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LXXI - Steve Rogers

71.- The doom



—Entonces, lo tomo del brazo, flexiono mis piernas y le doy el golpe. —Digo, airosa por mi hazaña. No puedo evitar reír ante el recuerdo. —Mi pie va directo a su entrepierna. Debiste ver cómo gemía de dolor el bastardo.

Romanoff carcajeó, asintiendo una y otra vez, dichosa ante el resultado que había dado su esfuerzo por ser ella quien me entrenó por años. No cabía duda alguna que ella era la mejor entrenadora nunca antes vista.

Ciertamente, en el comienzo, ambas habíamos formando un tipo de vínculo con cierto sesgo al odio. Yo no la toleraba, y ella tampoco a mí. Pero, con el tiempo, tras tener que vernos todos los días a la cara, este vínculo comenzó a ser más bien grato y lleno de reciprocidad.

En cada misión la rusa trataba de mantenerme a salvo, pero sin dejar que yo hiciera mi trabajo. Ella sólo se cercioraba de que, quienes me fuesen a atacar, no fuese en demasía.

La misión del día anterior había sido relativamente normal. Romanoff no fue designada junto a mí, sino más bien Wanda y Tony. Nos tomó un par de minutos derrumbar el pequeño imperio que HYDRA tenía al norte de áfrica, en un lugar recóndito del continente, donde ni si quiera sus habitantes sospechaban que, en ese lugar, se escondían los secretos una organización guiada por sujetos sedientos de poder y, que, además, experimentaban con seres humanos.

Los matamos a todos. Sin excepción pues, no hubo ninguno que no nos atacara o quisiera rendirse y ser parte de SHIELD, como lo esperamos por parte de los "mejorados".

—Creo que mi misión contigo está hecha. —Me dijo la rusa, dándole un sorbo a su café. —Eres tan experta como yo y Clint.

—No creo que tan experta como ustedes dos. —Reí sonrojada por su halago. —Pero sí, da por terminada tu misión conmigo. Te debo una, ¿sabes? —Romanoff sonrió afable. —Te odié al principio. Créeme que muchas veces ideé planes para poder derribarte y darte tu merecido. Pero, me di cuenta que no podía. —Reí, cohibida al confesarle aquello. Pero me divertía recordarlo. —Eres la mejor espía, Nat. Y es un honor haber sido tu alumna.

Natasha no dijo nada al respecto. Se limitó a asentí ligeramente y a sonreír como un gesto de agradecimiento. No era una mujer muy expresiva, y si lo llegaba a ser, era prácticamente un milagro de la vida escuchar sus palabras denotando algún tipo de emotividad.

Miré el cielo raso, y sonreí al escuchar que el quinjet aterrizaba sobre la torre. Minutos después apareció parte del equipo, algunos magullados y otros ilesos. Pero todos dichosos al ser parte de otro combate ganado.

Tony se incorporó a nuestra conversación junto con Thor, quien no tardó en comentar sobre la misión que habían tenido minutos antes. El Dios del trueno hacía brillar sus ojos azules al imitar cada golpe que le dio al adversario; levantaba su martillo y golpeaba el aire, como si frente a él, estuviese el enemigo. Le miré con admiración, no porque haya derribado a más de diez sujetos en tan poco tiempo como él decía y, como Tony corroboraba, sino por la habilidad que sólo él tenía para levantar el mazo.

Me alejé de ellos cuando vi que la conversación se volcaba hacia la información que habían logrado archivar para Fury. Luego me pondría al día respecto a ello, pensé. Y no dudé en caminar hacia las escaleras, en dirección a las habitaciones.

Cauta y, cerciorándome de que nadie me fuese a ver, ingresé a la tercera puerta del corredor. La cerré tras de mí y sonreí con alevosía. Me quité mis zapatillas, mi blusa y pantalones para aventar todo ello sobre la cama perfectamente ordenada al costado de la habitación.

Caminé en ropa interior hacia el baño, con una sonrisa en mis labios que, por cada paso que daba, se incrementaba aún más al imaginar, de ante mano, su cuerpo contra el mío. El vapor, en cuanto abrí la puerta, me envolvió y abraso tiernamente. Entré en calor de inmediato; era agradable, y no lo quería dejar de sentir.

Tras la puerta corrediza de vidrio perteneciente a la ducha, se notaba la silueta de quien se bañaba sin siquiera percatarse de que yo estaba fuera, admirando su escultural figura que, debido al diseño del cristal, me privaba verlo nítidamente.

Me mordí el labio, y no lo dudé por mucho tiempo. Abrí la puerta y rápido como un ratón en busca de un escondite, entré, aferrándome a su cuerpo, sin darle tiempo de reaccionar.

—¡_____________! —Suelta Steve con voz potente pero asustado. —¿Q-qué crees que estás haciendo?

—¿Bañándome contigo? —Respondí con obviedad. El rubio niega, frustrado. —Oh vamos, sé que te gusta. No lo puedes negar. —Sonreí rijosa.

—N-no...—Murmura. Frunzo el ceño. —Digo s-sí. —Balbucea. Noté cierto temor en sus ojos pues, no dejaba de mirar incómodo en dirección a la puerta del baño. — ______________. ¿Por qué me haces esto? —Suspira acongojado. Me separo de él paulatinamente pues, sé a la perfección lo que está pensando.

—Rogers, las cosas con Bucky van mal. —Le digo, como si ello fuese lo suficiente para que él sintiera consuelo. Aunque sé bien que no logrará serlo. —Hace tiempo, a decir verdad. No creo que nuestra relación dure por mucho tiempo.

—Aún puedes salvarla. —Repone. Niego rápidamente. —Sí, aún puedes.

—No, no puedo. —Discrepo. Mis brazos rodean su cuello y lo acerco a mí para poder besarlo. Sus besos los deseaba; deseaba que recorrieran mi anatomía.

—Puedes porque él aún te ama. —Me dice, y detengo toda intención por acercarlo a mí. Parpadeó en silencio, sin siquiera saber qué responder. —Aún te ama, y yo sé que tú también lo haces.

—Dime la verdad, Steve. —Le digo luego de un rato analizando sus palabras. —Hace días atrás, me dijiste que me querías a tu lado ¿Aún lo sigues queriendo? ¿Me quieres?

Ahora era el rubio quien se quedó en silencio. La curiosidad por saber si realmente sentía algo por mí me carcomía en vida. Comencé a sentirme mal pues, que él me dijera que aún tenía la oportunidad de arreglar mi relación con Bucky, después de las veces que terminábamos en la cama, enredados entre las sábanas, me hacía creer que el capitán se veía arrepentido, siendo que nunca demostró estarlo.

Le miré, insistente por escuchar su respuesta. Pero nos limitamos a ello, sólo a mirarnos mientras el agua cubría nuestros cuerpos, sin poder decir algo que consolara al otro.

—Me queda claro, Steve. —Musité finalmente. —No quieres seguir con esto. Creo que esperé mucho de ti.

—¡______________, estamos teniendo una aventura a las espaldas de mi amigo! —Gime frustrado. —¿Cómo quieres que me sienta, uhm? ¡Es mi amigo!

—No te importó cuando me hiciste el amor por primera vez, Steve. —Gruñí. — Nunca te negaste cuando me insinuaba a ti. ¡Tú me seguías la corriente, no te importó traicionar a Bucky!

Salí de la ducha, furiosa y con unas inmensas ganas de llorar. Cuando tomé el pomo de la puerta, sentí la presión de su mano en uno de mis brazos. Rápidamente me jaló a él y nos introdujo en la ducha nuevamente. Sujetó mi cintura y me apegó a su cuerpo lo que más pudo.

Jadeé tras sentir la dureza de su abdomen y su miembro comenzar a presionar en mi vientre. El agua seguía cayendo sobre nosotros, generando el ruido suficiente para ahogar nuestros gemidos que, no dudaron en comenzar a reinar entre las paredes de cerámica.

Mi cuerpo se elevó gracias a las manos del capitán; sujetó mis muslos con fuerzas y yo por inercia rodeé mis extremidades en torno a su cintura. El agua, ligeramente caliente comenzó a sentirse como si estuviese hirviendo. Quemaba nuestras pieles, tanto como el deseo que teníamos por poseernos una vez más.

—Eres la mismísima perdición, _____________. —Me dice el capitán, entre jadeos. —Eres mi perdición.

Sonreí dichosa y triunfal. ¡Era todo lo que quería escuchar!

Salí de la ducha cuando todo culminó. Mis piernas temblaban, pero me sentía malditamente bien. Rogers salió a los minutos después, vistiendo ropa limpia y más holgada. Me permitió cercarme el cabello en su habitación antes de retirarme.

—Eres increíble. —Murmuré en sus labios. Rogers sólo me sonrió. Tomó mi rostro entre sus manos y me besó vehemente, entregado a la situación; entregado a mí.

Salí de la habitación y me dirigí a la mía. Apenas tomo el pomo de la puerta la voz de Bucky me detiene. Volteé y lo observé con una media sonrisa dibujada en mis labios ligeramente hinchados, esperando a que se acerque a mí. Cuando lo hizo, atrapó mi cuerpo y lo envolvió entre sus brazos, besándome en el proceso.

—Aquí estás. —Me dijo. —Te estaba buscando.

—¿A sí? — Inquirí. Tragué saliva, incómoda. —¿Y por qué?

—Porque te quería invitar a cenar. —Volvió a besar mis labios, atreviéndose a besar también, mi mandíbula y cuello. —Hermosa, las cosas están mal entre nosotros. Pero quiero remediar todo, ¿sí? Quiero que empecemos desde cero.

Bucky con toda la libertad que le confiere su derecho como mi novio, me vuelve a besar, apasionado.

Suspiré cuando se separó de mí y juntó su frente contra la mía para tener una mejor vista de mis ojos. Me esforcé para parecer normal y no levantar sospechas sobre mi infidelidad.

Vuelvo a suspirar, abrumada al no poder evitar comprar los besos de Bucky con los de Steve. 






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Me calmo con los Os. Esta semana entro a clases :( But, haré lo posible para subir la tercera parte de I'm sorry.  <3

Love all 

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