude, algo que la salve! ¡Por favor, prométeme que no abandonarás a Mack!

Y precisamente fue eso lo que le demostró a ese joven y pasmado científico que aquello no era una broma. Primero el nombre «Mack» que le tocó algo en el pecho, una fibra, y lo hizo sensibilizarse; y luego el genuino dolor de ese chico en su súplica.

Así él entendió que aquello no era un encuentro cualquiera. Que no era una casualidad. Que no eran palabras sin sentido, sino una verdad crucial.

—Lo prometo —asintió Godric Cavalier a la petición de Nolan Cox.

Y antes de que Nolan pudiera decir algo más, el tiempo lo absorbió y se lo llevó. 

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