S.O.S: Norte ha desaparecido
Los personajes de Cómo entrenar a tu dragón, El Origen de los Guardianes, Enredados y Valiente no me pertenecen.
En este fic tanto Rapunzel, Mérida e Hipo ya son guardianes. No hay una clara idea de la relación espacio/tiempo, ya que Jack es parte del mundo moderno mientras que Hipo, Mer y Punzie son de épocas atrás.
Les dejó a Justin xD porque su versión de Santa Claus Is Coming To Town es la que más me gusta <3
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
S.O.S: Norte ha desaparecido
Corona
Había terminado de colocar la última esfera en su árbol. Sus padres sonrieron con ternura y la abrazaron.
—Princesa Rapunzel —la rubia volteó enseguida hacia uno de los guardias— Tiene correspondencia —el hombre le mostró una carta y ella la tomó.
Era una carta de Eugene.
Sonrió con alegría y se sentó en el sillón de aquella habitación mientras sus padres seguían organizando el personal.
Comenzó a leer y no pudo evitar reír.
Al parecer Eugene había encontrado una hermosa reina en Arendelle y ellos habían conectado inmediatamente. Prometía invitarla a la boda, junto con sus amigos: Mérida, Hipo y Jack.
—Jack —la princesa suspiró.
Sabía que él estaría algo ocupado esta noche pero siempre se daba la oportunidad de visitarla antes de dormir.
Después de todo, era gracias a él que había salido de la torre y había escapado de Gothel, además de volverse una guardiana.
Sin embargo la hermosa joven de cabello rubio sentía algo más que agradecimiento o amistad por él. Algo más especial.
Notó un destello peculiar en el cielo y asomó su mirada rápidamente a la ventana. Sin duda era la señal.
Suspiró mirando a sus padres. El deber de guardiana llamaba antes que el de princesa.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Berk
— ¿Tú que opinas amigo? —dijo Hipo mirando hacia el horizonte.
Chimuelo gruñó mostrándose dudoso ante la sugerencia de su jinete.
—Vamos, será una vuelta rápida solamente... Sé que tú también quieres ir —insistió el castaño.
—Hipo... —una voz femenina le interrumpió.
Suspiró pesadamente imaginandose el por qué le hablaba.
— ¿Qué sucede Astrid? —preguntó el mencionado.
—Tu padre quiere verte, dijo que quiere arreglar unos asuntos de la aldea antes del Snoggletog —dijo la joven vikinga encogiendo sus hombros.
— ¿Es necesario?
—Creo que sí... Además quería que probaras el ponche que preparé —habló la joven con entusiasmo.
Hipo hizo una mueca de asco. Tan sólo de imaginar el sabor del líquido en su boca le dio náuseas.
De repente vio aquella aurora boreal surcar el cielo. Esa que aparecía únicamente cuando era requerida y sonrió enormemente.
Vería a ella después de todo esa noche.
—Astrid, por favor dile a mi padre que tengo asuntos importantes que atender, gracias —el futuro jefe de Berk se alejó con velocidad sobre su dragón ante la mirada atónita de la rubia.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
DunBroch
— ¡Oh vamos Merida! —insistía la reina Elinor-. Es únicamente durante la cena... además se te ve hermoso.
—Mamá, es demasiado ajustado, no podré comer tranquilamente con eso —respondió la princesa con el ceño fruncido ante el vestido que le mostraba su madre.
—Bueno, podemos buscar uno más apropiado entonces —la reina rebuscó en el armario de su hija hasta encontrar un vestido apropiado y colocarselo.
A lado de ella pasaron corriendo los trillizos con prisa y risas.
Harris llevaba un pavo sobre su cabeza.
— ¡Oh niños! —la mujer rodó los ojos—. Dejen de jugar con la cena o no estará lista.
La hermosa pelirroja soltó una sonora carcajada.
De repente le pareció ver un destello por la ventana y se apresuró a asomarse. Era la señal. Alguien le necesitaba.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Jack había terminado de llevar nieve a la ciudad de Jamie y contemplaba el atardecer, quería ir a saludar al pequeño y a su hermana menor pero sabía que ellos estarían bastante ansiosos con la llegada de Norte y no quiso inportunarlos.
Además, tenía que realizar una visita muy especial esa noche a cierta rubia habladora pero encantadora.
Se puso pues en marcha hasta que vio la Aurora Boreal en el horizonte. Eso significaba algo: Problemas.
No dudo en volar en aquella dirección. Esperaba que no fuese serio el asunto.
Pobre, que equivocado estaba.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Polo Norte
— ¡Mer, que alegría verte! —la joven de cabello largo corrió a abrazar a la princesa de DunBroch con fuerza.
La pelirroja correspondió con una sonrisa.
—A mi también me alegra verte —admitió Mérida.
Rapunzel prosiguió a abrazar a Hipo.
—Los extrañé mucho —habló al ver que su gesto era correspondido por el joven vikingo.
— ¿No hay abrazo para mi? —dijo Jack para después recibir en sus brazos a la entusiasta joven de ojos verdes.
—Jack, de verdad deseaba verte otra vez —confesó Rapunzel.
Hipo y Mérida intercambiaron miradas cómplices y rieron.
El futuro líder de Berk suspiró sin quitar su mirada de la pelirroja.
—Lamentó interrumpir esta atmósfera tan cálida pero el motivo de esta reunión es demasiado importante —habló el Conejo de Pascua tratando de mostrar calma.
—¿Qué ocurrió? ¿Dónde está Norte? —Hada preguntó.
—Ése es el problema. Norte ha desaparecido.
Todos los guardianes se mostraron preocupados.
—Nadie sabe dónde puede encontrarse, ni los yetis, ni los duendes.. —comenzó a explicar Conejo.
—Es imposible, está noche es Nochebuena —dijo Jack—. Los regalos, los niños...
—Debemos encontrar a Norte, podríamos comenzar a buscarlo...—declaró Hipo.
—Sería una pérdida de tiempo —dijo Conejo con tristeza —. No tenemos idea de dónde está y sólo quedan unas cuantas horas para que sea Navidad.
— ¿Qué hacemos entonces? —preguntó el hada de los dientes preocupada.
Sandman comenzó a formar figuras de arena sobre su cabeza tratando de comunicarse.
—Meme tiene razón, ustedes tienen trabajo por hacer —dijo Mérida—. Hada necesita recolectar los dientes de ésta noche y él se encargará de los sueños.
— ¿Estás sugiriendo que nosotros entregemos los regalos? —preguntó el guardián de la diversión con incredulidad.
—No sería una mala idea —dijo el joven vikingo—. Y es la única opción que nos queda.
—Aún no han oído la peor parte... —dijo el guardián de la Pascua.
— ¿Aún hay más? —preguntó Rapunzel mientras el conejo asentía.
—No están los renos, ningún animal puede igualar su velocidad...
— ¿Quieres decir que quien sea que haga el trabajo tendrá que hacerlo a la manera antigua? —habló Jack.
—No hay otra forma.
El silencio reinó por unos momentos el taller.
—Debemos hacerlo —declaró la princesa de cabello largo—. No podemos dejar a esos niños sin regalo... sin su pizca de asombro.
La decisión mostrada en su rostro animó al resto de los guardianes.
—Y bien, ¿hacia dónde debemos partir? —preguntó la joven pelirroja colocando una mano sobre el hombro de su amiga.
—Chicas, ésta labor requiere tiempo, dedicación y cuidado —dijo Conejo—. Necesita una entrega completa.
—No estarán solas —dijo Hipo acercándose a las dos princesas.
Jack se encogió de hombros.
—Supongo que será algo divertido —añadió el albino con una sonrisa.
Hada y Meme sonrieron enormemente intercambiando miradas. Conejo correspondió el gesto.
—De acuerdo, hay que afinar unos detalles...
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
—De acuerdo con los yetis esta es la lista, al parecer está ordenada alfabéticamente por continente... —explicó Conejo entregandole la lista a Jack—. No está sujeta a cambios.
Hipo parecía ajustar algunas cuerdas pertenecientes de los renos en Chimuelo.
— ¡Listo! —dijo el joven vikingo con una sonrisa.
— ¿Estás seguro de que funcionará? —preguntó Mérida desde el trineo.
—En el peor de los casos Meme les ayudará. Ha cubierto el trineo lo suficientemente de arena para que flote como en un sueño —aclaró Conejo.
—Y mientras nosotros entregamos obsequios, ¿tú qué harás, Canguro? —El peliblanco preguntó dirigiéndose al conejo de Pascua.
—Trataré de localizar a Norte... ¡Todo listo! Por favor... No hagan ninguna tontería y no tarden... Hada y Meme están haciendo lo posible por ayudarles.
Hipo subió al dragón mientras se sujetaban del trineo. Jack subió checando el globo terráqueo, era un registro de los niños.
—Dentro de poco será Navidad... Mucha suerte —dijo Conejo con una sonrisa.
Chimuelo tomó impulso y después de lo que parecieron unos largos minutos tomó vuelo.
Mérida y Rapunzel habían cerrado los ojos temiendo lo peor.
Pero el trineo estaba flotando junto con el dragón. Magia navideña tal vez.
Los cuatro jóvenes despidieron a Conejo con la mano.
—Bien, ¿por donde empezamos? —el futuro líder de Berk preguntó.
—Creo que empezaremos por Australia, o eso indica el globo —habló Rapunzel mientras el globo parpadeaba.
—Ésta será una aventura digna de recordar —dijo Mérida sacando un artefacto completamente extraño ante los ojos de Hipo y Punzie.
— ¿Qué es eso? —preguntó la rubia con asombro.
—Jamie me la dio, dijo que era una ¿cámara? Hace pinturas en cuestión de segundos.
Jack rodó los ojos sonriendo. Aún le faltaba mucho por enseñarles.
—Se llaman fotografías, cabeza de fuego.
—Cómo sea —Mérida se encogió de hombros—. Sonrían.
La pelirroja tomó unas cuántas fotos mientras seguían su camino.
— ¡Creo que es aquí! —exclamó Rapunzel con felicidad.
Hipo detuvo el trineo sobre un edificio. La vista de aquel lugar permitía localizar rápidamente los puntos de entrega.
—Mientras más rápido mejor... —Jack se apresuró a checar la lista y a buscar en el gigantezco saco un par de regalos, además de repartir otros más.
—Quédate aquí amigo —dijo el joven vikingo dirigiéndose a su dragón.
Cada uno de los cuatro depositaba los regalos en donde correspondía.
Mérida ató los regalos a algunas de sus flechas y los lanzó por la chimenea.
Rapunzel por su parte los bajaba lentamente con su largo cabello.
Hipo y Jack se encargaban respectivamente de acomodar los regalos que las chicas dejaban.
Lograron el récord de entregar todos los regalos de una localidad en una hora.
— ¡No lo lograremos! —exclamó Mérida —. Apenas llevamos una ciudad.
Rapunzel suspiró tristemente.
Jack se golpeó la frente fuertemente.
— ¡Las esferas! —el albino se apresuró a entrar al trineo en busca de estas.
Los tres restantes le siguieron.
— ¿Todo este tiempo estuvieron ahí?
—Son pocas —dijo la rubia preocupada.
—Entonces utilicemos las necesarias —dijo Hipo.
Jack tomó una y sonrió.
— ¿Puedo tener el mando del trineo en esta ocasión? —preguntó Rapunzel.
—Está bien sólo ten... —Hipo comenzó a hablar pero la rubia le arrebató las riendas rápidamente.
El trineo avanzó a gran velocidad, haciendo que Hipo casi se cayera de el.
Jack se sujetó cómo pudo y alcanzó a tomar al castaño para evitar que este cayera.
La pelirroja simplemente iba riendo, disfrutando junto con su mejor amiga el paseo de un lado a otro.
Chimuelo parecía contento igualmente. Miraba de reojo las dos jóvenes y sonreía.
Jack e Hipo se abrazaron al ver como el trineo se elevaba de una manera muy peligrosa.
Merida tomaba fotos totalmente fascinada y la rubia disfrutaba como si le hubiesen dado el mejor regalo de navidad. El transporte se movía de arriba a abajo, de lado a lado, con una fuerza impresionante que era inexplicable como el enorme saco de Santa Claus no se caía.
Al poco tiempo los chicos se fueron acostumbrando al veloz e inestable manejo de Rapunzel sobre el trineo, sin dejar de abrazarse en el cambio brusco de dirección que la princesa de Corona tomaba cuando Merida lanzaba la esfera de nieve.
Viajaron a una ciudad bastante movida. Y despierta. Al parecer tenían que dejar unos cuantos regalos ahí.
En medio de lo que parecía un concierto, los cuatro grandes depositaron cuatro regalos. Chocaron sus palmas y regresaron a su tarea.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Con el tiempo encima se limitaban a dejar los regalos lo más rápido que podían a través de sus habilidades o sus poderes.
Habían pasado alrededor de tres horas y apenas habían terminado con el continente asiático y parte del africano.
Hadita apareció de la nada abrazando el rostro de Jack.
—¡Pequeña! —el albino la saludó con una sonrisa—. ¿Qué haces aquí?
La pequeña hada explicó que tanto Meme como Hada habían repartido regalos en ciertas regiones del mundo. Y Conejo se había encargado de la división latina. Todo dependía de ellos ahora.
Rapunzel aceleró al oír a la pequeña ayudante de Hada.
—No es justo, Punzie yo quiero conducir — dijo Merida haciendo un puchero para que le diese las riendas.
— ¡No! —exclamó Jack—. Provocarán un accidente entre las dos y ya llevamos una buena cantidad de trabajo ya hecho como para perder los regalos.
—Ay, que amargado.
—Sigue Europa —anunció Hipo mientras lanzaba la esfera y volvía recuperar el control sobre el trineo.
—Perfecto—dijo Jack—. Aquí tenemos algunos nombres, ¡Oh mira, Hipo, estás en la lista!
— ¿En serio? —preguntó Mérida.
—Pedí algo sin importancia —Hipo trató de cambiar de tema.
Jack soltó una risita.
—Creo que tú eres quien puede cumplirlo —dijo el albino con sinceridad.
Rapunzel de repente se mostró incómoda.
—Cre-creo que deberíamos dejar de leer los deseos de los demás —dijo la princesa con seriedad.
—Vamos rubia, somos amigos los cuatro, ¿no?
—Sí, por mi no hay problema —dijo Mérida encogiendose de hombros.
—Además, yo estoy en la lista negra.
—Creo que aún así... Debemos concentrarnos en los regalos.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
—Ay no... —murmuró Rapunzel.
— ¿Qué sucede? —preguntó Mérida.
—Creo que puse el regalo equivocado en la casa de a lado.
— Oh Punzie...—susurró la pelirroja. Corrió a asomarse a la ventana advirtiendo a sus compañeros la emergencia.
Con ayuda del cabello de su amiga, Mérida pasó de una casa a otra con el regalo, acomodando donde debían ir respectivamente.
Rapunzel suspiró aliviada.
— ¿En qué pensabas Punzie? —preguntó la princesa de DunBroch arqueando una ceja.
—Yo... no sé...
—Punzie...
—Realmente no sé Mer.
El reloj indicaba las cuatro de la mañana.
—Oh, no. Se nos acaba el tiempo—dijo la princesa de Corona.
—Vámonos —la pelirroja salió junto a su mejor amiga.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Las cosas para el equipo iban de mal en peor.
—Demonios... —susurró el guardián del cambio.
— ¿Qué sucede? —Preguntó Jack.
—Hay un par de niños despiertos y al parecer comienzan a despertar más.
Jack comenzó a crear una especie de base circular cerca del trineo y de éste desprendía algún tipo de toboganes que finalizaban en las chimeneas.
—Espero esto funcione... —dijo el albino.
Los cuatro grandes depositaban los regalos a una velocidad increíble, digna de compararse con la de Norte.
El estrés iba en aumento.
— ¿Quién falta? —Jack tomó la lista para cerciorarse de quién aún no recibía regalo.
Rapunzel, que ya había husmeado un poco en ella, quiso arrebatársela.
— ¿Qué haces Punzie? —habló el peliblanco completamente extrañado.
—Quiero estar a cargo de la lista—respondió la rubia intentando quitársela.
— ¿Bromeas? Yo soy el que está a cargo de esto.
—No recuerdo que te nombraran líder.
La guardiana de la creatividad seguía forcejeando por el dominio de la lista.
—Rapunzel... No me hagas quitártela por las malas.
Tanto la princesa como el albino tomaron una parte de la lista para comenzar a tirar de ella.
El trineo comenzó o moverse de un lado a otro, desestabilizándose.
El rostro de Chimuelo reflejaba preocupación. Hipo lo notó.
— ¡Mer, haz algo!
La pelirroja simplemente tomó una fotografía de los otros dos que peleaban.
—Listo.
El castaño rodó los ojos ante la acción.
—Gracias por tu seriedad.
Mérida encogió los hombros.
—De nada.
El pequeño enfrentamiento entre Jack y Rapunzel seguía.
Y entonces un ruido llamó la atención de los cuatro y hasta de Chimuelo.
— ¡¿Qué hiciste?! —exclamaron Jack y Rapunzel al mismo tiempo. Cada uno sostenía un pedazo de la lista, la habían roto justo por la mitad.
—Tú fuiste la culpable, desde hace rato actúas tan extraño Punzie —recriminó el albino.
La rubia sintió una punzada en el corazón y se sentó lentamente.
Hipo y Merida miraban sin decir nada.
—Sólo fue un accidente— soltó de repente la pelirroja.
—No la defiendas —dijo Jack
—Pero eso fue lo que pasó —dijo la guardiana del valor—. No fue su intención y la tuya tampoco, ¿o sí?
Punzie soltó una lagrima silenciosa. Bajo sus pies estaba la fotografía que Merida se había encargado de tomar mientras peleaba con Jack.
—Tenemos que seguir —el albino tomó los dos pedazos de la lista tratando de unirlos. La siguiente en la lista era Rapunzel.
Y el calor invadió el corazón del peliblanco mientras sus mejillas se teñían de un color carmesí.
— ¿Pe-pero que esperan? —se apresuró a decir—. El amanecer nos está alcanzando y aun no hemos terminado.
Hipo a regañadientes apresuró el vuelo de Chimuelo.
—Jack... —comenzó a hablar la rubia.
—Punzie, yo lo lamento —dijo el albino con arrepentimiento—. No debí hablarte de ese modo.
La joven le miró llena de felicidad y lo abrazó con fuerza.
—También lo lamento...
—Que conmovedora escena —dijo Hipo con burla.
—Iuk, ya van a ponerse de cursis —dijo la pelirroja con una mueca de disgusto mientra tomaba una foto secretamente—. Norte querrá ver esto.
Merida soltó una risita e Hipo le miró con dulzura.
— ¿Puedo saber que pediste este año? —preguntó el castaño.
—Claro, unas nuevas flechas.
— ¿Qué?
—Bueno, también un pay de manzana, ¿crees que fue mucho?
Hipo suspiró ligeramente decepcionado y después sonrió divertido.
—Creo que tú debes estar en la lista negra.
— ¡Oye!
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Ya sólo faltaba un sitio. La ciudad de Jamie.
—Bien, bien. Ahora hay que dividirnos, será más rápido, ¿de acuerdo? —habló el albino y el resto asintió.
Rapunzel corrió al este. Se encontraba más animada ahora que todo se había arreglado con Jack y se apuró a dejar los regalos.
Sonrío con ternura al ver que Pippa aun dormía. Depositó el regalo de la niña lentamente debajo del árbol.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Merida por su parte dejaba el obsequio de La peque. Sonrió al verla tan tranquila. Pese a pasar la noche con sus mejores amigos moría de ganas por volver a ver a sus pequeños rufianes. De seguro estarían durmiendo o quizá ya hasta se habrían levantado a hacer sus diabluras.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Hipo dejó el regalo de Monty. Cada vez se interesaba más en los niños, ¿la razón? Ya se imaginarían algunos. El pequeño rubio veía tan cómodo que sonrió de sólo verlo.
El castaño bostezó. Al menos la tarea llegaba a su fin.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Jack dejó los regalos de Claude y Caleb. Esperaba no haberse confundido esta vez, ya se había confundido con otro par de mellizos.
Sólo faltaba una casa.
Voló rápidamente. Al parecer Jamie y Sophie aun dormían.
Con delicadeza bajo el árbol colocó el regalo de Jamie. El de Sophie ya estaba ahí, imaginaba que todo era producto de Conejo.
Dio una última mirada hacia la habitación de Jamie y salió a encontrarse con sus amigos.
— ¿Y bien? — preguntó Hipo.
—La entrega ha terminado —declaró el guardián de la diversión.
Los tres restantes sonrieron y se abrazaron.
— ¡Lo logramos! —exclamó Merida y dirigió su vista hacia el amanecer.
—Ya es hora de irnos —dijo el castaño silbando para que su dragón llegase.
Cuando todos subieron al trineo, Merida lanzó la última esfera con dirección al Polo Norte.
Nadie notó la sonrisa y la mirada de Jamie sobre ellos.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
— ¡Buen trabajo!—exclamó Hada con una sonrisa abrazando a cada uno, al igual que Conejo.
—Norte estaría orgulloso de sus ayudantes —dijo el conejo de Pascua.
La sonrisa de Meme se borró al ver que dos luces del globo terráqueo parpadeaban, comenzó a hacer señas a los demás para que lo vieran.
Jack enmudeció y el resto palideció, ¿se habían olvidado de dos regalos?
— ¡Es imposible, entregamos todos! — dijo el albino con seguridad.
—No todos —dijo Hipo con tranquilidad.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó Rapunzel confundida.
El joven vikingo rio.
—Tú, ven aquí —el castaño tomó de la cintura a la pelirroja.
— ¿Qué? —Merida le vio extrañada e iba a reclamar su espacio personal hasta que unos labios se posaron sobre los suyos.
Hipo la estaba besando.
El rubor en las mejillas de la princesa de DunBroch competía con el brillante color de las esferas rojas que adornaban el taller de Norte, y ella estaba segura de escuchar los latidos de su desbocado corazón.
Finalmente la guardiana del valor se dejó llevar pasando sus brazos alrededor del cuello del vikingo acercándolo más hacia ella.
Una luz dejó de parpadear.
Rapunzel rio ante la hazaña de su amigo y Jack tomó su mano con delicadeza.
—Punzie...
El corazón de la rubia se aceleró.
—Lo que yo quería decirte lo he planeado desde hace tiempo... —el albino buscaba las palabras adecuadas.
—Jack, ¿eso es muérdago?
El peliblanco miró hacia arriba y de repente sus labios se unieron con los de Rapunzel.
Torpemente correspondió el beso y sonrió sobre sus labios.
El resto de los guardianes sonreía.
—Conejo, por cierto, ¿dónde está Norte? —preguntó Hada.
Conejo suspiró.
—Si lo digo ahora esta atmósfera de tranquilidad y paz se arruinará —respondió el guardián de la esperanza—. Puedo asegurarte que él está muy bien. Demasiado bien...
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
Desde la isla Navidad Norte disfrutaba de una deliciosa piña colada, vigilando todo a través de una esfera de nieve.
— ¡Lo sabía! —exclamó el hombre de barba blanca—. Ésta si fue una grandiosa Navidad.
Dio un sorbo a su bebida.
—Debería irme de vacaciones más seguido. Puede que la próxima ocasión ocurra algo entre Hada y Conejo —rio divertido.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
¿Fin?
¡Feliz Navidad!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro