XX - Chris Evans
20.- Guilty
Nota: Ahí tienen su Smut, paganas >:)
—Te amo. —Le dije.
—También yo. —Respondió Chris desde el teléfono. —Prometo que cuando regrese a casa recompensaré todos los días que estuve ausente.
Con aquella promesa, dimos por terminada nuestra llamada telefónica, aquella que, realizaba todos los días antes de dormir.
Tener al famoso Chris Evans como novio, tenía sus pro y contras. Era maravilloso en todo aspecto, creo que no pude haber elegido hombre mejor para mi vida. Era dedicado, muy tierno, y bastante entregado a la relación que llevábamos. Sin embargo, sus proyectos, entrevistas y promociones de sus películas, nos quitaban el tiempo que toda pareja normal tenía.
Esta vez, fue la famosa obra teatral "Lobby Hero" la que adquiría todo el tiempo de Evans. Tuve la oportunidad de acompañarlo y ser partícipe de su emoción al ejercer su profesión como actor, como también ver a los fans que esperaban fuera del teatro, con la esperanza de poder obtener algún autógrafo o foto de él. Había sido una locura, pero la felicidad de Chris en ese momento, no se comparaba con nada en el mundo.
Los días sin su presencia pasaban lentos, por lo que comencé a ver la posibilidad de acompañarlo en su travesía en cuanto se me diera la oportunidad. No podía vivir de imágenes en internet, o entrevistas realizadas con respecto a la obra o a su reciente salida de la franquicia MARVEL.
Sin duda alguna, me era difícil llegar a casa y no recibir un beso y abrazo de su parte.
—Ese bigote le hace ver diferente. —Dijo mi madre.
—Me gusta. —Me encogí de hombros y, recordando las fotos que vi durante la mañana, sonreí, deseosa por verlo y llenarle de besos. —Le da un toque especial...
Mi madre carcajeó del otro lado de la llamada.
—Lo amas, por eso te gusta su bigote. —Volvió a reír. —Evans podría hacerse el peinado más ridículo, y tú lo encontrarás guapo igual. —La mujer suspiró. —Como me sucede con tu padre...
—Eso es bueno, ¿no? —Reí de vuelta. El golpe de la puerta en el primer piso llamó mi atención. —Te tengo que colgar, mamá. Están golpeando la puerta.
Me despedí de mi progenitora, con la promesa de volver a llamarla al otro día.
Bajé las escaleras, corriendo y refunfuñando por la insistencia de quien golpeaba con tanta impaciencia. Abrí la puerta, encontrándome con un oficial. Alcé una de mis cejas y solté una carcajada nerviosa pero también, colmada de dicha por volver a verlo nuevamente.
—¡Chris! —Chillé emocionada, abriendo mis brazos para abrazarlo y besarle. Más Chris, con su semblante serio y postura rígida, me alejó de su lado. —¿A-amor?
—He recibido un llamado de un hombre quien la acusa de ser un peligro para la sociedad. —Dijo y yo lancé una risotada por tan seria expresión. Sin embargo, tal parecía que Chris se estaba tomando con bastante profesionalismo su papel como oficial. —Reírse de esa forma frente a un oficial es una falta de respeto, ¿lo sabía usted?
—Discúlpenme, señor oficial. —Me tapé la boca, ahogando otra risotada. —No volverá a suceder. ¿Pero, de qué se me acusa, exactamente? —Inquirí. Me mordí el labio, y pude notar a Evans un poco inquieto tras verme utilizar a mi favor algo que a él tanto le gustaba. Que me mordiera el labio, a él lo volvía loco.
—D-de ser demasiado hermosa para la humanidad. —Musitó. —Pero no es solo eso, hay muchas cosas en su contra. —Explicó. —Y es por ello que debo llevarla a la comisaría. —Evans se acercó y tomó de mis hombros; volteó mi cuerpo y apresó mis manos contra las de él. Grande y fuertes, sin darme chances de poder zafarme de su agarre.
—¿Me interrogará, oficial? —Expresé con voz coqueta e infantil. Solté una ligera risita, divertida. —¡Exijo un abogado! ¡Yo no he hecho nada!
—¡Claro que sí! —Refutó. —Si confiesa su culpa, tenga por seguro que la dejaré libre. Pero ojo, esto debe quedar entre nosotros. —Dijo, y susurró lo último en mi oído, causando un ligero estremecimiento en mi anatomía. Comencé a respirar con dificultad pues, el roce de sus labios en mi oreja logró elevar mi grado de excitación y necesidad.
—Pero oficial...— Me quejé. —No he hecho nada malo. Lo juro.
—Eso lo veremos en mi oficina, cuando la interrogue. —Y dándome un empujón, me hizo caminar hasta su "oficina". Abrió la puerta de nuestra habitación y me volvió a empujar, pero esta vez, sobre la cama.
Mi anatomía dio pequeños rebotes sobre ésta. Divertida, solté risitas. Más Evans seguía tan serio como antes, incluso más.
Me observó detenidamente, relamiendo sus labios. Una de sus manos viajó hasta la cremallera de su chaqueta, abriéndola de par en par para poder sacársela. Reí, nuevamente, incorporándome para poder ayudarle.
—¿Le he dicho que se mueva? —Cuestionó. Fruncí mis labios en una mueca.
—Debería esposarme. —Murmuré coqueta. —¿Qué clase de oficial no lleva consigo unas esposas? —Pregunté. Chris sonrió. —Soy un peligro, ¿no lo recuerda?
—Entonces admite que es un peligro para la sociedad....
—Quizás. —Me encogí de hombros. —¿Quiere que admita mi delito? Entonces venga, que se los susurraré uno por uno. —Chris abrió los ojos, sorpresivo y excitado, y yo no hice más que reír. Lo tomé de la corbata y lo atraje hacía a mí. Ambos caímos sobre la cama entre risitas divertidas, las cuales, minutos después, fueron reemplazadas por jadeos y suspiros colmados de puro placer.
Sus labios recorrieron cada punto de mi anatomía; mordía y lamía a su antojo. Sus manos, por otro lado, exploraban los lugares que bien sabía causaría mi agonía y, que me obligarían a pedir más de él. Y así fue. En minutos me tenía clamando a viva voz por su hombría en mi interior.
Me incliné unos centímetros, buscando a tientas su oído para poder susurrar mis supuestas fechorías. Mordí el lóbulo de su oreja antes de hablar. Éste se estremeció, emitiendo un ligero gruñido ronco.
—Me declaro un peligro .... —Murmuré. — Y culpable de la más grande criminalidad del mundo, oficial Evans. —Jadeé.
—Oficial Evans .... —Jadeó el rubio. —Repítelo...
—Oficial Evans. —Susurré en su oído, propinándole otra mordida. El cuerpo de Chris se tensó, y supe de inmediato que aquellas palabras lo llevaron muy cerca de su propio orgasmo.
—Confieso ser culpable de amar con locura a mi novio y engañarlo con un oficial que irrumpió mi hogar sin más.
—Eso es un crimen bastante grave. —Murmuró Evans, sin perder el ritmo de sus besos candentes y colmados de pasión. —Amar a un hombre y engañarlo con un oficial... —Mordió mi cuello, robándome suspiros placenteros. —¿Debo castigarla, no cree?
—En mi defensa... —Jadeé. —He pasado mucho tiempo sola y necesito cariño. —Evans rio con su rostro escondido en mi cuello. —Y usted se parece mucho a mi novio, no me pida ser fiel si en usted lo veo a él...
Chris se inclinó unos centímetros para poder verme y besar mis labios con ternura. Dirigió sus manos hasta mi femineidad, donde jugueteó unos segundos; tomó mi ropa interior y de un solo tirón, destrozó la delgada tela, tirándola al suelo.
Me miró con lujuria y con un semblante bastante oscuro. Esbozó una sonrisa.
—La declaro un peligro. —Sentenció. —Y por ello, debe ser castigada. —Ambos reímos. —Tendré que ser muy severo con usted. —Advirtió.
Solté un grito ahogado cuando, sin previo aviso, embistió en mi interior, duro y bestial. Me retorcí bajo su cuerpo, rasguñando su dorso ante la fuerza con la que había decidido entrar.
—¡Mierda, Chris! —Chillé, quejándome entre llantos. De inmediato comenzó a besar mis labios, apaciguando todo daño. —Idiota... —Musité.
—Lo siento, amor. —Murmuró, besando mi rostro. —Iré con cuidado. Lo prometo.
Suspiré.
—Lo que usted diga, oficial Evans. —Dije y no pude evitar soltar una risita tras notar cómo su cuerpo se volvía a tensar.
Se movió lento y con mucho más cuidado. Había dejado de ser el oficial rudo e inexpresivo; ahora era Chris Evans, el hombre tierno y considerado a la hora de intimar.
—Te amo. —Ronroneó en mi oído, besando aquella área sensible al tacto. Sentí sus manos viajar por mis piernas, las que acomodó para tener mayor acceso a mi entrada. Embistió nuevamente, pero un poco más lento, logrando así, generar el bienestar que tanto esperé sentir desde su ida.
Ante toda sus caricias y besos, no hice más que dejarme llevar por el sinfín de sensaciones que éstas producían en mi anatomía. Gemí su nombre en cuanto vi que mi orgasmo comenzó a manifestarse en mi bajo vientre.
—C-Chris. —Gemí, presionando con fuerzas sus brazos. Me mordí el labio, inquieta. —R-rápido, c-cariño. —Pedí, casi al borde de la locura.
Chris aumentó sus embestidas en conjunto con sus besos en mi cuello, logrando así, que mi cuerpo temblara bajo él y mi boca soltara los gemidos que a él tanto le excitaban.
—M-mierda, _________. —Gruñó en mi cuello, presionando sus labios con fuerzas contra aquella área. Chillé por lo bajo, mientras él, seguía moviéndose para alcanzar su tan ansiada culminación, aquella que, segundos después, lo invadió. Gruñó en el proceso, y soltó un par de improperios, para finalmente, curvar sus labios en una sonrisa satisfactoria.
—Te extrañé tanto, bebé. —Besó la piel de mi hombro desnudo. —Tanto, tanto.
—También yo. —Afirmé. —C-creo que ahora iré contigo a esa obra. —Reí.
—Por mí no hay problema, y lo sabes. —Suspiró. —Me hace feliz tenerte a mi lado en estos momentos, ____________. Que seas parte de mi vida, y me apoyes en mis decisiones. Además, eres la única que le gusta mi bigote. —Carcajeó.
—¡Mentira! —Reí. —Tengo entendido que a tu mamá también le gusta. —Chris frunció su nariz, negando ligeramente. —¿No? —Inquirí. Chris volvió a negar. —Bueno, en el mundo hay bastantes mujeres a las que les gusta tu nueva apariencia. —Me encogí de hombros.
—Me basta con que a ti te guste. —Sonrió y con ternura, depositó otro beso en mis labios, prolongado y efusivo.
Tuve nuevamente su cuerpo sobre mí, y la sesión de besos y caricias volvió a ser nuestra única forma de comunicarnos durante gran parte de la noche.
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Well, el famoso bigote de Evans. Me gusta, lo tengo que admitir JAJAJA. Como que le da otro toque ah
En la mañana ví esta imagen y jajaja me dio mucha risa.
En fin, me río por todo en realidad 🙊
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