LXIV - Chris Evans
64.- Unexpected visitor IV (Continuación Os XLVIII - LVI y LX)
Mi anatomía se encontraba frente al ventanal de mi habitación, contemplando el cielo. Gris y melancólico. Tal parecía que el clima entendía cómo me sentía pues, sabía que, durante los minutos siguientes, comenzaría a llover como representación a mi estado anímico.
Cerré los ojos y esbocé una sonrisa al recordar la noche en la que compartí con Evans. La fiesta había sido entretenida, conocí a las amistades de mi hermano, aquellos que sabían de mi existencia pero que, mi hermano evitó que me conocieran. Pero, ante todo, la noche fue simplemente inolvidable por una cosa: Chris y yo bailamos toda la noche.
Nunca me había divertido tanto, ni si quiera Andrew me había hecho reír tanto. Y tampoco, había acelerado mi corazón de tal forma que, en cualquier momento, éste saldría disparado de mi pecho.
Pero, como todo lo que me causaba felicidad llegaba a su fin, esto, no iba a ser la excepción. El día estaba gris por una única razón, y ese, era porque Chris Evans debía regresar a su hogar.
—____________. —Volteé rápidamente, topándome con el cuerpo de mi hermano recargado en el marco de la puerta de mi habitación. —¿Estás bien?
—Sí. —Asentí ligeramente. —¿Hace cuánto estás allí? —Fruncí el ceño y reí.
—El tiempo necesario para saber que algo te sucede. —Dijo. Se acercó hasta llegar a mi lado y me abrazó. —¿Me quieres confesar algo? Cualquier cosa, has cuenta que soy un cura...
—Qué idiota eres, John. —Reí, golpeando su pecho con mi mano. Mi hermano carcajeó.
—¿Te sucedió algo en la fiesta? —Inquirió. —A decir verdad, has estado extraña desde ese día. ¿Chris te hizo algo? —Su voz adquirió un tono más bajo de lo habitual. Nunca había escuchado a mi hermano dirigirse a sí a su mejor amigo. Severo y un tanto alerta ante lo que él me pudo haber hecho.
Negué rápidamente, asegurando que Chris no había hecho nada de lo que él creía.
—No, es que... —Suspiré con pesadez. Ni si quiera yo sabía cómo expresar lo que sucedía. —John, ese día, en la fiesta... ocurrió algo extraño. Digo, a mí. —Me mordí el labio, ansiosa. John se separó un poco de mí y me miró atento. —No quiero que Chris se vaya... —Musité. —Sé que volverá, me lo dijo. Irá por sus cosas y volverá a la ciudad, pero...
—¿Pero? —Mi hermano alzó una ceja.
—¿Es posible sentir la necesidad de estar con alguien en tan pocas semanas? —Pregunté. Mi hermano sonrió amplio e hizo destellar sus ojos grises. —¿Es posible que me esté enamorando de él?
—Creo que mi trabajo como cupido, al fin se concretó. —Mencionó con triunfo. Volví a golpearle. —No es fácil hacer que dos personas se den cuenta que nacieron para estar juntas...
—¡Bah! ¿y quién te crees tú para decidir eso, John? Te estas tomando tu papel muy en serio, ¿sabes? —Negué ligeramente. —¿Y si te equivocas? ¿Y si Chris no es el hombre que necesito?
—Bueno, si resulta no ser el indicado, tendré que pagar los daños hecho. —Dijo y sonrió. —Cosa que, estoy seguro no sucederá. Hermana, es tu momento. Te lo digo en serio. Chris vendrá en unos minutos. Yo me iré y los dejaré hablar tranquilos...
—Oh no... ni se te ocurra dejarme sola. —Le indiqué con mi dedo índice.
—Es ahora o nunca, hermanita. —Rio mi hermano. —Si pregunta por mí, dile que salí a comprar algo para comer entre los tres. —Me guiñó un ojo.
—¡John! —Chillé, llamando su atención. Pero John, ya se había ido. —Idiota. —Mascullé entre dientes. Solté un suspiro, pansado mis manos por mi cabello ante la frustración de no saber qué decirle a Chris en cuanto llegara a casa.
Me miré al espejo un par de veces, verificando que mi cabello estuviese ordenado y mi rostro se viera normal. Era día sábado, y yo vestía unos jerséis desgastados y un suéter de lana. Bajé en cuanto sentí tocar la puerta con golpes suaves. Mis piernas como era de esperar, temblaban ante la idea de que John estuviese equivocado. Pero, ¿cómo podía explicar la química que sentí cuando Chris y yo estábamos bailando? Su mirada decía mucho, pero yo no me quería aventurar y deducir que él sentía algo por mí. Podía estar equivocada pues, Chris siempre había sido un sujeto respetuoso y atento. Lo podría ser con cualquier mujer.
—____________. —Saludó el rubio. Miró por sobre mi hombro y frunció el ceño. —¿Estás sola?
Asentí.
—Mi hermano acaba de salir. —Dije y le dejé pasar al living. —Regresará luego, fue a hacer algunas compras. —Sonreí, nerviosa. Pude notar el entorpecimiento de mi lengua al querer informarle el plan de mi hermano. —¿Cómo estás? ¿Listo para regresar a tu hogar?
Chris rio por lo bajo, no tan feliz a mi parecer.
—No estoy listo, pero tengo que hacerlo. —Elevó ligeramente sus hombros.
—Pero volverás, Chris. ¿Lo harás, cierto? —El rubio asintió. —¿Entonces por qué estas triste? ¿Sucedió algo? —Inquirí.
Chris se mantuvo en silencio unos minutos. Sólo se limitó a mirar cada rincón del hogar y cada objeto que la decoraba.
—Sucedió algo. —Confesó. Alcé las cejas, asustada. —Pero no es malo, al contrario, creo que ha sido una especie de revelación... —Fruncí el ceño y reí nerviosa. —Sucedió en la fiesta; cuando bailaban con la hermana de mi mejor amigo.
Mis mejillas comenzaron a acalorarse.
—Bailamos toda la noche, nos reímos y también nos permitimos coquetear con el otro. —El rio bajito más yo, agaché la mirada al suelo y esbocé una sonrisa que denotaba timidez. —¿Sabes lo feliz que estaba esa noche? Cada vez que ella me miraba, mi corazón golpeaba con fuerzas mi pecho, de la misma forma como cuando compartí con ella hace cinco años atrás.
Fruncí el ceño.
—Es broma, ¿no? —Cuestioné. Chris negó. —¡Evans!
—En mi defensa, Eres la hermana de mi mejor amigo, ____________. —Explicó. —Y tú sabes que, entre amigos, debemos respetar ese hecho. La hermana de un amigo resulta ser intocable....
—No lo puedo creer. —Reí. —Tú sabes lo que ha estado haciendo John, ¿no? Ha estado jugando a ser cupido. —Le dije y Chris soltó una carcajada estruendosa. —¿Lo sabías?
—No, pero creo que su trabajo dio frutos. —Se encogió de hombros. —Le tendré que agradecer luego.
—También yo. —Musité. —Ha hecho un buen trabajo... —Tragué saliva, mencionando lo último, en un susurro.
—¿Lo crees así?
—No dudo de ello, Chris. —Susurré, sin dejar de ver el azul de sus ojos.
Chris permaneció en silencio, sólo admirándome y yo a él. Éramos simplemente sólo nosotros, contemplándonos mutuamente. Me armé de valor y decidí dar el paso que tanto me aterraba dar; rodeé mis brazos alrededor de su cuello y me acerqué con la intensión de captar sus labios. Me dejé llevar por la inefable sensación de sentir que Chris me besaba con toda la pasión que en él albergaba como ser humano. Sujetó mi cintura con su mano y me apegó a su anatomía mientras que, con la otra, sujetó mi rostro e intensificó el beso. Jadeé, más no me separé de él hasta sentir la necesidad de respirar. Entonces, volvimos a besarnos por todos esos años que no lo hicimos.
—L-lamento no haber dado el paso antes. —Dijo. Juntó nuestras frentes y no dudó en atraerme aún más a él. —De haberlo hecho, nuestra historia sería totalmente diferente, y tú no hubieses terminado con el corazón roto...
Sonreí y volví a besarlo.
—Las cosas pasan por algo, Chris. —Murmuré muy cerca de sus labios.
—Es cierto, pero ahora las cosas serán diferentes. —Dijo. Ambos sonreímos como dos adolescentes enamorados. Y, es que así me sentía; había vuelto a tener dieciocho años y estaba segura que él, compartía la misma sensación.
—¿A sí? —Le cuestioné divertida. —¿Y qué tan diferente serán las cosas ahora que te vas?
—Esta vez, no te dejaré ir de mi vida. —Dijo, y dicho aquello, nos volvimos a besar, con pasión y vehemencia, expresando nuestro cariño por el otro y el anhelo de no separarnos nunca más.
¿Cuánto tiempo debemos esperar para poder recibir algo mejor de lo que creemos merecer? Cuando creí que Andrew había sido lo mejor que me había sucedido en la vida, llega Chris con la intención de hacerme saber que mi ex novio nunca fue lo mejor, si no él.
Y lo era. Chris Evans, demostró, con el tiempo, ser el mejor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro