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LXXXVI - Chris Evans

86.- Hope


Sentí en mi interior, un dolor punzante. Estaba localizado en mi pecho, haciendo presión cada vez más a medida que pasaban los minutos. Era molesto y doloroso. Respiré profundo y me dije a mi misma las palabras que solía usar cuando sentía el mismo dolor en aquel lugar. "Respira, estarás bien" entonces, inhalaba profundo y exhalaba despacio, repitiéndome una y otra vez la misma frase que, en ocasiones no tenía mucho sentido.

Esta vez, no era la excepción. Un torbellino de emociones envolvió mi cuerpo hasta la fibra más pequeña. Mi corazón comenzó a galopar más fuerte y, mis ojos que permanecían normales, se nublaron producto de las lágrimas que repentinas se asomaron.

—Mierda, otra vez no. —Gemí afligida. Tomé mi bolso y hui del lugar hacia el baño. Agradecí que nadie se percatara de mi arranque. Lo agradecí inmensamente.

Me encerré en un cubículo y me senté sobre el suelo de cerámica. Miré el cielo raso y gemí; el llanto era inminente, la presión dolorosa y mis pensamientos corrían de un lugar a otro sin una idea concreta de lo que quería pensar. Era un amasijo de emociones y pensamientos que invadían mi anatomía, haciéndome sentir pequeña e indefensa frente a cada una de ellas.

Me volví a sentir como la pequeña que lloraba entre la oscuridad de su habitación, en silencio para que nadie lo notara. Había funcionado hasta la edad adulta y creía que, seguiría funcionado. Pero la vida da muchas vueltas. No podía pretender permanecer en mi zona de confort siempre, evitando el sufrimiento y guardándome todo para mí.

No. No podía, tenía que crecer emocionalmente.

Mi llanto sonaba ahogado. Más me permití llorar todo lo que mi cuerpo pedía. Había admitido ese hecho después de aceptar que necesitaba ayuda profesional. No estaba sola. Me costó aceptar ese hecho, pero Chris, siempre tan asertivo, me ayudó a superar aquello.

Chris era el hombre que siempre soñé tener como compañero; atento, interesante y romántico. Pero me sorprendí al ver que él, era mucho más de lo que yo algún día idealicé. Me terminé enamorando de él completamente hasta el punto en el que acepté ayuda externa para mejorar como persona. Sabía que mi pasado desembocaría en crisis que, de alguna u otra forma, opacarían la bonita relación que estábamos conformando.

Tenía un pasado. Un pasado que, evidentemente no había logrado aceptar ante mi intento por reprimirlo; por guardarlo y hacer de ello una bomba de tiempo que no dudaría en detonar ante el más mínimo estímulo. Mis años los viví de esa forma, haciendo caso omiso a lo que mi cuerpo pedía desesperadamente. Atención, aceptación, comprensión y amor hacia a sí mismo.

—Es normal, tranquila, esto es normal. —Me dije a mi misma. Respiré una y otra vez, profundo para luego exhalar suavemente. Recordé los ejercicios que me había enseñado mi terapeuta. Estaban dando resultado. Muy poco, pero mi corazón al menos comenzaba a calmarse.

—¿Cariño? —La voz de Evans resonó en las paredes del baño. Negué para mí, sintiendo cómo se me escapaba el control de mi misma, de las manos. Cerré los ojos con fuerzas y gemí. —Cariño, sé que estás aquí, te han visto salir corriendo.

Mi pecho se apretó aún más y con ello, sentí un ligero calor recorrer a lo largo de mi anatomía. La crisis de angustia me había atrapado.

Los pasos de Chris se acercaron hacia la puerta donde yacía mi cuerpo apoyado, pequeño tras la posición en la que estaba. Mis brazos abrazaban mis piernas con fuerzas mientras mi rostro, cubierto por las lágrimas, se ocultaba entre mis brazos.

—Tienes que respirar. —Me dijo. —Profundo y botar todo. —Me indicó. Sentí el peso de su cuerpo afirmarse contra la puerta. Deduje que estaba casi en la misma posición mía. —Inhala, exhala....

Respiré profundo y exhalé lento.

—Así es, cariño. —Dijo. —¿Me quieres abrir la puerta antes de que llegue una mujer y me encuentre sentado aquí?

—Quiero estar sola, Chris. —sollocé. —Iré en un momento, ¿sí? Pueden comenzar a comer sin mí, yo estaré bien.

El nudo se alojó en mi garganta. Molesto, doloroso. Desgarrador.

—No, no te dejaré. La comida puede esperar. Tus crisis no. —Espetó. —Amor, ábreme la puerta. No me iré hasta que lo hagas.

—¡Vete Chris! —Chillé al borde del colapso. —¡Quiero estar sola!

—Escucho voces de mujeres. —Murmuró. —Se dirigen hacia acá...

Molesta y sobrepasada, me levanté y abrí la puerta de golpe. Mi rostro estaba mojado y mis ojos no lograba divisar una figura nítida. Me dolían ante el ardor producido por mis propias lágrimas.

—Amor.... —Dijo Chris, entrando al cubículo, abrazándome de inmediato. Cerró la puerta tras de él y no me soltó. En ningún momento.

Sabía que un abrazo de él en esos momentos era lo que más deseaba y, lo que ciertamente me reconfortaba. Cuando las crisis me consumían, Chris era la luz que iluminaba el final del túnel, entonces yo, podía seguir el camino segura hasta el final. Pero siempre me privaba de ello. Era como si en el fondo, me gustara sentir cómo mi angustia me apuñalaba la psiquis una y otra vez. Y no sólo mi mente, sino también mi pecho, donde se alojaba de manera repentina aquel sentimiento de desconsuelo.

—Amor, ¿te acuerdas de la canción que cantabas cuando estabas mal? —Me preguntó. Besó mi cabello afable. Asentí sin emitir palabra alguna. Mi garganta era oprimida por el llanto. —"Sólo es una chispa, pero es suficiente para seguir adelante. Y cuando está oscuro afuera, nadie alrededor, trata de seguir adelante"

Lloré, pero esta vez con libertad. Chris acariciaba mi cabello, comprensivo, dulce.

Di un último suspiro y con ello sentí tranquilidad. La misma que sentía cada vez que mi cuerpo lograba botar la toxicidad que almacenaba en mi interior.

Una vez logré calmarme, saqué un pañuelo de mi bolso y limpié mi rostro. Observé a Chris y sonreí apenas, un tanto avergonzada. Aún me costaba mostrarme de esa manera ante él; vulnerable, siendo consumida por mis propios pensamientos disruptivos.

—Te amo. —Susurró. Apartó un mechón de mi cabello y lo situó tras mi oreja. —Nunca lo olvide, ¿sí? —Asentí como una niña pequeña. —No me iré de tu lado, ___________. Cavaste tu agujero y te sumergiste en tu miseria. Pero yo te voy a dar la luz suficiente para que veas el camino hacia la salida. Lo prometo.

Volví a asentir. Me limpié el rostro nuevamente. Estaba cansada, pero aún así logré formar una sonrisa.

—Olsen y Stan deben preguntarse dónde estamos. —Rei suave.

—Sí, pero ¿qué más da? —Se encogió de hombros. —¿Estás bien?

—Estoy bien. —Afirmé.

—Me parece. —Sonrió Evans. Tomó mi rostro entre sus manos y me besó. Suave y tierno. —No pierdas la esperanza, amor. Eo, es justamente lo último que se pierde. —Dijo antes de tomar mi mano y salir del baño en dirección a la mesa donde nuestros amigos nos estarían esperando.

La esperanza. Definitivamente, estaba; era aquella con la que soñaba poder sentir algún día. La que me traería paz en todo ámbito. Pero bien sabía que me costaría trabajo llegar a ella. Sólo debía dejar que las emociones fluyeran y aceptar mi pasado y el daño hecho. Sólo así podría ver la luz que ello me traería para así, poder aferrarme a ella.

Porque después de todo, la esperanza para mí era una chispa, pero era lo suficiente para seguir adelante. 






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Jelou bipedos/as

Algo poco, sad, pero común en muchas de mis historias. 

El pasado de la rayis se lo pueden imaginar. No quise poner algo en concreto. se me ocurrían muchos pasados, pero ninguno me convencía.

so, si alguna me quiere dejar una idea para la próxima historia, bienvenida sea ;). 

Love All <3

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