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51

(final de los recuerdos de la chica...)

MACK

—No vine aquí a conocer a nadie. —La chica número dos fue directa con Jael. Su psique no estaba demasiado fuerte como para mantenerla proyectada por mucho tiempo en donde fuera que se encontraba él, por lo que en cualquier momento se desvanecería. Así que fue al punto—: Vengo a hacer un trato contigo. Atraeré al número uno a donde yo estoy para poder matarlo. Para cuando él llegue a mí necesito que te lleves a Mack y a su madre, y que les des refugio y protección.

Jael se mantuvo de espaldas, mirando con fijeza a la cámara criogénica que estaba frente a él.

—¿Alguna vez Godric te explicó lo que es un trato? —fue su respuesta. No sonó ni siquiera sorprendido. En verdad pareció haber estado esperando esa conversación desde hace mucho—. Tienes que dar algo a cambio de lo que pides, pero tú acabas de aparecer para ofrecerme nada, solo para exigir.

—Sí te estoy ofreciendo algo —contradijo la chica—. Lo que obtendrás es tu mundo a salvo y a nosotros muertos, tal y como querías aquella noche que discutiste con Godric. En especial, tal y como sigues queriendo.

Al menos eso podía percibir ella. Habían pasado los años y Jael estaba envejeciendo, pero su perspectiva no había cambiado. Tampoco su deseo de que los individuos murieran.

Incluso era más grande. Tomaba todos sus pensamientos. Lo poco que la chica podía leer de su cabeza, estaba lleno de ello. Día, tarde y noche.

—Es cierto, sigo queriendo eso. —Jael no se molestó en negarlo—. Pero no necesito que aparezcas con una oferta para conseguirlo. He estado desarrollando mi propia solución durante todos estos años. —La llamó con un movimiento de la cabeza—. Acércate y mira.

La psique y la energía de la chica tampoco eran suficientes para que pudiera detallar por completo sus alrededores. Todo estaba difuminado y oscuro más allá de la posición de Jael y la posición de ella. Nada más sabía que era un laboratorio. Intentar ver más de eso solo la debilitaría.

Pero de todos modos, con un mal presentimiento, dio algunos pasos hasta que logró ver apenas lo que había dentro de la cámara.

Le causó cierto shock, pero su expresión no lo demostró. Ya su cara no delataba sus propios sentimientos. Siempre parecía vacía aunque hubiera un torbellino en su interior.

—Es tu hijo —dijo ella. Lo reconocía, por supuesto, pero estaba metido dentro de la cámara como un muerto dentro de un ataúd. También, casi irreconocible de una forma atroz.

—Era mi hijo, el que tu hermano asesinó —la corrigió Jael. Tal vez sentía resentimiento y tristeza, pero tampoco se notó—. Desde el día del accidente he estado modificándolo para que sea capaz de matarlos a todos ustedes.

Más asombro. Más perplejidad. Pero de nuevo, nada en su expresión.

—Va a fallar —fue lo que le dijo ella, como si él hubiera olvidado la lógica.

—Tiene tu sangre —puntualizó Jael con una pequeña negación de cabeza—. Tiene la de cada uno de los individuos. Y las moléculas no han respondido tan mal. Es decir, han causado muerte celular, por lo que él ha perdido algunas extremidades, pero las estoy sustituyendo. Tampoco ha muerto del todo. Eso significa que está funcionando.

—Pero entonces no fue asesinado por el mellizo. —La chica cayó en cuenta—. Quedó vivo después del accidente.

—Estaba vivo, sí, pero eventualmente iba a morir. Su corazón y su cerebro resultaron muy dañados. No iba a poder caminar o hablar. Lo he mantenido conmigo gracias a las modificaciones.

La chica número dos se quedó en silencio, solo mirando a Jaden dentro de la cámara. O a lo que quedaba del chico que había sido muy importante para Mack.

Unos años después de haberle hecho olvidar a Ax, Mack lo había conocido. Primero, la chica había estado desconfiada de esa nueva persona, pero luego se había dado cuenta de que Jaden no tenía maldad. Era despreocupado, agradable, incluso gracioso. Un simple muchacho que vivía el momento.

Entonces, la chica lo había considerado algo bueno para Mack y nunca lo había apartado de su camino. Aunque igual el destino lo había hecho por sí solo.

—Eres igual a Godric aunque no quieras aceptarlo —le dijo ella a Jael, sintiendo una punzada de molestia—. Ambos ciegos y dirigidos por sus propios deseos, sin importar lo que se lleven en medio para cumplirlos.

Jael emitió un suave resoplido. Esa risa sin gracia.

—¿No estás tú también ciega y dirigida por tu propio deseo al decidir matar a los demás individuos? —contraatacó.

—Pero porque yo soy mi propia arma —defendió la chica, de nuevo como si Jael hubiera olvidado toda la lógica del mundo para vivir en las mismas fantasías crueles que Godric—. Yo estoy decidiendo salvar este planeta. Ese chico no decidió nada de lo que le estás haciendo.

—Pero lo decidiría. —Jael lo hizo sonar como si hubiera sido una desgracia más grande que morir—. Estaba tan ingenuamente enamorado de Mack que de seguro también habría elegido morir para salvarla. Y eso es lo que estoy escogiendo por él, matar a todos los STRANGE para que la caja nunca sea usada.

—Pero entonces, ¿no ves que tenemos el mismo propósito? —insistió ella—. Solo que eso lo haré yo.

—Es que ese es el punto, no se supone que tienes que hacerlo tú. —Jael volvió a negar con la cabeza, tranquilo.

La chica apretó un puño, irritada. Obviamente nunca habría ido a rogarle algo a Jael. Lo odiaba al igual que odiaba las mentiras y las ilusiones que Godric le hizo vivir. Pero por desgracia lo necesitaba. Y eso solo porque ella no podía poner a Mack a salvo por su propia cuenta.

—De todas formas soy más fuerte que lo que sea que estás creando —le recordó ella a Jael, firme—. Soy más fuerte que cualquiera. Si él se acerca terminará peor de lo que lo viste en ese accidente.

—Sería una pelea difícil, créeme —replicó Jael, también demostrando firmeza en su perspectiva. Aunque luego su voz sonó más mediadora, o como si ya lo hubiera meditado mejor—. Pero de todos modos no tiene por qué ser una pelea. Supongo que sabes que ahora soy el director de una organización diferente a lo que era MANTIS.

La chica se quedó fría al escuchar ese: era.

¿Lo sabía? ¿Él sabía que MANTIS era solo un pasado y no algo aún existente?

Jael giró la cabeza hacia ella por fin. La chica lo vio prematuramente avejentado y con un tono de piel más pálido de lo normal, como enfermo. Su postura firme y de hombre de éxito había perdido poder. Lo único que aún brillaban eran sus ojos grises y grandes, la parte más encantadora que lo había hecho conquistar a tantas empresas.

—Sí, sé lo que hiciste —asintió él, tranquilo—. ¿Recuerdas que a mí no puedes engañarme? Sé que la destruiste hace tiempo al igual que lo destruiste a él.

Doble pasmo. ¿También sabía que ella había matado a Godric? Aun hecho por las manos de la madre de Mack, en realidad había sido ordenado por ella. Era su carga.

Pero no dijo nada. Se mantuvo en silencio.

—Lo que no sé es por qué tardaste tanto tiempo en acabar con todo, en especial con MANTIS —añadió Jael ante la falta de respuesta. Aunque el conocimiento del crímen quedó implícito.

—Antes no tenía suficiente poder —decidió revelar ella—. Godric no solo me entrenó para ser más fuerte mentalmente a medida que crecí, sino que también fue añadiendo más componentes a mi sangre. Tomó viejos proyectos químicos que habían sido descartados por inefectividad, los arregló y los aplicó en mí. Fueron más que solo años de prácticas para desarrollar mi mente; también fueron pruebas, inyecciones y más drogas. Así que acabé con MANTIS en ese momento solo porque ya tenía la fuerza y las capacidades necesarias. Antes no habría sido posible porque era débil. Pero ya no lo soy. —No supo si admitir esto, pero ya no tenía sentido—: Dejé de serlo el día que descubrí la verdad del gas.

—Entonces, aquel que siempre defendió que no eras una destructora, a su vez te dio la capacidad de destruirlo todo —asintió Jael con lentitud. Las comisuras de sus labios se alzaron un poco en una sonrisa que tal vez habría parecido de orgullo—. Qué irónico, ¿no?

Lo era. De verdad lo era. Pero no estaba allí para concordar con las opiniones de Jael.

—¿Vas a hacer lo que te pido o no? —preguntó la chica sin vueltas.

Jael tomó aire. Lo pensó solo un segundo más. Luego tuvo la respuesta.

—Puedo ofrecerle a la madre de Mack un refugio para ambas —afirmó Jael—. Pero solo si permites a mi hijo matar a los individuos.

La expresión de la chica fue seria, pero dentro de sí quedó perpleja.

Bueno, antes de aparecer allí había esperado que Jael aceptara su trato solo porque ella le estaba asegurando que los STRANGE morirían, el cual era su más grande deseo. Pero no había contado con la monstruosidad que el viejo había estado creando.

—¿Por qué pides eso? —fue lo que salió de la boca de la chica. Aunque se esforzó, sonó algo atónita.

—Porque yo debo resolver esto —Jael finalmente lo aclaró—. Yo era el director de MANTIS cuando descubrimos lo del gas. Yo llegué hasta estas profundidades con Godric. Es mi deber.

—Es tu venganza, querrás decir —lo corrigió ella, desconcertada. Trató de penetrar los superficiales pensamientos de Jael en ese momento, pero no tenía la fuerza. De todas maneras, lo poco que veía era claro—. Estás obsesionado con esto al igual que lo estuvo él, tanto que crees que tu hijo es un héroe, cuando ahora en realidad es igual a nosotros.

Jael golpeó el suelo con la punta de su bastón. Un golpe que se impuso como un «ya basta».

—No, no es igual a ustedes, porque mi hijo no abriría la caja. —Su voz sonó más alta y fuerte en ese momento, dejando en claro que el comentario lo había molestado—. Puede tener su sangre, sus poderes, pero nunca tendrá la necesidad de liberar el gas. Esa es la gran diferencia. Eso es lo que Godric nunca entendió, que ustedes son monstruos por naturaleza; pero como esta no es la naturaleza de Jaden, será un salvador. Salvará al mundo del mal que son los STRANGE. —Recuperó la compostura tras un suspiro, y alzó la barbilla con cierta decisión—. Así que solo con la condición de que él los mate es que ayudaré a Mack.

La imagen de Jael de repente sufrió un glitch. Eso significaba que la psique de la chica ya estaba entrando en sus límites de debilidad. Le quedaba poco tiempo de proyección. Debía decidir rápido.

Consciente de eso, ella miró de nuevo al interior de la cámara criogénica. Aún con lo inestable y débil de su poder trató de inspeccionar la mente de ese Jaden modificado que yacía con los ojos cerrados.

Se encontró con algo que tampoco había esperado: que aún tenía algunos pensamientos a pesar de que el resto no era coherente. Pero el chico podía recordar algunas cosas: un choque, una figura en medio de la carretera, varias cirugías hechas por distintos médicos, dolor, voces inentendibles.

Y también podía sentir. Jaden se sentía encerrado en un límite desesperante. Era como que quería gritar, pero nada salía de su boca. También era como que quería moverse, pero no tenía poder sobre sus extremidades. Entonces estaba allí, preso dentro de un cuerpo que ya no le pertenecía ni obedecía.

Pero la poca cordura que le quedaba desaparecería en algún momento, quizás cuando estuviera lista su transformación. Todavía no lo estaba. Le faltaban un par de meses más.

—No —soltó la chica tras el escaneo, directo a Jael—. Yo mataré al número uno porque solo así él no sufrirá. No permitiré que luche a muerte contra tu hijo, porque lo único que ocasionará será dolor a ambos.

—¿No lo aceptas para evitar que sientan dolor? —resopló Jael como si eso no tuviera sentido—. ¿Es que crees que tu sola traición no le va a doler al número uno? Los STRANGE nunca se atacarían entre ellos mismos. ¿No te parece que él se va a preguntar por qué lo haces?

Ah, claro que ella había pensado en eso. Lo había pensado cada día desde que había descubierto lo del gas. No era ajena a las consecuencias que tendrían sus actos sobre sus hermanos. Eso también había sido una elección difícil.

Sin embargo, el número uno era tan importante para ella como lo era Mack. Quizás lo entendía muchísimo más, así que sabía muy bien cómo reaccionaría él al descubrir la misma verdad que ella.

Y eso era lo que quería evitar. Quería evitarle a Ax el mismo sufrimiento que ella había vivido.

—El dolor de verme atacarlo será menos que tener una batalla con tu abominable creación —dijo la chica, decidida—, porque incluso si yo se lo dijera todo, si yo le revelara al número uno que hago esto para que Mack pueda seguir viviendo, él escogería lo mismo. No lo dudaría ni un momento. Entonces, el sacrificio de acabar con todos los STRANGE sería igual, solo que hecho por él.

—Puede ser. Pero te verá como una enemiga.

La chica se mantuvo firme en su postura a pesar de que el simple hecho de estar hablando sobre lo que Ax sentiría al verla traicionarlo, la hacía sentir al borde del retractamiento.

Pero no debía. Y por más que no quisiera lastimarlo, estaba segura de que eso sería menos traumático para él.

—Prefiero que me vea así a que se entere de la verdadera razón por la que vino a este mundo —sostuvo ella—. Prefiero que crea que lo traicioné a que su deseo de tener una vida sea destruido de la misma forma que Godric destruyó el mío. Prefiero que le duela mi ataque a que se culpe por su propia existencia como yo me culpé. Prefiero que muera sin saber sobre el gas, y no pensando que es un monstruo. Así que no me importa si seré su enemiga ante sus ojos. Eso será menos doloroso que descubrir que sí nació para matar a todas las personas, tal y como MANTIS siempre le dijo. En especial, que una de esas personas a las que puede matar, es alguien a quien él ama.

Jael mantuvo un silencio pensativo tras esa confesión.

—Suenas tan humana como Godric te describió —opinó con algo de ironía, como si no se lo creyera—. Él nunca encontró otra solución a todo esto, ¿cierto? Recuerdo que quería buscarla.

—La buscó aún sabiendo que no existe. —Negó ella con la cabeza—. Incluso si no queremos, los poderes dentro de nosotros están diseñados para responder al del número uno; y el de él está diseñado para responder a la misión de abrir la caja. Entonces, si lo ciega la necesidad de encontrarla, puede obligarnos a hacer lo que sea. —Al ver que el rostro de Jael se torció en otro glitch, ella volvió a insistir—: Pero ya basta de explicaciones. Necesito tu promesa de ayudar a Mack y a su madre.

—¿Por qué quieres eso? —preguntó él, alzando la barbilla con cierta altivez. ¿Acaso sabía que ella podía desvanecerse y estaba haciéndolo más lento—. De aceptar, primero necesito el porqué.

La chica no se lo habría dicho. No habría revelado tantas cosas de no ser porque en serio necesitaba lograr que Mack estuviera a salvo antes de actuar. Por eso mismo, contra sus deseos, decidió ser honesta para ver si así lo convencía.

—Porque Mack creó un vínculo con el número uno —admitió de una vez, desviando la mirada para ocultar lo que las confesiones le causaban a sus emociones—. Cuando él llegue hasta mí, ambos se reencontrarán, y ella no se separará de él. Si me ve matarlo... —De todas formas, de nuevo la mala sensación por lo que tendría que hacer le apretó la garganta, pero se forzó a no demostrarlo—. Si me ve matarlo será un trauma que no estaré para borrar, porque apenas Ax muera, yo también moriré.

—No quieres que ella te vea hacer eso —asintió Jael mientras la analizaba con la mirada.

—O que sepa mi intención, porque Mack es capaz de hacer cualquier cosa por él, incluso si eso implica detenerme —admitió ella también.

—¿Y qué hay de la madre? ¿Por qué deseas que sea protegida?

—Es la más adecuada para cuidar de Mack. Deben estar juntas.

Aunque a esa respuesta le faltó su otra razón: que merecía ser protegida porque ella había obligado a esa mujer a hacer algo que nunca en su vida habría hecho. En el fondo sentía que le debía algo por convertirla en una asesina.

—Bueno, mi condición es la que te dije. —Jael no cambió de opinión—. Las protegeré a cambio de que no intervengas cuando mi hijo se enfrente al número uno.

—Jael, no voy a permitírselo —lo repitió ella, dando un determinado y desafiante paso adelante como si en verdad pudiera luchar contra él en ese momento a pesar de que era una simple proyección.

—¿Entonces para qué viniste aquí? —Jael la miró con un desconcierto molesto—. ¿Por qué creíste que yo iba a ayudarte sin pedir algo a cambio? —Y luego con un desdén marcado—: ¿A ti, la misma sangre del monstruo que arruinó la vida de mi hijo?

Con un resoplido que afincó aún más lo mucho que la despreciaba a ella y a los demás individuos, Jael volvió a darle la espalda.

—Vete —le dijo con la misma voz con la que habría dado una orden en MANTIS muchos años atrás.

Ya ella no podía apretar más el puño, por lo que éste solo se soltó. Una honda sensación de fracaso y cierta desesperación la abordó. Uno de esos momentos en los que se encontraba no sabiendo qué hacer. En verdad no quería matar a Ax con Mack presente.

—Vine porque aún en su lecho de muerte él pensó en ti —solo pudo admitir, algo molesta con su propia ingenuidad—. Cuando Godric estaba a punto de morir, yo estuve abajo, escuchando los pocos pensamientos que podía percibir a pesar de la inyección. Hasta el último segundo de su vida, Godric pensó que tú eras una buena persona, y deseó que te hubieras quedado de su lado.

Jael giró un poco la cabeza. Ella solo pudo ver su perfil y cómo su mirada quedó fija en el suelo. La chica percibió que sus palabras dieron justo en un punto sensible de él, que sí lo afectaron.

Pero nada de eso se reflejó en su rostro o en sus palabras.

—No hay buenas personas en esta historia, solo un mundo que salvar de la malignidad de los STRANGE —replicó Jael con frialdad—. Godric también quiso lograr eso, pero de una forma incorrecta. —Por alguna razón tuvo que tragar saliva para que su voz saliera firme en lo siguiente, aunque por el contrario esta salió algo baja—: Y mi lado siempre estuvo abierto para él. Yo también lo esperé.

—Lo sé —decidió revelar ella—. Y sé lo que pensabas sobre él cuando pasaban horas en el laboratorio, pero no fui capaz de comprenderlo hasta que crecí. Por eso creí que al menos no te negarías a proteger a su hija.

Hubo un silencio. La chica mantuvo una pequeña esperanza. ¿Sería en verdad el hombre al que Godric Cavalier consideró bueno hasta su último aliento? Ella nunca pudo ver las profundidades de su ser, y ahora tampoco podía. Por eso solo esperó.

—¿Por qué protegería a su hija cuando él no protegió al mío? —fue la respuesta de Jael tras un momento, de nuevo con una nota de desdén.

—¡Jael, no puedes negarte! —Quizás porque ella se alteró, toda la imagen de él se distorsionó. Desapareció su visión de la cámara criogénica. Se sacudió su perspectiva, tanto que ella dio un paso atrás.

—Ya no puedes sostenerte más, ¿cierto? —Casi sonó como una burla de su parte. Aunque tal vez fue el momento que él había estado esperando, porque solo ahí le lanzó la bomba—: Antes de irte quiero que sepas que mi hijo buscará uno por uno a todos tus hermanos, y los matará. Cuando ya no quede ninguno y estén solo tú y el número uno, tan débiles que ni siquiera podrán defenderse, se enfrentará a ustedes dos.

Fue la última vez que vio a Jael, porque luego se desvaneció.

Al volver al laboratorio de Godric, su cuerpo debilitado y acostado en la camilla dentro de su celda, tomó aire abruptamente. Le palpitaba la cabeza de dolor, estaba mareada, temblorosa y tan débil que no creía poder sostenerse en pie sin caerse. Hasta veía borroso y sentía espasmos en las sienes.

Pero eso no importó porque la horrorizó mucho más el saber lo que Jael haría. ¿Su verdadero plan era debilitar a Ax matando uno por uno a los individuos?

Aunque ella había visto la mente de Jaden. El chico todavía no estaba listo para salir a buscarlos. Su transformación no estaba terminada.

Pero cuando lo hiciera, ¿los encontraría? Seguían aprisionados en sus celdas a pesar de que MANTIS no existía. Eso lo había decidido ella. Nunca los dejó salir luego de la matanza porque eso significaba que inmediatamente buscarían a Ax, su líder, y el reencontrarse solo habría hecho surgir mucho más rápido la necesidad de abrir la caja.

Entonces los hizo permanecer en sus respectivas celdas de seguridad, custodiados por los guardias a los que no había podido matar (por estar fuera de las instalaciones de MANTIS aquella noche) pero que respondían a órdenes que ella implantaba en sus mentes.

Sin embargo, con su poder tan débil, la orden de quedarse allí y proteger al resto de los individuos solo serviría hasta que llegara la abominable creación de Jael.

En ese momento los soldados despertarían de su sueño, caerían, y sus hermanos tendrían que enfrentarse solos al monstruo...

La chica lloró. Lloró dentro de la celda por la debilidad de su fuerza, por su incapacidad para ir y ayudarlos, por no haber conseguido la protección para Mack. Lloró por las mentiras de Godric, que la habían transformado en lo que era ahora. Lloró porque rompería el vínculo entre Ax y Mack. Lloró por la traición que tendría que cometer.

Lloró porque tendría que hacer que todos la vieran como un enemigo.

Y lloró por tener que volver a hacer una terrible elección.

Hasta que de repente se le ocurrió algo.

Se sentó en la camilla con esfuerzo. La celda todavía expulsaba gas sedante a ciertas horas, por eso nunca podía recuperarse por completo y siempre estaba atontada, somnolienta, con poco control de su mente y casi nada de consciencia de su realidad.

Pero se le ocurrió un plan: mentir.

Quizás no debía matar al número uno tan rápido. Quizás debía esperar a que él llegara y convencerlo de ir a buscar a los demás con algún propósito falso, porque si ambos llegaban a tiempo a las celdas podían evitar que el Jaden alterado los asesinara.

Luego podrían sacar a los individuos y llevarlos a un lugar seguro. Allí ella tendría la oportunidad de matar a Ax. Así, el resto (incluída ella) morirían en paz y no dolorosamente como la creación de Jael iba a causar.

Pero... ¿cuál podía ser un lugar seguro?

Pudo recordarlo horas después: la cueva en donde habían sido engendrados.

Sí, era el mejor lugar para que todos murieran. Incluso el más simbólico. Para asegurarse de que Ax aceptara ir allí le diría que su padre, la criatura, había dejado algo importante para ellos en ese lugar.

Aferrada a esa idea, la chica número dos se hizo una herida a sí misma con la poca potencia de su poder. Después se recostó en la camilla a esperar.

El número uno aparecería para salvarla, porque si ella estaba muriendo, él también.

Entonces cumpliría su injusta misión. 

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