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LXXIV - Chris Evans

74.- Hope

El cuerpo de Chris y el mío eran uno. Yacíamos enredados entre las sábanas, besándonos, acariciándonos, amándonos como única forma de expresión y afecto, íntimo y primitivo; se iría de viaje dentro de un día, por lo que, estas instancias íntimas eran bien recibidas por ambos.

Chris rodeó mi cuerpo con el propósito de sentirme más próxima a él, me apegó a su cuerpo y yo agradecí aquello, sentir su anatomía contra la mía y sentir que encajaban a la perfección, era magnífico. Evans me besó, apasionado, antes de gruñir y anunciar que pronto, culminaría.

La magia se acababa, pero me las arreglé para prolongar aquel momento unos minutos más.

—Te amo. —Restregó su nariz en la cavidad de mi cuello y depositó un casto pero tierno beso. Se recostó a mi lado y dando un suspiro profundo, sonrió satisfecho y medio aletargado por la sensación de bienestar que su orgasmo dejó en él.

Imité su expresión, sentía la felicidad de Chris como algo propio y, es que tanto él como yo, en ese momento, teníamos la certeza de que nuestro anhelo familiar por fin se cumpliría. Un bebé, era todo lo que queríamos; una personita que tuviese los genes de ambos.

Era un tema que ambos abordábamos muy seguido, podíamos pasar horas imaginándonos nuestras vidas ante la llegada de un bebé. Una vida llena de aprendizajes, cansancio y satisfacción al ser partícipes del mundo paternal. Para nosotros, ello no era más que un futuro lleno de aventuras, felicidad y regocijo.

—Realmente espero que hoy haya sido nuestro día. —Murmuró.

—También yo, cariño. —Besé sus labios. Apoyé mi cabeza sobre su pecho y cerré los ojos, dejándome llevar por la sensación de bienestar y los latidos parsimoniosos de su corazón.

Muchos dicen que la tercera es la vencida, más, para nosotros aquello no era cierto pues, ésta, era la cuarta vez que intentábamos dar origen a una vida que, hasta el momento se nos estaba siendo difícil crear. Era evidente que nos viéramos decepcionados al ver los resultados de un posible embarazo, siendo negativo; ambos sentados, mirando fijamente el test y su marca negativa. Nos mirábamos mutuamente, pero asentíamos con una sonrisa en nuestro rostro, con la esperanza volviendo a renacer entre nosotros. No la perdíamos, y creo que ello, era un aspecto que nos favorecía.

Esta vez, me tocó ver el test sola. Esperé los días que fuesen necesarios para realizarme otra prueba. Con optimismo y muy segura de que ahora lo habíamos conseguido, esperé los minutos indicados en la cajita. Más, mi mundo volvía a desmoronarse. Esta vez, mucho más que antes.

Nuevamente, el test daba negativo.

*******


Chris estaba de viaje, y me llamaba por lo general, durante la tarde y la noche, antes de dormir. Un mes había trascurrido desde que realicé el test y, desde que Evans estaba fuera de casa. Me sentía sola e inquieta. Algo no iba bien, lo sabía. Uno de los dos era quien impedía al otro ser padre. La idea me devastaba más que cualquier cosa y, ante ello, ante la inquietud de querer saber qué era lo que estaba sucediendo realmente, cavilé y llegué a la conclusión de que debía ir por ayuda profesional y descartar lo que yo creía estaba sucediendo.

Evans me llamó un par de veces, preguntándome mi estado, comentando que estaba ansioso por llegar a casa y saber que habíamos conseguido nuestro sueño. Le mentí diciéndole que aún no lo hacía hasta que él llegara, y me dolió hacerlo, pero decirle que el test había dado negativo nuevamente, era arruinar su viaje. Decidí callar y dejarme guiar por mi lógica femenina. No sabía si era lo correcto, no me detuve a pensarlo pues, lo único que quería era una respuesta rápida.

El médico era alguien de confianza, me cercioré al menos de que fuese alguien que tanto Chris como yo conociéramos. Éste me esperaba en su oficina, con una sonrisa afable en su rostro. Me sentía nerviosa y expectante ante el diagnóstico que él me fuese a dar. Mi voz temblaba, y mis manos jugueteaban ansiosas entre ellas; trataba de no hacer contacto visual con el hombre pues, ello me abrumaba aún más. Sabía que, si lo observaba y analizaba sus expresiones, me desmoronaría al saber lo que él realmente estaba pensando.

Regresé a casa con la promesa del médico que, dentro de dos días tendría los resultados de los exámenes realizados. Dos días, pensé, dos días esperando aquello, se transformarían en años.

No pude dormir, como era de esperar. Me desvelaba pensando y recriminándome en que lo más sensato era haberle dicho a Chris la verdad y respectivamente lo que yo estaba haciendo; cabía la posibilidad de que fuese él quien tuviese el problema de no poder dejarme embarazada, y ello no me causaba mayor inquietud, al menos no tanto cuando pensaba en que yo era el problema. Ello, me inquietaba mucho más, hasta el punto en el que terminaba llorando desconsoladamente.

Sabía que Evans deseaba ser padre; lo podía ver en su mirada cada vez que visitaba a sus sobrinos o ellos a nosotros. Era realmente feliz cuando tenía la oportunidad de jugar con ellos, de salir y mimarlos como si fuesen sus propios hijos. No era extraño que los pequeños sobrinos de Chris prefirieran pasar días festivos con nosotros; Evans era realmente el tío preferido de todos y para mí, era el padre que quería para mis hijos.

Sin embargo, esa imagen dulce y tierna, se destruyó cuando leí las primeras líneas del examen que el médico me dio: Infertilidad.

******

Me vi en un torbellino de emociones durante los días y semanas siguiente. Sola en mi habitación, lloraba día y noche, pensando en cómo decirle a Evans que nunca podríamos llegar a realizar nuestro sueño. Había opciones, claro está, pero yo no quería ninguna. Yo quería sentir la maternidad desde el primer día, cuando el test de embarazo diese positivo; cuando la matrona me confirmara que efectivamente, había quedado embarazada.

—__________... —Me decía Sebastian. El rumano había llegado durante la tarde por petición mía. Recibió mi llamada y no dudó en manejar hasta el hogar que compartíamos con Chris. —Chris te amará de todas formas...

—¿Y si no? —Le cuestioné. —¿Y si no lo hace? ¿Y si me deja?

—¡Bah! ¡Él te ama! —Exclamó. —Si tuvieras la oportunidad de verte en sus ojos, sabrías que ese hombre es capaz de bajar la luna, el sol y todos los planetas por ti. —El rumano sonrió tierno.

—No lo sé... —Negué entre lágrimas. Nada de lo que me decía Stan me hacía sentir mejor. —Quería saber la verdad, ¡y mírame ahora! totalmente devastada...

—Tienes que decirle, ___________. —Me dijo. Yo negué rápidamente, temerosa. — Tienes que hacerlo. No esperes que pase el tiempo, Chris se sentirá si lo haces y puede que todo termine en discusión.

—Me rechazará. —Gemí.

—No, no lo hará. Dile, __________. No dejes pasar el tiempo. —Acarició mi brazo con dulzura. —No estás sola, ____________. —Sonrió tierno. —Tu amigo está contigo.

—Gracias, Sebb. —Respiré hondo y, a duras penas, esbocé una sonrisa. —Gracias por tu apoyo.

Chris, como era de esperar, me llamó durante la noche para saber qué tal había estado mi día. Me anunció que en dos días más regresaría a casa. Me alegré, lógicamente, pero al recordar lo que debía hacer, una parte de mi pedía que él, no volviera más.

Evans me comentó una que otra cosa respecto a los proyectos de los que sería partícipe, y fue allí, entre sus palabras y risas, que comencé a deliberar si era correcto manifestarle lo sucedido en ese mismo instante, o durante el día siguiente.

—Tenemos que hablar. —Musité. Cerré los ojos, comenzando a sentirme arrepentida, y a reprenderme por no tener el control de mi lengua.

—¿Hablar? —Rio el rubio desde el otro lado de la llamada. —¿Sobre qué? ¿Es malo?

—No, no... —Negué rápidamente. —No lo sé, en realidad. —Suspiré. A lo lejos, escuché que lo llamaban. —¿Hablamos cuando llegues a casa?

—Creo que puedo esperar. —Murmuró. —Cariño, ¿estás bien?

—Perfectamente. —Reí con desgano. —¿Nos vemos en dos días?

—Nos vemos en dos días. —Afirmó el rubio.

Dos días, pensé cuando colgué la llamada. Abrumada y con el estómago revuelto, sintiendo, además, mi corazón latir con desenfreno.

Los dos días serían eternos.

******

Caminé de un lado a otro, ansiosa y con un sinfín de pensamientos que, en vez de ayudarme a superar la situación, decaían el poco optimismo que me quedaba. Me acerqué a la ventana y observé con pavor, el auto de Chris estacionar fuera de casa. Mis piernas comenzaron a temblar, siendo seguidas por mis manos, quienes, además comenzaron a sudar; de la misma forma y peor aún, la molesta mezcla entre frio y calor, se apoderó de mi anatomía en cuanto sentí la llave introducirse en la cerradura.

La puerta se abrió, y mi corazón dejó de latir por unos pequeños segundos, para luego, reanudar su latido, pero con más fuerzas.

—Te extrañé tanto. —Me dijo Chris en cuanto me abrazó y besó.

—Y yo a ti. —Musité en un hilo de voz apenas audible. Me aferré a su cuerpo y sin poder evitarlo, lloré nuevamente. Realmente se me estaba haciendo difícil poder hablar.

Chris tomó mi mentón con suavidad y me hizo mirarlo a los ojos. Me perdí, por unos segundos en el azul de sus ojos; brillaban como dos canicas expuestas al sol; como el mar en un día soleado, como el cielo en una obra de arte. Los ojos de Chris, me daban un indicio de que él, asumía que yo le daría las buenas nuevas.

—Amor, sé lo que me quieres decir y sé también que, en parte, te aterra...—Me dijo, y yo negué entre lágrimas. —Te prometo que te cuidaré, dejaré algunos proyectos de lado y me dedicaré a ti, a tu cuidado y al de nuestro pequ...

—No Chris. —Le dije. Y negué nuevamente. —No es necesario, y no lo será.

—¿A qué te refieres? —Inquirió. Tragué saliva. Evité mirarlo directamente a los ojos. Chris frunció el ceño, y ante ello, yo no podía más al imaginar que él se estaba comenzando a enojar. —¿___________?

—Lo siento tanto. —Murmuré.

—Me estas asustando...

—N-no podremos tener hijos, Chris. —Dije. Respiré profundo, y, antes de que él dijera algo, me apresuré en manifestar los resultados de los exámenes. —Soy yo el problema; soy infértil.

El ceño de Chris se frunció aún más, para luego soltar una risita nerviosa y, volver a fruncir su ceño cuando vio que nada era una broma. Se comenzó a separar de mí, hasta encontrarse en una distancia que le permitiera verme de pie a cabeza y analizar lo que le acababa de decir.

Me sentí expuesta, vulnerable y juzgada por su mirada. Traté de reprimir mi llanto, pero cada minuto que pasaba, todas las emociones se incrementaban en mi interior, potentes y sin ninguna posibilidad de retenerlas. Lloré, nuevamente, con desconsuelo.

—¿I-infertil? —Cuestionó. —Es broma, ¿no?

—No, no lo es. —Negué ligeramente. —Me hice unos exámenes...

—¿Cuando? —Exigió saber.

—Dos días después de que te fuiste.

—¿Esperaste a que yo me fuera para hacerlos? —Me interrogó, con voz severa y osca. Brinqué en mi lugar, comenzando a sentir su tono de voz como algo no muy positivo. —¿Cuándo lo supiste?

—Chris, no te pongas así... —Gemí. —Para mí esto es difícil, entiéndeme...

—¿Cuándo lo supiste? —Volvió a preguntar.

—Hace tres días. —Musité, cabizbaja.

—Tres días... —Asintió ligeramente. —Tres días y tú no me dijiste nada...

—No quería arruinar tu viaje.

—¡Pero debiste decirme! —Gruñó entre dientes. —¡Somos pareja, se suponer que nos tenemos confianza!

—Lo siento, lo siento mucho. —Lloriqueé. —Sebastian vino y me dijo qu...

—¿Stan? —Preguntó. Frunció ceño, notablemente molesto. —¿Se lo has dicho a él, que es nuestro amigo, y no a mí, que soy tu novio? No lo puedo creer... —Gruñó entre dientes.

—Sí, pero... ¡Chris! —Chillé en cuanto vi que daba la vuelta y volvía a salir de la casa, molesto y decepcionado.

******

Mis ojos ardían y mi garganta dolía. Me ovillé entre las sábanas de la cama y volví a gemir, afligida y hundida en mi tristeza. Chris no había vuelto a casa. Era evidente que su primera reacción fuese así, su deseo, tanto como el mío, se veía destruido por una anomalía de la naturaleza. Lo entendía, pese a su incomprensión. Pero también temía. Temía no volver a ser la misma mujer que él tanto amaba.

Bajé cuando comencé a tener la necesidad de tomar algo de agua. Con la vista borrosa y sollozos que parecían no tener fin, bajé a la cocina y busqué algo para beber. Chris yacía en una de las sillas frente a la mesa, con una taza entre sus manos y sus ojos rojos, quizás, tanto como yo los tenía en ese momento por tanto llorar.

Le miré, más no dije nada.

—Perdón. —Gimió. —Perdón por ser un idiota, _______________. — Sus manos fueron directo a su rostro, tapándolo para ocultar sus lágrimas. —Eres mi mujer, no es justo que yo te trate así...

—Chris, cariño... —Musité. Rodeé mis brazos a su alrededor y, buscando su rostro, deposité diversos besos por doquier. Lloramos juntos y abrazados, quizás por quince minutos. Bien no lo sabía, pero esos minutos nos sirvió para liberar la tensión y la decepción de saber que nuestro anhelo, se hacía añicos después de tantos días imaginándonos la vida que tendríamos con la llegada de un pequeño.

—Estabas sola... —Lloriqueó. —No estaba para ti cuando supiste todo. No estaba yo para sostenerte y decirte que juntos podemos solucionar esto; no estaba para decirte que te amo, y que eres la mujer más fuerte que conozco.

—Estamos juntos en esto, cariño. —Besé su frente. —Y te perdono, Chris. Porque te amo, te amo y te amo.

Nos volvimos a abrazar, logrando ser sólo un ente, ambos fundidos en lágrimas y llanto, pero con cierto afecto, esperanza y apoyo mutuo. Nos teníamos el uno al otro, y ello, definitivamente, nos ayudaría a salir adelante.

Era cruel, evidentemente, que la vida nos castigara de esa forma, pero estaba segura que, aquella situación, no nos sería un obstáculo para conseguir lo que siempre soñamos. Un hijo, un pequeño al cual podríamos educar y criar juntos. 












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Jelou bípedos <3. 

Últimamente he estado muy ocupada con lo de la universidad y con una que otra crisis existencia, lo debo admitir je. But, nada que no se pueda manejar. ¿Donde consigo un Chris que me mime? ¿qué clase de pacto debo hacer con belcebú para conseguir una réplica de Chris bb? 

En fin, Os dedicado a Emma_070203  espero que te guste <3 :) 

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