XLII - Chris Evans
42.- Mr. Evans
Nota: Smuuuuuuuuuu! >:)
Suspiré con pesadez y sonreí; su mirada viajó por mi anatomía, voraz y sin ningún disimulo. Ante ello, bajé la mirada y me mordí el labio, nerviosa. Chris no tenía ningún tapujo en manifestarme cuándo deseaba jugar conmigo.
Y, es que nuestros encuentros sólo se realizaban por una única razón, la cual iba respaldado en un contrato que acepté cuando me introdujo a su peculiar mundo. ¿Quién iba a imaginar que en la mente de Chris Evans yacían fantasías altamente candentes y aventureras? Nunca me vi envuelta en una situación así, entre herramientas que me darían placer y un hombre que disfrutaba verme gemir con tan solo tocar mi cuerpo y azotarlo por mero disfrute propio.
No, claramente nunca imaginé verme envuelta en ese ámbito, y menos con un hombre como lo era Evans; atractivo, varonil y engatusador. Solo bastaba mirarlo a los ojos para ser víctima de sus océanos oculares; peligrosamente adictivos.
Me levanté del asiento, tomé mis cosas y decidida a irme, emprendí mi camino hacia la salida del edificio. Mis mejillas estaban sonrojadas y se me hacía difícil poder disimular aquello por lo que, no dudé en caminar cabizbaja y despedirme rápidamente de quien lo hiciera conmigo. Tomé el mango de la puerta de cristal y de inmediato sentí una mano sobre la mía; grande y cálida, fácilmente reconocible.
Tragué saliva.
—Te espero en mi auto. —Demandó Evans. Asentí rápidamente, sin emitir palabra alguna de negación. Sabía que él detestaba cualquier gesto negativo.
Caminé hacia su auto. Era fácilmente reconocible. Negro y de gran dimensión, tanto como el deseo que albergaba en su cuerpo por realizar cada fantasía en su mente. Me apoyé contra el auto y esperé a que llegara para que me abriera una de las puertas.
No tardó en llegar y aumentar los latidos de mi corazón.
Me introduje en el auto una vez el rubio abrió la puerta del copiloto. Tragué saliva y me incliné para poder entrar. Un rápido y fuerte manotazo fue lo que dio en mi trasero; me hizo chillar, impresionada. Chris sonrió rijoso, cerró la puerta de un golpe y, con ello, la aventura comenzaba nuevamente.
Nadie, absolutamente nadie sospechaba lo que Chris hacía conmigo. Tampoco había forma de saberlo pues, yo había prometido guardar silencio y él, no levantaba mayor sospecha. Me impresionaba la facilidad con la que lograba engañar a sus fans y colegas. Ninguno se podía hacer una idea de lo que escondía Evans en su mente. Su fachada como un hombre tierno y risueño, era perfecta para la ocasión si se quería guardar un secreto de tal magnitud.
Bajé del auto cuando él me lo ordenó. Caminé a su lado, con libertad. Cuando llegaba a su casa me sentía libre de poder hacer lo que quisiera. Claro, siempre cuando él me permitiese hacerlo.
—A sí que ahora te comportas con normalidad. —Me dijo y carcajeó. Me encogí de hombros, ligeramente sonrojada. —Esas mejillas... —Musitó lúbrico.
—No es fácil para mí mantener la compostura frente a los demás si me miras como si me fueses a devorar frente a todos. —Repuse. —Podrías disimular un poco...— Me mordí el labio, inquita.
—Te recuerdo que tú no me das órdenes... —Dijo. Su mirada aterrizó en mi boca. —Sabes cómo me pones cuando te muerdes los labios. —Gruño, evidentemente excitado.
—Lo siento, señor. —Me disculpé y evité el contacto visual con él. Rodeó mi cuerpo y se posicionó tras de mí. Posó sus manos sobre mi hombro y comenzó a masajear. Me sentía en el paraíso con cada movimiento que realizaba. Entre abrí la boca y un ligero jadeo se escapó de mi garganta.
Pero ello no le bastó. Chris siempre quería más de mí.
Decidió deslizar sus manos hacia abajo, en dirección a mis pechos. Los abarcó en su totalidad y no dudó en hacer presión sobre ellos. Su boca, siendo un complemento perfecto ante sus caricias, captó mi cuello. Diversos ósculos fueron dejados en aquella área, sin dejar de amasar mis senos, cada vez más fuertes y con pasión.
Enrosqué los dedos de mis manos en su brazo, pero éste, gruñó.
—No te he dicho que me toques.
—L-lo siento. —Musité. Retiré mis manos. Sus caricias cesaron; tomó de mi cintura y me giró para quedar frente a él. —¿Cuándo podré tocarte? Quiero hacerlo...
—Lo harás, pero a su debido tiempo. —Fruncí mis labios. —¿Has comido? —Asentí. —Tienes las pastillas... —Volví a asentir. Chris me miró tierno. Acarició mis mejillas con ternura. —Has...
—Estoy siguiendo el contrato al pie de la letra. —Me apresuré en decir. Chris frunció el ceño y yo, me mordí la lengua ante mi falta de respeto. Debía esperar mi turno para hablar.
Sin embargo, no recibí reprimenda alguna. Besó mis labios.
—Al cuarto. Ahora. —Ordenó. Caminé rápido hasta el "cuarto" asignado para realizar todas y cada una de sus fantasías. Como bien sabía que le gustaba, me quité la ropa y me senté frente a la puerta, esperando su llegada. Posé mis manos sobre mis piernas desnudas y temblé tras sentir el frio de estas. Con los minutos lograría entrar en calor.
—Ya sabes las reglas. —Su voz me hizo temblar.
—Te debo decir amo o señor. Señor Evans de preferencia. —Dije. — Amarillo para indicar mi límite y rojo para que te detengas. No debo hacer nada que tu no quieras. Siempre sumisa.
—A sí es. —Afirmó. Logré sentir una risita salir de su boca.
Respiré profundo y me mentalicé para lo que se aproximaba; sentí la herramienta deslizarse por mi espalda. Pude identificarla sin problema alguno. La fusta era su favorita. La deslizó por mi anatomía, atreviéndose a dejar ligeros golpes en puntos que él sabía me harían gemir.
Cuando se divirtió, tomó de mi brazo y me jaló a él. Rápidamente engrilló mis muñecas, la alzó hacia el cielo raso y las sujetó para dejarme inmovilizada. Le miré atenta, y deseosa de experimentar su siguiente paso.
—¿Estás bien? —Me preguntó.
—Sí, señor Evans. —Afirmé en un susurro.
—¿No te lastiman? —Aludió a las esposas. Negué. —Bien, podemos seguir.
Mi sostén fue desprendido de mi cuerpo de una manera lenta y erótica. Besó mi cuello, y con lentitud bajó hacia el centro de mi pecho. Sus labios realizaban un trabajo que solo un experto podría realizar. Lograba rozar su boca contra mi piel y ello, era lo que más alteraba mi fisiología; podía sentir la lava subir rápidamente, quemando todo a su paso. La parte baja de mi vientre era la que más sufría cuando decidía besar justo allí. Amenazando con irrumpir en mi sexo.
Retiró mi ropa interior, siendo lo único y último que faltaba. Sonrió.
—Perfecto. —Dio un ligero asentimiento. Alzó su mano y rozó la yema de sus dedos con mis pechos, erectos y ardientes de contacto.
Caminó alrededor de mí, con la fusta en manos y deslizándola por toda mi anatomía. La deslizó con suavidad, manteniéndome alerta. Mi respiración era errática pues, no sabía en qué momento decidiría golpearme. La vara se quedó en mi espada, un poco más abajo de mis hombros. Estaba lista para gemir cuando sentí que retiraba la fusta. Pero grité cuando, sorpresivamente, el golpe lo sentí en mi trasero.
—¿Te ha gustado? —Me preguntó.
—S-sí, amo. —Afirmé y sonreí. Volvió a golpear nuevamente, sin siquiera dar aviso previo. Esta vez fue mi abdomen el que recibió el golpe. —¡Chris! —Gemí.
—No, no... así no es. —Me dijo, y volvió a golpearme. Esta vez, en mi bajo vientre. Gemí en silencio, tragándome el improperio que saldría de mi boca si no lograba cerrarla. Respiré hondo, y como pude, sonreí.
—Señor Evans. —Reiteró, apuntándome con su fusta. —¿Queda claro?
—C-claro. —Asentí rápidamente.
Chris optó por desatarme y dirigirme hasta la cama frente a nosotros. Me tumbó boca abajo sobre el colchón y con agilidad, maniató nuevamente mis manos contra el catre de ésta. Gemí, expectante.
—Mantente quieta. —Susurro en mi oído, atreviéndose a dejar una mordida en mi oreja. Besó mi cuello y se deslizó por mi dorso, dejando castos y húmedos ósculos allí. Me estremecí. Cerré los ojos y me mordí el labio. Su cuerpo se despegó del mío, pero no su mano. Ésta aterrizó en mis glúteos, golpeando más fuerte que con la propia fusta.
Escondí mi rostro entre la almohada y chillé.
—Mierda. —Susurré y volví a gritar ante un nuevo golpe. Mi cuerpo se tensó.
—Ya sabes que puedes pedir que me detenga. —Dijo y yo negué entre lágrimas.
—A-aún puedo s-soportar. —Aseguré, casi entre lágrimas.
Chris no respondió verbalmente, pero si lo hizo con una risita divertida.
Mi pecho subía y bajaba tantas veces como mi trasero era golpeado. Tuve la necesidad de decir Rojo, pero me contuve. Decir esa palabra era detener todo el juego y ello, claramente no quería que sucediera.
Las manos de Evans detuvieron todo golpe; tomaron mis manos y la desataron. Volvió a dirigirme hasta el primer lugar donde comenzó todo. Alzó mis brazos y las sujetó al cielo raso. Besó mis labios desaforadamente; con sus manos recorrió cada rincón de mi cuerpo y me hizo gemir tras sus toques candentes y estimulantes en mi femineidad.
Sabía que no podía soportar tanta abstinencia al verme amarrada y sólo para él. Sus ojos se oscurecieron y ello, sólo significaba una cosa: La unión de nuestros cuerpos.
Se retiró el vestuario faltante. Su pantalón aterrizó en el suelo. Me tomó de la cintura, posesivo y me apegó a su cuerpo. Me mordí el labio, excitada. Chris gruñó. Tomó mi rostro con una de sus manos y presionó con fuerza moderada.
—Te lo he dicho. — Susurró. Mordisqueó mi labio inferior. —Me excitas cuando te muerdes los labios.
Y dicho aquello, tomó de mi cuerpo y enredó mis piernas alrededor de su cintura. No tardó en embestirme, fuerte y con ímpetu, como una bestia, logrando robarme más de un gemido. El gruñía en mi cuello, mordía y besaba como desesperación. Mi espalda se arqueaba por cada arremetida; mis manos se apretaron en puño, casi enterrando mis uñas en las palmas de estas. Gemí alto, y al borde de perder toda conciencia. Quería tocarle, acariciar su dorso y rasguñarle si era necesario. Lo anhelaba enormemente y deseé que las cadenas se soltaran, pero ello claramente no iba a suceder.
—¡Señor! —Gemí, al borde de la locura. Estaba tocando el punto vulnerable. Volví a morderme el labio, esta vez, con fuerzas. El sabor de la sangre se adentró en mi boca. Chris la degustó, logrando sonreí en aprobación.
Volvió a embestir con fuerzas; estaba segura que no soportaría las que seguían.
—Amarillo o rojo. —Gruñó Evans. No respondí. No podía. Él insistió, pero, lo único que obtuvo como respuesta, fue mi grito anunciando la llegada de mi orgasmo. Mi cabeza se inclinó hacia atrás, dejando al descubierto mi cuello. Él no desaprovechó la oportunidad de besar y morder el área despejada.
Tampoco duró mucho; de igual forma, su propio orgasmo le invadió.
Mi cuerpo, aun pendiendo del cielo raso, se sentía pesado y aletargado. Chris alzó una de sus manos mientras la otra me sujetaba con fuerzas contra él. Dejó libre mis extremidades. Me desplomé entre sus brazos, sin pensarlo. Toqué su dorso, y me aferré a él.
No tenía intención de caminar, no me sentía con la fuerza suficiente para hacerlo. Y Chris logró entenderlo sin siquiera preguntarme.
Adormilada, vi que nos alejábamos del "cuarto" para entrar a otro que, pese a la somnolencia, pude identificar como el suyo. Me recostó sobre la cama y me cubrió con las mantas. Depositó un beso en mi frente, que acepté gustosa.
—Te has lucido, cariño. —Me dijo. — Espero que, para la próxima, la disposición e intensidad sea la misma. —Fue lo último que dijo antes de salir de la habitación.
¿Quién sabía lo que tenía en mente? Nadie.
Chris Evans era un misterio, definitivamente.
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Chris Gray para las nenas >:) me vale madres si me voy al infierno MUAJAJAJA.
@anonima_p08 Nunca me olvidé de tu pedido <3 Traté de hacer lo mejor que pude.
Debo confesar que nunca he visto la película, y que conste, no es por que sea santa o algo así (aunque si lo fuera, no habría nada de smut en los Os ), si no por que nunca me motivé a verla. Prefiero el libro, y ni eso tengo ajaja Así que, como me gusta hacer las cosas bien, miré uno que otro vídeo por Youtube y saqué una idea.
Creo que veré la película, en algun momento jeje
Ahora, me calmo con el smut y haré Os más cursis y sad ah.
pd: A petición del pueblo, habrá tercera parte del Os anterior >:)
pd2: Las quiero! <3
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