LV - Steve Rogers
55.- Lo lograremos....Juntos
—N-no pude ser p-posible. —Balbuceé apenas. El aire comenzaba a oprimirse dentro de mis pulmones que, ante la noticia, se cerraron abruptamente.
La voz de mi hermano desde el otro lado de la llamada comenzó a ser inaudible y, las personas que me observaban expectantes, comenzaron a verse borrosas de repente. Entonces, me di cuenta que me desmayaría si no encontraba un lugar firme donde poder apoyarme.
—Los policías locales han buscado por todas partes, ______________. Han interrogado a los vecinos, a sus colegas de trabajo, amistades, a todo aquel que tuviese un vínculo con Amelia, pero no hay rastro de ella. —Me decía mi hermano con desesperación. —Nuestra hermana ha desaparecido del mapa, ______________. —Concluyó y yo comencé a llorar con desconsuelo.
Sabía que la policía local no la encontraría tan fácilmente. Y no es que fuese pesimista al respecto, sino que yo sabía que ella no estaba en la ciudad como los oficiales imaginaban. Quise decirle a mi hermano que, lo más probable es que ella estuviese de rehén en una fábrica abandonada como castigo hacia a mí, pero no era una opción muy conveniente. Las cosas se alterarían y yo me vería envuelta en un embrollo al confesar que era parte de SHIELD.
El secreto lo tenía que mantener pese a cualquier cosa, incluso uno de mis familiares estaba en peligro. Nadie debía saber que pertenecía a la organización pues, eso me volvía aún más vulnerable.
Al aceptar el trato, le solicité a Fury el resguardo de mi familia a través de guardias que velaran por su seguridad. Mi familia se encontraba a salvo y yo un poco más aliviada al saber que nada malo les podría suceder. ¡Hasta ese momento, claro estaba! Porque cuando deduje el secuestro de mi hermana, el sentimiento de seguridad hacia mi familia se desmoronó ante la idea de que, posible mente, no la volvería a ver con vida.
Cuando colgué la llamada me derrumbé completamente. Perdí todo mi profesionalismo al romper en un llanto que no cesó hasta sentir que alguien me abrazaba para entregarme consuelo. Romanoff me brindó el apoyo necesario para enfriar mis emociones y ser objetiva en el caso que, desde ahora, era un trabajo para SHIELD.
—¿Tenemos noticias de las guarias que resguardaban su hogar? —Preguntó Steve Rogers quien observó en silencio desde el otro lado de la oficina.
—Bueno, según sus GPS... —Dijo Romanoff mientras tecleaba un ordenador portátil sobre la mesa de escritorio. Frunció la nariz y negó ligeramente. —Esto no es bueno. No aparece la ubicación de ninguno. —La rusa alzó la mirada hacia Rogers, quien frunció el ceño extrañado. Más, lo notificado por Romanoff no fue muy difícil de asociar por parte del capitán. En sólo segundos logró entender que los tres guardias a cargo de la seguridad de mi hermana, eran infiltrados en SHIELD.
—Hay que notificarle a Fury. —Ordenó el capitán. —SHIELD está en peligro.
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El operativo de búsqueda dentro de SHIELD comenzó de inmediato y de forma silenciosa; por ningún motivo se debía levantar sospechas sobre lo que se haría para descubrir a quienes eran los infiltrados. Fury al saber lo ocurrido con mi hermana y, ante la indignación que demostró tras saber que habían infiltrados, ordenó la búsqueda inmediata de Amelia a las únicas personas que, para él, eran de confianza.
Mi desesperación se incrementaba a medida que trascurrían los días; dentro de mi cabeza yacían las más macabras imágenes respecto al estado de mi hermana. Evidentemente no logré dormir buscando pistas sobre su paradero hasta que éste fue descubierto.
—También iré. — Dije en cuanto crucé la puerta de la oficina en donde Fury se encontraba junto a Rogers y Romanoff, listos para salir a rescatar a mi hermana. — Los sujetos me quieren a mí, no a mi hermana. Ella solo es el anzuelo que debo atrapar.
—¿Segura? —Me preguntó Rogers, poco convencido de tenerme en la misión. Asentí sin siquiera titubear.
—Totalmente. —Afirmé.
No se hizo esperar más tiempo, arribamos el Quinjet rumbo al norte de Viena. El viaje me pareció mucho más largo que cualquier otro que hubiese realizado. Deduje que lo sentía así por la presión de sentir que era mi hermana la que estaba en peligro; el tiempo jugaba en mi contra y yo sentía que en cualquier momento colapsaría en una crisis nerviosa.
Más logré mantener la calma.
El recinto en el que se encontraba mi hermana era enorme y vetusto. Una fábrica textil según la información otorgada por Maria Hill antes de bajar del Quinjet. Ahora, dicho recinto se utilizaba como zona de referencia para los mafiosos pertenecientes a Viena.
Entramos sin encontrar ser existente en el primer piso. Todo parecía estar en completa calma; nuestras respiraciones hacían eco entre la gran dimensión de lo que parecía ser la habitación de telares. Romanoff decidió alejarse de nosotros e ir a inspeccionar en otro lugar. Steve y yo seguimos caminando, atento ante cualquier ruido sospechoso.
—Sabían que íbamos a venir. —Murmuré. Mi vista viajaba de un lado a otro, observando los escritorios abandonados y las paredes rayadas por quienes posiblemente, con suerte, se habían asentado un tiempo en la fábrica. Adolescentes o hippies probablemente.
—Nada en el segundo piso. —Anunció Romanoff desde el intercomunicador.
Seguimos caminando, adentrándonos hasta otra habitación, un poco más pequeña que la anterior. Había un ventanal roto y rayado con siglas que no entendía; las paredes estaban desteñidas y rotas. Los escombros llenaban el piso, haciendo más difícil nuestro acceso hasta el otro extremo.
—Steve. —Le detuve. Del suelo tomé una pañoleta morada, sucia y desgarrada. Mis ojos se llenaron de lágrimas de manera inmediata. Tenía el aroma dulzón del perfume de Amelia. —Es de ella...
Rogers la tomó y la observó con detención.
—La encontraremos, __________. —Me dijo el rubio al ver que me comenzaba a desesperar. Un par de lágrimas logró manifestarse, dándole el paso a las demás para que salieran libremente.
—Es mi culpa, Steve. —Gemí. —Esto es mi culpa. Todo esto es mi culpa. —Mi pecho subía y bajaba bruscamente. Me comenzaba a faltar aire. — S-si algo le sucediera a mi h-hermana... —Y enmudecí al imaginar su destino. Negué rápidamente, como si eso tuviera el poder de alejar las imágenes macabras que pasaban por mi cabeza.
—_____________, mírame. —Me dijo el capitán. Tomó mi rostro entre sus manos y me obligó a mirarlo.
—Steve... —Murmuré. Mi cuerpo temblaba.
—Tú hermana saldrá con vida de aquí. —Su voz era suave. —¿Me entiendes? No le sucederá nada. Yo mismo me aseguraré de que así sea, pero, necesito que te mantengas enfocada en la misión. —Cerré los ojos con fuerzas, buscando reprimir las lágrimas que, no dudaron en salir a como dé lugar. —¿Puedes hacerlo?
—S-sí. —Articulé en un hilo de voz.
—Lo lograremos, ___________. —Musitó muy bajito. —Juntos...
Las manos del capitán Rogers afirmaron mi rostro con suavidad; acarició mis mejillas con delicadeza, sus dedos parecían el toque de una pluma, suave, cálida, minúscula. Rogers sonrió, y yo imité el gesto con timidez. Sus dedos nunca dejaron de acariciar mi rostro hasta que se acercó lo suficiente para rozar sus labios contra los míos.
Entonces, con ternura depositó un beso en mis labios. No fue largo, pero tampoco corto. Sin embargo, fue gratificante a su manera pese al contexto en el que nos encontrábamos.
Nos separamos cuando Romanoff habló por el intercomunicador.
—Será mejor que suban al tercer piso. —Dijo. —Les interesará ver esto.
Steve Rogers sin decir una palabra, reanudó su caminar hasta donde se encontraba Romanoff.
Le seguí el paso, en silencio y sin poder asimilar lo que acababa de suceder en plena misión.
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Pupil, algunos ya se habrán dado cuenta, pero lo anuncio igual :P He comenzado una nueva historia con bb Evans y se titula Coworker <3 si alguien está interesado, está ya publicado en mi perfil :)
PD: Este Os tiene contemplado segunda parte <3
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