LXXV - Steve Rogers
75.- The perfect gift
Nota: Smut ;) (tierno y pasional ah)
Steve Rogers se llevó la grata sorpresa de ver a todos sus amigos reunidos, listos para celebrar su cumpleaños. Todo el equipo, inclusive Scott Lang, el hombre hormiga, se encontraba celebrando el cumpleaños del capitán, el hombre a quien tanto admirábamos, respetábamos y queríamos.
Steve no era un sujeto al que le gustaran las fiestas, a decir verdad, las aborrecía. Prefería salir a pasear en su motocicleta, o caminar; de cualquier forma, para él, el sólo hecho de salir y disfrutar del ocaso, era algo perfecto.
Pero yo, siendo su novia, no iba a quedarme conforme con darle un regalo como ese. Me era muy simple y carente de afecto real. Yo quería algo que él pudiese disfrutar y recordar para toda la vida.
La torre Stark estaba perfectamente decorada para cuando él llegó, cubierta de globos por doquier, guirnaldas y un gran cartel que decía "feliz cumpleaños". Había mesas cubiertas con comida, vino y champagne, al igual que jugo de frutas, para quien no acostumbrase a beber.
FRIDAY nos anunció que un capitán, bastante cansado, subía por las escaleras en dirección al ascensor. Nos situamos en nuestros puestos y esperamos ansioso su llegada.
Apenas la puerta del ascensor se abrió, todos saltamos y gritamos el famoso "feliz cumpleaños", todos al unísono. Era obvia la expresión del capitán Rogers. Ojos abiertos y mandíbula ligeramente caída; analizaba todo a su alrededor, más sonrió cuando me vio caminar entre los invitados hacia su dirección.
—Odias esto, lo sé. —Fue lo primero que dije, a modo de disculpas. —Pero amor, tienes que divertirte, aunque sea unos minutos. Todos trabajamos en esto, lo hicimos lindo sólo para ti.
El capitán negó entre risas y me atrapó entre sus fornidos brazos. Aspiré su aroma cuando restregué mi nariz en su cuello. Era adictivo y bastante peculiar. Era un aspecto que amaba de él, su olor era lo que alteraba mi fisiología y me hacía viajar, a la vez, a distintas dimensiones.
—Te amo tanto. —Murmuró a centímetros de mis labios. —No te haces ninguna idea de cuánto amor albergo por ti.
Ambos reímos, como dos adolescentes enamorados, olvidando que, a nuestro alrededor, había más personas observándonos.
—Sí, si, como sea. —Dijo Tony, tomándonos de los hombros y separándonos. —Luego podrá hacer la tarea semanal, capitán. Ahora, ven que te vamos a cantar.
Romanoff y Wanda traían el pastel que adornamos en conjunto. Cien velas de colores rojo, blanco y azul decoraban la torta. Fueron apagadas en cuando Steve las sopló después de pedir, mentalmente, los tres deseos que, por tradición, se pedían.
Al soplar las velas, el capitán dio el inicio definitivo de la fiesta.
Bailamoss, reímos, e incluso añoramos ciertos momentos de nuestras vidas al contar anécdotas que nos traían muchos sentimientos y emociones. El ambiente se había tornado ligeramente nostálgico. Obra del alcohol, pensé cuando Tony, al percatarse de ello, decidió subir al escenario y comenzar a cantar un karaoke en compañía de Sam. Ambos avivaron nuevamente la fiesta, en donde todos volvieron a la pista de baile para danzar junto a sus parejas.
Sin duda alguna, había sido la mejor fiesta que organizamos en meses. La última había sido la de Wanda; fue mucho más tranquila pues, el número de invitados era reducido, más íntimo y familiar.
—Nunca había bailado tanto. —Comentó Steve desde el cuarto de baño. Me recosté sobre la cama y reí; eran las cuatro de la mañana, más, para mí, la noche aún seguía siendo joven y digna de ser prolongada.
—Ajá, vi que te divertías bastante. —Reí. —¿El capitán Rogers baila? ¿Desde cuándo?
—Desde los años cuarenta. —Contestó él. —No es la misma música de mis tiempos, pero, creo que estoy aprendiendo, ¿no?
—No se te da mal aprender nuevos pasos, Steve. —Reí, al recordar cómo era su desempeño en la pista de baile. Los bailes lentos eran donde él más se lucía. —Pero aún te falta. —Reí.
El capitán salió del baño, luciendo sobre su anatomía su pantalón de pijama y una camiseta que bien remarcaba su torso fornido y bien trabajado.
—Creo que me recostaré y me dormiré enseguida. Estoy muy cansado. —Comentó.
Fruncí el ceño. Eso no era parte de mi plan.
El capitán removió el edredón y se introdujo entre las sábanas. Hice lo mismo, subiéndome sobre él en cuanto tuve la oportunidad de hacerlo. Sonreí coqueta, y no dudé en comenzar a repartir besos por todo su rostro, deslizándome por su cuello hasta llegar al borde de su camiseta, la cual me impedía poder seguir descendiendo por su pecho y abdomen.
—___________. —Suspiró el capitán.
—La noche aún no termina, Capitán Rogers. —Murmuré a centímetro de sus labios antes de besarlo. —Aún podemos seguir celebrando su cumpleaños. —Mis manos tomaron el borde de su vestuario superior y lo despojaron en un santiamén. Rogers no se opuso, lo que me dio la ventaja de proseguir con su vestuario inferior.
Noté su cuerpo tensarse. Algunas veces se me olvidaba que su estilo para poder intimar no era como yo solía hacerlo: Atrevido y decidido. No, él se daba su tiempo. Era tierno, le gustaba acariciar lento y muy suave, susurrar cosas dulces y besar cada punto de mi cuerpo con bastante dedicación y pasión, casi degustando el sabor de mi piel.
Pese a que el capitán ve veía como alguien serio y ajeno a todo lo que tuviese que ver con una relación amorosa, nadie se podía imaginar que él fuese tan pasional en la cama. Steve sabía cómo complacerme.
Claramente no era intenso, pero si apasionado, lo que, a mí, me hacía arder en sólo minutos.
—Por ser tu cumpleaños, tienes la oportunidad de ser tú quien lleve el mando. —Le dije. —Eres el capitán... esta noche, Steve Rogers, serás mi Capitán.
Las pupilas del rubio se dilataron excitado. Tomé su rostro entre mis manos y besé para comenzar con nuestra faena. Me bajé de su cuerpo lentamente y me recosté sobre la cama, de espalda, lista para recibir su cuerpo y dejar que él guiara la noche. Rogers al estar totalmente desnudo, no dudó en desnudarme. Fue lento, como siempre lo hacía, disfrutando de cada movimiento y vista que mi anatomía le daba.
Su pecho subía y bajaba; jadeó y se mordió el labio una vez la parte superior de mi cuerpo quedó desnudo y a merced de sus besos y caricias.
Despojó mi pantalón, y lo tiró lejos. Entre risas nos besábamos vehementes; nuestras manos exploraban la anatomía del otro, tocando partes erógenas que nos prendían considerablemente. Rasgué sus brazos y su dorso ante la oleada de calor y placer que sentí cuando su masculinidad rozó mi femineidad. La electricidad remeció mi cuerpo en general, aumentando los latidos de mi corazón y, por consiguiente, mis deseos de sentirlo invadir mi centro.
Besó mis labios y arremetió con lentitud, sin apuros, tierno y pausado. Se tomó su tiempo para realizar cada movimiento erótico. Escondí mi rostro en su cuello y cerré los ojos cuando comenzó a moverse en mi interior. De alguna forma, quería intensificar la sensación que me generaba cada arremetida suya. Y al cerrar los ojos, éstas efectivamente aumentaban de nivel, haciéndome sentir que tocaba el cielo con una mano.
—Capitán. —Gemí, presa del placer. Un ligero calor comenzó a recorrer mis piernas, guiándose por mi torrente sanguíneo hasta llegar a mi bajo vientre, donde se alojó por un buen momento, haciéndome sentir los primeros y ligeros indicios del orgasmo que pronto se apoderaría de mí.
No dudé en mover mis caderas para ayudarle a aproximar el goce; él seguía moviéndose lento y tierno, algo que, efectivamente prendía mis hormonas hasta el punto en el que sentí que mi cuerpo en su totalidad, era puro fuego y mi sangre, lava. Disfruté cada beso, cada caricia, cada susurro dado con cariño. Me aferré a su cuerpo y gemí nuevamente.
Rogers gruñó entre dientes, su cadera presionó ligeramente la mía y sus dedos se incrustaron en mi cintura, casi traspasando la piel. Se dio un último impulso y se liberó finalmente en mi interior.
Con la respiración agitada, logró sonreír, aletargado y ciertamente feliz. Me apegué a su cuerpo y lo abracé, dando ligeros y castos besos en torno a su pectoral derecho.
—Gracias por todo. —Dijo con una sonrisa dibujada en sus labios. —Creo que no merezco mucho, ¿sabes?
—¡Bah! ¿pero qué dices? —Reí. —Te mereces esto y mucho más. Y no porque sea tu cumpleaños, Steve. sino porque realmente te mereces lo mejor. —Suspiré, embobada por tener a semejante espécimen a mi lado como novio. —Por cierto, este no era el regalo. Bueno, en parte sí, lo tenía planeado, había que cerrar la noche...
Rogers carcajeó.
—De verdad, no es necesario más regalo que la fiesta y esto, ___________. —Sonrió ligeramente.
—No, nada de eso. —Repuse. —Iremos a Venecia. —Anuncié. Rogers frunció el entrecejo y lanzó una risotada sin lograr entender a qué iba mi regalo. —Amor, creo que ya es hora de que te desprendas del equipo por unas semanas.
—¿Hablas de viajar y dejar de lado mi trabajo?
—Cariño, no estamos guerra, ¿sí? este es el mundo moderno, donde las naciones viven en paz y en donde la gente disfruta de las oportunidades que la vida les da. Disfruta tu vida, Steve. Ahora que has revivido para disfrutar de cosas nuevas.
El capitán suspiró. Miró el cielo raso de nuestra habitación y analizó.
—Ya hablé con Fury. —Añadí. —Todo está listo, sólo necesito un sí de tu parte.
—___________. —Me dijo. —No necesito más regalos que el que tú me das todos los días. —Fruncí el ceño. Ahora era yo la confundida. —Tú eres mi regalo; tú eres el regalo perfecto, _____________. —Me besó con ternura. — Conocerte fue lo mejor que me pudo haber sucedido. No necesito más regalos que sólo estar contigo.
Sonreí enternecida.
—Algunas veces siento que tú, Steve Rogers, te has escapado de un cuento de hadas. —Carcajeé.
—Bueno, en mis tiempos, para conquistar a una mujer debíamos ser poéticos y románticos. —Ambos reímos.
—Me encantas, Steve Rogers. —Le besé apasionada. Mi anatomía escaló hasta el lugar que le pertenecía y no dudé en ser yo quien tomara el mando en ese momento. Rogers soltó una pequeña risa entre besos y ello, me dio a entender que él estaba dispuesto a prolongar aún más su cumpleaños.
El resto de la noche nos las pasamos entre besos y caricias, fundiéndonos en uno solo: éramos solo un cuerpo y un alma.
➤➤➤➤➤➤➤
Antes de que digan algo, sí, es muy cliché, but, quería hacer algo tierno, y ciertamente cliché. Por qué? porque puedo y quiero ah.
En realidad quería escribir algo tierno, mucha desgracias en los últimos Os. Así que, ahí tienen smut, paganas >:)
No es el cumpleaños del capitan, but me vale. Quería hacerlo algo sobre ese contexto je.
Bípedos, recen por mí. Mañana tengo prueba (qué hago aquí, es la gran pregunta del millón) y necesito todo el ki (notese la referencia que he dejado) de ustedes :( si dejo de subir Os, es porque morí en el intento ah.
Gente, amore per tutti <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro