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En el capítulo anterior para quienes no se acuerdan: Mack y Dan fueron a una cita y cosas extrañas empezaron a pasar. Gesher y los guardias acusaron a Vyd de esos sucesos inusuales y si se lo llevaron. Mack estuvo a solas con Dan y antes de que Dan la besara, Ax apareció y lo ahorcó. Luego Ax se desplomó, débil. Ahí terminó el cap.

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MACK


—No sabemos muy bien qué está sucediendo, pero me advirtieron que si Ax mata a alguien tomarán medidas... desesperadas.

El padre de Nolan me había detenido en uno de los pasillos para decirme eso con urgencia.

Y era obvio que las medidas "desesperadas" podían ser atacarlo para que se detuviera, porque no sabíamos qué estaba haciendo, pero era muy peligroso.

La situación estaba así: habían logrado meter a Ax en una de las habitaciones médicas, pero luego no se había dejado tocar, había golpeado a los guardias y aunque lucharon por atarlo, él había creado una especie de niebla oscura a su alrededor que era sorprendentemente dañina para quien la inhalaba. Debilitaba, hacía vomitar a las personas y causaba efectos "extraños". Tenían rodeado el perímetro para proteger al resto, por lo que el sitio estaba lleno de guardias corriendo por todos lados, gritando y recibiendo órdenes, pero nadie lograba avanzar mucho o entrar.

—¿Sigue herido? —pregunté.

—Sí, pero no se sabe por qué —dijo Teodorus—. Como sea, toda la energía oscura que está causando caos proviene de él. Y Dan está estable, pero... un poco más y pudo haber muerto.

A Dan también se lo habían llevado urgente en una camilla, porque aunque Ax lo había soltado, por alguna razón había entrado en un estado de asfixia. Yo misma los había seguido y lo había visto retorcerse con las manos en el cuello, luchando por conseguir aire. La imagen de él con los asistentes médicos a su alrededor gritando que necesitaba oxígeno, me había dejado confundida y asustada, porque no tenía respuesta para la actitud tan agresiva de Ax. Quería defenderlo, asegurar que él no mataría a nadie, pero... no sabía qué decir o hacer.

La forma en la que se había presentado... Ax lucía capaz de acabar con cualquiera. Incluso había noqueado a dos guardias para liberarse.

—¿En dónde demonios está Nolan? —solo pude quejarme, inquieta.

Otro que también había hecho algo raro. Después de que se llevaran a Ax, había desaparecido y no lo había encontrado por ninguna parte. Lo necesitaba en ese momento, pero ni rastro de él.

Teodorus me tomó por los hombros, preocupado.

—Escúchame, Mack —me dijo, serio, mirándome a los ojos—. Esto no es algo que se resolverá por sí solo. Debes acercarte a Ax. Está dentro de su estado oscuro y hay que sacarlo de allí, porque no sé si lo sabes, pero su transformación sucede por fases.

Por supuesto que no lo sabía. Buena información para soltar en ese momento, ¡¿no?!

—¿Por fases?

—Lo que has visto de Ax en el estado oscuro puede ser solo una de ellas —asintió—. Es decir que hay más. Es por eso que no debemos permitir que avance. Tú lo conoces, tú tienes un lazo con él, debes intentarlo.

Solo lo miré, ahí parada frente a él, sin ningún tipo de poder o de fuerza capaz de contrarrestar a un individuo de Strange. En parte estaba asustada porque las cosas no habían salido como yo había esperado, sino todo lo contrario, de una forma que no era capaz de entender. Dan casi muerto, Ax herido y agresivo, Nolan desaparecido, la organización entera cayéndose a pedazos, guardias corriendo, Teodorus sudando y al borde de los nervios. Y por otro lado... Solo quería defender y ayudar a Ax, pero, ¿cómo?

—Pero en ese estado no reconoce a nadie —dije, dudosa.

Teodorus afincó su preocupación, sosteniéndome con mayor insistencia. Sus ojos parecían más grandes por la inquietud.

—Si lo dejamos avanzar, su actividad cerebral cambiará y sus recuerdos se nublarán por el instinto animal, pero si tratas ahora que aún no ha pasado de fase, tal vez logres algo.

No estaba muy segura. Había visto a Ax matar soldados en ese estado, aquel día en el patio trasero de la mansión. Sin piedad. Pero si los de la organización lo veían también, iban a considerarlo una total amenaza e intentarían detenerlo a toda costa.

¿Debía hacerlo? ¿Debía apartarme?

Antes de poder dar una respuesta, el sonido de unos zapatos altos resonando en el suelo nos interrumpió. Vimos a Madelein aproximarse a nosotros por el pasillo, junto a un guardia armado. Muy seria, con su cabello atado en una coleta y sus pantalones de tela sin una arruga. Se detuvo ante nosotros. Me latía el corazón de nervios. No confiaba demasiado en ella. Me inspiraba algo extraño.

—Vamos a enviar a un equipo especial —anunció al detenerse frente a nosotros.

—Deberíamos esperar un poco —aconsejó Teodorus con rapidez.

—Hay que sedarlo, de lo contrario parece que no se detendrá —sostuvo ella.

¿Sedar a Ax? Mis nervios y miedo pasaron a un lado y se activó mi modo defensa y protección.

—Nunca nos dijeron que podían usar la fuerza contra ellos —la encaré, molesta—. Tampoco que podían acusarlos sin pruebas, justo como Gesher y los guardias hicieron con Vyd hace un rato.

—Dije que protegeríamos a la humanidad ante cualquiera que sea el peligro —me corrigió Madelein—. En este momento, Ax es un peligro y no sabemos la razón. No esperaremos a que sea peor.

Teodorus intervino, más preocupado:

—Hablaré primero con él, podría convencerlo de que...

Pero ella lo interrumpió, firme y con el poder de su cargo:

—El equipo especial se ocupará de esto. Ustedes deben desalojar el edificio ya mismo.

—Está herido y probablemente asustado —siguió Teodorus—. Hemos hablado muchas veces de lo poco que ellos comprenden los sucesos humanos. Su instinto es salvaje, animal, si se ven atacados, van a defenderse. Lo mejor es hacerles entender que el entorno es seguro.

—No nos arriesgaremos —negó Madelein.

La forma en la que lo dijo fue tan decisiva, tan "no nos importa si debemos atarlo con cadenas" que mis nervios y dudas se disiparon rápido. Estuve segura de que debía arriesgarme, porque una de las cosas que no permitiría jamás era que volvieran a encerrarlo y a tratarlo como un animal.

—Pero es que él podría detenerse —intervine en la conversación—. Yo puedo ir e intentar...

—Acompáñalos a la salida —ella cortó mis palabras con la orden al guardia.

El guardia se acercó a mí, decidido a agarrarme del brazo. Estaba lista para quejarme, pero entonces sucedió algo inesperado. Teodorus se adelantó y con una fuerza inesperada le lanzó un puñetazo. Abrí tanto los ojos de la sorpresa que de seguro mi cara se vio graciosa. Madelein también quedó asombrada porque el golpe fue tan sido tan acertado que el guardia cayó noqueado en el suelo.

—¡¿Pero qué has hecho, Cox?! —soltó ella de inmediato.

Mientras Teodorus sacudía la mano de dolor, me dijo con urgencia:

—¡Ve rápido, Mack!

Un poco perdida, tardé un momento en procesarlo, luego esquivé a Madelein y me apresuré por el pasillo.

Lo hice de forma automática, como quien debía ejecutar el último plan, sin ser muy consciente de que ahora toda la responsabilidad estaba sobre mí. Incluso llegué a pensar que no podía ser tan difícil plantearme frente al Ax oscuro, pero a medida que me adentraba más en el edificio, todo comenzó a volverse muy extraño y mi forma de percibirlo también.

Yo caminaba apresurada y sabía el camino, pero el piso emitía una leve vibración, como si un temblor estuviera a punto de suceder, y mis pasos eran torpes, tanto que creía que iba a caerme. Las luces parpadeaban como locas. De vez en cuando se escuchaban los sonidos de algunos objetos cayéndose. El ambiente estaba demasiado frío, y pronto también empecé a experimentar una sensación de incomodidad, de malestar, como si estuviera enferma o no perteneciera a ese lugar y todo mi instinto me gritara que debía huir.

Tuve que detenerme un momento y apoyar la mano en la pared. Miré al suelo. Mi estómago estaba revuelto, la misma sensación de haber comido algo en mal estado. Lo que Ax estaba expulsando era muy dañino. Pero, ¿cómo era posible? Si los guardias habían atrapado debía de ser el Ax proyectado por la chica número dos. Entonces, ¿cómo podía soltar toda esa energía si no estaba físicamente allí? Era una proyección que se podía tocar. La chica número dos había explicado que así se suponía que se engañaba al cerebro humano, pero a fin de cuentas no era real.

Tomé aire, crucé en el último pasillo de las habitaciones médicas. El piso ni siquiera era visible porque una niebla densa y negra lo cubría. Encima, la bombilla había explotado y algo echaba chispas. Más allá era oscuridad absoluta. Escalofriante.

Lentamente, fui hasta la puerta desde la que salía la niebla. Emanaba como ramificaciones incluso por la pared. Al tocar la manija estaba tan helada que casi la suelto, pero la presioné...

Cuando entré, vi a Ax en la esquina de la habitación, como refugiándose allí, pero al mismo tiempo parecía estar sufriendo algo. Tenía las manos en la cabeza y se sacudía con violencia, ¿luchando? Era una imagen aterradora, extraña, que por un momento me indicó que lo mejor era retroceder, porque ese Ax estaba sumido totalmente en el estado oscuro al que tanto debíamos temer.

Solo que no me dio tiempo de dar el paso atrás, porque él se giró con violencia al detectar mi presencia y me lanzó un ataque de niebla negra. Lo único que logré fue gritar:

—¡Soy yo, Mack!

Aun así me di por muerta, pero en un giro inesperado, la niebla se detuvo a centímetros de mi rostro. Tan cerca, era un nubarrón denso y emanaba un frío que llegaba a los huesos. Mi respiración se aceleró tanto en ese momento que tuve que entreabrir los labios. Luego alcé la mirada. Por encima vi el rostro de Ax, enfadado en un nivel intenso. Esas venas oscuras recorrían sus mejillas, su cuello, sus hombros, sus brazos. Su pecho subía y bajaba con violencia. Los iris de sus ojos eran totalmente negros. El aspecto humano mezclado con esa transformación monstruosa era intimidante y terrorífico.

Pero asumí que, si había detenido el ataque, era porque me había reconocido un poco, y aproveché eso.

—Solo soy yo, y no vengo a atacarte —le dejé en claro. Esperé unos segundos, y como no dijo ni hizo nada, pregunté—: ¿Qué te pasó? ¿Por qué estás herido?

Tampoco respondió.

—¿Estás realmente aquí? —intenté de nuevo.

No respondió.

—Pareces muy enojado —traté con algo diferente.

Las palabras salieron de su boca despacio, cada una separada, pero cargadas de rabia:

—¿Qué estabas haciendo?

—¿A qué te refieres exactamente? —pregunté tras tragar saliva.

—Dan. Tú.

Por un momento no supe qué decir. Estando ahí parada mi cuerpo temblaba porque la niebla, que era la proyección de su poder, flotaba justo frente a mí como ansiosa de atacar. De hecho, toda su ira se proyectaba cada vez peor en la energía oscura que había a su alrededor, así que había olvidado por completo esa parte, pero sabía perfectamente a qué se estaba refiriendo.

—Tuvimos una cita —le dije la verdad.

—¡¿Por qué?! —exigió saber en un gruñido de rabia, y el chorro de niebla atacó debido a su reacción, pero no me dio a mí. Se desvió y dio contra la pared, justo a mi lado. Fue tan potente que resquebrajó la pared con un sonido impactante.

El suelo volvió a temblar. Casi perdí el equilibrio, pero logré mantenerme en pie.

—Porque eso quise —respondí.

—¿Eso querías? —repitió detenidamente, de pronto dando unos pasos hacia adelante—. ¿Besar a Dan?

—No, yo no iba a besarlo —aseguré—. Lo atacaste antes de que yo...

—¿Lo querías cómo aquel día? —me interrumpió, aun avanzando.

Aquella vez en la fiesta de mi madre, cuando yo sí había besado a Dan y Ax lo había visto todo. En ese entonces, él no entendía lo que era un beso y por eso me había pedido dárselo, pero ahora que sabía lo que el contacto humano significaba, el reclamo tenía algo de sentido. Aunque en ese estado era más peligroso que estuviera consciente de ello.

—Eso lo hice porque no quería que él te descubriera —le expliqué con cuidado—. Fue una táctica para distraerlo.

Mis palabras no funcionaron para nada. Lo agarró una furia aún más intensa, así que un revoltijo de niebla se acumuló lentamente alrededor de sus manos, y tras eso dos de las bombillas de la habitación estallaron. Tuve que cubrirme con mis brazos de los pedazos que cayeron sobre mí y el resto de la habitación.

—Ax, tienes que detenerte —le pedí, medio asustada—. Lastimaste seriamente a Dan y los guardias creen que vas a...

—¡Me importa una mierda Dan! —gritó él con rabia antes de que yo terminara de hablar—. ¡Me importa una mierda este lugar!

¡¿Pero y ese lenguaje?! ¡¿Pero y ese Ax?! No me había esperado que la situación pudiera ponerse tan grave. Estaba en verdad sorprendida, porque había ejecutado mi idea sin saber si funcionaría. En cierto modo había creído que Ax no sentiría celos ya que en parte él no sabía muy bien qué eran, pero ahí estaba el problema. Al no saber qué eran los celos, no sabía cómo manejarlos y estaban desbordándose de su interior.

Muy bien, Mack, de nuevo se notaron tus dieciocho años. Aún algo estúpida, ¿no?

—¿En serio no te importa nada? —le pregunté en un intento de llegar al lado que conocía—. ¿No te importa Nolan? ¿No te importo yo? ¿Vas a lastimarnos? Porque eso es lo que sucederá si destrozas todo.

El remolino oscuro alrededor de sus manos se enredó entre sus dedos, amenazante.

—No lo entendía, pero ahora sí —fue su respuesta, lenta, cada palabra con la mandíbula tensa—. ¿Es un juego?

—No, Ax, no hay ningún juego —aseguré, desconcertada—. ¿De qué estás hablando?

En lugar de responder eso, apretó sus manos en puños y soltó la orden tan amenazante como exigente:

—Quítate.

—¡No! —me negué, y con mayor decisión me puse delante de la puerta.

Ni siquiera tuvo que decírmelo, porque lo entendí: "entonces saldré de alguna manera" y arrojó el cúmulo de niebla negra contra la pared junto a mí. Aún más fuerte que el ataque anterior, logró destrozar algunos pedazos. Luego lo hizo de nuevo, y de nuevo, y con cada impacto surgía una nueva oleada oscura. Él ni siquiera estaba atacándome a mí, pero el efecto colateral sí. Me sentí mareada al instante, y tuve que apretar con fuerza los ojos varias veces para poder enfocarme. Incluso tuve que buscar lo más cercano para apoyarme y no caer, porque mis piernas se sintieron muy débiles.

—¡Ax, con esto que estás haciendo pones en peligro a todos! —le dije, sintiendo muchísimas nauseas.

Me ignoró. Siguió atacando la pared para abrir una salida.

—¡Ax, tienes que detenerte! —volví a pedirle.

—¡No me importa! —dijo él con rabia—. ¡Muertos! ¡Muertos! ¡Todos muertos!

Repitió la palabra "muertos" muchas veces, destrozando la pared con una fuerza imparable. Pero yo no entendía de quién hablaba. ¿Una persona? ¿Muchas personas? ¿Algo que pasaría o que pasó? Tenía que parpadear mucho porque mi visión se estaba volviendo algo borrosa, y pensar se me estaba haciendo difícil.

—¿De quienes hablas? —le pregunté, apoyada en el borde de la camilla.

—Fuimos a buscarlos... —respondió entre cada golpe, histérico, descargando toda su fuerza en la forma en la que arrojaba las descargas de niebla—. Encontramos... lo que... encontramos... despedazado... cada pedazo... cada parte...

A pesar de las enredaderas de confusión en las que se estaba convirtiendo mi mente poco a poco, por fin creí entender a qué se refería.

—¿Encontraron a uno de ustedes despedazado?

Ax no asintió, pero la increíble fuerza y la ira con la que lanzó el siguiente ataque me lo confirmó, porque además, como si esa pregunta hubiera dado en su punto más sensible, cayó de rodillas al suelo y empezó a golpear el piso con sus puños, tan fuerte que solo con el primer impacto se resquebrajó al mismo tiempo que sus nudillos comenzaron a sangrar. Entonces comprendí que no solo se trataba de los celos. No era solo eso. Aquello era una crisis completa por distintas razones. Una de esas crisis que uno tiene cuando la impotencia es tan grande que te domina. Cuando no te comprendes ni a ti mismo y el mundo parece estar en contra. Una crisis humana, y él la estaba descargando de una forma peor a lo normal porque aún no comprendía esa parte de sí mismo.

Debía parar o podía terminar en destrucción total. Su estado oscuro podía evolucionar en un nivel que aún no conocíamos y que no debíamos conocer.

Porque a pesar de que era el Ax del que estaba enamorada, dentro de él también vivía un monstruo capaz de matar sin piedad.

Así que aun sabiendo lo riesgoso que era acercarme a él y de que mis piernas se sentían cada vez más débiles, di unos pasos hacia adelante, me agaché en frente y agarré sus antebrazos. En ese momento no era nada fuerte como para tratar de detenerlo, pero lo intenté. Afinqué mis dedos en su piel y lo sostuve como garras. Él me miró al instante del contacto.

Y entonces, tal vez por ese contacto, una ráfaga de imágenes pasó por mi mente. Fue como cuando los recuerdos de Jaden venían a mí, pero esa vez no eran recuerdos que me pertenecían, parecieron ser de Ax.

Un pasillo totalmente oscuro. Unos pies descalzos, sucios y ensangrentados caminando por él. Otros pies descalzos pero femeninos a su lado, también dejando huellas de sangre. Iban juntos, poco a poco, tras acabar con cualquiera que se había atravesado en su camino. ¿Ax y la chica número dos?

Llegaron al final del pasillo, en donde una enorme celda se ampliaba. En el centro, una enorme caja de acero flotaba. No, no flotaba, colgaba. Varias gruesas cadenas la sostenían. Ellos se acercaron a la caja. La fuerza del que debía ser Ax (no veía su rostro pero sí sus pies y sus manos) rompió esas cadenas y dejó caer la caja. Después, con más de su fuerza, logró arrancarle una de las puertas.

Tuve la certeza de que él creyó que liberaría a alguien, pero nada salió por sí solo del interior de la caja de acero.

Lo que había dentro de ella eran partes de algún cuerpo humano.

Cada miembro mutilado, en estado de descomposición, con la piel casi negra, despidiendo un olor asqueroso. Repleto de gusanos, de trozos coagulados, de carne putrefacta. Los brazos, las piernas, los pies, el torso, las manos, y cuando por sí mismo él iba a tomar la cabeza...

Las imágenes se desvanecieron de mi mente. Parpadeé. Frente a mí vi de nuevo a Ax. Su rostro repleto de venas oscuras estaba tenso y todo él se convulsionaba de rabia en cada respiración. Los ojos totalmente negros, como si fueran solo pupilas, fijos en mí. La niebla negra era más espesa alrededor de él.

—¿Mantis le hizo eso? —pregunté en un susurro atónito.

Lo dijo con rabia, con desprecio:

—Todos le hicieron eso.

—No todos somos iguales, Ax —le recordé, notando el rencor en sus palabras—. Tú lo sabes. Te lo hemos demostrado.

Tal vez porque su estado oscuro aún lo dominaba, eso no funcionó para calmarlo. Frunció las cejas, apretó lo dientes con furia e intentó alzar sus brazos de nuevo y tensó sus puños sangrantes para volver a golpear el suelo, pero apreté más mis dedos sobre sus antebrazos y me afinqué para contrarrestarlo.

—¡No, ya basta! —solté. Fue con tanta exigencia que él se quedó paralizado—. No puedes perder el control de ti mismo justo ahora. Eres el número uno. Aunque uno de ellos ya no esté, los demás todavía te necesitan. Todavía hay un plan, ¿lo recuerdas? ¿O eso también cambió?

Otra vez, nada que funcionara. Apretó tanto los dientes que los vi en su mueca de furia.

—Odio esto —me dijo, enfadado y tenso, y lo siguiente se oyó más alto—: ¡Lo que haces! ¡Lo que me haces sentir!

—¿Qué? ¿Celos? —rebatí, tratando de comprenderlo—. Las personas lo sienten, lo importante es aprender que a veces la mejor manera de descargarlos es hablando, no enfadándote de esta forma ni atacando a todos como estás haciendo ahora.

Por un momento me miró tan fijo y en silencio, con el pecho subiendo y bajando por el enfado, que creí que eso serviría para algo, pero no. Tras un segundo, su rostro volvió a transformarse en una expresión de odio y le bastó apartar sus brazos en un movimiento brusco para romper nuestro contacto. Fue como un balde de agua fría para mí. Devastador.

—Voy a matarlos a todos —dijo entre dientes, decidido, más que como una promesa, como un hecho—. Voy a matarlo.

No sé si fue por la frustración de no lograr nada, por los nervios o por el malestar que su poder estaba causando dentro de mi cuerpo, pero súbitamente me enojé también.

—¡No, no vas a matar a nadie! —le solté, mirándolo, consternada—. ¡¿Es que crees que tú eres el único que está furioso?! Pensé que estábamos trabajando juntos en el plan y que tú y yo teníamos algo, pero decidiste no aparecer en un largo tiempo sin dar ninguna explicación, sin decir si necesitabas ayuda o no o si necesitabas que no estuviéramos cerca por otros motivos. Tras todo este tiempo juntos, protegiéndonos y ayudándonos, te fuiste. ¡Esperé con paciencia hasta que mi paciencia se acabó! ¡Hice lo de la cita para ver si finalmente te dabas cuenta de que tenías que venir porque fueron meses, Ax! ¡Nolan y yo no sabíamos nada! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué hiciste eso?!

La voz que escuché darme una respuesta, no fue la suya:

—Porque tú lo haces débil.

Giré la cabeza al reconocer el tono de voz femenino. Vi a la chica número dos detrás de mí, de pie, como un fantasma que acaba de aparecer. La ropa que llevaba ahora era un pantalón de gimnasio holgado y una camisa blanca mangas cortas que hacía ver su piel muy pálida y resaltaba el abundante cabello oscuro que le caía hasta por debajo de los hombros. Bajo la luz, tan clara, era más perturbadora de lo que había creído, como salida de una película de terror psicológico.

—¿Crees que todo se trata de ti y de lo que sientes? —continuó ella. Su voz era serena, pero de algún modo, atacante—. Esto es sobre nuestra supervivencia.

—Lo sé —asentí—, pero...

—¿Pero qué? —interrumpió ella—. ¿Pensaste que como tú lo ayudaste, te debe algo? ¿Que te pertenece?

Desconcertada, ni siquiera supe qué pensar. No entendía por qué estaba diciendo eso justamente ahora. De hecho, no entendía nada, pero podía percibir que no estaba de mi lado. ¿Qué estaba pasando? ¿No éramos un equipo?

—No soy tu enemiga —le recordé.

—Todos los que no son como nosotros, son enemigos —zanjó ella.

Luego miró a Ax, que seguía agachado, aún con mis manos sobre sus antebrazos.

Y de la forma más confusa e inexplicable y tal vez más "explota mentes" posible, desaparecieron. Todo el peso que yo tenía puesto sobre él, me hizo caer hacia adelante porque se desvaneció.

Estuve tan desconcertada, tan perdida, tan asustada y tan en shock que cuando los guardias entraron a la habitación, no fui consciente de que me apuntaron.

Y de que a partir de ese momento, me llevarían a una celda.

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WTF? WTF????
?????????????????????
El siguiente capítulo vendrá más rápido de lo esperado ;) lo siento, estuve enferma :( los amo mucho

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