𝒗𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆
Sydney
Era una tarde lluviosa, y no sabía qué hacer para entretenerme. Hace días estaba viviendo en la mansión de Shark, pero a él casi no lo veía luego de la última vez que follamos, y era aburrido no hablar con nadie.
—Shark... Necesito hacer algo, una misión cualquiera, lo que sea— le suplique al entrar en su habitación, conteniendo un gemido al verlo sólo con una toalla cubriendo su cuerpo.
—Ve a molestar en otra parte, no hay ninguna misión para ti.
—Joder, molestaría en otra parte si por lo menos me permitieras salir, pero no lo haces. ¿Tanto te cuesta separar el sexo del trabajo? Que follemos de vez en cuando no significa que debas tratarme como a una puta mascota.
—¿Cómo que mascota?
—¡Sí! Me alimentas, de vez en cuando me dejas dar un paseo, ¡y me das órdenes como si fuera un jodido perro! Maldita sea— exclamé enfurecida, pues el encierro me hacía mal, pero cuando él iba a responder mi respiración se cortó, y no fue por su presencia, sino porque mis emociones habían desencadenado un ataque de asma.
Coloqué una mano en mi pecho, y otra en mi garganta, queriendo evitar la espantosa sensación de no poder respirar, pero me estaba asfixiando.
Shark me observó preocupado cuando involuntariamente empecé a golpear el aire con desesperación, deseando que todo se detuviera.
—Tranquila, Sydney, no pasa nada. Toma, aquí está el inhalador— murmuró, sosteniéndome y tendiéndome el medicamento que no supe de dónde lo había sacado o en qué momento lo había agarrado.
Cuando pude volver a la normalidad me dejé caer rendida al piso, aliviada de volver a respirar.
—¿Cómo conseguiste el inhalador?
—Cuando decidí traerte aquí le ordené a mis empleados que colocaran varios en toda la casa, sabiendo que esto podría ocurrir.
—Pareces mi niñera— comenté burlona, tratando de que sus palabras no ocasionaran nada lindo en mí, pero cuando me dedico una sonrisa tierna, quise rogarle que me hiciera el amor otra vez.
Sin embargo, una llamada a su celular interrumpió mi impulsividad, dejándome confundida al ver cómo su expresión cambiaba a una de preocupación.
—Debemos ir a la mansión, algo anda mal.
⛓ ⛓
Estaba shockeada y la furia invadía todo mi cuerpo. Sabía que tenía que hacer algo, pero simplemente no podía reaccionar.
Cuando llegamos a la mansión nos encontramos a Steve sumamente estresado y angustiado, al borde de una crisis nerviosa. Nos explicó que Liam lo había llamado, para contarle que había recibido una carta extraña, y que iba a encargarse de ese asunto, pero no había aparecido más, y los hombres de Shark ya lo habían buscado en todas partes.
—Hemos encontrado la dirección actual de Liam— nos dijeron los técnicos en informática cuando lograron rastrear el celular de Liam.
Al llegar al lugar, que era un campo absolutamente vacío, encontramos su cuerpo completamente quemado, con una carta encima que decía "Sorpresa".
Verlo así, inerte, con la cara completamente irreconocible por el fuego, me partió el alma. Steve estaba desesperado, sacudiendo a su novio carbonizado, gritando sin parar. Shark, al igual que yo, no supo cómo reaccionar.
Las sirenas de la policía se hicieron presentes, y supimos que si no nos íbamos nos inculparían por la muerte de Liam, sin embargo Steve no se quería mover, así que tuvimos que arrastrarlo.
—¡No! ¡No me alejen de él! ¡Liam, por favor, despierta!— exclamaba, desesperado, y cuando quise sostenerlo lanzó su puño hacia mi cara, pero logré evitar que me golpeara. Entendía su reacción y su sufrimiento, yo quería ponerme a llorar junto a él, pero debíamos vengar la muerte de Liam, al igual que habíamos vengado la muerte de Michael.
—Quizá fue la mafia italiana otra vez...— dijo tensamente un guardia. Ya estábamos en la mansión nuevamente, buscando respuestas— Cuando pasó lo de la bomba dejaron la misma carta.
—Pero era una letra distinta, y los italianos no serían tan estúpidos de volver a declararnos la guerra— mencionó Shark, más serio de lo que nunca lo había visto.
Habíamos sedado a Steve, porque no paraba de llorar y de querer regresar a abrazar a su novio, incluso aunque la policía estuviera ahí. Quise decir algo, lo que fuese, para poder ayudar, pero las palabras no lograban salir de mí. Simplemente no podía creer que esto estuviera pasando otra vez, y con una persona que yo quería tanto.
—Ha llamado la niñera de los hijos de Liam, señor, dice que ya se tiene que ir y no puede quedarse más tiempo con ellos...— dijo otro de los guardias. Suspiré con tristeza, sabiendo que esos niños nunca volverían a ver a su padre.
—Vayan a buscarlos, se quedarán con nosotros.
—Pueden volver al sistema de adopciones...— recomendó el mismo hombre, y luego tembló cuando Shark lo agarró del cuello, ahorcandolo.
—Son los hijos de mi amigo muerto, se van a quedar conmigo. Vayan a buscarlos, ahora— ordenó en un gruñido.
Luego de una hora de un ambiente cargado con angustia y furia, los niños llegaron. Un pequeño de dos años, llamado Tyler, y una pequeña de cinco años, llamada Amy.
—Hola linda, me llamo Sydney, ¿cómo estás?— pregunté dulcemente, agachándome a su altura. Nunca había tratado con niños, pero noté su timidez y su miedo al ver nuevas caras.
—Quiero a mi papi— reclamó con un puchero, logrando que mi sonrisa desapareciera. Quise romper algo y gritar desaforadamente, quise encontrar al culpable de la muerte de Liam y hacerlo pagar, quise proteger a esa niña de todo lo malo que le estaba pasando, pero simplemente me rehusé a hacer lo que mejor sabía: fingir.
—Tu papi está ocupado, pero dice que extraña mucho verte, y que mientras él está lejos tú debes quedarte con nosotros. Te prometo que jugaremos mucho e incluso te daremos tu comida favorita. ¿Qué te gusta comer?
—¡Pizza, pizza!— chilló emocionada, y empezó a reírse descontroladamente cuando le hice cosquillas.
—Entonces comeremos mucha, muchísima, pizza— murmuré, haciéndola sonreír. Al voltearme a ver a Shark, descubrí que él ya me estaba mirando, sosteniendo a Tyler en sus brazos— ¿Quiénes seremos los siguientes?— le susurré para que no nos escucharan.
—Ninguno. No pienso permitir que muera nadie más. Me voy a vengar del que sea que nos esté haciendo tanto daño, te lo juro a ti, me lo juro a mí, y se lo juro a Liam.
⛓ ⛓
Shark
Una semana había pasado, una semana en la cual yo no lograba encontrar respuestas.
Por suerte, Amy, la hija de Liam, no hacía preguntas. Se había encariñado con Sydney, la cual la distraía cada vez que la niña quería hablar sobre su padre.
Todos nos cuidábamos entre todos, había un enemigo ahí afuera que estaba dispuesto a derrotarnos, y yo no iba a permitir que la sangre de mi gente se siguiera derramando.
Sin embargo, Steve no pensaba lo mismo; él sólo quería desquitarse con alguien.
—¡Suéltenme, suéltenme! ¡Bastardos asquerosos, los voy a matar a todos! ¡Ustedes deberían haber muerto en lugar de Liam!— gritó en el medio de un ataque de ira, y ni siquiera cuatro de mis hombres más fuertes lograban tranquilizarlo.
Había estado así desde que descubrió la muerte de su pareja, y sedarlo ya no funcionaba, por lo cual simplemente lo dejábamos decir y hacer lo que quisiera, sin que saliera, por supuesto.
Si él salía, era una presa fácil para ser el próximo asesinado. Todos lo éramos.
Iba a ignorar sus escenas, para que no se desquitara contra mí y termináramos peleando, pero la infantil voz de Amy captó completamente mi atención.
—¿M-mi papi está m-muerto?— preguntó con los ojos llorosos, retorciendo sus manos con miedo. Sydney estaba cargándola, tratando de negarle todo, pero la niña sabía lo que había escuchado.
—Yo debería haber muerto, no Liam...— dijo Steve en un hilo de voz, pasando de la furia extrema a la angustia, haciendo que Amy se derrumbara en lágrimas.
—Sydney, llévatela— le ordené sin mirarla, y rápidamente acató mi orden. Me acerqué a Steve, y sin medir las consecuencias, estampé mi puño contra su cara— Escucha bien lo que voy a decir, porque no pienso repetirlo. Todos estamos dolidos por lo qué pasó, todos queremos venganza, pero no arreglamos nada llorando y gritando. Hiciste que Amy descubriera la verdad, ¡así que entra en razón, maldita sea!
—Yo debería haber muerto— siguió repitiendo sin parar, llorando y sosteniendo su labio ensangrentado debido a mi golpe.
—Liam se hubiese suicidado si algo te pasaba a ti, créeme, él no desearía que estuvieras en su lugar. Si quieres hacer algo, ayúdanos, ya tendremos tiempo para lamentar su pérdida, ahora tenemos que enfocarnos— y sin decir más, hice una seña que mis guardias entendieron velozmente, para sedarlo otra vez.
Suspiré observando su cuerpo tendido en el piso, y decidí ponerme a trabajar para arreglar la situación. Iba a hablar con mi nuevo socio, él debería saber algo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro