III - Steve Rogers
III.- Drunk
El multimillonario Tony Stark, anunció que haría una fiesta en honor al tercer aniversario que pasábamos juntos como vengadores y buenos amigos. Se preocupó de que todos recibieran la noticia; incluían el personal de SHIELD y alguno que otros amigos conocido por él mismo.
La fiesta era otra excusa de Tony para llenar el vacío que dejaba Pepper en su corazón. Por mucho que él negase aquello, sus ojos siempre decían lo contrario. Y era esa la razón por la que nadie se opuso a la fiesta; le estábamos dando horas de respiro al sufrido corazón de Tony.
Con cierta idea en mi cabeza, entré a mi habitación en busca de algo adecuado para el contexto. Tenía claro el tipo de fiesta al que asistiría; elegante y llena de sorpresas. Un vestido de tonalidad rojizo cubrió mi cuerpo. Era simple, pero lograba resaltar parte de mis curvas tras el género de seda perteneciente a la prenda. Arreglé mi cabello en una trenza que caía como cascada sobre mis hombros, puse un poco de labial en mis labios; nada muy recargado. Y un poco de rubor en mis mejillas.
El resultado me había gustado bastante y en ello se podía ver la sonrisa impresa en mis labios reflejada en el espejo. Salí de la habitación para dirigirme al living, donde ya estaban todos llevando un rato ameno entre los participantes.
Tony sobre el escenario dirigiendo el show, creando competencias entre los personales y uno que otro canto patrocinado por él mismo. Me encaminé hacia Wanda y Nat, quienes se encontraba apoyada en la barra sirviéndose mezclas preparadas por el barman que el mismo Tony contrató para otorgarnos nuestros "venenos". Las dos mujeres sonrieron al verme llegar a su lado; pedí un Martini y me dispuse a ver el panorama justo como la hacían ellas.
—Realmente está sufriendo. —Dijo Nat, dando un sorbo de su trago. Wanda asintió.
—Pero Tony no lo quiere admitir. Si lo admitiera, el dolor sería menor. —Opinó Wanda.
—Es obstinado, Maximoff. —Negó la rusa. —Habrá que cuidar que no tome de más.
A los minutos se nos unió Bucky y Sam riendo entre sí. Pidieron sus respectivos tragos y se unieron a nuestra conversación.
—¿Y Steve? —Preguntó Romanoff. —Dijo que vendría.
—Y lo hará. —Respondió Sam. —Viene en camino.
—En cinco minutos. —Anunció Bucky. —Nos costó convencerlo. —Y Sam asintió, apoyando lo notificado por Bucky.
—Milagro que haya aceptado venir. De seguro habrá un cataclismo. — Expresé con sorna. Todos reímos. Steve no era un personaje que asistiera a las fiestas que realizaba Tony; no era de su interés ver cómo todos se embriagaban. Ante ello, el capitán prefería viajar en su motocicleta y desaparecer del complejo.
Ambas muchachas lanzaron miradas furtivas a mi dirección, dándome a entender que ellas, algo sospechaban con respecto al interés que tenía en Steve. Desvié mi mirada hacia Bucky y Sam, quienes mencionaron que ellos también habían pensado en cuidar de Tony durante las horas que durara la fiesta. Tal parecía que todos nos habíamos puesto de acuerdo para cuidar del multimillonario.
La fiesta transcurrió normal durante las primeras horas, hasta que Tony descubrió que Thor traía consigo un licor proveniente de Asgard. Todos se vieron interesados en la nueva especie proveniente de aquel mundo, y ello, fue el inicio del caos.
—Les dije que no era apto para mortales. —Les dijo Thor a los que yacían aturdidos sobre los sillones una vez el resto de los invitados se retiraron. Tony aún seguía cantando karaoke desde su puesto, y Rhodes le seguía de la misma forma.
—Son unos idiotas. —Le reclamó Natasha, indignada. —Yo no pienso quedarme a cuidar borrachos.
—Arañita, no te enojes. —La lengua de Sam se enredó en su boca, entorpeciendo sus palabras. A su lado, Bucky a punto de quedarse dormido.
—Romanoff...— Intervino Tony con voz severa. Se levantó de su asiento y tratando de acercarse a la rusa, cayó hacia atrás, dando de lleno contra el sofá que lo sostenía minutos antes. Soltó unas carcajadas, que fueron acompañadas por el resto del equipo en mal estado. Romanoff rodó los ojos, resignándose a tener que velar por la seguridad de sus amigos.
—Vale, me llevo a Steve. —Anuncié. El rubio estaba recostado en el diván, observando el techo. No podía creer que hasta Steve había sido partícipe de tal estupidez. Me acerqué a él y le tendí la mano. La tomó en silencio, permitiéndome que le ayudase a llegar a su cuarto.
—Vale, voy con Sam. —Dijo Wanda en un suspiro cargado de cansancio.
—Y yo con Tony y los demás. —Anunció Thor, quien tomó al genio con un solo brazo, cargándolo en su hombro. Tomó a Rhodes e igual mente lo sostuvo en su hombro libre.
Sujeté a Steve y caminamos por el pasillo en dirección al ascensor. Sus pies tropezaban contra ellos mismo, ocasionando que éste, tendiera a caerse en varias ocasiones.
—No estoy tan ebrio. —Me dijo, desprendiéndose de mis brazos.
—Camina. —Le ordené. Éste obedeció, caminando unos tramos antes de afirmarse contra la pared a su lado para no desplomarse en el suelo. Soltó una risita divertida y esperó a que fuese a ayudarlo. —Creí que no te podías embriagar.
—También creí lo mismo. —Murmuró, dubitativo.
—Bueno, siempre hay una primera vez para todo. —Giré el pómulo de la puerta y entramos a su habitación. Con gran esfuerzo logré que éste cayera en su propia cama. Sin embargo, su mano tomó la mía al momento de caer sobre su ella, ocasionando que mi cuerpo fuese atraído por el suyo. Mis mejillas ardieron al tener su rostro a centímetros del mío, dándome la posibilidad de observar sus ojos un poco más de cerca.
—Lo siento. —Susurró Steve. Su aliento chocó contra mi rostro; un aroma dulzón salió de su boca, llegando a mis fosas nasales. Era lo que había llamado la atención del licor de Thor, y no los culpaba. Realmente era interesante el olor que desprendía del pequeño envase.
—D-descuida. —Farfullé, avergonzada. Erguí mi cuerpo para poder salir de su lado, pero éste, pese a mis esfuerzos por querer alejarme, me lo impidió. Sus brazos rodearon mi cuerpo y me apegaron al suyo en un acto por sentirme completamente. Su boca comenzó a recorrer mis mejillas y mandíbula al tener acceso libre a ello. —Steve, estás borracho.
—No tanto como crees. — Indicó.
—Tengo que irme.
—Quédate un poco. —Pidió. Su cuerpo volteó con rapidez y de un momento a otro era yo quien estaba bajo su fornida anatomía. Claramente tan ebrio no estaba si logró dar aquella vuelta con tanta destreza. —Me gustan tus pecas. —Elogió. —Es como ver la galaxia en tu rostro. —Su boca se acercó a la mía, creando un roce entre sus labios y los míos.
—N-no en-entiendo. —Balbuceé. El bochorno comenzaba a ser molesto. Steve sonrió, atreviéndose a besar mi frente. —Steve...
—Tenía que tomar ese licor para decirte lo hermosa que te ves hoy y, lo estúpidamente enamorado que estoy de ti. —Sus palabras se arrastraban dentro de su boca, pero no así sus ideas. Al menos parecía estar más lúcido que los demás. —De otra forma jamás te lo hubiese dicho.
—Es broma, ¿no?
—Siempre digo la verdad. —Sonrió.
—Bueno, la verdad es que tu no pasas desapercibido para mí. —Sonreí. —Pero estas ebrio, y esto deberíamos hablarlo mañana. —Propuse. Steve asintió. —Creo que debería irme. —Suspiré. Realmente no me quería ir de su lado. Su calor era tan agradable, que deseaba poder impregnarme de él.
—Duerme conmigo, por favor.
—No creo que sea buena idea.
—Por favor. —Suplicó. Su rostro se escondió en la cavidad de mi cuello, depositando pequeños besos que, lograron estremecer mi cuerpo por completo.
—¿Y si mañana no recuerdas nada? —Cuestioné.
—Lo recordaré. —Aseguró. —Te besaré a primera hora y sabrás que estuve consciente todo este tiempo.
Acepté su propuesta. Me acomodé a su lado, siendo rodeada por sus brazos y abrasada por su calor corporal.
Durante la mañana, sus labios me despertaron en un beso tierno y delicado, dándome a entender que él, nunca mentía y que estuvo consciente durante toda la noche.
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