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"Él siempre estuvo ahí por una razón"

Ax soltó a la chica y cayó al suelo inmediatamente, encogido. Vyd, por su parte, cayó boca abajo.

Lo primero que pensé fue que estaban muertos, así que con desesperación me agaché junto a Ax y busqué la sangre. Al ver que no la había, busqué su rostro. Descubrí entonces que movía los ojos en todas las direcciones como si estuviese esforzándose mucho por liberarse de algo y no pudiera.

Lo entendí muy rápido. Los disparos no habían sido letales. Habían sido balas paralizantes. Ahora sus músculos y los de Vyd estaban por completo inmovilizados. Lo que no me quedaba claro era si esto solo funcionaba para impedir que se defendieran o si estaban sufriendo algún tipo de dolor.

—¡¿Qué les hicieron?! —exigí saber.

Eleanor dio un paso adelante. Entre todas las luces que nos apuntaban logré ver que llevaba la misma falda y la misma camisa con la que la había visto por última vez. También estaba ojerosa, pero esa expresión de madre dura era la misma de siempre.

—Mack, tienes que venir conmigo ya mismo —me pidió—. Te prometo que las cosas saldrán bien. Los soldados no van a tocarte. Nadie va a tocarte. Ya hice un trato para que estés a salvo.

"Tienes". Siempre esa palabra. Siempre como una orden que yo debía cumplir. Ya estaba harta de sus órdenes, de sus exigencias, de sus mentiras, por lo que una corriente de furia me envió un impulso de valor para enfrentarla.

—¡No voy a ir contigo a ninguna parte porque contigo nadie está a salvo! —le grité para que se diera cuenta de toda la rabia que estaba sintiendo por ella por su descaro—. ¡Sé que mataste a mi padre y sé que quieres hacerme daño a mí!

A su lado, de repente, se detuvo un soldado. Su intimidante uniforme negro era igual al del resto, con un casco que impedía verles el rostro, pero supuse que podía ser el líder porque no nos apuntaba a pesar de que sostenía un fusil.

—Procederemos a la extracción —le informó a Eleanor.

¿La extracción? Un movimiento a pocos metros de distancia captó rápido mi atención. A pesar de que las luces me lastimaron los ojos, detallé que se trataba de cuatro soldados que habían acercado dos celdas movibles. Las paredes eran transparentes, iguales a las que había en el laboratorio, y también tenían un panel para abrir y cerrar.

Por supuesto, pretendían llevárselos.

Eleanor alzó una mano como pidiéndole tiempo al soldado líder, y luego volvió a dirigirse a mí:

—Mack, por favor, solo aléjate de ellos. Ven conmigo. Ven.

Sorprendentemente, esa vez su voz tuvo una extraña nota de súplica y preocupación, pero no le creí. No iba a creerle nunca más.

Me puse en pie y me situé delante del cuerpo de Ax.

—No —solté con decisión—. Nolan y yo no iremos contigo a ninguna parte, así que si van a llevárselos...

Ella me interrumpió con urgencia, como si no hubiese tiempo para nada más:

—¡Es que también debes alejarte de Nolan!

Quedé con las demás palabras en la boca. Lo único que me salió de repente fue un confundido:

—¿Qué?

Y de Nolan, que estaba detrás de mí, también salió un:

—¿Qué?

—Señora Cavalier, se le acaba el tiempo solicitado —intervino el soldado líder, apurándola.

Ella volvió a pedir más tiempo con un ademán. Luego, pasó a mirar a Nolan, y otra vez pareció algo preocupada. Al notar eso, la corriente de valor que me había impulsado a gritarle se transformó bruscamente en una de temor a lo que ella fuese decir. Se me ocurrió que podía ser una jugarreta para convencerme y que debía negarme a todo, pero en verdad sentí miedo.

—Nolan es un peligro justo ahora —confesó con cierto detenimiento, dándole gravedad a las palabras.

—Lo que sea que vayas a inventar, no funcionará —le aseguré de vuelta.

Eleanor apretó los labios como si lo siguiente fuera a ser bastante difícil.

—¿Nunca te has preguntado por qué jamás se separa de ti? —me preguntó—. No tiene otros amigos, no tiene una vida separada de la tuya y se ha quedado en el mismo punto que tú porque si tú no avanzas él tampoco lo haría. Si lo analizas, no es sano ni normal.

Pues... no. No me había preguntado nada de eso. Ni siquiera lo había notado de esa forma. Nuestra relación era así por una razón muy simple: era mi mejor amigo. Desde pequeños, éramos así de unidos. Y eso no tenía nada de anormal. De hecho, eso ni siquiera tenía cabida en la situación. ¿Qué intentaba?

—Solo déjanos ir —le pedí sin darle vueltas—. Por una vez en tu vida haz algo bueno por mí. —Y aunque me estrujó el estómago de rabia tener que decirle algo sincero, lo hice con la esperanza de que ayudara en algo—: Estos son mis amigos. Son las personas que quiero ayudar. Son las personas que debo ayudar porque no merecen lo que les hicieron. Con ellos tengo una razón.

Por un instante tuve la impresión de que la había convencido, de que actuaría como una madre que amaba a su hija, pero por supuesto, ella ignoró mis palabras.

—Nolan es tu mejor amigo porque fue hecho con ese propósito —reveló de golpe—. Si en algún momento te encuentras en peligro de muerte por cualquier tipo de ataque, va a reaccionar violentamente para protegerte, y si ese instinto protector se activa, cualquiera que esté cerca o en medio podría morir. Él es solo una bomba de tiempo que la organización debe desactivar.

Shock. Perplejidad. Desconexión total de mis sentidos.

Lo primero que me dije fue: "no es verdad", pero en realidad sus palabras habían sonado muy reales. Y muy rápido pasé de sentir furia hacia ella, a sentir que no estaba entendiendo nada de lo que sucedía, que el mundo había dado un giro y se había puesto de cabeza, que me había preparado para oír cualquier cosa menos esa, que no podía ser cierto.

De momento no supe qué decir. Algo pensó en salir de mi boca, pero fue como si mis cuerdas vocales se hubiesen cerrado por el pasmo, así que solo miré a Nolan y descubrí que observaba a Eleanor con total horror.

—¡Eso no es cierto! —soltó él, muy consternado—. ¡Está mintiendo!

La que se hacía llamar "mi madre" negó con la cabeza.

—Tus padres nunca pudieron tener hijos por muchísimas razones: tu madre era infértil, tu padre ni siquiera era capaz de hacer el intento... —le soltó Eleanor a él directamente—. No los querían, pero los necesitaban para que tu padre accediera a su herencia, así que adoptaron a Dan. Como el hecho de que no fuera un hijo natural les negó el acceso al testamento, entraron en desesperación. Ahí fue cuando Godric le propuso un plan de inseminación a tu padre. De ese plan saliste tú.

Busqué alguna señal de mentira en la voz y en el rostro de Eleanor, pero no encontré nada. Lo único que terminé pensando fue que si todo era cierto, eso explicaba por qué Nolan no se parecía a Dan. Pero entonces eso concluía en que Nolan era un... era un... ¡producto de mi padre! Al mismo tiempo dejaba claro que mi padre no se había detenido por nada, que no había tenido más que unas motivaciones egoístas y científicas.

La mente me comenzó a dar vueltas. El mundo empezó a ir muy rápido.

—Pero él trabajaba en Strange —intenté intervenir, muy confundida y muy atónita— no en...

—Tu padre hacía montones de cosas que no debía hacer, Mack —me interrumpió Eleanor, como diciendo: "ya basta de creer que era bueno"—. Los planes de inseminación eran solo uno de tantos proyectos. Fue el que salió peor, de hecho. Todos los nacimientos que organizó, fallaron. ¿Una prueba? El de Tamara, la mujer que le proporcionaba suministros médicos. Tuvo una hija gracias a él, y la niña murió a los meses de una repentina mutación espantosa.

La bebé de Tamara... La que habíamos visto en la fotografía, tan normal. Entonces, tenía sentido. Por esa razón Tamara había quedado tan afectada.

Lo que estaba escuchando... Oh Dios.

—Pensé que el nacimiento de Nolan era el único que había salido bien —agregó Eleanor— pero me acabo de enterar de que hubo fallos, de que quedaron en su organismo y que podrían reaccionar en cualquier momento. —Observó fijamente a Nolan—. Si tu instinto protector se activa, podrías perder tu sentido de la realidad y tu consciencia. Serías solo violencia.

Nolan negó con la cabeza y dio un paso atrás, rechazando totalmente esa revelación.

—No, miente para que nos lleven —soltó, disgustado. Aunque de repente ala duda ganó dentro de él y me miró, confundido—. Está mintiendo, ¿no? Porque eso es ridículo. Algo así no es...

—¿Posible? —completó Eleanor en un resoplido—. Miren lo que tienen tras ustedes. —Señaló el cuerpo de Ax con ligero desprecio—. Engendros capaces de hacer cosas inhumanas. Engendros que vivían bajo sus pies mientras crecían. ¿Les parece que aún hay algo imposible?

No... no era imposible. Era horrible, era escalofriante, era injusto, era difícil de creer, pero en realidad, completamente posible, porque mi padre había encerrado a dos niños bajo la casa. No había un límite después de ser capaz de algo así. No había un límite para alguien ansioso de descubrimientos, de experimentos, de desafiar la naturaleza humana.

—Es que mis padres nunca aceptarían eso —argumentó Nolan, desconcertado en un nivel alterado—. Mi madre, su religión... Es decir, es cruel, me quemaría vivo con agua bendita, pero no permitiría esa atrocidad. —Buscó mi ayuda, agitado—: ¡Díselo, Mack!

—Godric nunca les dijo que alteraría el feto a su antojo —explicó Eleanor con simpleza—. Aceptaron una cosa creyendo que se trataba de otra. Ellos no lo saben.

Nolan negó. Alternó la vista entre Eleanor y yo, y siguió negando. Lo vi en sus cejas que se habían fruncido por la negación pero que se iban arqueando por la debilidad del golpe; en los "no" bajos y consecutivos que pronunció, pero sobre todo en sus ojos. Lucieron repentinamente vulnerables, afectados, a punto de quebrarse.

Sentí muchísima rabia al verlo así. Rabia hacia mi padre. Deseé que fuese fácil descartar todo aquello, pero desgraciadamente tenía la fuerte certeza de que era cierto. Eleanor no mentía.

Él miró fijamente Eleanor. Hizo la pregunta con una voz quebrada:

—¿Nací para cuidar a Mack?

—Para sacrificar tu vida si eso asegurará la suya —le corrigió ella.

Nolan se removió y se pasó las manos por el cabello, inquieto, medio aterrado, como si acabara de perder la brújula de su vida.

—Pero yo no... —masculló—. Nunca he sentido nada extraño, no tengo ganas de matar a nadie...

Yo iba a decirle algo, pero Eleanor se me adelantó, más rápida:

—Porque la alteración está ahí, pero suspendida —le dijo, y de alguna forma hizo que su voz sonara como la de una conciencia, sabia y preocupada—: Puede despertar en cualquier momento y no será algo que podrás controlar. Simplemente lo harás, sin importar lo que conlleve. ¿Y en verdad quieres llegar a ese punto? ¿Quieres actuar sin saber si eso la lastimaría?

Nolan negó apenas con la cabeza. Ya tenía la mirada vidriosa.

—Entonces, hazlo fácil —añadió Eleanor en un tono más suave.

Mi mente era un remolino de cosas, unas corrientes de enfado me estaban despertando los impulsos, pero logré entender lo que ella quería hacer y tuve que intervenir rápido.

—No, espera, no la oigas —le hablé a Nolan, firme, como solo ambos nos hablaríamos el uno al otro para hacernos entrar en razón—. Que esto sea cierto no cambia nada en ti. Solo no la escuches, porque nos quiere separar.

Pero a quien no escuchó fue a mí.

—¿Qué me van a hacer? —le preguntó él a Eleanor. Reconocí cierto temor en su voz.

—¡Nada! —intervine yo muy rápido para dejarlo en claro. Las palabras fueron para Nolan, pero miré a Eleanor, retadora—. Ellos no te harán nada porque no irás a ninguna parte.

Eleanor también me ignoró.

—Desactivarán cualquier alteración —le contestó a él—. Solo debes dejar que te lleven. Todo esto terminará muy rápido, y Mack y tú estarán a salvo.

Nolan asintió apenas. Un "sí" débil y derrotado.

—¡No! —le grité en lo que entendí lo que significaba—. ¡¿Qué demonios estás haciendo?! ¡Lo que harán será lastimarte!

No me dio tiempo de llegar hasta él para impedirle cualquier cosa, porque un soldado apareció por detrás y me sostuvo por los brazos. Luego, otro soldado llegó y retuvo a Nolan de la misma forma. Yo forcejeé para liberarme, pero Nolan no. Se quedó quieto con la mirada baja y la expresión llena de impacto.

Iba a dejar que se lo llevaran. ¡Por alguna idiota razón iba a dejar que se lo llevaran!

No lo acepté. Tiré con mayor fuerza de mi cuerpo para que el maldito soldado que me estaba reteniendo, me soltara. Al mismo tiempo, no paré de gritar:

—¡Suéltenlo! ¡Déjenlo! ¡Nolan, corre, por favor, corre!

Obviamente, el tipo no me hizo caso. Dio vuelta a Nolan para dirigirlo con brusquedad hacia la casa.

No me rendí. Le grité a él, esforzándome mucho más por liberarme:

—¡No puedes dejar que te lleven! ¡No puedes irte! —Y con una fuerza que me rasgó la garganta se lo recordé—: ¡Dijiste que estaríamos juntos en cualquier situación! ¡Tenemos que estar juntos en esta! ¡Escúchame por favor! ¡Eres tú, sigues siendo tú!

Traté de morder, dar cabezazos, dar patadas, pero el soldado me inmovilizó completamente con alguna llave especial y quedé con los brazos aprisionados por los suyos.

—¡Mack, por favor, no te resistas o no podré hacer nada para ayudarnos! —me gritó Eleanor con algo de súplica.

Ignoré su voz. Nolan se iba alejando. Sentí que acababa de convertirme en una persona hecha de metal, y que todas las partes que conformaban mi interior, todas las piezas, se iban desmoronando con cada paso que daba. Así que grité más cosas. Seguí pataleando. Seguí moviéndome con desesperación.

—¡Van a matarte, Nolan! —le grité más fuerte—. ¡Lo que harán será matarte!

Dije la palabra al mismo tiempo que una bomba de miedo, llanto y rabia explotó dentro de mí. No podía creer lo que estaba pasando. Quería detenerlo. Y no paré de gritarle con la absurda esperanza de lograrlo, de hacer que entrara en razón y le lanzara un puñetazo al soldado.

Pero nada funcionó. Nada. Por un instante, Nolan giró la cabeza hacia mí, me miró con los ojos vulnerables y aterrorizados, y luego el soldado lo obligó a mirar hacia adelante. Así, más rápido de lo que esperé, el soldado y él desaparecieron tras las luces.

Si no caí al suelo fue porque el tipo me sostenía.

Al frente, el soldado líder dio la siguiente orden, clara y fría:

—Encierren a los individuos. El traslado debe ser rápido.

El grupo de soldados que debían encerrarlos acató la orden y avanzó hasta detener la celda cerca de los cuerpos de Vyd y Ax. Uno de ellos abrió la puerta por el panel mientras que el otro se agachó y tomó a Ax por las muñecas para arrastrarlo hacia el interior.

Todo estaba sucediendo demasiado rápido y de una forma tan cruda que empecé a sentir un miedo desesperante que me agitó la respiración y me enfrió las manos. Negada a rendirme, negada a perder a Nolan y sobre todo negada a que se llevaran a mi Ax y a Vyd, busqué alguna salida por todas partes, pero para mayor desesperación solo vi soldados, armas apuntándonos, peligro, vigilancia, luces cegadoras...

Entonces pasó.

Las luces de repente se apagaron.

Todas. De golpe. El patio se sumió en una oscuridad densa y extraña, más negra que la oscuridad nocturna normal. Aún se veían siluetas, pero sin duda alguna quedó un ambiente raro, como si de forma inexplicable la noche se hubiese espesado para ocultar algo.

Los soldados entraron en alerta.

—¿Qué está pasando? —preguntaron desde algún punto.

—Las linternas dejaron de funcionar —informó otro.

—¡Vigilen a los individuos! —ordenó El líder en un grito—. ¡¿Están en su lugar?!

El soldado que me retenía me hizo ponerme de rodillas. Con una mano me sostuvo del cuello y con la otra me apuntó el fusil a la frente como si ahora yo fuera un potencial peligro. Seguía impactada, mirando el punto en el que Nolan había desaparecido.

Las siluetas amenazantes apuntaron y se movieron con estratégica cautela.

—En su lugar el número doce, señor —informó algún soldado.

—En su lugar el número uno —anunció otro.

El líder iba a dar una orden:

—¡Mantengan posiciones mientras completamos la extrac...!

Pero un soldado le interrumpió de repente con un grito fuerte y alarmante:

—¡No está! ¡No está!

—¡Reporte! —le exigieron en un grito de orden.

—¡La chica! —contestó el soldado—. ¡No está!

Tan solo esas palabras hicieron que todos se agitaran súbitamente. Las siluetas comenzaron a moverse con mayor cuidado, apuntando de un lado a otro. Hasta yo salí de mi pasmo y comencé a respirar más rápido de lo que ya estaba respirando. ¿Qué estaba pasando?

—¡Mantengan posiciones y disparen tranquilizantes a cualquier movimiento brusco! —indicó el líder.

Ni siquiera me había dado cuenta de en qué momento la chica había desaparecido, pero era posible. Era posible que hubiese despertado porque a ella no le habían disparado ya que la habían visto inconsciente y no la habían considerado una amenaza.

¡Ja! Eso me dio una nerviosa y palpitante esperanza. También la busqué con la mirada, pero no veía nada extraño. Árboles, soldados moviéndose, los cuerpos de Ax y Vyd tendidos en el suelo porque los de la celda ahora estaban con los fusiles en mano, examinando el perímetro, oscuridad...

Durante un momento se hizo un profundo silencio. Solo escuché mi respiración, que salía por mi boca entreabierta. La punta del fusil todavía estaba contra mi cabeza, pero no lo sentí como un peligro, porque el verdadero peligro estaba por ahí, rondando, lista para atacar, y aunque me odiara yo era de su equipo.

El soldado detrás de mí dijo algo.

Primero fue como un susurro que no entendí, pero después se escuchó con una claridad perpleja:

—No puedo ver.

—¡Reporte, soldado! —exigió el líder.

El soldado lo repitió en un grito:

—¡No puedo ver nada!

Seguidamente, los otros soldados también empezaron a gritarlo y se oyeron en distintas reacciones desde distintos puntos del oscuro patio:

—¡No puedo ver nada!

—¡Estoy ciego! ¡Estoy ciego!

—¡¿Qué está pasando?! ¡No puedo ver!

Se formó una especie de desorganización. Unas voces estaban alteradas, las otras asustadas, las otras alarmadas, pero a cada segundo se sumaba otra.

El corazón me latió, esperanzado, emocionado, lleno de posibilidades.

—¡Quédense en sus posiciones! —ordenó el soldado líder con exigencia—. ¡Está manipulando sus mentes! ¡NO es real! ¡Lo que hace no es real!

Por suerte, el tipo que me retenía no mantuvo la calma porque el nerviosismo y el miedo le ganaron. Me dio un empujón que me hizo caer sentada en el suelo. Levantó el fusil y retrocedió en posición de defensa mientras apuntaba en muchas direcciones con temor. Mientras, siguió repitiendo lo mismo: "que no podía ver".

En verdad estaba oscuro en ese momento, pero logré ver cuando, bruscamente, la otra silueta apareció detrás del soldado. Alta, poderosa, fuerte, erguida, con la maraña de cabello dándole un aire espeluznante, como de espectro y de animal peligroso al mismo tiempo.

¡Era ella!

E hizo lo que esperé que hiciera: le partió el cuello al tipo en un movimiento rápido y cruel.

El cuerpo cayó al suelo, inmóvil. Y tal vez fue el sonido, pero entre todo el caos de los que gritaban que no podían ver, los que gritaban que mantuvieran la calma y los que se defendían de algo invisible, alguien soltó:

—¡Ahí está! ¡Cerca del árbol! ¡Disparen!

Los disparos empezaron a sonar. Automáticamente me lancé al suelo con las manos sobre la cabeza. Lo único que alcancé a ver fue que la silueta de la chica corrió en dirección al soldado más cercano. Llegó tan rápido a él que se le lanzó encima como un animal salvaje a una presa, y de nuevo le giró el cuello en un ángulo mortal. Después, a toda velocidad corrió hacia el siguiente soldado, y fue demasiado veloz como para seguirla y no confundirla con la socuridad.

Por un momento me encontré sin qué hacer, si moverme o solo quedarme en el suelo con las manos sobre la cabeza a esperar que alguna bala me diera o que todo terminara, porque, ¿cómo podía ayudar yo? No sabía romper cuellos ni correr así de rápido ni manipular la oscuridad o las mentes.

Ah, pero tenía algo.

Lo recordé de pronto, y mi mente asustada, nerviosa y agitada hizo espacio para una idea.

Tenía en el bolsillo una inyección de suero. Según lo que había dicho Vyd, eso enviaba una bomba recuperadora, y considerando que la chica estaba despierta, atacando, significaba que la recuperación era muy efectiva. Así que si podía inyectársela a Ax, tal vez lograría despertarlo.

Y si Ax despertaba en ese momento, si el número uno se levantaba...

Algo dentro de mí me dijo: ¡¡¡hazlo, este es el momento!!!

Me puse en pie rápidamente, impulsada por la adrenalina de la posibilidad de librarnos de esa. Algún tranquilizante o alguna bala podía alcanzarme, pero corrí hacia los cuerpos. Escuché el caos a mi alrededor, los soldados yendo de un lado a otro, cayendo muertos, intentando no morir, tratando de darle a la sliueta rápida y salvaje que saltaba sobre ellos como una salvaje. Oí los gritos de los soldados:

—¡Pidan refuerzos! ¡Necesitaremos refuerzos!

E incluso creí escuchar un grito de Eleanor:

—¡Mack, no, por favor!

Pero no me detuve. No miré hacia atrás. Llegué hasta Ax y me tiré al suelo, a su lado. Puse una mano sobre su hombro desnudo, saqué la inyección y con fuerza la suministré en el músculo. Esperé que sucediera algo inmediatamente, pero siguió inmóvi, así que fui hacia el cuerpo de Vyd y recordando que él había guardado otra inyección en el interior de su gabardina, la busqué. Apenas la encontré, se la inyecté en el cuello.

De nuevo, tampoco sucedió nada.

No despertaron. No movieron ni un músculo.

Todas mis esperanzas empezaron a reducirse, aunque no quise perderlas del todo, por lo que volví a Ax. Le sacudí el cuerpo, le palmeé el rostro, lo pellizqué, le di un golpe, acerqué mi cara a la suya y miré sus ojos, que seguían abiertos con los iris moviéndose de un lado a otro.

—¡Reacciona! —le pedí con urgencia—. ¡Por favor! ¡Este es el momento en el que más necesito que no seas normal!

Nada.

Algo le dio a la chica.

Vi la silueta fallar. No estuve segura de si era una bala letal o un tranquilizante, pero tuvo la suficiente fuerza como para hacer que su cuerpo fuera lanzado hacia atrás. Ella se desequilibró. Iba a caer de espaldas, pero logró caer de rodillas. Intentó levantarse a pesar de todo, pero entonces otro disparo le impactó en el brazo y eso finalmente hizo que cayera hacia adelante, con las manos contra el suelo.

—¡Está inmovilizada! —gritó un soldado.

Las siluetas se acercaron rápidamente y formaron un círculo alrededor, apuntándola. ¡Todavía eran muchísimos!

Un ramalazo de miedo y nervios me paralizó.

No. No, no, no. "Vamos, vamos" empecé a repetir en mi mente, esperando que tuviera alguna carta bajo la manga, porque ella respiraba, de forma convulsionada pero respiraba. Se notaba que su pecho subía y bajaba, que estaba débil, pero aún no derrotada.

Aunque, en el fondo, ese pareció ser el final de todo, porque volví a revisar a Ax y nada, no se movía. Vyd tampoco. Y Nolan había desaparecido. No quedaba nadie. Solo yo, sin posibilidades.

—Disparen el tranquilizante en la cabeza —se escuchó la orden—. El efecto será más fuerte.

Alcé la vista otra vez hacia ella. Un soldado se le fue acercando poco a poco, apuntándole. La chica se mantuvo en la misma posición. Los cabellos cayéndole como salvajes cortinas. Por alguna razón supuse que temblaba, que en cualquier momento sus brazos se rendirían y ella se desplomaría por completo.

El soldado se detuvo. Un movimiento avisó que su dedo se iba moviendo hacia el gatillo.

En realidad no vi qué pasó con ella, porque todo sucedió al mismo tiempo: el gatillo presionado, el tranquilizante disparado y el repentino encendido de todas las linternas. De repente, las que se habían apagado, se iluminaron progresivamente hasta alcanzar un nivel casi cegador que se fue tragando todo el patio.

Y luego, algo invisible pero poderoso, algo que pude haber definido como una onda, estalló y se expandió por todo el lugar. Empujó con fuerza todo lo que había, incluso a mí. Me separó del cuerpo de Ax y con violencia me lanzó contra el suelo. Caí de espaldas en un golpe seco que sentí en la espalda y sobre todo en la parte trasera de la cabeza.

De ahí, al instante, no pude moverme. Solo pude abrir los ojos entre quejidos, pero no vi el cielo nocturno, que era lo que debía estar arriba. Vi la luz blanca todavía expandida sobre todo. Y de entre ella parecían estar encapsulados los gritos, golpes, disparos, crujidos, todo un caos que no me alcanzaba, pero que me rodeaba.

Hasta que de repente, silencio.

Dejé de oír cualquier cosa, porque descubrí que algo había vuelto a mí.

Algo de pronto estaba en mi cabeza, muy claro, definido, reconocible.

Eran las cosas que había olvidado.

O en realidad: las cosas que ella me había hecho olvidar.

Ahí me las devolvió.

Porque ahí quiso que las supiera. 

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Hola, muchas gracias por tener paciencia (a quienes la tuvieron, claro). El día que subí el capítulo anterior dije que actualizaría el día siguiente pero hice una transmisión en Younow, me atreví a maquillarme los ojos para no verme tan cadáver y desperté al día siguiente con una infección ocular, las cuales me pueden ocurrir ahora de repente y con mucha frecuencia, así que no podía terminar de editar el capítulo ni pedirle a mi hermana que lo subiera porque estaba incompleto. En fin, no logré lo prometido porque tuve que reposar lejos de pantallas hasta que mis ojos estuviesen mejor, que fue hoy. Gracias por comprender que no debo poner más en riesgo mi salud solo por un capítulo que igual traje después y no dejar mensajes feos (a quienes no los dejaron, claro, porque vi cosas por ahí bastante decepcionantes, pero equis, no tienen peso). 

Espero que les haya gustado bastante. En los siguientes estaremos en los recuerdos de Mack. Y obviamente esto no va a terminar sin otra cosa especial entre Mack y Ax, así que denle paz a sus almas calenturientas. 

¡Abrazos! 

Y tengan paciencia. Es posible que llegue un día en el que ya no escribiré más aquí porque no podré, pero ese día no será hoy, ni mañana. 



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