LXVII - Steve Rogers
67.- I Hate everything of you
Camino con prisa hacia la habitación, tomo el pomo de la puerta y la cierro de golpe. Molesta me dirijo hasta el closet y saco lo primero que encuentro. Estaba enojada, completa y peligrosamente molesta con Steve Rogers.
Agradezco en mi fuero interno que el rubio no me haya seguido hasta la habitación para seguir discutiendo o apelando a mi lado humano para poder resolver de buena manera la riña que acabábamos de tener minutos atrás. Al menos eso respeta y me deja tranquila, hasta cuando me ve llegar al living y me encara nuevamente.
—¿Así es como solucionas las cosas? ¿Huyendo? —Me encara con el ceño fruncido, molesto. Puedo apostar a que se encuentra tan iracundo como yo, pero él sabe manejar sus emociones. Rogers se caracteriza por ser un sujeto que nunca ha logrado salir completamente de sus cabales. Sé que no se conoce realmente enojado, y a mí, me llama la atención ver hasta donde es capaz de llegar su pacifismo, por lo que contesto a su acotación.
—Me vale una mierda, Rogers. —Le espeto mientras me dirijo hasta la puerta de entrada. —Huyo cuando quiero y donde quiero.
Rogers se muerde el labio, lo noto inquieto, sé que me quiere reprender por la palabrota que acabo de escupir frente a él, pero se reprime. Frunce su ceño y puedo notar cómo cierra sus manos en un puño; su pecho sube lentamente y sé por aquel gesto que él, está tratando de mantener la calma.
—¿Hasta cuándo seguirás enojada conmigo, uhm? —Cuestiona, con voz calma. Alzo una ceja pues, me sorprende la capacidad que tiene para poder canalizar su enojo. —Estoy cansado de tener que pelear contigo, ____________. Me canso mucho más lidiando con tu rencor que ir y a una misión.
Eso me duele, definitivamente. Pero mantengo mi postura e inclusive, me irgo aún más sobre mis talones.
—¿Ves esta puerta? —Le digo, entrecerrando los ojos, aniquilándolo mentalmente. El rubio mira la puerta y roda los ojos. —Te informo que es bastante ancha, puedes irte de mi lado cuando quieras, Steve. Nadie te detiene.
Rogers vuelve a negar y yo, no puedo evitar sentirme mal por las palabras empleadas desde la rabia que siento.
—¡Eres imposible! —Gruñe finalmente. Lo he hecho enojar. —Lo único que hago es cuidarte, darte lo mejor, mimarte y amarte como te lo mereces, pero pareciera que mientras más atención te doy, más odiosa eres. —Elevó su tono de voz. —Vete a donde se te pegue la gana, ___________. Yo ya no volveré a dirigirte la palabra. Es más, si quieres terminar esta relación, hazlo. Pero déjame tranquilo de una buena vez.
Al vomitar verbalmente, comienza a caminar hacia la habitación que resulta ser nuestra. Me deja plantada frente a la puerta de entrada, con una sensación extraña; era como si acabara de comer algo de mal gusto, vencido, añejo. El sabor estaba en toda mi boca y bajaba por mi garganta hasta mi estómago quien reacciona con un ligero dolor que logra hacerme temblar.
De los tres años que vivimos juntos, Steve nunca me había dicho aquello y menos empleando un tono voz osco y decidido. Sin poder reaccionar, permanezco un buen rato en el living, decodificando sus palabras hasta que reacciono y me dirijo a la habitación con un único propósito.
Manifestarle mi oído.
—¡Te odio, Steve Rogers! —Le grito a todo pulmón. Me libero de cierta manera pues, la presión que siento en mi pecho comienza a aminorarse cada vez que vuelvo a gritarle a mi novio. —¡Te odio! ¡Odio todo de ti!
Sin esperar respuesta por su parte, corro hacia el living y abro la puerta. Con lágrimas en mis ojos me dirijo al único lugar que sé estaré en paz y, que, de cierta forma, me ayudará a pensar mejor las cosas si es que quisiera dar por terminada la hermosa relación que llevábamos con Steve.
*****
Natasha asiente ligeramente, mueve sus cejas y realiza muecas sutiles con sus labios gruesos y llamativos. No sé exactamente cuánto tiempo llevo hablando, pero sé que ha sido bastante pues, el día comenzaba a oscurecerse desde el otro lado del ventanal a mi costado.
Lloro y exclamo un sinfín de veces que odiaba a mi novio por no haberme dejado ir a la misión en donde mi mejor amigo murió. Sé que había sido para mantenerme al margen de lo que podía suceder, Rogers muchas veces era previsor, pero malditamente protector y eso me irritaba de sobremanera. Me sentía mal cada vez que me asignaban una misión y él se las arreglaba para boicotearme el trabajo.
Ese día, Steve había hecho lo mismo; salió junto a Josh, para luego volver sin él y darme la fatídica y devastadora noticia sobre su muerte.
—Tú sabes que no fue culpa de él que Josh muriera en esa misión. —Me dice la rusa una vez termina de escuchar cada una de las palabras que salieron de mi boca por más de dos horas. Me mira seria, pero no mucho, también noto algo de ternura en su mirada. Esboza una sonrisa y vuelve a tomar un sorbo del vino que descansaba en el fondo de su copa.
—Nat, boicoteó mi trabajo, ¿te parece poco? —Cuestiono con una ceja en alto. La rusa sonríe ligeramente. —Esa misión era mía, yo debía ir con Josh, no él. Me molesta que tome siempre decisiones por mí, nunca me pregunta, él sólo las hace y ya. Sé que me ama, y yo lo amo, pero no creo poder soportar el hecho de haber salvado a mi amigo si Rogers no hubiese interferido en mi misión.
—Mira, _____________. Sé que te sientes molesta, y es lógico. Yo también siento la partida de Josh. Era un buen muchacho. —Dice con nostalgia. —Pero Rogers lo único que hizo fue evitar que te sucediera lo que Josh le sucedió. ¿Tu entiendes lo que sería para Steve perderte? —Me interroga. Parpadeo un par de veces, sin llegar a una respuesta pues, su mirada me incomoda. —Tú eres lo único que él tiene. Rogers lo único que hace es cuidar lo que ama. ¿Acaso tú no cuidarías lo que amas, ____________?
—¡Claro que lo haría! —Exclamo. —Pero Nat, mi mejor amigo murió en esa misión, y yo pude haber hecho algo por salvarlo. Él en estos momentos estaría aquí, riendo con nosotros, contándonos su anécdotas y chistes aburridos... —Nat esboza una sonrisa, seguramente recordando la presencia del joven risueño y gallardo. — Perdimos a un buen agente, Nat. Y yo no podré dejar de sentirme mal por eso.
—No es tu culpa, __________, ni la de Steve. No lo odies por haberte impedido ir a la misión, nadie sabe con exactitud lo que hubiese sucedido si tú hubieras ido. —Me dice, con voz calma y fraternal. —¿Estás segura de haberlo salvado?
Suspiro con pesadez y con algo de remordimiento al tratar a Steve tan mal. Las palabras de Romanoff me sosiegan finalmente y no dudo en volver nuevamente a mi hogar, junto al hombre que amo.
Camino entre la oscuridad con cuidado de no chocar con los muebles y, temerosa de recibir su rechazo, así que pido en mi fuero interno encontrarlo en nuestra habitación, esperando mi llegada.
Me muerdo el labio cuando entro a la habitación y lo veo de pie hurgueteando en el closet. A su lado hay un bolso abierto y en su interior, un par de vestimentas suyas.
—¡No! —Grito desesperada. Corro hacia a él y lo abrazo con toda la fuerza que mis brazos me permiten realizar. —No te vayas, por favor...
—____________. —Murmura. Toma de mis brazos y me trata de alejar, pero me apego más a él. Rogers se queja.
—Steve, por favor, no me dejes. —Lloriqueo. —Eres todo lo que tengo en mi vida, y todo lo que quiero.
—Cariño, no me iré a ningún lado. —Me dice. Le miro a los ojos y me pierdo en el azul de su mirada. Entre mi atención dirigida sólo a sus bellos ojos, noto que forma una ligera sonrisa. Me separo de él unos centímetros y me quedo allí, en espera de una respuesta. —Estaba guardando la ropa que ya no uso. La quiero donar.
¿Por qué eres tan perfecto, Rogers? Me cuestiono mentalmente y me regocijo ante la suerte que tengo de tenerlo como novio.
—Perdóname, ¿sí? —Murmuro.
—¿Me odias? —Me cuestiona, con una ceja en alto.
—Te odio, Steve Rogers, odio todo de ti. —Afirmo. El rubio eleva sus cejas y me mira con decepción. —Tu manera de protegerme, de boicotear mis misiones, de tratarme como una niña, odio la forma en la que tratas de mantenerme a salvo... —Digo y él observa el suelo, cabizbajo. —Pero también te amo. Amo tus besos, tus caricias, tus abrazos, la manera en la que me amas y en cómo me haces el amor; amo tu sobreprotección, tu manera de regañarme. Amo tu sonrisa, tus ojos, tu cabello, tus manos... Amo tu aroma, tu personalidad anticuada. Te amo de una forma jodidamente insana, Steve Rogers.
El rubio parpadea atónito, entreabre la boca, pero la cierra tragándose sus palabras. Me vuelvo a acercar a él, tomo su rostro entre mis manos y lo beso. No tarda en responder y se une a la sesión de besos.
—Te amo preciosa. —Susurra, y vuelve a besarme. —Y perdón, ¿sí? Perdón por lo que te dije hace horas atrás; perdón por no haber hecho más por tu amigo. Es mi culpa, debí predecir lo que sucedería en esa misión.
—No es la culpa de nadie, Steve. —Suspiro. —Hay situaciones que se nos escapan de las manos y ante ello, no podemos hacer nada más que aceptar las injusticias de la vida. —Frunzo la comisura de mis labios. Me siento bien al decir aquellas palabras pues, siento que, la tristeza por haber perdido a Josh, comienza a disiparse.
—Pero era tu amigo. —Murmura.
—Lo superaré. —Asiento y digo aquello con convicción.
Vuelvo a besar a mi novio y me fundo entre sus brazos una vez nos acostamos para dormir. Me siento protegida, y me gusta, pese a que deteste su sobreprotección. En el fondo, muy en el fondo, sé que me encanta que me sobreproteja.
➤➤➤➤➤➤➤
Jelou pipil, siento que han pasado meses desde la última vez que subí un Os, y sólo han sido días. Ahora que lo pienso y analizo, no se qué tan normal es subir un Os a las 3.00 AM (hora Chile).
Estoy en modo buho.
Bien, les comento que en estos momentos , la universidad me está dando duro contra el muro con tanto informe que entregar. Lo digo aquí y ahora, odio con todo mi corazón los ramos de investigación. Además,son los que más tiempo me ocupan.
Pero bueno, entra a la universidad decían, será divertido decían.
Como ahora tengo una semana relativamente libre por las fiestas patria, podré subir alguno que otro Os. Digo relativamente, porque mis queridos profesores igual nos dejaron trabajos por hacer. Investigaciones para variar ¬¬.
En fin, pinche vida universitaria, yo sólo quiero existir y ya.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro