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22


Me quiere, no me quiere

Me muero, no me muero

Lo sigo, no lo sigo


—¿Vas a hablarme algún día?

Como llevaba haciendo desde que nos habíamos levantado, Nolan ignoró mi pregunta.

Estábamos en la cocina de la casa grande. Eleanor ya se había ido a trabajar. La electricidad había regresado un par de horas atrás y Nolan se había puesto el delantal dispuesto a preparar una "comida especial". Ahora estaba concentrado en voltear un filete mientras me daba la espalda.

A decir verdad, olía delicioso porque Nolan era muy bueno en la cocina, pero yo estaba súper frustrada porque no me quería dirigir la palabra.

Suspiré con molestia.

—Nolan... —pronuncié como súplica.

Continuó cocinando en silencio.

—Nolancito —volví a intentar.

Nada.

Pero no me rendí.

—Nooolan —canturreé—. Nolaaaan. Nolan Cox. Nolancín. ¡Nolan Roberto!

Se dio vuelta de manera súbita y me echó una mirada asesina como la de una furiosa serpiente venenosa.

—No pronuncies mi segundo nombre —me advirtió con lentitud.

Giré los ojos.

—¿De verdad vas a estar enojado conmigo por lo del beso?

Nolan soltó mucho aire por la nariz y trató de reunir paciencia ante mi actitud insistente. Luego avanzó y colocó las manos sobre la isla de la cocina para mirarme de frente. Entornó los ojos de un verde y miel exótico. Su expresión fue tan seria que entendí que no diría nada a juego, sino con bastante gravedad.

—No es por el beso en sí —aclaró con detenimiento—. Es por las consecuencias de ese beso.

No, no era solo por eso. Con Nolan Roberto Cox nunca era como lo decía a la primera. Lo conocía mejor que a mí misma, así que entrecerré los ojos y le insistí con la mirada hasta que suspiró y sacudió la cabeza.

—Bueno, en realidad es por todo —confesó, derrotado—. Primero porque creo que implicar sentimientos en esto solo va a empeorar las cosas.

Hundí las cejas y puse cara de: ¿qué demonios...?

—Pero si tú no parabas de mencionarme que me gustaba, que lo tocara, que me acercara a él... —le recordé, desconcertada.

Nolan asintió con lentitud como si entendiera su error.

—Es que la verdad no creí que tuvieras las nalgas para besuquearlo —admitió.

El colmo.

—¡Él me lo pidió! —exclamé por enésima vez.

Nolan rebatió de la misma forma por enésima vez también:

—¡Porque te vio besando a Dan y creyó que es lo más normal del mundo!

Bueno, eso era cierto. Antes de verme besar a Dan, Ax no había sentido demasiada curiosidad por eso de los besos. No había querido experimentarlo. A mí me habría gustado decir que en realidad había sentido ganas de besarme porque yo le gustaba, pero Nolan tenía razón al decir que mi acto había influenciado en la petición. Y eso era un tanto triste.

Igual intenté defenderme.

—Es normal besarse —murmuré.

Nolan se inclinó más hacia adelante y me miró directo a los ojos.

—Con-gen-te-nor-mal —recalcó haciendo énfasis en cada sílaba—. Y Ax es todo menos eso. Él ni siquiera sabe nada de líos sentimentales.

Joder, de nuevo era cierto. Ax no tenía ni idea de lo que había ocasionado con el beso, pero yo tenía clara esa parte. No esperaba que él de pronto llegara a confesarme que estaba enamorado de mí. Pff. No era tan ilusa. ¿O...?

Sí, más bien era estúpida.

—Pero es que no me estoy haciendo ideas de una gran historia de amor con él —le aclaré en un resoplido—. No es que voy a pedirle una cita o...

Nolan me señaló con brusquedad, como si hubiera dado en el punto exacto, y me interrumpió:

—Una cita —recalcó—. Ni siquiera podrían tener una porque él no quiere salir de esta casa, y aunque lo hiciera probablemente lo atraparían esas personas malas que lo buscan y que al vernos en medio nos matarán.

¡De acuerdo, sí entendía su punto! Entendía incluso su molestia, pero yo no había planeado nada de lo que había sucedido en la cama. Sí, había sido un momento de debilidad y de inconsciencia, pero solo había surgido y ya. Eso era lo que quería hacerle entender, que a pesar de que Ax me lo había pedido, luego había sido espontaneo. Que a pesar de que él no sabía nada sobre eso, algo había chispeado entre nosotros, algo imposible de ignorar, algo en lo que, por desgracia, ya no paraba de pensar.

—Sé que pudo haber sido un error por lo mal que está la situación en estos momentos —acepté con cierto desánimo en un tono bajo y derrotado—, pero a mí me gustó el beso.

Estaba demasiado acostumbrada a ser sincera con Nolan. Incluso si me juzgaba, debía decirle la verdad. Con suerte, me cachetearía hasta hacerme entrar en razón.

Pero no me cacheteó ni me juzgó. Me dedicó una mirada de entendimiento que me recordó por qué éramos mejores amigos. Ante la situación más absurda, podía contar con él.

—Lo sé, es lo peor —dijo, algo preocupado—. Pero no puedes lanzártele encima, al menos no todavía. Tenemos que ser objetivos y cuidadosos.

Se giró para atender lo que había al fuego y que no se le chamuscara. Una nube de humo salió disparada hacia arriba cuando dio vuelta a un grueso filete.

—Veamos cómo reacciona él a partir de ahora —continuó—. Si intenta buscar algún contacto contigo o no. Recuerda que apenas estamos descubriendo si es un X-men o un vampiro o un robot.

—¿Y qué hago si lo intenta? —pregunté, dudosa—. ¿Debo rechazarlo?

Nolan pensó un poco su respuesta.

—Si tienes el valor...

Tal vez tenía valor, lo que no tenía eran las ganas de hacer eso. No sentía rechazo ante la idea de que él quisiera más contacto, incluso si era un X-men, un vampiro o un robot. Pero Nolan no iba a entenderlo hasta que saliéramos de la zona de peligro, así que no valía la pena intentar hacerle comprender en ese momento. Además, tenía razón en ciertos aspectos. Sí debíamos ser cuidadosos.

Cambié el tema para no terminar en discusión.

—¿Qué se supone que estás cocinando? —le pregunté con curiosidad.

Tenía muchos ingredientes fuera de la nevera y al fuego había dos sartenes y una cacerola. Además olía a ajo y a algo hervido. Todavía no captaba el menú.

Nolan se giró con una amplia sonrisa estampada en la cara. Sus ojos brillaron de una emoción demoniaca.

—Bien, dijiste que una de las cosas que Ax necesita para recuperarse es alimentarse bien —empezó a decir con cierto frenesí—, pues le voy a dar cada uno de los alimentos más nutritivos del mundo. —Se giró hacia la cocina y me señaló cada cosa—: Tenemos col rizada, huevos revueltos, un jugoso filete asado sobre trozos de ajo, un buen vaso de leche completa y, finalmente, espinacas, la fuente de poder de Popeye.

Parpadeé repetitivamente con mi mejor cara de extrañeza.

—¿Se lo va a comer todo junto?

Nolan asintió con lentitud mientras subía y alzaba las cejas.

—Todo junto.

Mi expresión se transformó en una de cierto... rechazo. Era demasiado y tal vez no una combinación muy atractiva, pero tenía sentido.

—Es raro —me permití comentar.

Nolan dio algunos pasos hacia adelante con una graciosa cara de científico maniático. Su sonrisa se ensanchó hasta un punto sediento y un tanto perturbador.

—Oh, Mack, soy el Dr. Frankenstein y estoy a punto de crear a mi Criatura —susurró, entusiasmado—. Voy a alimentarlo como a un mastodonte, voy a entrenarlo como a Rocky y voy a reforzarlo mentalmente como a Cerebro. Cuando esa sombra aparezca, Ax la va a destrozar más rápido de lo que te destroza el primer amor.

No supe si reírme, asustarme o salir corriendo a encerrar a Ax en una burbuja protectora.

—Siento que juegas con él como si fuera tu Max Steel —terminé soltando entre una risa.

Nolan soltó otra y luego hizo un gesto pensativo. Detecté un brillo perverso en sus ojos.

—Me encantaba poner a Max a follar con Ken —confesó, rememorando su infancia con nostalgia—. Era algo secreto y prohibido para ellos, pero en realidad Barbie lo sabía. Oh, sí, Barbie miraba desde lo oculto. Barbie era sucia y quería unirse a ellos. Y al final, ellos terminaban aceptándola...

Empezó a asentir con lentitud y perversidad.

No hubo manera de que me aguantara la risa.

—Estás enfermo —le dije.

Y tal vez sí, pero lo que no estaba era bromeando.

A partir de ese momento, en verdad empezó a alimentar a Ax con comidas grandes y cargadas de proteínas. Y Ax, sin protestar ni molestarse, se comió todo lo que Nolan le puso en frente. Eran distintos platos y distintas bebidas mezcladas con cosas que funcionaban en el mundo fitness. Algunas se veían incluso asquerosas, pero Ax no las veía así. Literal, se tragaba hasta lo más feo.

No me creí la parte del entrenamiento físico hasta que dos días después Nolan llegó a las seis de la mañana vistiendo un jogger, una camiseta y una gorra con el logo de Angry Birds. Fue directo a despertar a Ax y justo después de que Eleanor salió a trabajar, lo sacó al patio y lo obligó a trotar para ganar resistencia. Él se quedó parado sosteniendo un cronometro mientras gritaba a todo pulmón extrañas frases motivacionales.

Ax tampoco se quejó cuando Nolan le armó una rutina entera de barras, abdominales, saltos y trotes. Nos dimos cuenta de que le gustaba muchísimo el entrenamiento, así que era algo a lo que de seguro lo habían acostumbrado.

Así pasó una semana y media.

Ni la sombra, ni Vyd, ni las personas del auto negro aparecieron. Y... Ax no se me acercó en ningún momento con intención de besarme.

De hecho, primero fue como si nuestro beso en la cama no hubiera sucedido nunca. Él estuvo de lo más normal, justo como antes. Me pedía que le enseñara cosas y luego, si no quería nada de mí, se sentaba a ver la televisión y me ignoraba o se perdía en el patio y no lo volvía a ver hasta horas después que regresaba.

Pero mientras pasaban los días empecé a notar los cambios, y poco a poco Ax se fue haciendo distante. La mayoría de las preguntas se las hacía a Nolan. No se acercaba a mí para nada, y prefería dedicarse a hacer ejercicio antes que estar a solas conmigo. Llegué a pensar que eran ideas mías, en verdad deseé que lo fueran, y me dediqué a buscar la manera de comprobarlo.

Antes del beso solíamos ver películas en el gran salón. Era algo que le gustaba mucho, y más si yo le explicaba cada cosa, así que fui hasta el jardín en donde él estaba muy concentrado haciendo abdominales con la intención de proponerle una noche de pelis y mucha comida.

—¿Quieres ver una película hoy? —le pregunté con entusiasmo—. Esta vez te enseñaré el fenómeno Star Wars. Deberás preparar tu culo para más de seis horas sentado.

No paró de ejercitarse y tampoco me miró. Solo soltó su respuesta de manera inmediata y en un tono seco:

—No.

Que no dijera nada me habría afectado menos. Fue un rechazo indiscutible. Ni siquiera encontré palabras para responderle, simplemente me di la vuelta y me fui.

No me rendí tan fácil. Le di espacio y luego probé de nuevo. Era una tarde lluviosa y fría, y él estaba sentado en el salón mirando televisión. Hice palomitas de maíz, las eché en un tazón, me le acerqué y me le senté justo al lado para mirar también.

Antes de poder pronunciar palabra, Ax se levantó del suelo y sin decir nada se fue. Yo me quedé sola y paralizada mirando las palomitas, preguntándome por qué rayos había cambiado todo tan de repente. ¿Es que acaso creía que yo iba a besarlo como una abusadora? ¿O qué demonios pensaba?

Me enojé, pero no intenté preguntarle nada. También actué normal a pesar de que su indiferencia y sus rechazos me pusieron a pensar demasiado. Le di vueltas y vueltas al tema hasta que llegué a la conclusión de que tal vez él se sentía incómodo. A lo mejor no había sentido lo mismo que yo y ahora no sabía cómo estar conmigo, lo cual era un poco absurdo. Yo había creído que sí le había gustado el beso, pero tal vez lo que le había sucedido solo había sido una reacción natural de su cuerpo, algo sin mayor razón. Quizás... en realidad no le había gustado lo suficiente como para que le interesara repetirlo.

Me convencí de eso. Supuse que sería lo mejor.

Y fue un tanto desalentador, pero traté de olvidar por completo el asunto, justo como lo había hecho él.

Respeté su distancia para no molestarlo.

Aunque... pronto empecé a extrañar todo lo que solíamos hacer juntos.

***

—¿La canción de Rocky es necesaria? —pregunté en un suspiro.

Nolan, parado en el descansillo de la gran escalera del vestíbulo, me miró con severidad. Llevaba puesto su uniforme de "entrenador", esa vez con una gorra hacia atrás y un silbato colgando del cuello. De su IPhone sonaba la canción de Rocky mientras que Ax subía los escalones a toda velocidad por sexta vez.

—Un momento de superación física no es un momento de superación física sin esa canción —replicó Nolan como si fuera una ley natural—. ¿Se entiende?

No, no lo entendía, pero, ¿quién era yo para matar su felicidad al entrenar a Ax? Como siempre, solo me dediqué a observar.

En lo que Ax llegó al descansillo, Nolan detuvo el cronometro. Luego alzó los brazos en un "¡lo logramos" y le sonrió amplio y satisfecho a Ax.

—¡Listo, descansa! —le concedió.

Ax se apoyó en sus rodillas, agitado y con la boca entreabierta. Unos mechones húmedos de cabello le caían sobre la frente, y una fina capa de sudor le cubría el torso desnudo. Después de cuatro semanas sin apagones, ni sombras, ni ojos amarillos, el ejercicio sí que estaba haciendo cambios en su cuerpo. Se veía un tanto diferente. No demasiado, pero algunas líneas se le habían marcado un poco más.

Tuve que desviar la vista y recordar mi intento de no verlo como un chico atractivo.

El contento y efusivo entrenador Nolan se le acercó y le palmeó la espalda.

—Estoy muy orgulloso de ti —le felicitó—. Eres una máquina.

Ax intentó hablar, pero Nolan se apresuró a interrumpirle:

—Shh —le advirtió—. Nada de palabras. No quiero que pierdas fuerza. Ahora ve a bañarte que hueles a basurero.

A Ax no le quedó de otra que asentir pues respetaba las indicaciones de Nolan y en serio lo veía como un entrenador. Luego bajó las escaleras para salir de la casa. Como ya le era costumbre, no me miró ni reparó en mi presencia. Me esforzaba por no prestarle atención, pero a veces esa actitud me hacía sentir invisible. Al parecer, yo ya no existía para él.

Nolan y yo avanzamos en dirección a la cocina.

—Es impresionante cómo pasaste de "debemos entregarlo a la policía" —le comenté a Nolan con diversión— a "mi precioso, mi precioso".

Imité al icónico personaje de EL Señor de los Anillos. Nolan rio y tomó asiento en uno de los taburetes mientras que yo me acerqué al refrigerador para sacar un par de botellas de agua.

—Es divertido entrenarlo —admitió—. Es como manejar lo que yo habría sido de ser totalmente heterosexual.

—¿Un obsesionado por el ejercicio y la comida?

—No, un poderoso patea culos —aclaró con obviedad.

Me reí fuerte y con ganas.

—No sé en qué universo... —me burlé.

Le lancé la botella para que bebiera, aunque él no había movido ni un músculo.

—¿Ax no ha intentado...? —me preguntó de pronto.

¿Acercarse? ¿Hablarme? ¿Siquiera respirar cerca de mí?

—No —dije de manera tajante—. Nada. Ya lo sabes. Tal vez me odia.

Nolan bebió un largo trago y luego apartó la botella de su boca.

—Nah... —resopló—. A lo mejor yo debería preguntarle qué...

Le interrumpí con rapidez:

—¡Shh!

Acababa de darme cuenta de que en la televisión se estaban transmitiendo las noticias locales y que uno de los reportajes era importante. Interesada, alcancé el control remoto y le subí al volumen. Una reportera hablaba sobre un nuevo incendio espontaneo y grave cerca del conjunto industrial a las afueras del pueblo.

Nolan y yo oímos la noticia en silencio hasta que terminó.

—¿Se supone que esas son las travesuras de la sombra? —preguntó Nolan, algo perturbado.

Abrí la boca para responder, pero...

—Travesuras son las mías —dijo alguien por detrás de nosotros—. Eso solo es estupidez.

Nolan y yo gritamos al mismo tiempo al entender que había una tercera persona en la cocina.

La reacción de Nolan fue instantánea: saltó del taburete y aterrizó junto a mí, totalmente espantado. Por mi parte, retrocedí hasta que mi espalda golpeó con los estantes. Casi que nos abrazamos del susto por esa voz.

Pero era Vyd.

De alguna forma silenciosa y un tanto perturbadora había entrado a la cocina y ahora estaba apoyado en la entrada de la cocina. Bajo la luz, la vieja y oscura gabardina que al parecer siempre vestía, se veía peor de lo que había aparentado. Tenía la capucha echada hacia atrás, por lo que el salvaje cabello blanco estaba libre. Encima del pañuelo que le cubría la mitad de la cara, los ojos amarillos y un tanto rasgados brillaban como los de un divertido gato sobrenatural.

De inmediato desvié la mirada. Ya le había advertido a Nolan de lo que podía causar, así que él la desvió también.

—¡¿Cómo entraste?! —solté, todavía con el corazón acelerado.

Vyd lo dijo con simpleza:

—Después de que descubres los accesos, te sorprendería lo fácil que es colarse a pesar de los muros y las cámaras.

Añadió una risa como si fuera un buen chiste, pero yo no podía reírme porque casi me había cagado y apenas estaba recuperando el aliento.

—¡Qué puto susto! —exclamó Nolan, aferrado a la encimera—. ¡Uno no se aparece así y menos en estos momentos en los que nos peligra hasta la respiración!

Vyd volvió a reír, pero no respondió al instante. De hecho, se hizo un silencio, así que me atreví a echarle un vistazo rápido. Descubrí que estaba mirando a Nolan con una fijeza curiosa.

Finalmente habló:

—Lo lamento —se disculpó. Sus ojos tenían el entorno propio de la risa—. Me gustan las entradas dramáticas para obtener toda la atención. ¿Todo bien por aquí?

Resoplé.

—Exceptuando que casi nos da un infarto...

—¿Y el cabronazo de Ax? —preguntó Vyd.

—Está bañándose —contesté.

Vyd avanzó hasta la isla de la cocina. De reojo vi que metió la mano en el interior de su gabardina y sacó un papel doblado. Empezó a desdoblarlo.

—Bien —asintió—. Vine porque tenemos que hablar todos sobre el plan que seguiremos para matar al fallo. Ya es hora, no podemos seguir esperando.

Nolan frunció el ceño y quedó al estilo: ¿qué?

—Espera un momento —interrumpió, como si hubiera oído mal—. ¿Que seguiremos? —repitió en un tono absurdo.

—Exacto —afirmó Vyd.

Nolan resopló en una risa nada divertida.

—Si te refieres al plan que podemos ayudarte a armar pero que Ax y tú ejecutarán, sí deberíamos hablar —aclaró—. No creo que Mack y yo vayamos a servir para algo más que aumentar por dos el número de cadáveres en el mundo.

Lo dijo con toda la seguridad de que nos matarían, y... en cierta parte tenía razón. Nosotros no éramos especiales como Ax y Vyd. Éramos simples humanos que se asustaban con cualquier ruidito. No éramos héroes ni elegidos. Estábamos jugando un juego en el que teníamos todas las posibilidades de perder.

Vyd se le quedó mirando a Nolan en silencio. Lo supe porque le eché un vistazo rápido. Nolan también lo miró fijo para agregarle firmeza a sus palabras, pero al cabo de un momento tuvo que apartar la vista para no caer en el miedo.

—No creo que Ax vaya a dejar que maten a la guapura de Mack, porque eso ya lo vi —aseguró Vyd con una nota divertida y relajada—. Y... si de algo te sirve, yo no permitiría que te mataran. Digo, sería un total desperdicio.

Nolan me miró y parpadeó como estúpido.

¿Le acababa de decir que era guapo? Yo lo había entendido así, pero...

—Ajá —soltó Nolan, ya en una postura odiosa—. Confiamos en Ax, es todo.

Y tenía la ligera sospecha de que ni en Ax confiábamos del todo a veces, pero era mi mejor amigo y le seguí la corriente. Asentí.

—Bueno, Ax y yo estamos del mismo lado —dijo Vyd con cierta indiferencia—. A mí me basta con que no quieran matarlo para confiar en ustedes. Lo importante es que siga vivo. Ahora...

Le interrumpí de golpe:

—¡Eso! —Me acerqué a la isla echando rápidos vistazos a su cara—. Dijiste que si Ax muere el resto también. ¿Por qué exactamente?

Vyd sabía demasiado, pero por desgracia podía decir poco. Sin embargo, desde nuestro encuentro en la fiesta había decidido intentar sacarle todo lo posible la próxima vez que apareciera.

—Porque todos estamos conectados —explicó—. Nuestras habilidades están diseñadas para servir en grupo. Por separado somos fuertes, pero no tanto como cuando nos unimos. Y Ax es...

Por un momento, Vyd no logró completar lo que pretendía decir. Perdió toda diversión y se le hizo igual de difícil como cuando Ax intentaba pronunciar oraciones largas.

—¿Es...? —le animé.

Lo intentó un momento más, pero al final suspiró.

—No lo sé, así funcionamos —se limitó a decir, algo pensativo.

La siguiente pregunta salió de Nolan:

—Y si solo cinco siguen vivos, ¿no les afecta la falta del resto?

Vyd volvió a pensar. En la rápida mirada que le eché, detecté una ligera frustración en sus ojos.

—Pues, sí, y por esa razón todos estamos algo débiles justo ahora... —Hundió las cejas negras que eran totalmente distintas a su cabello blanco—. Es que todavía estoy tratando de descifrar algunas cosas. Como dije, hay partes de nuestra memoria que fueron alteradas.

Durante un momento, Vyd se quedó callado mirando algún punto del vacío. Reconocí esa expresión. Era como si te transportaras a las bibliotecas de tu mente. Buscabas algo, pero no lo encontrabas en ningún pasillo. Tal vez él intentaba recordar y no lo lograba. Me pregunté entonces si yo... si mi mente... si mis recuerdos también... pero no podía ser posible, ¿no? No había razón alguna para que también alteraran mi memoria.

¡A menos que mi sospecha de que yo sabía sobre Strange, fuera cierta!

Nolan rompió el silencio.

—¿Cómo murieron los otros?

Vyd despertó de su ausencia.

—Algunos, intentando escapar; otros, justo después de escapar. También creo que el fallo asesinó a un par. —Suspiró en un gesto nostálgico—. Es terrible, por esa razón debemos evitar que siga suelto.

Si esa sombra estaba enloquecida matando gente y nosotros podíamos ser los próximos, me parecía bien la idea de detenerla.

—Bien, ¿y qué hacemos? —pregunté.

Vyd volvió a su actitud normal y enérgica. Con rapidez extendió por completo el papel que había sacado de su bolsillo. Nolan y yo nos apoyamos en la isla para verlo mejor. Era un gran mapa. Estaba algo viejo y roto en las esquinas, pero casi todo era reconocible. En él había algunos puntos marcados con círculos y líneas rojas.

—Estuve siguiendo a la sombra durante todo este tiempo y utilicé este mapa del pueblo para hacer más fácil el rastreo de sus pasos —nos indicó Vyd—. Como el fallo no tiene consciencia propia, se supone que en cierto momento sus acciones se vuelven repetitivas. Por ahora ha actuado con creatividad, pero descubrí un curioso y extraño patrón en los incendios. Está causándolos alrededor del pueblo en puntos que, si se unen, rodean esta zona.

Señaló un punto del mapa encerrado por una serie de líneas que al unirse formaban una figura geométrica parecida a un rombo. En uno de los lados, todavía estaba abierta. No me sorprendió la figura incompleta, sino más bien el punto especificado por Vyd. Lo reconocía. Sabía con exactitud qué sitio era.

—Es la colina —solté, estupefacta—. ¡En esa carretera tuve el accidente!

El accidente en el que había muerto Jaden. El accidente que terminé de recordar cuando Ax apretó mi mano la noche de la fiesta. Ese en donde yo había salido ilesa pero aun así me habían asegurado que me había golpeado la cabeza demasiado fuerte y que por eso mi memoria estaba fragmentada.

El corazón empezó a latirme muy rápido por la coincidencia.

—Si no me equivoco —prosiguió Vyd— el fallo va a cerrar el círculo con un incendio aquí en los almacenes de carga Troxom.

Vyd señaló otro punto del mapa y de nuevo mis músculos quedaron rígidos, pero esa vez miré a Nolan con los ojos abiertos de par en par, cargados de asombro y perplejidad.

Los almacenes de carga Troxom pertenecían a la familia de Jaden. Su padre, Richard Troxom, era el dueño de la cadena y de casi todas las tiendas del pueblo. Conocía los almacenes. Había estado ahí muchísimas veces, pero no iba desde que Jaden estaba vivo y me llevaba de paso.

—Tenemos que interceptarlo allí —siguió explicando Vyd—. Yo lo atraparé y Ax lo matará. Es fundamental que lo haga él porque es el único que puede inhabilitarnos a todos de forma definitiva.

En ese momento la puerta de la cocina que daba al patio se deslizó. Ax entró en el lugar ya sin una gota de sudor encima, tan solo con su jean, su torso desnudo, sus pies descalzos y el cabello húmedo cayéndole sobre la frente. Nolan se lo había cortado para la fiesta, pero ya le estaba creciendo muy rápido.

No se inmutó al ver a Vyd. Vyd, por el contrario, pareció más feliz que nunca.

—¡Perrazo! —le saludó con mucho ánimo—. ¡Me encanta verte en excelente estado! Significa que no me moriré todavía y eso es genial.

Entonces le contó a Ax lo mismo que nos había contado a nosotros sobre el plan para matar al fallo en los almacenes. Ax escuchó atentamente hasta que Vyd terminó. En ese instante, su única y seria respuesta fue:

—No.

Una negación decisiva y firme. Todos nos miramos las caras. Vyd pareció desconcertado.

—¿Qué? —le preguntó.

Ax me señaló y volvió a aclarar su palabra:

—Ella no irá.

Me quedé de piedra por unos segundos. Había creído que se estaba negando a matar a la sombra, pero se refería a mí... Y no supe cómo reaccionar. Yo igual quería ir. De hecho, iría de todos modos aunque él intentara prohibírmelo, pero fue sorprendente y un tanto genial que me tomara en cuenta considerando que solo se había dedicado a ignorar mi existencia durante todas esas semanas.

Un intenso impulso de acercármele y abrazarlo me invadió, pero recordé que debía mantener distancia, olvidar lo que sentía y no lanzármele encima. Además, eso no significaba mucho. Él todavía no quería ni hablarme.

Seria, Mack, seria.

Vyd continuó confundido.

—Necesitamos toda la ayuda posible —le recordó a Ax.

Pero Ax no perdió su postura, ni alteró su expresión. Firme y sin dar derecho a réplica, volvió a decir con mayor detenimiento y severidad:

—No.

Nolan me codeó con disimulo tipo: "mira, mira, te está cuidando, ¡oh por Dios!". En respuesta le di un codazo más fuerte para que me dejara en paz.

—Entiendo, es tu amiga, pero creo que... —intentó decir Vyd.

—Creo que ya dije que no —le zanjó Ax directo a Vyd.

Wow. Casi se me cayó la barbilla del asombro.

—Y a mí que me partan el culo, ¿no? —mencionó Nolan al no ser incluido en la protección de Ax.

Quise decir algo para aligerar el momento, pero Vyd se le había quedado mirando a Nolan con un brillo de fascinación y habló antes que yo:

—Muy salvaje, te me podrías malograr —le dijo directamente a Nolan.

Toda idea de hablar desapareció de mi mente.

¡Ay Dios!

¿Acababa de...?

¡Sí!

Casi me dio un ataque de risas, pero lo aguanté.

Nolan, por su parte, abrió los ojos hasta el límite y miró a todos lados, tomado por sorpresa con ese ingenioso comentario.

Ax, que no entendía una mierda de las suciedades de la vida, habló de nuevo:

—Nolan tampoco irá.

Pero Nolan estaba petrificado y ahora incluso rojo en la nariz y en las mejillas como para agradecer que Ax también quería protegerlo.

No hubo modo de que yo no frunciera los labios para no joder el momento con una carcajada. Admití que Vyd me caía bastante bien.

—Bien, bien, no nos alteremos —le dijo Vyd a Ax con naturalidad, sacudiendo la cabeza—. Podemos ir modificando todo. El punto es que deberíamos ejecutar el plan este fin de semana. El fallo suele desaparecer por cuatro días y luego sale a hacer de las suyas. Si hacemos las cosas con cuidado, será fácil.

Solo que yo no creí que fuera a ser fácil, pero ya estábamos tan involucrados en el asunto que era complicado salir. No nos quedaba de otra que ayudar antes de que la sombra nos matara a nosotros.

Al terminar de hablar sobre los detalles, Vyd aseguró que debía irse. Se despidió de Nolan con un "nos veremos luego, amigo", pero Nolan, que no logró decir más nada después del comentario, solo pronunció un odioso "ajam" y le dio la espalda.

Entonces acompañé a Vyd a la puerta para no ser descortés. Caminando detrás de él me di cuenta de que su porte era semejante al de Ax, alto y con una marcada impresión de guerrero. Las diferencias físicas eran claras, por supuesto. Además, Vyd hablaba mucho y era en extremo animado, pero de todas formas había algo, tal vez un aire, que lo hacía parecerse a Ax. Debía de ser porque ambos pertenecían a "los doce". Así había decidido llamarles porque no tenía ni idea de qué eran.

—Si de repente necesitamos tu ayuda, ¿qué hacemos? —le pregunté a Vyd una vez salimos de la casa—. ¿Hay alguna forma de...? ¿De...? —No encontré una palabra adecuada—. ¿Invocarte?

Él se detuvo y se giró hacia mí. Los intensos ojos amarillos me hicieron pensar de nuevo en el accidente y en el cuerpo de Jaden saliendo disparado por la ventana.

Totalmente diferente a eso, Vyd soltó una risa.

—Guapa, tengo un celular —dijo y lo sacó del interior de su gabardina en un movimiento obvio.

Pues yo había pensado en invocaciones o gritos mentales, algo muy sobrenatural. Después de todo, todavía no sabíamos a qué rayos nos estábamos enfrentando ya que ninguno podía hablar de Strange.

—Un IPhone, wow —comenté en elogio.

Vyd asintió.

—Me lo dio Tamara para comunicarnos —confesó él en un suspiro—. Cuando escapé, ella me encontró y me ayudó. Alquiló el apartamento junto al suyo para que me quedara allí. Me enseñó muchas cosas. Era buena. Estaba chiflada, claro, pero era buena persona.

Tamara... No había pensado en ella desde que habíamos estado en su apartamento. Su bebé muerta y esa extraña habitación en perfecto estado todavía me perturbaban y confirmaban que sí había enloquecido, pero Vyd tenía razón, ella siempre fue buena persona con Nolan y conmigo.

—¿A Tamara la asesinó la sombra? —pregunté con cierta dificultad.

—Sí, por ser cercana a mí —lamentó Vyd, serio—. Y eso es lo que puede pasarles a ustedes por ayudar a Ax, pero te aseguro que lo vamos a evitar.

Sonó incluso tranquilizador. En ese momento, me agradó que Vyd se uniera a nosotros. Estando solo Nolan y yo habría sido muy difícil avanzar. Ahora nos sentía un poco más cerca de la verdad. Claro que todavía no la descifrábamos, pero a fin de cuentas estaba justo frente a nosotros. Ax y Vyd representaban Strange. Nos faltaba entender qué eran ellos exactamente.

—De acuerdo, dame tu número —le pedí.

Lo agendé en mi celular. Vyd aseguró que usaba WhatsApp, aunque su único contacto era Tamara y ahora yo. Con Tamara muerta, en realidad solo era yo, así que le dije que podía hablarme cuando quisiera. No podía imaginarme la vida en ese horrible apartamento de esos horribles edificios, solo, teniendo que esconderse.

—Por cierto... —mencionó él, rascándose la nuca—. ¿Crees que podrías darme el número de Nolan? Tú sabes, para estar todos en contacto. Es necesario para que el plan funcione.

Me reí. Estaba segura de que a Nolan le molestaría muchísimo que yo se lo diera, así que...

—Claro que sí —acepté—. Tienes toda la razón.

Le anoté el número de Nolan, le dije que podía enviarnos mensajes cuando se le antojara y Vyd finalmente se fue. Al cabo de un rato, Nolan también. Tan solo unos segundos después, sin decir nada, Ax se encerró en la casita de la piscina y yo quedé sola, como era de costumbre, en la enorme y oscura mansión Cavalier.

Intenté ver alguna serie, pero esa noche fue muy extraña. En algún momento me quedé dormida en mi cama, pero al mismo tiempo me sentí despierta. Era como si aun dentro de mi sueño pudiera ver lo que sucedía a mi alrededor: las cortinas estaban cerradas, las luces apagadas, la habitación... ¿vacía? Podía sentir mis sábanas y contemplar la oscura rejilla de ventilación en el techo.

Fue tan raro que hubo un instante en el que asumí que me encontraba dentro de una especie de sueño extraño pero muy realista porque una voz femenina, o tal vez un susurro, me decía al oído:

Detenlo. Detenlo. Detenlo...

Me desperté de repente.

Me senté en un sobresalto con el pecho y la respiración agitada. La habitación estaba fría, callada y un tanto sombría. En lo que hice un escaneo panorámico, vi a alguien a mi lado. De momento, no me asusté. Seguía algo adormilada, así que pensé que era la persona que me estuvo susurrando las palabras, pero en cuanto me aclaré reconocí los ojos grandes y turbios de Ax.

Estaba arrodillado junto a mi cama, observándome con fijeza. No dije nada al instante. Me mantuve quieta, intentando recuperar el aliento. Tal vez había sido una pesadilla, pero me había dejado bastante alterada. Sentí incluso unas intensas ganas de tomar su mano para comprobar que todo estaba bien, que no había peligro, pero recordé que debía evitar eso si quería volver a ser su amiga.

Iba a preguntarle si sucedía algo o necesitaba algo para que estuviera allí, pero entonces él se puso en pie. La débil luz que entraba por la ventana delineó su silueta y se acopló a las líneas de su cuerpo desnudo de la cintura para arriba. Desde esa perspectiva, sus ojos parecieron muy negros.

Extendió una mano hacia mí.

—Ven —me dijo.

Me quedé paralizada un segundo.

Quería llevarme a algún sitio.

Y yo, sin pensarlo demasiado, puse mi mano sobre la suya para aceptar que me guiara.

La gran pregunta era: ¿a dónde?


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¡Espero que les haya gustado mucho el capítulo!

Aunque es triste que Ax se aleje de Mack ;(

¿Tienen idea de a dónde llevará Ax a Mack?

Puede ser a algo lindo, o tal vez a algo totalmente horrible.

¡Muchas gracias por confiar en mí!

Nos vemos en el próximo capítulo. Esta vez no tardé, eh...

¡Besos!

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