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(continuación de los recuerdos...)
MACK
Tras las preguntas de la chica número dos, Godric Cavalier se detuvo en seco en el último escalón del piso inferior del laboratorio.
Sudaba mucho. Estaba agitado por haber corrido y asustado por lo que Jael haría en cualquier momento tras enterarse de la muerte de su hijo.
Así que durante un instante no pudo creer lo que estaba oyendo.
Pero su caos mental se disipó un poco para permitirle entender que sí, que después de tanto tiempo la chica ya sabía sobre el gas. Ella había logrado ver la verdad en su mente.
Solo que ya ni valía la pena preguntar cómo o cuándo.
—No te lo dije porque eras muy pequeña, así que acordé conmigo mismo que te lo confesaría cuando fueras lo suficientemente adulta como para decidir por ti misma no usarlo —le respondió él con sinceridad.
—No lo habría usado ni siquiera en ese momento, así que solo no confiaste en mí —replicó ella, furiosa. O más bien tan destrozada que el rastro de todo lo que había llorado se notaba en sus ojos hinchados. Pero ya no había llanto, solo la ira del dolor emocional.
Godric negó con la cabeza mientras avanzaba.
—Claro que confié en ti, por eso te elegí para que tomaras el lugar del número uno y...
—¡Tomar su lugar no servirá de nada! —lo interrumpió la chica en un arrebato—. ¡Y juro que si hubiera sabido antes sobre ese gas te habría evitado tantos años de inservibles experimentos!
Godric se sobresaltó ante el grito. Tenía los nervios a mil y solo quería que las cosas no empeoraran más.
—No, lo que estás pensando no es cierto —le aseguro él en un intento de calmarla—. Todo este tiempo trabajamos sobre la teoría de que si el número uno queda sin poderes, su sangre ya no servirá para abrir la caja.
—¡Tu teoría es una maldita fantasía! —refutó la chica. Para ella, Godric había perdido toda credibilidad, y se lo estaba demostrando—. ¡Es lo que has hecho todos estos años, armar fantasías frente a mí! ¡Pero estoy segura de que sabes muy bien que la única forma de que no se use su sangre es que él muera! ¡Siempre lo has sabido!
—¡Estás dejándote llevar por el impacto de la verdad tal y como le pasó a Jael! —Godric se desestabilizó por un momento debido a la frustración que siempre le había causado ese recuerdo. Sus cejas arqueadas, su ropa sudada y el gesto de alteración que hizo con las manos, lo hicieron parecer al borde del derrumbe—. ¡Sé que existe la posibilidad de que cuando le quites sus poderes él sobreviva por su parte humana! ¡No es una posibilidad tan grande, pero existe y eso fue lo que me bastó para intentarlo!
—¡Todos tus intentos serán inútiles! —gritó la chica a pesar de que él seguía negando con la cabeza—. ¡Si yo no logro trasladar sus poderes, todos vamos a morir por falta de energía! ¡Y si lo logro, solo tomaré su lugar y la necesidad de abrir la caja será algo que no podré controlar! ¡Simplemente me convertiré en él! ¡¿Y luego quién va a desactivarme a mí?! ¡Será un maldito bucle hasta que no quede ninguno o se logre liberar el gas! —lo siguiente lo añadió con una lentitud que solo enfatizó el profundo y doloroso resentimiento que había nacido en su alma—: Pasaste todos estos años probando cosas cuando sabías que la verdadera solución era matarlo.
Godric se giró abruptamente hacia ella. Fue antes de llegar a uno de los paneles del laboratorio al que había tratado de acercarse.
—¡No, ya basta! —También alzó la voz como si todas esas palabras estuvieran alzándose sobre sus creencias y con eso quisiera callarlas—. ¡No es así como debe ser! ¡He trabajado todo este tiempo para evitar eso! ¡Mi idea es que lo inhabilites y que todos puedan sobrevivir!
La chica perdió la paciencia y se alejó del cristal. Empezó a caminar de un lado a otro, llena de impotencia y con la mente nublada igual a un cielo a punto de reventar en una tormenta. La rabia hasta le hacía zumbar los oídos.
Le hartaba la absurda irrealidad en la que Godric parecía haber decidido vivir. Aunque toda aquella cólera, todo ese colapso, era la manifestación de lo mucho que le afectaba la verdad de la caja y de su propia existencia, porque implicaba muchísimas más cosas.
Estaba dolida. Preocupada. Rota.
Godric le había construido castillos de esperanza alrededor y luego se los había derrumbado. Sentía su propia vida destrozada. Sentía que había perdido un futuro que en realidad nunca le había sido posible tener.
Y ella misma se sentía como una aberración. La más pura representación de la maldad, creada para destruir.
—Dejarlo suceder no tendría sentido... —bufó la chica, temblando de la exasperación que le producía el ser consciente de lo terribles que eran las únicas soluciones y finales—. Si ese gas es liberado todos van a morir, y quedaremos solo nosotros, pero los demás se habrán ido: tú, Mack...
Godric empatizó con el hecho de que enterarse de toda la verdad de esa forma tan repentina no debía ser fácil, así que intentó acercarse a la celda para calmarla y darle apoyo.
—Sé que tu cariño por ella es lo que más te importa —le dijo, comprensivo y al mismo tiempo preocupado por lo mucho que la verdad estaba calando en la chica—. A su vez es la mayor muestra de tu humanidad. Y por esa misma humanidad supe que podías lograr que la caja nunca sea usada.
Ella explotó en un grito inestable, desesperado por ser entendido de una buena vez:
—¡¡¡Yo no solo siento cariño por Mack!!! —Sus ojos heterocromáticos, bien abiertos y enmarcados por sus cejas arqueadas, expresaron un dolor emocional profundo. Se notó mucho más como temblaba. Incluso se le quebró la voz al admitirlo—: Ella es todo... lo que he conocido.
Aquello se oyó tan triste. Cualquiera habría pensado que, si un individuo como ella tenía alma, ésta se había hecho pedazos de una forma irreparable.
—Escúchame, entiendo que... —trató de mediar él, pero ella lo interrumpió, negando con la cabeza con fiereza:
—No, no lo entiendes, Godric. —La voz quebrada y la rabia marcada en sus palabras lo callaron de inmediato. Ella fue brutalmente honesta—: En la cárcel de MANTIS no había nadie como yo. No había una niña real. Cuando llegué aquí, todo fue diferente. Yo crecí con ella aunque ella no creció conmigo. Significa para mí mucho más de lo que significaría para cualquiera. Su muerte por culpa del gas me destruiría. Pero no solo a mí, también a Ax, porque él la ama, y ella también a él. ¿Y no ves qué es lo que tendré que hacer para que Mack no salga lastimada? Tendré que borrar a Ax de su mente y matarlo. ¡Yo! ¡Yo tendré que quitárselo! ¡Tendré que quitarle esa felicidad!
Godric quedó desconcertado y horrorizado al mismo tiempo. Solo repitió una palabra de lo que había escuchado, porque no entendió a quién se refería:
—¿Ax...?
—¡Sí, ese fue el nombre que Mack le dio al número uno! —reveló la chica dentro de su ira—. ¡Ella al menos le dio un nombre!
Godric la miró de hito en hito.
—¡¿La involucraste con él a pesar de que te pedí que no lo hicieras más?!
La chica desvió la mirada. Apretó los puños. Pero su rabia alternó entre una tristeza contenida porque pareció causarle molestia, vergüenza e impotencia la respuesta que tenía que dar.
—Sí, lo hice, porque aquella noche que me hablaste de que habían descubierto la caja, cuando me pediste ayuda para detener a Jael porque quería matarnos y todo esto empezó... —Su voz sonó vulnerable por un momento—. Tú... tú dijiste que si hubieras podido demostrarle a Jael que nosotros éramos capaces de amar, muchas cosas se habrían solucionado. Dijiste que mi cariño por Mack te había hecho entender que yo no era un monstruo. Así que quise enseñarle eso a él. Pensé que si Ax conocía a Mack, tal y como yo lo había hecho, él aprendería a amar. Entonces podría demostrarles a todos que él tampoco era un monstruo. —Ella negó con la cabeza como si ahora considerara ese pasado una total estupidez—. No lo sé. Era pequeña y pensé que en el futuro esa sería la solución a todo. Pero si hubiera sabido lo del gas, habría intentado matarlo en ese mismo momento.
Pasmado, Godric comprendió lo que eso significaba.
Comprendió el lazo tan fuerte que se había tejido durante todos esos años por su culpa. Comprendió todo lo que había estado ignorando, el dolor ajeno, las consecuencias que aquello tendría en la mente de su hija...
Lentamente se pasó las dos manos por la cabeza.
—Dios, traerte aquí fue un error perjudicial para Mack... —susurró, impactado por su propio egoísmo.
La chica apretó los labios de la rabia. Volvió a acercarse tanto al cristal que puso las palmas trémulas contra éste, afincando las uñas.
Desapareció la vulnerabilidad. Su expresión se endureció. Solo se notó el odio que ahora estaba sintiendo.
—Cada error lo has cometido tú —le reclamó a Godric, y luego con su voz que sonaba a promesa, lo dijo—: Pero ya es suficiente de tus fallos. Resolveré lo que nunca tuviste el valor de resolver, y no dejaré que nada malo le pase a Mack. Yo misma mataré a Ax y luego me encargaré de que cada uno de los individuos, incluida yo, deje de existir para que no haya ninguna posibilidad de acceder a la caja. Así que abre esta maldita celda y llévame a donde está él, o reventaré tu cerebro.
La amenaza, tan real, sacó a Godric del pasmo. Reaccionó rápido y recordó lo que pensaba hacer. Entonces se dirigió hacia uno de los computadores avanzados que controlaba todo el sistema de su laboratorio.
—No, no saldrás de allí, y puedes intentar atacar mi cerebro todo lo que quieras, pero no lo lograrás —se negó.
Godric nunca le había hablado de esa manera tan prohibitoria. Nunca la había retado. Nunca había usado en su contra su poder como Cuidador (que al mismo tiempo era el de un encarcelador) pero las circunstancias lo ameritaban.
Aquello, claro, desató más la furia y la impotencia de la chica.
—¡Pero si prometiste que me harías la número uno, Godric! —le reclamó, de nuevo iracunda—. ¡Cumple tu maldita promesa!
Él sacudió la cabeza y apretó los ojos, de nuevo con ese aire perturbado que años y años de miedo le habían causado.
No le haría caso aunque ella se reventara gritando, porque tenía que poner como prioridad el actual peligro: Jael.
—No, ya basta de toda esta conversación —sostuvo Godric a pesar de que, en el fondo, la alteración de la chica lo ponía mucho más nervioso. Estaba seguro de que él también podía colapsar en algún momento, pero en una demencia irreversible—. Vine aquí porque hay algo más importante sucediendo justo ahora. No puedo olvidarlo y no podemos detenernos más en ese asunto. Así que escúchame: el ex director va a venir por cada uno de ustedes debido a lo que ha pasado esta noche. No importa si tiene prohibido acercárseles, cruzará todos los límites.
Ella solo golpeó el cristal de la celda con los laterales de los puños.
—¡Eres un cobarde y un mentiroso! —le gritó con más furia, como si quisiera llegar hasta él para despedazarlo—. ¡No me importa lo que esté pasando! ¡Sácame de aquí ya mismo!
Godric, decidido a ignorar aquellos insultos, empezó a manipular el computador. Movió el ratón y presionó teclas con sus dedos temblorosos.
—Él intentará encontrar la caja, pero antes de eso los matará a todos —Siguió hablando, solo que un poco más alto, tal vez para imponerse sobre los reclamos—: Aunque de verdad no creo que sospeche que la escondí aquí en la mansión, en dónde ni mi esposa entra. Supondrá que busqué un lugar mejor, más seguro. De todas formas, debemos evitar que haga algún movimiento.
—¡¡¡No, ya basta de tus malditos planes!!! —La chica golpeó de nuevo el cristal con más fuerza, harta—. ¡¡¡Y ya basta de tus malditas mentiras!!!
Mi padre se giró hacia ella, desconcertado y asombrado, pero ya no por su actitud, sino por lo que le acababa de decir.
—¡Nunca te he mentido! —le soltó él en alto. Dio la impresión de que no podía creer el cuestionamiento—. ¡Intenté hacerte la número uno! ¡Incluso intenté pedirle ayuda a MANTIS porque yo solo no estaba llegando a ningún lado, pero ellos sabían que tratar de darte los poderes del número uno podía matarlo a él, y no lo permitieron! ¡Sabían que si eso salía mal el resultado sería que podía matarte a ti y a los demás!
—¡NO, NO HICISTE LO SUFICIENTE PARA LOGRARLO! —replicó ella con otro furioso golpe al cristal—. ¡TODO ESTO ESTÁ PASANDO PORQUE NO HICISTE MÁS!
—¡¿Qué más podía hacer?! —soltó él, ya exasperado. Aunque, de inmediato su propia necesidad de no caer en la provocación porque eso lo distraería, lo hizo volver a centrarse—. Como sea, no intentaré nada más. Al estar enfrascado en eso no noté que algo grave estaba gestándose. Esta parte es mi culpa. Estuve tan metido en hacerte la número uno que creo que me salté lo que más quería evitar, y eso llevó a la tragedia de esta noche.
Esa vez, ella golpeó el cristal con las palmas abiertas.
—¡SOLO SÁCAME DE ESTA CELDA YA, GODRIC! —fue la respuesta de la chica, iracunda.
Y empezó a repetir eso una y otra vez. Una y otra vez en gritos agresivos y desesperados que resonaron en casi todo el laboratorio.
La actitud de ella ponía muy inquieto a Godric. Nunca era bueno que ningún individuo perdiera los estribos, porque eso podía generar un peligroso subidón de sus energías y desequilibrar su propio control de la misma.
Pero desde que había despertado del golpe que el mellizo le había dado, tenía una teoría sobre lo que había sucedido esa noche con el accidente.
Y estaba dispuesto a comprobar si era cierta.
Tras manipular el computador, aún con los gritos y golpes de la chica de fondo, se dirigió muy rápido hacia donde estaba la segunda celda de la que el mellizo había escapado.
La celda estaba echa un desastre: la máquina de oxígeno quemada; trozos de metal, productos de la explosión, desperdigados por el suelo; y el agua que había apagado las llamas, por todas partes.
Pero Godric se acercó en específico a la camilla con las sábanas chamuscadas, se agachó y empezó a buscar algo alrededor de ésta, palpando la superficie y algunas partes del piso.
La chica no paraba de exigir con una ira incontrolable:
—¡SÁCAME DE AQUÍ O CUMPLE TU PROMESA, GODRIC! ¡SÁCAME DE AQUÍ!
Godric lo encontró. Lo tomó con los dedos y lo miró con esos ojos desorbitados y asustados:
Un pequeño trozo de la piel oscura del mellizo, esa que le había quedado tras incendiar su propio cuerpo.
Se llevó corriendo el trocito hacia una de las mesas de análisis. Lo puso en el microscopio. Miró a través de él.
Pasó unos segundos en eso, analizando.
Sintió un shock frío por lo que comprendió, que era justo lo que él había teorizado tiempo atrás y que, la noche de la caja, le había dicho a Jael.
—Estuvo rechazándola... —dijo Godric con perplejidad tras un momento, todavía pegado al microscopio—. Se transformó de esa manera porque su cuerpo la rechazaba... Así es como empezará, no estuve equivocado...
Las moléculas que le daban los poderes a ese individuo estaban irremediablemente dañadas porque su cuerpo había empezado a rechazar la atmósfera. Como los STRANGE no estaban hechos para vivir en ella, eso lo había estado intoxicando lentamente, corrompiendo sus células hasta producir la transformación.
El fallo solo era la brusca y caótica explosión de energía de las moléculas, previo a la muerte. El individuo estaría vagando, liberando furia sin control, hasta que toda esa energía se agotara y estallara.
Así que ya había iniciado con ese individuo, y eventualmente le sucedería a los otros si no activaban la caja y cambiaban al planeta entero.
Pero Godric estaba seguro de que el número uno no sería tan tonto como para permitir que eso sucediera... Al sentir el rechazo, ese individuo buscaría la caja para cumplir su misión.
Ese era el inicio del fin.
Todo había empezado.
Godric, muy pálido, se sobresaltó porque de pronto la chica dio un golpe muchísimo más fuerte al cristal.
De hecho, tan fuerte que de forma sorpresiva apareció una línea de resquebrajamiento en el material del que estaba hecha la celda.
—¡QUE ME SAQUES DE AQUÍ TE ESTOY DICIENDO! —le exigió ella, muy amenazante.
Godric no dudó de que estaba dispuesta a reventar todo lo que fuera posible por salir de allí. No dudo ni siquiera de que su poder fuera suficiente para lograrlo.
MANTIS siempre había establecido una compleja seguridad para evitar que sus individuos escaparan. Si el mellizo se le había escapado, fue porque Godric siempre se saltó muchas de las estrictas medidas debido a que las consideraba muy crueles. No era algo que le gustara.
Pero en ese momento, consciente de que la chica podía reventar el cristal si se enojaba aún más, decidió recurrir a una de las medidas de MANTIS.
Solo le bastó con hacer un clic en el programa de seguridad (razón por la que había ido al computador en primer lugar) para que se abrieran unos compartimientos que siempre habían estado camuflados a lo largo del suelo que rodeaba la celda.
Desde ellos se elevaron cuatro nuevas paredes hechas no solo de cristal más grueso, sino también de tubos de acero. Se conectaron con el techo y crearon una segunda celda en torno a la vieja.
El encerramiento entonces quedó reforzado por esas nuevas paredes. Para salir ella, la chica no solo tendría que romper el cristal que había estado golpeando, sino también el siguiente, que era el doble de fuerte.
—¿Qué es esto? —Ella observó enojada y desconcertada los barrotes y el nuevo cristal—. ¡¿Qué es esto?!
—Perdóname, pero si te dejo salir y tú matas a los individuos y te matas a ti misma, sí se evitará que la caja sea abierta; pero la vida seguirá y MANTIS vendrá por Mack y por su madre para hacerme pagar por ello. Todo llevará a que algo malo les sucederá, entonces no puedo permitírtelo —le dijo Godric. Algo que nunca había deseado era hacerla sentir más prisionera, pero ahora debía. Solo debía—. No puedo sacrificar a mi familia.
La expresión de la chica quedó congelada de una forma peligrosa. Sus ojos muy abiertos e inyectados en sangre se humedecieron.
—Una vez dijiste que yo también era como tu familia... —pronunció ella, algo ahogada por el dolor y la indignación que le produjeron esas palabras de parte de él—. ¿Era... otra mentira?
Godric arqueó las cejas. Aquello no era tan fácil para él como ella estaba creyendo.
—No, no era una mentira, pero quiero decir que Mack no tiene que pagar por nada de esto —aclaró él con la voz algo afectada—. Y también te estoy protegiendo de morir. Ir a matar a todos y luego acabar contigo misma es absurdo. No mereces que las cosas sucedan así. Ninguno de los individuos lo merece, por eso he trabajado tantos años para encontrar otra solución.
Ella tensó los labios. El desprecio en su rostro fue tan claro como aterrador. Nada de lo que él dijera funcionaría ya.
—No tienes derecho a decidir nada ya —le dijo con los dientes apretados. Y luego lo amenazó—: ¡Así que déjame salir o voy a matarte, y no podrás proteger a nadie si estás muerto!
—¡Que matarlos a todos nunca será la solución! —soltó Godric junto a un gesto de las manos que pareció como si quisiera arrancarse los cabellos del estrés. También avanzó rápido hasta detenerse frente a la celda. Era demencial la aparente imposibilidad de cambiar las cosas o de ser entendido, y eso lo estaba llevando al borde del histerismo—. ¡Tu vida, piensa en tu vida! —le dijo él en un intento de hacerla entrar en razón—. ¡Piensa en la vida de todos los demás! ¡Llegamos hasta aquí para salvarlos a todos!
La chica hundió las cejas. Sintió eso como lo más ridículo que una persona podía decirle. Lo más absurdo. Lo más irracional. Una burla.
—Yo no tengo una vida dentro de estas cuatro paredes —dijo, consternada, pero más que todo, irritada—. Nunca la he tenido. Desde que nací, lo único que conozco es gente viéndome desnuda con la intención de alterar mi cuerpo. Veían que moría de frío, que no entendía nada, pero aun así me mantenían de pie frente un montón de científicos que no quitaban sus ojos de mí, siempre preguntándose: «¿qué podemos hacer para que sea nuestra espía, o nuestra arma, o nuestra fuente de dinero? ¿Qué le podemos hacer a su cerebro para ampliar las habilidades que ya tiene? ¿Qué droga podemos inyectarle hoy, mañana, y todos los días para aumentar nuestro beneficio?». Desde pequeña me escuchaban pedir ayuda porque la cantidad aturdidora de pensamientos que podía percibir eran una tortura, pero ellos decidían no darme ningún sedante o ayudarme a detenerlo porque eso les permitía monitorear mejor mi cabeza. Estuve sola, adolorida, muchas veces asustada, y otras veces demasiado drogada como para entender mi propia realidad. Amenazada, insultada, escupida, objeto de perversiones, de los más retorcidos experimentos que se le ocurrían a cualquier hombre narcisista y obsesionado que se creía capaz de hacerme más poderosa para complacer a MANTIS. —Las incontenibles lágrimas de dolor y resentimiento por ese traumático y cruel pasado ya corrían por sus mejillas. Pero, de todas formas, ella solo acentuó la rabia que le causaba lo que había escuchado de la boca de Godric—. Entonces dime, ¿de qué maldita vida hablas? ¿Del sufrimiento al que fui sometida por ser diferente? ¿O tal vez te refieres a la vida que me hiciste creer que sí podía tener aun sabiendo que en cualquier momento la necesidad de usar la caja lo destruiría todo?
Godric tragó saliva.
Él siempre había sido consciente de lo que cada individuo había tenido que sufrir dentro de MANTIS, pero escucharlo de la boca de la chica era todavía más atroz.
Siempre trató de no sentir pena por ella, porque no quería demostrarle lástima, sino tratarla como a cualquier otro ser humano. Pero en ese momento la sintió.
También estuvo seguro de que a ella le había tocado un destino horrible. Solo que no lo admitió para no herirla más.
—Nunca mentí, todavía pienso que existe la posibilidad de que vivas... —intentó decir. Pero la chica se alzó por encima de sus palabras:
—Voy a salvar a Mack. —Sonó decidida y firme—. Ella es lo único que me importa.
Godric se frotó los ojos con los dedos de una mano. Ya no hallaba cómo hacerla cambiar de opinión. Por lo que decidió al menos hacerla ver el peligro más cercano en el que Mack estaba.
—Bien, ¿en verdad quieres salvarla? Entonces escucha lo que estoy tratando de decirte desde que llegué —replicó, enfatizando las palabras con un tono de suma gravedad, de que cosas muy malas estaban a punto de pasar—. Sabes que el director ha querido matarlos desde que conoce la verdad, y con lo que pasó esta noche él no solo buscará todas las formas posibles de acabar con ustedes, sino de acabar conmigo y todo lo que se relacione a mí. No tendrá piedad. Va a venir sin importar si el resto de MANTIS no está de acuerdo porque él ya lo ha perdido todo, así que va a intentarlo. ¿Entiendes lo que significa eso?
—Él no podrá —negó ella. Nada de lo que Godric dijera tendría sentido ya—. Solo uno de nosotros puede matar a otro de nosotros. Pero olvidas eso porque le tienes un absurdo miedo a Jael, cuando en realidad a quien siempre has debido de temer es a mí.
Godric casi cruzaba el límite de la desesperación. Ni en sus peores pesadillas habría esperado que ella se pusiera en su contra, que lo viera como a un enemigo. Eso no solo le dolía, lo afectaba, lo hacía sentir culpable y fracasado en todos sus intentos de ayudarla. Lo derrotaba por completo.
—¿Por qué no lo entiendes? —le preguntó Godric, casi suplicante. ¿Ya que más le quedaba sino rogar?—. Debemos evitar que él llegue hasta ustedes y sobre todo hasta la caja porque ese objeto, sea lo que sea, determinará el futuro de todos los individuos de STRANGE. Si lo mantenemos a salvo de cualquier persona, ustedes podrán vivir. Si alguien lo encuentra, se hará hasta lo imposible por eliminarlos. Aunque... tampoco se trata solo de lo que el director puede intentar, sino también de lo que MANTIS decida... —Dudó durante unos segundos como si supiera las consecuencias que tendría la siguiente revelación, pero lo dijo—: Mira, el individuo que escapó causó un accidente en el auto en donde iban Mack y el hijo de Jael...
—¿Qué? —la chica lo interrumpió, como si para ella el mundo de pronto se hubiera puesto en una pausa pasmosa. Sus manos de nuevo se hicieron puños sin siquiera ella notarlo.
—El hijo de Jael está muerto...
—¿Y Mack? —volvió a interrumpirlo rápido, dejando en claro que no importaba nada más que eso.
—Ella se encuentra bien, pero estuvo en el accidente junto a Jaden y vio al mellizo. MANTIS ya lo sabe también. Me llamaron para informarme que te necesitarán para someter a Mack a un lavado de recuerdos.
La chica se puso fría. Solo lo murmuró:
—Varias de sus recuerdos ya han sido borrados antes, así que si se intenta alterar de nuevo su mente...
—Le causarán un daño irremediable —completó Godric en un asentimiento—. Claro, MANTIS no sabe que en el pasado yo te pedí que eliminaras cosas de su cabeza. Para evitar que ellos hagan el lavado habría que revelar que ya la sometimos a eso antes, y aun así no creo que vaya a importarles, pues nada más querrán ocultar la existencia de los individuos. Sin embargo, sí, se produciría un daño significativo si se borra algo más en la mente de Mack.
La chica negó rápido con la cabeza.
—No, no haré eso —sostuvo ella, muy horrorizada—. No entraré en su mente para borrar nada.
—Te obligarán con todas las drogas y todos los medios con los que te han obligado antes a cumplir sus deseos —suspiró Godric, dejando en claro que los peores temores estaban a punto de cumplirse—. De hecho, vendrán a buscarte en unas horas, porque debido a que el mellizo ha escapado ya no confían en mí para cuidarte. Todo... todo se ha acabado.
La estupefacción de la chica permaneció en su rostro durante unos segundos, porque a medida que lo procesó todo, se fue transformando.
Godric pudo ver cómo de una forma lenta, sus rasgos se fueron endureciendo: el ceño pasó a fruncirse más, la mandíbula a apretarse y sobre todo los puños a cerrarse con mucha tensión.
Fue ese cambio progresivo de un trauma. Ese en el que el dolor se deja atrás para dar paso al peor de los sentimientos.
Finalmente, en donde hubo vulnerabilidad, perplejidad y dolor emocional, solo quedó la más pura furia.
La furia capaz de destruir.
Fue la primera vez que él le tuvo miedo a la chica, y con toda la razón.
—Todo esto es tu culpa, Godric —pronunció ella con los dientes apretados de enfado y resentimiento—. Que Mack está en peligro, que yo tenga que matar al número uno, que todas mis esperanzas estén muertas...
—Sé que cometí errores, pero...
—No quieres sacarme de la celda. —Ella no lo dejó hablar—. Pero saldré de cualquier modo.
—Por favor tienes que calmarte... —trató él otra vez.
Pero era muy tarde. La chica número dos ya se había convertido en, exactamente, lo que la caja le exigía que fuera:
Un monstruo.
—Tu inyección no permite que yo entre en tu mente, ¿no? Entonces tú, Godric, entrarás a la mía. Y vendrás conmigo para ver lo que haré.
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Solo falta 1 cap para finalizar los recuerdos, y se sigue con el resto de la historia.
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