XXXIV - Chris Evans
34.- I want to help you
(Narra Chris)
—¡Corte! —Anunció la voz del director desde el otro extremo de la habitación. El personal se acercó a nosotros para otorgarnos albornoces que cubrieran nuestros cuerpos semi desnudos y botellas con agua para zacear el calor y sed.
Tendí la mano a _________ para ayudarle a ponerse de pie. Ella sonrió agradeciéndome como siempre, el gesto amable. Sonreí de vuelta, apenas. Debía correr al baño antes de que el personal se diese cuenta sobre lo que sucedía a unos centímetros más debajo de mi cuerpo.
Me encerré en el baño y solté un resoplido agobiado. Esto no me podía estar sucediendo otra vez, menos con __________. Volví a respirar con profundidad, arrepintiéndome de ante mano por lo que iba a realizar. No era moral, ¡claro que no! pero debía liberar todo el deseo que tenía por tocar y besar el cálido cuerpo de __________.
—__________. —Murmuré su nombre y, cerrando los ojos me dispuse a imaginar unos minutos su menudo cuerpo sobre el mío.
******
(Narra ________)
—Vale, ¿entonces quieres que se repita la escena? —Inquirí. Sean asintió y yo no hice más que negar. Para mí la escena había salido bien, no había necesidad de otra repetición.
—¿Qué, acaso Chris te pone...? —Preguntó socarrón.
—¿Qué? No, claro que no. —Exclamé, notando un leve bochorno en mis mejillas. Claramente me incomodaba tener que realizar escenas tan comprometedoras con Evans. Tener su cuerpo sobre el mío y sus labios besando mi cuello era una de las cosas que producía cierto calor en mi anatomía. Me costaba trabajo reprimir aquello como para que Sean quisiera repetir la escena nuevamente.
—Última prueba, señorita ________. —Me dijo el sujeto. —Estoy seguro que esta saldrá aún mejor. —Y sonriendo se retiró de mi camerino, dejándome sin siquiera exponer mi opinión. Salí de la habitación aún con la ropa del rodaje puesta en busca de Katherin, mi colega. Estaba segura que ella podría ayudarme a convencer al idiota de Sean de no hacer otra vez la escena; si era verdad que ambos tenían cierto romance, entonces era la persona indicada para pedirle el favor.
La mujer se encontraba con Dante. Éste sonrió a mi dirección con una sonrisa bastante sospechosa. Me acerqué igualmente y saludé a ambos individuos con la mejor sonrisa que tenía.
—¡Pequeña saltamontes! —Me saludó Dante, abrazándome con efusividad. —Me han dicho que te luciste hoy en la escena.
—Al parecer Sean no opina lo mismo. —Bufé. —Quiere que vuelva a repetir la escena. —Suspiré e incliné mi cabeza a un lado, apoyándola sobre el hombro de Katherin.
—Ha Evans le va a gustar esto. —Dijo Dante con un tono de voz bastante pérfida. Fruncí el ceño y me erguí sobre mis talones observando al sujeto que, se tapó rápidamente la boca, evitando que más palabras salieran de ella. —No debí decir eso.
—Eres un bruto. —Le recriminó Katherin. —No sabes guardar secretos. —Dijo la mujer, reprendiéndole. —Hablaré con Sean, ________. —Me dijo la mujer. —Pero no te prometo nada.
—Vale. —Murmuré. —¿Qué pasó con Evans? —Interrogué y ambos sujetos se quedaron mirando entre sí. —¿Me dirán o tengo que averiguarlo?
—Sucede que le agradas. —Afirmó Katherin con una sonrisa tierna.
—Bastante diría yo. —Indicó Dante con una sonrisa burlona. Katherin le fulminó la mirada y Dante se quedó en silencio de inmediato.
—Le gustas. —Confesó mi amiga. Alcé una ceja y sin querer solté una carcajada.
—¿Es enserio? —Reí. Sin embargo, los dos sujetos no siguieron mi risa; permanecieron en silencio, de alguna forma, respondiendo mi pregunta. —Esto no me lo esperaba. —Murmuré estupefacta. Un calor molesto recorrió mi anatomía y temblé al recordar que Sean me pedía una nueva escena con él.
—No le comentes nada, ________. Está muy avergonzado. —Explicó Dante. —Te quiere bastante.
—Calla, Dante. —Le regañó Katherin.
—Ustedes dos saben algo y no me lo quieren decir. —Dije. Me crucé de brazos y me planté frente a ambos, esperando a que hablaran de una buena vez. —No me iré hasta que me digan qué sucedió, qué dijo o qué hizo. —Sentencié.
—Es que cuando te lo diga no lo podrás creer. —Soltó una risotada Dante, al parecer, aquella que buscaba reprimir, pero no lo logró del todo. Le miré insistente. —Entré a su camerino para felicitarle, pero no estaba. Eso fue lo que pensé hasta que sentí unos murmullos en el baño; estaba murmurando tu nombre, __________. Le has dejado bien duro esta mañana. —Y volvió a soltar otra carcajada, más Katherin le golpeó el brazo, haciéndole callar nuevamente.
—No seas severa con él. —La voz de la mujer era suave y compasiva. —Si te sirve de consuelo, hacen linda pareja. —Sonrió.
Absorta, vi cómo se alejaban de mi lado al ser llamados para realizar su parte de la película. Apoyé mi espalda contra la pared tras de mí y allí me quedé unos minutos observando el suelo, decodificando cada palabra de Dante. Esbocé una sonrisa media, imaginándome cómo se sentía mi nombre salir de su boca ante pleno éxtasis.
Caminé de vuelta, introduciéndome al camerino donde sabía se encontraría él. Su anatomía se levantó de inmediato del sofá que decoraba el interior, me observó estupefacto con un leve tono rojizo en la piel de sus mejillas. A lo mejor, avergonzado por lo que había hecho durante la mañana pensando en mí. Quise reírme, pero me contuve al sentir cómo mis labios se curvaban paulatinamente.
—¿Lo supiste? —Pregunté, tomando asiento en el sofá anteriormente ocupado por él. Evans asintió con derrota en su mirada. —¿Te molesta si volvemos a repetir la escena?
—No encuentro la necesidad de volver a repetirla. —Dijo. —Pero s-si tu q-quieres... No tengo problema.
Claro que no lo tienes, pensé y no pude evitar sonreír.
—Por mí está bien. —Sonreí, acomodando mi bata sobre mi cuerpo, descubriendo apropósito, parte de mi pierna. Observé la reacción de Chris; tragó saliva y se rascó la nuca, evidentemente nervioso. —La verdad es que, me es un honor trabajar contigo, Chris. —Dije. —Un actor bastante renombrado... ya sabes, es entretenido ser conocida al menos por ese detalle. —Reí.
Evans rio también, pero al parecer le costaba trabajo pues, su risa se apagó a los segundos después.
—Uhm, me s-siento halagado. —Dijo con cierto nerviosismo. Volví a sonreír. Me levanté del sofá y me situé frente a él, lo demasiado cerca como para ver sus ojos suplicándole piedad a la vida. Retrocedió un paso hacia atrás y yo tomé su mano, evitando que se fuese de mi lado.
—Yo me siento halagada. —Susurré, recorriendo su rostro, memorizando cada peca, cada imperfección. Aunque, ciertamente no tenía ninguna visible. Su piel era demasiado tersa, y suave; similar a la porcelana. Sus ojos de igual forma, no poseían otro color que no fuese un azul puro y deslumbrante. Sus labios rojizos le daban vida a su blancura, siendo así, un aspecto de su rostro que ansiaba probar.
—¿A qu-qué te r-refieres? —Preguntó en un hilo de voz. Me acerqué más, logrando quedar a sólo centímetros de su boca. Un movimiento por parte de ambos y nuestros labios se juntaban.
—Me ha llegado el rumor de que, durante la mañana te has estado divirtiendo en el baño. —Susurré, atreviéndome a rozar la yema de mis dedos contra la polera que llevaba ceñida a su cuerpo. Chris abrió los ojos con sorpresa haciéndome reír. —Han escuchado mi nombre. ¿Es cierto?
—Y-yo no s-sé de qu....
—Evans. —Reí. Sujeté el cuello de su polera y le acerqué un poco más a mí, sin quebrar el contacto con su mirada. De su frente surgían pequeñas gotas de sudor, las cuales, le delataban sin que él supiese. —No nos hagamos los tontos. Te gusto, admítelo.
—¿No estás enojada? ¿Asqueada? —Inquirió con recelo.
—Ya te dije. —Reiteré. —Me siento halagada.
—N-no sé qué decirte. —Farfulló atónito. Volví a reír y esta vez acercándome un poco más, di un casto beso en sus labios el cual, le tomó por sorpresa. — __________.
—Te quiero ayudar.
—¿Ayudar? —Murmuró.
—Sí. —Carcajeé, volviendo a tomar el mismo puesto en el sofá. Sujeté el borde de mi albornoz y la abrí de par en par, mostrándole la misma ropa interior con la que habíamos actuado previamente. —Te quiero ayudar. ¿Quieres que te ayude?
Los ojos de Evans se iluminaron en una llamarada de pasión y excitación. Se acercó a paso lento, casi indeciso; se sentó a mi lado y con sumo cuidado acarició mis mejillas, dando inicio a las caricias y besos colmados de necesidad.
Algo me decía que aquel día no sería el único en el que ayudaría a Evans a saciar sus deseos.
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