
4
Cosas que se pueden hacer en una cita: comer juntos, besarse, matar...
—¿Tienes que usar eso? —preguntó Nolan de brazos cruzados, medio enojado.
La situación: Dan me había enviado un vestido.
Sí, como en las películas.
Habíamos encontrado la caja en la habitación que Nolan y yo compartíamos, sobre mi cama. La habíamos abierto sin saber qué rayos era y nos habíamos quedado de boca abierta al ver el vestido blanco con tirantes. Ahora que lo habíamos extendido sobre el colchón, no se veía tan largo. Calculaba que debía quedarme por los muslos y bien ceñido en la cintura pero suelto sobre las caderas. Solo podía pensar que era algo bonito, aunque muy inesperado.
Nolan, al parecer, pensaba otras cosas porque siguió refunfuñando mientras lo mirábamos:
—¿Qué cree él que eres? ¿Julia Roberts en Pretty Woman que puede comprarte ropa?
—Creo que solo se dio cuenta de que el único trapito que tengo ahora es el uniforme —hice una teoría.
—Lo que creo es que tiene un fetiche contigo —replicó Nolan, nada contento—. ¿Y de dónde sacó dinero para comprarlo? ¿Y en dónde lo compró si estamos lejos de todo?
Buenas preguntas, pero lo miré, confundida.
—¿Qué pasa contigo últimamente y ese intenso instinto sobreprotector? —le pregunté, en verdad sin comprenderlo—. Tú no eras así antes.
—¡No lo sé! —exclamó él, como si no pudiera encontrar una respuesta clara—. Pero esto no me gusta, así que solo ponte el uniforme, anda.
Podía ponerme el uniforme porque el vestido no me entusiasmaba demasiado, solo que hacerle caso mientras quería mangonearme en exceso nada más serviría para que él quisiera hacerlo más.
—Me voy a poner el vestido y ya —dejé en claro sin derecho a réplicas.
Nolan se llevó las manos a la cara y las mantuvo ahí mientras se movía por la habitación, muy frustrado y dramático.
—Dios, me siento muy incomprendido —casi sollozó—. Dan y tú juntos es lo peor que ha podido pasar.
Prestarle atención a ese drama también iba a servir para que no se detuviera.
—¿En dónde está el bichito? —fue lo que pregunté en un punto más importante.
—¿Si te digo le cancelas a Dan? —intentó sobornarme.
Pareció tener la esperanza de verdad, pero tuve que matarla.
—No —lo desilusioné—. Solo dime.
Su cara de sufrimiento y frustración fue aún más dramática, como si lo estuviera torturando demasiado con mis decisiones respecto a Dan, por lo que presioné con la mirada. Tras un momento se rindió y suspiró:
—Lo puse debajo de la cama.
Me agaché y metí el brazo debajo hasta que encontré una caja. Cuando la saqué, la caja se sacudía de los golpes que esa cosita daba desde el interior, porque la tapa estaba sellada con mucha cinta adhesiva gruesa. Muchísima. Nolan había hecho casi una capa nueva con ella. Se veía un poco desastroso, pero al menos parecía funcionar para que no se escapara.
—Nolan, por Dios... —murmuré mientras sostenía la caja, juzgando su método.
—¡Le hice hoyos! —defendió él—. Además, es como de metal, no creo que respire.
Bueno sí, la tapa tenía algunos agujeros como hechos con un bolígrafo, pero yo tampoco estaba segura de si necesitaba oxígeno. De hecho, no tenía ni idea de dónde podía provenir esa cosa, por qué estaba en la organización o de cómo averiguar qué era en realidad. Había aparecido de repente, como lanzado. Pero, ¿por alguien? Y si no era Mantis, ¿entonces quién? Ni una teoría se me ocurría. La familiaridad de su olor era lo único que evitaba que entregarlo fuera una opción.
—Siento que es como Ax —murmuré, medio pensativa.
—¿Una cosa loca e inentendible que puede causar problemas? —preguntó Nolan detrás de mí.
—Algo que hay que descifrar —corregí. Luego suspiré—. Pero primero me ocuparé de la cita, y luego nos ocuparemos de él.
Volví a guardarlo debajo de la cama y tras un minuto de muchas quejas e intentos para convencerme de dejar plantado a Dan, Nolan se fue. Tomé el vestido y entré en el pequeño baño. Me di una ducha, porque supuse que eso era lo que se hacía antes de las citas. En realidad, jamás había tenido una, ni siquiera con Jaden, mi ex y primer novio muerto. A mí me había gustado él como niña caprichosa y luego había logrado captar su atención. Al final, habíamos pasado tiempo juntos. Así que nunca me pidió una de manera formal y nuestras salidas nunca se sintieron como lo muestran en las películas.
Tenía alguna idea, pero ¿qué más se hacía en las citas?
No debíamos besarnos... ¿o sí? Haber aceptado no significaba eso, ¿no?
Dios, esa sería mi primera cita. Y no sería con Ax.
De pronto me pregunté si Nolan tenía razón y él no aparecería...
Pero, de acuerdo, aún sin él ahí, era hora de enfrentar esto.
Lugar de la cita: los patios de la organización. Eran espacios grandes como fincas, sin techos, al aire libre. Había un límite de cercados electrificados que los protegían como a toda la estructura, pero desde ahí no se veían, por lo que parecía un lugar lejano a las oficinas y a las salas de entrenamiento y estrategia, parecido a un parque de ensueño. Todo estaba hermoso, decorado con luces de las que se usaban en navidad, blancas y azules. Habían puesto una gran pantalla como de cine en donde proyectarían varias películas, y muchas mantas sobre la grama para poder sentarse a ver. La noche oscura, pero con la luna llena, le daban un ambiente medio romántico e íntimo a esa área. Además, ya había bastante gente de la que trabajaba ahí, todos vestidos muy informales.
En cuanto a mi acompañante... estaba esperándome cerca de la entrada. Se había peinado el cabello rubio hacia atrás y sus ojos azules se destacaban más que nunca. Llevaba un pantalón de vestir y una camisa blanca mangas largas. La camisa estaba algo desabotonada en su pecho, un toque informal. Aun lucía como un policía. Era curioso que nunca podía evitar compararlo con el Capitán América, porque siempre daba la impresión de que haría lo correcto moralmente. Aunque se veía un poco nervioso, ¿estaba sudando?
Solo después de detallar eso me di cuenta de que no estaba solo. Junto a él estaba nada más ni nada menos que Nolan, vestido con un pantalón de lino que sospeché que Dan le había prestado y una camisa mangas cortas, informal pero atractivo. Recién bañadito. Tal vez por tener la mente tanto en Ax ni siquiera había notado que su cabello color miel estaba un poco más largo y ahora le llegaba en desorden hasta las orejas. Siempre había sido guapo, pero estaba madurando más y se le notaban unos rasgos más parecidos a los de un hombre adulto, no un chico inmaduro. Aun así...
—No vas a estar en esta cita conmigo, Nolan —le dije apenas me les acerqué, seria—. ¿Quieres pelear de nuevo?
—No voy a estar contigo, Señora "todo es sobre mí" —defendió él, ceñudo, mirándome como a una insignificante hormiga—. Iré con...
—Wow —escuché de pronto detrás de mí.
—Vyd —completó Nolan en un suspiro.
En lo que me giré, vi a Vyd. La misma gabardina, los mismos guantes de cuero cubriendo sus manos, el mismo pañuelo cubriendo la mitad de su rostro, los mismos pantalones oscuros y medio sucios. La única diferencia era que se había intentado peinar el cabello blanco y como que no había salido muy bien porque entonces lo tenía desordenado adelante, pero aplacado atrás. Un poco gracioso.
Llegó hasta nosotros mirando fijamente a Nolan. Sus ojos amarillos que eran horribles, y que logré mirar por un segundo, parecieron fascinados, encantados.
—Te ves... —intentó decirle a Nolan en su hipnotismo, pero no pudo y solo agregó—: no sé qué palabra usar. ¿Qué palabras existen para algo así?
Todos entendimos lo que quería decir, incluso Nolan.
—Gracias —le respondió amablemente.
—No puedo creer que esto esté pasando —dijo Vyd con emoción.
Nolan intentó corregirlo:
—Solo vamos a pasar el rato, nada...
Pero le di un codazo disimulado y fuerte.
—Es una cita —corregí yo y pauté como una orden.
—Es una cita —asintió Nolan.
Lo que fuera que tuviera Vyd bajo el pañuelo, hizo un movimiento que se notó y se extendió en una sonrisa amplia.
—Es mi primera vez —confesó, aunque, bueno, ya lo sabíamos—. Investigué un poco en internet de qué va todo, pero he visto algunas en las películas así que estoy seguro de que no voy a arruinarlo.
Sospechaba que quién tenía más probabilidades de arruinarlo todo era Nolan.
—Mack, tú te ves hermosa —me sorprendió Dan—. Aunque, espera, te falta algo que venía con el vestido, pero preferí guardarlo para dártelo yo.
Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una pequeña cajita blanca. En cuanto la abrió, mostró una pulsera plateada, muy sencilla y bonita con unos puntos de color blanco que brillaban tenuemente.
—Pfff —escuché resoplar a Nolan con hastío, y luego murmuró—: Vinimos al programa cliché de las siete...
Dan lo ignoró y me preguntó:
—¿Me dejas...?
Quería ponerme la pulsera. No me lo había esperado, pero tampoco le vi nada de malo, así que asentí y extendí el brazo hacia él.
No tuve ni idea de cómo pasó, pero cuando Dan iba a acercarse, de alguna forma, perdió el equilibrio y se cayó al suelo. Fue tan repentino y tan... inexplicable, que todos nos asombramos. Aunque Nolan perdió el asombro al mismo segundo y lo sustituyó la burla y el más puro disfrute. Por mi parte, no pude comprender cómo había estado de pie un segundo, sin nada con lo que tropezar en el camino, y ahora estaba con las rodillas y las manos en el piso.
—¡Dan! ¿Estás bien? —le preguntamos Vyd y yo casi al mismo tiempo, preocupados.
—¿Qué rayos fue eso? —preguntó él como respuesta, atónito.
—¿Qué? —No entendí nada.
—El piso, como que se movió o se sacudió de forma extraña —soltó Dan con obviedad.
No tenía ni idea de qué estaba hablando.
—No se movió nada —dije.
—¿No lo sintieron? Me hizo caer —insistió, confundido.
Vyd negó con la cabeza. Yo tampoco había percibido ningún movimiento inusual.
El Nolan que aún se estaba riendo, aprovechó que Dan se estaba poniendo en pie para agarrar la pulsera que había terminado sobre la grama por la caída.
—Yo se la pondré —le dijo a Dan con satisfacción—. No te pongas en peligro.
Y antes de que Dan, aún perdido y desconcertado por su propio error, pudiera hacer algo, él me puso la pulsera muy rápido. Evitó el contacto entre su hermano y yo de forma exitosa.
Quise pegarle con mi zapato y él lo notó, pero no me hizo caso.
—Ahora, ¿vamos? —propuso, al parecer feliz.
Comprobé a Dan y aseguró que estaba bien, pero mantuvo que el piso se había movido aún cuando nosotros no habíamos sentido nada, así que olvidamos el tema.
De acuerdo, la cita iba a empezar oficialmente.
No fuimos muy lejos. Dan y yo nos ubicamos en una de las mantas, la que tenía una cesta, y Vyd y Nolan en la que estaba al lado. Quedamos lo suficientemente separados como para tener privacidad, pero lo suficientemente cerca como para seguir viéndonos. Aunque con las miradas constantes que me echaba Nolan me dio la impresión de que solo estaba vigilándonos. Yo lo ignoré y, ahí sentada, acomodé mi vestido. Me sentí como una princesa Disney, con un maravilloso príncipe en frente. Solo que no quería al buen y guapo príncipe, deseaba al tentador y oscuro "villano".
Hice un escaneo panorámico de nuestros alrededores por si veía algo... o a alguien conocido. Pero nada. Todo tranquilo, cada quién en lo suyo, gente sentada en las otras mantas.
—Mi padre me ayudó a conseguir todo esto en el comedor —dijo Dan mientras sacaba algunos bocadillos del interior de la cesta: unas latas de coca cola, unos pañuelos que envolvían algo, algunas fresas.
—¿Y el vestido? —quise saber.
—Lo ordené yo por internet.
—Está bonito —admití, y en lo que volví a notar el ligero sudor en su frente no pude evitar preguntarle—: ¿Tienes calor?
—Un poco —contestó sin mucha importancia—. ¿Tú no?
—Uhm, no. La noche está fresca.
Ignoró el tema y sacó otro:
—Aprovechando que ya podemos hablar a solas, quería decirte que sé que Nolan y tú desconfiaban mucho de mí, y agradezco que me hayan dado una oportunidad.
—Eres el hermano de Nolan, confío en que eres bueno —le sonreí.
Hizo un ligero encogimiento de hombros cuando lanzó lo siguiente:
—Pero de todas formas no soy solo eso.
Pestañeé, en silencio. Me pregunté si eso era alguna indirecta, porque me sonó como una, algo tipo: "hay mucho más que puedes ver" y como no estuve del todo segura me puse algo nerviosa, y como me puse nerviosa solo dije una estupidez.
—Claro que no, también eres Dan, un gran policía —reí, y luego saqué lo primero que me vino a la mente—: ¿Me das una coca cola?
Por suerte no notó mi desvío. ¿O sí?
—¿Has bebido coca cola en una copa? —me preguntó, ahora divertido. Negué con la cabeza—. Pues conseguí unas.
Desenvolvió el pañuelo blanco que había sacado antes y que protegía dos copas de champagne. Me pareció divertido, ni siquiera se me había ocurrido, así que sonreí mientras él abría la lata para servirla. De casualidad se me ocurrió mirar hacia donde estaban Vyd y Nolan para comprobar que todo fuera bien.
Vyd hablaba, pero Nolan nos estaba mirando de la forma más asesina posible, casi que con un ojo a punto de salírsele de la rabia, casi como si todo su cuerpo fuera a explotar desde adentro como en una caricatura. Era tan intenso que se me ocurrió la idea de mostrarle el dedo de en medio, pero tuve que devolver la atención a Dan porque, de repente, la copa en la que la él estaba sirviendo la coca cola, se rompió.
Así, en su mano, los pedazos cayeron sobre la manta al igual que el líquido. Él lució tan desconcertado y sorprendido como yo.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? —le pregunté, pasándole una servilleta para limpiar el desastre. Luego lo noté—. Te cortaste.
Algún pedacito le había hecho un corte en la mano. No era muy grande, pero se veía la rajita y algo de sangre en lugar entre el dedo índice y el pulgar.
—No es nada grave —aseguró él, intentando quitar los trozos de vidrio—. Creo que la apreté muy fuerte, lo siento.
—No importa, puedo beber de la lata —lo tranquilicé.
Él logró apartar todos los pedazos de vidrio y los envolvió en el pañuelo para que no fueran un peligro. Luego se miró la mano e intentó limpiar la sangre. Me sentí mal al respecto, sobre todo porque su idea había sido interesante, por lo que traté de no ser tan dura o tan indiferente.
—Olvida eso, ¿qué más trajiste en la cesta? —pregunté con curiosidad en una invitación a centrarnos en algo más—. ¿Tienes algo de comida? Siempre me como todo antes de las películas.
Dan se echó a reír. Una risa cálida y tranquila.
—Tengo sándwiches, y te los puedes comer todos si quieres.
Acepté los sándwiches. No tenía mucha hambre porque estaba un poco ansiosa, pero no quería despreciarle nada. Él metió la mano en el interior de la cesta y yo automáticamente extendí la mía para recibirlos. Estaban guardados en una pequeña cajita ecológica. En cuanto la tomé, la destapé para sacarlos y los miré...
Lo que había alrededor del pan eran gusanos. Vivos. Espantosos.
El asqueroso olor llegó a mi nariz en cuestión de segundos. Eran tantos gusanos que estuvieron a punto de deslizarse por mis dedos. El asco, el impacto y el horror me hicieron soltar todo eso de golpe junto a un grito ahogado. La cajita y los panes cayeron desperdigados sobre la manta, repugnantes, plagados de esos horribles bichos. Dan quedó tan impactado como yo apenas se dio cuenta de mi reacción.
—¡¿Qué demonios?! —soltó sin poder creerlo, mirando los gusanos—. ¡Pero si lo revisé todo antes de venir!
Ni siquiera supe qué decir, solo me levanté del suelo con el estómago repentinamente revuelto, queriendo no oler ni ver más esa cosa podrida, mientras Dan decía que no tenía ni idea de cómo aquello había pasado.
Fue entonces cuando me di cuenta de que Gesher, el entrenador, el hombre que Teodorus y Madelein nos había presentado, iba acercándose a donde estaban Nolan y Vyd. Alto, intimidante, vestido con un pantalón militar negro y una camisa del mismo color. Con cuatro guardias siguiéndolo. Guardias que sostenían sus armas como si fueran necesarias en ese momento. Caminando así daban una impresión agresiva.
—Mack, no tengo ni idea de quién los preparó pero yo los vi y estaban bien —decía Dan, aún sentado, tal vez intentando limpiar todo.
Pero mantuve la vista fija en Gesher hasta que llegó al lugar en donde Vyd y Nolan estaban sentados. Les dijo algo que obviamente no pude oír y luego se pudo escuchar la reacción de Vyd a eso:
—¡No! ¡¿Por qué?!
Como ambos se pusieron en pie, encarando a Gesher, mi instinto y mi ahora habitual estado de alerta y desconfianza hacia todo me exigieron acercarme a ver qué pasaba, porque no se veía como algo bueno.
—¿Qué pasa? —pregunté al entrar en la situación.
—Vamos a tener que cancelar el evento —contestó Gesher sin mirarme, con la vista fija aún en Vyd y Nolan—. Algo está pasando en las áreas subterráneas, y sospechamos que va a extenderse en cualquier momento.
—¿Algo? —repetí, confundida—. ¿Algo malo?
Pero Gesher ignoró mi pregunta.
—Vamos a activar una alerta de evacuación para que vayan a las zonas seguras —indicó—. Manténganse alejados. —Entonces señaló a Vyd—: Tú. Debes venir con nosotros.
No entendí nada. Nadie entendió nada. Nolan lucía tan perdido como yo. Ni siquiera se me ocurrió qué podía estar sucediendo, aunque pensé primero que nada en Mantis y un posible ataque, pero ¿qué tenía que ver Vyd?
—¿Para qué? —quiso saber Vyd ante la orden y, tal vez en un gesto de desconfianza, dio un paso hacia atrás.
—No sabemos de dónde proviene la situación —dijo Gesher— así que debemos vigilar toda posible causa.
—¿Causa? —soltó Vyd, desconcertado—. Espera, ¿creen que yo estoy haciendo algo?
Yo estaba empezando a perder la paciencia, así que volví a exigir una respuesta:
—Pero, ¿de qué se trata?
Fue como si ese mismo algo quisiera responder a mi pregunta, porque de pronto la gran pantalla que habían dispuesto para ver la película, estalló. Soltó un montón de chispas y produjo un sonido que nos sobresaltó a casi todos. Las personas que estaban más cerca de ella tuvieron que alejarse de inmediato por su seguridad. Se oyeron incluso algunos gritos. Y seguido a eso, las luces que decoraban el lugar empezaron a parpadear. Los patios empezaron a alternar por segundos entre la oscuridad y la luz. Todo de forma muy extraña y súbita.
—De eso —finalizó Gesher mientras todos mirábamos con confusión el parpadeo.
—Yo no lo estoy haciendo —defendió Vyd, igual de atónito.
—Tenemos entendido que controlas la electricidad —le recordó Gesher—. Todo está descontrolado y las cosas explotan allá abajo.
—Entonces lo que sentí sí fue real... —dijo Dan, que se había acercado también.
—Suena raro, pero no hay ningún motivo para que yo lo haga —insistió Vyd—. Estoy teniendo una cita...
A Gesher le valió nada lo que eso significaba, porque lo interrumpió en una orden:
—Acompáñanos.
Los tipos que venían con Gesher avanzaron para llegar hasta Vyd, aunque él retrocedió. Vi a Gesher tan listo para hacer cumplir cualquier orden con esos guardias armados que mi reacción inmediata fue moverme hasta quedar frente a Vyd.
—No —intervine—. Acaba de decir que él no lo hace.
—Si es así, quedará demostrado cuando esté bajo vigilancia —replicó Gesher—. Y en todo caso, podrá ayudarnos a descubrir el problema.
Sus tipos volvieron a avanzar y Vyd dio más pasos hacia atrás, dejando en claro que no quería ser llevado.
—Ni siquiera sentí que estaba sucediendo algo —añadió con intención de demostrar su inocencia.
No me quedé de adorno e intenté servir como muro protector, pero un guardia me apartó con algo de fuerza. No me caí porque Dan me sostuvo del brazo. El enfado que ahora corría dentro de mí, me ayudó a no rendirme.
—Esto es ofensivo e injusto —me quejé, y como me ignoraron, busqué el apoyo de quien por alguna estúpida razón había estado callado—: Nolan, di algo.
Nolan se rascó la nuca, dudoso. Conocía hasta su más pequeño gesto y sabía que se sentía incómodo, pero no era momento para incomodidades.
—Tal vez podemos hablar sobre esto... —fue lo que le dijo a Gesher.
—Este tipo no quiere hablar —dijo Vyd, aun retrocediendo—. Y no nos dijeron que nos tratarían así.
Gesher no se ablandó.
—Solo debes acompañarnos, ¿hay algún problema con eso? —le lanzó a Vyd como si la cosa pudiera ponerse peor.
—¡Claro que sí, Vyd no es un prisionero ni un enemigo! —solté yo en su defensa.
Volví a buscar apoyo, pero Nolan estaba ahí como intimidado por la presencia de Gesher. ¡¿Por qué?!
—¡Nolan, es tu cita! —le recordé.
—Yo... Lo sé —titubeó— es que... No tengo ni idea... Ellos mandan, supongo, pero sé que Vyd está diciendo la verdad, él no mentiría...
Ante esas palabras que no funcionaron para nada, Dan intentó algo:
—Esta orden debería venir de un superior —dijo, experto en cuestiones de detención— solo así tendría poder.
—Tengo la autoridad y el poder suficiente —fue lo que dijo Gesher, en un afilado: cállate.
No podía creerlo. Intenté pensar en algo más para ayudar, pero no se me ocurrió nada, y las luces seguían parpadeando. Además, ahora venían más guardias desde la entrada a hacer quién sabía qué. Y Gesher se veía muy determinado y malditamente cruel. No sentí que yo fuera a lograr algo.
Para empeorarlo, Vyd dejó de retroceder, y como me atreví a ver su rostro noté que miró a Nolan, quien a su vez evadía mirarlo a él.
—¿Quieres que vaya con ellos? —le preguntó de pronto.
Nolan se quedó frío ante la pregunta. Esperé que dijera que no, pero fue como si todo su cerebro se desconectara de su funcionamiento y solo dudó, reflejó nervios y alternó la mirada entre Gesher, Vyd, Dan y yo, y fue un desastre que lo único que logró fue desesperarme.
Y claro, también funcionó para convencer a Vyd de que no le importaba en lo absoluto lo que sucediera, cosa que de seguro fue una desilusión para él.
—Está bien, iré —se rindió ante el silencio de Nolan.
—¡No! —solté al entender que dejaría que se lo llevaran.
Pero no logré nada con eso. Uno de los guardias me apartó y se sitúo delante de mí con autoridad para que no me atreviera a nada más. Entonces no se llevaron a Vyd a la fuerza ni esposado, pero se colocaron detrás de él para que caminara como si fuera un prisionero o culpable de algo. Justo antes de que se alejaran, la mirada fría de Gesher me enfocó y sentí que era un claro: deja de entrometerte. Luego solo pude verlos irse en dirección al edificio principal.
Alrededor, los nuevos guardias que habían entrado antes estaban haciendo que la gente se moviera hacia las "zonas seguras".
Me sentí furiosa. Tan furiosa que solo me giré hacia Nolan.
—¡¿Qué demonios pasa contigo?! —le reclamé sin poder evitar alzar la voz.
—¡No le dije que fuera! —soltó él en defensa, con cara de terror y de susto.
—¡Tampoco lo detuviste!
Tenía intenciones de gritar más, pero de pronto unos guardias se acercaron a nosotros. Casi les grité también, pero me ignoraron para dar la orden:
—Todos a las zonas seguras.
Tuvimos que trasladarnos junto con las demás personas. Nos condujeron como si fuéramos ovejas, y con las armas afuera, desenfundadas. ¿No tenían ni idea de dónde estaba el peligro o qué?
—Mack... —intentó hablarme Nolan mientras caminábamos.
No me lo guardé:
—Eres un idiota. No quiero hablar contigo.
—Pero...
Perdí la paciencia. Estaba tan furiosa que solo veía rojo. Ax no había aparecido, quién sabía qué estaba pasando abajo, la actitud de Gesher era molesta, se habían llevado a Vyd de esa forma, y Nolan no había dicho ni una palabra para ayudar. Nadie estaba prestando atención a ninguna de las cosas que en verdad importaban. Así que me volví hacia él y se lo lancé de una forma que sabía que él entendería, como un arma capaz de lastimar pero también como una forma de hacerle recordar algo que se suponía que ambos sabíamos desde hacía años:
—Las personas que de verdad te quieren son más importantes que las que crees que necesitas.
Después seguí caminando y lo ignoré.
Nos llevaron hasta una zona más alejada de los patios, que era como un espacio abierto con muchos bancos para sentarse. Al parecer, un área exterior de espera. Según escuché, la orden era no entrar a los edificios, sino permanecer ahí un rato hasta que algún superior informara en dónde terminaríamos. Aquello que estaba pasando, fuera lo que fuese, se había extendido hacia otros pisos de la organización, y las máquinas y muchos objetos estaban explotando de forma inexplicable, lo cual era peligroso.
No tenía ni idea de qué podía tratarse, ¿pero el piso sí se había movido tal y como Dan había dicho?
Me aparté un poco de las personas porque sentía que, aunque estábamos en exteriores, no tenía todo el aire que necesitaba. O era que estaba demasiado alterada aún, pero no quería tener a ninguno de estos estúpidos guardias cerca. Después me apoyé de uno de los árboles. A lo lejos se veía la alta estructura de la organización, repleta de ventanas. Los interiores parpadeaban por la inestabilidad de la electricidad. Era como una casa del terror, como si muchos fantasmas estuvieran haciendo de las suyas.
Ax. ¿En dónde rayos estaba? ¿Y si las cosas se complicaban? ¿Y si la causa de todo era que Mantis iba a matarnos?
Estuve ahí un momento, solo metida en mis pensamientos, como ausente, con los brazos lánguidos a cada lado hasta que me di cuenta que Dan se había acercado. Lo había hecho con cuidado para no molestarme. Parecía dudoso de mi reacción, pero con buenas intenciones.
—Vyd no merece esto —fue lo que salió de mi boca.
—Seguro que no —asintió él— pero si piensas en que él no está causando lo que sucede, te das cuenta de que es peor. ¿Qué puede ser? Hay algo raro...
—Sí, y además no confío en Gesher —solté también—. ¿Qué sabes de él?
—No mucho. Está entrenado, es importante y los vigila. A ti y a Nolan. Escuché a mi padre decir eso.
—Pero, ¿qué puesto tiene? —sentí que debía preguntar.
Dan pestañeó, medio sorprendido.
—De hecho, no lo sé...
Hubo un momento de silencio en el que ambos notamos que tal vez eso era extraño.
—No podemos quedarnos aquí —suspiré, decidida—. Debemos buscar a Vyd y asegurarnos de que esté bien.
O de que no sospecharan nada raro de él.
—Hay guardias —señaló Dan.
Muchos. Estaban rodeando a las personas para que nadie se alejara y además caminaban por todas partes como perros ansiosos de detectar algo inusual, dispuestos a atacar.
—Tal vez podríamos distraerlos... —propuse, pensativa.
Dan asintió ante la idea de pensar en alguna idea, aunque luego se acercó un poco a mí, y quedamos frente a frente. Le puse toda mi atención, porque al parecer diría algo importante.
—Antes de que intentemos algo, lamento que la cita haya salido tan mal —dijo, un poco apenado.
Ya hasta lo había olvidado, pero me sentí mal al recordar que además de haberse caído se había cortado y luego su comida había estado llena de gusanos. Todo un desastre, casi como reflejos de una fuerte mala suerte o de que aquello había sido un gran error de mi parte.
Me sentí estúpida por haber creído que podía atraer a Ax con esos métodos. Me sentí incluso culpable por escoger a Dan para eso, así que me negué a ser cruel con él, que además en todo momento había sido amable y al menos había intentado hacer algo especial para mí. No podía ignorar esa parte.
—No te preocupes, a veces las cosas no salen bien —lo tranquilicé, y de nuevo noté que sudaba ligeramente—. ¿En verdad tienes tanto calor? Sudas.
Él se tocó la frente, un poco confundido. Luego esbozó una pequeña sonrisa.
—No lo sé, pero tal vez es solo verte —se atrevió a decir.
Lo observé por un momento por lo inesperado del comentario, y luego no pude evitar reírme, lo cual disminuyó un poco mi rabia dejada por Gesher y los guardias. Mi aspecto y mi yo en general eran algo por lo que no me preocupaba desde que habíamos conocido a Ax. Tal vez no lucía demasiado bien, pero daba la impresión de que Dan creía que sí, y eso me sorprendía.
—Ya no te puedo amenazar con hablar con la policía —bromeé.
—Ya tienes dieciocho, puedo decir lo que sea —dijo con alivio.
Hundí las cejas, medio divertida.
—¿Como qué?
Solo lo soltó:
—Desde que nos besamos, quiero que pase otra vez.
Me tomó por sorpresa, tanto que no supe si decir algo o si moverme o si correr. De hecho, me puso nerviosa porque yo no había pensado en otro beso ni antes ni ahora, pero al parecer él sí, ya que en ese silencio dio un paso adelante hacia mí y redujo el espacio que nos separaba. No me quedó ninguna duda de que quería acercarse para besarme de nuevo. Cada cosa fue una señal de que esa era la intención: sus ojos fijos en mi rostro, una de sus manos a punto de levantarse para acariciarme el cabello, el aire y el silencio íntimo que nos envolvió...
Tal vez por estar tan impactada por eso, ni siquiera me di cuenta del instante en el que las luces se apagaron y tanto los patios como los edificios quedaron completamente oscuros. No estuve muy segura de lo que pasó alrededor. Quizás los guardias se alertaron más y soltaron un montón de órdenes, y quizás la gente se asustó, pero yo no lo oí.
Lo único que escuché fue el gruñido de rabia que provino desde detrás de Dan.
Luego vi la mano. La mano de alguien que se le había acercado por atrás sin ser detectado. Esa mano le rodeó la nuca y le apretó el cuello. Delante de mí, sus ojos azules se abrieron mucho por la repentina presión. Intentó soltarse, pero aquello lo sostenía tan fuerte que en un segundo su cara se transformó en una expresión de horror y de sofoco.
Busqué reconocer a lo que fuera que lo estaba ahorcando.
Y entonces vi a Ax.
El Ax oscuro, con la piel del pecho, hombros y rostro repleta de venas negras. El Ax con ambos ojos del mismo color, sumidos en la más profunda ira y maldad. El Ax al que había que temer. El número uno de STRANGE. Tenía los dientes tan apretados en una mueca de rabia que podía verlos, y la fuerza que emanaba era peligrosa y violenta, como si estuviera a punto de matar.
Para empeorar la situación, desde la izquierda escuché una nueva voz:
—¡Suéltalo!
Giré la cabeza al instante. Era Gesher y apuntaba a Ax con un rifle.
Mi respiración se detuvo. El tiempo se ralentizó para mí. Ni siquiera se me ocurrió qué hacer para detener una cosa o la otra. Pensé que todo pasaría muy rápido, que Gesher iba a dispararle a Ax, que Ax mataría a Dan, que me moriría de un infarto.
Pero de pronto, la situación cambió. La presión en el cuello de Dan disminuyó, la mano de Ax lo soltó y Dan cayó de rodillas frente a mí intentando recuperar aire y vida.
Entonces, pude ver a Ax por completo ahí parado. Vi una enorme herida en su abdomen desnudo. Una herida que sangraba mucho.
Y tras unos segundos de verme él a mí, de que sus ojos oscuros se encontraran con los míos, atónitos...
Ax se desplomó.
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Holaaaa caraotas con y sin azúcar!
Lamento haber tardado, espero que les haya gustado el cap. Tal vez se enojaron con Nolan, pero tranquis que sin drama no hay historia y algunas cosas deben pasar para que otras sean posibles. Además estamos aquí para vivir distintas emociones, ¿no? Y podríamos tener fe en cierto futuro... Ya verán, ya verán...
¡Ax aparecióóóó!
¡Pero heridoooo!
Vinimos buscando cobre y encontramos plástico :( ¿qué creen que le pasó?
Tengo una nueva historia que deberían pasarse a leer, es mi iniciación en el mundo oscuro +18 intenso... Se llama "el juego del príncipe" denle una oportunidad :D
Besos de estado oscuro...
AleX
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