XXV - Steve Rogers
25.- My hero III (Continuación OS XXI Y XXIII)
Temerosa, caminé tal como me lo pidió Drake. Quise escapar y correr hasta donde se encontraba el conserje, pero el cañón de su arma frenó todo deseo por gritar, correr y lloriquear.
Bajamos la escalera lo más normal posible. Se dio el lujo de rodear mi hombro con su brazo y sonreírles a dos personas que iban entrando al edificio. Dos vecinos que, fruncieron sus cejas en cuanto me vieron con Drake.
—Muy bien. —Susurró el joven en mi oído. Un ligero escalofríos recorrió mi espina dorsal y, mi llanto de inmediato se alojó en mi garganta. Mis ojos ardían; lo único que deseaba era que Steve llegase en ese momento.
Seguimos caminando unas cuadras más, alejándonos del edificio y toda persona que pudiese sospechar de él. Dimos, finalmente, con un auto negro. Me detuve en seco, haciendo que Drake enterrara el cañón de su arma a mi costado. Me quejé, y fue allí cuando comencé a llorar con desesperación.
—No, no.... —Gimoteé, plantando mis pies en el piso, con fuerzas para que éste no lograra moverme. —Drake, por favor...
—Te dije, ___________. —Me dijo éste en un gruñido. —Eres mía. Y eso significa que, si yo no te tengo, nadie lo hará. —Sentenció, serio y violento.
Enmudecí ante la seriedad y convicción con las que utilizó sus palabras. Sabía que Drake tenía problemas en cuanto a personalidad y manejo de la ira, pero nunca creí que, en el fondo, éste escondiera sentimientos tan oscuros y sedientos de venganza.
Me introdujo dentro del auto utilizando toda su fuerza. Caí en el suelo del automóvil, golpeando mi cabeza contra un objeto duro; me adormilé, quizás por cuánto tiempo. Y cuando desperté, preferí no haberlo hecho nunca.
Mi anatomía yacía en una silla, maniatada de pies y manos. Pude, con terror, percatarme también que tenía una mordaza en mi boca. Grité todo lo que mis pulmones me permitieron, pero lo único que conseguía era ahogarme con mi propio llanto e intento de grito desesperado.
El ambiente era húmedo, oscuro y terrorífico. Típico de películas de terror. Nunca me gustaron, la única forma de poder verlas era en compañía, y lo cierto era que aquí, no tenía a nadie con quien poder sentirme protegida. Absolutamente a nadie.
De la oscuridad emergieron un par de ojos negros y una sonrisa amplia y malévola. Drake se mostraba triunfal y muy convencido de que su plan, fuese cual fuese, iba a dar buenos resultados. Traté de apelar a su lado humano al mirarle y llorar mientras le observaba directo a los ojos. Una carcajada estruendosa fue lo único que obtuve como resultado. Socarrona y tétrica.
—Así te quería ver, __________. —Me dijo el muchacho. —Sólo para mí. Te amo preciosa, ¿por qué no lo entiendes? Esto lo estoy haciendo por ambos. Por nuestro futuro, por nuestro amor mutuo. Y por nuestros futuros hijo, claro. —Sonrió, ésta vez con ternura. —Quiero tener muchos hijos contigo, __________. Sé que serán perfectos.
Temblé; mi corazón tembló; mi alma temblaba. Estaba aterrada por lo que podría hacer desde ese momento. Negué ligeramente, y él frunció su entrecejo, volviendo a endurecer su semblante.
—¿Me estas rechazando? —Inquirió. —¿Después de todo lo que he estado haciendo por nuestro amor? —Suspiró cabreado. Presionó el puente de su nariz y respiró profundo, tratando de sosegarse. Alzó su mirada y una sonrisa se dibujó en sus labios. —Tengo unos muy buenos amigo que te agradaran conocer. —Dijo, cambiando totalmente de tema.
Desapareció por unos minutos y yo aproveché de buscar la manera de escapar de allí. Sin embargo, nada parecía estar a mi favor.
Drake volvió, solo, completamente solo. Lo que me perturbó aún más, fue escucharle decir que, a su lado, estaban sus dos mejores amigos. Mi corazón se apretujó en mi interior y volví a llorar con desconsuelo, rezando para que Steve viniera a mi rescate lo antes posible.
—Paul y Frank. —Los presentó. —¿Te acuerdas de ellos? —Me preguntó aludiendo a los muchachos que conocí años atrás y quienes también, habían, lamentablemente, muerto en un accidente automovilístico.
Asentí tras ver la insistencia inmersa en su mirada.
—Me alegro, porque ellos han estado entusiasmados por volver a verte. —Y miró a su costado, sonriéndole a la nada. —Me han dicho que te saque esa cosa de la boca, quieren hablar contigo.
Gemí adolorida cuando decidió retirar de un jalón el adhesivo de mi rostro.
—Drake, no hagas esto. —Pedí en cuanto me retiró el adhesivo de mi rostro. —Necesitas ayuda, tú... —Él frunció el ceño. —Drake, Paul y Frank m-murieron...
—No, claro que no. —Refutó. —¿Qué no lo ves? están aquí.
—N-no lo están. —Gemí.
—¡Lo están! —Gritó furioso, tomando en puño su cabello, tironeando de ellos con rabia. —Míralos bien, _________. Porque será la última vez que los veas con vida.
Me apuntó con su arma, directo a mi frente. Acercó el cañón lentamente, hasta posarlo en aquella área. Me miró directo a los ojos; gemí. Su rostro se acercó al mío, sin quitar su arma de mi frente. Entonces, sus labios besaron los míos en movimientos torpes y bruscos.
—Te puedo a-ayudar. —Susurré. —Drake, lo puedo hacer si me dejas.
Me miró dubitativo. Acarició su mentón con sus dedos huesudos, caminó de un lado hacia a otro por unos minutos para finalmente estrujar mi alma con una única y corta palabra.
—No.
Apuntó nuevamente el arma a mi rostro y yo, no hice más que cerrar los ojos y esperar mi muerte.
Fueron un sinfín de imágenes que me invadieron. Desde mi infancia hasta mi adultez. Pero, la que más se repitió, fue el rostro de Steve, su sonrisa, sus besos, sus caricias. Las podía sentir como si en ese momento estuviese a mi lado. Formé una sonrisa en mis labios, fue automático, porque así reaccionaba cada vez que el capitán me tocaba. Sonreía dando a conocer mi estado ameno de ánimo.
Lo amaba, y fue en ese momento, fatal y lleno de adrenalina y con pocas esperanzas de salir con vida, donde me di cuenta que era un hombre excepcional; el hombre con el que, pese al peligro que corría a su lado, lo quería a mi lado para siempre.
—¡No! —Chilló la voz de Drake, a lo lejos, mezclándose entre mis recuerdos mentales. —¡Tengo que hacerlo! ¡Si ella no es mía, no es de nadie! —Gritaba. — ¡Paul, Frank, terminen con esto! —Ordenó mi ex novio a sus amigos imaginarios. Tras él, unos fuertes brazos de metal le sujetaban haciéndole gemir.
Miré confundida, y bastante pasmada cuando me percaté de que Steve estaba a mi lado con su característico traje de combate.
—Cariño... —Murmuró el rubio, con voz suave. Su mano acarició mi mejilla, retirando todo indicio de lágrimas con las yemas de su dedo pulgar.
—¿C-cómo llegaste? —Musité, sin quitarle la mirada a Drake, quien seguía luchando contra los brazos de metal sujetando su cuerpo. —E-está loco... él... —Suspiré apenas. —E-está mal, Steve.
—Lo sé, cariño. —Musitó y sentí sus labios besar mi mejilla. Cerré los ojos por un momento, disfrutando del casto beso que Rogers me dio. —La misión era falsa. —Informó el rubio. —Drake lo planeó todo. —Frunció los labios. Sus manos tomaron las mías y comenzó a inspeccionarlas en busca de heridas visibles. —Te llevaré a la torre, allí te revisaran. —Suspiró el Capitán. —¿Estas bien, _________? ¿Te hizo daño?
—No. —Negué rápidamente y, esta vez, dejando salir toda aflicción y miedo de mi alma, lloré con desconsuelo. Me aferré a su cuerpo y me agazapé entre sus brazos, buscando la protección que anhelé sentir durante los largos minutos que pasé junto a Drake y su evidente locura.
El regreso fue mucho más compensador. Viajamos en una especie de avión militar, un Quinjet por lo que me explicó Rogers. Allí pude conocer a parte del equipo Avengers; eran sujetos agradables y con un sentido de protección hacia la tierra muy admirable. Me explicaron también lo que harían con Drake; un hospital psiquiátrico sería su destino, por órdenes de un tal Nick Fury.
Asentí satisfecha. Después de todo, no era seguro que él estuviese merodeando por las calles de la ciudad.
—Te amo. —Le dije a Rogers una vez mis heridas fueron revisadas y tratadas. Estábamos en el laboratorio de la gran torre.
El capitán me miró con ternura; se acercó a mí y, entre sus manos tomó mi rostro. Dio leves caricias a mis mejillas, me miró directo a los ojos y sonrió.
—Te amo, preciosa. —Susurró. —No sabes cuánto. —Nuestros labios se unieron en un ósculo tierno y con cierta pizca de deseo. Enrollé mis brazos alrededor de su cuello y lo apegué más a mí. —Prometo hacerte la mujer más feliz de la tierra; prometo alejarte de todo peligro, de protegerte a ti y a nuestros hijos hasta que la muerte nos separe...
Sus palabras me hicieron fruncir el ceño.
—¿Nos estamos casando? —Inquirí al mismo tiempo en el que soltaba una risita nerviosa. Rogers se rascó la nuca con nerviosismo. Fue cuando sus mejillas se tornaron rojas y sus ojos azules bebé, brillaron más que nunca.
—Si quieres, claro. Nos podemos casar. —Se encogió de hombros. —Creo que esa no fue una buena forma para pedirte matrimonio. —Rio cohibido.
—Eres pésimo en esto, Rogers. —Reí. —Pero adivina... acepto ser tu esposa. Tu compañera, la madre de tus hijos... acepto ser tu mujer, Steve Rogers. Sólo tuya, por los siglos de los siglos...
Ambos reímos felices, nos abrazamos y seguimos besándonos, como futuro marido y mujer que seríamos dentro de poco tiempo.
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Tercera parte, final feliz ah.
Quería que Drake tocara fondo después de que rayita terminara con él. No sé, creo que fue justo. ¿O es muy tonto lo que digo? ah
Bueno, quería darles las gracias por el apoyo que le dan a este libro. Me encorazona jaja. En serio, gracias <3, no creí que fuese alguien a leer las ocurrencias de mi mente jajaj y lo digo también por los otros OS que he escrito.
¡Las quiero babys! <3
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