Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

55


El número uno de STRANGE

NOLAN

Nolan Cox abrió súbitamente los ojos.

Y se encontró con que estaba de pie en el jardín de la mansión Cavalier, junto a la fuente de los deseos atrapados.

Medio aturdido y medio confundido, miró con rapidez a su alrededor. ¿Qué? ¿Qué demonios había pasado?

Lo último que recordaba era haber estado muriendo en esa celda subterránea debido a la seguridad química, esforzándose por llegar hasta la cápsula que posiblemente contenía al individuo número tres de STRANGE, ¿no? Al menos eso era lo que había en su mente.

Además, todo eso junto al bichito de metal, que por cierto, ¿en dónde estaba? No lo veía por ninguna parte.

Nolan dudó por un momento de que todo hubiera sido real hasta que comprobó y palpó su propio cuerpo. Así pudo ver que varias partes de su uniforme se habían roto y que en esos lugares tenía quemaduras muy irritadas, algunas abultadas, otras hundidas, y todas enrojecidas.

Pero ahora estaba parado entre la niebla, bajo la densa y fría oscuridad de un cielo sin estrellas. Vivo.

Aunque... un momento, algo estaba extraño.

O no, muchas cosas estaban extrañas.

Durante unos segundos no supo qué era lo que estaba desencajado en su percepción. La verdad, todo parecía igual: el suelo repleto de pasto, los árboles del jardín, el viento...

Justo ahí.

Espera, en realidad no había ningún viento. Tampoco se movían las hojas de los árboles ni un milímetro. Y el silencio era tan profundo como el de un vacío. Ni un grillo a lo lejos. Ni siquiera el zumbido propio de la soledad.

Era solo... nada, como si el mundo se hubiera vaciado por completo.

También, sus heridas. Todas estaban frescas, pero ninguna le dolía o ardía. No sentía dolor o incomodidad. Era como si a pesar de estar sobre su cuerpo, marcadas en su piel, no las tuviera en lo absoluto.

Ya sintiéndose todo demasiado raro, Nolan corrió con la intención de buscar a Mack y a Vyd para ver cuál era la situación actual, si habían encontrado la caja o no, si todo estaba peor o mejor.

Solo que nada más pudo dar unos pasos, porque de pronto sus botas tropezaron con algo que casi lo hizo caer de boca.

Al bajar la mirada, entre la espesa niebla, descubrió el cuerpo muerto de Gesher.

Nolan dio un salto hacia atrás, entre atónito y horrorizado, porque la imagen era espantosa ya que había sido desmembrado por completo:

Un brazo arrancado, la otra mano arrancada también, ambas piernas fracturadas y separadas de su cuerpo, y el cuello girado en un ángulo anormal, letal. También le faltaba la mandíbula, como si hubiera sido mordido por un animal hambriento.

Toda aquella carne humana visible, toda aquella sangre de rojo intenso, todos aquellos trozos de piel desperdigados y de un asqueroso color púrpura y grisáceo, le revolvieron el estómago a Nolan de inmediato.

Pudo haberse tomado el tiempo de inclinarse para vomitar, de no ser porque el hecho de ver a Gesher muerto (y de esa manera tan horrible) le indicó que la situación estaba muy mal, y que tanto Vyd como Mack podían estar en un peligro peor.

Echó a correr entonces, ya en modo miedo y urgencia activados.

Solo que tuvo que detenerse antes de llegar a la mansión, porque en medio de toda la niebla se encontró con un escenario espantoso:

Dan muerto porque le habían roto el cuello.

Y Ax y Mack muertos también. Él decapitado, tendido en el suelo; ella tendida a su lado, con una herida en la frente y el rostro imposible de detallar por toda la sangre que lo cubría.

Un detalle aún más devastador: una mano de Mack estaba puesta sobre el pecho de Ax, justo en el lugar en donde debía estar su corazón.

Finalmente, en el centro de todo eso, viéndose como el completo culpable de aquella masacre, estaba paralizada una criatura horrible. Nolan pudo verlo por completo sin necesidad de gafas térmicas.

De acuerdo, "horrible" era poco para describirlo. Era espeluznante, propio de las más perturbadoras pesadillas:

Para empezar, seguía teniendo esa forma humana de dos brazos y dos piernas, pero en ese momento no se paraba erguido, sino a gatas, porque sus brazos eran más fuertes, más largos de lo normal y podían doblarse como apoyo. Desde sus rodillas hacia abajo también la longitud era mayor, tanto que cuando veías sus pies, estos se aplanaban perfectamente al suelo.

Es decir, Nolan recordaba que Jaden fue alto, pero parecía haber doblado su tamaño y haberse estirado o forzado anormalmente y cruelmente a estirarse. Parecían haber reacomodado los huesos de sus pies para que pudiera estar a gatas de forma funcional como lo estaría un animal.

En cuanto a sus manos, podía apoyarse de sus palmas, pero estas también habían crecido. La anatomía de sus dedos se había alargado mucho y las uñas se habían fusionado grotescamente con la piel, excepto en la punta, donde eran tan afiladas como aguijones capaces de atravesar cualquier cosa.

El resto de su cuerpo era abominable. La piel era del color de un cadáver, de alguien que ya había muerto y que ya no tenía lugar en el mundo de los vivos.

En lugar de ropa llevaba una pesada y gruesa armadura de acero, pero no puesta como alguien usaría algo que luego se puede quitar, sino adherida a su piel, incrustada en su carne para siempre.

Dicha armadura parecía haber sido diseñada con varios compartimientos, quizás para albergar agua o permitir el paso de electricidad o para cualquier otra cosa, porque se veía que tenía cables y un complejo sistema interior. Esta le cubría el torso, los hombros, la pelvis y el resto de esa área.

Pero era difícil andar con algo así formando parte del cuerpo, por eso se podía ver que, en los bordes de la armadura, la piel estaba rota y sangrante, sufriendo cada movimiento.

Su cuello, también alargado monstruosamente, estaba sostenido por una larga pieza de metal que semejaba a una cervical, de seguro porque Jaden se había fracturado durante su accidente, y esa había sido la forma de repararlo.

La cabeza era la parte más grotesca. Llevaba como un casco de acero para proteger su cráneo de cualquier impacto, pero a su vez, el hecho de que éste también estaba incrustado en él, hacía que la piel de su rostro estuviera estirada y tensada hacia atrás. Por eso, su boca eran dos labios espeluznantemente largos, incapaces de mantenerse cerrados.

Entonces se le veían los dientes, que eran más de la cantidad normal porque le habían brotado en exceso, muchos de ellos afilados y humedecidos por una baba color negruzco. Los párpados también tensados hacia arriba haciendo que los ojos estuvieran abiertos a un límite que parecía que se le iban a salir los globos oculares. Un montón de venas violáceas y rojizas se expandían por sus mejillas, como si la sangre que circulaba por su cuerpo estuviera a punto de estallar.

Era una mutación. Todas las intervenciones de Jael habían deformado a su hijo y desconfigurado su cuerpo para que le nacieran partes que no pertenecían a él. Parecía Jaden solo un poco, quizás en el color de los ojos y en algún rasgo, porque de resto era un monstruo aterrador. Algo que solo podía servir para asesinar.

Lo cual ya había hecho. Su obra estaba ante Nolan, y si existía la sensación de que el corazón se detenía sin detenerse en realidad, él la experimentó.

En su mente corrió hacia Mack para tomarla con sus brazos y comprobar que en realidad seguía viva, pero la impresión no le permitió mover las piernas y por unos instantes solo se quedó allí, quieto, con una gran expresión de horror estampada en su cara.

Todos... ¿estaban muertos?

—No... —salió de su boca como un susurro trémulo—. ¡¡¡No!!!

En un impulso pudo correr hacia ellos. Llegó hasta Mack y cayó de rodillas junto a ella. Teniendola en frente no supo en dónde poner las manos que le temblaban como si fueran a desprenderse de sus brazos.

Ella tenía los ojos abiertos y vidriosos, fijos en el cielo. La cara empapada de hilos de sangre que se habían mezclado con sus lágrimas. Pero su frente atravesada posiblemente por las afiladas uñas de la criatura, era lo peor de cerca: un agujero oscuro, carnoso, que dejaba entrever partes grotescas del cerebro muerto.

Aquella imagen de su cadáver le causó a Nolan una ansiedad, un horror, una desesperación tan terrible que desestabilizó toda su cordura y la respiración empezó a salir de su boca como convulsiones.

—Mack, esto no es cierto... —pronunció. Las lágrimas empezaban a salir de sus ojos y los labios le tiritaban tanto que parecía que no podría emitir bien las palabras—. No, esto no puede estar pasando... Esto no es real...

No sabía si tocarla, si levantarla, porque estaba tan muerta de la forma más espantosa y traumática posible.

Al igual que Ax, que Dan.

—¡Mack, levántate! —soltó Nolan en un grito/sollozo desesperado—. ¡Tú no estás muerta, tú no puedes morir, no acordamos que sería así!

Su percepción de la realidad estaba tan alterada por el shock, que durante un momento creyó que obtendría una respuesta.

Pero al no obtener nada más que silencio, al seguir viéndola tiesa, sin respirar, solo empezó a sentirse más desesperado.

Un hormigueo en sus manos. Un hormigueo en su cara. Una ansiedad terrible. No sabía qué hacer. Su corazón latía a una velocidad casi fatal.

—¡Mack, ya levántate por favor! —volvió a gritar con una exigencia que solo ocultaba el miedo—. ¡Esto no es cierto! ¡Tú no lo harías! ¡Tú nunca me dejarías solo!

La respiración y la voz de Nolan se convirtieron en unos repetitivos «levántate por favor», temblorosos y traumatizados. Al mismo tiempo tomó el cuerpo inerte con sus brazos y le palmeó la mejilla como quien intenta traer de nuevo a alguien que solo se ha desmayado.

Pero eso solo ocasionó que la cabeza de Mack escurriera sangre y sesos por detrás, los cuales mancharon su uniforme, confirmándole todavía más la atroz realidad.

Nolan sintió que se iba a desmayar. Todo estaba en pie, pero el mundo se derrumbaba a su alrededor. Era un dolor tan profundo, tan agobiante que estaba abrasando su alma, calcinándolo desde adentro.

—No estás muerta... —intentó negárselo, aún más destrozado emocionalmente—. No puedes irte y dejarme solo... Tú sabes que mi madre no me quiere, que mi padre solo se fue, que Dan y yo nunca nos acercamos. Tú eres la única que de verdad me ha aceptado... Tú eres mi única familia. No puedes morir... No puedes...

Nolan cerró los ojos con fuerza, abrazó el cuerpo y negó con la cabeza mientras repetía: «no puedes morir». Quiso hacer eso de contar unos segundos y volver a abrir los ojos para encontrarse con que todo había sido una mentira.

Pero entre su dolor sabía que no lo era, porque podía sentir el frío mortecino de la piel de Mack. El peso de lo que ya solo era carne y huesos, sin alma, sin vida. No había respiración, no había nada.

¡¿Pero en dónde demonios había estado él que no lo había evitado?!

La culpa lo invadió. Una culpa acusatoria, dolorosa, reclamante, que también se sintió como rabia, impotencia, ganas de ser él quien estuviera en el lugar de ella.

—Yo debía protegerte... —Lloró aferrado al cuerpo—. Yo debía protegerte... —Aunque súbitamente llegó algo a su mente traumatizada. Un nuevo miedo. Otra preocupación. El nombre salió de su boca—: ¡Vyd!

¡¿En dónde estaba?! Había cuatro cuerpos. Faltaba él. ¡¿Estaba vivo?!

No quería separarse del cuerpo de Mack, pero viendo borroso por sus ojos empapados en lágrimas, llorando sonoramente, respirando por la boca, sintiendo la realidad vertiginosa, se levantó y miró hacia todas partes.

—¡¿VYD?! —gritó. Salió rasgado, lleno de angustia, como una imploración de que estuviera vivo porque de no ser así él no lo aguantaría—. ¡¿Vyd en dónde estás?! ¡Aparece! ¡Aparece por favor!

Igual no se quedó a esperar. Se movió por todas partes, mirando el suelo, buscando entre la niebla, pero también buscando en la lejanía a pesar de que no se veía mucho más allá.

Pero tampoco tuvo que ir demasiado lejos. Por desgracia lo encontró cerca del pie de un árbol.

—¡¡¡No, tú no, por favor!!! —gritó Nolan, desesperado, sintiendo que la vida solo se le iba viniendo abajo cada vez más.

Pero sí, él también.

Si las muertes de Ax, Mack, Dan y Gesher habían sido visualmente horribles, esta lo era el doble, porque de seguro Vyd había luchado contra la creación de Jael con todas sus fuerzas, con toda su valentía, pero al final esa abominación había usado su propia electricidad en su contra.

Y Vyd había reventado.

Un enorme cortocircuito había sucedido dentro de él, por lo que muchas partes de su ropa se habían roto y a través de esas roturas podía verse cómo la piel se había resquebrajado, abriéndose en capas rojas, negruzcas y amarillas. En otras partes había llegado hasta mostrar los huesos, pero la mayoría de sus tejidos se habían lesionado tanto profunda como superficialmente por la abrupta entrada y salida de la electricidad que había atravesado su cuerpo.

La peor parte era que la corriente había salido hasta por sus ojos, reventándolos por completo. Ahora solo eran dos cuencas negras, abiertas y rodeadas de piel carbonizada. Su cuerpo entero también se veía hinchado, de colores violáceos, rosados y amarillentos.

Nolan estaba tan petrificado que sintió que ya el mundo se ponía negro a su alrededor. Solo fueron él y el traumático impacto de ver a Vyd así, muerto de esa forma tan cruel.

Aunque eso fue solo durante medio minuto, porque luego empezó a llorar. No un llanto infantil, no un llanto cobarde, un llanto de dolor desgarrado. El llanto de la desgracia, de la desesperanza, de que todo se ha perdido.

Porque entendió la realidad. Todos habían muerto.

Ya cayendo en el más puro sufrimiento, la más grande de las tristezas, el estrés más desgarrador, se arrodilló junto a Vyd con las lágrimas saliendo de forma descomedida de sus ojos, y luego se inclinó hacia su rostro. Lo tomó con sus manos, cuyas palmas estaban manchadas con la sangre de Mack, y apoyó su frente contra la de él.

A pesar de lo doloroso que era, miró las cuencas de sus ojos destrozadas como si los iris amarillos aún estuvieran ahí.

—Vyd, perdóname por no haber estado aquí... —Su voz era una mezcla de sollozos y desesperación—. Perdóname por todo lo que hice mal.

Nolan lloró sobre él, odiando su torpeza. Su insignificancia. Su error. Y se consideró eso: un maldito error que había nacido torcido, cobarde, idiota y que no había podido salvar a su mejor amiga. Al chico que le gustaba. A su otro gran amigo. Y sí, a aquel que a pesar de que no tenía su sangre, era su hermano.

Sin ellos nada tenía sentido. Su alma estaba irremediablemente rota. Ya no tenía dirección, lugar, espacio. Sus amigos habían sido asesinados. Todo se había perdido.

Y no era el final del mundo, pero era el final de su mundo.

Ante tal desolación, con aquellas muertes tan espantosas marcadas en su mente y en su existencia como un sello de horror que jamás podría olvidar, que jamás le permitiría recuperarse, Nolan solo tuvo un deseo, una necesidad: irse con ellos.

Él también debía morir.

Pasó su pulgar por la mejilla de Vyd como un triste adiós, y deseó que fueran ciertas todas esas cosas que decían sobre que después de la muerte el alma iba a algún lugar, porque entonces allí podrían reencontrarse. Allí podría volver a ver a Mack. Allí todo estaría bien.

Nolan se levantó con las piernas temblando. Apenas podía sostenerse en pie. Todo daba vueltas, desorbitado. El vacío y el dolor en su corazón lo habían dejado como un muerto viviente. Las lágrimas y la congestión en su nariz no paraban de desbordarse.

En cuanto se volteó con la única intención de ir a buscar la pistola que había visto junto a Dan...

Alguien que ahora estaba parado allí, entre la niebla, habló:

—Está listo.

Por tener la mirada y la cabeza cabizbaja, lo primero que Nolan vio fueron dos piernas infantiles frente a él. Luego, cuando alzó la vista, se llevó un gran susto al ver a aquella figura:

Eran los niños que había querido sacar de la celda subterránea que había hecho Godric.

Pero... estaban en un solo cuerpo.

Su mente en shock los identificó como: «un cuerpo con tres cabezas».

Luego lo procesó mejor: estaban unidos como lo serían los siameses, porque los sostenía un solo cuerpo, solo que con una cabeza extra.

A pesar de que él no había visto la tercera dentro de la cápsula, ahí estaba, pegada al cuello como lo estaría la de una persona sana. Las otras dos cabezas brotaban de los lados de ese mismo cuello. Pero cada una daba una impresión diferente:

La de la izquierda parecía estar muerta, porque caía hacia un lado con los ojos cerrados, inmovil, y tenía un color grisáceo mortecino. No tenía cabello en lo absoluto.

La de en medio sí tenía los ojos abiertos, sin pupila ni iris, aunque los globos oculares se movían en todas direcciones sin parar, como si quisiera mirar al mismo tiempo muchísimas cosas. Por el contrario, su piel no era gris; se veía muy viva. Tenía bastante cabello oscuro.

Por último, la cabeza de la derecha estaba de perfil, mirando fijamente esa dirección. Como no se podía detallar el otro lado de su rostro, daba una sensación... incierta. Sentías que no podías detallarla del todo, pero sabías que estaba ahí. Por algunas partes le nacía cabello, por otras parecía que lo estaba perdiendo.

El único cuerpo que las sostenía era infantil, en aspecto como de unos diez años, e iba vestido con un pantalón de tela y camisa blanca. Tenía solo dos brazos, dos piernas, y un corazón.

Así mismo: para las tres cabezas latía un solo corazón, convirtiéndolo así en un único individuo.

Nolan ya podía escucharlo a la perfección, palpitando con normalidad. De ellos provenía el latido que había percibido desde que llegaron a la mansión.

Como fuera, los niños levantaron sus únicas dos manos y le mostraron que sostenían al mismísimo bichito de metal.

—Está listo —repitió la cabeza de en medio con su voz infantil como un anuncio que Nolan no entendió para nada, por lo que solo emitió en un perplejo y débil hilo de voz:

—¿Qué?

Tras decir esas palabras, el bichito cambió de forma.

Lo hizo de una manera mecánica y bien estructurada. Primero, sus finas patas se retrajeron y se guardaron en pequeños compartimientos que siempre estuvieron ahí, pero que eran difíciles de captar al ojo humano. Luego, la cúpula ovalada que conformaba su cuerpo se abrió y reveló que durante todo el tiempo el bichito solo había sido el contenedor de algo.

Siempre había tenido algo guardado en su interior:

Una caja rectangular.

Estaba hecha también de un metal gris, pero era más liso. Cada borde perfecto, como si no tuviera ni una línea de construcción.

El pulgar de los niños tocó la superficie de esa cajita y entonces también se abrió de par en par. Nolan vio que en su interior había una lámina transparente que protegía algún tipo de líquido. Debajo había una línea de números que parecían un reloj digital.

Y los números estaban paralizados.

—¿Q-qué es esto? ¿Qué está pasando? —le preguntó a los niños, demasiado confundido y abrumado como para caer en cuenta de lo que tenía antes sí. Las lágrimas seguían saliendo de sus ojos. ¿Es que la pesadilla no había terminado?

—El tiempo de este lugar se ha detenido —dijo la cabeza de en medio, sin parar de mover sus globos oculares—. Ahora se necesita la sangre del número uno para liberar el reinicio.

—¡El número uno está muerto! —soltó Nolan con una súbita y enojada indignación, señalando el cadáver al otro lado del patio e ignorando cualquier otra lógica debido a toda su rabia y su tristeza—. ¡¿Quien carajo son ustedes y cómo pueden decir eso si es obvio que está muerto allá?! ¡Todos lo están! ¡¿Es que no lo ven?!

Y a pesar de que eso sonó grosero porque era obvio que ellos no tenían ni pupilas ni iris, lo cual podía significar que eran ciegos, nadie se alteró. Las cabezas siguieron manteniendo su extraña y perturbadora calma.

—El número uno está vivo —fue lo que dijo la única cabeza que hablaba con esa vocecita infantil y misteriosa.

—¿Qué carajos estás diciendo? —Nolan arrugó con desprecio su cara empapada en lágrimas—. ¡¿Esto es una burla?! ¡¿Quiénes son?!

Aunque finalmente, por un momento, todo su derrumbe mental y su furia dieron espacio a la comprensión, y quedó algo pasmado al entender algo.

Miró a la creación de Jael. El monstruo estaba paralizado en mitad del patio, pero era claro que él seguía vivo, solo que no se movía en lo absoluto.

¿Los niños habían dicho que todo estaba detenido?

Claro... Por eso no se sentía el viento, ni los sonidos de la noche.

El tiempo estaba congelado.

—Un momento... —dijo Nolan con lentitud, y luego muy acelerado—: ¡¿Ustedes sí son el número tres?! ¡¿Ustedes son los que pueden controlar el tiempo?! ¡¿Entonces pueden ayu...?!

La cabeza de en medio lo interrumpió:

—El número uno transfirió gran parte de sus células hacia ti. Estando su poder en tu interior eres lo que queda de él, y todo está listo para ti.

Los ojos de Nolan se abrieron tanto de la impresión que de haber sido posible se le habrían salido de las órbitas.

Y el tiempo no lo había paralizado a él, pero se sintió así, incapaz de moverse o de gesticular o de hacer otra cosa que no fuera parpadear por lo surreal que parecía lo que estaba viviendo y escuchando.

Una ráfaga de preguntas lo hizo marearse. Incluso sintió que un ojo se le cerraba primero que otro.

—¿Ax... me hizo el número uno? —Salió de su boca seca, atónito, titubeante—. ¿C-cómo es posible? Yo no soy un STRANGE como para recibir sus poderes... ¿C-cuando pasó?

No necesitó una respuesta para eso. Solo llegó el recuerdo a su mente:

El día que se había desmayado en el pasillo de La Organización. Extrañamente había aparecido en ese raro lugar en donde había encontrado a Ax llorando y siendo atormentado por voces. Para salvarlo, Nolan había intentado llegar hasta él entre aquel montón de hilos negros que lo estaban consumiendo.

Le había ofrecido su mano...

Y Ax se la había dado.

—En ese estrechamiento, en esa colisión, sucedió la transferencia —asintió la cabeza de en medio como si pudiera escuchar sus pensamientos.

—Entonces, ¿p-por eso desperté con ese halo negro en el ojo y todo estaba diferente? ¿Por eso p-podía percibir los olores con más fuerza y también escuchar el latido de su corazón? —preguntó Nolan con las cejas alzadas de incredulidad, procesando finalmente la causa de su abrupto cambio—. P-pero... ¿por qué yo? ¿por qué Ax pasó parte de su poder a mí?

Deseó saberlo con muchísima fuerza, pero la única respuesta que le dio la cabeza de en medio fue una de forma mecánica, insistiendo con la caja que sostenían:

—Solo faltas tú.

Cómo su cordura había vuelto un poco, vio mejor el objeto y finalmente cayó en cuenta. Su cara denotó su asombro.

¡¿Era posible?!

—¡¿Es la caja de Godric? ¡¿Es la caja que estábamos buscando?! —preguntó él, todavía más perdido y enredado, pero asombrado y por alguna razón... exaltado—. ¡¿Qué hay adentro?!

—El reinicio.

—¿El reinicio de qué? —inquirió de vuelta—. ¿Es eso una solución?

Y al mismo tiempo que lo preguntó, algo extraño le pasó.

Se sintió sutilmente atraído por la caja, en específico por el líquido que había debajo de la lámina transparente. Fue muy natural, como el deseo de algo. Algo que de verdad tenía sentido. Algo que podría curar el dolor que estaba sintiendo, que le daría un espacio. Algo que no sabía que necesitaba.

Hizo que, sin que él se diera cuenta, tuviera menos peso la fea realidad de la masacre a su alrededor. Hasta llegó a pensar que sí, que tocarla era una solución.

Eso lo embelesó por unos segundos en los que quiso hacerlo, en los que dio pasos hacia adelante hasta detenerse frente al cuerpo con las tres cabezas infantiles.

Incluso levantó la mano con esa intención...

«Debes tocarla» dijo una hipnotizante voz en su cabeza. Una que no sonó a sí mismo, sino más bien como una conciencia aparte que estuvo a punto de convencerlo...

Hasta que la propia voz mental de Nolan, la que sí provenía de él, sonó más fuerte y aplastó la orden de la otra: «no quieres tocarla».

Tras eso Nolan sintió la fuerte necesidad de mirar por encima de los hombros del individuo número tres, y vio de nuevo el sangriento rostro de Mack. Su cuerpo muerto.

Volvió a ser consciente de la realidad: ¿esa caja podría ser una solución a qué? Mack no iba a revivir si la tocaba. Y no le importaba nada más que no fuera traerla de vuelta.

Se sobrepuso su fiera necesidad de salvarla, de corregir aquello que la había lastimado.

De ser su protector.

Así que cualquier otra idea le causó rechazo.

—¡No! —soltó Nolan, bajando la mano con decisión. Recuperó su sentido común y miró a las dos cabezas—. ¡Escúchenme! ¡Ustedes pueden manipular el tiempo, ¿no?! ¡Deben regresarlo! ¡Deben regresar al pasado reciente y evitar que todos mueran!

Siendo STRANGES y tratándose de la vida de sus hermanos, Nolan esperó que aceptaran de inmediato.

Pero las tres cabezas se mantuvieron en silencio, solo sosteniendo la caja hacia él.

—¡Vamos, hagan lo que les estoy diciendo! —Nolan volvió a hablar como si fuera obvio que esa era la solución—. ¡Esta tiene que ser la forma de evitar todo lo que salió mal! ¡Pueden volver y hacer que nunca bajemos del avión, porque la caja está dentro del bichito que siempre estuvo ahí con nosotros!

Pero nada. Los niños siguieron quietos.

De hecho, la forma en la que sostenían la caja era indirectamente insistente. La cabeza de en medio, que era la que había hablado antes, ni siquiera decía algo, pero Nolan podía sentir que lo que los tres querían era que él la tocara.

Y eso lo irritó mucho. Demasiado.

—¡¿Por qué no se mueven!? —les gritó con un súbito enfado. Fue un grito muy fuerte y agresivo que hizo que se le marcaran los músculos y las venas del cuello—. ¡¿No se supone que ustedes deben proteger al número uno como lo hacía Vyd?! ¡Quedarse aquí parados no es protegerlo! ¡Usen sus poderes ya! ¡Vayan al pasado, resuelvan esto!

Y cuando creyó que tampoco iban a responderle a eso, la cabeza de en medio habló:

—Estamos ante el número uno. Y todo está exactamente como debe estar.

—¡No, ¿qué carajos!? ¡Claro que no lo está! —volvió a gritar él como respuesta, sintiendo que esa estúpida actitud misteriosa solo aumentaba su ira—. ¡Este no es el maldito final! ¡Pueden cambiarlo! ¡Para eso son los poderes del tiempo! ¡Ustedes lo detuvieron, así que pueden retrocederlo!

—Todo está exactamente como debe estar —repitió la cabeza.

—¡No, ya basta de decir eso! —negó él con los dientes apretados. Una furia caliente, de esa que cuando hierve se vuelve ciega, le empezó a recorrer el cuerpo—. ¡No sé si es que no comprenden bien porque aún son niños, pero tienen que usar sus poderes para volver a cuando estábamos en el avión y evitar que bajemos! ¡¿SE ENTIENDE?!

—Esa no será la solución —respondió, esa vez, la cabeza de la derecha que estaba de perfil con la mirada fija hacia la lejanía, y que no había dicho nada hasta ese momento.

Un impulso enojado dominó a Nolan. Señaló a la criatura en medio del patio. Al causante de todo.

—¡Entonces vayan a cuándo Jael estaba creando eso, así lo evitarán todo! —exigió. Pero como si estuvieran confabulados para estresar mucho más a Nolan, la cabeza que estaba de perfil volvió a decir las mismas palabras:

—Esa no será la solución. —Las dos manos alzaron un poco más la caja. Luego volvió a hablar la cabeza de en medio—: Está lista para ti.

—¡Me importa una mierda esa maldita caja! —Su enfado llegó a un límite en el que nubló su mente, hizo zumbar sus oídos y lo descontroló—: ¡Ax no debía morir así! ¡¡¡Nosotros no hicimos todo esto para que él muriera así!!! ¡Les exijo que lo cambien todo!

Pensó que era la última oportunidad para que los siameses (o lo que fueran) hicieran lo que les pedía hacer.

Pero la voz del medio volvió a decirlo:

—Todo está exactamente como debe estar. Y el reinicio está esperando por el número uno.

—¡¡¡NO!!! —les gritó Nolan con la garganta rasgada, harto, rozando la cólera irracional—. ¡YA DEJEN DE DECIR ESO! ¡NO ES CIERTO! ¡NO ES ASÍ!

De nuevo descontrolado por el dolor y la negación, sacudió la cabeza. En un impulso corrió de nuevo hacia el cuerpo de Mack. Se agachó y la tomó. Puso la palma de su mano en la mejilla de ella mientras que su otro brazo rodeaba sus hombros.

—No es así, este no es el final... —le dijo a su cadáver, de nuevo empezando a palmear su mejilla para tratar de despertarla. Cada vez se estaba alejando más de la realidad porque no quería aceptarla. Le causaba rabia la sola idea de aceptarla.

Rabia por lo injusto.

Rabia porque los niños estaban diciendo algo que no era cierto.

Rabia por ese tonito misterioso en sus palabras.

Rabia por verlos tan calmados cuando él lo acababa de perder todo.

Rabia porque la muerte de Mack, Vyd, Dan y Ax era lo que debía detener al mundo entero; no ese maldito poder del tiempo.

Rabia porque recordaba sus voces. Su vida con Mack en esa mansión. El momento en el que habían encontrado a Ax ese mismo patio. El beso con Vyd. Los únicos momentos en los que de verdad había conocido la felicidad.

Una felicidad que ya no experimentaría jamás.

Una felicidad que había perdido.

Los había pérdido...

La había perdido...

Todo se había terminado...

No...

No...

No.

No podía terminarse así.

Nolan no iba a permitir que terminara así.

Claro que no.

Los niños habían dicho que ahora él era el número uno, ¿no?

Ahora él tenía los poderes de Ax, ¿no?

Pues las capacidades de Ax no eran solo las de manipular la oscuridad. Había una gran razón por la que él era considerado el principal: porque podía controlar a los demás individuos y así también controlar sus poderes.

Su llanto se detuvo de pronto. El dolor que lo hacía llorar sufrió una metamorfosis instantánea: pasó de ser un debilitador a ser el combustible suficiente para el valor.

El valor ciego.

O la sed de justicia que se confunde con valor.

Las lágrimas quedaron en su cara enrojecida. Sus ojos quedaron hinchados, pero su expresión quedó vacía, como si él acabara de quedarse suspendido en la negación y en el llameante universo de la rabia.

—No será así —corrigió mientras que con amor y cuidado dejó de nuevo el cuerpo de Mack en el suelo.

Se puso en pie con lentitud y luego, al subir la mirada hacia los niños, frunció el ceño y tensó la mandíbula. Sus manos se hicieron puños apretados.

No le importó quiénes eran. No le importó nada más que corregir lo que estaba mal, por lo que empezó a avanzar hacia ellos.

Había visto a Ax controlar a los otros STRANGE.

Era lo que estaba decidido a hacer.

—No pienso perder a Mack —sentenció Nolan, experimentando la rabia más peligrosa: la que luce pasiva porque le precede a una explosión—. Y definitivamente no pienso perder a Vyd. Así que lo diré una sola vez más: van a ir al pasado ya mismo a corregir estas muertes.

—Nosotros no podemos hacer eso —dijo la cabeza de en medio con esa serenidad imperturbable.

Y ahora percibiendo a Nolan como una amenaza, las dos piernas infantiles que los sostenían dieron unos pasos hacia atrás. Con una parte de sus poderes formaron un escudo protector frente a su único cuerpo. Se vio como un campo transparente, pero borroso al mismo tiempo.

Solo que eso no detuvo a Nolan. Siguió acercándose, determinado, enfadado.

—O van ustedes —les advirtió—, o iré yo.

—No debe pasar así otra vez, no puedes repetir el mismo error —dijo la cabeza de en medio mientras retrocedían—. Ya está como debe estar. El reinicio debe suceder.

Pareció que confiaban en que el campo de energía lo detendría. Pero Nolan no pensaba dejar que nada lo detuviera, por lo que apenas llegó al campo le clavó los dedos y las uñas. La fuerza y la energía condensada lo lastimó, como si quisiera atravesar su piel de la misma forma que él quería atravesarlo, pero no retrocedió.

Todo lo contrario, con una voluntad y vehemencia que nunca antes había sentido que podría canalizar, empezó a separar la energía del campo.

—¡¡¡O van ustedes, o iré yo!!! —les gritó con una rabia amenazadora.

Y logró romperlo. El campo se reventó por la fuerza rasgante de sus manos. Colérico y con el juicio cegado, Nolan llegó hasta los siameses y puso ambas manos (manchadas de la sangre derramada del amor que había perdido) alrededor de la cabeza que estaba en el medio.

Pero fue otra la que reaccionó:

La cabeza que siempre pareció estar muerta porque solo había estado colgando con los párpados cerrado. Esa se alzó, viva, también de perfil, y abrió los ojos. Su mirada sin pupilas o iris se reveló apuntando en la dirección contraria a la cabeza del otro extremo.

Lo entendió finalmente:

Esta dominaba el pasado.

La de en medio dominaba el presente.

Y la otra dominaba el futuro.

Así que, al Nolan reclamar el poder del pasado, los ojos de esa cabeza que también eran puramente blancos, se tiñeron de negro. La energía del número uno se conectó inmediatamente a las células del individuo número tres.

Y tomó control de ellas.

No eligieron ir, ¿eh?

Entonces iría él. 


-----

Quedan otros capítulos. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro