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Dos cabezas, un corazón y una valiente elección

Parte 2

NOLAN

Oh mierda.

¿Qué podía ser peor que estar atrapado en las profundidades de un agujero?

Estar atrapado en las profundidades de un agujero CON una creación del loco Godric Cavalier.

Lo peor fue que ante la incompleta pregunta de Nolan, el bichito solo saltó de nuevo.

Bueno, claro que no iba a responderle con un firme "si", pero igual la angustió un terrible presentimiento y nuevas sospechas sobre el animalito. Todos sus miedos volvieron, porque nada creado por Godric debía ser bueno o tener un buen final.

Aunque... ya era muy tarde para hacer preguntas sobre su origen, ¿no? Incluso si había sido creado por Godric (suponiendo que ese lugar también había sido creado por él), Nolan ya estaba metido en las profundidades con esa cosita. Lo había seguido, y no había marcha atrás.

Así que tal vez al estar en esa situación lo mejor era aferrarse a algo positivo.

O... ¿a la negación...?

—No, no es posible que Godric te haya configurado. —Nolan emitió una risa nerviosa y sacudió la cabeza, como queriendo alejar pensamientos absurdos—. Es decir, sí es posible, pero no tienes pinta de ser malo, y en ese caso, ¿entonces por qué me salvaste? Solo estoy siendo muy paranoico como siempre porque estoy bastante asustado. Confiaré en que me estás llevando a una salida.

El bichito solo volvió a saltar.

Nah, algo así no podía ser malvado. E incluso si en el fondo sabía que seguía siendo muy pero muy pero MUY extraño que el bichito supiera exactamente cómo desbloquear el acceso, decidió pensar que se trataba de su agilidad tecnológica.

Nolan empujó la puerta de acero. Al pasarla, ésta se cerró de forma automática detrás de él.

Eso lo puso muchísimo más nervioso, pero también quiso creer que podría abrirse de nuevo (aquí todo se trataba de creer como si estuviera una película de Tinkerbell), así que se concentró en lo que la puerta protegía.

Todo estaba totalmente oscuro. Solo que esa vez la luz no lo abandonó. Varias lámparas se activaron automáticamente apenas él dio otro paso al interior.

Gracias a eso, Nolan pudo ver que era una pequeña sala con forma hexagonal. El techo no era muy alto, pero también estaba hecho de acero. En el fondo había un gran panel digital con muchos botones. Algunas luces parpadeaban, lo cual indicaba que el panel estaba encendido. Pero lo demás parecía estar en reposo, como la pantalla rectangular encima de todo aquello.

O como la silla frente a esa pantalla en la que obviamente, en algún momento, se había sentado alguien a... ¿mirar?

—Esto lo supera todo. —Nolan estaba por completo asombrado, mirando cada detalle—. Ya puedo hacer un top cinco de las creaciones más raras de Godric y este lugar sería el número uno...

Enajenado por la rareza de la sala, Nolan puso la mano sobre el gran panel digital sin saber realmente qué estaba haciendo. La presión de sus dedos activó los botones táctiles y la pantalla salió de su reposo.

Se mostró una imagen que dejó a Nolan todavía más confundido. Era otra sala hexagonal, pero dentro de ésta solo había una cosa ubicada en el centro:

Una enorme cápsula.

La tapa de la cápsula era transparente, pero desde la perspectiva algo lejana de la cámara que le apuntaba, no se veía muy bien lo que había en el interior. Era como una mancha borrosa...

—Oh, ¿esto es un lugar de monitoreo? —preguntó Nolan, tratando de entender algo—. Pero, ¿qué es eso que se monitoreaba? Solo he visto algo muy similar en películas de ciencia ficción. Las llaman cápsulas de hipersueño o algo así, pero nunca pensé que existía algo parecido en la realidad...

Nolan entrecerró los ojos, intentando detallar en la pantalla lo que había en el interior de esa cápsula, pero no lo lograba. Parecía contener un líquido...

Se concentró tanto en intentar descifrarlo que de pronto percibió algo. No estaba relacionado a la cápsula, pero lo sorprendió muchísimo.

—Un momento, ¿oyes eso? —soltó sin pensar, alerta—. El latido. Ahí está otra vez.

Bueno, tal vez había estado en el fondo todo el tiempo, pero por el miedo que lo había atacado al meterse en el ascensor, lo había ignorado.

Ahora no podía ignorarlo porque allí era un poco más fuerte.

—Claro que no lo oyes, eres de metal... —añadió apenas salió de su asombro y se dio cuenta de que le había hecho esa pregunta tan absurda al bichito.

De todas formas, volvió a mirar la pantalla.

Y finalmente se dio cuenta de algo muy importante.

Abrió mucho los ojos. El descubrimiento incluso lo exaltó.

—¡Viene de allí! —exclamó—. ¡Ese latido viene de esa sala con esa cápsula! Pero, ¿en dónde está? ¿Hay un mapa o algo?

Nolan miró con curiosidad el panel y presionó algunos botones con todo el riesgo de no saber qué rayos iban a ocasionar. A su favor, uno de los botones hizo que la imagen de la pantalla cambiara. Se moostró un nuevo ángulo de cámara hacia la cápsula.

Esa vez la vio de frente, y en especial, más cerca. No tanto, claro, pero sí lo suficiente para apreciar que el cristal estaba humedecido, y que eso era precisamente lo que hacía difícil detallar su interior.

Pero aun así, con esa ligera cercanía era posible reconocer una parte.

Nolan se inclinó hacia la pantalla, ansioso de saber de qué se trataba...

Y entonces lo vio.

—¡Oh, mierda, ¿qué es eso?! —soltó apenas su cerebro lo procesó. Sintió un horror tan intenso que sus piernas lo llevaron de forma automática hacia atrás. Y como debido al susto se sintió mareado, eso también lo hizo caer de culo al suelo.

En el piso, quedó congelado.

¡¿Había visto bien?!

¡¿Era... real?!

Porque si lo era entonces había dos cabezas allí. Eso había visto. Por ende, ¿había dos cuerpos encerrados en la cápsula?

Y los dos parecían ser unos niños...

Nolan alternó sus ojos perplejos entre el bichito, que aguardaba en el suelo de la sala, y la pantalla de monitoreo.

—¡¿Acabo de ver a unos niños?! —soltó, aún espantado y perplejo, como si sus pensamientos ya no pudieran evitar salir de su boca—. ¡E-el latido que estuve escuchando proviene de esa cápsula pero...! ¡¿Entonces el p-papá de Mack los metió allí?! ¡¿Están muertos?! ¡¿D-de verdad son unos niños?!

Súbitamente, Nolan fue consciente de la atrocidad que tenía ante sí.

Y súbitamente también entendió que no iba a obtener una respuesta a esas preguntas porque estaba solo.

Solo con los posibles cadáveres de unos niños...

...que de todas maneras producían el sonido del latido de un corazón...

...que por alguna razón habían sido encerrados por el papá de Mack...

Todo eso, mezclado, ocasionó que Nolan se sintiera aún más aterrado, y en una reacción impulsiva solo se empujó hacia atrás con sus propias piernas, buscando refugio tanto mental como físico.

—¿Pero qué demonios está pasando? —Salió de su boca, que ahora también temblaba—. Esto es horrible... ¡Tengo que salir de aquí! ¡Pero, ¿cómo?! No hay más puertas, e incluso si vuelvo y hago que el ascensor suba, la f-fuente está cerrada...

Con su necesidad de supervivencia y el shock activados, Nolan fijó sus ojos aterrados sobre la solución más rápida.

—¡Llévame de vuelta! —le exigió al bichito—. ¡Sácame de aquí, no quiero ver nada de esto! ¡Necesito volver y ayudar a Vyd—Hasta se dio cuenta de que extrañamente lo había olvidado.

Pero el animalito solo dio el mismo salto.

—¡Quiero que abras de nuevo la fuente y me permitas salir a la superficie! —insistió Nolan, más demandante. Sentía que su estrés solo estaba aumentando.

Pero, otra vez, el bichito solo saltó.

Nolan perdió la paciencia.

—¡Que me lleves de vuelta a la superficie con Vyd, ¿no lo entiendes?! —descargó sin medida en un grito—. ¡¿O me trajiste aquí para morir?!

No esperó nada, solo miró rápido a su alrededor, pensando que debía de haber alguna otra vía que le permitiera irse.

Pero de nuevo se topó con que en esa área de monitoreo no había ningún acceso a otro lugar. Eran solo paredes. Ninguna otra puerta.

La abrupta comprensión de su realidad lo dejó con los ojos bien abiertos sin poder pestañear, impactado.

—Eso hiciste... —murmuró en un aliento de estupefacción—. Me trajiste a un lugar sin salida y sin retorno... Estoy atrapado aquí...

El bichito se acercó rápido hacia él y trató de saltar hacia su hombro.

Pero Nolan se arrastró más hacia atrás, de pronto muy alterado.

—¡No, no te me acerques! —lo despreció, cegado por su enfado, su miedo y su frustración—. ¡Me trajiste aquí para morir, y soy tan estúpido que ni siquiera me di cuenta!

En una reacción impulsiva de esas dirigidas solo por la adrenalina del shock, Nolan se levantó muy rápido del suelo e intentó abrir de nuevo la gran puerta por la que había entrado.

Pero no había manija, no había nada que se lo permitiera, por lo que solo terminó tocando el acero con desesperación.

Una desesperación que estalló en conmoción. El caer en cuenta de que no podría abrirla a menos de que supiera el patrón y tuviera patas de aguja, hizo a Nolar retroceder y lo dejó anonadado, con las manos en la cabeza.

Fue angustiosamente consciente de su encierro. Y de la verdad.

—Oh no, ¿cómo pude ser tan tonto? —soltó en un lamento. Sus ojos se fijaron en el bichito que estaba quieto—. Siempre has sido una creación de Godric, y yo fui tan estúpido que solo te seguí. —Con todas sus emociones en la más pura inestabilidad, volvió a estallar—: ¡Lo peor es que si Mack hubiera estado conmigo, lo habría notado todo! ¡Maldita sea, no sé ni por qué creí que podía hacer algo bien sin ella! ¡¿Es que también fui programado para hacerlo todo mal o qué?!

Se llenó de ansiedad, de culpa, de enfado, y cada cosa se sintió tan aglutinada dentro de él que Nolan terminó agachado y con la cara sobre las piernas en medio de la sala.

Sus defensas bajaron. La ira pasó a ser resignación. Todo, de repente, pareció demasiado deprimente. Su existencia se sintió complicada y angustiosa, y durante esos momentos no se creyó capaz de nada, ni siquiera de luchar como los demás.

Algo hizo que quisiera quedarse ahí, encogido, sin importar el final.

—Todo está mal conmigo... —dijo con una rabia acusatoria, aún con la cara oculta—. Así ha sido mi vida entera. Siempre he tenido miedo de todo, y ese maldito miedo fue lo que me trajo hasta aquí, porque si no hubiera estado tan asustado habría podido enfrentar a lo que sea que hizo Jael con Jaden sin que se me cayera el arma. Soy un cobarde, y una fuente de dolor, tal y como dijo Vyd.

Por tener el rostro cubierto, Nolan no vio que el bichito se le acercó con lentitud. Solo lo supo cuando lo sintió poner una de sus patas de araña sobre su zapato.

Entonces se apartó las manos del rostro, y no estuvo seguro de si era posible que el poco tiempo que llevaba ahí encerrado ya lo hubiera vuelto loco, pero ese gesto de alguna manera se percibió... reconfortante.

El arrepentimiento lo atacó. Tal vez era un cobarde, pero no era malvado. No debía pagar su enfado con algo más pequeño que él. A fin de cuentas, lo había seguido por voluntad propia.

—Lamento haberte gritado; sé que si estás haciendo algo no es por tu propia conciencia... —le dijo Nolan con un suspiro de resignación—. Soy solo un imbécil que no quiere morir aquí abajo. Al menos no sin ayudar a Vyd, a Mack y a Ax. Aunque, seamos sinceros, yo no sé ayudar en nada. Mi inutilidad es más grande que mi valor.

Al pronunciar esa última palabra, el bichito retrocedió los pasos que había dado y de forma sospechosa fue a meterse bajo el espacio que había en la parte inferior de la mesa del panel.

Luego volvió a avanzar hacia Nolan. Después se metió de nuevo debajo del panel, y otra vez volvió a él.

Así empezó a repetir esa misma secuencia una y otra vez. Sin parar.

—¿Eh? —emitió Nolan, algo confundido por ese comportamiento. Aunque tras unos segundos tuvo idea de qué podía estar pasando—. ¿Hay algo allí?

El bichito se detuvo debajo del panel e insistió con saltos en ese lugar. Nolan no le encontraba sentido, pero ya que no había nada que perder, llegó gateando hasta ese punto para ver qué encontraba allí.

Apenas se asomó, el bichito trepó por la pared inferior del panel y, de nuevo, hizo eso de introducir una de sus patas de aguja en un agujerito oculto.

Algo se activó, y entonces en el piso, justo debajo del panel, se abrió un acceso oculto lo suficientemente grande como para que entrara una persona.

La luz de una nueva esperanza iluminó a Nolan.

—¡Una salida! —exclamó.

Pero así como se encendió, de repente se apagó, porque al mismo tiempo se activó una voz de Inteligencia Artificial proveniente del panel digital. Dicha voz se escuchó en toda la sala:

Aviso: la entrada a la celda se ha abierto sin antes desactivar la seguridad química. Riesgo: alto.

Nolan quedó boquiabierto.

—¿Seguridad química? —No lo entendió por un momento.

La voz del panel digital repitió el mismo aviso. A pesar de eso, Nolan vio que el bichito dio un salto hacia el interior del nuevo acceso y cayó sobre el barrote de una escalerilla.

El fondo de esa entrada en el suelo se veía oscuro, pero el animalito empezó a dar saltos, de nuevo indicándole a Nolan que quería que lo siguiera en esa dirección.

—¡¿Quieres que baje?! —exclamó él, horrorizado—. ¡Pero esa voz acaba de decir algo sobre una seguridad química! ¡Ni siquiera sé qué tipo de químico, pero suena peligroso y mortal y...!

Nolan se interrumpió a sí mismo de forma súbita porque sus fosas nasales percibieron algo.

Fue muy brusco. Sus ojos se quedaron fijos en el fondo oscuro de la entrada y frunció ligeramente la cejas. Inhaló con lentitud.

Un olor. Un olor venía sutilmente desde el fondo. Y era un olor familiar. De hecho, demasiado familiar.

Ni siquiera entendió cómo, pero su mente se lo aseguró:

—Huele igual a Ax y a Vyd... —Nolan pensó en voz alta, muy anonadado. Hasta que abrió mucho los ojos porque la realización de lo que eso significaba, lo impactó—. Espera, ¿h-hay otro... STRANGE aquí?

Se puso en pie en un sobresalto y, con el corazón súbitamente acelerado, miró hacia la pantalla que aún mostraba la cápsula.

Vio de nuevo las cabezas en el interior y conectó una cosa con otra con la rapidez de una asombrosa deducción...

—Esos niños son como Ax y Vyd —susurró, tan asombrado que no podía ni parpadear—. No estoy seguro de como lo sé, pero su olor... Su olor me lo dice, no tengo dudas. —Tragó saliva y miró al bichito que seguía dando saltos para que él lo siguiera. Y todo, finalmente, adquirió el más completo de los sentidos—. Ellos están en esa celda, ¿no? Y me trajiste aquí porque quieres que vaya a sacarlos...

El bichito dio más saltos. Nolan iba a mencionar el hecho de que la celda tenía esa seguridad química que la voz había avisado...

Pero de pronto otra realización llegó a su mente. De hecho, el impacto de acordarse de eso en específico fue tan grande que lo exaltó.

—¡Lo que Vyd dijo en el avión! —exclamó como si hubiera recibido iluminación divina—. ¡Dijo que había un STRANGE cuya ubicación nadie sabía, pero que puede controlar el tiempo y por eso podría resolverlo todo! ¡¿Qué tal si es aquí?! ¡¿Qué tal si esta es su celda?! —Su aceleramiento de repente colisionó con el análisis de algo más. Eso lo llevó a mirar la pantalla otra vez—. Aunque, claro, en la cápsula hay dos cabezas... Pero oigo latir un solo corazón... ¿será posible que uno de ellos sea ese individuo número tres?

Nolan tuvo que mirar hacia abajo porque el bichito estaba saltando mucho en la escalerilla, como insistiendo en que debían avanzar.

—¿Es posible? ¿Ahí se encuentra dormido el número tres? —le preguntó. Arqueó ligeramente las cejas, temiendo un poco de estar equivocado.

Solo que, para su gran sorpresa, el bichito repiqueteó dos veces con su pata de aguja sobre el escalón.

¡¿Eso era una confirmación?! ¡Se sintió como una!

—¡Significa que sí debería sacarlos! —exclamó, emocionado por lo mucho que significaría el haber encontrado al individuo que quizás podía resolverlo todo—. Pero, veamos, ¿habrá alguna forma de desactivar la seguridad?

Nolan puso su atención en el panel mientras movía los dedos por encima, dudando de en dónde tocar.

—Joder, ni siquiera es como en las películas donde hay muchos botones con colores; todo aquí es digital y extraño —se quejó, hasta que por un momento la presión fue demasiado abrumadora—. ¡Agh, ¿por qué no nací siendo un hacker súper dotado?!

Pero para no perder más tiempo presionó varios botones. En la pantalla empezaron a aparecer distintas opciones, palabras, barras en las que escribir algo.

—¿Qué demonios es esto? No tengo ni idea... —Estaba demasiado confundido, pero no paró de seleccionar opciones, esperanzado de encontrar una solución—. Ajá... Bueno tal vez... Podría ser... Mmm... ¿Y sí le doy aquí? Espero no hacer explotar algo, aunque morirnos rápido suena como una buena idea justo ahora...

Tanto dio que una de las opciones hizo que se desplegara una ventana con una barra.

La barra pedía una contraseña.

Ingrese el código para desactivar el sistema de seguridad. —Se escuchó la misma voz de Inteligencia Artificial proveniente del panel.

—¡¿Qué?! ¡¿Un código?! —bramó Nolan—. ¡¿Qué demonios voy a saber yo cuál contraseña escogió un científico mentalmente perturbado?!

A ser honesto, eso le cayó como un balde de agua fría. Pero negado a rendirse tan rápido, escribió una posible contraseña...

Mala idea. Una alarma se activó, y la voz de la Inteligencia Artificial resonó en la sala:

Se ha introducido un código incorrecto. Este es un intento de acceso sospechoso. La seguridad química se activará en 90 segundos. Para cancelar la activación, introduzca el código correcto antes de que la cuenta regresiva termine. Iniciando: noventa... ochenta y nueve...

Oh.

Mierda.

Nolan se puso frío. El color se le fue de la cara. No supo a dónde mirar o qué hacer, e igual a como la alarma se había activado de forma abrupta, su corazón activó la angustia: latidos acelerados y un miedo desorientador.

Incluso la realidad entera pareció ir demasiado rápido. Reaccionó.

—¡¿Qué?! —soltó, alterado—. ¡No, no, no! ¡¿Cómo que la seguridad química se activará?! ¡No quiero eso, no quiero eso!

A toda velocidad y con los dedos temblando, Nolan trató de introducir más intentos de contraseña para ver si alguna funcionaba y detenía el conteo.

—Oh por Dios, tengo que detener esto o moriré como un pendejo aquí —gimió con terror.

¿Fecha de cumpleaños de Mack? Negada.

El contador resonaba en el fondo: ochenta y cinco segundos... ochenta y cuatro segundos...

¿Nombre de Mack + fecha de cumpleaños? Negada.

Setenta segundos... Sesenta y nueve segundos...

¿Fecha de cumpleaños de Godric + fecha de cumpleaños de la mamá de Mack? Negada.

Sesenta y seis segundos... Sesenta y cinco segundos...

¿Palabras random relacionadas a la familia de Mack? Negada.

Sesenta y un segundos... Sesenta segundos...

¿Palabras random relacionadas a STRANGE?

Negada. Negada. ¡Negada!

—¡¡¡Agh!!! ¡Ninguna sirve! —Nolan golpeó el panel con las palmas de las manos, estresado en un nivel que le tenía el cuerpo sudoroso.

Al fondo se escuchaba: cincuenta y siete segundos.

No quería aceptarlo, pero estaba siendo muy claro: el conteo no se detendría. La única opción que tenía era descender, y ahí estaba el bichito para recordárselo.

Nolan bajó la mirada y lo vio tratando de tirar de él por el pantalón hacia el acceso en el suelo.

Cincuenta y cinco segundos...

Nolan tragó saliva. Ni siquiera podía pensar bien. La alarma sonaba demasiado alta. Era aturdidora. Estaba mareado.

Cincuenta y un segundos...

—Habrá más químicos allá abajo, así que bajar no va a salvarme como lo haces parecer —le dijo al bichito como si éste pudiera tener piedad de su angustia—. Aunque creo que solo te importa que saque a los niños antes de morirme, ¿no?

Nolan no quería meterse allí porque la muerte se sentía inminente. Pero, ya sin ninguna otra alternativa, volvió a recordar lo que Vyd había dicho, y pensó:

«¿Y si de verdad ese STRANGE puede resolverlo todo?».

Nada era seguro. Existía la posibilidad de que estuviera equivocado, pero, PERO, también existía la pequeñísima posibilidad de que número tres estuviera en esa cápsula.

En ese caso, ¿no era mejor arriesgarse por una solución? ¿no era mejor lanzarse sin pensarlo mucho?

Pero ese era el problema, Nolan siempre había pensado demasiado las cosas. Todo lo que conocía desde pequeño era el miedo. Miedo de su madre, miedo de no sentir nada, miedo de estar solo.

Y wow, ahí iban precisamente a cumplirse esos miedos. La vida lo había lanzado a morir solo en un agujero. Tal vez, ¿como una burla? ¿o como una lección?

¡¡¡Agh, la cuenta regresiva sonaba tan alto que solo lo angustiaba y lo presionaba más para tomar una decisión!!!

¡¿Qué debía hacer?! ¡Se sentía como si el Tic Tac de un reloj invisible resonara contra sus oídos!

—¡¿Por qué soy tan cobarde?! —Nolan estalló en exasperación y furia por la carga de todas las emociones y por su propia incapacidad para elegir—. ¡Si voy a morir por primera vez en mi vida debería ser valiente y hacer algo que ayude a todos!

Porque ya no habría ayuda para él. Eso le trajo una sensación de tristeza desoladora. La idea de que no volvería a ver a Mack, de que no volvería a besar a Vyd, de que no volvería a ver las rarezas de Ax, quiso abrumarlo tanto como para solo desear hacerse bolita debajo del panel y quedarse allí para siempre.

Y como a todo hombre a punto de morir, lo atacó el arrepentimiento.

Se arrepintió de no haber aceptado a Vyd desde el principio, porque entonces habría disfrutado de dar y recibir amor antes de terminar así.

Se arrepintió de no haber sido más valiente como Mack, porque entonces habría sido de más ayuda para ella.

Se arrepintió de haber peleado mucho con Dan, porque tal vez su apoyo habría llenado el vacío que dejó su padre al irse.

Se arrepintió de ni siquiera haberle preguntado a su padre si se arrepentía de haberlos dejado, porque quizás habría podido perdonarlo.

Se arrepintió de haber tardado tanto en entender todo eso, porque ya no tenía tiempo para corregirlo.

Aunque sí tenía tiempo para algo: no volver a repetir el error de la cobardía.

Mack no estaba allí para idear un plan. Ax no estaba para pelear. Vyd no estaba para defenderlos. Solo estaba él, y era su momento de ayudar.

Porque la voz de su intuición se lo dijo. Fue igual a todas esas veces en las que había tenido el mal presentimiento de que algo iba a pasar, con la diferencia de que esta vez se sintió como la certeza de que algo necesitaba suceder.

No habría podido explicarle a nadie cómo, pero lo supo: «Esto salvará a Mack. Esto salvará a todos».

—Sí, si esto puede ayudar, entonces que sea lo último que haga —decidió Nolan en lo que fue su más grande e importante decisión.

No se permitió pensarlo más y se apresuró a descender por la escalerilla junto al bichito de metal. Bajó cada escalón con rapidez hasta que llegó al fondo y sus botas pisaron un nuevo suelo.

Apenas vio lo qué le esperaba, estuvo seguro de que aquella situación no tenía nada que envidiarle a una pesadilla.

—Oh, Godric Cavalier, nunca te había odiado tanto como en este momento —susurró Nolan, pasmado y más pálido.

Lo que tenía ante sí era un pasillo tan pero tan largo que ni siquiera se veía su final. En verdad, Nolan jamás había visto un pasillo tan largo en toda su vida. ¿Era infinito o qué?

Aunque... Nolan notó algo más alarmante que la longitud: el techo del pasillo.

Podía apreciarse que le habían instalado una compleja red de tubos. Y sí, eran tubos con aberturas por las que obviamente podía salir algo.

Tal vez algo líquido...

O peor: algún tipo de gas.

Nolan lo entendió al instante: esa era la seguridad química. Estaba por todo el techo, adornando lo que obviamente era un camino hacia la muerte.

Camino que debía seguir, porque el bichito avanzó indicando que tenían que avanzar en esa dirección.

La cuenta regresiva se oía de fondo: veinte segundos...

Nolan no pudo evitar cerrar los ojos por un momento para tomar aire y fuerza, porque el frío del miedo le quería entumecer los músculos. En especial porque, ¿qué le causaría la seguridad química? ¿lo mataría de inmediato? ¿o sucedería antes de llegar al final de ese pasillo?

Si es que llegaba...

En ese caso, ¿sufriría mucho? ¿sería rápido?

Bueno, no había tiempo para adivinarlo. Solo había una manera de hacer aquello: corriendo, porque quizás, solo quizás, mientras la cuenta regresiva bajaba, tendría tiempo para avanzar lo suficiente.

Nolan Cox no pensó más en la fatalidad que le esperaba, y echó a correr junto al bichito de metal hacia adelante.

Claro que Godric Cavalier había ideado aquella trampa con mucho cuidado, por lo que, apenas Nolan pisó el inicio del pasillo, la cuenta regresiva se detuvo y la seguridad química se activó de una vez por todas.

De cada tubo instalado en el techo empezó a emanar un gas. Nolan lo notó al mirar hacia arriba, y el terror que eso le causó casi quebró su valentía. El corazón le latió tan acelerado que golpeó con fuerza su pecho y sus oídos.

A partir de allí los efectos no tardaron en hacerse notar. Nolan percibió que la temperatura del pasillo sufrió un cambio. Todo se empezó a sentir caliente, en especial el aire sobre la piel de su cara.

¿Un gas podía hacer eso con la temperatura? ¿O lo que salía de los tubos no era solo gas sino gas mezclado con algo más?

Se sintió aterrado, pero no detuvo sus piernas, porque estaba decidido a no ser un cobarde nunca más a pesar de que no habría más veces después de eso.

De hecho, con mucha determinación aguantó la respiración. Lo haría hasta donde pudiera.

Solo que correr y no respirar tuvo su límite. Llegó un momento en el que por más que se forzó no pudo contra la sensación de asfixia, y tuvo que ceder y darle aire a sus pulmones. El gas entonces entró por su nariz, y su sistema nervioso empezó a ser impactado por ello.

Primero lo notó en su capacidad visual. Nolan empezó a marearse, aunque tenía estabilidad para seguir corriendo. Pero hubo una diferencia: su visión comenzó a ponerse borrosa, como cuando vas al oftalmólogo, te dilatan la pupila y poco a poco todo va viéndose difuso.

Temió que se pusiera peor y que le impidiera ver el camino. Y también temió por la temperatura que no había dejado de aumentar.

Porque sí, todo estaba aún más caliente. Lo percibía como una ligera onda sobre la piel, como si poco a poco se le estuviera acercando una plancha ardiente.

Ante esa similitud, tuvo una horrible sospecha: era posible que el pasillo en realidad fuera... ¿un horno? ¿Un horno aumentando de intensidad?

Nolan trató de apresurarse como un corredor ansioso de ganar una maratón. ¡¿Es que el maldito final era inexistente?!, porque estaba mareándose más.

Apretó los ojos por si era solo idea suya, pero al abrirlos solo descubrió que ahora veía el pasillo algo doble. Debido a eso, sus pasos comenzaron a perder estabilidad, pero Nolan se esforzó, porque estaba decidido a que ya no ganaría la cobardía que siempre lo había limitado.

Volvió a parpadear con fuerza para enfocar sus ojos y se esmeró en no perder la dirección. Aunque el pasillo no dejó de atentar contra él:

El extraño calor de repente se sintió como un pellizco sobre su mejilla. No un pellizco de esos de broma, sino como si dos pinzas muy afiladas le arrancaran un pedazo de piel. Fue tan sorpresivo y tan doloroso que Nolan soltó un quejido de dolor y horror.

Un segundo después lo pellizcó otra vez, solo que en el puente de la nariz.

De nuevo, el dolor fue como un latigazo.

—¡¡¡¿Ah, pero qué demonios...?!!! —soltó, y eso hizo que sus pies se enredaran.

Nolan cayó al suelo. Amortiguó con las palmas, pero sintió dolor en las rodillas. Aunque lo peor fue darse cuenta de que su cabeza ya estaba embotada. Hasta veía más borroso, como si las paredes se estuvieran duplicando.

Intentó levantarse tan rápido como se había caído, pero el calor le volvió a pellizcar la piel en el hombro, ya incluso debajo de la tela del uniforme.

¿Cómo era posible que la atravesara de esa forma? Cada pellizco causaba un dolor y un escozor ardiente y agresivo, lo cual lo conmocionó por unos segundos.

Pero no podía parar por eso. Luchó con valía por levantarse, ya que permanecer en el piso no era su objetivo, sino llegar al fondo, que, por cierto, ¿ya se veía un poco? ¿Era eso el fondo? ¡¿Un cuadro de luz al final?!

Nolan logró ponerse en pie, pero sintió que el suelo se movía y que su cuerpo era una balanza descontrolada. Aun así, sus ojos miraron en todas las direcciones. Su sentido del espacio estaba tan alterado que todo se vio difuso, confuso y oscilante, como si él fuera un barco que navegaba sobre olas altas y bajas.

De todas maneras, echó a correr de nuevo.

¿Cómo corrió así de desorientado? Ni idea. A través de su perspectiva tergiversada e inestable vio sus piernas ir una delante de otra mientras que más y más pellizcos de calor lo atacaban y lo hacían soltar quejidos audibles.

Solo sabía que no estaba en el piso que se tambaleaba. ¿O era él quien se estaba tambaleando? Sí, era él, porque las paredes en realidad se estaban cerrando al igual que dos planchas, dispuestas a aplastarlo.

O así se sentía. ¿O quizás así lo hacía sentir el calor que, de hecho, era mucho más intenso? ¿O era el gas? ¿O era que estaba muriendo?

No hubo modo de determinar si el pasillo estaba diseñado de esa forma burlona y cruel, o si eran los alucinógenos efectos del gas, pero todo se fue distorsionando mucho más para Nolan, y el sufrimiento se fue agravando.

Pero él corría como nunca y el bichito de metal también corría delante de él viéndose doble, triple. Más pellizcos. La piel le escocía mucho en esos lugares. Respiraba por la boca, jadeante, con los pulmones a punto de colapsar, con el cuerpo cansado y adolorido, los hilos de sudor recorriéndole el rostro enrojecido y fatigado, pero dispuesto a llegar.

¡Necesitaba llegar! ¡Necesitaba lograrlo por Mack, por Vyd, por Ax!

Aunque la disposición fue amenazada por unas súbitas náuseas y por el calor tan abrasante que le hizo querer arrancarse la ropa, afincarse las uñas en su propia piel y despojarse de ella para que ya no le escociera.

¡Ahí estaba el final, lo veía!

Se lanzó más rápido, pero por lo confusa que estaba su visión, Nolan chocó contra una de las paredes y por el rebote se dió de golpe contra el suelo. Otra vez trató de levantarse, pero entonces el calor le pinchó el muslo con intensidad, y con un fuerte quejido de dolor la pierna le tembló, haciéndolo caer de nuevo.

El bichito fue hacia él dando saltos, tal vez animándolo a levantarse, a continuar. Lo intentó, pero su pierna adolorida que ardía como si la hubiera metido dentro de un fuego, volvió a fallar, por lo que Nolan empezó a arrastrarse, negado a detenerse, a rendirse, a acobardarse, a seguir siendo ese que solo cometía errores.

Se arrastró, y se arrastró, y se arrastró hacia adelante. Veía todo distorsionado, doblado, ondulante al igual que en un engañoso y caluroso desierto. Habían como cinco bichitos y más paredes, y le pareció que atravesó el final, pero no supo si estaba delirando, aunque igual no se detuvo.

¿Eso era la cápsula? ¡¿Esa forma larga, extraña y borrosa que ahora estaba en su campo de visión era la cápsula?!

Nolan estaba a punto de vomitar todo lo que hubiera dentro de él. El cuerpo le temblaba en contra de su voluntad. Le hervía toda la piel, como si el calor se la estuviera carcomiendo, abriendo para llegar hasta sus huesos y atravesarlos también.

Tampoco sabía si estaba sangrando, si tenía heridas por todas partes. Sintió que sí, pero un impulso propiciado por la esperanza de que esa fuera la cápsula, lo levantó por última vez y empujó a sus piernas, que ya sentía como gelatina, hacia ese borroso punto.

Corrió. Corrió. Corrió.

Durante unos segundos, dentro de sus alucinaciones ondulantes y desenfocadas, creyó ver al padre de Mack parado al final del camino, tal cual un fantasma rodeado de una luz borrosa, con la mano extendida hacia él y una sonrisa. Oyó su voz envuelta en un eco:

—Tú puedes, Nolan.

¿Sí podía?

Creyó tocar algo que se sintió frío.

Y luego, Nolan Cox sintió que murió. 


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Les pido calma y paciencia que aún quedan otros capítulos. No se adelanten a los acontecimientos sin leer el resto. :)

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