XXXV - Chris Evans
35.- I want to help you II
Nota: Smut babys >:)
Dante y Katherin se encontraban a mi lado parloteando sobre las siguientes escenas que se llevarían a cabo. Estaban emocionados por la próxima terminación de la película; solo faltaban algunas semanas y todos nos veríamos libres de cámaras, vestuarios y maquillaje.
—Pienso perderme en el bosque. —Comentó Katherin. —Necesito alejarme de la ciudad unas semanas...
—¿Irás con Sean? —Inquirió Dante.
—Lo más probable. —La mujer se encogió de hombros.
—Eso quiere decir que, lo más probable es que llegues con un bebé en tus entrañas. —Rio Dante, haciendo que las mejillas de Katherin se sonrojaran de inmediato. Dante se burló y Katherin no hacía más que negar entre risitas tímidas. —¿Qué me dices tú, __________? ¿Qué tal va todo con Chris?
—¿Chris? —Reí. —¿Qué pasa con Evans?
—Han estado muy de amigos últimamente. —Comentó mientras daba un mordisco a su donna. —Nunca los había visto tan cercanos.
—Dante, tras actuar con alguien por mucho tiempo, es lógico que se genere un ambiente de cercanía... —Le dijo Katherin como si ello fuese algo obvio. Le agradecí en un ligero movimiento de cabeza su intervención y sonreí.
—¿Acaso crees que la amistad entre hombre y mujer no existe, Dante? —Alcé una ceja. Dante rio.
—¿Tú si? —Me preguntó de vuelta.
—Pues sí. —Murmuré. —No necesariamente debe haber una relación amorosa; muchos funcionan mejor siendo amigos que novios. —Aclaré. Sin embargo, Dante rió divertido.
—En mi vida esa técnica no funciona, querida. —Y soltó una risita divertida. —Lo siento, pero para mí la amistad entre un hombre y una mujer no existe. Siempre habrá atracción...Siempre habrán ganas de más. —Mencionó seguido de un ligero movimiento de hombros. —Ya sabes a lo que me refiero. —Alzó sus cejas como expresión de lujuria.
No pude evitar sentir un ligero bochorno en mis mejillas.
Suspiré abrumada. Por primera vez en mi vida, comencé a dudar de las palabras que había utilizado. Todo con el fin de darle una explicación a lo que últimamente estaba experimentando con Chris.
No era extraño que nos vieran con Evans compartiendo un café y riéndonos por haber dicho algo divertido, tampoco era extraño que comenzaran a especular sobre un posible romance. No, no era extraño, como tampoco era tan raro para mí, encontrarme a Evans en mi camerino o yo en el suyo en busca de un buen revolcón.
Claramente, aquello era un secreto entre los dos. Era un pacto en el cual ambos terminábamos ganando. Ambos, saciábamos nuestra necesidad fisiológica y nuestro deseo por poseer al otro.
Caminé directo a mi camerino en busca de mi libreto una vez terminamos la conversación que, nos llevó a tratar variados temas. No era mi turno para grabar, por lo que opté por avanzar en las líneas y preparar mi vestuario. Ya no teníamos que grabar escenas tan comprometedoras con Chris, pero ello, de alguna u otra forma, lo comenzaba a extrañar.
—Chris... —Murmuré en cuanto abrí la puerta de mi lugar de trabajo y lo vi sentado en un sofá pequeño. Se levantó de inmediato y me saludó con un tierno beso en la comisura de mi labio. Aspiré su aroma una vez logró entrar por mis fosas nasales y cautivarme completamente.
—Podríamos ensayar. —Me dijo tras esbozar una sonrisa y mover su libreto frente a mis ojos.
—Tú sabes que no lo haremos. —Reí divertida. Dejé mi vaso con café encima de un mueble y me senté sobre éste sin quitarle la vista al rubio. Sonrió tímido, se rascó la nuca y suspiró. —¿O quieres ensayar de verdad? —Inquirí.
—¿La verdad? —Me preguntó. Yo asentí cortamente. —No, no quiero ensayar.
Mis labios, de inmediato figuraron una sonrisa coqueta y colmada de deseo carnal.
—¡Ven aquí, muchachote! —Exclamé, abriendo mis brazos para recibir su cuerpo fornido. Evans se posicionó frente a mí y yo entre abrí mis piernas para recibirlo. Sus besos eran voraces, recorrían toda área de mi cuello y se dirigían a mi pecho. Retiró mi playera en cuanto comenzó a ser un estorbo entre ambos. Sujetó mi cintura y en un solo movimiento, me levantó y nos dirigió hasta el baño. Era en esos momentos donde agradecí tener un baño espacioso, allí nos podíamos mover con bastante libertad.
—Quítate el pantalón. —Jadeé. Evans obedeció de inmediato. Aproveché de quitarme el mío en conjunto con mi ropa interior. El rubio sonrió excitado. —Acércate... —Volví a ordenar. Tomé su rostro entre mis manos y besé sus labios sobre la barba que comenzaba a decorar su rostro. Evans lanzó un gruñido en mi cuello, un gruñido que, para mí, era el sonido más excitante que podía escuchar en aquel momento.
Sujetó mi cuerpo con fuerzas y me levantó; enrollé su cadera con mis piernas para no caer y escondí mi rostro en su cuello, proporcionando una que otra mordidita para ahogar mis jadeos y gemidos que, amenazaban ser altos en cuanto a intervalos. Más lancé un gemido ahogado cuando su hombría comenzó a irrumpir en mi interior.
—Gime, bonita. —Jadeó en mi oído. —No sabes cuánto me gusta escucharte gemir y pedir por más. —Mordió la piel de mi hombro y yo lancé otro gemido.
—¿Dónde quedó el Chris tierno e inocente? —Cuestioné entre jadeos. Mi cuerpo se movía a la par contra el suyo. Me aferré a su cuerpo con desesperación, queriendo sentir su anatomía en su totalidad.
—Se fue. Peleamos. —Contestó y arremetió en mi interior con fuerzas. Enterré mis uñas en su espalda y rasguñé ante el placer agónico generado. Evans gruñó en mi cuello y no dudó en morder a modo de represalia.
—¡Idiota! —Gemí. —Eres un bruto... —Me quejé.
—Sé que te gusta. —Rio airoso. Volví a tomar su rostro y le obligué a mirarme a los ojos. Gotas de sudor se podían ver deslizándose en torno a su fisonomía perfectamente tersa. Sus ojos azules brillaban ante la excitación que nos proporcionaba el momento tan íntimo y secreto. Siguió embistiéndome sin dejar de mirarme. Su boca se entre abrió, dejando escapar un gruñido ronco.
—Me encanta. —Afirmé y sonreí; realmente estaba disfrutando nuestro momento.
Tras los movimientos de nuestras caderas, enérgicos y sin señales de querer desacelerar, me mordí el labio y mi cabeza se inclinó hacia atrás tras sentir los primeros indicios de mi orgasmo. Mi bajo vientre se contrajo ante un adormecimiento ligero, pero esquicito en sensación y mi anatomía ante tales manifestaciones, se remeció con violencia contra su cuerpo. Chris aferró sus manos a mi cintura para darse más impulso y terminar con nuestra travesía.
—¡Oh mierda! —Gimió. Sus movimientos eran más rápidos y salvajes. Aprisionó mi cuerpo y lanzando un gruñido que, logró esconder entre mi cuello y cabello, anunció su orgasmo. Potente y doloroso. Aun así, no dejó de embestirme. Siguió con rapidez, haciéndome perder el juicio en cosas de segundos. Mordí mi labio con fuerzas ante el placer ramificarse por toda mi anatomía, más, aquello no evitó que explotara en un grito colmado de placer.
—¡Chris! —Gemí y tironeé su cabello. Rápidamente, sin perder el tiempo y, deseando sentirlo una vez más, lo besé; recorrí su rostro, labios y mandíbula mientras él, acariciaba mis piernas y depositaba pequeños y castos beso en mi pecho y lomo de mis senos donde, no dudó en dar ligeras mordiditas suaves.
Reímos y nos abrazamos.
—Podría seguir todo el día, si fuese por mí. —Murmuró Evans entre risitas aletargadas. Golpeé su hombro a modo de juego.
—¿No te cansas? —Reí. —Eres insaciable.
—Siempre quiero más de ti, __________. —Suspiró. —Hay partes de tu cuerpo que estoy comenzando a conocer y, me gusta tener ese conocimiento. Sé que te puedo llevar al orgasmo con tan solo besar tu bajo vientre y amenazar con irrumpir entre tus piernas. —Sonrió triunfal. —Te lo puedo probar...
—Suena interesante tu propuesta, Chris. —Besé su mejilla.
—Lo sé. —Besó mi frente. —¿Quieres ensayar?
—En un rato más. —Suspiré.
—¿Te puedo preguntar algo?
—¿Es bueno o malo? —Alcé una ceja. Chris rio.
—Nada bueno ni tampoco malo. —Dijo. Tomó un mechón de mi cabello y lo retiró de mi rostro acomodándolo tras de mi oreja. —¿Crees que pueda funcionar un "nosotros"? —Preguntó y se mordió el labio, un tanto ansioso. —Hemos tenido estos encuentros durante mucho tiempo y, no quiero pensar que esto es sólo porque me quieres ayudar, _________. —Murmuró. —Tú sabes que me gustas, pero no quiero que tengas lástima al decirme que ya no quieres intimar conmigo. Me siento extraño.
—No te sentías extraño hace minutos atrás. —Reí.
—Ahora me siento extraño, __________. —Aclaró. —¿Te gusto? ¿Te suceden cosas conmigo?
Respiré profundo. Me alejé de su lado y comencé a buscar mi ropa esparcida por el baño. Chris me miraba atento. Él ya se había cubierto sus partes íntimas y con extrañeza me cuestioné el momento en el que lo hizo. Más no preste atención. Sus palabras hacían eco en mi mente.
—¿Tú crees que tengo sexo contigo sin ninguna razón? —Le cuestioné. Chris frunció su entrecejo. —¿Crees que soy de esas mujeres que no le importa el corazón de los demás? —Volví a preguntarle. Evans no emitió palabra alguna. —Me gustas. —Confesé. —Y mucho. Y si no te lo dije fue porque creí que íbamos bien así, sin ninguna etiqueta que nos definiera ante los demás. No quería estropear esto... —Expliqué. Me mordí el labio inferior ante la mirada atenta de Evans. —Me gusta nuestros encuentros secretos, me gusta que los demás crean que nuestro acercamiento no es más que algo amistoso. Siempre fui así, aventurera y muy independiente como para amarrarme a una relación. —Reí. Evans también lo hizo, al parecer, entendiendo mi punto de vista.
—¿Entonces? —Preguntó. Tomó mis manos y las besó. —¿Podemos comenzar un nosotros? ¿O quieres seguir con el juego?
Sonreí y besé sus labios con ternura. Asentí entre el glorioso beso que nos dábamos con pasión y necesidad.
—Comencemos un nosotros. —Acepté.
Evans sonrió amplio y dichoso. Volvió a besar mis labios, esta vez, con pasión y ternura.
—¿Realizaremos un segundo round luego de nuestras grabaciones?
—Repito. —Reí divertida. —Eres insaciable, Evans.
Tomé mis cosas y abrí la puerta del baño encontrándome cara a cara con Dante y Katherin. Ambos me observaban estupefactos. Mis mejillas se tornaron rojas de inmediato tras percatarme que desviaban su mirada hacia Chris quien, sabía se encontraba tras de mí.
—Vaya ... —Murmuró Dante. —¿Qué decías, acerca de la amistad entre un hombre y una mujer, __________? —Cuestionó, y sonrió socarrón. —Creo que he ganado el debate, ¿no? —Y burlón, comenzó a alzar sus cejas una y otra vez mientras una sonrisa se alojaba en sus labios. Muy burlona, por cierto.
—¡Pido ser la madrina de sus hijos! —Mencionó Katherin con emoción.
—¿Hace cuánto están aquí? —Balbuceé. Podía apostar a que mis mejillas estaban envueltas en el característico color de la vergüenza.
—El tiempo suficiente como para darnos cuenta que lo de ustedes es más que una simple amistad. —Carcajeó Dante. —Por cierto, parejita del año, les toca grabar. Aunque, después de todo el esfuerzo físico que han tenido, y ¡vaya que lo han tenido!... —Dijo y nuevamente, elevó sus cejas, burlesco. — dudo que quieran hacerlo.
Y tanto Katherin como Dante soltaron carcajadasestruendosas y llenas de sorna. Se retiraron del camerino y nos dejaron solos,completamente estupefactos. Tan estupefactos como se demostraron estar ellos aldescubrir nuestro secreto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro